Capítulo Veintinueve
— No me voy a morir tan pronto, ¿ven?
— Papá, te salvaste por suerte.
SunHa susurró antes de rodar los ojos. Kai se removía en su regazo con aburrimiento, demasiado ansioso por llegar a casa y jugar en la piscina o ver a su hermano mayor.
El pequeño no parecía tener sueño aún sin haber dormido durante toda la noche en la clínica, y tampoco parecía que iba a dormir cuando ya eran las nueve de la mañana.
— ¿Crees que puedas tener el ramen listo para cuando lleguemos? —Hablaba YoungMi por celular desde el otro lado del auto—. Mmm, como a diez minutos, si pones el agua a hervir probablemente ya esté hecho... Somos seis, si también quieres le sumas... ¿BeomGyu? Está con su novia... ¿En el gimnasio? Oh, pregúntale si quiere entonces...
SunHa frunció el ceño cuando "BeomGyu" fue pronunciado. Se le hizo extraño que el chico haya llegado tan temprano a casa, así que mientras ignoraba la conversación que tenía su hermana con la empleada, decidió mandarle mensajes a su menor, esperando que confirmara que estaba bien.
Bebé 💕
Cariño, ¿ya desayunaste?
— ¿Tienes a Tete como bebé? —preguntó Kai mirando la pantalla del celular—. Él ya no es bebé.
— Aún siendo un ancianito será mi bebé —respondió SunHa al menor, sonriéndole antes de pellizcarle con delicadeza la mejilla—. Así como tú.
No, recién me levanté :(
¿Tan tarde?
scjfundhkjgf
>:( Ya estamos llegando
Está bien, mami <3
Kai dice que te extraña
— Kai... di.. ce que te... ¿es... traña? ¡Yo no dije eso! —chilló el niño con las mejillas rojas luego de leer, robándole una sonrisa a Berel que iba sentado al lado de la mujer y del pequeño—. ¡Papá, mamá miente!
— ¿No extrañas a Tete? —Berel cuestionó aún sonriendo.
— ¡No! Yo... —el pequeño devolvió su atención al celular, leyendo el último mensaje de su hermano—. Tam... bien lo es... ¿traño? ¡Oww! ¡Tete es muy lindo! ¡Dice que me estraña! ¡Tete, te estrañooo!
SunHa soltó una carcajada antes de apagar el celular y asegurar el agarre en la cintura del pequeño, inmediatamente cosquilleando su vientre . Kai comenzó a reírse y suplicar que parara ¡No puedo respirar! pidiendo auxilio ¡Papá, ayúdame, me voy a morir! Mas Berel solo podía tomarse el tiempo de grabar la cálida escena con su celular, sin notar la mirada de los otros presentes.
El abuelo parecía orgulloso. Siempre tuvo una ligera preferencia por la menor de sus hijas, SunHa. Y le alegraba completamente que su niña fuera feliz, al lado de un hombre que la amaba, y teniendo dos "niños" que aún si no eran de su vientre, le pertenecían al corazón. SunHa ya había sufrido demasiado, muchas noches JungHo lloraba por la menor, esperando que la felicidad llegara a su vida de una buena vez.
Y lo logró, SunHa había logrado salir adelante, y JungHo sería capaz de deshacerse de cualquiera que destruyera la estabilidad emocional de su hija.
Por otra parte, YoungMi tenía una vida contraria. JungHo en serio quiso ayudarla cuando pudo, pero una vez que la mujer se embarazó de dos gemelas, todas las esperanzas se fueron al río. YoungMi no quería escuchar sus palabras, ella aseguraba que era feliz, y se lo quiso demostrar cuando se embarazó por segunda vez, esta vez con un varón en su vientre.
JungHo debería estar contento, pero él no podía sonreír sabiendo que el hombre que iba al lado de su hija no era más que una máscara. No lograba confiar en DangHoon por mucho que se esforzara, y cuando este se atrevió a golpear a su nieto enfrente suyo, lo descartó por completo.
Solo esperaba que BeomGyu nunca siguiera los pasos de su padre, ¿pero qué podía esperar cuando su madre estaba igual de mal que ese hombre? JungHo incluso llegó a mandar detectives para que le comprobaran a la ingenua y tonta de YoungMi que su esposo le era infiel, pero ni con las fotos respectivas ella podía abandonar a ese hombre que solo traía dolores de cabeza.
Se resignó a dejarla destruirse, algún día ella abriría los ojos. Él solo esperaba que sus tres hijas sean felices. La menor lo había logrado, la del medio no parecía ver el infierno en el que vivía, y la madre de RyuJin y Lia ni siquiera se preocupaba por su futuro (por lo menos ella no hacía caso a los comentarios venenosos de otros). JungHan, su único hijo varón, seguía siendo inmaduro e iluso, creyendo que su esposa lo quería cuando ella solo quería la billetera que llevaba.
