7(temporada)
Ceres
Ser hija de mi padre es complicado, debo crearle que se sienta orgulloso. El espera que lo reemplace cuando se jubile, aunque desearía que jamás lo hiciera. No me hace feliz la idea de que llegue ese momento y tener que estar pendiente de todos sus trabajadores. Y aún peor lidiar con Lucas, con Óscar, y los nuevos que lleguen.
A Leire por fin la despidieron y no me da pena ninguna. Es supeditar, y que nada se salga de control. Se lidera siendo frío, así le funcionó a mi progenitor durante años.
En casa, tengo que dedicarme a ordenar a la tonta de Gema que cumpla con todo, menos mal que mi hermana está en la escuela aún si no me empezaría a sermonear con esa vocecita que le sale; «hermana eres cruel, eres mala» ¿y qué?
Estoy harta de tener tanta ropa que ni uso, la mayoría me la compro por internet, me da flojera ir al centro comercial y mezclarme con otras personas de clase inferior.
Sigo de pie mirando que ponerme para esta noche. No deseo utilizar cualquier prenda que desentone porque quiero lucir bella. Al fin al cabo quiero que me admiren sobretodo Alexis el hijo de un colega de mi padre. El es mayor que yo, y quizás inalcanzable para mí porque vive los vientos por Genoveva. Se que acaba de terminar un máster, además estudio derecho en la universidad.
Anhelo que se fije en mí y olvide a esa mojigata. Por eso recurriré a cualquier oportunidad que tenga y se que hoy sale con sus amigos a un bar de moda que acaban de inaugurar en la ciudad.
No le pedí permiso al chófer para coger el coche y seguro que está tan acostumbrado. Ahora caminará como unas cuadras para regresar a su casa, le hace falta hacer ejercicio a ese gordito.
Me encanta conducir, no soporto que lo hagan por mi pero a veces papá se empeña en que no vaya sola a ninguna parte, ¿como si Serafín pudiera defenderme de cualquier depravado?
Sólo necesito que me vean llegar. Estoy segura que en la entrada del Pub están los mismos porteros de siempre y están cachas. Nunca quise tener una pareja que tenga músculos pero si tuve una relación con un joven de Madrid que tenía todo su brazo tatuado. Me pareció tan curioso verle a cada instante uno nuevo. Aún me acuerdo del último que se hizo, fue un camaleón. No supe más de él después de pasar con él todo un año y medio; solo fue un pasatiempo de esos que dura lo suficiente para divertirse, no tengo edad para compromisos. Todavía no estoy preparada para llevar a nadie a casa y aún menos presentarlo a papá, los ahuyenta, jeje.
Deje bien aparcado el Lancia y solo a un metro de aquí; tuve suerte de encontrar ese aparcamiento. Por fin llegué, frente a mí estaba el letrero y sin perder más tiempo decidí avanzar hasta dentro.
Ahí voy, en busca de alguien conocido. Se que a esta hora llegan la mayoría de los que coincidí en la universidad. También habrá personas que se dedican a trabajar aquí o a ligar con jóvenes. No sé cómo algunas eligen a los maduritos como opción porque los vería como un hermano mayor o ...bueno por fin di con ellos. Puedo ver a simple vista lo bien vestido que va Alexis, él lleva una camisa de seda y un pantalón vaquero ajustado.
¡Qué guapo está esta noche, Dios!
Lo acompaña Pascual, ambos charlan animados; quizás estén hablando de...da igual.
Más allá y no muy lejos están Margarita y Genoveva, van como siempre con esos conjuntos de falda y top muy sexis, lo hacen solo para llamar la atención de los presentes.
Creo que ya se percataron de que estoy cerca, que las visualicé hace unos minutos. Ambas ya están tomando porque el Barman les sirvió su cóctel favorito. En fin habrá que socializar con esas dos, no porque las quiera tener como amigas sino porque estaría cerca de Alexis.
—¿Qué tal?
—Ya veis, por aquí de nuevo
—No te cansaste Ceres, quizás tu padre acabe harto de que no le avises que vienes. Estoy segura que él sabe.
—Acaso tienes a un detective que me investiga.
Las cosas no cambian, este mal rollo entre ella y yo; siempre será mi rival. Ella tampoco puede verme, creo que sospecha que me gusta Alexis
—No me gastaría el dinero en detectives, si ya todo el mundo sabe de lo que eres capaz.
