Tarot, Triángulos Y Otras Reglas De Tres
El número tres ocupa un lugar particularmente importante en la sociedad intergaláctica e, principalmente debido a que nuestros cerebros/conciencia colectiva/IA están entrenados para reconocer patrones por encima de todo, y el número tres es el número más pequeño posible que puede formar un patrón, como los colores primarios, o estados de la materia, o incluso para explicar la naturaleza de esa deidad que es a la vez su propio padre, su hijo e incluso un fantasma con un aumento de daño de +3 a las criaturas oscuras.
¿Ves? Usamos tres ejemplos allí para ilustrar que estamos naturalmente inclinados a reconocer patrones de tres incluso cuando transmitimos información básica. Los políticos, los publicistas e incluso los vendedores canallas usan grupos de tres, o frases de tres palabras, o incluso la misma palabra tres veces para persuadir y martillar un punto porque estamos predispuestos a acurrucarnos en la comodidad deliciosamente dulce que es la regla de tres.
Los romanos tenían un dicho: omne trium perfectum, o todo lo que viene en tres es perfecto. Aquí hay una buena actividad que puede hacer en casa: encuentre cualquier anuncio, o alguien que intente venderle algo, y lo más probable es que encuentre una regla de tres en algún lugar allí. Tres ejemplos, tres productos, tres palabras, lo que sea. Ese es tu cerebro primitivo tratando de encontrar un patrón y apegarse a él. Ahora que sabe esto, nunca podrá dejar de verlo, como que ahora está respirando manualmente, que su lengua no se siente cómoda dentro de su boca, y que ya no puede pestañear automáticamente.
Algunos creen que el número tres es un regalo de la divinidad y que el triángulo es su precursor. Una antigua raza de gente Gato que creía en Triunviratum, el Dios triangulo (que sus puntas estén siempre afiladas porque cuando llegue el juicio podrán distinguir a los paganos y a los ligeramente agnósticos de los verdaderos creyentes) y viajaron a la galaxia para erigir monumentos en el forma de pirámides, porque agradaban a Triunviratum (que su rostro sea equilátero en un mundo de escalenos).
Solo se detuvieron cuando llegaron a la Tierra y Tutankamón III—también conocido como Tutankamón el Irónico—señaló que la base de una pirámide forma un triángulo, por lo que habían estado erigiendo monumentos a Quator el Uniforme, enemigo mortal de Triunviratum. Por sus múltiples crímenes, los gatos fueron sacados de sus conciencias y maldecidos para vagar por la Tierra en cuatro patas por sus transgresiones. Cuenta la leyenda que si colocas una caja en el suelo, entrarán para apaciguar a Quator en un vano intento de recuperar sus antiguas vidas.
La verdad es que el número tres nos atrae tanto porque estamos divididos en tres. Espíritu, alma y cuerpo. Carne, hueso y agua. Electricidad, tentáculos y ectoplasma. Sea lo que sea, podemos dividirnos fácilmente en tres, con suerte sin la ayuda de una motosierra.
Una de las interpretaciones más populares del yo dividido en tres proviene del psicoanalista humano e inventor de los daddy issues, Sigmund Freud.
Además de afirmar que definitivamente quieres tener sexo con tu mamá, bicho raro, propuso la división de la psique en tres partes bien diferenciadas: el Id, el Ego, el Super-Ego.
El Id es la voz en tu cabeza que busca placer, los instintos básicos para comer, dormir y reproducirse, no importa cómo. Puedes imaginar el Id como un bebé que no se calla hasta que la madre lo amamanta. Estamos empezando a pensar que todo este asunto edípico comienza cuando somos bebés, pero ¿qué sabemos?
El Super-ego es la voz en tu cabeza que coordina las reglas sociales, las regulaciones y el sentido común. Es una contradicción directa con el Id, ya que es la parte de ti que aconseja precaución contra hacer las cosas estúpidas que el Id quiere hacer. Míralo como ese tipo en un aeropuerto que te dice que amamantar en público es raro y que no deberías hacer eso, muchas gracias.
