Capítulo Nueve
— Lo único que tienes que hacer es estudiar, ¿acaso no puedes hacerlo bien, Taehyun? ¡Es solo una cosa, estudiar!
El regaño de HanSung no había parado desde que se anunció la caída en las calificaciones del menor: estaba tan acostumbrada a recibir halagos por su hijo magníficamente inteligente y educado que no era capaz de creerlo.
— ¿Qué está pasando en tu cabeza? —siguió, sin siquiera mirar al niño sentado sobre la alta silla por estar cortando las verduras para el almuerzo—. ¿De esa forma pagas mi esfuerzo? ¿Acaso quieres que me enoje contigo?
El silencio fue la respuesta a las tantas preguntas de la mujer, quien volteó irritada al no tener la voz del menor excusándose o siquiera disculpándose por sus bajas calificaciones.
Taehyun solo miraba como sus pequeños pies no alcanzaban el suelo, en silencio tranquilamente sentado como si nada estuviera pasando. Esto desató aún más el coraje en su madre.
— ¡Respóndeme cuando te hablo! —Su fuerte grito logró asustar a su hijo, pero este ni se tomó la molestia de mostrárselo—. ¡¿Acaso quieres que te castigue?! ¡¿Eso es lo que necesitas para volver a ser un niño bueno, Taehyun?!
Y por más que amenazara o gritara, Taehyun no tenía ninguna otra reacción que quedarse callado, arrugando la tela de sus shorts en sus manitas y reteniéndose de llorar.
No quería mostrarle a su madre que era débil, tampoco decirle que últimamente se sentía demasiado cansado como para despertar o para mantenerse atento en clase.
Era difícil, todo el día se le hacía difícil, pero su madre no comprendería. Aquella mujer que ahora mismo estaba tomándolo de los hombros tratando de que dijera algo no entendería el dolor en sus lágrimas.
— Mírate, ¿y ahora te vas a poner a llorar? —dijo irónica, soltándolo por fin y dejando que su mirada cayera de nuevo al suelo, así como esas pequeñas gotitas que salían de sus ojos—. No hagas un berrinche, Taehyun, es muy obvio que no te voy a felicitar por reprobar las materias.
HanSung se dedicó a seguir cocinando el almuerzo. No le agradaba para nada que Taehyun se la pasara callado, cuando antes siempre la recibía con miles de anécdotas apenas llegaba del trabajo a su antiguo hogar.
— ¿No entiendes muy bien las clases? —preguntó intentando sacarle un tema de conversación al pequeño, pero sin detenerse de su labor—. A veces algunos temas se vuelven complicados, solo es cosa de seguir intentándolo, Taehyun.
Pero Taehyun no respondía ni a eso, seguía llorando en silencio, cosa que la hizo suspirar rendida. Era difícil desafiar a Kang cuando este parecía ni siquiera poder devolver el golpe.
Por eso mismo, HanSung dejó las zanahorias a un lado para poder acercarse a su único hijo, quien no quería ni levantar la mirada.
— Hey, deja de actuar de esa forma —mandó rodando los ojos, situada en frente de la silla donde estaba su hijo— ¿Quieres que me disculpe contigo o qué?
Y tal vez HanSung era lo suficientemente débil como para hacerlo sin recibir alguna respuesta del menor.
— No importa si tus notas están mal, estoy segura que luego subirán y seguirás siendo el puesto uno, Taehyunnie. Tú eres un chico inteligente—. HanSung siempre quiso creer que Taehyun podía con todo, con absolutamente todo—. Ven, dale un abrazo a mamá.
Sus brazos se abrieron para recibir el cuerpo de su pequeño, el cual nunca se animó en ir en aquella fracción de minuto.
— Dale un abrazo a mamá, Taehyun —repitió, la paciencia se perdería—. Deja de ser un resentido y dame un abrazo.
Pero la resistencia de Taehyun en ir a ella o siquiera mirarla la obligó a ser la que lo abrazara, recibiendo un leve rechazo por el toque instantáneamente.
Taehyun parecía querer soltarse, alejarse de su cuerpo, y se podía confirmar en la forma que el llanto ya comenzaba a tener ese sonido molestoso, el menor retorciéndose bajo su agarre y comenzando a llorar fuerte para que lo soltara.
— Tae-
— ¡No me toques! —interrumpió en un sollozo, tratando de soltarse.
— ¡Basta de-
— ¡Suéltame!
— ¡Kang Taehyun, maldita sea! —la mujer se alejó con la ira atormentándola por aquella actitud "mimada" que tenía Taehyun, quien sollozaba tapándose el rostro y encogiéndose sobre el asiento. ¿Qué estaba pasando con él?— ¿Qué diablos te pasa?
