Capítulo Diez
La llegada de YoungMi no despertó la alegría en el pequeño de seis años, quien se balanceaba de una lado a otro con la mano siendo agarrada por HanSung.
BeomGyu solo quería volver a casa y jugar con sus autos, no tener un agradable paseo por aquel centro de la ciudad en pleno sol ardiente que lo hacía sudar de forma molesta.
Pero Taehyun sí estaba ligeramente feliz.
Sin soltarse de la mano de SunHa, Kang miraba emocionado el lago cercano a las áreas verdes, donde algunos patos chapoteaban. La mayor parecía contarle cosas graciosas, ya que el menor no paraba de reírse, sacándole sonrisas tiernas a aquella mujer luego de dos meses sin verlo sonreír.
Ver a Taehyun feliz era demasiado extraño, aún más cuando Beomgyu lo único que escuchaba últimamente eran llantos doloridos desde la habitación de su padre.
Ahora Kang estaba ahí, disfrutando de la brisa junto a una persona que sería capaz de protegerlo de lo que sea.
— ¿Quieres helado, Beomie?
Beomgyu levantó la mirada a HanSung, quien le sonreía demasiado atenta. Él iba a decir que sí, que le gustaría mucho que se lo compraran, pero su madre detuvo aquella respuesta.
— No —YoungMi se posicionó al lado de HanSung sobre la acera ubicada afuera del local de helados, recibiendo una mala mirada del menor de seis años—. He recibido por correo todas las anotaciones de la escuela, te estás comportando demasiado mal como para premiarte, BeomGyu.
El mencionado volteó la mirada hacia DangHoon, quien se encogió de hombros con las maletas de su esposa en manos sin intención de defenderlo o contradecirla.
— Quiero helado —terminó diciendo de todas formas, desafiando a su madre—. HanSung, cómpramelo.
La mencionada se mordió el labio inferior en una acción nerviosa. Ella no quería negarle nada a BeomGyu, pero mirando de reojo a los padres de este negar, no se podía hacer absolutamente nada para cumplirle el capricho.
— Cómpramelo —mandoneó BeomGyu, ahora desviando la mirada de sus padres a la sirvienta de quien tenía la mano agarrada, pero esta movió la cabeza de la misma forma que sus progenitores—. Te estoy diciendo que lo compres.
— Joven BeomGyu, sus padres-
— No me importa lo que dicen ellos —interrumpió de mala gana mientras rodaba los ojos—, te estoy diciendo que lo compres, es una orden.
— Pero no-
— Beomgyu —SunHa por fin se acercó a la famiia que discutía en la acera, sin soltar la mano del pequeño de ojos lindos quien no entendía el ligero alboroto—, compórtate.
La sonrisa irónica del pequeño Choi asustaría a cualquiera, menos a SunHa. — Tú no eres mi mamá para darme órdenes.
— Lo mismo pasa contigo y Hansung —la mayor se veía demasiado enojada. al igual que el niño de seis, pero nadie parecía querer meterse para interrumpir— Tú no eres nadie para mandarla a a hacer algo.
— Ella es la empleada.
— BeomGyu —por fin DangHoon se metió, pero BeomGyu no quiso prestarle su atención o hacerle caso.
Estaba más enfocado en el rostro desesperado de SunHa, su tía, y del niño de cinco años que lo miraba de forma extraña. BeomGyu sentía ganar la pelea, o quería hacerlo.
— HanSung —dijo desviando la mirada de SunHa hacia la mencionada—. Cómprame un helado
La mencionada se mordió el labio inferior de nuevo, era difícil para ella negarle algo al menor, demasiado difícil. Sabía que BeomGyu era capaz de odiarla por un simple "no", pero de todas formas lo volvió a hacer, negando con la cabeza y recibiendo una mirada enojada del niño de seis años.
Como siempre, no se pudo impedir la típica pataleta a la que fue acostumbrado cada vez que algo le salía mal. Su pequeño zapato pisó con fuerza la acera en una señal de que comenzaría, y que le daba cinco segundos a HanSung para retractarse.
Pero eso no pasó, por lo que no dudó nada más para tirar un golpe en el estómago de Hansung con su puño y luego echarse a correr, sin hacer caso a los llamados de su madre.
Toda la familia estaba acostumbrada a ese tipo de comportamiento, y solo quedaba que HanSung lo siguiera hasta convencerlo de volver. BeomGyu siempre hacía pataletas, siempre arruinaba las salidas, él siempre era el niño maleducado que HanSung tenía que aprender a lidiar.
No lo pensó mucho, aun si los llamados de HanSung atrás suyo junto a la voz enojada de YoungMi resonaba, siguió corriendo y corriendo sin detenerse. Pero el llamado asustado de HanSung lo confundió, en realidad, lo confundieron aquellos gritos combinados entre la voz de su madre, DangHoon, y HanSung, por lo que se detuvo en medio de la pista, volteando a mirar.
Su vista nublada solo logró captar el rostro de HanSung demasiado cerca al suyo, en el mismo instante donde sus manos lo empujaban fuertemente y la bocina del auto dejaba un dolor neutro en sus oídos. Sí sintió como su cuerpo cayó fuertemente contra el borde de la acera, junto a un grito desgarrador y su vista nublándose en un negro que lo invadió completamente.
¡Mamá!
BeomGyu no entendería completamente qué pasó, porque él no había visto nada antes de cerrar los ojos. No tanto tiempo después los brazos de YoungMi abrazaron su cuerpo inconsciente junto a un llanto pidiendo ayuda, y el miedo de perder a su único hijo pintándola.
El catástrofe espantó a los transeúntes, quienes solo pudieron mirar atónitos los cuerpos inconscientes de una mujer y un niño, el llanto de otro pequeño comprobando que no era ninguna ilusión.
SunHa tomó a Taehyun en un abrazo para que no mirara el desastre que consistía en un charco de líquido granate creciendo bajo su madre ubicada en la autopista. DangHoon se encargó de buscar ayuda, YoungMi sólo podía llorar desconsolada mientras gritaba para que su pequeño hijo reaccionara luego del choque contra su cuerpo.
La ambulancia no tardó en llegar. Se tomaba como herido primordial a BeomGyu, llevándose de paso el cuerpo de HanSung a emergencias junto a YoungMi y su esposo.
Taehyun no entendía muy bien la situación, solo el terror llenando su anatomía entera. Su día feliz se estaba convirtiendo en uno rojo, en un rojo oscuro como la sangre que bombeaba el corazón de todos los humanos.
Más que retorcerse en el abrazo por la repudia de ser tocado, lo hizo porque quería ir por su madre, quería salvarla de alguna forma irracional que solo un niño podría pensar.
Pero luego de esforzarse tanto en soltarse, terminó rindiéndose, abrazándose a SunHa y llorando fuerte, más que cuando DangHoon le hacía daño.
Suplicó internamente que su madre estuviera bien, porque HanSung no merecía morir por alguien que no la valoraba tanto como él lo hacía.
HanSung tenía que estar viva, tenía que estar con Taehyun y ayudarlo a volverle a ver el sentido a aquella vida grisácea de la que se tuvo que hacer cargo con tan temprana edad.
Pero era un pena que las "injusticias" ganaran en su mayoría.
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