- Jugando con fuego -
—NOTAS DE LA AUTORA Y ADVERTENCIAS—
Esta historia NO sigue la línea temporal original. Por lo cual, algunos eventos serán diferentes y se desarrollaran de la misma manera.
NOTAS A TOMAR EN CUENTA PARA NO PERDERSE:
—Zuko tiene 21 años. Katara 19. Aang 119. Sokka y Suki tienen 20 y Toph tiene 20.
—La guerra contra la nación del fuego sigue en pie y ahora es más violenta que nunca.
Este es un One-Shot (Historia de un solo capítulo) que contiene Lemon Hard +18.
—CONTENIDO SEXUAL MUY EXPLÍCITO—
El viento soplaba fuertemente en el templo del aire, provocando que la mayoría de los integrantes del equipo Avatar se encontraran dentro de este conviviendo unidos, intentando relajarse y no pensar en los temibles acontecimientos que pronto tendrían que suceder debido a la interminable guerra con la nación del fuego, quienes no se detenían por nada del mundo.
Todos estaban reunidos en una pequeña pero acogedora sala dentro del templo, en la parte central de la sala había una mesa de piedra improvisada que había creado Toph para así poder comer y dejar sus cosas encima de esta en lugar del suelo, pues le tenía cierta desconfianza al hermano de Katara, ya que Toph y Sokka habían tenido algunos incidentes. Alrededor de la mesa estaban sentados Aang y Sokka, pues ellos dos compartían anécdotas y reían juntos, ya que ellos dos eran los que provocaban la risa de sus compañeros, haciendo que todo el equipo olvidara por algunos momentos sus desgracias. A lado de Sokka, se encontraba Suki aferrada al brazo de Sokka, contenta con poder estar a su lado, mientras que Toph simplemente reía ya que no podía ver las caras chistosas que ponían Aang y Sokka, y a la izquierda de Aang, se encontraba Zuko, quien en esos momentos sólo se molestaba en sonreír y de vez en cuando decir una cosa o dos, él estaba en su mundo. En ese momento de felicidad para todos, llegó la maestra del agua con una bandeja llena de vasos con jugo de frutas, su intención era repartirlos a todos, primero se acercó a Toph, pero ella no se percató de eso, haciendo que Aang se detuviera un momento y observara atento a Toph, pues debido a su ceguera, no podía ver que Katara le estaba ofreciendo un vaso de jugo de frutas.
—Toph— llamó Aang —Katara te está ofreciendo jugo, ¿gustas?—
—Oh, lo lamento Katara, no sabía que estabas ahí. Hay veces que se me olvida que soy ciega— exclamó mientras aceptaba el vaso de jugo que Katara amablemente le había ofrecido —Gracias— Y aunque Toph siempre estaba alerta, en esos momentos estaba con gente que confiaba a ciegas y con todo su corazón.
—No te preocupes Toph— dijo Katara con una tranquilidad que preocupó a Toph.
—Bueno, regresando al tema— dijo Sokka —¿Ustedes creen en los fantasmas?— dijo Sokka mientras hacía una señas con sus manos, intentando asustar a todos, mientras que Katara servía jugo de frutos a todos, reprochando a Momo por haberse robado uno que otro dulce que ella había guardado para más tarde —Pregunta seria—
—Si la estupidez brillara, tú serías el reluciente sol asomándose por las montañas— dijo Toph, haciendo que todos rieran, excepto Sokka.
—¿Gustas un vaso de jugo, Suki?— preguntó Katara.
—Claro Katara, muchas gracias— dijo mientras extendía la mano y tomaba el vaso con jugo con amabilidad y cuidado —Deberías de sentarte y acompañarnos, te noto algo cansada... ¿Estás bien? ¿Acaso no dormiste bien?—
—Ah, es que tuve una noche... complicada— dijo Katara algo nerviosa, mientras que sentía que unos ojos color miel la observan en completo silencio, haciendo que sus piernas comenzaran a temblar —Además ya casi acabo de repartir el jugo, termino y me siento con ustedes— añadió mientras se dirigía hacia su hermano, quien no paraba de parlotear acerca de fantasmas.
—No sé de que hablas Sokka— dijo Aang rascándose la cabeza confuso —Aquí no puede haber fantasmas, es imposible—
—¡Claro que no!— gritó Sokka mientras que Katara se acercaba hasta él —¡Yo los vi! Juro por mi vida que así fue— exclamó.
—No le hagan caso, de tantos golpes el pobre ya quedó dañado— añadió Toph —Pobre de Suki, lo que le espera— dijo mientras fingía tristeza.
—¡Cállate Toph! Es verdad, yo ayer los vi, es más, los oí— Katara le extendió un vaso a su hermano —Eran las 2:30 de la madrugada y me levanté porque hacía mucho calor, así que me dirigí al jardín para poder refrescarme un poco y ahí los vi—
—Si claro Sokka— dijo Suki riendo —¿Y luego qué pasó? ¿Por qué no los capturaste o nos avisaste?— preguntó con intriga.
—¡Porque eran dos fantasmas y hacían ruidos extraños! Estaban ocultos entre los arbustos, no los logré ver, pero los llegué a escuchar— dijo Sokka animado —Sólo que me dio algo de miedo y huí del lugar...—
En ese momento, Katara abrió los ojos como platos y dejó que el vaso de agua se le derramara en toda la camisa de su hermano, haciendo que todos la observaran.
—¿Qué rayos te pasa, Katara?— preguntó molesto Sokka mientras se levantaba rápidamente de su lugar —¡La acababa de lavar esta semana!—
—¿Ah?— Katara movió un poco su cabeza y luego volvió a su realidad —Ay lo siento mucho Sokka, no fue mi intención ensuciarte— dijo mientras dejaba la bandeja en la mesa y veía a su hermano —¡Fue un accidente, lo juro!— se disculpó.
—¿Katara?— llamó Aang —¿Estás bien?—
—Oh claro Aang, simplemente me distraje un poco con los absurdos comentarios de mi hermano— se excusó —No es normal que ande por ahí diciendo esa clase de tonterías—
—¿Ven? Les dije que de tantos guamazos quedó hecho pedazos— recalcó Toph.
—¿Por qué nadie me cree?—
—Porque siempre dices tonterías, Sokka— dijo Katara mientras se cruzaba de brazos.
—Ash, piensen lo que quieran, me largo de aquí— dijo molesto mientras se comenzaba a marchar del lugar.
