CAPÍTULO 38: «SÓLO SÉ TÚ MISMA»
El resto de la semana fue muy extraña. Kyle vagaba por la casa como un fantasma, y siempre parecía estar ausente. Había procurado pasar todo el tiempo que podía con él; pero no conseguí animarle demasiado, lo cual me hizo sentir como una completa fracasada.
Chad desapareció y no fue al instituto. Me dijo que le había dicho a su madre que creía que había cogido algo, y que se encontraba tan mal que no podía asistir a las clases. Le estuve llevando los apuntes de las asignaturas que teníamos en común a su casa, hasta les pregunté a algunos compañeros suyos de las clases que no compartíamos si me podían dejar sus apuntes. Sin embargo, ninguno de los días fue Chad quien me abrió la puerta. Su madre me daba las gracias, me preguntaba qué tal estaba, me daba algo de comida y me marchaba por donde había venido.
Hablé muy poco con él, pero no porque yo no lo hubiese intentado, sino porque él no quería hablar conmigo. Me dolía un poco que se alejara de mí, pero aún así, no dejé de mandarle mensajes de apoyo para que supiera que me tenía para lo que necesitara.
Mack se había marchado a la casa de su madre. Por lo que había podido husmear, el padre de Mack la había dejado venir a la ciudad porque todavía tenía que arreglar unos papeles en el instituto. Mason pasaba mucho tiempo fuera de casa, por lo que a él tampoco le vi demasiado.
No volví a hablar con Brandon en toda la semana. Le veía de lejos hablar con sus amigos y coincidíamos en las taquillas, pero no volvió a decirme nada. No sabía si había sido porque le había devuelto su regalo y había entendido que no quería volver con él, o quizás fuese porque Kyle había roto con Max y le habíamos roto todos los esquemas, pero agradecía que me dejara en paz.
Max fue quien más me confundió. Parecía un alma en pena. Caminaba por los pasillos con la cabeza gacha y los hombros caídos, entristecido. Cuando le pregunté a Kyle cómo había ido la conversación, me sorprendí cuando me contó lo mal que se lo tomó. Me dijo que después de decirle que quería romper porque ya no sentía lo mismo que antes, él se había puesto a suplicarle que no lo hiciera, que sólo estaba confundido y que no le creía. Me dijo que hasta creyó ver una lágrima deslizarse por su mejilla, pero que probablemente hubiesen sido imaginaciones suyas. Pensé que tal vez no quería que Kyle rompiera con él porque todavía tenía que cumplir las órdenes de Brandon para que le pagara, pero la forma en la que se comportó después de la ruptura me descuadró por completo.
El viernes por fin Chad volvió a clase. Intenté no atosigarle con demasiadas preguntas para que las pocas que le hiciera, me las respondiera.
—Abbie, nena, ya se ha acabado la clase —me avisó Chris y me dio un beso en la sien. Le miré, saliendo de mi ensoñación y se rio—. ¿Qué puedes estar pensando que sea más interesante que una clase de Matemáticas del señor Bigotes? —preguntó divertido mientras me ayudaba a recoger mis cosas.
—Esa es una pregunta que tiene infinitas respuestas. —Le sonreí y Chris rio aún más fuerte. Salimos de clase de la mano, y de camino a nuestra taquilla, me crucé con la mirada de Britanny. Desde nuestra pelea en el instituto, no había vuelto a acercarse a mí. Sabía que se había quedado con ganas de acabar lo que empezó, pero también estaba convencida de que si no lo había hecho era porque Brandon se lo había prohibido, lo cual seguro que la enfurecía más.
Guardamos nuestras cosas en la taquilla y salimos al aparcamiento, donde nos reuniríamos con Kyle y con Chad.
—Oye, Abbie... Una cosa. —Se detuvo y como íbamos de la mano, yo también lo hice—. Mi madre lleva toda la semana diciéndome lo emocionada que está porque vengas a comer mañana —dijo jugando con mis dedos. Intenté que no se notase que se me había olvidado por completo la comida con los padres de Chris. Con todo lo que había pasado esa semana, casi era un milagro que me acordase de ir al instituto—. He intentado decirle que no es un buen momento, pero insiste en que vengas. —Me miró a los ojos. Sonreí enternecida.
