Habilidades reveladas
El cálido aliento de Sukuna me golpea en la cara, haciéndome sentir bastante calmada a pesar de la situación.
-S-sukuna.- tartamudeo.
-Si, querida, ¿que pasa?- sonríe y sigue acariciando mi mejilla.
Esto es bastante incómodo... se supone que el mata por diversión, es cruel, malvado y no es alguien en quien pueda confiar, ¿por qué está tan cerca de mi? ¿es por el dedo?
-T-te devuelvo el dedo que encontré...- digo con timidez.
Muevo mi mano hacia el bolsillo de mi chaqueta y saco el dedo. Se lo entrego, pero él no parece contento, pero tampoco enfadado.
-Gracias, querida, pero eso no cambia las cosas.- se ríe de forma malévola.
Vale, estoy acabada, definitivamente voy a morir y encima he hecho un acto estúpido, ¿por que he tenido que entregarle el dedo? Sukuna se traga su propio dedo con... ¿sensualidad? no entiendo nada.
-Ahora quiero divertirme un poco contigo.- me agarra del cuello con fuerza.- Gracias por devolverme un poco de fuerza... los humanos sois tan débiles e insignificantes.- se ríe nuevamente de una forma que da miedo.
Trago saliva, pero me duele el agarre de Sukuna, su mirada parece de odio, locura y excitación... Algo me dice que no voy a acabar viva al final del día.
-M-me haces daño...- digo débilmente.
-¿De verdad?- frunce el ceño sonriendo.
Su agarre se vuelve más firme, no puedo si quiera retroceder, la pared aún sigue detrás de mí y eso hace que mis intentos de salvarme sean inútiles... puedo intentar algo pero dudo que le haga gracia a Sukuna.
Miro a Sukuna mientras mi vista se nubla, abro la mano y una potente explosión sale de ella para hacer que Sukuna me suelte el cuello, caigo de rodillas al suelo mientras toso recuperando el aire.
-Se ríe de forma perversa.- Eso me gusta más, querida, voy a romperte hasta que solo tengas apego emocional hacia mí y después te mataré.
-No te he hecho daño...- explico mientras entro en pánico.
-¿No? ¿Y esa explosión qué?- me sonríe de forma sádica.
Sukuna rompe la camiseta que llevaba puesta, y no puedo evitar ver sus abdominales y algunas líneas negras, bueno marcas negras que tiene en su cuerpo...
-Suspiro.- Cálmate.- me levanto del suelo.
-¿Me estás dando una orden?- frunce el ceño con irritación.
-No, pero aún hay maldiciones... y yo tengo que acabar con ellas, así que si no te importa devolverle el control a Yuji...- intento razonar con él.
-Claro.- sonríe.
-¿De verdad?- pregunto con incredulidad.
-No.
Rápidamente un puñetazo impacta en mi estómago, haciendo que atraviese la pared que tengo justo detrás. Me duele todo el cuerpo... ni siquiera puedo mover un dedo.
-Ni siquiera has descubierto tus habilidades con la energía maldita, ¿de verdad creías que esa patética explosión me haría daño?- se pone encima de mi mirándome con maldad.
Lo miro. Es lo único que puedo hacer, mirarle, mi cuerpo está realmente débil, si intentará cualquier acción ahora sería un intento de pedirle que me mate.
-¿No respondes?- me agarra la barbilla para que lo mire.
-N-no... puedo...- digo casi con un susurro lo cual divierte aún más a Sukuna.
Sukuna se ríe de forma malévola, me levanta como si nada, y tan rápido como me levanta me lanza nuevamente contra una pared, atravesandola y atravesando las siguientes paredes que hay detrás.
Me quedo en el suelo, sangrando por el labio, y noto también que mi nariz sangra, a la vez que mi cabeza está entumecida y con un gran dolor...
-¿Ya estás herida? vaya, que aburrida, le quitas la diversión.- me mira fingiendo pena y luego sonríe.
