Capitulo 1.
DISCLEAMER: Tanto Jujutsu Kaisen como Highschool dxd no me pertenecen, claramente. Todos los derechos están reservados para sus mangakas y sus respectivas editoriales.
Posdata: ¡Vas a caer, Gege!
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Capitulo 1: Revelación.
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Estaba… Flotando…
Su cuerpo dolía, se sentía pesado y completamente cansado. Sin embargo, sus ojos no eran capaces de ver las heridas que portaba.
De hecho, sus ojos no podían ver absolutamente nada.
Solo negrura, la vasta e interminable negrura que abarcaba más allá de lo que su cerebro podía comprender.
No podía discernir realmente si el espacio en el que estaba flotando era tan grande como su percepción había declarado o si, realmente, era tan pequeño como para apenas llegar a centímetros de sus pies.
No tenía sentido, nada de esto tenía sentido alguno. Sin embargo no se quejó, simplemente se dejó llevar por el silencio sepulcral que invitaba a sus sentidos a dejarse llevar, a finalmente descansar luego de tantos estímulos constantes…
¿Estaba mal…?
Goteo
Su cuerpo estaba cansado, su mente de igual manera.
Goteo
No, supuso que no.
Él se merecía este descanso, se merecía dormir adecuadamente luego de haber sufrido tanto.
…
… …
… … …
Si, Itadori Yuji se lo ganó con creces…
…
"¡HIPÓCRITA!"
El grito había sido tan fuerte, tan estremecedor e iracundo que logró que sus oídos se sintieran como si fueran atravesados de lado a lado.
"¡...!"
Más su voz, aquella que tendría que haber salido en un alarido doloroso, ni siquiera se oyó.
"¡ASESINO…!"
Otro grito.
"¡MONSTRUO!"
Y otro.
"¡DEBERÍAS MORIR POR LO QUE HAS HECHO!"
Y otro…
"¡MALDITO DEMONIO!"
El dolor solo se intensificaba, escuchaba los gritos aún si se tapaba las orejas.
"¡TODO ES TU CULPA!"
"¿...?"
No podía verlo, pero la sensación húmeda en sus oídos era extraña.
No era agua, aquello era demasiado espeso como para serlo.
"¡TUS MANOS, LO HICISTE CON TUS PROPIAS MANOS!"
"¿... … …? … … ¡...! ¡...! ¡........!"
Y ante la realización solo pudo gritar, más no pudo oírse en lo más mínimo. Algo en su subconsciente le decía que si lo hacía, al menos podría ignorar a aquella voz que le reprochaba tantas cosas.
Pero fue inútil, jamás le concederían ni siquiera esa satisfacción.
Después de todo, alguien como él…
Un monstruo como él, con las manos tan manchadas de sangre que hasta goteaban;
Ni siquiera era merecedor de sufrir por su dolor.
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Un gemido ahogado fue lo primero que oyó, confirmando que ahora mismo estaba despierto.
Sus ojos fueron los siguientes en reaccionar, rogando por visualizar algo más que solo oscuridad.
La mano derecha se dirigió al pecho, como si eso fuera un medicamento milagroso para aliviar el dolor punzante que lo atormentaba a causa de las rápidas y descontroladas palpitaciones de su corazón.
Respiración errática, espasmos musculares, dolor de cabeza inaguantable.
Le tomó un minuto entero, pero finalmente lo logró…
Sus sentidos de batalla entraron en acción, superponiendo el deber de supervivencia antes que la vorágine de sentimientos que casi lo llevan al borde de un ataque cardíaco.
Respirando.
Inhalando.
Exhalando…
Repitiendo una vez más.
Centrando su vista en la sábana blanca, relajando su ceño fruncido.
El dolor de cabeza se desvanecía lentamente, su corazón dejaba de latir como loco.
Un minuto más y, finalmente, todo estaba en calma…
Usó la misma sábana para secarse el sudor que había empapado por completo su cuerpo, no tuvo reparos en tirarla a un costado de su habitación.
Tal y como era ahora, estaba demasiado húmeda como para volver a usarla.
De hecho, toda su ropa era inservible en ese momento.
Teniendo ese pensamiento en mente, se levantó de la cama y se encaminó a la cajonera en busca de algo cómodo para ponerse luego del baño que se daría.
"¿Qué…?"
Pero algo andaba mal.
— ¿Dónde están mis muebles?
Dónde antes estaba su armario y cajonera particular, ahora solo había…
Nada.