—No deberías haberle dicho nada —le dije con la voz suave—. Iré a comer a tu casa encantada. No puedo hacerle ese feo a tu madre. —Sacudí la cabeza—. Seguro que se ha esforzado mucho en preparar el menú. —Sonreí recordando lo último que me dijo el día que la conocí, y Chris sonrió también.
—Eres la mejor. —Tiró de mi brazo y juntó nuestros labios en un beso. Disfruté del ligero roce como si fuese nuestro primer beso.
Un carraspeo a mis espaldas hizo que me separara de Chris. Kyle y Chad nos miraban incómdos.
—Lo siento —dije avergonzada. Había intentado reducir mis muestras de afecto a Chris lo máximo posible delante de Chad y de Kyle. Me parecía egoísta y presuntuoso.
—No importa —murmuró Chad, entristecido. ¿Podía ser más torpe?
—Mañana paso a recogerte a la una —me avisó Chris antes de subirse a su coche.
(...)
Estaba entrando en pánico. Llevaba más de media hora intentando buscar algo que ponerme para ir a casa de Chris, y lo único que había conseguido era revolver mi armario hasta el punto de que todo parecía una montaña de ropa. ¿Por qué siempre me pasaba eso?
Suspiré frustrada y me dejé caer en la cama. Me quedaba poco más de una hora para que Chris pasase a buscarme, y aunque ya me había duchado, todavía no me había ni secado el pelo ni me había maquillado. Necesitaba encontrar algo que ponerme y que no me hiciera parecer una mamarracha del barrio del Bronx.
—¿Estresada? —Oí la voz de mi primo desde la puerta. Levanté la cabeza lo justo para ver su cara de espanto al ver el desastre que había creado en mi cuarto—. Veo que sí. —Se rio ligeramente y cerró la puerta después de entrar.
—Cuando creas que ya no necesitas más ropa, vete a comer con la madre de tu novio y te darás cuenta de que no tienes más que basura —refunfuñé y lancé una chaqueta de punto a la pared, frustrada. Kyle se volvió a reír y se sentó a mi lado.
—¿Quieres que te ayude a escoger algo? —preguntó divertido y yo asentí con la cabeza.
—Por favor —le supliqué. Llegados a ese punto, aceptaría la ayuda de cualquiera.
Kyle se levantó de la cama y comenzó a pasearse por la habitación. Analizó cada prenda con atención, aprovechando para lanzarme miradas desaprobatorias cuando veía algo que no le gustaba. Yo me limité a poner los ojos en blanco.
Unos minutos después, de debajo de uno de los montones que se encontraban al lado del baúl a los pies de mi cama Kyle levantó una falda plisada de cuadros blancos, negros y grises. La observó con atención, y se le iluminó la mirada. Se acercó corriendo a mi mesa de escritorio, donde habían ido a parar todos mis jerseys, que desafortunadamente, habían revuelto todos mis apuntes. Cogió un jersey fino negro y finalmente, se dirigió a mi armario para coger una camisa blanca. Observó las tres prendas unos segundos, y me miró sonriente.
—Póntelo —me ordenó, y me lanzó el conjunto que había escogido. Lo cogí y le miré incrédula.
—Kyle. Estamos a finales de enero. ¿Quieres que me dé una hipotermia? —objeté mientras miraba reticente el conjunto que había escogido. Mi primo chasqueó la lengua.
—¿Quieres estar guapa y gustarle a su madre, o quieres tener calor? —Cruzó los brazos y levantó una ceja.
—Si me muero congelada, la culpa será sólo tuya. —Le señalé con el dedo de manera amenazante y Kyle puso los ojos en blanco. Me metí en el baño y comencé a desvestirme mientras observaba el conjunto. La verdad era que muy bonito, pero nunca lo habría escogido para esa época del año.
Deslicé el jersey por mi cabeza y lo acomodé para que no quedara colgando sobre mi falda. Salí de la habitación y me encontré a mi primo doblando las camisetas que se encontraban sobre mi cama. Carraspeé para llamar su atención y Kyle me miró.
—Recuérdame por qué no soy tu estilista personal. —Sonrió y se acercó a mí—. Estás guapísima. —Me cogió de la mano y me hizo dar una vuelta en el sitio. Sonreí, complacida y alisé mi falda—. Si conseguís llegar a su casa sin que te haya arrancado la ropa por el camino, tendré que felicitarle —dijo divertido y reí escandalosamente. Me giré a mirarle y le sonreí.