—Vamos Sokka, no seas aguafiestas, quédate aquí con nosotros y cuéntanos más sobre esos fantasmas— dijo Suki tratando de calmar a Sokka —¿Qué te parece la idea?—
—No, además gracias a mi querida hermana, ahora tengo que lavar esta camisa... ¡Otra vez!— dijo mientras se marchaba furioso del lugar.
—Bueno, me retiraré para ir a hacerle compañía al señor dignidad— dijo Suki mientras se levantaba de su lugar y se retiraba de la sala, dejando a Aang, Toph, Zuko y Katara en la sala, preguntándose qué acaba de pasar.
—No entiendo porqué se enoja— dijo Toph —Es sólo un camisa, flojo vagabundo—
—Ya lo conoces Toph, así es Sokka— Aang posó la mirada en su amada —¿Por qué no te sientas a mi lado, Katara?— preguntó con entusiasmo.
—Claro Aang— respondió con gentileza mientras se sentaba a su lado.
El corazón le latía a mil por hora, sentía que en cualquier momento le podía dar un paro cardíaco y todos ni en cuenta, podía oír su agitada respiración tratando de volver a la normalidad, trataba con todo su esfuerzo no recordar lo que había sucedido ese día por la noche, pero no podía deshacerse de aquel tormentoso y placentero recuerdo, no podía aclarar sus pensamientos, mucho menos controlarlos, pues la perseguían por todos lados y ahora estaba en evidencia, pero sus amigos no lo habían notado, al menos no aún. Y es que si se ponía a pensar en su noche romántica con su compañero de fuego, sus entrañas explotaban por dentro, su cuerpo vibraba desde lo más profundo de su ser al recordar simples detalles de su noche, de recordar como él la había aprisionado entre sus brazos y de la forma en la que la había desnudado en medio de la noche, de todas las formas en las que la había tocado, simplemente su piel ardía con esos eróticos recuerdos, haciendo que se agitara demasiado.
Por otro lado, cierto príncipe no dejaba de pensar en lo que había pasado aquella noche entre esos arbustos, su cabeza le repetía una y otra vez aquella escena que había compartido con cierta maestra agua. Recordaba cada detalle perfectamente, su cuerpo empapado en sudor, sus movimientos, su aroma, sus gritos, sus rasguños, su placer. Lo podía recordar todo, sin excepciones o detalles en blanco, pero pensar en ello sólo lo dejaba en una condición; excitado, con ganas de volver a apoderarse de aquella mujer que tantas veces le había robado el sueño, que descaradamente jugaba con él a su antojo, que lo dejaba con sed de su piel a todas horas, que lo hacía retorcerse de celos, esa mujer que no era de él.
Katara miró disimuladamente a Zuko, buscando su mirada o alguna señal de que aún estaba vivo, pues su mirada se encontraba perdida y su boca estaba un poco abierta, dejando que su imaginación volara mares.
—Y entonces ese día marcó mi vida para siempre— dijo Aang entre risas. Zuko se sintió observado, conocía aquella mirada que estaba desesperada en encontrase con la suya, por lo cual observó a Katara sin que Aang lo notara. No es que Zuko le estuviera bajando la novia a Aang, simplemente deseaba a Katara y ella lo deseaba a él. Entre ellos sólo era eso, deseo, un deseo sin emociones en medio o sin otra clase de intenciones, sólo buscaban satisfacerse el uno con el otro, y vaya que lo habían logrado, pero... ¿De verdad no había sentimientos entre ellos? ¿Sólo era deseo mutuo? —Pero dime Toph, ¿A qué viene tu pregunta?—
—Sólo curiosidad, Aang— dijo Toph calmada —Hay veces que nosotros sabemos verdades que duelen, verdades que queman por dentro, pero no las decimos por miedo, por angustia o por simple orgullo—
Sus miradas se toparon, haciendo que el silencio que había se hiciera interminable.
"Katara, deséame a mí, sólo a mí".
—Ojalá todo fuera más fácil, ojalá las cosas que sentimos se pudieran expresar sin la necesidad de las palabras, porque muchas veces Aang, las palabras mienten—
—Yo digo que te equivocas Toph— Aang volteó a ver a Katara, quien seguía perdida en los ojos de Zuko —Yo creo que algunas palabras si significan lo que sentimos—
"Zuko... quédate aquí conmigo. No te vayas, no, yo no quiero que te vayas"
—Bueno, ya se hizo muy tarde y mañana tenemos que avanzar al circuito 12 para evitar encontrarnos con tropas de la nación del fuego— al oír eso, ambos ojos sueltos se dejaron de mirar —Toph, ¿estás segura de querer dormir en el piso de arriba? No hay nadie ahí y si ocurre una emergencia las cosas se pueden complicar...—
—Si estuvieras en mi lugar, tu también querrías dormir arriba— dijo mientras se retiraba del lugar, dejando a Zuko, Katara y Aang a solas —Descansen chicos—
—¿Qué rayos?— se preguntó Aang mientras la veía desaparecer en el largo pasillo camino al piso de arriba —Bueno, Zuko, Katara, yo los dejo porque tengo que revisar si Appa está cómodo y si no está pasando frío. ¿Dónde van a dormir ustedes?—
—Yo dormiré en la última habitación del último piso, a lado de esa habitación hay una fuente de agua, entrenaré un poco y después iré a dormir—
—Perfecto Katara, nada más ten cuidado de no lastimar la estructura del templo. Si le llegas a dar a un pilar estaremos fritos— Katara asintió y después se dio la vuelta, dispuesta a marcharse —¿Qué hay de ti, Zuko? ¿Dónde dormirás hoy?—
—Dormiré en la penúltima habitación del primer piso, alguien tiene que quedarse ahí, si no, también tendríamos problemas para avisarle a Toph si algo llegara a ocurrir, además sería una buena defensa en caso de un ataque sorpresa—
—Buen punto Zuko, pero creo que lo mejor sería que yo me quedara en el primer piso, recuerda que aún no controlo muy bien el fuego control, además Sokka y Suki se quedarán en el piso 1. Así, también tengo un muy buen lugar para acercarme a Appa en caso de una emergencia— Zuko sonrió internamente —Tengo una mejor idea, Katara dormirá en el piso de hasta abajo, Zuko dormirá un piso arriba, en el piso 0. Sokka y Suki dormirán en el piso 1 y yo junto a Toph dormiremos en el piso 2 para estar cercanos a Appa, que está en el piso tres junto a la terraza, así todo está equilibrado. ¿Les parece bien está corrección?—
—Me parece una idea fantastica, Aang— dijo Zuko con una sonrisa amable.
—Si ya terminaron, ahora si me retiro, descansen bien— dijo amablemente la maestra agua mientras se marchaba del lugar—
Después de bajar al último piso, me dediqué a cerrar la puerta de lo que sería mi habitación para poder dedicarme a entrenar un poco mi agua control, pues ya casi lograba dominar un nuevo estilo que dejaría impresionado al mismo dios del agua.
Decidí quitarme mi ropa y ponerme un traje de baño un poco antiguo blanco, era de tela y estaba un poco gastado, pero además de ser el único que estaba en mi guardarropas, también era el único que me brindaba la comodidad de moverme libremente sin sentirme pesada. Una vez que me puse el traje de baño, me dirigí a la fuente que estaba prácticamente a unos 10 pasos de mi habitación y tuve que salir de esta y luego volverla a cerrar para asegurarme de que ningún polizón entrara. Además, el agua suele tranquilizarme o aclarar mis problemas cuando de verdad estoy confundida. Y es que no es fácil lo que esta sucediendo entre Zuko y yo, no puedo dejar de pensar en él.
En mis peores momentos, en mis mejores momentos, en mi tristeza, en mi dolor, en mi felicidad, él está en todo, incluso es el dueño de mis más oscuras fantasías. Y siendo sincera, mis sentimientos están confundidos, toda mi vida pensé que yo amaba a Aang, pues hemos sido novios desde los 13 años, pero ahora que tengo 19 años, no siento la misma atracción por él que la que siento por Zuko. Yo deseaba su cuerpo, deseaba que me hiciera suya, que me hiciera gemir su nombre hasta más no poder, porque yo perdí mi virginidad con él, nunca lo voy a olvidar. Pero solo era eso, sexo, placer, formas de desquitarse con los problemas, pero ahora yo... yo creo querer más. Hace cuatro años que todo esto empezó, hace cuatro años que Zuko se escurre entre mis sábanas, hace cuatro años que soy su compañera nocturna. Todo iba perfecto, sexo salvaje y ya, pero una noche todo cambió... yo le pedí que él se quedara. Él no se negó. Esa noche dormimos en mi cama, abrazados, sedientos del otro, cómodos en los brazos del otro, y desde ese día, las noches no solo fueron salvajes, también había veces en las que los besos y las caricias gritaban lo que mi corazón calla. Nunca he dormido con Aang, no puedo hacerlo. Pero saber que estoy haciendo mal y que si él lo llega a descubrir sería el fin de todo, me aterra mucho. Sí, eso me hace en una cobarde, pero no puedo evitar sentirme así, por eso necesito aclarar mi mente y tomar una decisión sobre mi futuro con Zuko.
Decidí alejar todos esos pensamientos de mi mente y enfocarme en mi objetivo de hoy, entrenar hasta el cansancio y procurar no destruir el templo, las misiones que llevaríamos a cabo los próximos meses eran muy complicadas y peligrosas, si no dedicaba mi tiempo y mi mente a ellas, probablemente no sería útil en ellas.
Cuando por fin llegué a la fuente me di cuenta de que era mucho mas grande de lo que había imaginado, pero no era tan profunda como pensé, el agua no me llegaba ni al ombligo, por lo cual dejé en la entrada a la fuente mi toalla y después me di un chapuzón a la fuente, sintiendo como el agua me recibía con cuidado. El aire comenzó a faltarme y supe que era el momento de salir a tomar un poco de aire.
Después de eso comencé a entrenar muy duro, haciendo que mi sudor y el agua se combinaran, hacia varias poses e intentaba lanzar ataques de agua al aire, para deshacerlos y volver a hacerlos en segundos, también aplicaba un poco de karate y nadaba, intentando mantener un ritmo constante en mi entrenamiento, hasta que ya no pude más y me tomé un descanso. Miré al reloj de arena y me di cuenta de que ya eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada, por lo cual solo me quedé debajo del agua un rato. Salí del agua y me di cuenta de que estaba haciendo mucho frío, me dirigí hacia una pared donde a lo lejos había dejado mi toalla, además ahí el agua apenas me llegaba a los muslos, pero no me salí del agua, solo me había acercado, pero seguía estando en el agua por el simple hecho de que hacía demasiado frío, tal vez por eso Toph había decidido quedarse en el último piso, pues ahí todo el día había sol, lo que provocaba que la habitación se calentara y no estuviera tan fría como la mía o la de Zuko.
Zuko...
¿Que estará haciendo él a estas horas? En cuestión de segundos, mi mente voló demasiado lejos, imaginando escenarios que probablemente no sean aptos para comentar, no quería pensar en él, pero mi mente me estaba jugando un jugada muy ilegal, no podía evitar pensar en él, aunque lo había intentando durante el entrenamiento, había fallado. Me abracé a mi misma en busca de un poco de calor corporal, pues si estaba pasando frío, gran error de mi parte, pues en cuanto mis dedos tocaron mis brazos, me imaginé a cierto maestro de fuego abrazándome, dándome aquel calor que estaba pidiendo. Cerré mis ojos para imaginármelo mejor... sus masculinos brazos aferrándose a mi cintura, su caliente aliento recorriendo mi cuello, sus ardientes labios dándome caricias por todo mi cuerpo, calentándome, haciéndome estallar por dentro, haciendo que su fuego no solo le queme a él. Sin darme cuenta, mis manos comenzaron a deslizarse por mis brazos para llegar a mi abdomen y comenzar a deslizarme sobre la parte inferior de mi traje de baño. ¿Qué demonios me estaba pasando? No debería de estar pensando en Zuko ahora mismo, pero... su pasión, su calor, su aroma. Todo de él me dejaba tan excitada. Con ganas de hacerlo mío. Mi mente se comenzaba a nublar y no sabía si era por la masturbación o por el simple hecho de imaginármelo metiéndome los dedos, no sabía que cosa me estaba quemando por dentro.
Movía mis dedos lo más rápido que podía, pero nada se podía comparar a cuando él lo hace. Decidí meter uno de mis dedos dentro de mí, al hacerlo, hice la cabeza para atrás mientras que mis piernas se doblaban por el placer y me tuve que aferrar con una de mis manos a la pared mientras metía otro dedo dentro de mi, haciendo que el placer se hiciera cada vez más grande, provocando que se me saliera un gemido.
—¡Zuko!— gemí en voz alta.
Pero antes de poder venirme sobre mis propios dedos, sentí como el agua era perturbada, obligándome a recobrar la compostura de mi cabeza y volver a mirar hacia el frente. Cuando vi que Zuko se me acercaba, me petrifiqué.