La habitación estaba vacía a excepción de la cama donde se despertó, la cual estaba al lado de una mesita de noche en la que se posaron dos botellas de agua y una lámpara sencilla.
— ¿Dónde-
Sus ojos, finalmente, recorrieron adecuadamente la habitación levemente iluminada.
— ¿Dónde demonios estoy…?
Encontrando que, indudablemente, esta no era su habitación en lo absoluto.
— No entiendo nada.
De hecho, no lo hacía…
Camino de regreso a la cama donde se sentó; con la vista pegada a sus pies descalzos.
Una gota rebelde de sudor resbaló de su cabello desordenado, llevándose su atención brevemente. La humedad resultante en su pie izquierdo fue suficiente para hacerle recordar que estaba sediento, no, era más que eso; estaba completamente deshidratado.
Recordando las dos botellas de agua, no dudó en beber de ellas.
Por unos momentos, el sonido de su garganta tragando el líquido fue lo único que se oyó en la habitación.
— Ubwaah~... Dios, necesitaba eso…
Sintiéndose satisfecho de momento, dejó las botellas vacías en la mesita y se encaminó a la puerta de la habitación.
Tenía que investigar dónde demonios estaba y, bueno, agradecerle a las personas que aparentemente lo habían salvado.
Porque si, mientras bebía tuvo un pequeño momento de lucidez sobre cómo había llegado allí… O, mejor dicho, sobre porque había despertado en esa habitación.
Abrió la puerta lentamente, pensando en no hacer demasiado ruido por si había otras personas intentando descansar en el lugar. Sin embargo se sorprendió al ver que no estaba en una casa particular como la habitación dejaba ver.
La puerta por la que había salido estaba conectada con un pasillo levemente oscuro el cual era iluminado por distintas lámparas ubicadas en las paredes; dándole un aspecto tétrico al lugar que ya de por sí, había notado, estaba algo ruinoso.
De hecho, ahora que su vista se adecuaba a la oscuridad poco a poco, pudo distinguir que había al menos unas cinco puertas más conectadas al pasillo pero solo una estaba clausurada con un par de cintas amarillas cruzadas.
Tenía bastante curiosidad, pero finalmente decidió que las puertas dobles iban a ser aquellas que satisfacieran dicho sentimiento.
Pero, nuevamente, no encontró a nadie del otro lado; solo lo que parecía ser una especie de oficina si el gran escritorio en medio de la habitación era un indicativo.
La luz de la luna se filtraba por el ventanal detrás de dicho mueble, dándole al lugar una vista igual o más tétrica que la que tenía el pasillo.
Había sofás ubicados por la habitación; rodeando una pequeña mesita con algunas tazas y platos que se habían usado hace no mucho, pues había migas aquí y allá; sumado a eso todavía podía oler el aroma del té que perfumaba el ambiente.
Si la iluminación no fuera tan espeluznante, Yuji realmente se hubiera sentido cómodo con el lugar.
"Vaya, así que aquí estabas"
Una ráfaga de viento, una que se generó por un movimiento demasiado rápido para ser visto por un civil común y corriente.
— Veo que estás bastante enérgico también.
La reacción del recién llegado fue increíblemente digna, puesto que ni siquiera había pestañado ante la cercanía del puño que se había detenido a solo centímetros de su rostro.
"Y-Yo… Lo siento, de verdad lo siento."
Itadori inmediatamente retrajo su puño y se alejó unos pasos del muchacho.
Había reaccionado por instinto.
"Diría que no te preocupes, pero pusiste una expresión bastante… Bueno, desagradable."
No, no fue instinto.
"S-Si, yo… Lo siento, es que tu voz me recordó a alguien."
Fue puro odio.
"No debe ser alguien muy grato de recordar, supongo."
“Itadori-kun… Dejo el resto en tus manos...”
"Si, no lo es."
Se quedaron en silencio por unos momentos, pero la incomodidad creciente en Yuji era ajena al recién llegado quien lentamente se encaminó al sillón que había visto antes.
"Lamento el desorden, hoy tuvimos un pequeño percance y al final se hizo demasiado tarde para ordenar."
La voz del recién llegado hizo eco en Yuji, quien salió de su ensoñación.
"N-No importa…"
"Bien, ven a sentarte, seguro que tienes unas cuantas preguntas para hacer y, además, ni siquiera sabemos nuestros nombres."
"¡Si, cierto!"
Tomando la invitación, Yuji se sentó en frente del muchacho rubio; sintiendo la comodidad del sillón.