—Muchas gracias. Ahora sólo tengo que peinarme y maquillarme. Tengo... —Miré el reloj de la mesita de al lado de mi cómoda—. Media hora. Puedo hacerlo —me animé a mí misma. Corrí a mi baño y puse a calentar las planchas para el pelo. Ya prácticamente se había secado, y había decidido que iba a alisármelo porque no podía fiarme de que los rizos me fuesen a quedar bien esa vez.
Kyle se sentó en la silla del escritorio y me observó mientras yo me maquillaba frente al espejo de mi habitación. Revolví la bolsa y saqué el corrector.
—Creo que nunca he estado más nerviosa en toda mi vida —dije mientras aplicaba ligeramente el espeso líquido en las zonas de mi cara que necesitaban un poquito de ayuda.
—Pero ya te conoce, ¿no?
—Sí, pero esto es más... —Intenté buscar la palabra adecuada—. Oficial. —Agarré los polvos para el contorno y una vez hube acabado con eso, cogí el lápiz de ojos.
—Seguro que le caes genial. —Me sonrió a través del espejo y yo hice lo mismo. Cogí el rizador de pestañas para después aplicar con cuidado una suave capa de máscara de pestañas—. He quedado con Chad esta tarde, por cierto —dijo de repente, y yo dejé de maquillarme.
—¿Y eso? —Me giré a mirarle, pero él me hizo gestos con las manos para que continuara pintándome la cara. Le hice caso.
—Él necesita a alguien con quien hablar y yo también. —Se encogió de hombros, y de nuevo, me giré a mirarle.
—Podéis hablar conmigo. —Junté las cejas. Kyle suspiró y se levantó de la cama. Se acercó a mí y de mi bolsa de maquillaje sacó el colorete y me lo tendió. Por segunda vez en menos de una hora, puse los ojos en blanco.
—Te queremos Abbie, pero en esto no hay nadie que nos pueda ayudar mejor que Chad a mí y yo a él —me dijo dulcemente y se sentó en la cama para comenzar a doblar las prendas de ropa que había tirado encima.
Pasé por mis labios el gloss y observé mi obra maestra en el espejo. Sonreí satisfecha. Para haberme maquillado en diez minutos, no estaba nada mal.
Me levanté del suelo sin preocuparme de guardar las cosas en mi neceser y corrí al baño. Comprobé que las planchas estaban calientes y comencé a pasarlas por mi pelo con concentración.
Cuando consideré que mi pelo ya estaba lo suficientemente liso, apagué las planchas y como todo lo demás, las dejé en medio. Salí del baño y miré mis pies. Antes de poder preguntar, Kyle me tendió las mismas creepers que me había puesto para la fiesta en la casa de Britanny meses atrás. Sí, podía funcionar.
Después de ponerme unos calcetines blancos, me calcé. Volví a acercarme al espejo para ver el resultado final, y me sorprendí al ver mi propio reflejo.
—¿Soy, o no soy el mejor? —preguntó mi primo a mis espaldas.
—Puede —bromeé y me alisé la falda por decimoquinta vez. Kyle tenía buen gusto para la moda.
Mi móvil sonó y comprobé que era Chris avisándome de que ya había llegado. Bajo la atenta mirada de Kyle, cogí las llaves de casa y de mi armario saqué mi cazadora de cuero con forro de lana. Bajé las escaleras a trote mientras me la ponía y le di un beso de despedida a mi primo. Corrí hacia el coche de Chris, que me esperaba enfrente de mi casa.
—¡Ya me contarás si tengo que felicitarle o no! —gritó mi primo desde la entrada y yo me sonrojé al máximo. La saqué el dedo del medio y oí la risa de Kyle.
Me acerqué a Chris, quien me esperaba apoyado con los brazos cruzados en la puerta del copiloto. Llevaba unos vaqueros negros y a pesar de que llevaba una cazadora, pude ver que se había puesto mi sudadera favorita de todas las que tenía. Me recorrió con la mirada lentamente, lo cual me puso aún más nerviosa. Si seguía observándome de esa manera, iba a dar media vuelta y me iba a esconder bajo mi cama. Me tendió la mano y tiró de mí para pegarme a él.
—Si no fuera porque mis padres nos están esperando para comer, te llevaría a tu cuarto ahora mismo —me susurró al oído, causando que una oleada de escalofríos me recorrieran toda la espina dorsal. Reí nerviosa y Chris me mordió la oreja—. Estás preciosa —susurró sobre mis labios y me dio un beso.
