Mis padres prefieren encerrarme en esta cruel obscuridad, escondiéndome del mundo...alejándome cada vez mas de la luz.

Entiendo que soy un monstruo sin corazón, un caníbal que siente este deseo incontrolable de sangre y dolor.

¿Amigos? Todos me miran con el ceño fruncido y ojos de odio. Saben de lo que he sido capaz y sienten repulsión ¿Que acaso no es normal el querer experimentar? Yo solo quería conocer como se siente, ese liquido carmesí resbalando entre mis dedos.

Aun recuerdo aquel día, cuando me sacaron de quicio. Todos me gritaban que era rara y me lanzaban piedras al rostro, no vi otra salida....solo tenia una opción. Entre cadáveres y cabezas mis risas psicópatas hacían un eco infernal.

Cada noche escucho los llantos de aquellos niños a los que torture, cada noche siento sus descuartizadas manos apretar mi cuello con odio.

Las pastillas ya no hacen efecto, solo logran que me llene mas de impaciencia y arañe mi cabeza haciéndola sangrar.

Les pregunto a mis padres mientras me inyectan los tranquilizantes si quieren jugar "NO" contestan en un tono severo...el mismo tono con que me contestaban aquellos niños.

Con el cuchillo en la mano planeo repetir la historia, yo si quiero jugar. Me acerco lentamente a la cama en donde la serena respiración de mis padres es casi imperceptible.

Con un fugas movimiento atravieso sus cuellos y les arranco los ojos. Ya no me podrán encerrar mas.

Hoy en día sigo vagando por las calles en busca de una persona que conmigo si quiera jugar.