Pero SunHa estaba bien. SunHa estaba feliz, Berel estaba feliz, Kai estaba feliz, Taehyun estaba feliz, y eso le subía la esperanza al viejo hombre quien esperaba un futuro feliz para todos sus hijos y nietos, por más que no lo demostrara. Ahí sería cuando él también estaría completamente feliz.
— ¡Tete, vi tu mensaje! —chilló Kai apenas entró por la puerta principal, encontrándose con Taehyun en el sillón jugando en el celular, pero de inmediato se levantó para atraparlo en sus brazos—. ¡Taehyun bonito! No sabes que mal olía la clínica, huele a crema de pies.
El rubio puchereó antes de besar la mejilla de Kai, en el mismo instante toda la familia ingresaba a la casa, el abuelo siendo ayudado por Berel.
SunHa se acercó hasta besar la mejilla del rubio, dejando una marca de labial. — ¿Irás a algún lado?
— Buenos días a ti también, mamá —respondió sarcásticamente mientras dejaba al niño en el suelo—. Y no, ¿por qué?
— Hueles a maquillaje.
Taehyun le rodó los ojos con una sonrisa, recibiendo un pequeño golpe en el brazo por la falta de respeto.
— YonHee —Mientras todos dejaban sus cosas en los sillones, YoungMi llamó a la empleada con cierto cansancio—. ¿Lograste hacerlo?
— Sí, señora —respondió la muchacha, asintiendo con la cabeza—. ¿Lo sirvo ahora?
— Por favor. Y dile a BeomGyu que venga a desayunar.
— A su orden.
YoungMi volteó hacia la mesa para sentarse y descansar, siendo seguida por SunHa. Todos se iban a lavarse las manos, el abuelo a darse un baño, BeomGyu llegando a la mesa ya aseado. El día se veía diferente, o tal vez solo era idea suya de lo estresada que estaba.
— ¿YonHee tiene hijos? —preguntó SunHa a su lado, tratando de sacarle tema de conversación.
— Una nena de siete años —le respondió sin ánimos, volteando a mirar a su hijo—. ¿Por qué llegaste tan temprano?
— ¿No me quieres en casa? —BeomGyu preguntó divertido mientras tomaba asiento, siendo visto por las dos mayores.
— Creí que ibas a quedarte en casa de tu novia.
— ¿Salió mal? —SunHa preguntó, BeomGyu se encogió de hombros—. ¿Sí?
— Estamos bien, supongo —YoungMi no se vio convencida, pero a BeomGyu no podía importarle menos—. ¿Y qué tal con el abuelo?
— Fue a bañarse, pero está bien —SunHa respondió por YoungMi, que se distrajo mirando sus uñas—. Solo fue un susto.
— Siempre es un susto con él.
— Ni creas, esta vez se salvó de milagro —SunHa abultó los labios, desviando la mirada hacia los sillones, en donde Kai parecía contarle algo a Taehyun en susurros—. ¡Bebés, vengan, YonHee está sirviendo el desayuno!
Los dos menores miraron hacia la mujer antes de que Taehyun tomara en brazos a Kai, llevándolo a la silla alta especial para él. La mañana estaba transcurriendo normal como todos los días, sin la presencia de las gemelas ni de DangHoon. Mas SunHa no se sentía tranquila en lo absoluto, algo en su pecho la hacía desconfiar del alrededor, y esa sensación no se fue ni cuando ya todos habían tomado asiento, comiendo el ramen instantáneo que preparó la empleada.
— Buenos días.
— Buenos días, amor —YoungMi fue la única en hablar cuando DangHoon se sumó a la mesa desprevenidamente—. ¡YonHee, sirve un plato más! ¿A dónde fuiste? Saliste muy tarde... ¿Hubo algún problema?
— De seguro se encontró con alguna arpía.
— Papá, por Dios —se quejó YoungMi.
— Bueno, al contrario de lo que dice mi querido suegro... No. Un empleado arruinó todo el proyecto de este mes —DangHoon relató, no hacía falta decir que muy pocos presentes estaban interesados, por lo menos YoungMi sí—. ¿Y sabes qué es lo peor? Que su estupidez fue por culpa de un maricón. En vez de hacer el trabajo, comenzaron a joderse, pero qué puedo esperar de unos putos homosexuales...
— No hables de esa forma en la mesa —pidió la madre de BeomGyu, notando el rostro incómodo de los invitados de Estados Unidos, menos el niño que estaba enfocado en devorarse la comida.
— Ni en ningún otro lugar —añadió el anciano—. Creo que estarías igual de enojado si hubiera pasado con tu secretaria y el empleado, ¿no? Aunque conociéndote, estarías mucho más enojado por tratarse de tu amante sacándote los cuernos con un "maricón".
