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🍁 Capítulo 1 🍁

"Vivimos toda nuestra vida con miedo a la muerte, sin comprender que deberíamos temerle a la vida misma"

Hoy era el primer día clases de mi último año escolar, algo realmente importante para mí.

Todo tenía que ser perfecto, todo tenía que salir de acuerdo al plan que había estado armando hace semanas.

Me gustaba planificar las cosas, siempre que lo hacia todo resultaba de maravilla. No me gustaba la monotonía que me obligaba a vivir la vida, pero de todas formas me gustaba hacer planes.

—Hoy es tu día, Holland —dije mirándome al espejo que se encontraba en mi escritorio—. Nada ni nadie podrá arruinarlo.

Hablar sola también me ayuda, podía aclarar mis ideas con mucha más facilidad. Mi mente era mi fiel compañera, única e inigualable.

Eran aproximadamente las ocho en punto de la mañana.

Caminé directo hacia el baño para tomarme una ducha, la cual debería durar solo diez minutos según el programa de horarios que había armado. Coloqué el cronometro y entre a la ducha.

Lavé mi cabello para luego desenredarlo con el pequeño peine que se encontraba desgastado de tantas veces que lo había usado. Sin embargo, no quería comprarme otro.

Por último lavé mi cuerpo y cuando estaba por cerrar la canilla, sonó el cronometro; ni un minuto más ni un minuto menos.

Envolví una toalla alrededor de mi cuerpo y utilicé otra para secar mi cabello.

Salí de baño para dirigirme nuevamente a mi habitación y poder elegir que iba a ponerme hoy.

Opté por ponerme unos jeans ajustados tiro alto de color negro con una musculosa blanca, y arriba una camisa de jean del mismo color que los jeans. En mis pies me coloqué mis zapatillas Vans de color negro que tenían brillitos por todas partes.

Por último me puse unos pequeños pendientes en las orejas y algunas pulseras en mis muñecas. Decidí maquillarme, pero de una forma sencilla. Algo de corrector debajo de mis ojos, rímel por mis pestañas, un bálsamo de coco sobre mis labios y un poco de rubor sobre mis mejillas, debido a que mi piel era demasiado blanca y si no le colocaba algo de color iba parecer un fantasma.

Ya estando vestida y maquillada, revisé que todo estuviera en orden en mi mochila y baje por las escaleras para dirigirme a la cocina.

—¡Eres un maldito hijo de puta! —gritó mi madre con furia.

—¡Ojala te mueras maldita perra! —Esta vez fue mi querido padre.

—¡Voy a matarte!

Nada más hermoso que levantarte en las mañanas con los gritos de tus padres amenazándose a muerte.

Como siempre, todas las mañanas eran iguales. No importaba si era en etapa escolar o en vacaciones, mis padres siempre discutían.

Con la mejor sonrisa falsa, dije:

—¡Buen día familia! —grité para llamar su atención—. ¿Qué tal todo?

—¡Cariño! —exclamaron ambos sorprendidos

Al instante que me escucharon dejaron de gritarse uno al otro, aparentando como si no hubieran estado peleando. Intentaban actuar como si todo estuviera bien, pero no lo estaba.

Todas las mañanas, tardes y noches era lo mismo. Se peleaban y se gritaban entre sí. También se escuchaban objetos romperse o lo golpes que se proporcionaban entre sí.

Así que de vez en cuando encontraba a mi padre con la cara araña o los ojos morados, y a mi madre con marcas en sus brazos.

Todo esto comenzó cuando tenía alrededor de trece años. Primero las leves peleas, luego lo gritos y por último los golpes.

Recuerdo que papá venia siempre tarde del trabajo poniendo la excusa de que había demasiado papeleo en la empresa en donde trabajaba, pero mamá tampoco está exenta de eso.

Ella también mentía que tenía demasiado trabajo, era obvio que se eran infieles entre los dos. Sin embargo, nunca llegué a comprender el porqué de tanto odio.