El menor sacudió su cabeza en negación, absteniéndose de decir algo.
— Dilo —mandó, posicionando sus manos en los hombros del menor de nuevo pero para que este dejara de esconderse, sin que el llanto se detuviera—. ¡Dime que te está pasando! ¡¿Son tus notas?! ¡Si es eso entonces ya deja tus malcriadeces! ¡No eres un bebé, eres un niño grande, Taehyun!
— ¡No! —negó fuerte, el llanto cada vez más desesperante.
— ¡Sí lo eres! Y ahora mismo me dirás qué diablos te pasa si no quieres que te castigue, dilo —HanSung lo tomó de la cintura y lo bajó al suelo, el cuerpo de su hijo temblando por los espasmos—. ¡Deja de llorar como una niña tonta y dime qué diablos te pasa!
— ¡El señor DangHoon... él..! —La respiración complicada y alterada de Taehyun la dejó quieta, esperando lo que tenía que decir— Él... mamá...
— ¿Él, qué? —insistió, aún si Taehyun parecía no poder responder, tan solo los sollozos creciendo cada vez más— Deja de llorar, ¡deja de llorar y habla!
— ¡Él me lastima! —Hansung lo escuchó, Taehyun necesitaba respirar mientras su voz rota comenzaba a revelar todo—. Él me... me dice que yo... me-
— Habla claro, Taehyun —La mayor lo interrumpió, su rostro de piedra sin inmutarse en lo absoluto—. Deja de balbucear.
— Me toca, y duele, duele mucho, mamá —sollozó, sintiéndose demasiado cohibido al no recibir más que una mirada dura de su mayor—. Yo n-no quiero jugar con él, no quiero ser su amigo-
— Deja de mentir —la voz autoritaria de su madre provocó un escalofrío en su cuerpo, pero de todas fromas siguió.
—No estoy mintiendo, él me hace cosas malas, la maestra lo dijo hoy, eso es malo y-
— ¡Deja de mentir, maldita sea!
— ¡No estoy mintiendo, mamá! —gritó, su pequeño cuerpo llenándose de valentía y fuerza— ¡El señor DangHoon me-
Pero sus palabras fueron cortadas por la palma de madre en su mejilla, dejando aquel sonido sordo que logró callarlo y hasta ahogarlo en un completo silencio, donde la respiración agitada de Hansung era lo único que podría confirmarle que seguía ahí, con él.
El ardor del golpe pareció cedarlo, tan solo sus pequeños deditos encima del dolor que crecería en cuanto la adrenalina se esfumara.
Mientras tanto, lo único que podía hacer era voltear lentamente el rostro hacia su progenitora, mirándola con los ojos llenos de lágrimas y sus mejillas marcadas por esas mismas.
— No le gustas a DangHoon —fueron las palabras que resonaron en un tono furioso—. ¿Le provocaste, eh? ¿Tan niño y queriendo meterte en estupideces? ¡¿Te estás dando cuenta en la mierda que me estás metiendo?! ¡DangHoon no te quiere a ti, él me quiere a mi! —La voz de su madre era extraña, como si quisiera llorar enojada, lo que encogió aún más su corazón—. ¡Y la próxima vez que se te ocurra decirle a alguien este tipo de estupideces, te caera otro golpe, Taehyun!
— No estoy mintiendo —susurró, pero su madre se dio media vuelta, tratando de desatar su enojo en aquella presa de pollo que comenzaba a cortar con furia y sin cuidado—. Mamá, él es malo...
— Todos aquí son malos, en esta casa, en las calles, en otros países, en todos los jodidos lados te encontrarás con personas malas, Tae-
— Pero yo le digo que no quiero y-
— Tanto te quejas, ¿cómo diablos crees que te he tenido? —una sonrisa irónica estiraron los labios de la mayor cuando su mirada chocó con la de su hijo— ¿Acaso crees que yo quería? Mi vida ya era una mierda, pero... vinieron y me hicieron lo que tú dices que te hacen y naciste. Me jodiste por completo —HanSung volvió a seguir con la comida, decidiendo ignorar aquella mirada dolida en el pequeño de cinco años—. Ahora cállate y lárgate a bañar antes de que una cachetada más te haga salir de la cocina.
Y si había algo que comenzara a amar Taehyun, sería la soledad, el poder estar solo, sin niños molestándolo, sin mujeres golpeándolo, y sin ese hombre que lo obligaría a hacer cosas que no quería. Hablar definitivamente fue lo peor que pudo hacer. Era hora de cocerse la boca.
Era hora de aceptar su realidad, y afrontar lo que le había tocado, o simplemente deshacerse de ese sufrimiento de la forma más fácil que podría hacer un niño, o cualquier otra persona que pensara que ya no tenía sentido el vivir.
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