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Capítulo Diecisiete


Pasó la punta de su lengua sobre sus labios que raramente los sentía secos, aún si no era así.

Tal vez el calor en su vientre era algo normal, su papá decía que estaba creciendo mucho, "eso debía ser parte de su crecimiento" era lo que creía SooBin mientras doblaba más las piernas, intentado deshacerse de ese dolor en sus pantalones sin tener que tomarse una ducha fría como le recomendaba YeonJun desde el año pasado.

Pero el dolor se sentía bien mientras el almohadón lo aplastaba. Con las piernas cruzadas y sentado en el sillón de cuero negro frente el ventanal del jardín, SooBin sentía el calor quemándolo, y no era el sol, ya que este ni siquiera caía encima suyo.

Era la hora de descanso de los empleados, y muchos de ellos estaban de compras así como sus padres y YeonJun.

Pero nadie importaba más que este último, YeonJun siempre tenía la solución a todo, y de la misma forma, la respuesta a todas sus preguntas. Tal vez él sabría por qué es que el cojín sobre su regazo, rozando su pelvis específicamente, se sentía tan bien.

Y la sensación era mucho mejor con la imagen de YeonJun en su mente, mientras cerraba los ojos y sus piernas apretaban entre ellas tratando de amortiguar el dolor, pero llevándolo de camino al placer.

— Hyung... —susurró inconscientemente lamiéndose los labios, algo incómodo de lo rojo que estaba su rostro—. Hyung.

Gracias a todos los cielos, la puerta principal del jardín se abrió, mostrando el negro auto de sus padres, donde se encontrarían ellos junto a la mamá de YeonJun y este. El alivio lo recorrió, y dejó de frotar el cojín sobre su pelvis para darse un respiro y normalizar su acelerado corazón.

La mirada de sus padres hacia él cuando abrieron la puerta de la mansión con algunas cosas en mano fue extraña, no se acercaron a dejarle besos en la mejilla como siempre hacían, en cambio, solo le sonrieron ligeramente, pasando de largo hasta las escaleras que comenzaron a subir sin decir alguna palabra.

Pero yeonJun sí se acerco al sillón donde estaba sentado, con el mismo rostro intimidante de siempre pero que emocionaba al menor de todas formas.

— ¿Qué estás haciendo? —la voz de YeonJun era la misma que usaba cada vez que le llamaba la atención cuando se comportaba mal, pero SooBin no entendía por qué.

— Me duele.

— Te dije que te bañaras con agua fría cuando pasa eso.

— Pero... se siente bien.

— ¿Qué?

YeonJun frunció el ceño como si estuviera molesto, aunque según la crítica de SooBin, estaba más preocupado que furioso. El mayor terminó lamiéndose los labios con nerviosismo antes de mirar hacia la pared, como si en esa pintura blanca estuviera la respuesta.

— Se siente bien, es como... no sé, pero me gusta.

— SooBin —llamó fastidiado para mirarlo, ahora sí parecía molesto—. Tú no puedes-

— No le digas que no puede hacerlo, eso es normal, YeonJun.

El padre de SooBin hizo aparición en la escena, ahora sin el molesto saco y con una notable confianza de lo que decía. Su frase desagradó a YeonJun, quien no podía camuflar el fastidio en su rostro.

— Binnie, es normal que te guste eso.

— Pero-

— ¿En serio? —el inocente SooBin interrumpió a YeonJun para responderle a su padre, casi feliz de lo que decía: él pensaba que lo que estaba haciendo estaba mal.

— Uhum, pero hazlo en tu habitación.

— No-

— ¡Bien! Lo haré ahí, pero, ¿por qué acá no?

Y las preguntas de SooBin seguro seguirían hasta sacar temas que el señor Choi no quería tocar con él, por lo que señaló con el mentón hacia el fastidiado chico que estaba parado frente ellos, dejando en claro que YeonJun resolvería sus dudas.

Era por esa razón que YeonJun no quería responder, seguir con el tema con SooBin era lo mismo que hablarle a un niño sobre la sexualidad, que debería ser un tema normal, pero que lo avergonzaba demasiado.