Pasaron cuatro años de esa situación y las cosas siguen igual. Con diecisiete años, sé que se engañan entre sí y ya no se aman, pero no quieren separarse, pensando que si ellos están juntos aparentando que somos la familia perfecta cuando estoy en casa, la situación no me afectara. Aunque eso es peor, ha habido días en los que no dormía en toda la noche por sus gritos. Prefiero que estén separados a estar escuchando sus peleas todos los días el resto del tiempo que viviré en esta casa.

—Buenos días cariño —dijo mi madre abrazando a mi padre a la fuerza—. Ya está listo el desayuno.

—¿Qué tal los estudios? —preguntó mi padre depositando un beso en la coronilla de mi madre, para luego hacer una cara de disgusto.

—Bien —respondí elevando una ceja. ¿En serio se interesaba por mí? —. No tengo tiempo para desayunar.

—¿Segura?

—Muy segura —mentí.

Era realmente incómodo desayunar, almorzar o cenar con ellos. Siempre había tensión en la mesa, con miradas asesinas y algún insulto casi inaudible

—Ayer me preparé un licuado de chocolate para tomarlo en el camino —caminé hacia la nevera y tomé el batido dándole un sorbo.

Había olvidado que ese batido lo había hecho hace más de dos semanas, y ni siquiera era de chocolate. No recordaba que le había puesto, solo sabía que era nutritivo, bueno creo que lo era.

Intenté reprimir mi cara de asco por el sabor amargo que me generaba.

—Los veo luego —saludé depositando un beso en la mejilla de mi madre y mirando a mi padre con una leve sonrisa.

Salí de la cocina y en cuanto puse un pie afuera, los gritos volvieron a escucharse. No solo eso, sino también el ruido de objetos cayendo al suelo.

Las peleas no solo se debían a que habían sido infieles uno al otro. Creo que no siquiera esa era la verdadera razón, sino también de que hace unos cuatro años atrás, la mejor amiga de mi madre, Emily Lahey había fallecido de cáncer.

Mi madre iba ir a visitarla el mismo día que falleció, pero mi padre no se lo permitió, debido a que tenía una reunión importante en su empresa con los jefes.

Convenció a mi mamá de que su amiga estaría bien y que la podría ir a visitar al día siguiente. Ella fue a la fiesta y esa misma noche cuando volvían, se enteró de que su mejor amiga había fallecido. Le echó la culpa a mi padre de no haberla dejado ir a visitar a su amiga una última vez.

Recuerdo que Emily tenía un hijo llamado Adam Lahey, cuando éramos niños jugábamos juntos, debido a que éramos vecinos. Luego él y sus padres se mudaron a otra ciudad para que su madre pudiera hacer el tratamiento contra el cáncer.

Nunca más lo volví a ver, mi papá no me dejaba ir con mi madre a la ciudad de Mankato, en Minnesota; donde se había trasladado la familia Lahey. Es por eso que cuando ella se iba a ver a su mejor amiga, yo me quedaba en casa, esperando a que ella regrese.

Adam y yo nos llevábamos muy bien, pero cuando le diagnosticaron cáncer a su madre, él se apagó; ya no sonreía, estaba desganado con la vida.

No es fácil perder a tu madre a los quince años, en la plena adolescencia en donde uno necesita el mayor apoyo y soporte que le puedan dar los padres.

Seguí caminando unas cuadras más y me detuve en la parada de autobús.

Estaba esperando a Ellie y Liam Parrish, ambos eran mellizos  y mis mejores amigos.

Los mellizos era completamente diferentes ya sea tanto en el aspecto físico como en las actitudes que tenían.

Liam era un chico alto de cabello castaño oscuro y ojos verdes, muy alocado que jamás se quedaba callado, muy desordenado y aventurero, eligiendo siempre situaciones riesgosas. Mientras que Ellie era de una estatura muy baja que cualquier persona que se le pusiera a su lado siempre sería más alta que ella; el color de su cabello es un castaño claro tirando a rubio. Callada en ciertas ocasiones. Muy organizada, siempre buscaba arreglar hasta el mínimo detalle, y una persona que le gustaban las aventuras siempre que no fueran riesgosas. Lo único que compartían era el color de sus ojos y la terquedad de siempre querer tener la razón en todo.

—¡Holland! —gritó Liam sacándome de mis pensamientos—. ¡Sube, que si no llegaremos tarde!

—¡No grites idiota! —chilló Ellie—. Me aturdes.

—Ahora tú estás gritando —Le respondió, mientras yo me subía al auto.

—¡Claro que... —Ellie intentó contradecir a su hermano. Sin embargo, no logró terminar la oración, dándose cuenta de que si estaba gritando—. No estaba gritando, solo alzaba la voz lo que es muy diferente a gritar.

—Eres demasiado terca, hermanita —habló Liam.

—Claro que no, tú eres más terco que yo —atacó Ellie.

—¡Ambos son tercos! —grité para que dejaran de discutir.

—¡Claro que no y deja de gritar! —gritaron ambos al unísono.

No hice más que reírme de ambos.

Liam arrancó el auto para poder dirigirnos a la escuela.

—Música, música. —Le susurró su hermana con una gran sonrisa.

—¿Esa canción? —preguntó su Liam haciendo un puño con su mano.

—Sí, esa canción —respondió su hermana chocando su puño contra el de su hermano.

—No, no esa —imploré, pero mis suplicas no iban a ser escuchadas.

Y es así como "They don't know about us" de One direction comenzó a sonar.

Si algo compartían ambos hermanos, era su gusto musical. Mismas bandas o cantantes, incluso compartían una canción favorita.

—¡I just wanna tell the world that you're mine, girl!

—¡Oh, they don't know about the things we do! —siguió Ellie—. Nunca voy a entender cómo es que no te gusta esta canción.

—No es que no me guste —aclaré con seriedad—. Literalmente podría rapearla de todas las veces que la he escuchado por ustedes dos.

—¡Es genial! —exclamó Liam—. Me siento insultado, y Ellie también.

—¡Eso! —Lo apoyo su hermana—. ¿Sabes que Liam? Pon nuestra canción.

—No, no esa —dije tirándome sobre el asiento—. ¡Todos los viajes la ponen! ¡Y más de diez veces!

Obviamente tenía tan buenos amigos que no tardaron ni dos segundos en poner aquella canción que, a pesar de que me encantaba, la había escuchado tantas veces que ya me aburría.

Es así que "Blank Space" de Taylor Swift comenzó a sonar.

¿Saben que es lo peor de todo?

Que no soporte las ganas de cantarla, y me uní a los hermanos quienes la cantaban a todo pulmón. Era demasiado buena, no podía odiarla, era imposible odiar esta canción.

[ ... ]

Ya estando en las puertas de la escuela, Ellie, Liam y yo entramos para dirigimos al gimnasio en donde se realizaría el acto escolar.

Cada año era lo mismo. Las mismas palabras, el mismo lema, nada cambiaban. Parecía como si todos aquellos momentos fuéramos robots siguiendo órdenes.

A veces pensaba que la vida pasaba tan rápido y que tal vez nunca podría llegar a lograr todos mis propósitos.

Vincent van Gogh una vez dijo "Sigo muy lejos de lo que quiero ser" y creo que no era el único que se sentía así. Creo que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos puesto a pensar cual es nuestro propósito en la tierra, si haremos el bien o el mal, pero a veces cuando miramos a las personas a nuestro alrededor sentimos la curiosidad de que batallas estarán luchando y si podrán salir victoriosos de ellas.

A medida que crecemos las batallas cada vez se hacen más difíciles, porque nos damos cuenta de que aquellas pequeñas mentiras que nos decían de niños, eran para protegernos de la realidad. De un perverso y malvado mundo que no tiene piedad de su propia especie.

Lamentablemente ese en nuestro mundo, uno que jamás podrá cambiar y quién sabe si en un futuro podrá empeorar.

—Liam —llamó Ellie a su hermano quién no dejaba de bailar—. La canción termino, ya no estamos en el auto.

—Pero está en mi cabeza —respondió Liam abriendo lo ojos.

—Eres raro —comentó su hermana—, pero debo aguantarte.

—¿Por qué?

—Porque eres mi hermano, tengo que conformarme.

—¡Ey! —Se quejó Liam corriendo detrás de su hermana.

Reí ante su estúpida pelea y comencé a caminar rumbo a la única mesa que se encontraba en el gimnasio.

Antes de cada acto, los alumnos debían formar una fila dependiendo en que año estaban para poder acceder a la planilla de sus horarios. Así cuando terminara el acto, cada uno se dirigiría a clase.

—Holland. —Me saludó Doris, la secretaria que se encargaba de todo el papéelo—. Aquí está tu planilla.

—Hola, Doris —dije agarrando la planilla—. Tu cada vez estas más hermosa, siempre tan radiante.

—Puras mentiras —respondió riendo.

—¡Claro que no! —respondí alejándome de la fila.

Quería que el acto comenzara pronto y terminara rápido así podría dirigirme a mi primera clase.

Arte, una de mis clases favoritas.

Desde que soy pequeña amo pintar, dibujar, hacer esculturas. En sí todo lo que tuviera que ver con el trabajo que podía crear mis manos, me encantaba.

Me dirigí a las gradas y me senté en la fila de abajo.

Liam y Ellie se sentaron a mí lado.

—¿Qué clase? —preguntaron ambos al unísono.

—Arte —respondí sonriente— ¿Ustedes?

—Lengua —respondió Liam con disgusto.

—Matemática —respondió Ellie con un tono de pesar, observando a su hermano—. ¿Cambiamos?

—Cambiamos —indicó su hermano tendiéndole su planilla y Ellie la suya—. En estos momentos amo que seas mi hermana.

—¡Oye! —Se quejó Ellie indignada—. ¿Qué te toca luego Holland?

—Creo que... —dije revisando nuevamente—. Química.

—¡Genial! —dijeron ambos— Estamos los tres juntos.

Los tres comenzamos a realizar un baile extraño. El año anterior no habíamos compartido ninguna clase, en cambio este año sí.

Los demás alumnos comenzaron a entrar para tomar sus planillas y comenzar a subir hacia las gradas.

—Nadie nos vio, ¿verdad? —preguntó Liam—. No quiero arruinar mi reputación.

—¿Qué clase de reputación tienes tú? —preguntó su hermana—. ¿De ser un gran perdedor?

—Que graciosa —se quejó su hermano—. Pero en serio, ¿nadie no vio?

—No, Liam —contesté riendo.

Los tres nos callamos al igual que los otros chicos a nuestro alrededor; el director había entrado al gimnasio.

El acto ya iba a comenzar, y lo único que quería hacer era escapar de ese lugar para no tener que escuchar aquellas aburridas palabras que me las sabía de memoria, pero no tenía opción.

Me puse cómoda y me crucé de brazos lista para escuchar el extenuante discurso.

[ ... ]

Si de algo estaba segura, es que nunca me cansaría de decir lo mucho que me gusta dibujar. Simplemente lo amaba.

Me encontraba en las puertas del salón de arte con una sonrisa radiante en mi rostro.

Como siempre, era la primera en entrar al salón. Así que me senté en mi pupitre, esperando a que los demás alumnos vinieran. A medida que pasaba el tiempo, en el salón se iban acumulando cada vez más y más personas, hasta que cada asiento estuvo ocupado.

—¡Buenos días alumnos de últimos año! —saludó con entusiasmo la profesora Kane—. Espero que el día de hoy estén inspirados, porque les tengo una consigna bastante peculiar.

Sonreí ante la propuesta de la profesora. Incluso si no sabía de qué se iba a tratar, sabía que me encantaría.

La vida puede tirarme mierda, pero siempre hay que sonreír.

—Como saben cada año el comité escolar me manda un programa en donde deben hacer dibujos, pinturas o esculturas de cierta temática —habló Kane con cara de asco—. Pero este año, por ser el último. Los dejaran en ciertas ocasiones hacer creaciones a su manera. Es decir, que podrán crear los que le salga del corazón, dejarse llevar por sus emociones.

Estaba completamente feliz, este día iba de mejor en mejor. Intenté controlar mis ganas de gritar a los cuatro vientos, así que solo opte por soltar un leve chillido de felicidad.

—Dicho esto, pueden comenzar —añadió la profesora retirándose del salón.

No sabía muy bien que quería hacer realmente. Mi cabeza no paraba de pensar en las infinitas ideas que podía pintar sobre el lienzo, sobre los colores que le darían vida a mi pintura y que la harían única.

Pensé por algunos minutos, hasta que me decidí que quería pintar con acuarelas.

Me imaginé un cielo lleno de colores con pájaros volando en él, en medio de un bosque con grandes pinos de color verde. Y tal vez, en medio de ese bosque, un camino de piedras de colores.

Mi mente simplemente estaba loca; mis ideas eran extrañas, pero de eso se trataba el arte. No importaba que tan loco pudiera sonar tú idea, nadie te juzgaría, por el simple hecho de que todos estaban igual de locos que tú.

Me dirigí al armario en donde estaban todos los materiales y comencé a sacar solo los que utilizaría, llevándolos a mí pupitre.

Cuando ya estaba todo listo y ordenado en mi espacio, comencé a dejarme fluir por mis emociones, por mis pensamientos; dejando todo a mi imaginación, pero cuando quise levantar el lápiz no pude.

No podía controlar la presión de mis manos sobre aquel objeto. Era como si cada vez que intentará levantarlo, este se zafara de mi agarre, o simplemente, mis dedos no tuvieran la suficiente fuerza como para levantarlo.

No era capaz de controlar mis propios movimientos, era como si algo dentro de mí no me permitiera hacerlo. Como si una fuerza mayor se anticipara a cada movimiento que estaba a punto de realizar.

Miedo, eso fue lo primero que sentí. Era como si una ola de desesperación golpeara mi cuerpo sin piedad, dándome a entender que esto no era un sueño, sino la realidad.

Era algo inexplicable, no entendía lo que estaba sucediendo. Intenté calmarme, pero no podía porque cada vez que intentaba hacerlo, recordaba lo que había sucedido hace tan solo algunos segundos

Decidí salir del salón, para dirigirme al baño.

Aquella debilidad no solo se había presentado en mis brazos, sino también en mis piernas, pero de una forma más leve. Me costaba caminar, pero aún podía hacerlo.

Respire una y otra vez, intentado calmar mi respiración. Una vez que llegué al baño caí de rodillas frente a la puerta.

Con las pocas fuerzas que tenía me agarré de las paredes, pero fue en vano. Mis labios temblaban y mis mejillas comenzaron a empaparse de las lágrimas que caían sin cesar.

Me dirigí hacia un rincón del baño; apoyé mi espalda sobre la pared y solo hice el esfuerzo de calmarme.

Todo era tan incierto. Esto parecía ser algo irreal, pero por más que quisiera que esto no fuera cierto, era imposible. Si de algo estaba segura, era de que esta era la puta realidad y que todo esto no era un simple efecto de mi imaginación.

—Ya basta —susurré con mi voz quebradiza—. Ya no quiero sufrir más, por favor.

Pasaron alrededor de quince minutos cuando por fin pude mover nuevamente mis manos y piernas. Y aquel momento que había sido un completo calvario, ya había terminado.

Me incorporé con lentitud, al parecer todo había vuelto a la normalidad. Calmé mi respiración y sonreí, intentando convencerme que esto no era tan grave como parecía.

Pensando que esto había sido el fin de lo que me sucedió, pero estaba muy equivocada, porque esto era solo el comienzo.

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¡¡Hola mi pequeños guerrer@s!! 

¿Cómo están?

¿Qué tal les pareció el capítulo? 

Por fin conocimos un poco más sobre la vida de Holland,  como puede ver es un poco catastrófica... pero bueno así es la vida, ¿verdad?

Quiero explicar que al principio de la historia Holland es una persona sana, pero a medida de que suba más capítulo se presentaran síntomas de esta enfermedad.

En todos los capítulos pondré frases en la parte de arriba, cuando no sean de mi autoria abajo pondré el nombre de la persona o anónimo si es que no se sabe, pero en el caso de que no aclare nada significara que son mías.

Espero que le haya gustado.

No se olviden de votar, comentar y compartir la historia para que más personas las conozcan que es gratis y me hace muy pero muy feliz JAJAJJAJAJA

Que tengan un hermoso día o una hermosa tarde o noche.

Nos leemos pronto.

Besos♥

Instagram: Skar_Roma

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