Me levanto tambaleando un poco, sinceramente no sé de dónde he encontrado la fuerza necesaria, pero camino hacia el con lentitud y debilidad...
-Vaya, no tienes miedo, lo respeto.- frunce el ceño.
-Tu no eres mi vecino, tampoco eres mi amigo... eres un desconocido.- digo con frialdad.
Mi puño se convierte en puro hielo y golpeo la mejilla de Sukuna lanzándolo contra una pared haciendo que la atraviese.
-Se ríe de forma sádica nuevamente.- ¡Eso me gusta más! Querida, me estás excitando.- sonríe de forma malévola.- Pero, eres débil, mírate...
Si, tiene razón, comparada con él, no soy nadie, solo débil, pero tengo que sobrevivir... no puedo morir empezando a ser una hechicera y menos cuando acabo de descubrir mis habilidades.
-Tienes razón.- admito con debilidad.
-¿Sabes? yo no necesito corazón.- sus uñas se convierten en garras afiladas.
-¿Qué...?- pregunto aterrada.
Rápidamente observo como introduce su mano desgarrando su pecho. Me cubro la boca con las manos por el pánico. Después Sukuna mira el corazón de Yuji.
-Al chaval le hará falta.- lanza el corazón por ahí.
-¡No! ¡Sukuna, no!- grito mientras observo el corazón caer.
-Oh, yo puedo vivir, pero él... no.- sonríe.
-¡Basta por favor!- las lágrimas brotan de mis ojos.
-Ahí está... lo que tanto quería ver.- se acerca a mi lentamente.- Tu miedo hacia mi.
Mis piernas tiemblan por el miedo, sigo llorando, negando con la cabeza, ¿cómo puede hacer algo así y no inmutarse? ¿por que disfruta tanto del dolor?
Caigo de rodillas al suelo llorando, Sukuna se ríe de forma siniestra, me acaricia la cabeza con suavidad... Pero no dura para siempre ya que sus dedos tocan mi barbilla y me obliga a mirarle.
-¿Qué pasa, querida? ¿Tan aterrada estás de mí? -susurra Sukuna con una sonrisa retorcida en los labios mientras acaricia mi mejilla con una mano y sujeta mi barbilla con la otra-. No te preocupes, tu miedo me alimenta. Es delicioso.
Trato de apartar la mirada, pero su agarre es firme. Mis lágrimas siguen brotando mientras intento contener sollozos de desesperación. Sukuna parece disfrutar de mi tormento, de mi vulnerabilidad.
-¿Qué piensas hacer ahora, pequeña hechicera? ¿Tienes algún truco bajo la manga? -pregunta con voz burlona, como si supiera que no tengo ninguna posibilidad contra él.
No puedo dejar de temblar, pero trato de reunir el poco coraje que me queda.
-No... no sé qué hacer... pero no voy a rendirme... -murmuro con voz temblorosa, tratando de mantener la determinación a pesar del miedo abrumador.
Sukuna suelta una carcajada oscura y retira su mano de mi barbilla.
-Qué valiente... o qué estúpida. Pero me diviertes. Tal vez te deje vivir un poco más para ver qué más puedes hacer. -su sonrisa se ensancha, revelando sus dientes afilados.
No sé si puedo confiar en sus palabras, pero al menos ha dejado de golpearme por ahora. Me levanto del suelo con dificultad, tratando de mantenerme firme a pesar de las piernas temblorosas. La lucha está lejos de haber terminado, pero tengo que encontrar una manera de salir de esta pesadilla con vida.
-Ryomen Sukuna.- lanzo una rápida explosión.
Creo haberlo dado cuando de repente noto su presencia detrás de mí, miro de reojo y ahí está, sonriendo, su cara a escasos centímetros de mi oreja.
-¿Es eso lo mejor que puedes hacer, querida? -susurra Sukuna con voz suave y siniestra, enviando escalofríos por mi espalda-. Aprecio tu valentía, pero tu magia es insignificante frente a mí.