Eso nos deja con el ego, el yo, el que media las necesidades del Id y la insistencia del Super-Ego para tomar una decisión. Por lo tanto, puede ver al Ego como Karen, exigiendo ver al gerente porque tiene el derecho otorgado por Dios de amamantar donde quiera.
Un equilibrio entre los tres es primordial, ya que uno que domina al otro puede llevarte a ser un idiota egoísta que solo busca una satisfacción rápida (un Tiktoker, en su mayoría) o un cobarde que se deja atrapar por sus inseguridades y hace todo lo posible por no ser visto o escuchado(Un youtuber, en su mayoria.) Y no proporcionaremos un tercer ejemplo, solo para enfatizar que dar tres ejemplos solo obstaculizará nuestro caso.
Nuestros lectores más inteligentes pueden entender a dónde vamos con esto, pero solo para estar seguros, se lo explicaremos en detalle.
—Lo siento, pero ¿qué quieres decir con que me robaron mi ego? —preguntó un Chuck muy angustiado, sobre todo porque le lanzaron una bomba de la nada—. ¿Y quién eres tú, de todos modos?
—Oh no, yo soy el que lo siente —dijo el esqueleto con su voz ronca—. ¡No sabía que estaba hablando con un pendejo!
—Qué grosero— dijo Zuck, quien, mientras todo lo demás sucedía, estaba ocupado tratando de hacer un fuerte con algunos palos errantes que encontró. Eran heces secas de gato, pero no íbamos a arruinarle la diversión.
—¡Cállate, desperdicio inútil de la fotosíntesis de una planta! —gritó Chuck, expandiéndose a una bola roja antes de volver a ser su manso yo azul—. Solo deseo que te disculpes con la evolución por desperdiciar el precioso oxígeno...
—¡Papi, no seas malo con otro papi! —dijo Charquitos, justo cuando estaba lamiendo los huesos del esqueleto—. ¡Y esta es la tía Laveau!
Recibieron una rápida patada en el costado por su molestia. —¡Ya te he dicho que no soy tu tía, puerca! Veo que todavía estás maldita fuera de tu cuerpo. ¿El Eduardo Culon sigue sin alma?
—Monsieur Perdoneme, esta en Marie Laveau, Reina Voodoo de-
—Nueva Orleans, sí —dijo Chuck—. Ese fue el suspenso del último capítulo. ¿Puedes dar más detalles? No recuerdo haberla visto en ninguna película que recuerde.
—¡Cualquier película! —dijo el esqueleto, agarrando los pocos mechones de cabello que aún le quedaban—. ¿Alguna película? ¡Soy la reina del vudú! ¡La maestra de los médiums! ¡Caminé por las calles de Nueva Orleans como si fuera de mi propiedad! ¡Fui temida y amada! ¡Uso todos los signos de exclamación!
—Lo siento —dijo Chuck—. Nunca he oído hablar de ti.
—Bueno, nunca he oído hablar de usted, Sr. Perdoneme —dijo el esqueleto—. ¿Cómo te hace sentir eso?
—Bueno, como soy un crítico de cine que obtiene toda la validación de los artículos que escribo, me inclino a decir que no se siente muy bien.
—Papi, la tía Laveau es una excelente sanadora espiritual —dijo Charquitos entre mordiscos—. ¡Si alguien puede descubrir qué te pasa, es ella!
El esqueleto de alguna manera se las arregló para reirse de la idea, a pesar de que no tenían pulmones. —¡Se necesitaría un psicoanalista para descubrir qué le pasa a este!
—Loquito —dijo Zuck entre algunas carcajadas, como un perro con sobrepeso en un caluroso día de verano, mientras encendía los mojones con el encendedor. Sí, se quedó con el encendedor. Era eso, o dejarlo suelto.
—¡Cállate, Scooby-Doo! —dijo Chuck.
El esqueleto se aclaró la garganta, porque tenía un insecto y la estaba haciendo sentir súper asquerosa. —Pero sí, estás súper maldito.
