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🍁 Capítulo 24 🍁

"No olvides que en el dolor puedes ser valiente"

Me sentía orgulloso de mi mismo, sensación que casi nunca había sentido en mi vida.

No estaba acostumbrado a sentirme orgulloso, o que los demás estuvieran orgullosos de mí. Al fin y al cabo, siempre me hacían saber que yo era un desastre. Era el chico que perdió a su madre y que no tenía ni puta idea de cómo continuar con su vida.

No me quería, al contrario, me odiaba de tal forma que muchas veces el suicidio rondaba por mi cabeza. No apreciaba mi vida, creía que no valía la pena y que mi amor jamás sería suficiente para alguien.

Es por esa misma razón que siempre cuestionaba mi relación con Holland, ella estaba llena de vida y yo estaba tan muerto. Mi interior moría lentamente, el hecho de que respires no significa que te sientas vivo. Son dos cosas muy diferentes estar vivo con sentirse vivo.

Todos en esta vida quieren ser amados, yo solo quería aprender a amar, amarla a ella y únicamente a ella. Mi amor era exclusivamente para Holland, nada ni nadie podría remplazar su lugar.

—¿Puedo poner música? —preguntó con una leve sonrisa.

—Claro —respondí.

Holland era la mujer de mi vida, era y siempre sería el amor de mi vida. También era mi alma gemela, aunque esa idea no me agradaba, porque las almas gemelas tarde o temprano son separadas de la forma más dolorosa y desgarradora. No quería perderla, no sería capaz de soportar su pérdida.

—Amo está canción —comentó moviendo su cabeza de un lado al otro.

—No me fascina, pero es buena —dije, mientras que "Mind Over Matter" comenzaba a sonar.

—Vamos, canta conmigo, por favor —suplicó—. ¡And if the world don't break!

—I'll be shaking it! —continué riendo—. Holland, sé que soy un hombre joven, pero...

—¿Sí? —inquirió reconociendo la letra de la canción al instante.

—Cuando las estaciones cambien, ¿seguirás a mi lado? —pregunté—. ¿Eres capaz de querer a alguien como yo?

—No, Adam, en lo absoluto —susurró agachando la cabeza—. Soy capaz de amarte, no quererte, amarte. No importa si las estaciones cambian, si los años pasan y nos volvemos viejos, arrugados y con canas, seguiré a tu lado hasta que mi corazón deje de latir. Donde tus vayas, mis pies te seguirán sin duda alguna.

—Me sorprende lo cursi que puedes ser a veces, Holland Evans. —Me burlé.

—¿En serio? —bufó indignada—. Te hago un hermoso discurso de cuanto te apreció y que eres esencial en mi vida, ¿y tú me respondes que soy cursi?

—Sí —afirmé—. ¿Te digo algo?

—¿Qué?

—Me encantas.

Holland se sonrojó, apretando sus labios entre sí y mirando hacia la ventana.

—No importa cuánto intentes esconderte —bromeé—. Aún puedo ver el color carmesí en tus mejillas.

—¡Adam! —chilló molesta—. Ya basta, no me molestes.

—No te molesto, tú te comportas como niña pequeña —dije con una sonrisa ladina.

Ella bufó y siguió observando por la ventanilla del auto.

Yo solo sonreí y seguí conduciendo en dirección a su casa.

—¿Te confieso algo? —dije mordiéndome la punta de la lengua

—Sí, amo las confesiones —respondió—. Mucho más cuando se trata de ti, eres todo un misterio, Adam Lahey.

—Eres una de las mejores cosas que me han pasado en la vida —mencioné tragando grueso—. Eres especial para mí, así no te alejes de mí, por favor.

—Mira quién se pone cursi ahora. —Se burló con una leve sonrisa—. No te preocupes, lo único que podría alejarme de ti sería mi muerte.

—Es por eso que tengo tanto miedo —murmuré—. Todos los días tengo miedo de despertarme, enterarme que ya no estás a mi lado y no tener ni puta idea de cómo seguir mi vida sin ti.

—Oye, tranquilo —dijo tomando mi mano, la cual se encontraba apoyada en la palanca de cambio—. Prometo luchar y ser fuerte, no te libraras tan rápido de mí, Adam.

Ella sonrió y apretó mi mano sumamente.

Es así, que supe que estaba jodido, porque nadie me había hecho sentir tantas cosas con una simple sonrisa.