Me giro rápidamente para enfrentarlo, pero Sukuna desaparece con rapidez y reaparece frente a mí, agarrándome del cuello con una fuerza implacable.
-¿A dónde crees que vas, pequeña hechicera? -dice con una sonrisa malévola, clavando sus ojos en los míos, llenos de desprecio y diversión-. Tu destino está sellado, pero puedo hacer que tu sufrimiento sea rápido o lento. ¿Cuál prefieres?
Trago saliva, sintiendo la presión de su agarre en mi cuello y la sensación de asfixia que se apodera de mí. Mi mente corre en busca de una salida, pero cada pensamiento parece desvanecerse en medio de mi terror.
-Sukuna, por favor... -susurro, luchando por encontrar las palabras adecuadas mientras mi visión comienza a nublarse por la falta de oxígeno.
Sukuna me suelta bruscamente, dejándome caer al suelo con un golpe sordo. Me agarro el cuello, tosiendo y jadeando mientras intento recuperar el aliento. El silencio pesado se cierne sobre nosotros, roto solo por el eco de mis respiraciones entrecortadas.
-Interesante... -murmura Sukuna, observándome con curiosidad-. Aunque seas débil, tu persistencia tiene cierto atractivo. Tal vez pueda encontrar algún uso para ti después de todo.
Su voz es como un veneno que se filtra en mis pensamientos, llenándome de temor y desesperación. Sé que no puedo confiar en él, pero en este momento, no tengo más opción que enfrentarlo y esperar encontrar una manera de sobrevivir a esta pesadilla.
-Salgamos fuera, quiero aprovechar todo el espacio de esta pelea contigo.- sonríe de forma juguetona.
La sugerencia de Sukuna me llena de temor, pero sé que no tengo otra opción más que seguir adelante. Asiento con la cabeza, tratando de mantener la compostura a pesar del miedo que me consume por dentro.
-De acuerdo, Sukuna. Pero recuerda que esto no ha terminado aún -respondo con determinación, tratando de infundirme valor a mí misma.
Sukuna se ríe con malicia, como si estuviera disfrutando de mi angustia. Con un gesto de su mano, crea una abertura oscura en la pared, revelando un callejón oscuro y desolado más allá.
-Después de ti, querida. No quiero que pienses que te estoy persiguiendo -dice con una sonrisa siniestra, gesto que me hiela la sangre.
Trago saliva con dificultad, pero me obligo a dar un paso hacia adelante. El callejón parece interminable, lleno de sombras que danzan ominosamente en la tenue luz de la luna. Mis sentidos están alerta, preparados para cualquier cosa que pueda surgir.
Sukuna me sigue de cerca, su presencia imponente a mi espalda. Cada paso que damos parece resonar en el silencio opresivo del callejón, aumentando mi ansiedad con cada segundo que pasa.
-¿Algo que quieras que haga?- pregunto mirando hacia atrás.
-Atácame con todas tus fuerzas.- sugiere encogiéndose de hombros.
No controlo mis habilidades de energía maldita, ¿y si uso la fuerza física? no, es una mala idea, yo no tengo fuerza suficiente para acertar un buen golpe.
Entonces, una idea comienza a formarse en mi mente. No tengo la fuerza física para enfrentar a Sukuna directamente, pero tal vez pueda aprovechar su arrogancia y su sed de diversión en mi contra.
-Entonces, ¿te gustaría un pequeño desafío, Sukuna? -pregunto con una sonrisa nerviosa, tratando de ocultar mi creciente nerviosismo.
Sukuna arquea una ceja, aparentemente intrigado por mi propuesta.
-Oh, ¿qué tienes en mente, querida? -pregunta con una sonrisa burlona, como si estuviera dispuesto a jugar a mi juego por un momento.
Respiro hondo, tratando de mantener la compostura mientras pienso en mi plan.
-¿Qué tal si hacemos una pequeña competencia? -propongo con voz firme-. Tú y yo, luchando mano a mano. Sin habilidades malditas, solo fuerza bruta.
