Capítulo 18
31 de octubre
Al enterarse las apariciones de las pantallas se separaron en Grupos, Itadori junto a Keiko estaban en el mismo equipo controlado por Mei Mei. La castaña al ver que ellos su equipo iba a la estación del Templo Meiji en vez de ir a Shibuya donde iría Gojo, decidió llamarlo.
—¿Te ha ocurrido algo Keiko? ¿Necesitas ayuda?
—No, solo quería llamarlo porque siento que esta misión es más difícil que otras que hemos tenido, y...
—Tranquila, Keiko-chan, en unas horas todo habrá terminado, te prometo que te llevaré a comer Okonomiyaki, yo pago.
—Está bien, adiós Gojo-san.
—Adiós Keiko-chan —dieron por finalizada la llamada y cada uno continuó su camino—.
La castaña se guardó el teléfono de nuevo en su bolsillo, la razón por la que lo había llamado era porque desde esa mañana sentía que algo iba a pasar, no sabía exactamente el que era pero tenía un mal presentimiento, salió de su bloqueo al sentir la mano de Itadori en su hombro, cuando lo miró este le estaba sonriendo y no sabía porque pero sentía que esa sonrisa era dada tanto por Yuji como por Sukuna. Junto a Mei Mei y alguien más bajaron hasta el interior de la estación para saber a lo que se enfrentarían.
Mientras en la estación de Shibuya, Gojo había entrado y comenzó a pelear contra Jogo y Hanami. Lo que ninguno de los dos se llegó a pensar era que Gojo no le importó acabar con algunas vidas humanas si conseguía la finalidad de exorcizarlos a ellos dos. Poe querer usar golpes físicos y querer derrotarlos, llegó a desactivar su infinito para engañarlos, así arrancó las ramas del rostro de Hanami, teniendo este solamente las fuerzas suficientes para mantener la pantalla.
Yuji y Keiko hacían un buen equipo para enfrentarse a los humanos modificados que aparecían, esta gracias a ser la reencarnación de Kitsu había aprendido a crear las pequeñas bolas de fuego que creaba cuando era la kitsune. Sus poderes sensoriales también se habían aumentado sintiendo el poder de cada uno y esquivando todos los ataques que querían realizarle por la espalda.
—Kitsu, ¿necesitas ayuda?
—No es necesario Sukuna, con Itadori me vasto y me sobro.
—Está bien —Sukuna volvió a su silencio.
El rey de las maldiciones también tenía ese mal presentimiento, sabía que la castaña también sentía algo parecido al escucharle hablar con Gojo, sentía que la razón por la cual lo había llamado era porque tenía miedo y quería calmarse, pero aun así era notable su nerviosismo y el sentir que algo no encajaba, ambos sabían que esto había sido claramente planeado por alguien, ¿pero quién había sido el ejecutor del plan? ¿Quién era el que había iniciado la partida de ajedrez? Siendo todos ellos las piezas del juego, ¿Quiénes eran los jugadores?
Jogo comenzó a huir, pero cuando Gojo iba a seguirlo fue detenido por más de mil humanos modificados, tras chasquear la lengua comenzó a matarlos en un abrir y cerrar de ojos lo que no llegó a pensar era que aprovechando su despiste alguien apareció a su espalda y con una sonrisa lanzó un objeto cuadrado al lado del alvino, cuando se dio cuenta de esto, ya fue muy tarde debido a que la "Prisión Confinadora" se abrió y capturó a Gojo.
—Por fin llegó el día, ya no puedes hacer nada —el alvino miraba perplejo a esa persona, era su mejor amigo al cual tuvo que matar hace un año, pero tenía una diferencia, una costura cubría toda su frente—.
Con sorpresa para el ojiazul se quitó la costura y enseño el cerebro el cual tenía una boca y explicó quien era verdaderamente y le explicó su destino a Gojo, al acabar y volver a cocerse el corte comenzó a reírse.
—Ahora que lo pienso, me encantaría que tú queridísima Keiko estuviera aquí viéndote en esta situación, disfrutaría ver su rostro intentando aguantarse las lágrimas para no verse débil delante de ti, de su queridísimo maestro, o debería de decir padre, ¿Qué crees que la pequeña Keiko-chan preferiría llamarte?
—Cállate, no vuelvas a pronunciar su nombre.
—Bueno a decir verdad ese es el nombre que tiene de humana en esta vida, su verdadero nombre es Kitsu, me encantaría verla arrodillada a mis pies con su forma de Kitsune, suplicando porque te soltara, pero, ¿sabes lo que me resulta más divertido?
—No tengo ni idea, ilumíname.
