Ayer no escribí. No escribí ni una palabra. El cerebro está casi entumecido y me reclama por no traer a la realidad todas las ideas que circulan incansables en su interior. Son rumiantes remolinos que ignoro de forma consciente. No quiero escribirlos, ayer no escribí ni antier ni el día anterior a ese. No porque ya haya escrito suficiente, no por falta de inspiración ni de recursos ni de ganas. Ayer no escribí porque estoy cansado. No me interpretes de manera equivocada, escribir no me cansa, pero la vida sí. Me cansa esta vida que estoy obligado a vivir. Me cansa pensar qué desayunaré mañana. Me cansan los procesos que debo seguir para seguir. Me cansa estudiar una carrera que me aburre. Me cansa vivir en esta casa. Y no puedo hacer nada. Ya no quiero ni debo escribir sobre el odio hacia esa mujer que desgració mi vida. Ya no tengo ganas. Quiero mundos nuevos, nuevos retos, consumir y crear arte que me inspire. No quiero esta vida donde debo estar sometido al orden de los procesos. No quiero esta vida donde debo cumplir adecuadamente cada proceso y revisar y retroalimentar de ser necesario. Me cansa vivir como máquina pero la vida es mantenimiento constante. Si no duermo, me deprimo. Si me deprimo, no escribo. Si no escribo, caigo en el suicidio intelectual, donde no deseo moverme de mi cama y la verdad qué puta basura es esto que acabo de sacar...

Ayer no escribí.

Temí por el dolor de mis manos,

temí por mi cerebro

exprimido y desgastado.

Ayer no escribí

no por falta de inspiración

porque esa fluye como agua

cuando se abre el grifo

y el mayor problema es saber pararla.

Ayer no escribí, estaba cansada.

Ayer no escribí, todo lo que pienso me da asco.

Este escrito me da asco.

Corrijo y edito antes de ponerlo en palabras.

Me exijo demasiado, me reprendo.

No quiero escribir porque me da miedo.

Me da miedo escribir algo feo,

algo que no sea arte,

algo que no me cause orgullo.

Me da miedo escribir algo

así que decidí

descansar unos días

porque la verdad no logro ordenar las palabras en mi cabeza

y me causa terror, me paraliza la idea de escribir algo... feo.

Ayer no escribí porque no quise,

mis manos no dolían,

no hacía frío,

no tenía tareas.

Solo estoy agotado de esta vida,

de este ciclo, de esta inmundicia

y por eso no quise escribir.

Por eso ayer no escribí.

No logro ordenar las palabras. Las ideas son imágenes que fluyen con la corriente. El grifo se abre sin permiso y no me deja dormir. No logro atrapar la frase adecuada para empezar, cuando me decido a hacerlo, a buscar cómo transmitir el pensamiento, mi cerebro dice "no". Quizás he escrito demasiado y solo estoy cansado. Quizás necesito una nueva perspectiva. Hace meses me sentí soberano en mi propio mundo, hoy la fatiga y el hastío hace que pese demasiado cada acción. Hacen que mis manos pesen al momento de abrir o cerrar el grifo que se abre y se cierra según su propia voluntad.

¿Qué es la poesía? Yo no.

¿Puedo seguir siendo poeta

aunque pasen meses,

aunque pasen años

sin que yo

haya escrito

alguna palabra?

¿Qué es la poesía sino...? Algo que no puede abarcarse en absolutos.

¿Quién soy yo? Aspiro a ser hoja en el río, ser hoja fluyendo en el agua de ese grifo que corre y se marcha sin objetivo.

Deseo ser tan blasfemamente rico que no necesite volverme máquina siguiendo procesos para conservar mi humana existencia en este mundo que cada vez amo más. Lo amo más cada día pero no tengo tiempo ni ganas para experimentar todos los sabores y ruidos que deseo vivir. Mi voluntad debe guiar a mi mente para seguir de forma coherente esta disciplina de seguir vivo, de mantener a este cuerpo vivo porque morir es no escribir y yo deseo escribir hasta que mi aliento se extinga.

Esto no es poesía, es un grito de ayuda. Es el grito más calmada que mis dedos han manifestado porque sé que debo seguir y seguir y seguir y cualquier alarido se vuelve queja irreconocible.

Puedo solo. He llegado hasta acá

solo. Debo seguir y caminar y respirar y seguir.

¿Quién soy ahora que mi ira se ha aplacado?

¿Quién soy ahora que mi forma de bestia ha sido domada?

¿Quién soy ahora que el odio no es mi guía?

¿Quién soy ahora?

¿Quién soy?

No quiero ser guiado por el amor, me niego a volverme un cliché barato. Me niego a ser aplacado. Me niego a que esta ira adormecida fallezca al igual que yo. Me niego rotundamente a ser guiado por procesos forzados.

Aún no sé quién soy, el camino que escogí es inalcanzable. Odio mi país porque los muros que pintaron son ahora un recuerdo nostálgico. No tengo hacia dónde ir. Quiero ser esclavo de la imaginación punzante que me exige ser escrita. Quiero dejarme llevar por mis instintos menos homicidas, esos que me piden y me suplican que los escuche y me vaya con ellos, que el arte sea mi guía.... Pero no puedo. No puedo dejarme guiar por eso. Debo sobrevivir, por más tentativo que sea caer en la locura y luego en la pobreza. Por más tentativo que sea no existir legalmente como persona. Por más tentativo que sea el suicido luego de escribir una obra maestra. Quiero ser más de lo que soy ahora. Quiero vomitar las fantasías de este mundo mitológico que me prometieron hasta que no aparezcan ni los rastros de su presencia en mi cerebro.

Quiero escribir hoy porque mañana no lo haré, debo jugar a atrapar la felicidad en mis manos y regalar sonrisas que ya no retuerzo. Quiero escribir hoy porque mañana debo experimentar sucesos que no son transmitidos por una pantalla. Quiero escribir...