Sukuna parece considerarlo por un momento, su sonrisa retorcida mostrando un destello de interés.
-Interesante... Pero, ¿qué obtendrías tú de todo esto? -pregunta con cautela, claramente desconfiado de mis intenciones.
-¿Qué tal si te doy una razón para disfrutar aún más de mi derrota? -respondo con una sonrisa desafiante, tratando de ocultar mi verdadero objetivo.
Sukuna parece intrigado por mi propuesta, su expresión se endurece mientras considera mis palabras.
-Bien, pequeña hechicera. Acepto tu desafío. Pero recuerda, no habrá piedad para ti si te atreves a subestimarme -dice con una sonrisa maliciosa, como si estuviera ansioso por ver cómo se desarrolla nuestra pequeña competencia.
-¿Y cómo se supone que voy a subestimar al rey de las maldiciones? ¿El dios del mal?- pregunto llenándome de orgullo.
La sonrisa de Sukuna se ensancha ante mi desafiante respuesta, como si estuviera encantado por mi atrevimiento.
-Oh, querida, parece que tienes más coraje del que pensaba -dice con una risa siniestra, claramente entretenido por mi actitud desafiante-. Pero no te equivoques, incluso los dioses pueden ser derrotados si subestiman a sus oponentes. Menos yo, a mí hasta los dioses me temen.
Trago saliva, sintiendo la tensión en el aire mientras nos preparamos para nuestro enfrentamiento. No sé si podré vencer a Sukuna, pero al menos tengo una oportunidad de ganar algo de tiempo y encontrar una manera de escapar de esta pesadilla.
Nos preparamos para el combate, cada uno con una mirada feroz en nuestros ojos. El silencio del callejón parece palpitar con anticipación, como si estuviera esperando a ver quién saldrá victorioso de este enfrentamiento. Me muero de nervios, seguro muero.
-Entonces, ¿cuál será la regla de esta pequeña competencia, querida? -pregunta Sukuna con una sonrisa burlona, como si estuviera ansioso por comenzar.
-¿Qué tal si luchamos hasta que uno de nosotros no pueda levantarse más? -propongo con voz firme, tratando de ocultar mi creciente nerviosismo.
Sukuna asiente con aprobación, su expresión llena de anticipación por el desafío que se avecina.
-Muy bien, acepto tus términos. Pero ten en cuenta que no mostraré misericordia si te atreves a rendirte antes de tiempo -advierte con una sonrisa maliciosa, claramente ansioso por comenzar nuestra batalla.
Asiento con determinación, tratando de infundirme valor a mí misma a pesar del miedo que me consume por dentro. Sé que esta será la prueba más difícil de mi vida, pero estoy decidida a enfrentar a Sukuna si eso significa que podré vivir y salvar a Yuji o curarle, aunque sin corazón va a ser difícil.
-Que comience la batalla, Sukuna -digo con voz temblorosa, preparándome para enfrentar al rey de las maldiciones.
Corro hacia Sukuna y doy un puñetazo, el para mí puño con su mano, sonríe de forma siniestra.
Sukuna bloquea mi golpe con facilidad, su sonrisa siniestra nunca desaparece mientras me mira con desprecio. Su fuerza es abrumadora, pero me niego a rendirme sin luchar.
-¿Es eso todo lo que tienes, querida? -pregunta con voz burlona, empujándome hacia atrás con un simple movimiento de su mano.
Trato de mantenerme firme, a pesar de la sensación abrumadora de estar luchando contra un enemigo imparable.
-No... no me rendiré tan fácilmente, Sukuna -respondo con determinación, reuniendo todas mis fuerzas para continuar la batalla.
Sukuna ríe con desdén, como si mi valentía fuera algo digno de risa.
-Entonces demuéstrame de qué estás hecha, querida -dice con una sonrisa siniestra, preparándose para contraatacar.
Se que soy insignificante para él, pero hay algo que él no sabe, soy ágil, no me gusta alardear, pero siempre fui la mejor en gimnasia.
Me lanzo hacia atrás, esquivando hábilmente el contraataque de Sukuna y girando en el aire para aterrizar con gracia unos metros más allá. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, pero me obligo a mantener la compostura mientras me preparo para mi próximo movimiento.
Sukuna me observa con una mezcla de sorpresa y diversión, como si no esperara que pudiera esquivar su golpe con tanta facilidad.
-Interesante... parece que tienes algunos trucos bajo la manga, querida -comenta con una sonrisa siniestra, claramente intrigado por mi habilidad para esquivar sus ataques.
-No subestimes a tu oponente, Sukuna -respondo con voz firme, tratando de mantener mi confianza a pesar del miedo que me consume por dentro.
Sukuna asiente con aprobación, su expresión llena de anticipación por el próximo round de nuestra batalla.
-Entonces demuéstrame de lo que eres capaz, pequeña hechicera -dice con una sonrisa desafiante, preparándose para lanzar su próximo ataque.
Me lanzo hacia adelante, utilizando mi agilidad para esquivar los golpes de Sukuna y contraatacar con una serie rápida de patadas y puñetazos. Sukuna bloquea mis golpes con facilidad, pero me niego a rendirme, luchando con todas mis fuerzas para mantenerme en pie.
La batalla continúa, cada uno de nosotros luchando con todas nuestras fuerzas en un esfuerzo por salir victorioso. El callejón se llena de sonidos de golpes y gruñidos, mientras luchamos sin descanso por el control del campo de batalla.
Por un momento, parece que estoy ganando terreno, mis golpes golpean su cuerpo con fuerza, pero Sukuna se niega a retroceder. Su fuerza es abrumadora, pero sigo luchando, negándome a rendirme ante la adversidad.
Finalmente, después de lo que parece una eternidad, Sukuna lanza un golpe final, su puño se estrella contra mi cuerpo con fuerza abrumadora. Siento el impacto como un rayo, mi visión se nubla mientras caigo al suelo con un gemido de dolor.
Sukuna se acerca lentamente, su sonrisa siniestra llena de triunfo mientras se prepara para entregar el golpe final.
-¿Has tenido suficiente, querida? -pregunta con voz burlona, claramente disfrutando de mi derrota inminente.
Respiro hondo, tratando de reunir las últimas fuerzas que me quedan mientras me preparo para enfrentar mi destino con miedo.
-Supongo que es justo...
-No te desanimes, querida.- sonríe de forma maligna.
Pero de pronto las marcas de color negro van desapareciendo, los ojos rojos de Sukuna desaparecen y se vuelven de color castaño, ¡¿Yuji?! Mierda, Yuji, ahora no, no...
-Hola...- cae al suelo desplomado.
Yuji cae al suelo, desplomado frente a mí. Corro hacia él, sintiendo el pánico apoderarse de mí mientras me arrodillo a su lado.
-Yuji, ¿estás bien? ¡Yuji! -exclamo, sacudiéndolo suavemente en un intento desesperado por despertarlo.
Pero no responde. Su rostro está pálido, su respiración es débil. El miedo me consume mientras me doy cuenta de que no tengo idea de cómo ayudarlo. ¿Qué debo hacer?
-¡Por favor, Yuji, despierta! -suplico, las lágrimas brotando de mis ojos mientras busco desesperadamente una señal de vida en su rostro inerte.
Pero Yuji sigue sin moverse. El silencio del callejón parece ensordecedor mientras me doy cuenta de que estoy sola, sin ayuda y sin esperanza de salvarlo.
-¡Alguien, por favor, ayuda! ¡Necesitamos ayuda aquí! -grito, esperando desesperadamente que alguien responda a mi llamado de socorro.
Pero el callejón sigue vacío, sin signos de vida más allá de nosotros dos. La desesperación me consume mientras me doy cuenta de que estamos completamente solos en esta oscura pesadilla.