—Hace diez años, cuando el dueño de este cuerpo seguía vivo, supo que necesitaba de algo para obtener sus ideales, solo necesitaba a una pequeña niña pero que tuviera un gran poder, y ya que de Sukuna no se sabía nada, solo había alguien que encajara en su petición —Gojo levantó su rostro rápidamente mirándolo con los ojos abiertos, con solo lo que había dicho ya sabía quien era —Jajaja, exactamente, el problema es que sus padres no apoyaban sus ideales, por desgracias para ellos Geto usó su otro método para conseguir las cosas cuando la palabra no servía, que fallo el suyo que la buscó por el nombre de Kitsu, si tan solo la hubiera llamado Keiko, actualmente ella estaría disfrutando tanto como yo de tú situación.
—Jamás pensé que harías algo como eso —luchaba para no volver a derramar lágrimas delante del pelinegro como hace un año lloró cuando lo perdió—.
—Su madre la entrenaba como si fuera un perro, aunque es cierto que tú la educaste bien, pero, ¿sabes por qué me gustaría que estuviera aquí? Porque recordaría lo que sintió hace diez años, aunque yo no soy tu amigo, es el mismo cuerpo por lo cual ella vería como la misma persona que mató a sus padres, acabaría con su nueva figura paterna, la pobre se sentiría culpable, se sentiría la maldición que trae el mal para todos a los que muestra cariño.
—Maldito, ella no es como tú y tus amiguitos.
—Te guste o no es la reencarnación de una maldición, eso la hace como yo, y ahora que lo pienso, cuando se entere de esto su mente se romperá, dejando de diferenciar entre amigos y enemigos.
—Te crees poderoso por tenerme así, pero tarde o temprano te hará tragar tus palabras, ella no me tiene solamente a mí y podrá derrotarte aunque yo no esté a su lado —caminó hasta él y cogiéndolo por el cabello hizo que lo mirase—.
—La has entrenado, la has visto crecer pero su corazón sigue siendo tan frágil como el día en que te conoció, y aunque le has enseñado a crear una coraza, esta se fracturará en pequeños trozos al enterarse lo que te ha ocurrido y que ella no ha podido ayudarte, adoraré ver sus lágrimas suplicándome para que te libere —le soltó el cabello con fuerza —no la mataré, seguramente disfrute mucho con su pequeño cuerpo, ¿Qué llegaría a hacer solamente para liberarte? Seguro que aceptaría que yo hiciera todo lo que quiera con ella —la sonrisa de su rostro se borró al escuchar al otro reírse —¿qué te hace tanta gracia?
—Puede que me hayas detenido a mí, pero hay alguien más que no dejará que te acerques a ella, Sukuna no va a permitir que le pongas ni un dedo encima.
—Eso piensas, tengo a alguien que puede controlarlo, tranquilo aun estando en la prisión podrás ver lo que ocurre fuera —al verlo agachar la cabeza haciendo que su pelo tapase sus ojos sonrió grandemente—.
—Por favor Suguru, no dejes que Kenjaku tome el control, tú no eres así, sé que seguramente cuando mataste a sus padres lo hacías para protegerla, por favor.
Una de las manos de Geto fue hasta el cuello de él mismo ocasionando una risa de este, pero de parte de Gojo le dio esperanza, sabía que aunque estuviera muy en el fondo, su amigo seguía ahí, la mano perdió fuerza y con una sonrisa en su rostro mirando al alvino chasqueó los dedos haciendo que la prisión se cerrara, en ese momento un pequeño altavoz de con el rostro de Mechamaru llegaba donde estaban el equipo de Mei Mei.
—¿Qué es eso Yuji? ¿Es peligroso?
—No soy peligroso, soy Mechamaru, mi cuerpo humano ha sido asesinado por una maldición pero antes de eso cree que este dispositivo.
—¿Y por qué lo hiciste?
—Este dispositivo fue diseñado para ayudaros el día que Gojo Satoru fuera sellado.
—No, ¡No! Estás equivocado, seguramente ha habido algún fallo en tu creación —la otra mujer se sorprendió al ver como la actitud calmada de Keiko fuera totalmente sustituida por una histeria —lo siento, pero hubo mucho cuidado en mi creación, Gojo Satoru fue sellado.
—No, no...
—Keiko... —Itadori fue a acercarse pero sintió como Sukuna no le dejo—.
—No...—Sukuna pudo apreciar como las pupilas de la castaña se le rasgaban las pupilas, le gritó a Itadori que se tapase los oídos y cerrara los ojos rápidamente, este sin rechistar le hizo caso —¡Ahh! —una gran honda de poder salió de la castaña—.
Continuará...
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