Eso fue una indirecta, y no perdió la oportunidad de reírse. Ambas son falsas y me caen mal.
No seré diferente a lo que soy, mi plan fue trazado. La odisea de fingir, quizás un poquito delante de ellas pero obviamente por cierta persona. No me hallaré jamás entre este grupito de niñas tan elocuentes pero faltandoles una pizca de autenticidad.
Me retiro en busca de algo de beber y terminé por encontrarme con Damián, es el típico tío que no puedes mantener a raya, porque siempre te sale con que estás buena o te regala el oído con cualquier frase ridícula. Porque pensándolo bien todo es ridículo en él.
Tengo que admitir que su fachada es impresionante. Sin perder tiempo él me invita a una copa, no la rechazo.
Me la tomé de un trago ¡Dios como quema! El alcohol hace de las suyas, todo pasa ardiendo por la garganta. Él está viéndome como suele hacerlo con cualquier doncella en apuros. Porque el cuando está de fiesta no sabe controlarse sin embargo en la universidad parece un hombre discreto, hasta se le ve ese aire intelectual con esas gafas de pasta que utiliza. Está claro que no las lleva hoy porque no sería el auténtico Damián. De repente aparece Joanna, y eso significa que me da el camino libre. Además es la perfecta candidata para liarse con él.
Son casi las once de la noche y no puedo más, el cansancio me invade hasta el aburrimiento encima cuando me giro los veo. Alexis besando a la estúpida, la misma Genoveva del carajo.
No sé si me lo imaginé pero también un tipo rubio se está morreando con Margarita.
¿Por qué los hombres siempre prefieren a las ridículas?
«Necesito otra copa». Sé que bebí más de la cuenta pero lo necesito.
«Creo que no llegaré hasta el auto».
Me tambaleé pero avancé recto. Mientras lo hacía intenté dar con las llaves del coche, las mismas que dejé en mi cartera. No hubo éxito porque no había suficiente iluminación en esa zona. Decidí regresar al mismo lugar de antes.
Era lo más sensato en mi estado.
—Preciosa.
Oí a alguien pero me cuesta distinguir al hombre que se dirige a mi.
«Deje de ser invisible en este lugar».
De repente noté el frío, y es que llevaba fuera más de quince minutos.
—Morena, que no te sostienes.
—Tu abuela —respondí.
Pero ese desconocido tenía razón. Mis piernas padecen cierta fragilidad que me impedían mantenerme en pie.
—Mi abuela no está aquí pero tú sí.
El se acercó de improviso, motivo suficiente para empezar a temblar y esta vez no era por el alcohol. Recordé un rumor que corría por ahí, y es que según unos vecinos ocurren secuestros en estos tiempos. Sin embargo, dejé mis cavilaciones para fijarme en su atuendo. Descubrí que llevaba chaqueta y pantalón vaqueros. De repente me entraron escalofríos y una sensación de asco.
—Aparta —dije. Le avisé pero...
—¡Mierda, me salpicaste con tu vómito!
Intenté limpiar mi boca con un clinex que si conseguí sacar de mi cartera. Me sentia horrible ante la vista de este tipo que ignoro quién es. Mejor no fiarse de un desconocido aunque esté macizo.
—Creo que estoy a punto de desmayarme. Papiiiii.
—Lo que me faltaba.
Sergio
Esta no era mi noche, y es que todo iba bien hasta que sali afuera, necesitaba orinar. No era mi asunto ocuparme de cierta joven que me encontré por casualidad, «quizás algún amigo o amiga la abandonó» pensé. Era evidente que estaba sola y ebria incluso en riesgo de que se aprovechen de ella. Decidí salvarla para no sentir culpa alguna.
Seguía en mis brazos porque se desmayó de repente, incluso oí su grito, menos mal que no había nadie cerca porque tendría un lío enorme.
«En fin, Sergio piensa rápido».
No perdí mas el tiempo y la llevé en brazos en dirección a mi coche, luego alli mismo la bajé con cuidado.
No debí pero le di una cachetada a ver si reaccionaba sin embargo seguia igual. No creí que fuera a poner una denuncia porque es imposible que recuerde nada a la mañana siguiente.