— ¿Por qué, hyung? —insistió SooBin cuando su padre los dejó solos, tomando la mano del mayor para jalarlo hacia el sillón y estuvieran cómodos, YeonJun se dejó llevar—. ¿Por qué? ¿Qué pasa si sigo? ¿Tú lo sabes? —las preguntas junto a los ojitos curiosos de SooBin ponían cada vez más nervioso al mayor, que por más avergonzado que estuviera, no podía dejar de mirar el infantil rostro del menor—. ¿Me enseñas?

— Amén.

— Amén —repitieron todos los presentes luego del sacerdote.

El silencio sepulcral inundó el gran hogar del abuelo JungHo, donde se hacía la misa por los veinte años de la muerte de su esposa. Todos tenían la ropa de telas negras, contando a los empleados. Un gran respeto hacia la mujer que formó parte de la vida del anciano se podía ver en todos los presentes.

Menos en el nieto de sangre, que paseaba su mano por el muslo de un chico igual de atento a los demás hacia las palabras del sacerdote.

No es que a BeomGyu no le importara -o tal vez sí era así-, solo que su principal distracción era el lindo chico que se mordía el labio inferior, satisfecho de las caricias sobre su cuerpo.

Si sus padres estuvieran en los asientos del fondo podrían ver a BeomGyu tocar al inocente niño castaño, pero para suerte del mayor, todos parecían melancólicos en sus propios mundos, tanto que si escucharan una boca ser follada en los últimos asientos, no les importaría.

— La misa ha terminado, que Dios los acompañe e ilumine sus vidas.

Taehyun asintió a las palabras, como todos, y al mismo tiempo se levantaron para despedirse del hombre con una reverencia. El abuelo luego de unos segundos donde los presentes se estiraban, tosió ligeramente y así pudo llamar la atención de estos.

— Niños, lávense las manos y siéntense, la cena ya estará servida.

Las nietas del hombre asintieron al mandado, pero terminaron yendo a las habitaciones a cambiarse de ropa.

Mientras tanto, Taehyun abultaba los labios incómodo, BeomGyu no dejaba de poner sus manos encima, y le gustaba, pero a veces eso lo prendía, y también a BeomGyu, tanto que necesitaba desahogarse en él, y chupar la polla del mayor dolía cuando este estaba demadiado caliente.

La vergüenza y miedo en BeomGyu desaparecían de forma rápida, que no le importaba besar al menor a espaldas de sus familiares, en la piscina, en habitaciones ajenas, en los pasillos, en el jardín, en frente de la bebé del tío Junghan.

— Aquí no —musitó Taehyun con un puchero cuando el mayor lo obligó a estar con la espalda pegada a la pared del pasillo, Beomgyu lo calentaba con fáciles susurros en el oído, pero ahora estaba cansado, y no tenía ganas de complacer al mayor esa noche—. Hyung —susurró cuando los labios del mayor comenzaron a besar en su cuello dando suaves toques, pero sabía que luego todo subiría de tono—. Hyung, aquí no, a-ahora no-

— Shh —interrumpió el mayor sin despegar las manos del cuerpo del castaño, quien comenzaba a ponerse rojo por la caliente boca que lo estimulaba sobre su cuello—, vamos a jugar un rato.

— N-no quiero.

— Sí quieres —la mirada de BeomGyu fue hacia los ojos contrarios, su mano en la pequeña cintura se deslizó hacia el abdomen del menor, quien apretaba los labios en una línea fina.

BeomGyu sabía que la aguda voz de Taehyun podría delatarlo en el silencioso y oscuro pasillo, pero ver esos ojos con las pupilas dilatadas era mejor a cuando el menor sabía lo que le pasaría, sumando más la morbosidad en el pelinegro—. Solo mírate, bonito, ¿sabes que me encantan tus labios? —susurró el mayor bajando la mirada a estos, que estaban abultados en desaprobación con lo que decía—. Se ven lindos chupando, bebé.

La respiración ligeramente agitada del menor contó como un permiso para BeomGyu, que dejó de acariciar  el abdomen del menor solo para meterse bajo su camisa negra, subiendo hasta los pezones del niño jadeante. Un gemido escapó de los labios del menor cuando los dedos de BeomGyu fueron agresivos al tocarlo, pero ahogándose en la boca que abusaba de la suya como si fuera cualquier cosa.

