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2do Acto: Donde Nuestro(s) Heroe(s) Van A Tomar Un Trago

La Misa Negra Bar y Grill era una anomalía entre la comunidad sobrenatural de Nueva Orleans. No solo porque era el único lugar donde los habitantes de todos los territorios podían sentarse juntos sin tratar de comerse, asesinarse o una combinación de ambos, sino porque era el único restaurante temático Tex-Mex que se adaptaba a las diversas necesidades de la comunidad de muertos vivientes de Nueva Orleans.

Desde que las criaturas sobrenaturales comenzaron a ser perseguidas en Estados Unidos, han tratado de compensar en exceso su compromiso de demostrar que, a pesar de ser diferentes, mágicos y posiblemente un engendro del infierno cuyos simples gritos traen la perdición a todos los que los escuchan, todavía eran estadounidenses de sangre roja. No puedes caminar dos millas antes de encontrar un Enano o un Troll llamado "Remington," o "McDonalds," o incluso alguno llamado "Taco Bell." Cuanto más americano sea su nombre, mejor es su posición en la comunidad sobrenatural.

Por eso la Misa Negra era tan popular. Hiperinflaba todo lo que hacía América, América, desde mesas hechas con rifles hasta platos con la cara de diferentes presidentes estadounidenses y tener que insultar al mesero para llamar su atención. Obtienes un 50% de descuento si usas una bandera estadounidense.

Diferentes criaturas, desde elfos hasta lubbocks, deambulaban por el bar con sombreros de vaquero y fumando Marlboro, cada uno alardeando de cuántos bistecs podían comer antes de sucumbir a un ataque al corazón. Había dardos y mesas de billar junto a grandes televisores donde los grandes apostadores apostaban en eventos deportivos mientras bebían whisky de Tennessee.

El himno de los Estados Unidos sonaba intermitentemente de fondo, cantado por un coro de niños y puntuado por el majestuoso chillido de un águila calva mientras la banda en el escenario se preparaba para tocar su próxima canción.

A ese escenario llegó nuestro trío, caminando lentamente en medio de una nube de humo entre dos cuerdas de terciopelo que conducen al maitre d'.

—¿Por qué un bar de comida Tex-mex? —preguntó Chuck, sin molestarse en leer los últimos párrafos que acabamos de escribir sobre todo el asunto.

Marraine Pené simplemente agitó su bastón de una manera que le dijo a Chuck que la respuesta sería demasiado complicada de explicar, ya que implicaría entrar en los detalles historicos de la Gran Cacería de Wendigos de 1634, y los juicios de brujas de Salem, y cómo la gran hambruna Irlandesa colocó Duendecillos en comunidades en riesgo durante la Gran Depresión. Todo lo que dijo fue —¿A qué buen Americano no le gusta un buen taco de ojo con unas micheladas de Corona?

—Soy alérgico a la cerveza —dijo Chuck, tratando, sin éxito, de encontrar un lugar de aire limpio donde pudiera tocar la gaita en paz.

—Bueno, apesta ser tú —dijo Marraine D—. Creo que me buscare un poco de dulce alcohol.

Como si fuera una señal, porque Fortuna lo hizo así, una Cait Sith de aspecto furioso, vestida de arriba a abajo como una belleza sureña, se acercó bailando a Marraine D, frotándose contra sus piernas. —Hola, bienvenidos a La Misa Negra Bar y Grill. Mi nombre es Queso Cheddar y seré su anfitriona esta noche, ¡todos ustedes!.

—¡Oye, ese gato acaba de hablar!

Queso Cheddar arqueó la espalda, emitiendo un silbido venenoso, antes de volver rápidamente a una actitud amigable de atención al cliente. —Estimado cliente, me disculpo, pero no soy un gato. Soy un hada.

—¡Oye, ese gato me acaba de hablar! ¿Puede verme?

Queso Cheddar respiró hondo, recordando que necesitaba el trabajo para pagar sus préstamos estudiantiles, y empujó toda su ira hacia abajo para desatarla más tarde en el baño golpeando repetidamente un rollo de papel higiénico con una cara sonriente dibujada. —Puedo verlo muy bien, querido cliente. ¡Damos la bienvenida a toda la comunidad paranormal por aquí! Siempre que tenga una reserva.

—Me temo que no tengo una, mademoiselle —dijo Marraine D.

—Este gato me dijo que soy bienvenido —dijo Chuck—. Esto es surrealista.

—Disculpe a mi compañero, mademoiselle Cheddar —interrumpió Marraine D—. Él es nuevo y, euh, ¿comment dit-on? Sabe poco. Acaba de morir hoy.

—¡Vaya! —gritó Queso Cheddar, saltando encima de la cabina de la anfitriona con estilo—. ¡Tenemos un nuevo muerto aquí!

Un minotauro, una banshee y un elfo de sangre surgieron de la nada, llevando una vela con aroma a vainilla en una bandeja, todos ellos tocando silbatos y ondeando pequeñas banderas estadounidenses. Rodearon a Chuck, todos agitando cosas de diferentes cosas positivias en el lugar donde se suponía que debía estar su rostro.

—¡Cumplemuerte, Feliz! ¡Te deseamos a ti! ¡Esperemos que el cielo, tenga espacio pa' ti! —cantaban al unísono, presentando la vela encendida frente a él.

Para aquellos de ustedes que nos están leyendo que son demasiado avanzados para entender el tiempo como nada más que una ilusión perpetrada por seres inferiores a medida que las células a su alrededor evolucionan y se deterioran, los cumpleaños son una forma de tortura en la que se celebra a una persona por no morir con éxito por una rotación completa del sol, recordando también que donde fueron sacados a la fuerza del útero de su madre, ya sea expulsado naturalmente o extirpado quirúrgicamente como un tumor.

También hay un pastel, lo que lo hace un poco más tolerable.

La parte de la tortura llega cuando eres puesto en el centro de atención sin que te lo pidan, no muy diferente de cómo no pediste nacer, pero te dieron la vida de todos modos, y la gente te alaba y te canta mientras estás parado allí como una morsa idiota aplaudiendo, muriendo de verguenza. La cumplemuerte es lo mismo, pero sin el riesgo de morir de vergüenza, ya que ya estás muerto.

No es que impidiera que Chuck se convirtiera en una bola disco en su camino hacia un ataque de pánico. Pero como sus luces estaban en perfecta sintonía con la música de la banda, la gente lo confundió con parte del espectáculo. Marraine Pené tuvo que intervenir pinchando a todos con su bastón.

—Es suficiente, garçons —dijo, espantando a un minotauro demasiado ansioso que quería un bis—. Monsieur Sorry todavía no lo ha superado.

Queso Cheddar se frotó las patas, sintiendo los ojos de su jefe sobre ella. Otra lata de ira yendo al estante de la indiferencia. —Mis disculpas, todos. ¿Por qué no me siguen al bar para tomar un cóctel de cortesía? Un perdón por las molestias. Al diablo con las reservas.

—Eso me gusta más —dijo Marraine—. Guía el camino.

El trío caminó a través del batido de humo y cerveza mala que era La Misa Negra Bar y Grill, lo que hizo que Chuck se alegrara de estar muerto por primera vez. Detectó al menos 15 infracciones al código de salud, y eso sin contar el hecho de que el cocinero era un hombre lobo que no usaba redecillas para cubrir su pelaje, o que la camarera era una sirena real sin pantalones.

—Big Mac —dijo Queso Cheddar, pisando el mostrador, apuntando otra violación del código de salud en los ojos de Chuck—. Dales cualquier cóctel que quieran. ¡El primero va por cuenta de la casa!

La sirena del bar, Big Mac, nadó hacia ellos en la piscina detrás del bar. Sus salpicaduras se derramaron sobre el mostrador, mojando a todos los clientes, aunque no parecía importarles. Hacía un calor sofocante en el interior, muy probablemente gracias a un par de demonios de fuego que jugaban al billar..

—Hola hola, soy Big Mac, ¿qué puedo hacer por ustedes? —dijo la sirena, ajustando un sombrero mexicano sobre su cabello azul.

—Bueno, ya que tenemos una bebida gratis, ¿qué tal si me das la bebida más cara que tengas?

—¡Un Venganza de la Reina Ana, enseguida!

La Venganza dela Reina Ana es una bebida creada por el infame pirata Edward "Barbanegra" Teach, cuando en 1718 golpeó accidentalmente un banco de arena con su barco, Queen Anne's Revenge, frente a la costa de Carolina del Norte, obligándolo a él y a su tripulación a abandonar el barco, que estaba lleno de ron y especias. El barco se hundió, derramando su contenido en el mar, mezclándolos y creando una bebida refrescante que los indígenas bebían directamente del mar. Era afrutado, especiado y demasiado dulce.

Todos murieron, ya que beber agua de mar arruinó sus riñones, pero la bebida permaneció en el psiquis americano, sin agua de mar esta vez. Es un cóctel muy caro, ya que los ingredientes para prepararlo correctamente son bastante difíciles de preparar y consumen mucho tiempo. ¡Pero en "Jugando con Cerillas" nos dedicamos a hacerte ahorrar un centavo! ¡Sigue esta simple receta, y también podrás hacer una Venganza de la Reina Ana!

Ingredientes:

1 ¼ Onza de Jack Daniel's Old No. 7.

⅓ Onza de Licor de Chile Arbol

1 ½ onza de Shrubb de naranja con vinagre de sidra de manzana.

1 ½ onzas de cerveza de jengibre

Espuma de canela y nuez moscada

Coral Tuile para decorar.

Cómo:

Para hacer un licor de Chile Árbol, simplemente agregue ron blanco en un tarro de vidreo, rellene de 1 a 2 Chile Árbol, agítelos y déjelo reposar en un lugar pequeño y oscuro durante una semana. Tanto el ron como los chiles son notoriamente claustrofóbicos, así que si los metes a la fuerza en un frasco, harás que se abracen con pánico, infundiendo todo el frasco con un sabroso jugo de miedo.

En cuanto al shrubb de naranja con vinagre de sidra de manzana, sumerja una naranja pelada en un tarro de vidrio lleno de vinagre de sidra de manzana, asegurándose de agregar mucha azúcar a la mezcla. Agite el tarro enérgicamente todos los días durante una semana para obligar a la naranja a revelar dónde guarda su deliciocidad. Una vez que revele la ubicación de su horda de sabores, deshazte de la naranja y conserva la mezcla de azúcar y vinagre.

En cuanto a la espuma, simplemente hierva una rama de canela y nuez moscada rallada en una cacerola, agregue un paquete de gelatina sin sabor y bata con una batidora de inmersión durante unos segundos, sacando la bondad espumosa con una cuchara.

Mezclar todo en un vaso huracán, cubrir con la espuma y agregar la teja de coral. Para hacer una teja de coral, mezcle masa de galleta con un trozo de coral.

Debe verse como agua de pantano sabrosa, mejor servida con galletas de sal marina.

—Esto sabe a pirata —dijo Marraine D, tomando un sorbo de su bebida.

—¿Cómo sabes a qué sabe un pirata? —preguntó Chuck.

—He dado la vuelta al mundo un par de veces, Monsieur.

—¿Y qué puedo hacer por ti, cosa flotante? —dijo Big Mac, flotando hacia Chuck.

—¡Esta señora pez puede verme! —dijo Chuck, poniéndose azul con perplejidad—. ¡Pregúntale si me ha visto antes!

—Y también puedo oírte —dijo la sirena del bar—. Y yo soy una sirena, no una señora pez.

—Oh lo siento.

—Está bien. Mi nombre es Big Mac —dijo la sirena del bar con una sonrisa coqueta—. Ahora, dime lo que quieres, cariño. Tenemos algunas velas de vainilla, algunas velas de chocolate y mi mezcla que llamo 'Sexo en la playa' que acabo de hacer.

—¿Sexo en la playa? ¿A qué huele eso?

—Como protector solar y arena quemada.

—Eso suena horrible. Tomaré una.

La cantinera nadó hasta el estante donde tomó una pequeña vela, colocándola encendida en un platillo. —Aquí tienes. ¡Espero que lo disfrutes!

—Lo dudo —dijo Chuck. Voló sobre élla durante unos segundos antes de sucumbir a un ataque de tos.

—¿Y para tu zombi mascota? —preguntó la sirena del bar—. ¿Tal vez un poco de gelatina con forma de cerebro?

—Él no es una mascota —dijo Marraine D.

—Lo siento. ¿Tu monstruo familiar?

—No soy una bruja, mon chéri. Soy Marraine D.

—¡Él es yo! —dijo Chuck, habiéndose recuperado de su tos ferina.

—Condescendiente —dijo Zombie Chuck, refiriéndose al hecho de que, contra todos los medios populares, los zombis en realidad no comen cerebros. Comenzaron a ser retratados como tales gracias a las películas de George Romero, donde se mostraba que los zombis comen cerebros, ya que se decía que hacía que el dolor de pudrirse disminuyera, por alguna razón.

—¿Dijiste algo, inútil montón de referencias? —preguntó Chuck.

—Trevor —dijo Zombie Chuck, con tristeza en los ojos.

—Eso es lo que pensé —susurró Chuck, poniendo fin a la conversación.

Como la sirena del bar no sabía qué hacer, simplemente deslizó un plato de gelatina de lima hacia Zombie Chuck, que comenzó a devorar.

Marraine Pené terminó de tragar su cóctel antes de volver a señalar a la sirena del bar. —¿Puedes ayudarme con algo, mon cherie?

—Estoy aquí para ayudar, señora.

—Estamos buscando una bruja, preferiblemente una experta en romper maldiciones.

La sirena tomó un trapo, un vaso vacío, y comenzó a pulirlo. O al menos lo intentó. Difícil de pulir algo seco mientras se sumerge en una piscina. —Hoy no tenemos muchas brujas, señora. Tenemos a la dueña, que es experta en magia, pero está ocupada en la parte de atrás. Habrá una banda de brujas tocando más tarde hoy. Tal vez haya una que pueda hacer eso, si estás dispuesto a esperar.

—Esperaremos —dijo Marraine Pené mientras arrastraba un centavo nuevo y brillante hacia ella como propina—. Otra cosa, y esto puede sonar raro, pero ¿has visto a este zombi antes?

—No quiero sonar racista ni nada —dijo Big Mac—. pero todos los zombis me parecen iguales.

—Pero seguramente no muchos zombis vienen por aquí a menudo, ¿verdad?

Big Mac señaló detrás del trío, hacia las mesas. Casi todos tenían un zombi en un asiento elevado en su mesa, la mayoría comiendo algunos tenders de dedos picantes o coloreando con crayones en un posavasos.

—Sacrebleu —susurró Marraine D.

—Sí, somos muy amigables con los zombis. Autorizados por PETZ y todo eso.

Chuck saltó a la conversación. O floto en él sería más apto para decir. —Pero, ¿y si no fuera un zombi? ¿Recuerdas haberlo visto como un humano? Parecía haber venido aquí cuando estaba vivo.

La sirena del bar hizo girar sus mechones azules mientras examinaba a Chuck de arriba a abajo. —Espera, ¿qué es eso alrededor de su cuello?

—Oh, eso es... una soga. Así es como murió.

—¡Eso no es una soga! —dice mientras toma la cuerda del cuello de Zombie Chuck—. Esa es una de las cuerdas que usamos para mantener fuera de los influencers de Instagram. Alguien la tomó ayer. Un tipo borracho con cocs rojos y... espera, lo recuerdo. Vino aquí ayer.

Chuck brilló de color amarillo en alerta, expandiéndose al doble de su tamaño habitual. —¿Lo hizo? ¿Estás segura?

—Sí —dijo Big Mac—. No lo reconocí al principio con todas las cucarachas y la hinchazón y todo eso, pero estoy seguro. Parecía un poco nervioso, así que le ofrecí un poco de té. No podía decidir entre un té frío o caliente, así que en su lugar, chupó una bolsita de té.

—Oh, por la barba de Alan Moore...

—Sí, ¿verdad? Qué perdedor —comentó la sirena del bar—. Es una pena que haya muerto, sin embargo. ¿Qué pasó?

—Eso es lo que estamos tratando de averiguar —interrumpió la vieja medium—. ¿Pasó algo raro mientras estuvo aquí?

—Bueno, déjame pensar. Entró, chupó una bolsita de té hasta que apareció su compañero y ambos se fueron. ¿Cuál era su nombre otra vez? Era algo así como... Sr. Vigilante. Doctor Mierda... oh, era DJ. L... — comenzó a decir, hasta que fue interrumpida por una mano fuerte tirando de ella por los hombros.

—Es suficiente, cariño —dijo una voz que le dijo a Chuck que quienquiera que fuera el dueño necesitaba un nuevo pulmón, una nueva garganta y posiblemente una o dos reencarnaciones para deshacerse de la acumulación de flema en su sistema. Era una bruja anciana, cuyo único adjetivo que Chuck podía usar para describir era "Calabacienta," en el que era muy naranja y bulbosa en todos los lugares equivocados. Llevaba un sombrero de bruja de ala ancha, con un sombrero de vaquero más pequeño encima.

Tan pronto como Big Mac vio a la mujer detrás de ella, se alejó nadando, dejando que la vieja bruja tomara su lugar en el bar. —Lo siento por ella, cariño. Nadie mejor que una sirena para mezclar bebidas, pero tienen un servicio de atención al cliente deficiente. Me temo que no revelamos información sobre ninguno de nuestros clientes, vivos o muertos.

—Me temo que debemos saberlo —dijo Marraine D—.Es una cuestión de vida o muerte.

—Todo es cuestión de vida o muerte— dijo la bruja. —Trate de no respirar por un tiempo, o no tomar agua por unos días, o no moverse en absoluto. Todo lo que hacemos es para mantenernos con vida. Entonces, no. Me temo que no estoy en condiciones de divulgar ninguna información.

—Encuéntranos a alguien que lo haga, entonces —dijo Chuck, con un diminuto naranja en su brillo—. Le pedimos con severidad que por favor llame a su gerente, si está cerca. Lo siento si hablé en voz alta.

La bruja se dio la vuelta donde estaba, enviando ondas de agua sobre el mostrador. —Hola, mi nombre es Helga y soy la dueña de este establecimiento.

—Hola, Mademoiselle Helga. Tiene una empleada muy grosero que se niega a darnos información clave —dijo Marraine D, sin darse cuenta de la broma, o tal vez simplemente olvidando que eran la misma persona.

Helga le dio a Chuck un encogimiento de hombros inquisitivo, Chuck respondió, sin la parte de los hombros. —Por favor, ignórala.

—Estoy tratando de hacerlo —dijo Helga.

—Parecía que también necesitaba un enema de pulmón —comentó Marraine D, lamiendo el caramelo en el extremo de su bastón, que en ese momento estaba lleno de pelo Cait Sith.

—Por favor, necesitamos esa información. ¡Yo era ese hombre ayer! Y morí. Ahora estoy atrapado como dos personas. ¿Por favor? ¿Puedes darnos algo?

La bruja colocó sus brazos sobre el mostrador, dejando que su amplio pecho descansara sobre el tazón de nueces variadas. —Mira, cariño. Si solo fueras tú, ya te lo habría dicho. Pero hay otro cliente involucrado aquí, y es muy exigente con su privacidad. No puede hacer nada.

—Pero-

—Sin peros —dijo la mujer—. Ahora, ¿vas a pedir algo o qué?

Marraine Pené colgo juguetonamente su vaso frente a la bruja, sus mejillas ya sonrosadas. —¡Llénanos!

—¿Vas a pagar por el fantasma y el zombi?

—Tienen nombres —dijo la vieja. —Este es Monsieur Perdoneme, y este es Monsieur Chuck. ¡Pero un zombi! Lo llamaré Zuck. Zuck. Zuuuuck.

—También me llamo Chuck —dijo el fantasma.

—Pero me dijiste que tu nombre era Perdoneme, Monsieur Perdoneme. ¿Cuáles son las probabilidades de que tengan el mismo nombre, Monsieur Zuck?

—Trevor —dijo Zuck.

—Aquí tienes —dijo la vieja bruja. Las bebidas estaban más espesas que las de Big Mac, incluso la vela, por alguna razón—. ¿Algo más?

—Sí, algo —dijo Chuck—. Estamos buscando una bruja que pueda disipar maldiciones. ¡Cualquiera serviría!

—Bueno, puedes buscar a tu alrededor si quieres, cariño. Pero como puedes ver, no tenemos muchas brujas hoy. Es Walpurgisnatch, un día sagrado para nosotros, y nuestra prioridad no es andar destruyendo maldiciones para cualquier pedo andante.

Ella les dio sus bebidas y luego desapareció de la vista, siendo reemplazada rápidamente por Big Mac nuevamente.

—Je suis désolé, mon chérie —dijo Marraine D—. No quisimos causarte problemas.

La sirena hizo girar sus rizos, sintiendo todo el tiempo la intensa mirada de su jefa desde algún lugar en las sombras. —No te preocupes. Fue mi culpa. Si hay algo que pueda hacer por ti, házmelo saber.

Chuck revoloteó contra su nueva vela, que de alguna manera olía como una versión falsa de Coppertone, mientras brillaba con un azul apagado. —Bueno, nos hemos quedado sin pistas.

—Yo no diría eso —dijo Marraine D—. Confirmamos que estabas aquí, ¿oui? Y además —sacó un teléfono celular del bolsillo de Zuck—, todavía tenemos esto. Tal vez haya algo aquí que podamos usar, ¿oui? ¿Puede cargar esto, mademoiselle?

La sirena del bar tomó el teléfono, pero Fortuna no le sonreía a Big Mac. Fortuna todavía tenía resaca de tanto beber y no podía encontrar un lugar lo suficientemente decente para comprar una buena sopa para mantenerse hidratada. Lo que sí se mantuvo hidratado fue el teléfono de Chuck cuando se le cayó en la piscina.

—Disculpeme mucho —dijo Big Mac, aturdida por el pánico.

—Creo que le está hablando a usted, Monsieur Disculpeme.

—Ignórala —comentó Chuck—. Y no te preocupes. Tengo una funda para teléfono resistente al agua, al fuego, a prueba de balas y resistente a los ácidos. No es nada.

Marraine Pené levantó su vaso, golpeándolo contra el platillo de Chuck. —¡Las cosas están mejorando para nosotros! Propongo un brindis por buenas noticias, Monsieur Disculpeme. Zuck.

—¡Trevor! —dijo Zuck con alegría, con la boca llena de gelatina.

—Por cierto —dijo Big Mac—. La banda de brujas está a punto de tocar. ¿Por qué no se sientan y se relajam? Les gritaré cuando terminen, ¿de acuerdo? Tal vez uno de ellas pueda romper una maldición.

Por supuesto, no iba a ser tan sencillo. Nunca es tan simple. Cruzar el umbral no es más que un simple paso para significar un nuevo capítulo de la historia. Lo que se encuentra más allá del umbral son nuevos enemigos, aliados y desafíos.

Y si Chuck era bueno para algo, era para atraer desafíos.

Las puertas del bar se abrieron de golpe, mostrando dos figuras entrando con lo que parecía ser un duende atado. Trajeron muerte y destrucción detrás de ellos. Eso, y algunos carteles de protesta fuertemente redactados.

4 HORAS Y 54 MINUTOS HASTA EL AMANECER.

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