— Papá, maldita sea —bufó YoungMi, mirando con molestia al viejo hombre que se encogía de hombros inocentemente—. Deja de decir eso.
— Es la verdad, que tú no quieras aceptarlo es otra cosa.
— Ya, el problema no es ese —cortó de inmediato, volteando hacia su esposo que ignoraba la discusión—. ¿Y qué hiciste?
— Despedirlos, no voy a dejar que maricones jodan mis cosas.
— Dijo el maricón.
YoungMi volteó por segunda vez hacia el anciano con el rostro completamente enojado, de la misma forma que DangHoon.
— Papá, por favor, detente.
— Para su información, ni yo, ni nadie de mi familia es homosexual, suegro.
— ¿Y eso qué me importa?
— De seguro le importa mucho, parece que no se puede ubicar y confunde a los demás.
— DangHoon, si tú, tu hijo, y tus hijas son homosexuales, no me importa, créeme.
— ¡Ni yo ni mi hijo somos cabros! ¡Mis hijas tampoco son unas asquerosas!
— Ya basta, por Dios —YoungMi suplicó, sintiéndose completamente apenada de la escena que se formaba frente su hermana y su familia—. Están haciendo todo un escándalo por una tontería.
— ¿Una tontería te parece que tu esposo sea un primate? —JungHo soltó una carcajada, se estaba cansando de ello—. Mira que insultar de esa forma cuando probablemente hay homosexuales en la familia. No sabría qué hacer si RyuJin estuviera acá. No, espera, de seguro ella ya lo hubiera puesto en su lugar por mí.
— Que su nieta sea lesbiana no es mi problema.
— Por eso mismo deberías coserte la boca.
— ¿El ramen no está buenísimo?
— No me coseré la boca si se mete con mi hijo e hijas, ellos son normales.
— ¿Le llamas anormal a lo homosexual? ¿Seguro que no eres un gay de clóset?
— Claramente no lo soy.
— Bueno, no se puede decir lo mismo de tu hijo.
— ¡Papá, ya detente, joder! —YoungMi levantó la voz, soltando sin cuidado el tenedor en su plato y asustando a los menores por el ruido—. ¡BeomGyu no es homosexual, entiéndelo!
— ¿Y qué si lo fuera, mamá?
La mujer volteó la mirada hacia el menor inmediatamente, con las mejillas encendidas del coraje, ya no le importaba estar pasado vergüenza enfrente de su perfecta hermana y su perfecta familia. BeomGyu parecía desafiante, sin inmutarse cuando DangHoon se levantó, haciendo rechinar la silla en aquel movimiento brusco.
— Atrévete a tocar a mi nieto para que te vuele la cabeza de una —rezongó el abuelo al notar las intenciones de DangHoon, deteniendo su cuerpo pero no su boca.
— ¿Cuándo dejarás de ser un puto homosexual? —gruñó el hombre.
— Lo mismo te pregunto —murmuró el menor, sin miedo a los ojos furiosos de su padre—. ¿Cuándo dejarás de ser un puto pederasta?
YoungMi jadeó, de la misma forma que SunHa, quien reaccionó inconscientemente tomando la mano de Kai. El lugar se envolvió en silencio, YoungMi decepcionada de la acusación tan errónea y difamadora que su hijo había hecho contra su padre en un arrebato de furia.
Pero no se podía decir lo mismo de JungHo, Berel, y SunHa, quienes fruncieron el ceño con confusión, esta última miedosa, apretando la mano de Kai que no entendía lo que pasaba ni la razón del por qué todos parecían enojados.
— BeomGyu, no vuelvas a decir eso —mandó la madre de este, negando con la cabeza—. Eso es pasarse de la línea.
— ¿Escuchaste, papá? —El de cabellera azabache sonrió vacío, sin importarle su alrededor—. Violar a niños es pasarse de la línea.
— ¡Ya, Choi BeomGyu! ¡Por una mierda!—sollozó YoungMi cansada— ¡¿No puede haber un día en el que no jodas?! ¡¿En el que ustedes dos no jodan?!
— Berel, llévate a Kai, es muy pequeño para escuchar esas cosas.
El hombre asintió incómodo a las palabras del anciano, tomando al niño en brazos antes de llevarlo escaleras arriba, aun si Kai se quejaba en súplicas de querer terminar los fideos, a lo que luego vendrían los cuestionamientos de "¿Qué es violar?" "¿Eso es malo?" "¿Por qué Tete está llorando?"
Mientras, en la mesa, YoungMi no dejaba de gritar enojada, sacando a luz la molestia de vivir en medio de dos hombres que no soportaba, que no la valoraban, que arruinaban su día.
