Capítulo 7: Al doctor
Volvimos al auto para dirigirnos al doctor.
—¿Estás bien? —As pregunta —Te ves nerviosa.
—Es que no puedo creer que voy a saber mi edad ¿Es eso posible? ¿Cómo pueden saberlo?
—Sí, es posible un aproximado. No es exacto.
—Entiendo, pero así podré celebrar mi cumpleaños, ¿no?
—No hace falta saber tu edad para celebrar tu cumpleaños. Si quieres hoy mismo lo festejamos, nosotros dos.
—¿¡De verdad!? ¡Si quiero!
Él sonríe y toma su celular nuevamente.
Mientras observo por la ventana me concentro en ver la ciudad. Nunca me habría imaginado lo grande que era la ciudad en la que viví toda mi vida.
Bajamos del auto e ingresamos a un establecimiento frío donde casi todo era color blanco.
—Espera aquí Juliette iré a hablar con la administración.
Me siento y observo a mi alrededor. Tengo frío, ¿cómo es que el clima cambia aquí dentro?
—Ven —As me llama.
Ingresamos a un cuarto con una gran silla y luces en el medio.
—Siéntate Juliette —Asmodeo me señala la silla grande.
Algo nerviosa obedezco.
—¿Esta es la niña? —Un señor mayor aparece por otra puerta.
Él asiente.
—Abre la boca, cariño.
—¿Abrirla? —Miro a As.
Él asiente.
—¿Me va a doler?
—Tal vez solo moleste.
Abro lentamente mi boca y el doctor mete un instrumento de metal en ella. Acomoda la luz frente a mi carra mientras revisa.
Asmodeo se acerca a mí y me toma la mano.
—Tranquila, todo está bien.
—Ya veo —habla el señor. —Masomenos está entre los 17 y 18 años, las muelas de juicio aún no salen, pero están queriendo asomar y suelen aparecer entre los 17 y 25 años.
—Muchas gracias Doc
—Aún no se vallan, le haré una limpieza y un baño de flúor a la jovencita.
Me toqueteo la boca un buen rato, luego me puso una pasta fría, era rica y arriba de eso algo blandito que me hizo morder. Estuve con eso unos minutos, me lo quito y me dio agua para que me enjuague la boca. Se sentía muy refrescante.
En todo ese rato As estuvo perdido en su celular, era algo molesto.
—Ven aún tenemos que hacerte más estudios.
Entramos a otra sala, esta era pequeña, solo había dos sillas, me hicieron sentar y me ataron algo arriba del codo.
Una mujer se acercó con algo en la mano, parecía un tipo de frasco extraño.
—Mira esto Juliette —As me mostró un gatito en su celular. —¿Te gusta?
—Si — antes de darme cuenta me estaban pinchando el brazo. —Aa, me duele, me duele,
—Quédate quieto cariño, ya terminamos.
—Lo hiciste a propósito —Me enojo con As. —Me distrajiste.
—No niego ni afirmo haberlo hecho —intenta ocultar su risa.
—Eres....
—¿Soy..?
Iba a decirle qué malvado, pero la verdad es la mejor persona que conozco.
—No de dire —hago puchero mientras agarro el algodón sobre mi brazo.
—Ven, es hora de ir a pesarnos
Lo sigo hasta otro cuarto donde había una cama y varios objetos rodeando el cuarto, frente a nosotros un escritorio con una doctora sonriendo.
—Ven linda, quítate la ropa y párate en la balanza.
—¿La ropa? Solo As puede verme sin ropa, él me lo dijo. No puedo.
Aquella mujer lo mira sorprendida —¿Qué acaba de decir esta niña Asmodeo?
—Raquel pésala así y listo no des vueltas.
—¡Es una niña Asmodeo! No quiero un dedo sobre ella.
—¡Ya pésala!
Me quité los zapatos y me subí sobre ese frío aparato.
Ella me mira preocupada y luego usa otro aparato para medirme.
—Mides un metro con cuarenta y cinco centímetros y lo que me preocupa es su peso Asmodeo. Deberían ir a ver a un nutricionista, por debajo de los 22 kilos está desnutrida, no creí que sería tan grave. Su peso ideal sería entre los 40 y 50 kilos.
—Entiendo me ocuparé de su peso.
—Es algo serio, por favor. ¿Niña hace cuanto que no tienes la regla?
—¿La qué? —miro a As.
—¿Hace cuanto que no sangras?
—No, no se recuerdo.
—Es importante que veas a un ginecólogo también para revisar que todo esté bien. Aunque es obvio que por la desnutrición no te baja, te faltan nutrientes y grasa corporal. Estoy preocupada, esperaré los resultados de sangre a ver si tienes alguna enfermedad, mientras pueden ir con algún otro profesional.
Salimos de aquella sala y él se veía algo preocupado.
—No quise darte problemas, perdón.
—No me pidas perdón Juliette no es tu culpa, solo estoy preocupado, quiero que estés bien, solo es eso.
El día paso volando, el nutricionista me dio una lista de comidas y horarios en los que debía comer y el ginecólogo me reviso para ver si tenía algún tipo de cáncer y me explico el tema de las relaciones sexuales, la menstruación y cuidados íntimos. Creo que fue mucho movimiento por un solo día, me encuentro agotada.
—Sé que estás agotada, pero tengo una sorpresa para ti en casa.
—¿Para mí? —sonrío ansiosa por llegar.
—Sí, espero te guste conejita.
Asiento emocionada y no veo la hora de bajar del auto.
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