—¿Zuko?— pregunté petrificada, aunque sonó más a un gemido.
Inmediatamente saqué mis dedos dentro de mi y mi mano de mi traje, pero antes de poder hacer algo más, Zuko me acorraló contra la pared que antes había sido mi fuente de apoyo, al sentir su cuerpo tan caliente en mi espalda desnuda, un gemido volvió a salir de mi boca.
—¿Te estabas divirtiendo, Katara?—
No sabía que sentir, estaba avergonzada y a la vez muy mojada y excitada, mi mente no estaba en sus corrales. En ese momento solo pensaba en besarlo y cojermelo, hacerlo doblegarme, decirle que me complaciera. Su pecho desnudo estaba sobre mi espalda mientras que me sostenía los dos brazos por detrás de mi espalda, haciendo que mi cara y mi cuerpo quedaran pegadas a la fría pared.
—Zuko... ah, Zuko—
—Dime Katara, ¿pensabas en mí cuando te estabas tocando?—
Como odiaba que me hiciera esto, él sabía perfectamente que lo estaba haciendo. ¡Gemí su nombre! Pero lo deseo tanto que no me importa, en estos momentos no me importa nada.
—No seas engreído...— dije intentando sonar lo más tranquila posible —Aunque por lo que siento aquí atrás, supongo que debiste disfrutar la vista. ¿No?— escuché una risita traviesa de su parte, obligándome a morderme el labio —¿Qué haces aquí tan tarde, Zuko?—
De repente, una de sus manos dejó de sostenerme los brazos, pero aún así no podía moverlos, pues su otro brazo seguía manteniéndomelos presos, no estaba entendiendo nada, hasta que sentí como una de sus manos comenzaba a acariciarme los senos encima el traje, lo que me hizo retorcerme sobre la pared.
—¿Acaso no es obvio? Vine a ayudarte con tus "problemas"— su mano siguió bajando, llegando al mismo lugar donde anteriormente mis manos estaban. Estaba tan ansiosa que comencé a restregarme en contra de él, suplicándole su atención inmediata —¿Tan ansiosa estás, Katara?—
—Zuko, oh Zuko por favor...— dije casi rogándole.
Zuko comenzó a besarme el oído mientras sus dedos comenzaban a tocarme, a explorarme y a satisfacerme. Él me lamia el lóbulo de la oreja con sensualidad, haciendo que me mojara aún más.
—Estás mojando mis dedos de una manera tan exquisita...— su voz sonaba ronca, lo sabía, estaba disfrutando esto. Zuko estaba igual de excitado que yo —Katara— llamó él.
—¿Mmm?— respondí al sentir como uno de sus dedos comenzaba a introducirse en mi interior, mientras que otro tocaba mi clítoris con fuerza —Oh dios...—
—Quiero que me digas todo lo que te imaginabas que te estaba haciendo mientras te masturbabas con tanta fuerza— no pude evitar sonrojarme, Zuko era un sucio, pero aún así me daba vergüenza —¿Me entendiste?—
—No— dije en voz fuerte.
—No te pregunté si querías decírmelo, dije que me dijeras todo lo que fantaseabas, es una orden, Katara— estaba a punto de decirle algo, pero su dedo salió de mi interior con fuerza y no me dio tiempo de reaccionar, pues cuando volví en si, su mano me había roto el único traje de baño que tenía, quedando semi desnuda ante él —Te estoy esperando— antes de volver a decir algo, dos de sus dedos me penetraron con fuerza, haciéndome gemir con fuerza —No me moveré de aquí hasta me lo cuentes todo, Katara— su voz excitada en mi oído me estaba enloqueciendo, además sentía su potente erección sobre mi trasero y espalda baja, sabía que la tela de su traje lo estaba matando.
—Yo... estaba imaginándote así— me rendí, no iba a permitir que esta oportunidad se me escapara de las manos —Zuko, yo te estaba imaginándote dedeandome de esta manera—
—¿Ah, sí?— sus dedos comenzaron a deslizarse dentro de mí una tercera vez, haciéndome poner los ojos en blanco —Exactamente, ¿que te hacía, Katara?— idiota.
—Me tocabas... me metías los dedos, me hacías gemir, hacías que me mojara— sus dedos comenzaron a embestirme suavemente, provocándome espasmos y gemidos involuntarios —¡Zuko!—
—¿Así?— me preguntó mientras sus dedos salían de mí con mucha más fuerza y velocidad.
—¡Ah! ¡Sí, sí, justo así!— de un momento a otro me sacó los dedos y me soltó del amarre, volteándome hacia él, ahora mi espalda estaba recargada en la pared y mi cara estaba viéndolo a él, podía apreciar su cuerpo bien formado por los constantes entrenamientos. Mi interior palpitaba con fuerza al dirigir mi mirada a su pronunciada erección —Zuko... no pares—
—¿Quién te dijo que iba a parar?— sin previo aviso me abrió las piernas y volvió a meterme dos dedos en mi interior, haciendo que mi cabeza se recargara en la pared y que mi espalda se encorvara, obligándome a dejar de ver su erección —Dime Katara, ¿cómo te hacía venir?—
—No lo sé, me interrumpiste— dije más excitada que antes.
—Supongo que tendré que hacerme cargo— una sonrisa junto con un gemido escaparon de mis labios, sabía lo que eso significaba —¿No crees?— yo dije un sí muy suavecito, pues un gemido lo había opacado.
Zuko me siguió penetrando con sus dedos mientras yo movía mis caderas intentando seguirle el ritmo a sus gloriosos dedos, a veces no sabía como agradecer al inventor del relámpago azul su esfuerzo por crear tan perfecta técnica que necesitaba total control sobre los dedos. Su cara comenzó a descender por mi cuello, dejándome algunos besos o marcas, su cuerpo comenzó a agacharse, por lo cual mis manos ansiosas se aferraron a sus cabellos negros.
—¡Zuko!— su lengua comenzó a juguetear con mi ombligo, mientras que mis manos inconscientemente lo comenzaban a empujar hacia abajo, me moría por sentir sus labios y su lengua sobre mi piel. Al llegar a mi entrepierna, sacó sus dedos una vez más y los acercó a su nariz, oliéndolos, mientras que yo me mordía con fuerza mi labio.
—Tu olor— mi mirada se dirigió a su rostro, él se dio cuenta y se acercó ambos dedos a la boca, lamiéndolos, me excité tanto que casi me orgasmeo ahí mismo —Te deseo probar... quiero recordar tu sabor por siempre— después de decir eso, su boca se acercó a mi intimidad, ya que podía sentir su respiración rozándome, acariciándome, torturándome. Mis manos se volvieron a aferrar a su cabello, pero cuando él metió su lengua en mis pliegues húmedos, mis piernas se desvanecieron, perdieron la fuerza y casi caigo al agua, pero con sus manos, Zuko me logró sostener —No te pierdas, al menos no aún— su lengua comenzó a darme el cielo, mientras que sus dedos volvieron a mi interior, Zuko los metía y los sacaba a una velocidad muy placentera mientras que su lengua se encargaba de aquella bolita de carne que era mi punto débil —Vamos Katara, quiero que te vengas en mis dedos— mi cuerpo no lo soportó más, mis piernas temblaron y los espasmos se hicieron más intensos, mientras que mis manos empujaron a Zuko hacía mi, mientras mi cabeza se recargaba en la pared con fuerza y mi boca trataba de tragar bocanadas de aire. Tal y como él lo quería, me había venido en sus dedos y parte de su lengua, ahora mis muslos estaban empapados con mis propios fluidos —Deliciosa, como siempre—
Ya que regrese a mis cinco sentidos, una pregunta retumbó en mi cabeza, ¿qué estaba haciendo Zuko aquí?
Después de las modificaciones de Aang, fui a conocer lo que sería mi nueva habitación en este templo aire. Cuando llegué, la verdad me sorprendí bastante, pues la habitación estaba hecha mayormente de madera y roca, teniendo un acabado bastante lujoso pero sencillo, bastante mi estilo. El único problema es que hacía mucho frío y sólo había dos cobijas que lucían bastante pesadas, pero si con eso se lograba dormir bien, por mi no hay problema. Me metí a bañar y después me puse mi ropa para dormir y me metí a la cama lo antes posible, pues la noche era infernal, hacía un frío del demonio y no podía usar mi fuego porque la habitación donde estaba estaba mayormente construida con madera, que molestia. No era la peor situación en la que estaba, pero mi cabeza no dejaba de dar vueltas y eso lo hacía un verdadero infierno.
Estaba acostado de tal forma que mi cicatriz estuviera pegada a la cama, pues si algo sucede puedo oír mejor con mi lado no herido, pero por laguna razón no podía dormir, todo el día había estado maquinando y no lograba encontrar tranquilidad, me giré y traté de acomodarme mejor en la pequeña cama, pero de nuevo su imagen se me vino a la cabeza y todo la calma que había logrado tener hasta el momento se esfumó. ¿Por qué justo ahorita?
La viva imagen de Katara estando debajo de mí me perturbó demasiado, pues ahora no solo estaba ansioso y confundido, ahora también estaba caliente. Con tan solo pensar en la noche anterior en los arbustos, mi cuerpo comenzaba a elevar su temperatura, el frío ya no me estaba afectando, ya no sentía la necesidad de estar tapado con esas pesadas cobijas, es más, ahora estorbaban, los recuerdos con ella me estaban atormentando, y es que el recuerdo que me estaba torturando desde hace algún tiempo es el de la primera noche que pasé con Katara... Katara. Yo soy el hombre que tomó todo de ella. Esa noche yo fui el primero en su vida, yo fui el único. El primero en escucharla gemir, el primero en hacerla rogar, en verla temblar por placer, en verla jadeando en busca de aire, el primero en explorar todos esos lugares que nunca habían sido profanados por alguien mas, el primero y el último.
Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer...
—FLASHBACK DE HACE 4 AÑOS—
Katara y Zuko habían tenido una misión juntos para extraer información de algunos puntos claves del ejercito de la nación de fuego, para ello, ambos se tenían que infiltrar en una base militar en la mismísima nación del fuego, pero desafortunadamente, no había salido bien, pues ambos habían peleado y Zuko había terminado herido, y además, se habían tenido que refugiar en una cabaña escondida de la nación del fuego y de sus tropas que los estaban buscando.
—¡Todo esto es tu culpa, Zuko!— dijo Katara mientras sacaba un venda mojada y se acercaba a Zuko, quien se encontraba sentando en una cama de madera esperando la atención médica de su compañera de equipo —¡Si me hubieras hecho caso esto no habría pasado, es mas, esto no estuviera pasando!—
—¿Dices que esto es MI culpa?— preguntó el maestro de fuego molesto —¡Te recuerdo que no fui yo quien decidió tirar un puente justo encima de nosotros!— la tensión que había entre ellos no disminuía, al contrario, aumentaba, creando un ambiente muy tenso.
—¡Ya te dije que fue un accidente! ¿Por qué no lo entiendes?— preguntó furibunda Katara.
—¡Por la misma razón que tú no entiendes que irnos por las alcantarillas era mala idea porque ahí había docenas de tropas aguardándonos!—
—Oh claro, como el señor del fuego conoce tan bien sus propios territorios— Zuko explotó, no era posible que después de unos meses estando con ellos, Katara siguiera siendo insoportable con él, pues no había forma de que ella lo tratara bien.
—¿Qué carajos quieres de mi, Katara?— gritó neurótico Zuko —¿Por qué me odias tanto? ¡Ya me he disculpado he incluso les he demostrado que pueden confiar en mi, ¿por qué me sigues rechazando con tanta perseverancia?—
—¿Qué que has hecho? ¿Qué por qué te odio? ¡Esas son cosas que ya deberías de saber, idiota!— Katara se dio la vuelta, dándole la espalda a Zuko.
—Te divierte, ¿no es así?— Zuko se levantó de la cama donde estaba, acercándose cautelosamente a Katara, como león en busca de su presa, haciendo que Katara se sintiera un poco nerviosa y se viera en la obligación de voltearse de nuevo —Lo disfrutas—
—¿De qué mierda estás hablando Zuko?— Katara comenzó a retroceder, sentía que la tensión se iba convirtiendo en otro tipo de tensión.
—Katara, si me odias tanto, ¿por qué te masturbas pensando en mi? Te escuché la otra noche en Ba Sin..— una bofetada volteó su rostro.
—¿Quién te crees que eres?— Katara se sentía avergonzada y furiosa, porque dentro de ella sabía que lo que Zuko decía era verdad. Ella disfruta verlo así, y si, varias veces había pensando en el príncipe de fuego cuando estaba en condiciones "especiales" —Yo te odio, Zuko. Jamás pensaría en ti a la ho...— de repente, Katara chocó contra la pared, Zuko la tenía prisionera entre la pared y él.
—¿Entonces por qué mierdas te acercas de esa manera a mi?— Katara estaba ardiendo —No puedes ir por ahí fingiendo curarme y estar tocándome de la manera en la que quieras, Katara— Katara sentía que respirar era pesado, le costaba. Zuko se acercó a los labios de Katara mientras sostenía sus brazos sobre su cabeza —Si así curas a Aang no me importa, pero tienes que entender esto, Katara— una de las piernas de Zuko se metió entre las piernas de Katara, haciendo que ella jadeara —Aang es un niño— por segundos, sus respiraciones se chocaron la una con la otra, mientras que sus labios se rozaron violentamente por segundos —Yo soy un hombre— después de eso, Zuko soltó a Katara, quien cayó de rodillas al suelo, buscando entender lo que había pasado. ¿Por qué...? ¿Por qué su interior quería continuar provocándolo? ¿Por qué sus entrañas explotaban cuando lo veía sin camiseta? ¿Por qué su humedad era por él? ¿Por qué él? Katara se levantó del suelo y con fuerza intentó tomar el hombro de Zuko, quien le estaba dando la espalda, pero antes de poder tocarlo, él se dio la vuelta, la tomó del brazo y la pegó a su cuerpo, dándole un apasionado beso. Katara movió su boca al compás de la de Zuko. Lo deseaba, por lo cual movió sus manos hasta su pantalón, a lo cual Zuko la detuvo —Estás jugando con fuego, Katara—
—No me importa. En este momento nada me importa, te deseo, Zuko— Zuko no podía creerlo, las palabras que quería escuchar se habían vuelto realidad. Sus mas oscuras fantasías se iban a volver realidad, su pasión oculta por la novia de su mejor amigo estaba saliendo a la luz, su deseo carnal por ella estaba desbordándose a mares —Quiero desquitar mi odio en ti, necesito desquitarlo—
Katara fue la que unió de nuevo su boca con la del príncipe, todo su desprecio hacia él, su odio hacia la nación del fuego, su dolor y su pasión estaban siendo descargadas en él. Zuko representaba un pecado viviente, pero al ser un pecado, también lo convertía en una tentación, una lujuriosa y apetitosa tentación, a la cual, Katara no pudo resistirse.
El beso se intensificó y Katara cayó encima de Zuko, quien estaba recargado en la cama de madera. Pero al igual que Katara, Zuko también tenía sus motivos para desquitarse con Katara, ya que Katara era como una viva representación de todo su dolor. El rechazo de su propio padre, el desprecio de su misma hermana, el frío y el dolor de estar en un lugar donde no es amado ni aceptado por el simple hecho de existir. Katara era un paquete todo en uno, pero al mismo tiempo, el hecho de saber que la maestra agua fantaseaba con él lo volvió loco, sus ganas de ser aprobado por ella aumentaron, al igual que su deseo por tenerla debajo de él.
Esa noche, tuvieron sexo salvaje. Desquitándose con el otro, expresándose a través de la pasión lo que con palabras no pueden decir. Katara perdió su virginidad, Zuko perdió la cabeza.
—FIN DEL FLASHBACK DE HACE 4 AÑOS—
Después de esa noche, ambos nos desquitábamos con el otro. ¿Teníamos problemas? Sexo. ¿No podíamos dormir? Sexo. ¿Peleábamos? Sexo. ¿Queríamos placer? Sexo. Todo era sexo salvaje, donde fuera a la hora que fuera, pero todo había cambiado debido a que poco a poco ambos nos comenzábamos a involucrar mucho más en los asuntos del otro.
Si Katara se veía triste, preguntaba que sucedía y la escuchaba, cuando ella me notaba perdido o confundido me apoyaba y me trataba de dar una solución, y así fue como sin darme cuenta, mis sentimientos comenzaron a surgir. Ya no quería irme después de terminar dentro de ella, quería estar ahí a su lado, quería que me abrazara y que no me permitiera irme, que me obligara a quedarme a su lado. Sus actividades que consideraba molestas o insoportables me comenzaron a gustar, si no la veía enojarse por haber dejado mis calzones tirados en su habitación me volvía loco, extrañaba cuando me regañaba por romper su cama o por destrozar su ropa o por no comerme mi comida, simplemente me acostumbré a su presencia.
Y así pasamos de sexo salvaje a bañarnos juntos, a cocinar juntos, a bailar juntos, a escucharnos, a reconocernos y claro, a tener sexo salvaje. Pero había algo nuevo y diferente que hacía todo aún mejor. Y tengo miedo de la respuesta.
Debido a que mi mente ya estaba demasiado quemada y visto que mi cuerpo no se iba a calmar, decidí darme un chapuzón en la fuente de abajo, pues sería refrescante para mi mente como para mi alma. Me quité mi camisa y mis calcetas junto a mi pantalón y me quedé en calzones, tomé una toalla y me envolví en ella para salir de mi habitación y dirigirme al piso de abajo. Una vez que llegué, pensé en visitar a Katara, pero al ver su puerta cerrada con llave pensé que tal vez no quería compañía, por lo cual seguí mi camino. Al llegar me quité mi toalla y cuando la estaba a punto de dejar en el suelo, me percaté de que ahí estaba la toalla de Katara, me asomé un poco más y casi me da un paro cardíaco cuando veo a Katara con las rodillas dobladas y una mano dentro de su intimidad.
—¡Zuko!— no pude evitar sentirme feliz, ella se volvía a masturbar pensando en mí. Sonreí y me acerqué con cautela para no interrumpirla. Deseaba ser quien la ayudara a cumplir su objetivo de esa velada, además, mi erección había aumentado drásticamente, mi pene palpitaba con la simple idea de ayudar a Katara.
Supuse que se dio cuenta de mi presencia por el agua moviéndose, porque se quedó petrificada en su lugar, se veía avergonzada pero ligeramente lujuriosa. Una tremenda diosa.
—¿Zuko?— preguntó petrificada, aunque sonó más a un gemido, un excitante gemido que me estaba volviendo un sediento del cuerpo de Katara.
La deseaba tanto que la acorralé contra la pared, deseaba escuchar su fantasía y hacerla mía una y otra vez, dejarla sin poder caminar una semana entera, sentir su cuerpo temblar debajo o arriba de mi, joder, que duro estoy ya. Su cuerpo estaba tibio, necesitaba mi calor —¿Te estabas divirtiendo, Katara?— pregunté divertido, me moría por saber su respuesta.