[ ... ]

—¿Quieres bajar? —pregunté observando a Holland.

—¿Es normal que tenga tanto miedo de entrar a mi propio hogar? —preguntó observando su casa desde la ventana del auto.

—No, no lo es —respondí—. Baja cuando te sientas lista, si quieres pasar una eternidad en este auto no me molestará.

—Solo dame tiempo —susurró cerrando sus ojos y suspirando pesadamente—. Quiero disfrutar de estos segundos de paz, te juro que apenas pongo un pie en esa casa, mi mente se vuelve un caos y no sé cómo controlarme.

—No es tu culpa, los padres pueden ser muy egoístas si se lo proponen —bufé encogiéndome de hombros—. Se creen los mejores, creen que están criando a sus hijos de la manera perfecta, cuando no es así. No escuchan, no piden disculpas y desvalorizan todo lo que sientes. Apenas cometes un pequeño error, y te lo reclaman como si ellos fueran perfectos.

—Amo a mis padres, a pesar de que no sean los mejores.

—Lo sé, pero eso no quita el hecho de que son egoístas —indiqué relamiéndome los labios—. Si realmente te amaran tanto como dicen, ya se hubieran divorciado y tú no estarías en este estado.

A muchos los obligan a creer en un Dios, que según ellos, puede salvarte. La pregunta es, ¿dónde estaba Dios cuándo necesitaba ser salvado?

Si existía un Dios todopoderoso, ¿por qué me sentía tan solo?

No me gustaba cuestionar las creencias de los demás, cada uno es libre de creer en lo quiera y a su manera, pero no me parecía justo que los padres presionen a sus hijos para creer en Dios.

Recuerdo que mamá era un fiel creyente. Le gustaba creer en un ser divino que la acompañaba a donde ella fuera y la protegía de todos los males. Incluso, cuando contrajo el cáncer, ella era fiel a Dios y no le molestaba si él se la llevaba, ya que tenía la esperanza de rencontrarse con nosotros algún día.

Dudo que eso llegué a pasar, y no porque no crea en el cielo, sino porque dudo que vaya.

—Creo que estoy lista —dijo Holland abriendo la puerta del auto—. ¿Me acompañas?

—Claro —contesté acariciando su cabello.

Ambos bajamos del auto.

Cada vez que nos acercábamos a la puerta, el volumen de los gritos aumentaba.

—¿Segura qué quieres entrar? —inquirí ladeando mi cabeza para observarla mejor.

—Es lo única forma para que se detengan —Ella sonrió, pero sus sonrisa no demostraba alegría, más bien era una sonrisa que ocultaba el dolor que sentía.

Holland abrió la puerta lentamente, provocando que sus padres dejen de gritarse el uno al otro.

—Hola —saludó seriamente—. ¿Ya terminaron?

Sus padres guardaron silencio, observándose entre sí.

—Tengo que irme a trabajar —mencionó su padre acercándose a Holland y depositando un beso en su cabeza—. Nos vemos luego, cariño. Te amo.

—Nos vemos —respondió para luego agregar—. Yo también te quiero, papá.

Su padre le sonrió ampliamente y salió por la puerta.

Holland miraba a su madre en silencio, mientras que Bárbara jugaba con sus dedos, como si fuera una niña pequeña.

—Quiero pintar mi cuarto —habló Holland para ahuyentar el silencio que invadía la sala.

—¿Y por qué surgió está repentina idea? —inquirió cruzándose de brazos.

—A mí no me mire —dije levantando ambas de mis manos y retrocediendo lentamente.

—Lo siento, Holland, pero no voy a permitir que pintes tu cuarto.

—Es mi cuarto, mamá —mencionó seriamente—. Además, es lo mínimo que puedes hacer, después de todo el daño que me has causado.

Observé a Holland sorprendido.

A pesar de que lo decía era verdad, jamás creí que se animaría a decirle algo así a su madre, pero estaba orgulloso de que ella comenzará a expresar lo que sentía.

—¿Y qué piensas pintar? —preguntó su madre arrugando su ceño.

Holland salió de la casa y se dirigió a mi auto, tomó el lienzo y entró con pasos rápidos.

—Esto —dijo mostrando el lienzo.