— Duele —lloriqueó Taehyun sobre los labios del mayor que no paraba de besarlo, sin ser escuchado. Sus ojitos se cerraron con fuerza mientras reprimía los gemidos doloridos que querían escapar de sus labios junto a las pequeñas lágrimas que humedecían sus mejillas, no quería que los escucharan, o tal vez no quería que BeomGyu se enojara—. Hyung, así no-

— Cállate.

La grave voz sobre sus labios reprimieron su siguiente quejido, pero antes de que lo llevara a que su boca volviera a ser abusada, un fuerte jadeo sorprendido llamó la atención de ambos adolescentes, separándose en el mismo momento que un grito se escuchó en la mansión.

— ¡Choi BeomGyu!

Sentarse en la mesa luego del escándalo era algo intimidante para Taehyun, su madre apretaba su mano fuertemente, como si de esa forma se asegurara que estaba a su lado, y no cerca del pelinegro que era mirado con prejucicio por todos.

Beomgyu podía sentir la mirada de RyuJin encima suyo, tal vez decepcionada, o incómoda, o feliz de que todos sepan lo que pasaba.

— Taehyun es un niño, ¿lo sabes? —recriminó SunHa furiosa, el ver a su hijo siendo acorralado y besado por el chico de quince años la había molestado demasiado—. ¡No puedes besarlo así como así! ¡Aún si no son primos de sangre, deberías respetarlo!

— ¡No le grites a mi hijo! —reclamó YoungMi, llamando la atención de todos, que ahora se enfocaban en ella y en su rostro rojo de la furia—. ¡Taehyun también tiene participación!

— ¡Claro que no! ¡Taehyun-

— Déjale hablar a Taehyun.

La profunda voz del abuelo hizo el orden en la mesa, donde muchos estaban sorprendidos por la noticia, y otros decepcionados, otros molestos, algunos nerviosos. Por lo menos para Taehyun no se sabría decir qué sentía cuando los ojos fueron a atravesarlo.

— ¿Yo qué? —musitó, volteando a mirar al abuelo.

— ¿Qué es lo que pasó?

El menor parpadeó dos veces ante eso, ¿qué había pasado? BeomGyu lo besó, no había mucha ciencia ahí.

— BeomGyu solo me dijo que jugaríamos.

— ¡Oh, dios! No me van a decir que Taehyun es un inocente —chilló YoungMi, ya fuera de casillas y haciendo que los ojos fueran a ella por segunda vez, menos los de su hijo que se sentía avergonzado—. ¡Tiene catorce años!

— ¡Sea inocente o no, Taehyun le dijo a BeomGyu que no quería, y él siguió! —La respuesta fue más fuerte, logrando asustar a los presentes—. Educa bien a tu hijo, no es no. ¡Si alguien le dice que no, es un puto no, YoungMi!

— SunHa, baja la voz.

— ¡Papá, BeomGyu-

— BeomGyu, ¿tú no tienes nada que decir?

El mencionado levantó la mirada de su cena hacia el anciano que se sentaba en el lado pequeño del rectángulo de la mesa, JungHo intimidaba cuando se lo proponía, ese era uno de esos momentos en los que se veía grande y poderoso.

Pero en vez de lograr hacerle sentir pequeño a BeomGyu, su imagen era reflejada como una copia en el adolescente, que respondió sin titubear y con la cabeza en alto—: Simplemente Taehyun es lindo, ¿no? Por eso lo besé...

— Descarado —SunHa escupió las palabras con molestia antes de tomar la mano de su hijo y tirar de él, levantándolo de la mesa con una sola intención que todos sabían: irse de ahí.

Nadie estaba completamente lúcido para impedir eso, además, el anciano aceptaba la furia en su hija, que no podía contener el coraje reflejado en fuertes pisadas, siendo seguida por su esposo hacia la habitación y dejando el silencio como intruso.

Todos estaban incómodos, pero la mirada del anciano junto a la del nieto no cambiaba, desafiantes, JungHo molesto y shockeado de la simpleza en las palabras de su nieto, y este con euforia al tirar esas palabras y darle un paro cardíaco ya mismo al hombre.

— ¿Eres gay? —la voz en el anciano era combinado por un cierto desprecio, que solo le hizo tener más rebeldía al nieto.