—Katara... quiero estar dentro de ti ahora mismo— Zuko había retomado su postura original, ahora su cabeza se encontraba sumida en el cuello de la morena quien seguía recuperándose del placentero orgasmo que había tenido —Déjame hacerte mía una vez más, Katara—
Las manos de Katara se aferraron a los masculinos hombros de Zuko, mientras que las manos de Zuko recorrían su cuerpo tembloroso en busca de retirar la última prenda para poder apreciar su desnudez completa.
—Quiero tocarte— dijo Katara empezando a recorrer el pecho de Zuko —Quiero, no, deseo tocarte y atragantarme de ti, Zuko— las manos de Katara no se detenían, bajaban a paso lento pero seguro, explorando el cuerpo que ya había tocado muchas veces antes —¿Puedo?— preguntó al llegar a su calzón, intentando quitarlo.
—Puedes hacerme lo que tu quieras— el propio Zuko se alejó un poco de Katara para poder retirarse su única prenda, una vez que se deshizo de esta, suspiró aliviado, pues ya se había liberado de su sufrimiento, dejando a la vista de Katara su notable erección. Katara se mordió el labio, mientras que Zuko tomó una de las manos de Katara y la colocó en su abdomen —Tócame todo lo que quieras, no te contengas—
Katara no perdió el tiempo y se agachó, quedando cubierta por agua hasta los senos. Sus manos no se podían quedar quietas, pues una vez que se acomodó en la fuente, ambas manos tomaron el pene de Zuko y lo comenzaron a masturbar, haciendo que Zuko se tensara.
—No te agradecí por tu ayuda, Zuko— Katara acercó su rostro a la punta del miembro de Zuko, quien no dudó en soltar un gruñido al sentir su fría respiración sobre su miembro —¿Por qué no me dejas darte las gracias apropiadamente?— un gemido masculino resonó por todo el lugar, pues la lengua de Katara se encontraba lamiendo su punto débil, era la sensación más placentera de todo el mundo.
—¡Continua!— gimió Zuko al mismo tiempo que una de sus manos tomaba a Katara de los cabellos y la otra se apoyaba en la pared —¡Oh dios no pares!— Katara retiró sus manos y las suplantó con su boca, enrollando su lengua en el pene de Zuko, brindándole aún más placer. La respiración agitada de Zuko estaba retumbando en los oídos de Katara, quien lo miraba desde abajo, pues la cabeza de Zuko estaba hacia atrás y no alcanzaba a ver más que su barbilla. Katara se dio cuenta de que los músculos de su compañero se estaban tensando demasiado, lo que significaba que su eyaculación estaba cerca, además de que su sudor comenzaba a aumentar —¡Katara!— la tensión en su cuerpo se liberó, y con eso el orgasmo llegó para Zuko, quien apretaba con fuerza el cabello oscuro de Katara, obligándola a recibir su semen —Lo siento— se disculpó Zuko al darse cuenta de que se había corrido en su boca.
—No importa, siempre es bueno recibirte en mi boca— dijo Katara mientras se relamía los labios y se levantaba del suelo, acercándose al cuello de Zuko, notando como su manzana de Adán se movía por su agitación —Me excita mucho verte así— Katara lamió la manzana de Zuko, quien seguía con la cabeza hacia atrás, relajándose un poco antes de seguir —Fóllame, Zuko—
Una vez más, Katara fue recargada en la pared, pero esta vez ella tenía sus brazos enrollados en el cuello de Zuko, provocando que Katara tuviera que estar de puntitas en el agua, pues su altura era bastante considerable, mientras que Zuko tenía sus manos en la espalda baja de Katara, acariciándola a más no poder.
—¿Estás lista?— preguntó entre besos el maestro de fuego, a lo que Katara movió la cabeza en señal de sí, Zuko alzó las piernas de Katara con sus manos —Aférrate a mi, Katara— Katara obedeció y sus piernas se enrollaron en la cadera de Zuko. Katara se separó un poco para que Zuko pudiera adentrarse en ella, con un mano, Zuko se colocó en la vagina de Katara y se frotó unas cuantas veces para llenarse de los fluidos de Katara y poder entrar y salir de ella mucho más fácil, haciendo que Katara se frotara contra de él, buscándolo, llamándolo. Una vez que supo que ya estaba listo para empezar, retiró su mano y penetró a Katara, haciéndola gritar de placer, pero Zuko la calló con un beso, metiéndole la lengua en su boca —Katara, shhh. ¿Acaso quieres que nos descubran? Tus gritos nos van a delatar—
—Perdón— gimió Katara al sentirlo salir y entrar de ella —¡Zuko!—
—Katara, necesito que hagas algo por mi— Katara retiró sus manos de los hombros de Zuko para llevarlas a su rostro y darle un beso corto pero lleno de lujuria, dándole a entender que prosiguiera —Utiliza tu agua control y haz que el agua nos llegue hasta la espalda baja—
—¿Para qué quieres que haga eso?— preguntó Katara desesperada porque Zuko comenzara a moverse dentro de ella —¿No dijiste que...?—
—Obedéceme, Katara— interrumpió Zuko, haciendo que Katara suspirara. Katara movió sus manos y el agua aumentó su nivel, cuando el agua fría comenzó a tocar su piel, Katara se aferró aún más a Zuko, temblando entre placer y frío, pero cuando el agua llegó a la espalda baja de Zuko, Katara detuvo el aumento del agua —Bien, empecemos—
Sin previo aviso, Zuko comenzó a embestir a Katara de forma violenta, provocando que el agua comenzara a agitarse debajo de ellos, el sonido de sus cuerpos chocando entre sí era muy excitante, y ni hablar del sonido que se estaba escuchando por el agua siendo perturbada de forma tan violenta.
—¡Ah, Zuko!— la voz tan excitada de Katara era música para los oídos del exiliado príncipe de la nación del fuego, quien penetraba a Katara como si no hubiera un mañana, su interior era tan estrecho que parecía que ella estuviera formada solo para él. Su cuerpo lo recibía tan bien, que era imposible quedarse quieto, la forma en la que las paredes internas de ella lo apretaban era exquisita, su aroma tan intenso que penetraba con fuerza su nariz lo estaba desquiciando. Su sudor se comenzó a combinar, pues los senos de Katara chocaban constantemente con el pecho fornido de Zuko —Zuko, no pares— Katara comenzó a mover sus caderas, mientras sentía como su cabello se enredaba sobre su espalda y caía sobre sus hombros, al sentir el movimiento de Katara, Zuko aumentó el ritmo de las embestidas, provocando que Katara tensara sus piernas sobre Zuko y ejerciera presión, haciendo que su interior apretara mucho más a Zuko, quien no paraba de jadear.