"Presentaciones en orden, supongo. Mi nombre es Kiba Yuuto, es un gusto conocerte al fin."
"Uh, el gusto es mío. Mi nombre es Itadori Yuji y, bueno… Gracias por ayudarme. Esa cosa me dió un buen golpe, pero supongo que ustedes me sanaron."
"S-Si, sobre eso… No te sanamos perse…"
Si el semblante amargo del rubio fue evidente para Yuji quién, sin saber porque, se sintió algo incómodo.
“¿Pero estoy bien, no? Quiero decir, pude ver antes de desmayarme que me había caído una especie de ácido en el brazo y ahora está prácticamente como nuevo…”
“Sobre eso… Ese ataque no llegó solamente a tu brazo, Itadori-kun…”
Lentamente, la incomodidad se convirtió en un vacío en su estómago.
— Para cuando llegamos a ver tu estado, el ácido había carcomido parte de tu torso, piernas y brazos… Yo… Ya sabes, no creo que quieras escuchar los detalles. —Tomando una inhalación grande, con el objetivo de juntar coraje, Kiba continuó hablando.— El hecho de la cuestión es que moriste, Itadori-kun… No alcanzamos a ayudarte, al menos no por métodos convencionales.
"¿E-Eso no puede ser, verdad? Quiero decir, vamos hombre, estoy aquí hablando contigo. Estoy respirando, siento mi corazón latiendo… S-Simplemente no tiene sentido…"
Pese a las palabras del rubio y el creciente vacío en su estómago, Yuji logró mantener la compostura a duras penas.
"Sé que suena irreal, incluso cuando me dieron el mismo discurso la primera vez no puedo decir que haya reaccionado mejor que tú. De hecho, lamento si fuí algo abrupto, pero la persona que tendría que decirte esto está ocupada en estos momentos así que tomé la iniciativa…"
"Y-Yo…"
Kiba podía notar el conflicto, diablos, él mismo había estado en su posición hace tiempo atrás… Por ello lo haría lo mejor que pudiera a continuación.
— Sé que... Es difícil... Pero necesito que escuches lo que tengo que decir a continuación ¿De acuerdo?
Viendo que el chico pelirrosa simplemente asintió luego de casi un minuto entero, Kiba finalmente continúo.
— Verás… Si bien es cierto que moriste en el intento de proteger a Koneko-chan, cosa por la que estoy agradecido, buchou te trajo a la vida usando un objeto llamado Evil Piece… ¿Te suena conocido el término?
"No… No puedo decir que lo sea."
"Bien… La particularidad de estos objetos es poder reencarnar a los seres vivos y darles una segunda oportunidad hasta después de muerto, siempre y cuando no haya pasado mucho tiempo después de su fallecimiento. A su vez, dichas piezas están provistas de ventajas para quien las porte; siendo en mi caso la del caballo, convirtiéndome así en un Caballero."
Se tomó un momento para dejarle digerir la información adecuadamente, sin embargo…
"Dijiste que prácticamente fui reencarnado… ¿Pero no sería correcto decir que me revivieron?"
No esperaba que la pregunta pesada fuese dicha en solo unos segundos después de terminar su perorata.
Realmente no entendía cómo su maestra hizo esto tantas veces…
Tomándose nuevamente un momento para respirar, Kiba continúo.
"Esa es la cuestión, Itadori-kun… Tú no fuiste revivido, fuiste reencarnado por buchou; Rias Gremory-sama… Ahora eres, así como ella y yo, un Demonio."
"¿Q-Qué…?"
Y para enfatizar su punto, alas literales aparecieron detrás de la espalda del rubio.
Su color, tan negro como la noche, le recordaron con amargura el sueño que acaba de tener.
[Oh… Así que eso era el cambio que sentí en tu alma, mocoso]
Y por si fuera poco, una voz que casi olvida decidió hacerse presente en su mente.
"Lamento si todo esto es demasiado para tí, Itadori-kun… Pero, para demostrar mi punto, tú mismo puedes sacar a relucir tus alas…"
Si Itadori le prestó atención o no a su invasor, no lo dejó ver.
En este momento tenía demasiado en su plato como para darle atención a alguien tan desagradable como Sukuna.
"¿Alas…? ¿Mis alas, dices?"
"Si, tus alas… Por ahora, el poder Demoníaco está fuera de discusión, pero si me permites presionar un sector en tu espalda baja estás deberían salir por sí mismas."
Con un asentamiento, Itadori se levantó y le dió la espalda al rubio.
