Capítulo Diecinueve
— Dejemos que Conall, un experto en cuidado ambiental, nos explique mejor lo que está pasando en Antártida...
SunHa dejó de acariciar la cabellera rubia que descansaba sobre sus muslos para estirar sus brazos y soltar un bostezo. Apenas eran las seis de la tarde y los rayos solares en tonos naranjas traspasaban las persianas de la casa, dándole aquel aspecto cálido como lo eran los que vivían ahí.
Su mes de vacaciones se disfrutaba mirando películas, acariciando la cabeza de su hijo hasta que durmiera tranquilo. Pero en esos momentos sus pensamientos viajaban a otros lugares, a otros mundos o realidades alternativas. Por catorce años su vida había estado enfocada en el inocente niño reluciente que adoptó finalmente, Taehyun, y no podía estar más feliz de tenerlo a su lado.
Pero había un problema, y era que Taehyun ya no estaba a su lado, o no lo estaba en su mayoría del tiempo.
Ella no tenía problema con que su hijo disfrutara de su vida yendo a fiestas, durmiendo en casas ajenas, o jugando con las personas que se encontrara en su reciente vida de universitario: Taehyun ya era un chico grande, tenía derecho de hacer lo que se le plazca y SunHa aceptaba todo aquello. Aceptaba que el castaño -rubio ahora- ya no era un niño.
Pero no podía sentirse bien sabiendo que Taehyun se alejaba de ella, y esta era una de las escasas tardes donde podía sentir la sedosidad del cabello del menor entre sus delgados dedos, admirando ese rostro calmado en plenos sueños.
Con cuidado, acarició el rostro del menor haciendo lo posible para no despertarlo, pero cuando su pulgar paseo por la comisura de los labios, una tierna mueca de molestia en el rostro del menor la detuvo.
Taehyun pareció molestarse en sus sueños, arrugando ligeramente el entrecejo mientras su mano apretaba con débil fuerza el vestido de su madre, como si no quisiera soltarse de ella. SunHa dedujo que se trataba de una pesadilla, de esas que sufría Taehyun a sus seis años.
El recuerdo del pequeño llorando en su cama la animaron a dejar un beso en la frente del menor, intentando calmarlo, pero solo logró que un quejido roto abandonaran los labios del chico que comenzaba a respirar agitadamente.
En un intento fallido de despertarlo sin ser brusca, SunHa le acarició el brazo desnudo, dando ligeros apretones para que abriera los ojos. Y otra vez, un quejido resonó, seguido de un llanto silencioso, demasiado bajo que empapó las pálidas mejillas con un leve rubor rosado.
— Taehyun —llamó en un susurro mientras dejaba otro beso en la frente del chico, pero este sollozó débilmente—. Cariño, despierta.
El rostro definido del menudo chico del sillón enrojecía, llenándose de lágrimas que escapaban de los ojos fuertemente cerrados. Cuando Taehyun era un niño y recién se mudaban a Estados Unidos, sus pesadillas eran tan frecuentes que Sunha debía dormir con él, despertándolo forzosamente una vez el monstruo llegaba a su mente.
Pero todo había parado cuando el niño creció. Taehyun no volvió a llorar, ni a tener pesadillas. Mas ahora al parecer había vuelto el monstruo a su mente, haciéndole el suficiente daño como para que el delgado muchacho pidiera ayuda en susurros, temblando bajo el agarre reconfortante de su madre.
— Taehyun, despierta —otro intento fallido—, es solo una pesadilla.
— No... —sollozó el mencionado, su respiración tan descontrolada que logró preocupar a su madre—. Por favor, ¡no!
— ¡Taehyun!
Gritó en un susurro deseando que el chico dejara de temblar de tal forma, desatando un miedo irracional en ella. Como lo predijo, Taehyun abrió los ojos, confundido de igual forma que desorientado. SunHa esperó a que esas lindas perlas café que tenía el menor en los ojos se encontraran con los suyos, y cuando eso pasó, le regaló una sonrisa, besando su frente como iba haciendo desde que era un niño.
Solo ahí Taehyun volvió a sonreír, como si sus mejillas no estuvieran húmedas de lo que sabía que era.
— Fue solo una pesadilla —susurró, y Taehyun asintió dos veces, confirmando aquella mentira—. ¿Qué era? ¿Daba mucho miedo?
— N-no... no lo sé, era extraño.
— ¿Como qué?
— No lo sé.
SunHa frunció los labios desconfiada mientras el chico de diecinueve años se mordía el labio inferior con un nerviosismo no notorio. La respuesta fue muy ineficiente, pero la mayor terminó aceptándola con una caricia en la cabeza que descansaba en su regazo.
— Sí tú lo dices —musitó la mayor alzando las cejas—. Cierto, ¿quieres ir a comer pizza? En la noche.