—Estás apretándome tan fuerte que siento que toco el cielo— dijo Zuko al hacer su cabeza para atrás, sintiendo como su cabello empapado se despegaba de su rostro y le deba la sensación de frescura. Katara sintió que los espasmos de su cuerpo se volvían aún más fuertes que antes, por lo cual sus manos se fueron a la musculosa espalda de Zuko, rasguñándola y marcándola como suya —Oh dios, me vengo— Zuko pegó su frente a la de Katara, haciendo que sus agitadas respiraciones se combinaran y se fundieran en una, pareciendo que el aire se iba agotando para los dos, sintiendo que el mismo cielo los estaba acariciando lentamente.
Zuko se movió lo más rápido que pudo, entraba y salía de Katara con fuerza, intentando alcanzar el éxtasis del placer. Sus manos dejaron las piernas de Katara y se recargaron en la pared, mientras que su interior explotaba de placer. Al cabo de algunas penetraciones más, el calor en sus vientres aumentó y con un gemido, ambos llegaron al orgasmo. Zuko tensó la mandíbula, al igual que arrugó sus manos mientras cerraba sus ojos y su cara se refugiaba en el cuello de Katara, Zuko abría la boca en busca de aire, sus músculos soltaban toda la tensión que había estado acumulando, mientras que su pene soltaba todo su semen dentro del cálido interior de Katara, que no dejaba de apretarlo. Mientras que Katara había clavado sus uñas en la espalda de Zuko, anunciando que él la había complacido, al igual que Zuko, cerró sus ojos y trató de buscar cualquier rebanada de aire para sus pulmones que sentían que se estaban asfixiando, sus frágiles piernas temblorosas se tensaron por algunos segundos mientras su espalda se encorvaba y su cara se despegaba de la Zuko, haciéndose para atrás y sintiendo como el semen de Zuko la llenaba en su interior.
—Zuko...— dijo ella aún con los ojos cerrados y la respiración entre cortada.
—¿Si?— preguntó Zuko tragando saliva.
—Quédate conmigo... No te vayas, al menos no hoy, no ahorita— Katara abrió los ojos y miró a Zuko, quien seguía con la cabeza en su cuello —Zuko, no quiero que te vayas—
Zukp recobró su postura y observó a Katara, dios, era hermosa. Su piel morena tenía un color rojo hermoso, su rostro bañando en sudor y su cara de satisfacción no tenían precio.
—No me iré, Katara— Zuko besó a Katara, quien recibió el beso gustosa —Eres mía y no te pienso seguir compartiendo... Estoy harto de este juego, Katara. Se mía completa, entrégate entera— Katara miró sorprendida a Zuko.
—¿De qué estás hablando?— preguntó confundida Katara —Zuko, sabes bien que las cosas no son tan sencillas, los sentimientos que ambos tenemos... los sentimientos de Aang—
—No me importa Katara, he cometido muchos errores a lo largo de mi vida, pero... enamorarme de ti es el más grande— Katara tragó saliva —¿Es qué acaso no ves cuanto me gustas? ¿O será que no lo quieres ver?—
—Zuko... yo, yo no te puedo corresponder. Tú bien lo sabes— Zuko salió del interior de Katara y la alejó de él —Zuko—
—Lo sé, pero no me importa, no me importan las cosas que me tengas que decir, Katara. Toda esa mierda me molesta, no me agrada— Zuko se dio la media vuelta, no tenía la fuerza para decírselo de frente —Sé que sonaré egoísta, pero...— Zuko tomó valor y se dio la vuelta, volviendo a ver a Katara —No me importan los sentimientos que Aang tenga por ti, Katara. Te quiero para mi, no me importa nada más. No pienso seguir con este juego—
—Zuko, esto no puede terminar aquí— Katara se acercó a Zuko —Toda mi vida he tenido que hacer sacrificios, he tenido que sacrificar muchas cosas, pero Zuko... sacrificarte a ti... No, no puedo— Katara se pegó al cuerpo de Zuko, no quería soltarlo.
—¿Y continuaremos así toda la vida? ¿A escondidas?— Katara no respondió —¿Y cuando te tengas que acostar con él? ¿Lo harás? ¿Fingirás amarlo así como me amas a mi?—
La respuesta era obvia, no, no lo haría. Hace muchos años que ella había dejado de sentir algo por Aang, pero el orgullo y la confusión no la habían dejado verlo con claridad. Zuko era quien su corazón tenía gravado con tanta fuerza, pero estaba a punto de terminarse, estaba a punto de verse en la obligación de arrancarlo de su corazón y suplantarlo, pero ella no podía, no quería hacerlo.
—No, no lo haré. Aunque quisiera, no podría hacerlo— Katara se alejó de su Zuko, puso su mano en su corazón y después con la otra mano tomó el rostro de Zuko y lo obligó a verla a los ojos —Me he enamorado de ti, Zuko. No sólo quiero esto, yo quiero más, más de tu cuerpo y más de tu corazón. No pienso compartirte con nadie... por eso, terminemos estas mentiras, seamos uno solo a la luz, no me importan las consecuencias, las aceptaré—
Zuko correspondió el gesto de Katara, pero él colocó sus manos en su cintura, atrayéndola hacia él.
—¿Estás segura, Katara? Las consecuencias pueden ser enormes... la misma muerte nos puede estar esperando— Katara sonrió suavemente, Aang ya no era un niño, probablemente las consecuencias serían enormes, pero por él... todo era por él, y ella las aceptaría una y otra vez, pero todo por él —Y yo no podría soportar que algo te pasara—
—No te preocupes, debía llegar un momento en el que esto sucedería. Tengo que hacerme cargo del precio de mis pecados, Zuko— Katara besó a Zuko lentamente —Incluso si eso significa morir, moriré feliz sabiendo que pude estar a tu lado—
—Katara, no importa lo que pasará mañana, estaré contigo hasta el final, me responsabilizaré de mis acciones y aceptaré el castigo con honor— ambos se abrazaron, sabiendo que probablemente mañana su destino cambiaría por siempre —Siempre serás tú, siempre seremos el Yin y el Yang, el día y la noche, la luna y el sol, el fuego y el agua. Estamos destinados a estar juntos— Zuko volvió a besar a Katara —Katara, mi Katara—
—Zuko, mi príncipe—
"Juntos cargaremos con el precio de nuestros pecados"
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