Su madre se acercó lentamente, pasando sus dedos sobre el lienzo con delicadeza. Sus ojos se iluminaron y una pequeña sonrisa se hizo presente en su rostro.

—Tienes mi permiso —respondió observando a Holland—. Es realmente hermoso.

—Gracias —susurró.

—Adam. —Me llamó Bárbara— Necesito un gran favor.

—Claro, dime —respondí arrugando mi entrecejo.

—¿Podría llevar a Holland a su cita con la doctora mañana a las nueve?

—Seguro, lo haré con gusto —contesté sonriente.

—¡Muchas gracias! —exclamó abrazándome con fuerza.

—De nada —respondí.

Holland tocó levemente mi hombro e hizo un ademán con su cabeza para que subiéramos a su cuarto.

Ambos subimos las escaleras y entramos.

—No es necesario que me acompañes a la cita con la doctora —comentó recostándose sobre el piso.

Observándola confundido, me recosté a su lado y suspiré.

—Quiero hacerlo —dije girando mi rostro para poder obsérvala—. Deseo entrar a tu mundo nuevamente, Holland. Siempre y cuando tú me lo permitas.

—Adam —susurró recostándose de lado para observarme—. Tú sabes que no soy normal, y que formar parte de vida no va a ser nada fácil. Habrá días en que me sienta mejor que nunca y otros en donde ni siquiera tendré fuerzas para levantarme de la cama. Hay cosas que ya no podré hacerlas con las misma facilidad de antes, y hay otras que simplemente no las haré, no porque no quiera, sino porque no voy a poder. Mi pregunta es, ¿estás dispuesto a soportar todo eso para formar parte de mi vida? 

—Estoy dispuesto a darlo todo y más si es necesario —dije acariciando su rostro con las yemas de sus dedos—. Voy a pelear por ti, y no me rendiré, nunca.

—Te amo, Lahey.

—Yo a ti, Pecas.

Nos quedamos en silencio por algunos segundos, observando a la nada, pero a la vez pensando en todo.

Éramos dos adolescentes que intentaban tener una vida normal y sobrevivir a sus caóticas vidas.

Holland era demasiado perfecta para estar rodeada de personas imperfectas como yo, pero para mi sorpresa, ella siempre atraía a aquellas personas llenas de imperfecciones, no para convertirlas como ella, sino para ayudarlos a superar el dolor que guardaban sus corazones.

—¿Quieres quedarte a cenar? —preguntó sentándose en el suelo.

—Seguro —respondí cerrando mis ojos.

—Adam.

—¿Sí? —inquirí abriendo uno de mis ojos.

—Creo que necesitaré ayuda para subir las cosas en el auto —indicó acariciando mi cabello

—Cierto, me había olvidado por completo —dije arrugando mi entrecejo—. ¿Quieres ir ahora o más tarde?

—Mi pereza es más fuerte que yo —mencionó acostándose en el suelo nuevamente.

Ambos nos quedamos en silencio nuevamente, hasta que su madre entro a su cuarto.

—¿Acaso están haciendo algún tipo de ritual satánico? —preguntó.

—No —negó Holland—. Solo estamos depresivos.

—¿En serio? —pregunté, mientras ella me golpeaba con su codo—. Auch.

—Muy bien chicos depresivos, ¿tienen hambre? —Ambos asentimos lentamente.

—¿Adam se puede quedar a cena? —pidió Holland haciendo puchero.

—Por supuesto —dijo su madre alegremente—. Iré a cocinar algo.

—¡Muchas gracias! —exclamé observando como Bárbara salía de la habitación.

Holland comenzó a golpear sus talones contra el suelo una y otra vez, mientras que su lengua recorría la fila superior de sus dientes.

—¿Sucede algo?

—No —contestó—. Bueno, en realidad sí, sí sucede algo.

—¿Quieres decírmelo? —Tomé su mano y la acaricié con suavidad—. Sin presiones, si no quieres decirlo, no voy a molestarme.

—Tengo miedo —dijo de repente—. Cada vez que pienso en mis estudios, el miedo se apodera de mí. No quiero que las cosas salgan mal, pero no soy quién para decidir eso.

—No puedo decirte que todo va a ser perfecto —mencioné acercándome a ella para poder abrazarla—, pero sé que esta situación mejorará, y que al descubrir lo que tienes, podrán medicarte.

