Capítulo 24
—¡No! ¡Keiko! —la castaña levantó su mirada viendo como la espada se acercaba a ella, miró como el cubo seguí sin abrirse, así que solamente cerró los ojos esperando su destino—.
Un sonido de algo romperse llegó a los oídos de todos junto una luz cegadora, lo que hizo que todos cerraran los ojos, al irse la luz todos miraron hacia la kitsune.
—¡Eh!, suelta mi espada, ¡suéltala! —con la mano libre fue a golpearle pero también fue parado —¡suéltame!
—¿Por qué tanto miedo?, ibas muy directo a matar a Keiko-chan, quien va tan directo a dañar a mi niña, se arriesga a morir —soltó la mano que no tenía espada y de un solo golpe en el pecho hizo que perdiera el conocimiento cayendo al suelo—.
—¿Gojo-san? —el hombre se giró y le sonrió a la castaña—.
—Lo has hecho genial mi pequeña —se agachó a su lado y le acarició la mejilla, esta lo aceptó con gusto, la mirada del mayor fue dirigida a la cintura de la castaña viendo la cicatriz que tenía aquí —¿quién te ha hecho esto?
—Tranquilo Gojo-san, Sukuna ya se encargó —el alvino miró al rey de las maldiciones como paraba a Geto y protegía a los tres alumnos, tras acariciarle la cabeza, se levantó con una sonrisa y miró al pelinegro—.
—¿Con que más de cien años? Creo que has fallado en la cuenta Kenjaku.
—Maldito Gojo —iba a lanzar un ataque a Sukuna, pero este al verlo cogió a Fushiguro, Itadori y Nobara y de un salto se posicionó junto a Keiko, Gojo y las gemelas que corrieron hacia la castaña —buenos reflejos.
—Imbécil —los dejó a todos en el suelo teniendo más cuidado con Fushiguro, tras eso corrió donde estaba la castaña —¿cómo estás? —volvió a secar la línea de sangre que salía de la nariz—.
—Tranquilo —miró las heridas del más alto —creo que tú estás peor que yo.
—Todos estás muy uniditos, que pena de que alguien los separe —Mahito corrió hacia ellos—.
—¡No vayas! —el fallo de la maldición de las cicatrices fue dirigirse hacia la ojiverde, al verlo Sukuna lo golpeó dejándolo sin conocimiento y Gojo lo exorcizó—.
—¿Alguien más quiere atacar a Kitsu? Lo pregunto para saber a quién matar —Sukuna habló gravemente poniéndose delante de la kitsune—.
—Gojo, ¿qué te parece si no vamos a una zona más despejada para enfrentarnos tú y yo? —preguntó el pelinegro—.
—¿Ahora quieres ir a una zona más despejada?
—Quiero tener una pelea solos tú y yo, y creo que no será de tu gusto que tus alumnos sufran daños colaterales.
—Está bien —en un abrir y cerrar de ojos ambos habían desaparecido—.
—Sukuna-sama, aunque siempre lo admiraré, no llegará mucho más lejos —le lanzó un ataque de hielo al de los tatuajes, pero un escudo creado por la kitsune lo paró—.
—Si quieres pelear contra él primero tendrás que matarme a mí y segundo si tu jefe ha tenido cabeza para alejarse de aquí, nosotros también.
—Uno contra dos, está bien —al igual que Gojo y Kenjaku, ellos tres se fueron del lugar dejando a Yuji, Fushiguro, Nobara y las gemelas solas—.
—Keiko-senpai, por favor vuelve.
—No os preocupéis todos ellos son muy fuertes.
—Me encantaría volver a ver a Geto-san —dijo la menor de las hermanas abrazando su peluche—.
—Y yo también.
***
Gojo y Geto llegaron a una zona bastante despejada de donde estaban los otros, lo primero que hizo Gojo fue bajarse la venda y ambos comenzaron a pelear, lo que el alvino quería era que en uno de los golpes su amigo regresara, pero parecía que ocurría todo lo contrario, Kenjaku aprovechó la poca concentración del mayor para hacerle una gran herida en su hombro y alejarlo de un golpe. Aun así cuando recuperó la compostura, Satoru volvió con el otro le dio varios golpes haciendo que escupiera sangre.
—¿Por qué no usas tu "Vacío Púrpura"? Podrías acabar conmigo en lo que dura un chasquido.
—Quiero acabar contigo, pero no con Geto, no otra vez.
—Oh... ya veo, ¿de verdad el gran Gojo Satoru no quiere usar su ataque más fuerte para no matar el cuerpo de la persona que ama? Que vergüenza.
—¡Cállate! Sé que está ahí dentro y prometo que lo sacaré —se dirigió para darle otro golpe pero se sorprendió al ver como lo paraba—.
—¿Sabes lo bueno de que Geto y tú os conozcáis tanto? —apretó su agarre y le cogió del hombro con su otra mano —sé como serán todos tus movimientos —con un movimiento brusco le sacó el hueso del lugar ocasionando un gran grito de Gojo —no grites tanto, solo te he sacado el hueso de su sitio —se alejó de él esperando a que se recompusiera—.
Este aunque le costó volvió a colocarse el hueso en el sitio y se levantó con la cabeza agachada, el otro se sorprendió al ver como comenzó a preparar su ataque más fuerte, pero el pelinegro no se quedó atrás, ambos hicieron chocar sus ataques creando una gran onda expansiva.
***
Sukuna y Keiko peleaban contra Uraume, estos estaban muy sorprendidos al ver la fuerza del monje, ambos sabían que a este nunca le había gustado pelear ni mancharte las manos así no comprendían como le daba tanta guerra.
—Parecéis sorprendidos.
—Eres un maldito traidor de mierda —lanzó varias bolas de fuego pero se apagaron al tocar el escudo de hielo que creo —Tsk...
—Escarcha calmada —Sukuna al verlo cogió a Keiko y la tiró a una parte lejana de aquella sala, recibiendo él completamente el ataque —que pena...
—¡Sukuna! —la castaña se cabreó al igual que cuando ocurrió el sellado de Gojo —te mataré —se transformó completamente en Kitsune y se lanzó hacia el monje, este sin poder evitarlo se llevó un fuerte golpe de la castaña—.
Al ver que había perdido el conocimiento, volvió donde Sukuna y comenzó a usar varias bolas de fuego para derretir el hielo, ahí estuvo hasta que el pelirrosa llegó al suelo y todo el hielo había desaparecido, sus orejas se movieron al sentir como Uraume se levantaba. Su transformación llegó a un punto completo siendo un zorro de un metro de altura, con sus nueves colas, se puso delante de Sukuna y sacó los dientes de manera amenazante.
—¡Eres una maldita bestia, no me arrepiento de haberte entregado para que te mataran y lo volvería a hacer!
Tras un rugido la kitsune se dirigió hacia él y aunque este intentó pararla solo se ganaba más bocados hasta que cayó al suelo, y tras otro rugido comenzó a recibir más bocado dando su final con un gran bocado en el cuello y llevándose la mitad de este con su bocado y comiéndoselo.
Continuará...
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