— ¿Hoy? Pero le dije a Clarise que iría con ella a la fiesta de Danny.
SunHa lo miró con seriedad, pero el chico solo sonrió con la intención de convencerla.
— Siempre sales, ven con nosotros por lo menos una noche, iremos a un buffet también.
A la mayor le molestó ser ignorada por su hijo, quien se quitó una vez más el rastro de lágrimas en sus mejillas mientras se erguía en el sillón, fuera del regazo de su madre.
— Mamá, no tengo ganas de comer mucho.
— De niño comías un montón, ¿qué pasa contigo?
— Exageras —Taehyun se levantó del mueble, siendo seguido por la mirada de su madre hasta las escaleras—. Disfruten la comida, tal vez llegue a las tres.
— Tu papá te recogerá.
— Mamá —soltó en un quejido, volteando a ella.
— La otra vez te quedaste durmiendo con no sé quién, Taehyun, así que no me pongas esa cara.
— No tengo otra.
— Contéstame de nuevo para tenerte castigado por dos meses.
El joven rodó los ojos, retomando el camino de las escaleras al segundo piso. Taehyun se había vuelto muy rebelde esos últimos años, contestando sarcásticamente, haciendo muecas de fastidio sin miedo a que sus padres se enojaran, y eso podía estresar demasiado a SunHa, que había quedado estancada con la imagen pura de un niño con buenos sentimientos y actitudes.
Desde que llegaron a Estados Unidos, ellos dos tuvieron una fuerte conexión de dependencia, hasta que por ciertas circunstancias sus personalidades chocaron a tal grado que no podían tener una conversación de pura miel sin sacar temas ácidos.
— ¡Mamá!
Todo rastro de molestia desapareció del rostro de la mujer cuando escuchó aquel grito desde afuera, al cual le siguió unas llaves abriendo la puerta principal, y ahí mismo, un pequeño corriendo hacia ella.
— ¡Mamá, mira qué hice! —chilló Kai, el menor de cinco años que llevaba su gigantesca mochila en la espalda y un dibujo en manos. El niño no demoró en extender el papel hasta mostrarle su obra de arte a la mujer sentada en el sillón—. ¡Somos nosotros en un caballito! ¡En el caballito de la granja!
SunHa evitó reírse de aquello. El caballo parecía más un perro salchicha de lo largo y enano que era, y además de que la "familia" parecían extraterrestres con veinte dedos en cada mano.
— Angelito, ¡está precioso! —chilló antes de atrapar al menor en un abrazo mientras que el menor sonreía orgulloso—. ¿No será Miguel Ángel tu tatarabuelo?
— Miguel Ángel era gay, no tuvo hijos, cariño —respondió Berel a su esposa mientras cerraba la puerta de la casa, pero siendo ignorado.
Eran muy pocas las tardes donde todos la podían pasar juntos, ese último año se habían llenado de trabajos, viajes, y eventos. Pero unas vacaciones fueron el respiro para la familia, aun si el hijo mayor se encerraba en su habitación y solo salía para comer.
Berel dejó un corto beso en los labios de su esposa, y con algo de cansancio cayó en el sillón para comenzar a cambiar los canales del televisor. Kai seguía hablando de su día en el kindergarten, siendo escuchado ligeramente, pero la interrupción del teléfono hizo que formara un puchero, a él no le gustaba que lo dejaran con la palabra en la boca.
— Espera un momento, bebé —dijo SunHa en consuelo, recibiendo un asentimiento para poder dejar al niño sobre donde estaba sentada e ir al teléfono.
Su tarde había sido muy buena hasta que tuvo que escuchar una noticia que definitivamente la estresó más que las veces que encontraba a Taehyun con chupetones en el cuello.
— ¡Papá! —el joven abrazó al mencionado por detrás del sillón luego de bajar corriendo las escaleras, recibiendo una carcajada del hombre mientras que SunHa se quedaba inmóvil con el teléfono en el oído—. ¿Puedo salir? ¡Di que sí, por fi!
— No.
Berel volteó confundido hacia SunHa, de la misma forma que el rubio.
— ¿Por qué? —Taehyun parecía formar un berrinche con esa cara de sufrimiento, pero la seriedad en el rostro de la mujer hizo que se callara inmediatamente. Hasta Kai se asustó de la expresión de SunHa, mientras que Berel sabía que algo malo estaba pasando, pero antes de preguntarle "¿Quién llamó?" SunHa se adelantó a responder como si nada.
— Porque iremos a visitar a tu abuelo, y será ahora mismo, Taehyun, así que alista tus maletas.
SunHa prefería mil veces lidiar con unos familiares estúpidos que con un Taehyun ebrio siendo follado por sus estúpidos amantes.
Nota: Ojalá no se hayan muerto con el teaser de hoy, porque yo sí. Les escribo desde el cielo, bebés 😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭
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