—Nos dimos cuenta de eso. Pero eres una sanadora espiritual, ¿verdad? Puedes curarme, ¿verdad? No tengo que cargar mi propio cuerpo como Leonardo DiCaprio llevó El renacido a los Oscar, porque esa película fue aburrida, una total 5/10.
—¡Deja de ladrar!
—Lo siento —dijo Chuck, pequeño y verde como una aceituna.
—Y yo soy Marraine Pené —dijo Marraine Pené, también pequeña y verde como una aceituna, pero por una razón diferente.
Cuando todos estuvieron agradables y callados, el esqueleto se reanudó. —No puedo romper tu maldición.
—¿Qué? ¿Por qué no? ¿No se supone que eres una sanadora? Lo siento si te ofende, y perdona mi lenguaje, pero que munga.
El esqueleto le dio a Zuck, que estaba sentado cerca de ella, un puñetazo huesudo en la cabeza, lo que hizo que Chuck se estremeciera de dolor.
—Por eso, cabeza de chorlito —dijo el esqueleto—. No es como si alguien viniera con una varita mágica y dijera 'Abra cadabra', y te arreglara o algo así. Alguien te quitó algo y dejó un espacio en blanco. Y no fue cualquier cosa al azar, sino tu ego. Tu yo. Tu identidad. Esa parte en el medio que toma decisiones. Sin ella, estás separado en dos entidades. Tu Id, que regula tus deseos y necesidades, se apoderó de tu cuerpo, y tu Super-Ego, la cobarde, preocupante parte de ti, se apoderó de tu alma. No puedo simplemente empujar un montón de relleno donde estaba tu ego y ya. Necesitas encontrar dónde chingas está tu ego, y una vez que lo tengas, la maldición se romperá. ¿Es eso lo suficientemente claro para ti?
—Eso explicaría por qué otro Papi está tan cachondo y borracho —dijo Charquitos, mirando a Zuck ver arder su castillo de mierda—. Él solo quiere sentirse bien.
—Trevor —susurró el zombi con una sonrisa que nos decía cosas muy lascivas que no repetiremos. Use su imaginación.
—Entonces, déjame aclarar esto —dijo Chuck—. Quieres decir que alguien me quitó el sentido de identidad, y que sin eso, no puedo estar completo de nuevo.
—Sípo —dijo el esqueleto.
—Y que no puedes ayudarme.
—Nopi.
—Porque alguien lo tomó —preguntó Chuck.
—Bueno, no del todo —dijo el esqueleto mientras intentaba quitarse la baba de la pierna—. Si no me equivoco, no es tanto que alguien lo tomó, sino que tú se lo diste a alguien.
Muchas preguntas rondaron por la mente de Chuck, como quién, por qué y dónde. Había muchas otras preguntas disponibles, pero dado que no entraba en las reglas de tres, las omitiremos por completo. Lo que sí sirvió fue convertir a Chuck en una nueva bola de discoteca que hizo que tres góticos se acercaran al grupo a la par para bailar bajo su luz.
—¿Cómo? ¿Por qué? ¿Quién? —preguntó Chuck al mismo tiempo, que salió como un chillido de una majestuosa águila cayendo en picado hacia el suelo.
—¿Por qué debería saberlo? —dijo el esqueleto—. ¡Dígame usted!
—Lo siento. Perdí mis recuerdos.
—Y yo soy Marraine Pené —dijo la vieja, golpeando a un gótico que estaba bailando la macarena demasiado cerca de ella—. Un efecto secundario de la separación, creo, ¿oui?
—Sí, seguro, digamos que si. Mira, hay cosas que nadie te puede quitar. Como tu nombre o tu alma. algo —dijo el esqueleto.
La Tierra comenzó a temblar una vez más cuando las tumbas alrededor se agrietaron y cambiaron. Fue suficiente para que tanto Charquitos como Zuck corrieran asustados detrás de Marraine Pené mientras dejaban un rastro de orina detrás de uno de ellos. Te dejaremos adivinar quién.