— Sí.

Y tal vez esa conversación tuvo que hacerse en un lugar privado, y así evitarse la humillación hacia el menor que recibió una cachetada por parte de DangHoon, sin decir alguna palabra respecto a eso, así como todos los presentes en la mesa.

YoungMi tragó duro unos segundos luego de escuchar el sordo ruido, sin saber qué hacer al mirar la mejilla que comenzaba a volverse roja. Pero el pánico la recorrió cuando las manos de su esposo fueron al borde del cuello de BeomGyu, este casi sin expresiones.

Entendía la furia de DangHoon, era muy probable que por esa estúpida respuesta de su hijo, el anciano les quitara toda la herencia, además de sumar el asco de enterarse de tener un hijo homosexual.

Pero antes de que DangHoon gritara molesta a la cara del menor, JungHo se metió.

— Suéltalo —mandó calmado, más los nudillos de DangHoon comenzaban a hacerse blancos, casi por explotar—. DangHoon, suéltalo.

— ¡¿Eres un puto homosexual?! —gritó furioso, Beomgyu no parpadeó ante eso, tal vez igual de molesto que DangHoon pero sin mostrarlo—. ¡Habla, idiota!

— Suéltalo, Danghoon.

— ¡Él-

— Suéltalo.

Las manos del padre de BeomGyu soltaron con asco la camiseta del menor, antes de tomar el vaso de agua que era ofrecido por uno de los empleados.

Nuevamente el silencio retornaba a la mesa, esta vez nadie miraba a nadie, todos con la cabeza hacia abajo sin querer mirar la pelea entre la familia de BeomGyu y el anciano.

— ¿Y tú, YoungMi? —JungHo llamó con molestia—. ¿No dirás nada? Tienes boca, úsala correctamente.

— Papá, yo no sabía que BeomGyu era-

— ¿No sabes defender a tu hijo? ¿Para eso tu madre se esforzó tanto en criarte? —JungHo levantó la mirada hacia su hija, que se veía pálida por la situación—. Este tipo acaba de golpear a tu hijo y tú-

— Papá, Danghoon solo está enojado porque BeomGyu-

— ¡Acaban de golpear a tu hijo frente las cenizas de tu madre, en frente de mi cara! —gritó enojado, YoungMi sentía su garganta apretando en un nudo molesto—. ¡¿Cómo aceptas tales faltas de respeto?! ¡Bótalo de aquí antes de que saque mi arma y me deshaga de él! ¡¿O eso es lo que quieres?!

— D-DangHoon, BeomGyu, vámonos.

— BeomGyu no se irá a ninguna parte, y tú tampoco —JungHo se levantó de la mesa, mirando con mucho más asco al hombre que tenía ceño fruncido como si no supiera la razón de todo lo que estaba pasando—. Vete de aquí, ahora.

— Papá, no-

— Me iré —DangHoon se levantó furioso de la mesa, asegurándose de las llaves del auto en su bolsillo y sin dudar en retirarse del lugar, dejando que el desastre se resuelva solo.

Lágrimas de frustración aparecieron en el rostro de YoungMi, que en otra ocasión serían quitadas por los pulgares de JungHo, quien odiaba ver a sus hijos o nietos llorar. Pero en ese momento el coraje de que su hija dejara tal maltrato como si nada lo resentían demasiado, yéndose a su habitación sin mirar atrás.

Tal vez el anciano también estaba enojado por el retiro de su hija favorita, SunHa, quien ni siquiera se preocupó en el desastre familiar que dejaba por su decisión de regresar a Estados Unidos.

Su mano apretaba fuerte la de su pequeño, como si con tan solo esa acción se asegurara de que no fuera corrompido, aunque lamentablemente eso ya había pasado hace mucho tiempo.

vivan los novios, 1 de octubre del 2020, día en el que las taegyunistas fuimos alimentadas 😭😭😭😭 oigan, ¿y ese milagro? siento cada vez más que se acerca el fin del mundo.

Si es que hay personitas de Paraguay que me leen, me pone muy triste lo que están pasando, espero que pronto todo mejore, roguemos porque sea así, cuídense mucho, los amo bebés :( ❤️

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