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Capítulo 2: clan Gojō


La madre de Satoru era una mujer con una presencia llamativa cuando se consideraba su gran parecido a Satoru y al ser la madre del líder de un clan tan poderoso.

Su mentón en alto y su espalda recta, elegante y con una expresión tranquila, su ropa era formal y tradicional, el kimono de exquisitas telas se encontraba tan perfectamente diseñado que era difícil no dudar de su estatus.

Sin embargo, Utahime sabía que la única razón por la que estaba ahí era por haber dado a luz a Satoru, ella era miembro de una rama baja del clan al igual que su esposo, completamente invisibles hasta el día en que Satoru nació.

—Siempre tuve mis sospechas sobre ustedes, incluso cuando los altos mandos los separaron ofreciéndote ese puesto en Kioto— Habló la mujer con tranquilidad.

Había visto a Akari algunas veces y conversado muy pocas, debido a lo poco que se le permitía a los padres de Satoru participar en el frente de eventos, pero sabía que ella no era dura como el resto del clan. Al menos Satoru se lo había asegurado, ella la entendería.

—Aunque los hiciste creer que tenían el control, todo mientras tú continuabas viendo a mi hijo a la espaldas de ellos.

—Era una buena fachada. No me cuesta fingir que es un dolor de cabeza con su actitud frente al resto, lo hizo creíble, pero supongo que ahora no tengo porqué mentir.

—Oh, deberás hacerlo durante unas horas al menos. Todavía la situación no se filtra y hay que preparar algunas cosas— Utahime se fijó en cómo sacó de la carpeta una copia del certificado de matrimonio que ella tenía muy bien escondido en un lugar que nadie podría encontrar fácilmente.

La otra copia había sido quemada frente a sus propios ojos.

Definitivamente aquella copia había salido de manera ilegal de alguna oficina gubernamental.

—Minato se está haciendo cargo en estos momento de ver que el clan no se caiga a pedazos, nos costó que los ancianos nos permitieran cubrir a Satoru durante su ausencia, debemos asegurarnos de que el anuncio de su matrimonio no vaya a empeorar la situación.

—No quiero provocar eso.

—Sabes que estar con Satoru, especialmente ser su esposa, provocas un desequilibrio en el ya turbulento mundo que es Jujutsu. Ahora eres la aliada más importante y peligrosa del clan Gojō, y sabes que no hablo de la gente en esta propiedad. Satoru es el clan, un clan de una sola persona, pero en el momento en que decidió casarse contigo, oficialmente te incluyó y ahora debes afrontarlo.

Sabía muy bien a qué se refería, la sola idea de que la portadora de la habilidad de Solo Solo Kinku estuviese aliada con el hechicero más poderoso de esa generación era un desequilibrio de poderes para todos, era una hechicera capaz de aumentar la capacidad de poder de cualquier hechicero que ella eligiera y el propio, algo que implicaba poder aumentar el poder de alguien ya demasiado poderoso.

—No creo que me acepten como cabeza del clan.

—No creo que les importe cuando se enteren que son las órdenes de Satoru— la voz de la mujer destacó la importancia de aquello y era algo que no podía simplemente ignorar. Si los altos mandos sabían que ellos estaban casados y tenían prueba física, entonces era cuestión de tiempo para que la colocaran al frente del clan y Satoru se había encargado de alguna forma de aclarar que su esposa sería su representante ante su ausencia.

—Lo escribió cuando cumplió dieciséis, algo llamativo cuando siempre se negó a las propuestas de matrimonio que los ancianos le ofrecieron. Supongo que estaba decidido desde el momento en que te conoció— Utahime sintió el calor aumentar en sus mejillas y supuso que el sonrojo sería obvio si no trataba de dejar de pensar en lo que la mujer frente a ella estaba insinuando. —Logré que los ancianos salieran de esta área de la casa mintiendo para que buscaran refugio por lo expuestos que estamos sin Satoru presente, pero no te puedo garantizar que no vengan en cuanto sepan lo de ustedes.

»Seré honesta contigo, Utahime. Ni Minato, ni yo, tenemos el poder suficiente para mantenerlos alejados demasiado tiempo, no somos poderosos como los ancianos ni de la rama principal, Satoru es la única razón por la que podemos permitirnos cierta seguridad, pero sin él acá... entonces no podemos hacer mucho. Tú tienes un papel firmado por ambos que te da el poder de él en este poderoso y peligroso clan. Dependemos de que no permitas que se aprovechen de su ausencia.

Utahime sabía a qué se refería, era obvio.

Sin embargo, no podía negar los nervios que sentía de solo pensar que aquello que con Gojō habían evitado por demasiado tiempo, simplemente la obligara a estar en el frente de un día para el otro. Se suponía que sería un cambio paulatino, a un ritmo que les permitiera a ambos asegurarse de que nada malo ocurriría y ella no corriera algún riesgo que de alguna forma pudiesen mitigar o detener.

Ahora estaba indefensa y debía hacer frente a todo sola, sin demostrar temor.

Utahime sabía que ella y Gojō habían tenido razones para mantener su relación en secreto por tanto tiempo, no era vergüenza o siquiera algo parecido, sino que el hecho de que Satoru tenía demasiados enemigos y aunque ella podía luchar, reconocía que su técnica no era apropiada para estar en el frente y no siempre tendría tiempo para prepararse para luchar contra fuera lo que intentara hacerle algo si la intención era hacerle daño a Gojō.

Él siempre la molestaba con ser débil, pero ella sabía que había sido una forma para captar su atención cuando eran más jóvenes y casualmente utilizaba esa palabra para ver qué tanto podía aguantar sin perder el control o para simplemente seguir aparentando frente al resto, pero ella sabía que no era más que eso, una broma.

Él mismo se lo había dicho cuando le aseguró que siempre mereció el ascenso y que la cicatriz solamente era eso, porque obviamente había sobrevivido, solamente tenía que saber cuando retirarse cuando no podría vencer a su oponente.

A pesar de las razones que tenían, eso no evitó que se sintiera mal por el hecho de que les habían mentido a todos, especialmente a los padres de Satoru, aunque no era como si no fueran a anunciarlo unas semanas antes de navidad como tenían planeado, justo antes del cumpleaños de Satoru el siete de Diciembre.

Sin embargo, eso no reparaba el hecho de que incluso lo habían ocultado de alguien como los padres de Satoru.

Se suponía que ellos sabrían antes, solamente tenían un par de meses desde que habían contraído matrimonio y Satoru respetaba a sus padres lo suficiente como para que ambos decidieran anunciarlo unos días antes del Bunka No Hi, el día para promover la cultura era utilizado por el clan Gojō, al igual que muchas otras festividades, como una forma de demostrar su poder en cuanto al impacto que tenían en la cultura, sabían que de esa manera alejarían la atención de ellos, especialmente cuando la matriarca del clan se encargaba de la organización y evitaría que se concentrara en ellos.

Estaban seguros de que quizás los obligaría a decir que era solamente un compromiso para cuando fuera el cumpleaños de Gojō y tendrían que celebrar una boda después, pero apartó ese pensamiento cuando volvió a alzar su mirada sobre la madre de Satoru, su suegra.

Ya no servía pensar en lo que habían asumido que ocurriría cuando era obvio que todos sus planes habían cambiado de un momento para otro, ahora ella se encontraba sola enfrentando a la familia de él, en una posición que temieron que la pusiera en peligro, pero que Satoru aseguró que no le ocurriría nada mientras estuviera a su lado, aunque ya no lo estaba.

Él estaba sellado y ella debía enfrentar todo sola.

La madre de Satoru miró su celular cuando vibró sobre el escritorio, moviéndose lo suficiente para observar la notificación que Utahime pudo notar en la pantalla, la mirada celeste se movió leyendo las palabras y entonces suspiró.

—Están evacuando a gente, Tokio está en caos y el resto de Japón ya sabe lo que ocurrió en Shibuya, por lo que no te sorprendas si escuchas a gente por la propiedad. Estamos intentando ayudar, tanto como es posible— la mujer se movió, dejando el celular nuevamente a un lado, apartando los papeles al otro extremo del escritorio y tomando la bolsa para acercarla a su lado de la mesa. —Puedes hacer las llamadas que necesites, los sirvientes han dejado ropa para ti en el cuarto de Satoru, tienen todo preparado también para que te quedes.

