3(temp.)
Sergio
Soy un simple autónomo que se dedica a vender piezas de coches, mi amigo Eusebio me proporciona la mercancía, él tiene su propio taller y siempre consigue tomarle el pelo a algún cliente, es un mala pieza, jeje.
Hoy por ejemplo me consiguió unos asientos de un coche antiguo. Me dijo que el dueño del coche quería tunear su Seat- Ibiza SX, es un Ibiza blanco alpino que se compró en Murcia. Ha pasado muchas revisiones, tiene muchos kilómetros y es del año 1992. ¡Y es de gasolina claro!
Me viene de familia este interés por los coches antiguos así que me llena este oficio. Desde niño oía a mi abuelo sobre los mismos vehículos que se compraban sus vecinos, en aquellos tiempos había mucha envidia, y siempre que fulanito se compraba un Seat 600 al año llegaba otro vecino con un Seat 127, más tarde con el 1400.
¡Madre mía qué tarde es! espero que a mi primo no le hayan atracado; a veces va tan despistado. Lucas es tan pesado, todavía me acuerdo ese día que decidimos alquilar aquí, llegamos con esa ilusión de empezar de nuevo. Ambos tuvimos algún fracaso que otro pero a él le afectó bastante el último. No supo encajar bien que lo echaran de su anterior empleo.
Más tarde
Sigo enojado con mi primo por lo que hizo, siempre encuentra un motivo para discutir. Ni siquiera se disculpó por atreverse a lanzar uno de mis coches y escogió el escarabajo; Lucas esto no se quedará así.
No fue suficiente lo de la camiseta necesita una lección que jamás olvide; pero luego pensaré en ello. Ahora lo más importante es mi cita con ellos; tal como Eusebio me dijo ayer en la mañana existe la posibilidad de que nos vendan el calibra. De el podemos extraer algunas piezas, los neumáticos, la tapicería. En fin le urge a Jota deshacerse del mismo. El es propietario de otros dos vehículos, le gusta adquirir algunos modelos de segunda mano, luego los vende o se los traspasa a algún familiar si le da un buen uso. Nunca regalaría el calibra además sirvió para ligar, me puedo imaginar al Jota montado en el, y alguna mujer encima de sus piernas.
Detrás de mí percibo a Eusebio, sabía que llegaría antes, el trae puesto en su cabeza un sombrero de fieltro de ala corta, nunca quiere pasar desapercibido.
Al rato llega Jota, y la camarera lo reconoce.
Nos sentamos despertando mucho interés pero hay que tratar el asunto; se que el objetivo de negociar es conseguir un acuerdo y a veces no es fácil.
Por mí no hay problema en regatear un poco porque sé que a Eusebio le fastidia tener que pagar por encima a lo acordado. En un primer momento se llegó a una cifra pero los hombres como Jota piensan que tiene una ganga y pueden beneficiarse. Así que pasó cómo una hora y lo puso difícil. No había forma de que baje la cifra y Eusebio ya harto decide que no.
Es normal que el cliente se quede decepcionado pero él tenía que haber supuesto que mi amigo y socio no iba a pagar más. Nada, se marcha contrariado y ambos seguiremos a lo nuestro.
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