No tengo opción. Tengo que hacer algo, cualquier cosa, para salvar a Yuji. Reúno todas mis fuerzas, luchando contra el dolor y el miedo que amenazan con consumirme mientras me preparo para realizar un último esfuerzo desesperado por salvar a mi amigo.
Con manos temblorosas, comienzo a concentrarme en mi energía maldita que llevo dentro, buscando desesperadamente cualquier rastro de poder que pueda usar para ayudar a Yuji. Mi mente se nubla con la tensión mientras me esfuerzo por encontrar una solución a nuestra situación desesperada.
-¡Por favor, que funcione! -susurro, cerrando los ojos con fuerza mientras me concentro en el único objetivo que importa: salvar a Yuji.
Una sensación de calor comienza a inundar mi cuerpo mientras canalizo todas mis energías en un intento desesperado por curarle. Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras me esfuerzo por mantener mi concentración, bloqueando todo pensamiento excepto el deseo ferviente de salvar a Yuji.
Y entonces, sucede. Una luz brillante de color verde, sale de mis manos, envolviendo a Yuji en su cálido resplandor. Siento una oleada de alivio mientras observo maravillada cómo su rostro pálido comienza a recobrar el color, su respiración se vuelve más regular, su pecho se cierra lo que significa que su corazón ha vuelto.
-¡Funcionó! -exclamo con alegría, sintiendo un peso levantarse de mis hombros mientras observo cómo Yuji abre lentamente los ojos, parpadeando confundido.
-¿Qué... qué ha pasado? -pregunta débilmente, mirándome con confusión mientras trata de incorporarse.
-¡Yuji, estás bien! -exclamo, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas de alivio corren por mis mejillas.
Yuji se queda quieto por un momento, aparentemente aturdido por mi reacción. Pero luego, una sonrisa se forma en su rostro mientras me devuelve el abrazo con fuerza.
-Gracias, ¿qué fue lo que pasó? -pregunta, su voz llena de preocupación mientras me mira con ternura.
-No lo sé con certeza, pero creo que logré usar mi energía maldita para curarte -explico, sintiendo una mezcla de orgullo y asombro mientras reflexiono sobre lo que acaba de suceder.
Yuji asiente con comprensión, su expresión llena de gratitud mientras me abraza con fuerza.
-Estoy eternamente agradecido, gracias por salvarme -dice con sinceridad, su voz llena de emoción mientras me mira a los ojos.
Sonrío, sintiendo una oleada de calidez inundarme mientras miro a Yuji.
-Sukuna te arrancó el corazón, por cierto.- explico.
-¿Tienes energía maldita para curar?- pregunta Yuji alzando una ceja.
-Y también puedo crear explosiones y algo de hielo, aunque mi habilidad de hielo creo que es un conjuro.- miro mis manos.- Ah por cierto, vuelves a estar sin camiseta.
Yuji mira hacia abajo, sorprendido al darse cuenta de que está sin camiseta nuevamente. Se sonroja ligeramente, sintiéndose un poco avergonzado por la situación.
-Lo siento, parece que Sukuna se ha acostumbrado a quedarse sin camiseta. -dice con una risa nerviosa, tratando de ocultar su incomodidad detrás de una sonrisa.
Me encojo de hombros, tratando de no reír ante su reacción.
-No te preocupes, ya me he acostumbrado a ver tus abdominales y pectorales. -respondo con una sonrisa, tratando de aliviar la tensión del momento con un poco de humor.
Yuji asiente con agradecimiento, sus ojos brillando con gratitud mientras me mira.
-Volvamos a la academia, tenemos que informar a Gojo de que hemos acabado y tratar mis heridas.- digo tocando mi cabeza que tiene la sangre seca.
Me levanto del suelo, me quito la chaqueta y se la doy a Yuji para que se cubra el torso, yo me quedo en una camiseta de tirantes de color amarillo que llevaba debajo de la chaqueta. Ambos nos vamos caminando hacia la academia con tranquilidad... Creo que estoy enamorada pero no de Yuji sino de Sukuna...
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