—¿Y si muero? —preguntó, mientras que la primera lágrima se deslizaba sobre su mejilla izquierda—. Tengo muchas ganas de vivir, Adam. Mi vida no puede ser perfecta, pero la amo y la apreció como no tienes idea.

—No diga eso. —Le ordené colocando ambas de mis manos a cada lado de su rostro—. Por favor prométeme que no lo volverás a decir.

—Lo prometo —susurró—. ¿Y si duele?

—Tal vez duela, como tal vez no —respondí intentando encontrar las palabras adecuadas para reconfortarla—. No olvides que en el dolor puede ser valiente, que en la oscuridad puede haber luz y que en el caos puede haber esperanza.

—Que poético —mencionó riendo.

—Prométeme una cosa más —pedí tomando ambas de sus manos.

—¿Qué cosa?

—Que a pesar de toda la mierda que te lancé el mundo, siempre seguirás sonriendo —expliqué—. Que aquella sonrisa que tanto amo, seguirá intacta como hasta ahora.

—Lo prometo.

—De acuerdo. 

Imaginar que ella ya no formara parte de mi vida me aterraba.

A veces, de forma inconsciente, las personas no hacemos dependientes de otras, aunque eso no significa que este bien. Después de tanto tiempo, me di cuenta que dependía de Holland. Era una sensación hermosa y única, donde estaba dispuesto a caer desde lo más alto solo por ella.

Era la única persona que me quedaba en este mundo, la única que permanecía a mi lado a pesar de ver la mierda de persona que era. Ella me hacía feliz, podía ser yo mismo, sin tener la necesidad de fingir ser alguien quienn no era.

Tenía la seguridad de abrir mi corazón y demostrar mis sentimientos, sin miedo a que me juzgara.

En resumen, ella era mi mundo, mi todo. No quería perderla, me negaba a perderla.

—Ya me decidí —dijo levantándose lentamente—. Es hora de comenzar el proyecto.

—¿Qué proyecto? —pregunté sentándome en el suelo, envolviendo mis piernas con mis brazos.

—Pintar mi pared —bufó rodando los ojos y observando la pared que se encontraba frente a sus ojos

—¿Quieres ayuda?

—No, no es necesario, pero si lo deseas, puedes hacerlo —comentó cerrando uno de sus ojos y sacando tu lengua afuera—. ¿De qué te ríes?

—De ti —dije con un tono burlón—. Holland.

—¿Dime?

—¿Puedo preguntarte algo sin que te enojes?

—Sabes que no puedo prometerte eso —aclaró chasqueando su lengua.

Me quedé en silencio por algunos segundos. No quería sonar como un maldito hombre celoso, pero la curiosidad y el hecho de querer protegerla de todo, me lo impedía.

—¿Seguirás viendo a Alex? —pregunté tragando grueso.

—Sí, compartimos clases, Adam —dijo cruzándose de brazos—. ¿Por qué lo preguntas?

—No lo sé, siento sus malas vibras —respondí moviendo mis manos—. Sé que suena tonto, pero hay algo en el que aún no me cierra.

—No debes cerrarte absolutamente nada de él, no lo conoces, Adam; ninguno de los dos lo conoce. Aunque eso no significa que debes tener una mala imagen de él solo porque sientes sus malas vibras—. Y que ni se te ocurra hacer una escenita.

—No, no lo haré. Te respeto, y no soy quién para controlar tu vida —expliqué elevando mis manos—. Pero si descubro que te molesta, lo haré añicos

—Tranquilo, Lahey —habló levantado una de sus cejas—. Es un chico agradable.

—¿Y si quiere tener algo contigo solo para dejarte tirada como saco de papas? —dije empezando a sobre pensar las cosas—. ¡Oh!, tal vez...

—Adam, cálmate —dijo riendo—. Además ni si quiera sabes cuáles son sus intenciones.

—Pero podrían serlas.

—Tal vez lo invité a pasar el rato —dijo con una mirada picara—. Divertirnos...

Me acerqué a ella con pasos largos y rápidos, impactando mis labios contra los suyos.

Holland, deseosa, me respondió el beso con la misma intensidad. Nuestras bocas se movían torpemente, mientras que nuestras lenguas se entrelazaban en un cálido y dulce placer. Me dediqué a saborear cada parte de sus carnosos y húmedos labios, explorando aquella boca que me volvía loco, y que ante mis ojos, era un manjar.

La tomé de la cintura con determinación y fuerza, pero sin causarle algún daño. La acerqué a mi cuerpo, para sentir el calor de su piel, y saber que esto no era un hermoso sueño, sino que este beso era real. La levanté del suelo, mientras que ella envolvía sus piernas alrededor de mi cintura, apretándolas con fuerza.

El bulto en mis pantalones se hizo presente, y el miedo de que a Holland le incomodara se instaur+o en mí. Sin embargo, se apegó más a mi cuerpo, moviendo sus caderas sutilmente.

Un pequeño gemido escapó de sus labios, provocando que me calentara aún más.

—¿Puedo? —pregunté bajando mis manos lentamente.

—Por Dios, sí —jadeó volviendo a unir nuestros labios.

Dirigí mis manos hacia su trasero, dándole un buen apretón.

Me estaba volviendo loco y cada vez sentía como el placer aumentaba en mí. Mi cuerpo reclamaba por más atención que un simple beso.

Holland gimió entre mis labios, tomando un puñado de mi cabello y jalándolo con fuerza.

Poco a poco fui disminuyendo el ritmo y deje a Holland nuevamente en el suelo.

— No me sueltes —murmuró pasando mis brazos por detrás de mi cuello—. No sé cuál será la razón, pero cada vez que me besas, mis piernas se debilitan.

—Jamás voy a soltarte —indiqué dejando un pequeño beso en sus labios y mirándola fijamente a sus hermosos y profundos ojos celestes.

—Creo que estás un poco celoso —susurró jugando con mi cabello.

—Lo siento, soy un desastre —bufé apoyando mi cabeza sobre su hombro—. Hay algo que no me agrada de él.

—¡Ni si quiera lo conoces! —exclamó indignada.

—Tú tampoco lo conoces —ataqué—. No entiendo porque lo defiendes

—No lo defiendo, Adam. —Holland se cruzó de brazos y me observó molesta—. Solo intento que no odies a todo el mundo.

—No odio a todo el mundo —contesté sonriente—. A ti no te odio.

—Eres todo un caso —respondió sonriendo.

—Uf, que chistosa eres —dije sarcásticamente.

—¿Mañana quieres acompañarme a comprar las pinturas? —preguntó.

—Mañana tienes cita con la doctora. —Le recordé.

—Mierda —masculló caminando de un lado al otro—. Entonces la cancelaré, aun no me siento lista.

—De acuerdo —acepté—. ¿Quieres ver una película?

—Si —respondió—. Alicia en el país de las maravillas

—¿Es en serio? —pregunté negando una y otra vez

—¿La original o la live action? —preguntó sonriente.

—Live action, tiene más acción y es mejor.

—¡Claro que no! —gritó cruzándose de brazos—. Ambas son geniales.

—Como tú digas.

Es así como nos recostamos en la cama para ver "Alicia en el país de las maravillas". Una película la cual me sabía absolutamente todos los diálogos de memoria, y la había visto más veces de lo que recordaba, pero todo sea por ella.

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¡¡Hola mi pequeños guerreros!!

¿Cómo están?

Por fin traje actualización. Ademas, este capítulo es mucho más largo de lo usual (espero que eso no les moleste)

¿Qué opinan de Alex? ¿Creen que Adam exagera, o su sexto sentido lo esta advirtiendo?

En fin, tengan estabilidad emocional para esta historia, porque esto recién es el nivel uno. 

Ustedes saben que me encanta ver el mundo arde, es mi pasión.

¿Qué opinan del nuevo banner? (sisi ya sé hay banners diferentes por toda la historia, pero cuando la edite voy a poner el mismo en todos los capítulos) Creo que este es el definitivo, jajaja con lo indecisa que soy, uno nunca sabe

Invito a aquellas personitas que no leyeron "Nuestros propios demonios" a que lo hagan, si gustan. La historia esta completa, pero se encuentra en edición. Hay mucho drama (amo ver el mundo arder) misterio, suspenso, romance, uno que otro psicópata. Amores que no resultan y otros que si.

Espero que les haya gustado.

No se olviden de votar, comentar y compartir la historia para que más personas las conozcan que es gratis y me hace muy pero muy feliz JAJAJAJAJA.

Que tengan un hermoso día o una hermosa tarde o noche.

Nos leemos pronto.

Besos!!♥

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