— ¡Porque ninguno de los dos piensa en mí! ¡Ni en mi salud, ni en mis sentimientos! ¡¿Me quieren matar?! ¡Mátenme de una puta vez! ¡Ya me harté!
— ¡Yo también me harté de ti! —respondió el azabache, callando a su madre sin pensar—. ¡No piensas en mi! ¡Ni en mi salud, ni en lo que siento! ¡Aceptas que este estúpido haga lo que se le plazca!
— ¡Cállate! —YoungMi no resistía sus emociones, su respiración fallando en medio de sollozos—. ¡Respeta a tu padre!
— ¡Este pederasta no es mi padre!
— ¡Basta de llamarlo así! ¡Eres igual que tu abuelo!
— ¡Gracias por compararme con él y no con la mierda que conseguiste de marido!
— ¿Cómo diablos te atreves a faltarme el respeto? — DangHoon salió de su trance antes de caminar amenazante a BeomGyu, el que se levantó para enfrentar algo que fue cortado inmediatamente.
— Basta los dos, y cállense de una vez. Me van a matar. —Mandó el anciano, respirando pesadamente.
No podía quitar su mirada de su hija YoungMi, quien lloraba tapándose el rostro, pero lo que más lo perturbaba era el rubio que estaba a tres asientos. Taehyun había bajado la cabeza, dejando de sus lágrimas cayeran en su pantalón mientras SunHa lo sacudía con cuidado de los hombros, suplicándole que le dijera qué le pasaba.
— Taehyun —llamó el anciano, sin recibir respuesta—. Deja de ser un cobarde y levanta la cara.
— Papá —susurró SunHa intranquila, todas las miradas ahora iban hacia su pequeño, lo que la alteraba más. BeomGyu parecía más enojado, YoungMi no entendía, DangHoon no tenía expresión, y JungHo parecía estar procesando—. No lo intimides, por favor.
— Taehyun —llamó por segunda vez, y la reacción del menor solo fue encogerse en el asiento—. Todo puede acabar si hablas.
— No acabará —sollozó el chico, negando con la cabeza y sin poder levantar la mirada—. Nunca lo olvidaré...
— Mi amor, ¿de qué estás hablando? —SunHa musitó nerviosa, tomando las mejillas del rubio con insistencia—. Taehyun, dímelo, qué está pasando contigo, por favor... no me asustes, mi niño...
JungHo vio atentamente el rostro de Taehyun levantarse con cuidado hacia BeomGyu, entonces la mano del anciano fue a su bolsillo, mientras BeomGyu le dedicaba un rostro resentido a DangHoon, este solo podía observarlo con amenaza para callarlo, algo que el anciano fotografió mentalmente.
— ¿T-tú...?—SunHa tartamudeó sin poder sincronizar antes de mirar hacia donde observaba Taehyun, que era BeomGyu—. ¿Fue lo que pasó cuando fuimos a casa de tu abuelo? Mi príncipe, lo-
— Taehyun... ¿puedes hablar? —el abuelo recibió una negación de cabeza, Taehyun parecía palidecer cada vez más—. ¿Puedes... señalar?
El rubio se mordió fuertemente el labio inferior, dedicándole una mirada en socorro hacia JungHo, quien asintió para que siguiera. Lo único que hizo Taehyun fue mirar a DangHoon, quien jadeó en una sonrisa incrédula. El comedor era cada vez más silencioso, lo suficiente para escuchar la voz rota de YoungMi en susurros, suplicando que sea mentira.
La escena se veía irreal para JungHo, ¿cómo solo unas palabras podrían arruinar la felicidad de SunHa? ¿Arruinar las emociones de YoungMi, el orgullo de BeomGyu, y aún así seguir manteniendo estable a DangHoon? Tal vez esto último era lo que más detestaba, que el hombre no tuviera arrepentimiento en su mirada.
Ya no sabía si era real, si las acusaciones de su nieto eran ciertas, y si la mirada miedosa de Taehyun a DangHoon iba en ese sentido. Tampoco sabía si fue real el grito asustado de YoungMi luego de que una bala estruendosa cayera en el pecho de su esposo, haciendo caer a DangHoon al suelo y manchándolo del mismo color que la ropa de muchas víctimas suyas.
No fue solo uno, ni dos, el anciano se encargó de gastar todas la balas que tenía en ese vieja pistola que siempre llevaba para defenderse de infelices, ¿por qué no gastarlas en el hombre que quería arruinar la linda familia de su hija? ¿Por qué Berel tuvo que llamar a la policía? ¿Por qué Taehyun y BeomGyu huyeron de tal escena, abandonando a sus madres que no sabían qué hacer más que gritar que se detuviera?
JungHo no tiene la respuesta de ninguna pregunta. Solo sabe que los rayos solares atravesando los ventanales, le dan un toque bello y placentero al cuerpo inconsciente bañado de granate.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro