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CHAPTER 13


Ryan:

Fin de semana por fin.

Era justo y necesario que llegase el esperado fin de semana.

Como todo fin de semana Lili estará en casa de sus padres, Emma intentará no morir de soledad en su casa y yo estaré esperando con ansias el atardecer para ir al parque con Winter. Hace tiempo que no lo llevo a pasear, y un paseo ahora que estoy de buenas no estaría mal.

Giro sobre mis talones para volver a la habitación ya que estaba parado en el balcón mirando a la nada. Me acerco a mi armario y al abrir lo me reciben tres fotos pegadas a la puerta de la derecha. Tres fotos de tres hermosas chicas: Emma, Dennis, Lili.

Como ya sabemos estoy locamente enamorado de Dennis, Emma es como mi hermana al igual que Lili y por eso las fotos de las tres.

La foto con el angelical rostro de Emma siempre estuvo ahí, con esa sonrisa que enamoraba pero que ella jamás quiso aceptar. Lili fue la segunda en ser colocada allí, y fue más la manera confusa en la que llegué a quererla que hizo que estuviese ahí en aquel entonces.

Era tan estúpido que nunca pude notar la verdadera intención de la pelinegra en acercarse a mí cada vez un poco más en aquel entonces, claro que tampoco era tan idiota como para no notar qué en realidad pasaba aquella vez que me besó. Quedé en shock, mi mente quedó en blanco y mi cuerpo no se hizo esperar para delatar mi estado de shock y tal vez por eso se había alejado, porque pensó que estaba mal, que estaba cometiendo un crimen o algo así, pero, cuando se alejó todo mi cuerpo gritó que no quería que se alejara, así que la atraje hacia mi y la volví a besar, y en aquel entonces solo pensé en que si eso fuera un crímen, iría a la cárcel con ella. Ahí, fue cuando noté que la chica del largo y lacio pelo negro y ojos cafés se había convertido en mi crush.

Jamás se lo dije, jamás nos dijimos nada, ese beso en aquel momento dijo mucho por los dos. Soñé muchas veces que la cuidaba de todo y de todos, soñé con nuestra boda, soñé con un felices para siempre, claro que la vida me enseñó de no muy buena manera que los finales felices no siempre suelen existir, dejó llegar a nuestras vidas -bueno, a la de ella- a Alan Andrade, quien destruyó en mí cada sueño que ví al lado de aquella chica con piel extremadamente blanca, labios carnosos, y hermosa sonrisa que jamás me dejó de encantar, quien me alejó de ella sin siquiera intentarlo. Quien me mostró que Lili White no solo era mi crush, sino que también me había hecho enamorarme de ella como no tiene ni puta idea.

Su sonrisa era perfecta, sus ojos color cafés quedaban hermosos en ella, o era eso, o yo ya estaba más que perdido en la obra de arte que toda ella era.

Pasó un año y ella cada vez pasaba más tiempo con Alan, creo incluso que se olvidó de mí, hasta que Alan avisó que se iría a Canadá, mientras ellos se despedían yo conocía a una hermosa chica llamada Dennis. Y, mientras todos pensaban que yo estaba chiflado por Dennis, yo escondía en lo más profundo de mí el amor que aún le tengo a la chica más directa y divertida del universo: Lili White.

Observo un poco más la foto y sonrío, niego con la cabeza y cierro las puertas del armario, me dirijo a la ducha pero antes de siquiera entrar en ella vuelvo mis pasos en dirección al armario para tomar lo que había olvidado.

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Luego de haberme dado una ducha y haber perdido gran parte de mi mañana acostado en mi habitación meditando no sé qué estupideces, me dirijo escaleras abajo para ir a la cocina y mientras lo hago, escucho la puerta principal ser abierta, arqueo una ceja. Es demasiado raro que esté siendo abierta cuando la única persona en casa soy yo.

Termino de bajar las escaleras y me acerco sigilosamente a la puerta, claro que antes tomé un bate que había guardado a un lado de las escaleras por si un día lo necesitaba. Me sentí orgulloso de haber pensado en eso, pero al instante me sentí un idiota al notar que no traía en manos lo que me podría salvar si allí afuera estuviese un asesino en serie: mi móvil.

Bien hecho Ryan, piensas en una cosa y olvidas la otra. No se te quita lo idiota.

Continúo avanzando con el bate listo para lanzar un golpe. Claro que todo sentimiento de defensa desaparece al ver de espaldas a mí a una mujer alta de hermosas curvas en un traje elegante color gris, su pelo castaño estaba en un intento de moño mal arreglado y en sus manos colgaban con elegancia unos tacones negros que deberían de tener en algún lugar una advertencia que diga “mata pies”

Es mi madre.

Gira y sus hermosos ojos mieles me observan con impresión al notar que estoy detrás, ¡uy! La acabo de asustar.

—¡Ryan!—Exclamó sosteniendo su pecho—¿Por qué no avisaste siquiera que estabas ahí detrás? Casi muero del susto.

Pasó a mi lado para adentrarse a la casa.

—Ni que lo digas, porque yo también casi muero de un infarto—La seguí.

—Estás exagerando—Tiró sus tacones a un lado del sofá en forma de L más cercano a ella y tomó asiento. Se podría decir que me escaneo con la mirada y arqueo una ceja—¿Que haces con eso?

Caminé hacia ella y le mostré el bate:—¿Esto?

Asintió mirándome raro.

—Ah. Pues pensé que eras un asesino en serie y eso —Me encogi de hombros restándole importancia.

Mamá soltó una carcajada que me hizo tambalearme del susto al ser tan repentina. La miro en busca de una explicación a su repentina risa escandalosa.

—¡Ry! A ver si entendí—Hizo una pausa—Pensabas combatir a un asesino en serie ¿Con un bate?

Si lo decía así sonaba estúpido, pero aún así asentí.

—¿Para luego intentar correr a tu habitación en busca de tu móvil?—La miré con la boca abierta. Ese instinto de madres no es de Dios—Porque por lo que noto no lo tienes contigo.

Reí nerviosamente ante el preciso y directo argumento de mi madre. Me balancee de un lado a otro con una  risa nerviosa.

—Pues como verás, madre. También noté que lo había olvidado ya cuando estaba aquí, así que, también pienso que fue una idiotez.

—Que bueno que sabes que a veces te pones idiota—La miré con cara de pocos amigos a lo que ella ignoró con la elegancia que la caracteriza.

Caminé en dirección a las escaleras y deposité el bate en el lugar que estaba. Volví a acercarme al sofá totalmente negro que hace contraste con el cuarto de estar que es blanco.

Por petición de mi madre, el cuarto de estar junto al gran comedor son totalmente blancos a excepción de los sofás del cuarto de estar y los asientos en el gran comedor que son totalmente negros. La cocina, pues, solo está de blanco.

—y ¿Que haces aquí?—Pregunté

—Vivo aquí—Puntualizó ella.

—¡Mamá!—Exclamé—No es a eso a lo que me refiero.

—Claro que sí. Preguntaste que hago aquí.

—Entendiste a lo que me refiero.

—Que haya entendido la pregunta no quita el hecho de que sea incorrecta—recostó su espalda en el sofá a la par que soltaba su pelo en un intento de arreglo.

Y claro que debía preguntar correctamente porque sino la señorita Rebeca jamás daría la respuesta que necesitas. Respiré profundo y me apoyé del sofá individual.

—Bien. Preguntaba el por qué de tu llegada en la mañana, normalmente estás aquí en la tarde. ¿Que pasó?

—Estoy aquí porque quise y no pasó nada—Echó su cabello hacia atrás—¿Que harás tú?

—Iré a pasar a Winter más tarde.

—Era justo y necesario—Se puso de pie—¿Me preparas algo de comer por favor?

Sonrió con dulzura y yo rodee los ojos.

—No sé para qué lo pides si sabes que lo haré.