Al segundo siguiente sintió una pequeña presión en el centro de la espalda baja, un poco por encima de su cintura y, sin siquiera algún tipo de aviso-
"¡Mierda…!"
Un par de alas, idénticas a las de Kiba, habían salido de su espalda.
"Esa es la prueba definitiva, Itadori-kun."
El rubio había retrocedido unos pasos para darle a Yuji algo de espacio.
"Esto… Yo… No sé qué decir… Nada de esto tiene sentido…"
Sus emociones eran una mierda.
Por un lado, estaba feliz de saber que estás personas lo habían salvado, pero por otro lado todavía no encontraba posible el hecho de que ya no era humano.
Pero las pruebas estaban aquí, las podía sentir en sus manos callosas… Eran alas, de hecho, eran sus alas…
La textura era extraña, fue como sentir piel demasiado dura para pellizcar, pero a su vez se sentían flexibles y extremadamente ágiles si su estructura le indicaba algo…
Estaba fascinado, confundido, perturbado… Todo junto.
— No entiendo nada… Absolutamente nada.
Y simplemente se dejó caer en el sofá a sus espaldas. Ni siquiera se dió cuenta de que Kiba Yuuto había tomado asiento a su lado, ofreciéndole apoyo con la mano; la cual se posó en su hombro con el objetivo de calmarlo.
"Son demasiadas cosas para digerir, Itadori-kun… Nuevamente, lamento si fuí demasiado directo… Pero me temo que ofrecer consuelo es lo único que puedo hacer por ti en este momento… Eso y responder cualquier pregunta que tengas."
"¿Preguntas…?"
¿Acaso tenía preguntas…? Podía su cerebro en su estado actual formular siquiera una pregunta que le resultará útil.
No lo sabía, simplemente no lo hacía.
Así que simplemente se quedó observando el suelo como si fuera la cosa más interesante del mundo.
En todo el rato que estuvo así, Kiba Yuuto lo acompañó en solemne silencio sin siquiera decir una palabra.
Simplemente estaba allí, acompañándolo en lo que él llamaría “un proceso”...
Fueron largos cinco minutos, pero finalmente Yuji se dignó a hablar.
"¿Cómo… Cómo está la chica?"
Y, por supuesto, ni siquiera fue en pos de su estado si no al de alguien más.
Una maldición que ni siquiera sabía que tenía.
"¿La chica…?"
Le tomó unos momentos a Kiba reconocer a la persona de la que estaba hablando Yuji, pero cuando lo comprendió no pudo evitar que una sonrisa sincera invadiera sus facciones.
— Oh, hablas de Koneko-chan… Ella está bien. Aprecio… No, todos apreciamos lo que has hecho por ella. Si no te hubieras puesto delante de ella en ese entonces, estoy seguro de que ese renegado le habría dado un buen golpe.
"Eso… Es un alivio escucharlo, si."
"Si, de hecho lo es…"
Y silencio nuevamente.
Esta vez quizá menos pesado que el anterior, al menos así lo sentía Kiba.
— Ya que estamos hablando de eso, es increíble que hayas podido luchar contra algo así, Itadori-kun. Los humanos normalmente no tienen ese tipo de fuerza… Ni mucho menos pueden usar el senjutsu de forma tan experta.
Decidiendo tantear las aguas, Kiba indagó un poco sobre la condición de su nuevo camarada.
"¿Senjutsu…?"
"Ya sabes… El poder que usaste contra Visor… ¿Si sabes que lo usaste, verdad?"
Tenía que asegurarse. No es la primera vez que un humano común y corriente recurre a una fuerza que ni siquiera sabía que poseía.
Toma el caso de los Sacred Gear, ningún humano sabe que lo tiene hasta que ocurre un suceso que desencadena su despertar.
Siendo este un caso ciertamente distinto, no le parecería raro que Itadori aquí haya hecho uso del senjutsu por primera vez siendo el detonante ese deseo de proteger a su compañera.
"Uh, si, pero nunca escuché que lo llamen de esa forma…"
De hecho, el nombre solo le parecía familiar porque lo escuchó hace bastante tiempo en un anime que veía de niño.
"Extraño… ¿Cómo lo conoces tú?"
"Energía Maldita… Normalmente todos los humanos la tienen, pero solo unos pocos pueden usarla para combatir adecuadamente."
"Energía Maldita…"
Kiba dejó que el nombre baile por su boca un poco, perdiéndose brevemente en el extraño nombre.
— Si, es algo extraño hehe'... Si no es mucho pedir, ¿Me podrías decir desde hace cuánto la usas?