—Gracias —le susurré de vuelta. A pesar de que ya llevábamos saliendo un tiempo, todavía me sonrojaba cuando me hacía cumplidos.
—Vamos, me estás dando frío sólo de verte. —Se separó de mí y me abrió la puerta del copiloto para que pudiera entrar. Unos segundos después, Chris ya estaba conduciendo hacia su casa. El sonido de la música inundaba el coche. Me mantuve en silencio pensando en todas las diferentes formas que podía cagarla a lo largo de la comida mientras jugaba nerviosamente con el dobladillo de mi falda. No sabía qué iba a hacer si su madre me odiaba—. Estás muy callada —dijo de repente mirándome de reojo. Intenté disimular.
—Me gusta esta canción. —Le sonreí inocentemente, pero como era una estúpida que no sabía mentir, Chris no se lo creyó por un momento.
—Estás nerviosa, ¿verdad? —Tomó un giro a la derecha y esperó a que una madre con su hija terminasen de cruzar el paso de cebra. Suspiré y asentí con la cabeza.
—Tengo miedo de que tu madre me odie —confesé.
—Dudo mucho que eso pase —dijo con convicción y le miré curiosa—. Lily no ha dejado de hablar de lo estupenda que eres. Me apuesto lo que quieras a que mi madre ya te adora —dijo riendo, y aparcó el coche enfrente de una tienda de móviles que había al lado de su edificio.
—¿Lily ha hecho eso? —pregunté enternecida, aunque me alarmé de nuevo—. ¿¡Y si ahora cuando me conozca descubre que no soy tan estupenda como le ha dicho tu hermana y me odia!? —Le miré asustada y Chris se rio mientras negaba con la cabeza. Salió del coche y mientras yo me volvía a poner la cazadora que me había quitado al entrar, se acercó a mi puerta para abrirla.
—Necesitas calmarte. —Cerró el coche y agarró mi mano para conducirme a la puerta de su edificio. Qué fácil era decirlo cuando no era él quien tenía que conocer a la madre del otro. Por un momento pensé en cómo sería. Parecía que eso jamás pasaría—. Mi madre me ha hecho un examen de cuarenta preguntas sobre la comida que te gusta y la que no. —Entramos en el portal y Chris llamó al botón del ascensor—. Creo que está igual de nerviosa que tú. —Sacudió la cabeza divertido.
—Dudo que eso sea posible. —Volví a alisarme la falda, nerviosa, e inspiré profundamente. Salimos del ascensor y caminamos por el largo pasillo.
—Sólo sé tú misma —dijo una vez llegamos a su puerta. Mi corazón iba a mil por hora—. Así es como yo me enamoré de ti. —Me cogió de la cintura y me pegó a él. Instintivamente, puse mis manos en su pecho y le miré a los ojos. Chris no me estaba ayudando a calmarme—. Y si quieres pensar en otra cosa para distraerte... —Su nariz rozó mi mejilla y pude sentir su respiración chocar contra mi cuello. Mis piernas flaquearon—. Piensa en todas las cosas que podemos hacer después cuando te arranque esa tentadora falda que te has puesto... —me susurró al oído y me dio un beso mojado en el cuello. Ahogué un grito y me agarré más fuerte a Chris para no caerme.
Justo en ese momento, oí cómo la puerta de la casa de Chris se abría. Me separé de Chris rápidamente de él y volví a alisarme la ropa intentando disimular, pero quien quiera que fuese, seguro que ya nos había visto.
—¡Os he dicho que eran ellos! —exclamó la dulce voz de Lily y sonreí en cuanto se lanzó a mis brazos—. ¡Abbie! —gritó a mi oído. Yo reí, contenta de volver a verla. La agarré y la di una vuelta en el aire.
—¿Cómo está mi princesa favorita? —le pregunté sin poder contener mi felicidad. Lily estaba hecha de amor y felicidad.
—¡Bien! ¡Te echaba de menos! —Me cogió de la mano y me arrastró dentro de la casa. Miré detrás de mí a Chris, que nos observaba con una sonrisa en la cara. Me quité la cazadora lo más rápido que pude y la lancé al perchero que había al lado de la puerta. No calculé bien, y si no hubiese sido por Chris, la cazadora se hubiese caído al suelo.