—Oh, no es necesario, debería ir-.

—¿A tu apartamento? ¿El de Satoru cerca de la escuela?— la mujer negó, pero rápidamente su expresión se relajó cuando Utahime frunció el ceño, realmente extrañada por aquello. —Por el momento no te lo puedo permitir, no cuando todavía no entendemos qué está ocurriendo. No eres una prisionera, pero corres peligro afuera.

—Me puedo defender— aseguró Utahime y la mujer sonrió ligeramente, asintiendo a la par que volvía a respirar hondo, reclinando su asiento hacia atrás cuando se acomodó.

—No lo dudo, pero prefiero evitar más complicaciones y estoy segura de que Satoru hubiese preferido que te encuentres bajo nuestra protección— tenía sentido la lógica de la mujer, pero realmente quería regresar para ayudar a liberar a Satoru, incluso si era considerado un crimen, pero ella era prudente, lo suficientemente inteligente para razonar que no podría hacer nada mientras fuera un objetivo del interés de los altos cargos, al menos quedándose alrededor del clan Gojō evitaría que la asesinaran antes de poder volver a ver a Satoru. —Cenaremos en una hora, por lo que toma una ducha y usa algo de lo que dejaron en la habitación. Tenemos mucho que hablar, pero lo haremos más tarde. Sin embargo, si tienes noticias sobre Satoru no dudes en venir conmigo.

—Por supuesto— asintió, tomando la bolsa plástica antes de levantarse del asiento. —gracias— hizo una reverencia, lo suficientemente como para quedar por debajo de su mirada incluso cuando la mujer permanecía sentada. —me retiraré.

—Adelante, aunque espero que nos acompañes a Minato y a mí para cenar. Es tarde, pero nada se ha detenido desde que nos informaron del incidente en Shibuya, especialmente de lo ocurrido con Satoru.

—Muchas gracias.

Solamente alzó ligeramente los ojos para ver una sonrisa sutil en los labios de la madre de Satoru, una muy similar a su esposo. Sin embargo, no esperó más tiempo y con cuidado de no darle la espalda a la matriarca del clan, respirando hondo cuando la sirvienta que esperaba por ella en el exterior cerró la puerta y la mujer asistente de antes le indicó que la siguiera.

La joven la guió por la propiedad de manera que esquivaron pasillos en los que había gente y también cualquier tipo de ventanal, solamente algunos corredores hasta llegar a un área un poco más alejada, pero no por eso menos custodiada. Tras cruzar un salón y doblar en otro pasillo, la mujer se detuvo frente a dos puertas grandes, corriendo una de estas le indicó que pasara y Utahime observó todo a su alrededor rápidamente.

—La puerta de la derecha es un baño, está preparado por si necesita algo— volteó a ver a la mujer, pero ella no la miraba directamente, pero Utahime asintió de todas formas, sus ojos entonces notando algunos cuadros que estaban sobre una cómoda cerca de la entrada. —Traerán su ropa en un momento si no le molesta.

—No, por supuesto que no— aseguró y entonces la mujer asintió antes de retirarse.

Utahime utilizó la instancia para sacar sus pertenencias de la bolsa, dejó las cosas sobre la misma cómoda en dónde se encontraban las fotografías a excepción del celular, tuvo que encenderlo y mientras esperó notó con más atención los cuadros.

En uno de los cuadros estaba Satoru con sus padres, en la otra aparecía en lo que suponía era algún restaurante con Shōko y Getō, la siguientes eran dos fotografías juntas de él con los dos últimos años de estudiantes, la penúltima tenía de nuevo a Satoru esta vez en una foto un poco más formal con sus compañeros y Yaga cuando todavía era un maestro, finalmente la que se encontraba más cerca de la ventana era de ellos dos, al menos estaban al centro del grupo formado de antiguos estudiantes.

Recordaba que había sido una idea de él y que Shōko tuvo que convencerla por semanas para asistir, habían pasado unos meses tras la ocurrido con Getō y los ánimos no eran los mejores, pero ese día finalmente lo vio sonreír de nuevo tras tanto tiempo.

Sonreía para la fotografía dónde sin problemas la abrazaba con fuerza, Nanami tenía una expresión de cansado tras ambos, Shōko sonreía mientras miraba a la cámara e incluso Mei Mei posaba, faltaban muchos en esa fotografía, algunos muertos, otros no habían podido asistir, pero era como sin que ellos lo supieran en ese momento serían todo lo que quedaba de ese grupo.

Aunque ahora Nanami estaba muerto y Satoru no estaba libre como ellos.

Quitó el listón que sostenía todavía su cabello, caminó hacia el baño revisando los mensajes de Shōko que una y otra vez había enviado esperando que respondiera y no dudó en llamarla, a pesar de la hora, sabía que su amiga no era de dormir demasiado.

Esperó a que respondiera, entrando al baño y dejando el listón con cuidado sobre el mueble, tras un par de segundos escuchó finalmente la voz de Shōko al otro lado de la línea y pudo respirar un poco más relajada.

¿Utahime? ¿Estás bien? ¿Dónde estás?— preguntó rápidamente su amiga sin perder un segundo. Intentó con su mano libre soltar el amarre en la parte posterior que sostenía el Hakama.

—Estoy bien, tranquila, ya no estoy detenida— respondió pasando al otro nudo esta vez frente a ella. —El clan Gojō me sacó y estoy en la residencia en Kioto-.

¿Ellos ya lo saben?— Shōko interrumpió rápidamente y Utahime respiró hondo sosteniendo el Hakama para que no cayera al suelo, moviéndose solamente para quitárselo. —Yo no los llamé, iba a hacerlo si no lograba tener una respuesta antes de medianoche.

—Tranquila y sí, al menos su madre lo sabe, es obvio que los altos mandos también— se movió dejando la prenda en el canasto de ropa sucia, intentando desatar su koshihimo. —Ella cree que es mejor que me quede aquí, no intentarán nada si estoy cerca de ellos.

Eso es algo bueno, aunque... ¿Cómo se enteraron?

—No lo sé, no le pregunté, pero tenía una copia del certificado de matrimonio con ella, supongo que el resto también. Me debo cambiar y cenaré, mañana hablaré con ambos— intentó que su Kosode no tocara el suelo cuando finalmente pudo soltar el agarre y quitárselo, esperaba poder utilizar su ropa de siempre pronto y no quería algún daño en la tela. —Me dijo que Satoru sigue sellado.

Así es. Sé que sus estudiantes están haciendo algo para rescatarlo, pero no sé si debería decir algo estando al teléfono— asintió cuando obviamente su amiga no podía verla, pero entendía porque era tan precavida. —Aunque debo decirte que hay un problema.

Escuchó con atención cuando le explicó parte del Culling Game, el hecho de que algo así se estuviera llevando a cabo y el peligro que significaba provocó que su estómago diera un vuelco, una sensación desagradable que no pudo ignorar.

Fushiguro te podría dar más detalles, no ahora mismo, ya que está ocupado, pero podrías llamarlo en un par de horas. Yo no sé más, sigo en la escuela.

—¿Estás bien?

Sí, al parecer mi técnica es demasiado valiosa como para hacerme algo, aunque me tienen vigilada. Creen que no he notado al par de idiotas que se creen ninjas escondidos entre los árboles alrededor del lugar, pero no te preocupes.

Hubo una pausa, una que le dio una sensación incómoda, algo le dijo que algo más había pasado y el silencio de Shōko fue interrumpido porque ella respiró hondo y pareció contener algo.

—¿Shōko?

Uta... yo... recibí noticias sobre Yaga-sensei.

Shōko se volvió a quedar callada, su voz desapareciendo en otro suspiro.

—¿Shōko? ¿Cómo está-?

Él fue ejecutado.

Utahime no supo qué responder, la sensación de su pecho siendo oprimido con fuerza volvió a surgir, un sabor ácido en su garganta cuando intentó respirar hondo, intentando mantener la calma. Realmente cada vez todo se volvía peor y no sabía qué más podría suceder.

Según ellos por incitar a Gojō y Getō.

—Él no lo hizo, es absurdo-.

Es obvio, pero supongo que están buscando eliminar a todos los que podrían salvar a Satoru. Se ordenó la ejecución de Yuuji, el resto debe estar ya en la lista de criminales si es que no saben que entrarán en el juego. Mei Mei escapó, se fue con su hermano a algún lugar, Nanami está muerto, Kusakabe se ha tenido que esconder por liberar a panda... yo... todos...-.

—Tranquila Shōko... respira hondo— intentó calmar a su amiga, una forma de reconfortarla, no estaba segura de sentirse mejor que ella, pero necesitaban mantenerse firmes.

Inumaki y Todo están estables, aunque sus brazos...-.

—Estoy segura de que hiciste lo mejor que podías, están con vida y eso es importante— fue rápida para responder. Apretando el puente de su nariz intentó disminuir el dolor de cabeza que tuvo de pronto, estaba cansada y se sentía débil, pero no era la mejor idea que demostrara que se sentía así cuando debía mantenerse fuerte para seguir adelante.

El resto de tus estudiantes están bien, están preocupados por ti.

—¿Podrías decirles que estoy bien? Intentaré ir a la escuela pronto.

Claro... lo haré.

—Sobre Getō... o quien sea que maneje su cuerpo.

No... no quiero pensar en eso ahora... Deberías cambiarte pronto, dudo que quieras hacer esperar a tu suegra— era claro que Shōko no quería seguir con aquel tema, por lo que comprendió sus palabras y también tenía razón.

—Te escribiré después de hablar con ellos. Trata de descansar.

Se despidió un momento después, decidida en ir a verla lo más pronto posible cuando era obvio que algo no iba bien por lo ocurrido con el cuerpo de Getō. Dejando el teléfono a un lado, terminando de quitarse lo que restaba de ropa.

Solamente cuando se quitó el Nagajuban fue que pudo observar el anillo que colgaba de un collar mucho más largo de lo normal, lo suficiente para que la argolla quedara escondida sobre su pecho, entre su sostén y la piel, alejado de la vista del resto del mundo.

Poéticamente a la altura de su corazón.

Se lo quitó con cuidado, observando el objeto que de pronto pesaba demasiado en la palma de su mano y que significaba un secreto que se había revelado.

Siempre temía que algo malo fuera a suceder, incluso cuando Satoru le aseguraba siempre que todo estaría bien porque él era el hechicero más fuerte, era imposible no pensar en la posibilidad de que algo fuera a salir mal, sabía que esas cosas ocurrían y la cicatriz que marcaba su rostro era evidencia de aquello, pero de todas formas se sorprendió cuando escuchó que lo habían sellado y aunque aparentó para no preocupar a sus estudiantes, la sensación que oprimía su pecho simplemente no desaparecía desde que había escuchado la noticia.

Dejó el anillo junto al celular y el listón, gracias a que entrenaba no necesitaba almohadillas para lograr la forma tradicional del traje, además de que eran molestas a la hora de luchar, por lo que solamente se quitó lo que restaba de su ropa interior y no dudó en tomar una ducha rápida.

No quería estar demasiado tiempo bajo el agua, no cuando su mente solía divagar, pensando demasiado en cosas que en esos momentos solamente la harían sentirse cada vez peor y no tenía tiempo para malgastar en aquello, no cuando debía encontrar una forma de ayudar a rescatar a Satoru.

Cuando salió notó un par de Yukatas se encontraban colgadas, una mucho más larga y grande que la otra y suponía que realmente habían agregado algunas cosas para ella ya que parecía todo estar en el mismo lugar para Satoru, pero entonces habían algunas cosas que salían de lo común para lo que se esperaría para un hombre soltero.

Aunque era algo extraño para ella ver todo aquello, especialmente cuando cada uno tenía sus cosas en el apartamento del otro. Satoru no había tardado en comenzar a dejar cosas en su departamento en Kioto, obligándola incluso a comprar cosas básicas para él como shampoo, máquinas de afeitar, pantuflas para andar por su hogar e incluso un cepillo de dientes, había llenado el refrigerador y sus despensas con algunas cosas dulces que tenía solamente para él e incluso ya tenía cosas en el velador del lado de la cama que le había asignado.

Aunque no era como si ella no hubiera invadido también el apartamento de él en Tokio, había llevado ropa que muchas veces justificó necesitar para cambiarse después de pasar la noche ahí, pero no podía decir lo mismo sobre algunas gorras o camisetas de equipos de béisbol que tenía, su maquillaje e incluso algunos libros, Satoru había comprado de su comida favorita e incluso había hecho espacio en el closet solamente para que no tuviera todo amontonado.

Sus vidas se habían separado cuando ella se había mudado a Kioto, pero se volvieron a juntar encajando perfectamente cuando decidieron formalizar su relación, incluso había sido mucho más fácil y natural de lo que hubiese esperado, casi como si realmente fuera algo a lo que estaba destinado.

Se colocó la Yukata y salió tras tomar su celular, el anillo y listón, sorprendiéndose en parte por la presencia de la mujer de cabello negro y ojos dorados de nuevo en la habitación, esta vez de pie junto a un maniquí de costura que tenía sobre este un hermoso y obviamente costoso kimono.

—En cuanto pueda entregarnos sus medidas, le prepararán otros más adecuados— dijo la joven, haciendo una leve inclinación y nuevamente rehuyendo de su mirada.

—Oh, gracias— realmente no sabía qué decir, todavía todo aquello era algo extraño para ella.

—¿Necesita ayuda con el kimono?

—No, en absoluto— negó rápidamente y la mirada dorada se posó en ella algo curiosa y confundida, pero Utahime solamente sonrió de manera algo débil y continuó: —saldré en un momento.

Una ventaja de usar su traje de Miko era poder vestirse sin ayuda y de manera rápida, era casi como si tuviera los movimientos ya en su instinto y podría con todo eso sin tener a nadie más observándola. Aunque no estaba segura de que fuera correcto al notar la duda de la mujer, asintió para hacerle entender que estaba bien y un momento después la observó retirarse una vez más.

Era un Iromuji para cambiarse el traje de Miko que obviamente no esperarían que usara en aquel lugar, no solamente porque estaba sucio y arrugado, sino que también por lo que representaba una Miko.

Utahime se acercó, pasando sus dedos por sobre la tela de seda tenía un color celeste, parecido al color de los ojos de Satoru y suponía que había sido intencional aquella selección de color. Giró para verlo con más detalle y entonces notó el Kamon del Clan Gojō justo bajo el eri en la parte trasera, conocía el Kamon obviamente como todo hechicero que sabía sobre el clan, pero pocas veces lo había tenido al alcance de sus dedos, solamente había visto un par de veces a Satoru con alguno de sus trajes más formales y tradicionales, cinco Kamon adornando el pecho, espalda y un poco por sobre los codos adornando la tela, pero ahora ella debía llevarlos sobre sí misma y era algo curioso.

Se vistió rápidamente, intentando que todo quedara perfecto y se ató el cabello como siempre, escondiendo su celular entre sus ropas, tomó el anillo y otra vez lo colgó alrededor de su cuello, esta vez oculto, pero no bajo todas las capas como siempre.

Siguió a la asistente por los pasillos, esta vez dentro de lo que parecía ser claramente la residencia principal, lo asumía por lo más personal que resultaban algunos cuadros con fotografías familiares que notó sobre algunos muebles en el camino, distinguió de inmediato los cabellos plateados de Satoru y su madre en la gran mayoría, pero no pudo detenerse para ver con más detalle cada una de estas y su atención regresó a la mujer que ya se encontraba en el comedor.

Utahime hizo una reverencia como debía por educación y tomó asiento cuando Akari se lo indicó frente a ella. Notó la mirada celeste revisarla de pies a cabeza en el momento en que entró en el lugar, pero bajó su mirada a algunos papeles que estaban sobre la mesa y no habló hasta que después de que la cena fuera servida y ella ordenara al resto retirarse.

—Me informaron sobre un juego— Utahime alzó su mirada para verla a los ojos, asintiendo con comprensión. —¿Sabes de qué se trata?

—Algo por el estilo, pero intentaré contactarme con Megumi-san para tener más detalles.

—¿No lo has llamado?

—Shōko me contó sobre eso hace poco y él está ocupado ahora.

—Lo entiendo.

—Lamento el atraso— Utahime no había notado las puertas abiertas, hasta que escuchó la voz del hombre proveniente desde la entrada.

El padre de Satoru era demasiado similar a él en aspecto, aunque carecía de los ojos celestes y el cabello blanco que Akari y Satoru poseían. Sin embargo, él era un hombre tan alto que era obvio de quién había heredado su descomunal altura. Vestido en un Montsuki haori hakama de telas negras y colores azules profundos, su cabello negro y ojos oscuros combinaban perfectamente, parecía el patriarca del clan sin problemas, representando a su hijo obviamente en algo que le causaba cansancio por su expresión.

Aunque esto último cambió en cuanto reparó en su presencia, sus ojos abriéndose de manera que demostraba que obviamente estaba sorprendido y su boca formando una pequeña ''o".

—Minato-sama— saludó haciendo una inclinación con su cabeza debido a que estaba sentada, pero el hombre se apresuró a hacer una que acompañó con una sonrisa sutil.

—Utahime-san, no hay necesidad de eso— ella encontró curioso que dijera aquello cuando claramente había imitado su acción, ambos un poco confundidos, pero el padre de Satoru no dudó en seguir su camino para sentarse junto a Akari.

El puesto en la cabecera de la mesa estaba vacío.

La ausencia de Satoru era obvia.

—No sabía que habías llegado, entonces sirvieron las llamadas— Minato miró a Akari, obviamente tratando que su esposa se animara un poco, pero ambos lucían cansados y Utahime temía que no estuviesen durmiendo correctamente.

Obviamente estaban estresados por la situación.

—Temporalmente haremos lo que planeamos, hasta entonces solamente seremos nosotros tres a cargo del clan— habló Akari, su voz tranquila y cansada, pero su mirada decidida se dirigió a su esposo y entonces a ella. —Con Satoru nombrado una persona condenada a ejecución, no podemos confiar en que los ancianos no traten de sacrificarlo con tal de protegerse ellos.

—No se lo permitiremos— Minato sonaba como Gojō-.

Es decir Satoru, se corrigió a sí misma Utahime, tratando de separar el apellido de la persona, demasiado acostumbrada a llamarlo por su apellido cuando ahora ambos compartían el mismo.

—Debes llamar a tus padres, Utahime. Advertirles que se prepare el clan para las noticias y los cambios.

—Podrían venir mañana si quieren verte, los recibiremos como siempre.

—Entendido, trataré de contactarlos cuando me retire a mi habitación— Utahime respondió, era algo que tenía en mente hacer, aunque no había mayor urgencia hasta ese momento hasta ahora. Sin embargo, tenía algo más en mente que necesitaba sacar de su pecho.

—¿No lo saben?— Minato la miró con atención, cierta expresión de curiosidad y cada interacción con ambos le permitía entender de quién había heredado algunas cosas su esposo. —Me sorprende que lo mantuvieran en secreto por tanto tiempo. Conociendo a mi hijo no habría dudado en gritarlo a los cuatro vientos.

—Es una condición que tenemos, no por vergüenza, pero él sabía que habrían problemas si sabían que no era un matrimonio político, no soy importante-.

Akari hizo un sonido con su garganta que captó su atención.

—A Satoru le gusta saltarse las reglas, supongo que es lo mínimo que podría esperar después de que todos lo malcriaran cuando era un niño por ser poseedor de la Técnica de Maldición Ilimitada y el poder de los Seis Ojos, pero eres mucho más importante de lo que crees, por el solo hecho de que él decidiera que eres lo suficientemente valiosa como para no decir nada. Podría haber amenazado al mundo para que nadie te tocara un solo cabello, pero supongo que evitar la atención sobre ti era la mejor opción.

—¿Cómo se enteraron sobre nosotros?— preguntó, logrando captar la atención de la mujer mayor. Su mirada atenta en su suegra cuando la notó sonreír levemente al momento de dejar de lado los papeles, acomodándose y pasando sus manos sobre la manta del Kotatsu para alisarla. No realmente tocando demasiado su comida, quien parecía demasiado hambriento.

—Tenía mis sospechas sobre que tenían una relación— no quiso expresar su sorpresa ante sus palabras, pero Utahime no pudo evitar su ceño fruncido, confundida por lo que dijo. Minato imitó la expresión de su esposa. —Satoru no ha parado de mencionarte desde sus años como estudiante, al menos siempre escuchamos tu nombre, especialmente las pocas veces que nos permitieron verlo cuando era un adolescente, pero siempre decía algo de ti cuando ya era mayor— estaba segura de que se habría sonrojado de no ser por que era algo que se había imaginado cuando hablaba con él, pero jamás pensó que había sido tan obvio su enamoramiento por ella, incluso para los padres de él, pero no para ella misma y todo el tiempo que le tomó darse cuenta. —pero obviamente no fue él quién nos dijo.

—Él lo iba a hacer.

—También supuse eso, dijo que tenía algo importante que hablar con nosotros— él le había dicho que haría eso, se supone que sería pronto, en tan solo unas semanas, pero ahora estaba encerrado y los planes obviamente habían cambiado. —Cuando recibimos la noticia de que muchos de ustedes estaban "bajo custodia", envié a investigar a la gente. De algo que sirvieran para ayudar a Satoru y no solamente molestarlo— la mirada celeste, similar a la de Gojō, se desvió un momento a los papeles y Utahime supo que era obvio que tenían información y gente todavía trabajando cerca de los altos mandos. —uno de ellos descubrió que alguien los delató con los altos mandos, con un certificado de matrimonio incluido.

—¿Cómo es posible?— se habían preocupado de que nada de aquello se filtrara y habían sido cuidadosos de no levantar sospecha por mucho tiempo, obviamente no era algo normal.

—Al parecer investigaron a la gente cercana a Satoru, que él sea intocable no nos convierte a nosotros en eso— respondió tranquilamente Minato. —Es obvio que esto no será un secreto por mucho tiempo y, en estas circunstancias, es peligroso que ellos sepan que intentarás algo para ayudarlo.

—¿Ustedes no lo harán?

—Por supuesto, es nuestro hijo de quién hablamos, pero a la vez no podemos poner a todos en riesgo— Ambos lucían muy seguros cuando Minato respondió. —Al amanecer desayunaremos, seremos solamente nosotros de nuevo, pero al almuerzo algunos miembros del clan estarán presentes— Explicó con algo de disgusto, obviamente a ellos tampoco les agradaban, pero no parecía haber otra opción. —necesitamos demostrar que lo que ha sucedido con Satoru no nos debilitará.

—Ellos no saben que soy su esposa.

—No, pero es momento de que lo sepan— Acotó Akari. —Mañana lo anunciaremos en el almuerzo, que tus padres vengan temprano sería una mejor idea.

—Es curioso.

—Minato— había advertencia en como Akari pronunció el nombre de su esposo

—Sólo digo que ningún anciano pudo lograr un acuerdo y ellos a nuestras espaldas terminaron juntos— el padre de Satoru obviamente era relajado, encogiéndose de hombros para seguir comiendo.

—¿Qué-?

—Mañana conversaremos eso, supongo que será tema en la conversación con los miembros del clan. Frente a los otros clanes evitaremos que sepan de inmediato. No anunciaremos que eres su esposa, pero sí que hay alguien a cargo.

—¿Creen que ellos perdonarán esto porque mi clan jamás aceptó la propuesta?— ambos la miraron con cierta sorpresa, pero Utahime lo sabía muy bien. — A eso se refería Minato-sama, a que mi clan jamás aceptó desposarme con un Gojō.

Al igual que todas las mujeres de su familia, ella había recibido innumerables propuestas de matrimonio desde que había desarrollado su técnica, incluso si ella ni siquiera sabía de qué se trataba algo como eso. Y como todas las últimas generaciones de mujeres de su familia, ella había rechazado cada una de estas propuestas.

Todo por el bien del equilibrio del mundo de la hechiceria.

Incluso las de los tres grandes clanes.

Porque ella no aceptó la propuesta del clan Gojō, sino que aceptó la propuesta de Satoru.

Y ahora se intensificaba el desequilibrio provocado por su sellado.

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