Una fisura apareció en el suelo cuando una sola baraja de cartas negras y doradas flotó hacia la mano del esqueleto. Las imágenes del interior también eran esqueletos. —Obtuve estas de Etsy. Muy buenas, ¿eh?
—¿Cartas de tarot? —preguntó Chuck—. ¿Me vas a ayudar usando el tarot?
—Oh, lo siento —dijo el esqueleto encogiéndose de hombros, —¡No sabía que estaba tratando con el rey de los pequeños llorones!
—Aterrador —susurró Zuck.
—¡Quédate fuera de esto! —gritó Chuck, volviendo a mirar al esqueleto—. No, lo siento. Necesito tu ayuda. ¿Por favor?
El esqueleto miró a Chuck de soslayo —una hazaña de lo más impresionante, dado que no tenía ojos— y barajó la baraja con sorprendente destreza. —Dime, joven pedo, y sé honesto conmigo. ¿Eres feliz?
Esa fue una pregunta que hizo que Chuck se detuviera. ¿Estaba feliz? Bueno, dada la situación, uno no podría estar súper feliz por eso. Pero tampoco podía decir que fuera infeliz. No podía decidir mucho, incluso algo tan simple como eso. Era como si estuviera atrapado entre la espada y la pared. Sin poder decidirse, solo pudo decir —¿No sé? ¿De dónde viene esto?
—Déjame preguntarte de otra manera —dijo la bruja, tomando una carta y colocándola boca abajo en el suelo frente a Chuck—. ¿Te quieres a ti mismo?
Otra pregunta difícil, una que Chuck estaba listo para responder al igual que la anterior. Sin embargo, alguien se le adelantó.
—No —dijo Zuck, dando un paso hacia el esqueleto como un cachorro deprimido.
—¡Oye, cállate, Campanita! —dijo Chuck—. Ella me está preguntando a mi.
—Pero él eres tú —dijo el esqueleto—. Otra parte de ti, pero tú, no obstante.
—¡El es un idiota! —dijo Chuck, esta vez hinchandose en una nube de humo rojo—. Él no sabe nada.
—De nuevo, él eres tú —dijo el esqueleto—. Cualquier cosa que le estés diciendo a él, te lo estarás diciendo a ti mismo. ¿Crees que alguien que habla así de sí mismo se ama a sí mismo?
De nuevo, iba a contestar que no sabía, y de nuevo, Zuck fue quien contestó. —No.
Y con eso, se volteó la primera carta. Decía "El Loco" en él. Solo que estaba al revés.
—Te falta dirección —dijo el esqueleto—. Hay un millón de cosas que hacer, pero te falta determinación para hacer cualquiera de ellas. No eres más que un pedo perdido que se lleva el viento sin manera de moverte. Ni frío ni caliente. Sin rumbo, pero sin ganas de moverte. Esto, mis queridos amigos, es su pasado.
Colocó otra carta boca abajo frente a Chuck y Zuck. —Segunda pregunta: ¿alguna vez has intentado hacerte daño?
Como te estarás dando cuenta en este momento, este no es un capítulo jajaja chistosito.
—Sí —respondió Zuck, mirando sus zapatos hechos jirones.
—¡No lo escuches! —dijo Chuck—. ¡El idiota no sabe lo que está diciendo!
—Es inútil que me mientas —dijo el esqueleto.
Chuck miró profundamente en las cavidades huecas donde se suponía que debían estar los ojos del esqueleto y, sin embargo, vio algo allí que lo sacudió hasta la médula. Se vio a sí mismo.
—Yo... sí —dijo Chuck.
La segunda carta se volteó, revelando una figura encapuchada con una guadaña. Decía "Muerte" en élla.
—Estabas dividido entre dos cosas —dijo el esqueleto—. Tu mente estaba envenenada con ansiedad. Cada decisión en tu vida ha sido una tribulación. El peligro estaba en cada esquina, no porque lo hubiera, sino porque tu mente te engañaba. En tu hora de necesidad, cualquiera que fuera, tuviste una elección que hacer, que te llevó a vender tu Ego. Este es tu presente.
—Lo siento, ¿lo vendí? —preguntó Chuck—. ¿Por qué estaría vendiendo mi ego?
—Eso, no lo sé —dijo el esqueleto—. Normalmente, te correspondería a ti decirme por qué, pero como no tienes tu memoria...
—¿Pero por qué estás tan seguro de que lo vendí y no me lo robaron?
—Porque he visto este mismo hechizo antes. Tiene las mismas propiedades mágicas que el hechizo que tenían el vampiro idiota y el pug balbuceante cuando vendieron sus almas y cuerpos.
El esqueleto colocó una tercera carta boca abajo.
Charquitos saltaron de alegría hacia Chuck, solo para aplastar su cara contra el suelo. —¡Oh, Papi! ¡Tenemos tanto en común! ¡Esto debe ser el destino, como dijo ese vampiro caca!
—Bueno, ¿eso significa que sabes quién es? —dijo Chuck, quien ignoró al rougapug que estaba tratando con todas sus fuerzas de canalizar la energía de Chuck para frotar el vientre.
—Sí, lo sé. Y no, no te lo voy a decir —dijo el esqueleto—. Y antes de que me preguntes por qué no en un inútil intento de extender este capítulo con diálogos, tengo una pregunta que hacerte: ¿por qué quieres volver a la vida?
—¿Por qué todos me siguen preguntando eso? —dijo Chuck, continuando con su insistencia en responder preguntas con otras preguntas como un tonto indeciso.
—Bueno, por un lado, no pareces estar disfrutando tanto de la vida —dijo el esqueleto—. Estás atormentado por la ansiedad y la indecisión, y según Zuck, hacerte daño no ha estado fuera del ámbito de las posibilidades. Parece que nada te ata a esta vida. Podría cortar esa línea que te conecta con tu cuerpo si quieres. Puedes ser libre.
Hay un momento en la vida de cada persona que tiene que hacer un balance de su vida. Es posible que no tengan la mejor vida o que las cosas no hayan sido tan fáciles como creían. Tal vez sus vidas han estado plagadas de tragedias o depresión. Tal vez, las cosas simplemente fueron cuesta abajo, rápido.
Pero no importa lo mal que vayan las cosas, siempre hay una solución para todo. La muerte nunca es la respuesta. El daño nunca es la respuesta. Y aunque Chuck no tenía la vida que quería, o la vida que deseaba tener, sabía que no quería morir. Tampoco sabía si quería vivir, pero no quería morir.
Su respuesta fue lo suficientemente apropiada como para voltear la tercera carta. Este tenía dos seres en una danza de la muerte que decía "Juicio."
—Has elegido una noche interesante para traerme a este tonto —dijo el esqueleto—, ya que antes del final de la noche, se producirá una guerra en esta ciudad que podría poner en equilibrio el destino del mundo. No, todo el universo. No, ¡todo el multiverso! Por un lado, un grupo que intenta defender los derechos de los humanos y las bestias por igual. Por el otro, un ser tan oscuro como la noche y tan feo como un chihuahua recién nacido planea tomar el control de la tierra como un todo, marcando el comienzo de un tiempo de oscuridad como ningún otro. Este antiguo mal, tan antiguo como el tiempo, es una entidad que solo puede caminar por esta tierra durante la Noche de Walpurgis, ¡pero quiere cambiar y caminar entre los mortales, para siempre! Y aquí está la parte interesante...
—¿Qué, vas a decir que somos los elegidos que detendrán el antiguo mal como una película cursi de adulto joven? —dijo Chuck.
—¡Oh, diablos no! ¿Qué van a hacer una vieja bruja, un pug incontinente, un zombi y un fantasma cobarde contra la encarnación del mal? —dijo el esqueleto, seguido de una carcajada que hizo que sus huesos crujieran—. Si voy a compararte con una película, ¡sería El Mago de Oz! Y créeme, ¡serías el León Asustado!
—¿Soy Totó? —dijo Charquitos—. Porque me identifico un poco más con el Espantapájaros. Él era el que no tenía corazón, ¿verdad?
—Sin cerebro —susurró Zuck, quien era el verdadero Toto del grupo.
—¡Bueno, eso me convertiría en Doroty! —dijo Marraine Pené—. Siempre he deseado tener pantuflas rojas.
Otro chasquido de los nudillos contra la cabeza de Zuck y el equipo volvió a centrar su atención en el esqueleto. —Como les decía, este es el truco: tienes hasta el amanecer para recuperar lo que vendiste, porque la bestia tan oscura como el pozo más oscuro del infierno no es otra mas que la persona a la que le vendiste tu ego, tu cuerpo y tu alma. ¡Y cuando salga el sol, él, así como lo que perdiste, estará fuera de tu alcance!
—Quieres decir, por un año, ¿verdad? —preguntó Chuck—. Porque la cantidad de magia necesaria para romper el hechizo solo se puede usar durante esta noche, el Walpurgisnatch, la noche más mágica, ¿verdad?
El esqueleto tiró uno de los mechones de pelo que tenía. —Bueno, normalmente, sí. No podría hablar contigo si no fuera por la Noche de Walpurgis y la luna llena. Pero tu caso... es diferente. Básicamente, cuando sale el sol, tu ego se habrá ido. Así han hablado las cartas.
Eso envió a Chuck a otra espiral de pánico y ansiedad, pero como se están volviendo obsoletos, los omitiremos por completo. Es de notar que esta vez, Chuck pasó por varios góticos que, luego de ser repentinamente inyectados con pavor existencial, comenzaron a bailar aún más rápido.
—¿Pero que podemos hacer? —preguntó Chuck, cada palabra puntuada por al menos un ataque de hiperventilación.
El esqueleto tocó la carta de "Juicio" que había volteado antes. —Antes del amanecer, se te dará la oportunidad de recuperar tu vida-
—Oh, gracias a Kubrick —interrumpió Chuck.
—Pero tendrás que tomar una decisión para conseguirlo.
—¡Pero soy alérgico a las decisiones! ¿Cuál será?
—Eso, no lo sé —dijo el esqueleto—. Pero será la que decida tu futuro. Elígela sabiamente. En cuanto al demonio al que vendiste tu Ego, y el alma del Vampiro, y el cuerpo de los Pugs, tiene muchos nombres. Lo habían llamado Beelzebub, La bestia, e incluso Barney el Dinosaurio, según algunos grupos religiosos extraños, pero esos son solo apodos. Su nombre, el que está usando para disfrazarse contra los mortales, es explosión.
Por supuesto, ella no dijo "explosión" per se. Parecía que lo dijo porque, justo cuando las palabras dejaron sus... ¿dientes? Digamos dientes, explotó en unos miles de pedazos. No fue porque de repente fue golpeada por un hechizo errante que le impidió decir el nombre del demonio, sino porque alguien le disparó una granada propulsada por cohete o RPG directamente. O como lo llamó el que le disparó...
—¡Recontra Pulverizador Gasparinico! —gritó la superintendente Lennin desde su vehículo protegido contra emboscadas resistente a mimos—. ¡Chucha, falle!
—¿Cómo sabe' que te falla'te, señora? —preguntó Trebor con una B—. Yo no veo ningún fantajma.
—¡Mierda, tienes razón! —dijo el superintendente Lennin—. ¡Maté a todos los fantasmas! ¡Ahora, entremos y matemos a todos esos nigromantes!
—Yo creo que solo son gótico' bailando, jefa —dijo Trebor con una B.
—¡Eso es lo que quieren que creas, idiota! ¡Son brujas y están bailando en un cementerio, por lo que claramente son nigromantes! ¡Ahora, atrapémoslos! ¡Incluso podríamos conseguir uno o dos lobularios!
3 HORAS HASTA EL AMANECER. ¿VES? ¡REGLA DE TRES! ¡ESO ES TEMÁTICA!
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