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Capítulo 26 (Epílogo Neutro 2)

Un mes había pasado desde lo ocurrido en Shibuya, incluso ya había comenzado a ser diciembre. Tras una llamada, Gojo iba corriendo seguido del pelilargo hacia la enfermería, al llegar se encontraron con Shoko terminando de curar a Keiko.


—Es la tercera vez en esta semana que tengo que curarte las heridas que te haces.

—Peque, ¿cómo estás?

—Estoy bien —se bajó de la camilla e iba a salir de la habitación pero fue detenida por el alvino—.

—Keiko-chan, me estás preocupando, últimamente te haces mucho daño, podrías usar tus poderes para curarte.

—¡No quiero! ¡No quiero ser Kitsu ni usar ninguno de mis poderes nunca más! —se deshizo del agarre del alvino y justo cuando iba a salir de la habitación fue detenida por Geto —¡suéltame!

—Debes relajarte.

—Keiko-chan...

—Déjame, ninguno me entiende, dejad de curarme y dejarme morir.

—¿¡Qué no te entendemos!? Gojo te entiende perfectamente.

—¡Tú estás vivo!

—Hace un año, Gojo tuvo que acabar conmigo y mi pregunta es, ¿tú viviste lo mal que él lo vivió? —la castaña dejo de pelear —te entendemos perfectamente, solo necesitas relajarte y que te podamos ayudar, Gojo sufre mucho al verte así, al ver como sufres.

—No quiero ser más Kitsu, siempre lo recuerdo a él y no quiero —todo su enfado se convirtió en lágrimas—.

—No vamos a obligarte a que seas Kitsu —esta vez habló el alvino y la abrazó por detrás, haciendo que Suguru la soltara pero sin irse del sitio —pero aun así tú eres muy poderosa, aunque no vuelvas a ser Kitsu, Keiko sigue siendo especial —la giró y le secó las lágrimas —no quiero ver como te dañas —cogió su brazo besando la zona donde la otra chica le había puesto las venda —eres mi pequeña y no me gusta verte así —aunque se fue a alejar de ella, esta le agarró del borde de su chaqueta—.

—No me deje sola por favor, Gojo-san.

—Jamás lo haré —la abrazó y mientras Keiko metía su mano en el pecho del mayor este miraba a su pareja quien le sonreía orgulloso—.

—Keiko, ¿te parece bien si vamos a Satoru, Nanako, Mimiko, tú y yo a comer?

—Está bien.

—¡Qué bonito!, los papas con los tres bebes.

—Para eso hace falta que Megumi-chan acepte.

—Pero si en el poco tiempo ha tenido más compenetración conmigo que contigo en toda su vida—.

—Eso es así porque se esfuerza en que nadie sepa lo que me quiere —el modo en que dijo Gojo la frase hizo que la castaña se riera —eso es lo que yo quería ver —dijo volviéndola a abrazar—.

—Pues vamos —dijo el más bajo de los dos hombres saliendo de la habitación—.

—Adiós Shoko —lo siguió Gojo—.

—Adiós Ieiri-san —la última en salir fue Keiko—.

—Son dos grandes padres —cogió un cigarrillo y tras ponérselo en los labios lo encendió —tienen suerte de tener —echo humo al cielo mientras recordaba el rostro de la pequeña justo al temblor de su cuerpo aquel día —y ella... —recordó como ni Gojo ni Geto se separaron de ella en todo el día —...tiene suerte de tenerlos.


Mientras Gojo acompañó a la pequeña a vestirse Geto fue a buscar a las hermanas, Keiko se sorprendió porque cuando llegaron a su habitación tanto Itadori como Fushiguro estaban en la puerta de su habitación, al verla el pelirrosa corrió hacia ella.


—¡Keiko!, ¿Cómo estás? Kugisaki nos contó lo que te ha ocurrido.

—Estoy bien Itadori —su voz salía tímidamente haciéndole preocuparse a Gojo, y si se había deprimido por estar cerca de Yuji por su parecido con Sukuna —venía a cambiarme, Geto-san ha pensado en que fuéramos a comer.

—Eso es genial, quieres ir después a por una crepa rellena.

—Yuji... desde Shibuya no estoy de humor, para salir.

—Y si pedimos comida y comemos en tu habitación mientras vemos una peli.

—Me da igual.

—Itadori la estás molestando, además mañana Kugisaki y yo debemos de ir a una misión—hablo el moreno—.

—¿Qué? No...no quiero molestarte Keiko, es solo que yo también me siento raro y por lo que lo escuchaba hablar, creo entender como lo tienes que estar pasando y no quiero verte deprimida —al escucharlo lo abrazó fuertemente—.

—Gracias Yu... —se separó un poco y miró a Fushiguro—como mañana tenéis una misión —volvió a mirar a Yuji —¿Qué te parece esta noche tú y yo comer en mi habitación mientras vemos una peli, te puedes quedar incluso a dormir? —el pelirrosa miró a Gojo quien le afirmó con la cabeza—.

—Eso me parece una gran idea.

—¿Te importaría encargarte de todo?

—Claro, te parece bien hamburguesas para cenar, ¿o mejor pizza?

—Prefiero las hamburguesas.

—¿Con Bacon y salsa barbacoa?

—Que bien me conoces.

—Pues esta noche nos vemos, espero que te lo pases bien —tras un abrazo ambos jóvenes se fueron y mientras Gojo se quedaba fuera de la habitación la menor entró a cambiarse rápidamente—.


Cuando salió caminaron hacia la habitación del mayor y al igual que antes Keiko se quedó fuera mientras Gojo se cambiaba, al poco Geto llegó con las hermanas quien al verla fueron corriendo a abrazar a la castaña, Geto entró a la habitación bajo un comentario de la ojiverde de que no se distrajeran y esperasen a la noche, ambas hermanas no lo entendieron pero Geto sí. Al poco los dos adultos salieron ya preparados, Geto miraba un poco sorprendido como Goyo llevaba sus gafas negras en vez de su venda.


—¿No preferirías la venda? —habló el pelinegro—.

—No —abrazó a Keiko haciendo que esta se riera —a mi pequeña le gusta más las gafas.

—Jajaja.

—Bueno ¿vamos a comer?

—¡Sí, vamos! —gritaron las dos gemelas para poco después irse corriendo por el pasillo—.

—¡Tened cuidado! —grito Suguru mientras iba detrás de ellas—.

—Vamos Keiko-chan —dijo Gojo alargándole la mano—.

—Si —con una sonrisa cogió la mano y caminaron por donde habían ido los otros tres—.


Los cinco juntos fueron a cenar al restaurante favorito de la castaña y Gojo se alegró al verla sonreír. Al llegar a la escuela debido a la hora, al irse cada uno a la habitación la castaña entró en su habitación y se fue a acomodarse para esa noche. Justo cuando estaba buscando la película que poner alguien llamó a la puerta, fue a ella y al abrirla se encontró con Yuji con la comida y con su pijama puesto, como dijeron ambos se sentaron en la cama de la chica para ver la película mientras comían, poco después de terminar de comer Itadori notó como la castaña se quedaba dormida encima de su hombro y en vez de despertarla, apagó la televisión, la tumbó con cuidado en la cama y tras recoger toda la cosas se tumbó a su lado, cogió la sábana y se tapó a él y a la chica y tras cogerle la mano para acariciársela se durmió al poco tiempo.


Fin.

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