Aplaudió como niña pequeña con mucha emoción y yo reí. Se acercó a mí y depositó un beso en mi mejilla derecha antes de despeinar mi cabello con sus manos, sonreí. Giró sobre sus talones y se encaminó escaleras arriba.

—¡Olvidas tus tacones!—Casi grité al momento en que piso el cuarto escalón.

—Lanzalos.

La miré como si estuviese loca al momento en que se puso en posición para atraparlos en serio, negué con la cabeza y me acerque a tomar los tacones. Los tomé y me acerque a ella, tomé una de sus manos la besé en la palma de ella, y deposité suavemente los tacones en sus manos.

—Ustedes están para cuidarlas, así que no me vuelvas a pedir que haga algo que te pueda lastimar—Susurré con dulzura.

Volví sobre mis pies y me encaminé a la cocina.

—¡Ryan!—Me detuvo su llamado a mitad de camino, giré para verla, aún seguía parada en el cuarto escalón—Te amo.

—Yo también mamá.

Le sonreí y la ví subir con elegancia los escalones a su habitación.

Tuve el pequeño momento en el que quise gritarle que no se le ocurriera bajar sin ducharse, pero una breve escena de mi cabeza siendo golpeada por su tacón me hizo dudar. Me balancee en mi lugar y giré para continuar con mi camino a la cocina.

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—¡Winter!—Exclamo en espera de ver un pelaje canino aparecer en algún punto de la casa.

Ya es de tarde y solo espero por la bola de pelos llamada Winter para ir a pasear. Lo llamo un par de veces más hasta que en el silencio que se forma en la entrada a la casa se escuchan los pasos tranquilos de mi querido perro con todo y su porte que dice “puede acabarse el mundo y vendré como si no estuviese pasando nada”  avance a él para ponerle su correa de paseo.

—Winter, deja de actuar como que ya estás mayorcito cuando sabes muy bien que no—Lo regañé y su respuesta fue sentarse y mirar hacia otro lado—Si te llamo tienes que venir a mí ¿De acuerdo?

Miró en mi dirección y soltó un “wuaf” potente antes de posarse sobre sus cuatro patas y adelantarse a la salida.

Eso fue claramente un insulto.

Corrí tras él y tome su correa apenas lo alcancé.

Caminamos durante unos minutos que no noté al estar enfrascado en mis pensamientos sin sentido, ni siquiera sé en qué se suponía que estaba pensando.  Llegamos al parque más cercano y al llegar quedé de piedra al ver de espaldas a una chica con las mismas características de Dennis.

¿Será ella?

Y esa pregunta fue resuelta cuando giró y en este caso pude contemplar su rostro. En definitiva era ella. Me quedé observándola a lo lejos mientras pensaba que hacer hasta que una pequeña niña con la misma estatura que Greg se acercó a ella. El parecido es notable.

Winter se removió con vehemencia para hacerme reaccionar, lo miré y su vista estaba fija en un punto a lo lejos, levanté la vista hacia dicho lugar y me encontré con un gato de gran pelaje blanco observar con unos ojos felinos de iris amarilla, Winter ladro y comprendí completamente la situación.

Tiré de Winter para hacerlo caminar en dirección a una banca cercana para sentarme a pensar en que hacer. Le di un pequeño vistazo a las chicas nuevamente y una idea surco mi mente en ese instante. Tomé asiento y prosegui a sacar mi móvil de mi bolsillo, marqué el número y pulse para llamar.

Al segundo tono contestó.

Espero que me hayas llamado para algo importante.

Que relajante es escuchar su voz nuevamente.

—¡Hola! Yo estoy muy bien gracias, espero que tú también y eso—Respondí con sarcasmo.

Ryan, deja el drama y di de una vez que quieres —La escuché resoplar. Tan hermosa como Siempre.

—Lili, eres una amargada—Rodé los ojos y la escuché reír—Pero necesito que me envíes a Greg al parque más cercano a nosotros.

A Gregory?—Asentí pero recordé que no me estaba mirando así que respondí con un simple “si”—¿Que tramas con mi hermano? 

Rodé los ojos  nuevamente—:No estoy tramando nada mujer, solo trae a Greg, por favor.

Se formó un silencio en el que pensé que lo estaba dudando, y que incluso me removeria hasta las nalgas para saber que es lo que estoy tramando, pero nada de eso pasó y simplemente respondió:

Está bien. Llamaré a Emma para que lo lleve por mí, estoy ocupada aquí en casa.

Respondí de manera afirmativa y luego colgó la llamada, porqué sí señores, la señorita Lili jamás dejaba que le colgaran, o colgaba ella o no se sentiría bien.

Mientras esperaba en la banca por la llegada de la castaña, pensé en el alivio y la decepción que se combinó en mí al saber que Lili no vendría. Era demasiado confuso, sentí decepción al saber que no la vería, pero también sentí alivio por la misma razón, solo porque cuando estaba en un mismo lugar que Dennis mis sentimientos revoloteaban en diferentes direcciones intentando saber que es lo que deben hacer, si ir por la pelinegra o simplemente aceptar que eso no puede ser.

Suspiro con pesadez y miro la hora en mi móvil 04:23 p.m. A pasado un arduo rato desde que llamé a Lili, Emma debe de estar llegando al menos. Acaricié el pelaje de Winter que permaneció cómodamente sentado observando a todos pasar con entretenimiento. Pasan unos minutos más hasta que escucho a alguien gritar a lo lejos:

—¡Tío Ryan!

Giré en todas direcciones hasta que me encontré con un pequeño pelinegro correr con furor en mi dirección mientras que detrás estaba una castaña en un intento de alcanzar al pequeño que corría con demasiada alegría, me levanté de mi lugar y abrí mis brazos a lo que se abalanzó sobre mi para abrazarme.

—Pequeño Greg—Besé sus mejillas a la par que lo cargaba.

—Demasiada alegría para las cuatro de la tarde Greg—Mencionó Emma al acercarse a nosotros —¡Winter!—Exclamó con alegría al ver al mencionado ir hacia ella en busca de afecto.

El mencionado ladro con alegría al recibir caricias de la castaña que se había puesto en cuclillas para darle un mini abrazo.

—Por cierto ¿Para qué querías a Greg?—Preguntó sin dejar de acariciar el pelaje de Winter.

Miré en dirección donde a estado Dennis desde que llegué y luego miré a Emma de vuelta.

—Allá está Dennis—Le señalé el lugar con un cabezazo que me dolió hasta en las entrañas.

Las películas engañan feo.

Deposité a Greg en el suelo para sobar mi cuello adolorido por la maniobra para nada bonita que acabo de hacer, al menos Emma pareció entenderlo todo con solo mirar en aquella dirección.

—¿Que harás con Winter?—Preguntó, mi respuesta fue encogerme de hombros —Me lo llevaré.

—Me parece buena idea.

Emma se puso de pie con la correa de Winter en manos dispuesta a irse.

—Me cuentas que tal te fue—Mencionó luego de darme un beso en la mejilla de despedida y girar sobre sus talones para irse del lugar con Winter a su lado caminando con elegancia.

Apuesto a que esa elegancia la copió de mi madre.

Tomé la manita de Greg y me preparé mentalmente mientras daba uno que otro paso en dirección a Dennis, respiré profundamente y luego solté todo el aire. Me acerqué un poco más y grité:

—¡Dennis!—Sonreí lo mejor que pude para ocultar mis nervios cuando dicha chica giró y aquellos ojos verdes que también adquirían un tono más claro al punto de parecer amarillos se toparon con los míos y sonrió.

Bien, allá voy.








Nota de la autora:  Aquí nuevamente su autora enviando saludos y despidiéndose por falta de palabras. Así que, continúen disfrutando de las locuras de todos en cada uno de los capítulos, espero encontrarlos en el próximo.

Sin más que decir, me despido.

Los quiere, stefany 🌹

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