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Ana
«¡Dios que mujer tan contradictoria!».
Me quejé porque no había forma de convencerla. Aún seguía por la parte del sondeo, rebatiendo con ella.
Al final se vino con nosotros porque en su anterior operador no le ofrecían descuentos en su tarifa y un móvil nuevo. Y esos beneficios siempre los aporta nuestra compañía a no ser que llegue alguna oferta nueva o a saber.
El cierre lo efectúe con éxito y se que cuando se entere Leire se alegrará por mi. Por cierto, aún no la vi, ni siquiera cuando entré bien temprano al edificio. Nunca fue impuntual.
Sobre las doce ya me sentía agotada, y agobiada, tenía ganas de tomar un café. Sabía que casi todos se habían ido afuera pero decidí ir a otro lugar. A veces veo al repartidor por allí porque tiene que ocuparse de Reponer cada máquina; luego se queda un instante solo para charlar con el chico de la recepción, otro joven que no está nada mal. Aunque prefiero tener más ocupada mi mente en cosas importantes. Esta tarde debo llegar pronto a la cita con mi amiga Lucrecia, me pasará unos apuntes necesarios para poder aprobar el siguiente examen. Espero tener tiempo para todo, entre el trabajo y los estudios apenas tengo tiempo ni para salir de fiesta.
Pasó un momento por la recepción y el joven al que tengo enfrente es a Salvador. No se porque sin venir a cuento quiere ofrecerme una barra de chocolate. Se lo acepté porque no soy malagradecida, y como siempre me enseñaron a no despreciar nada. Me empezó a hablar y sin darme cuenta ya me había sonsacado que hoy debía irme pronto porque tenía una cita con una amiga. Y no esperé saber que al igual que yo tenía planes, así que sugirió que podríamos salir juntos del edificio.
Sobre las una insistió en acercarme a donde quisiera.
«En fin quién le niega algo a este muchacho».
No pensé jamás ni en sueños que Salvador se atreviera a hablar conmigo, él siempre tontea con otras chicas, sobre todo con la que acaba de pasar el filtro y ya está aprendiendo a manejarse en su puesto. Ahora mismo la observo desde aquí, ella es morena y de ojos azules, aún no se su nombre pero no tardaré en averiguarlo. Ella viste muy bien por lo que vi cada vez que aparecía por la sala, ella avanzaba por todo el espacio libre que se disponía entre mesas etc y presumía un look nuevo, había días que venía vestida con vaqueros y top, otras con faldas de cuero y camisas a cuadros; seguro que sabe de moda.
No es que no me guste vestirme bien o interesarme sobre lo que es tendencia pero mi fuerte es lo relacionado con el campo de las letras; a lo largo de mis dos años en la universidad de ciencias de la educación aprendí bastante sobre todo sobre la asignatura de la psicología del desarrollo. Aún me quedan dos semestres por delante mientras sigo aquí batallando para captar clientes. Quiera o no tengo que estar aquí. No es el empleo de mis sueños pero me ayuda a pagar mis gastos. Mientras charlo con otro cliente percibo la mirada de Lucas, siempre me causa ternura. Es para mí alguien importante porque ambos entramos aquí casi a la vez.
Más tarde
Estoy disgustada por esta injusticia tan grande, ¿Por qué a Leire? Cuando ella es muy capaz en su trabajo, además nunca se queja a pesar de la incomodidad de tener que competir con jóvenes. Recuerdo aquella vez que lo pasó mal con un cliente por qué se le prolongó el tiempo de la llamada, no conseguía convencerle de que cambie de operador. Sara estuvo al tanto de lo que ocurrió y lo tuvo demasiado en cuenta, más que las otras veces que acertó. A partir de ahí vigilo de cerca todo lo que hacía, me pareció cruel. Hasta creo que le sirvió de excusa porque lo cierto es que prescinden de los empleados cuando no rinden igual o por la edad. Así que poco importa su valía y lo que hizo durante años por la compañía.
Todavía me cuesta concentrarme con la preparación de un postre. Me gusta la repostería y alguna vez preparé algún bizcocho junto a Leire, ella vino muchas veces a mi piso. Hoy esta deprimida, y entiendo que no le apetezca venir.
Quizás necesite tiempo para asumir el despido, no sé qué haría en su lugar.
Espero que encuentre un empleo donde la valoren como ella lo merece.
Repaso una y otra vez la tarta, compruebo que no tiene la forma que debería porque las capas de chocolate están desiguales, hasta creo que se hundiría en el horno.
Desisto y dejó la encimera limpia. No sé cómo no me di cuenta que el cartón del azúcar estaba roto. En fin habrá que reponer ciertos ingredientes.
Una vez me siento en el sofá del salón, me pongo cómoda inclinando mi cuerpo hacia el respaldo, dejando mis piernas cruzadas entre sí y voy poco a poco soltando mi rigidez. Todo lo aprendí en mis clases de yoga; además me ayuda a soportar la presión de cada día. Consigo poner mi mente en blanco, me repito todo va bien y así estoy durante minutos.
Pero no conseguí relajarme del todo porque sonó la melodía del móvil.
«Otra vez la pesada de mi madre» ella está retirada de toda labor hogareña porque tiene una muchacha que le hace sus quehaceres. Se la pasa aburrida la mayor parte del tiempo a no ser cuando sale a tomar café con Eulalia, una vecina. También aprovecha como hoy para contarme sus cosas y apenas me deja hablar a mi. Según ella tiene línea para rato por eso me tuvo como una hora…
Supe hace un mes que contrató un operador de la competencia.
Al rato me quité toda prenda incómoda, el delantal sobre todo por estar lleno de manchas. Me fui sin demora al baño; es mi lugar favorito y cerca de la bañera tengo alguna vela ya gastada y más allá tengo una radio en miniatura, suelo relajarme escuchando música.
No tardé en sumergirme dentro y cierro mis ojos al percibir el calor, a veces ocurre que me entra agua en mi oído y es bastante incómodo. Así que podré estar por lo menos lo que el agua dure tibia y hasta que mis dedos se arrugan.
Al salir lo primero que hago es soltarme la melena que recogí en un moño. No se porque a mi amiga Lu le gusta mi cabello. Siempre se queja de que el suyo se enreda y no dura liso como el mio. Por lo general no dedico horas a cuidarlo y uso la plancha sólo en ocasiones especiales.
En nada estoy fuera del baño y vestida con mi pijama. Aún no tengo sueño, por eso la pasé leyendo algunas páginas del libro que aún no termino o quizás una revista donde traiga cosméticos o ropa de mi estilo.
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