La apoyé sobre la misma puerta y con rapidez saqué mis llaves de mi bolsillo, luego la agarré de nuevo. Me costó pero la introduje en la parte trasera, sólo quedaba recostarla. Al fijarme en ella me pareció una niña desprotegida. Entonces percibi el detalle de que su chaqueta era de marca, sin duda era una joven de clase.
«En buen lío me metí»
Estuve atento a la carretera además conducía a una velocidad adecuada. A esas horas no me cruce con ningún vehículo. Miré la hora y comprobé que eran más de las una, estaba seguro que haciendo el menor ruido nadie me pillaría con ella.
Escuché una tos, «por favor, que no vomite de nuevo»
Sobre las dos de la madrugada llegué hasta la calle que conozco bien. Es normal que esté iluminada, por aqui algunas farolas funcionan menos la última porque un idiota le dió con su coche.
—Morena.
Me rendí, está claro que no va a reaccionar. No me quedó más remedio que cogerla de nuevo en brazos, y llevarla hasta donde vivo.
Lucas
Oí un ruido, el cual procedía de la habitación contigua.
«Prefiero no saber a quién trajo anoche»
Sobre las once escuché una voz, y me desperté de nuevo. Lo extraño es que resulta tan parecida a la hija de mi jefe.
Fui hacia el salón después de abandonar mi cuarto, ni siquiera me peiné un poco porque no me interesaba conocer a la invitada de mi primo. Al observar desde mi escondite me quedé sorprendido.
«Es ella».
Aún no me lo creía, sin embargo ahí se encontraba, y cerca de mi primo. Me quedé un poco más para oír su conversación.
—¿Se puede saber quién eres?
—Eso mismo quisiera saber, a quién traje hasta aquí porque podía haberte dejado en la calle. Además ibas borracha.
—No me respondes, mierda me duele.
—Te traeré una aspirina, mientras ponte cómoda porque tienes que explicarme cosas.
«Se van a poner a hablar, lo que me faltaba». Imposible que pueda salir de mi escondite.
Enseguida me marché a mi habitación porque puedo ser sorprendido por ambos y no lo necesito. Sergio no debe enterarse del papel que juega esa pija insoportable en mi vida.
¿Por qué leches existen las casualidades?
Sergio
—Gracias.
—Por fin, pensé que jamás lo harías.
—Siempre piensan que soy una malagradecida, y no es nuevo. Hasta tienen el peor concepto de mí.
«¿Y ahora por qué dice eso?»
No la conozco pero soy capaz de percibir cierta tristeza en su mirada. De alguna forma despierta en mí, ese lado curioso.
—Dime, ¿qué hacías en ese antro? ¿Y porque ibas sola?
Me observó inquieta, como si esas preguntas la atormentaran y no le apeteciera responder con la verdad.
—Ceres.
—¿Qué?
—Es mi nombre.
—Nunca lo oí, ni parece de esta procedencia.
—Quizás soy de otro planeta, es broma. Mi madre leía libros de historia y de arte desde que era una adolescente hasta le fascinaba descubrir misterios, culturas, etc incluso le ponía nombre a sus muñecas.
—Me quieres decir que Ceres procede...
—De una diosa.
Río.
—Menos mal que a mi hermana le pusieron un nombre vulgar, igual que él de la abuela.
—Ok, pero aún no me respondiste que hacías sola.
—No tengo demasiados amigos y esa noche quería ver a Alexis.
—Me suena.
Ella me miró con asombro.
No me puedo creer que haya amistades en común y lo ignoremos.
—Claro, el novio de Genoveva.
Empiezo a recordar con quien me lié.
Me sedujo aquella joven de ojos verdes, verdes como la esmeralda ¿y cómo lo consiguió? con sus frases un poco subidas de tono. Pero a lo que iba, el mundo es un pañuelo.
—¿Y de que los conoces?
—Ayer coincidí con su amiga. Bueno hicimos migas juntos.
No predije esa reacción. Para ella era inconcebible que estuviéramos más cerca de lo creíamos posible.
Esa madrugada pasó lo inesperado.
—¡Tú!
—¿Yo qué?
—Te besaste con Margarita.
—Soy culpable.
Aquí se desvelan verdades, acertijos y a saber qué más. Enseguida me doy cuenta que no hago otra cosa que mirarla. A pesar de que se le corrió el rímel y parece un mapache no es fea. Tiene una belleza peculiar, atrayente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro