Capítulo 14
Una hermosa mansión situada en las zonas ricas de Japón, estaba iluminada debido a que todas las luces de su interior estaban encendidas, se podía escuchar varias voces animadas y alegres ocasionadas por las personas que estaban dentro de este lugar realizando una siesta. En la puerta de esta los cuatro estudiantes junto a su sensei, esperaban para tocar el telefonillo de la entrada para entrar en aquella vivienda.
—No se supone que hay un espíritu maligno, ¿por qué hay una fiesta?
—Por favor Gojo-sensei, dime que no tenemos que pelear y podremos estar en la fiesta.
—Hemos venido así vestido porque estaremos en la fiesta, y la razón por la que estas festejando es que al espíritu solo se ha visto cuando había fiesta.
—Suena a que lo que querías era venir a la fiesta.
—Por favor Megumi-chan, ¿de verdad piensas eso de mí? —se giró para mirar a sus alumnos y con solamente sus rostros se sabía que los cuatro opinaban lo mismo—.
—Solo una pregunta, ¿podemos comer lo que queramos?
—Si, todos nuestros gastos están pagados.
—Pues tendremos que entrar a ayudarlos —los dos chicos suspiraron por el comportamiento de la pelicorta—.
—Bien —pulsó el botón del telefonillo, dijo quien es y poco después uno de los mayordomos de la casa abrió la puerta y los cinco entraron y fueron hacia donde todos estaban —voy a hablar con el dueño de la casa, id a ver cómo va todo.
Los estudiantes se separaron del mayor y cada uno se dirigió a una zona de la sala, las horas pasaron y por desgracia todavía no habían visto ni sentido nada, lo único que Keiko veía era que muchas chicas de más o menos su edad se acercaban mucho a su sensei, se sentía molesta por como se comportaban, respiró profundamente y tras soltar su vaso caminó hacia él.
—Gojo-san, no hemos visto nada —el mayor miró a la castaña sin prestar atención a las demás mujeres—.
—No te preocupes Keiko-chan —le acarició la cabeza haciendo que esta se sonrojara y todas las miradas de las chicas se dirigieron hacia ella, pero la suya se dirigió hacia la corbata del mayor—.
—Gojo-san, se ha manchado la corbata, ¿puedo limpiártela? —el mayor miró su corbata y después miró a la castaña—.
—Vamos a eso —le cogió de la mano y salió de aquella zona, caminó hacia una zona anterior a los baños donde solo estaban los lavabos, allí Gojo se quitó la corbata y se la dio a la castaña quien comenzó a lavársela—.
—Keiko-chan, ¿están bien? Te noto un poco molesta.
—¿Yo molesta? ¿Por qué debería estar molesta? ¿por qué de verdad parece que solo hemos venido aquí para disfrutar de la fiesta? ¿o por qué estoy rodeada de persona que no conozco además de que no me gusta nada la actitud que tienen? No estoy molesta en nada.
—Keiko-chan... te prometo que es verdad lo del espíritu —iba a acariciarle la cabeza hasta que las luces se apagaron—.
—Gojo-san.
—No te alejes de mí —le cogió la mano de manera suave pero sin apretarle —venga, no tenemos tiempo para jugar —las luces volvieron a encenderse mostrando esta vez algo más en la sala —¿puedes entenderme? —ese ser los miro, las luces se fueron y al volver este ya no estaba —¡cuidado! —empujó al lado a la castaña al ver que aparecía a su lado, poco después golpeó a la maldición empujándola a un lado, después de varios golpes destruyó a la maldición —todo solucionado —sonrió a la castaña —creo que ya podemos irnos —la castaña lo miró sorprendida por lo que dijo—.
—¿De verdad hemos venido los cinco hasta aquí por ese espíritu? Usted podía haberse ocupado solo.
—Tienes razón pero piensa en lo que los chicos se están divirtiendo —la abrazó suavemente —pero si te pido perdón a ti, sé que no disfrutas los sitios como este, pero quería tenerte a mi lado.
—Ahora que lo recuerdo, pensé que se pondría las gafas para venir aquí.
—¿Crees que me quedan mejor las gafas? —dijo acercando su rostro al de la castaña a la par que comenzaba a bajarse la venda—.
—No estoy diciendo eso —miró hacia el lado sonrojada, pero se le quitó al escuchar ruido fuera de esa sala mientras el mayor se ponía la corbata —¿Qué es eso?
—Vamos a ver.
En la fiesta los otros tres estudiantes estaban disfrutando de esta, o por lo menos dos de ellos o eso fue hasta que varias de las personas que estaban allí gritaron, al mirar lo que era causante de esta voz era una maldición bastante grande a lo lejos, al no ver ni a Gojo ni a Keiko se dirigieron a enfrentarse con aquel monstruo. Mientras Itadori y Fushiguro peleaban contra la maldición, Nobara ayudaba a todos salir de la gran vivienda, hasta quedar solamente ellos.
—¿Dónde puede estar Gojo-sensei?
—Kugisaki, búscalo.
—Si claro, vosotros peleando y yo buscando a Gojo-sensei —disparó uno de sus tornillos hacia la maldición—.
—Nue —el moreno invocó a la quimera para que luchara con el ser maligno —vamos los tres, Nue puede entretenerlo mientras —los tres comenzaron a correr para buscar al sensei—.
El mayor y la castaña salían de la habitación en la que estaban para reunirse con los otros tres, tras explicarle a Gojo y Keiko lo ocurrido, los cinco fueron a enfrentarlo, al llegar Megumi hizo desaparecer a Nue para que no sufriera más peligro, mientras Gojo se dirigía a la maldición, pero para sorpresa de este lo evitó haciendo que se golpeara contra una pared. Aun así todos siguieron enfrentándolo.
—Esquiva todos nuestros golpes.
—Itadori, deja que Sukuna salga —tanto Nobara como Fushiguro la miraron muy sorprendidos—.
—¿¡Pero que estás diciendo Keiko-chan!?
—¿Se os ocurre otra cosa?, el único golpe que ha recibido ha sido de Gojo-san cuando lo estábamos distrayendo.
—Si se descontrola yo me ocuparé —dijo Gojo apoyando a Keiko—.
—Por favor Yuji, aquí necesitamos a Sukuna, tu fuerza no es suficiente.
—Está bien, Keiko-chan, confío en ti —el pelirrosa cerró sus ojos para poco después volver abrirse las marcas debajo de estos y salían los tatuajes en su rostro—.
—Ya tenía ganas de salir y matar a alguien.
—Sukuna, necesitamos de tu fuerza —el rey de las maldiciones miró con el ceño fruncido hacia las cuatro personas de la sala pero se calmó al ver quien se lo pedía—.
—Kitsu, ¿de verdad piensas que os voy a ayudar?
—Por favor Sukuna, hazlo por ...
La mirada de los cuatro se agrandaron mirando hacia Keiko, la sangre manchaba en suelo alrededor de ella, siendo lo último que veía la mirada preocupada de Sukuna.
Continuará...
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