"Unos meses… Quizá unos tres o cuatro meses como mucho."
"Vaya, eso es bastante poco considerando el control que tienes. Es algo increíble…"
"¿Gracias…? No es muy impresionante igualmente, conozco gente que puede hacer cosas increíbles usando la Energía Maldita."
"¿En serio, cómo qué?"
"Bueno…"
Yuji se llevó la mano hacia el mentón, mientras pensaba en quién pondría como ejemplo.
— Está mi amigo, por ejemplo. Él puede invocar a una serie de sombras que lo ayudan en combate… Creo que su nombre eran Niki… Iki… Shiki-algo… No sabría decirte con exactitud a decir verdad…
"Entiendo, suena realmente fascinante, Itadori-kun."
"Ya… Megumi es así de impresionante."
Nuevamente, una pausa silenciosa.
Nuevamente, la pesadez se hacía cada vez menor…
"Verás… Nosotros, los Demonios, usamos magia para combatir."
"¿Magia? ¿En serio? ¿Del tipo que te deja lanzar fuego y esas cosas…?"
"Prácticamente si, pero su uso varía dependiendo del Demonio. Los elementos en general están reservados para ciertos Demonios de clase alta que ejercen su magia en base a ellos… Toma en cuenta el Clan Sitri, por ejemplo; ellos se especializan en magia de agua."
"Woah'... Eso se oye malditamente roto, quiero decir, podrías simplemente tirarle un tsunami en la cara a cualquier Maldición que se te cruce…"
"¿Maldición…? ¿Qué es eso, Itadori-kun?"
"Uh… Bueno… Es por lo que nosotros, los hechiceros, usamos la Energía Maldita en primer lugar."
Itadori se tomó un momento para pensar, intentando formular una explicación adecuada para un concepto tan amplio.
— B-Bueno… Supongo que podrías definir a las Maldiciones como aquellos seres materializados gracias a la negatividad del ser humano… Son algo así como monstruos que nacen de los malos pensamientos y demás cosas.
Ahora eso fue un derechazo duro hacia Kiba quien, en esta ocasión, no supo qué responder.
Jamás había escuchado ese término, nunca en su vida lo hizo.
Conocía a los Yokais, quizá lo que más se acercaba al término de estás supuestas maldiciones. Pero no tenía sentido, el origen de ambas no era parecido en lo más mínimo.
Mientras que los registros de los primeros Yokais eran confusos y poco informativos, jamás se llegó a decir que estos existían gracias a la propia negatividad que tenían los humanos.
Siendo así, tampoco podía llamar a Itadori mentiroso, pues Koneko-chan; quien había sentido sin querer la energía de Itadori aquí, no pudo llamarla de ninguna forma más que una maldición...
Quizá fue su estado de pánico persistente, pues su compañera no estuvo en sus cabales durante al menos unas horas. Pero aún así Kiba confiaba ciegamente en su compañera, ella no podría equivocarse en lo que a energía se tratase.
"E-Eso… Es impactante, cuánto menos. Jamás había escuchado de algo así…"
"¿De verdad? ¿Nunca escuchaste sobre los Hechiceros?"
"He oído sobre magos, magos humanos, para el caso… Pero jamás escuché nada sobre estos hechiceros."
"¿De verdad? ¿Ni siquiera escuchaste sobre la Academia Metropolitana de Hechicería en Tokio…?"
Yuji decidió presionar un poco.
"Mmm… Para nada, no al menos en Tokio. A Buchou se le informa cada mes sobre los movimientos en Japón mientras que ella informa sobre los suyos, es una especie de tratado para que ella pueda mantener su estado de dueña de territorio aquí en Kuoh. Por lo tanto, puedo decirte que jamás hemos oído sobre algo así…"
"Mierda… Estoy confundido ahora, más que antes, supongo…"
Y aunque dijo eso, Itadori casi deja pasar una pequeña incertidumbre que tuvo desde que se despertó.
— D-Dime una cosa, Kiba-san… ¿Dónde estamos actualmente?
"¿Mmnh’...? Si te refieres al lugar, estamos en el club de ocultismo de la Academia de Kuoh."
"¿A-Academia de Kuoh…?"
"Si, en la ciudad de Kuoh, valga la redundancia… Este mismo está en la región de Kanto. De hecho, si tomas el tren bala podrías llegar a Tokio en dos horas como máximo."
Kuoh.
Ahora, Itadori nunca fue un fanático de la geografía pero podría jurar que jamás escuchó una ciudad con ese nombre.
Incluso en su academia, que es prácticamente sobrenatural, jamás se habló de la existencia de Demonios en lo absoluto…
"D-Dime… ¿Sabes lo que pasó en Shibuya?"
"¿Shibuya…?"
"La ciudad, Shibuya ¿Sabes si ocurrió algo extraño allí últimamente?"
"Que yo sepa no, nada extraño. Las cosas siguen tan normales como siempre, al menos para los humanos corrientes."
Sin saberlo, la respuesta de Kiba le generó un vacío enorme en el estómago a Yuji.
"E-Entiendo…"
Era extraño, el semblante de Itadori se había agriado considerablemente y Kiba iba a preguntarle si estaba todo bien, sin embargo-
"Oh, lo siento, dame un momento."
El sonido de un celular reverberó por la habitación.
Itadori le prestó especial atención a aquello, viendo que efectivamente era un modelo realmente viejo considerando la época en la que estaban.
[Kehehehe'...]
Ignorando la risa divertida de su habitantes no deseado, Itadori solo pudo tragar saliva ante la visión imaginaria de las piezas juntándose en su mente.
Ni siquiera prestó especial atención a la conversación que ahora mismo estaba teniendo Kiba por teléfono.
— Estoy de vuelta, lamentó la interrupción, Itadori-kun.
Ni tampoco a que el tiempo pareció transcurrir más rápido de alguna manera.
"Neh’, Kiba-san… ¿Puedo ver la hora en tu teléfono?"
"Claro, aquí tienes."
El rubio se lo ofreció e Itadori lo tomó entre sus manos completamente temblorosas.
Un nudo en su garganta se formó mientras dirigía la vista a la esquina superior derecha de la pequeña pantalla.
Eran altas horas de la noche, las tres con veinticinco minutos para ser exactos, pero eso no importaba cuando la fecha actual decía…
‘N-No puede ser…’
Veinticinco de enero del dos mil doce…
Seis años antes de lo que sucedió en Shibuya, seis años antes de su primer encuentro con Mahito, seis años antes de su transferencia a la academia de hechicería en Tokio…
— Itadori-kun… ¿Está todo bien…?
"Necesito un baño… P-Por favor…"
"Allí, detrás de esa puert-
Ni siquiera lo dejó terminar.
"¡BURP’-BLEAAAGH’...!"
De hecho, ni siquiera se dignó a cerrar la puerta antes de vaciar el casi inexistente contenido de su estómago sobre el inodoro.
"¡Itadori-kun…!"
Kiba le estaba hablando, pero solo podía escuchar la estridente risa de Sukuna reventando sus tímpanos sin miramiento alguno.
Después de todo, hasta la Maldición de grado más bajo se reiría de su desgracia…
[Coloreame impresionado, mocoso. Al menos ya no eres un fracaso del todo.]
Sukuna, saboreando el momento, no pudo evitar reírse maliciosamente antes de continuar.
[Después de todo, eres el primer Hechicero en viajar en el tiempo.]
Itadori solo pudo escuchar como la risa de Sukuna parecía no tener fin mientras seguía vomitando.
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Hey, heme aquí.
No creí que esta historia tuviera tan buena recepción, aún así estoy muy agradecido por ello.
De verdad, gracias.
Esta realmente era una idea que no iba a sacar a la luz, no cuando tengo una historia de Fairy Tail en curso. Pero simplemente no podía sacarla de mi cabeza, así que simplemente haciendo esto espero que salga de mi sistema.
Realmente no tengo absolutamente nada, ni siquiera un guión. Así que todo sera hecho sobre la marcha si es que sigue teniendo el mismo apoyo o más aún.
Es por ello que, probablemente, para algunos eventos simplemente haga una votación y ustedes mismos decidirán como debo seguir a continuación.
Ya saben, algún evento que desencadene un conflicto, algún romance, etcétera.
Todo sera decisión de ustedes una vez que deje el aviso de votación.
Así que ya saben, piensen en alguna chica para nuestro gallo, alguna técnica que pueda usar en algún futuro (siempre y cuando sea lógica), cosas del estilo.
Sin más, me despido no sin antes invitarlos a leer mi otra historia "Fairy Tail: Rebirth", puesto que la próxima actualización será esa.
Oh, también, no duden en avisarme si hay algún error ortográfico en alguna parte. Esto realmente fue editado sin mucho tiempo.
Ahora sí, eso es todo.
Nos leemos pronto, supongo.
•Nasho-Sama•
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