Lily me condujo al salón, me obligó a sentarme con ella y comenzó a contarme cómo una niña de su clase llamada Vanessa le había robado un brownie que su madre le había preparado para el almuerzo el día anterior. Chris se sentó a mi lado y pasó su brazo por el respaldo del sofá y comenzó a jugar con el cuello de mi camisa, haciéndome cosquillas. Le miré severa, pero él se encogió de hombros como si no supiese lo que estaba haciendo.
La presté atención a la niña hasta que vi a Erin salir de la cocina. Como reflejo, le di un codazo a Chris y me puse de pie. Pude oírle reírse, pero yo sólo podía centrarme en la figura de su madre, que se acercaba a mí con una sonrisa y los brazos extendidos. Toda la calma que había sentido cuando había visto a Lily fue rápidamente sustituida por nervios y ansiedad.
—¡Abbie! Cuánto me alegro de volver a verte. —Rodeó con sus brazos mi cuerpo, dándome un abrazo de oso que me recordaba a los que me daba Chris. Me quedé estática unos segundos, pero me obligué a reaccionar antes de que creyera que no quería abrazarla.
—Yo también me alegro de volver a verte, Erin —dije intentando sonar lo más natural posible. Se separó de mí y me miró con una sonrisa.
—Cada vez que te veo estás más guapa —me halagó con la voz dulce y yo sonreí nerviosa. ¿Por qué todos los Adams eran tan encantadores?
Nate apareció por el pasillo y se acercó a nosotros con una sonrisa.
—Abbie. Nos volvemos a ver —bromeó y me dio un rápido abrazo.
—Eso parece —le contesté divertida por su peculiar saludo. Se acercó a su mujer y la rodeó la cintura con el brazo.
—Espero que tengas hambre. Erin ha estado cocinando toda la mañana. —La miró de reojo con una sonrisa.
—¡Claro! —dije con una sonrisa. En realidad me daba igual lo que Erin hubiese preparado, como si fuesen testículos de toro. Me los comería encantada y le daría las gracias por el plato tan delicioso que me había servido.
Chris se colocó a mi lado e imitó el gesto que había tenido su padre con su madre. A ninguno de los dos pareció importarles.
—Abbie tiene un gran apetito, ya os lo dije. —Me dio un apretón en la cadera, juntando más nuestros cuerpos y yo me removí nerviosa. ¿Cuándo iba a dejar Chris de hacer esas cosas? Sabía que lo hacía a propósito porque le divertía incomodarme.
Esa vez sí que dirigieron la mirada a la forma en la que Chris me tenía cogida, y cuando ya estaba a punto de golpearle en sus partes para alejarlo de mí, Erin sonrió y dio una palmada.
—¡Perfecto, entonces! La comida estará lista en un ratito —nos avisó, me regaló una última sonrisa, y desapareció en la cocina junto a Nate. Me giré hacia Chris y le fulminé con la mirada.
—¿Todo esto te hace mucha gracia, no? —le pregunté molesta y Chris rio, divertido.
—¡Oh, venga ya! Si a mis padres les da igual. —Se carcajeó.
—Pues a mí no —dije firme y golpeé mi cadera con la suya para separarme de él—. Así que ni se te ocurra ponerme las manos encima en todo lo que queda de tarde —le advertí, señalándole con el dedo. Chris puso los ojos en blanco.
—¿Quieres ver mi cuarto, Abbie? —me preguntó Lily a la vez que se acercaba a mí. Casi se me había olvidado que estaba con nosotros.
—Encantada —le dije con una sonrisa. Lily chilló de felicidad y me arrastró a su cuarto. Lo primero en lo que me fijé fue en que era algo más pequeño que el de Chris, y que el color que predominaba era el azul cielo. La pared era azul, su cubrecama estaba repleto de pequeños estampados de diferentes tonos del mismo color, las cortinas eran de color blanco y también lo era la pequeña alfombra que había al lado de su cama. Daba la sensación de que había entrado en un sueño.
—¿Te gusta? —me preguntó nerviosa. ¿Acaso esperaba mi aprobación?
—¿Que si me gusta? ¡Creo que voy a mudarme aquí contigo! —exclamé con una sonrisa, y a Lily se le iluminó la cara. Qué fácil era hacerla feliz.
—Mi mamá me ayudó, pero la decoré casi toda yo solita —dijo orgullosa y yo reí. Si eso era verdad, esa niña tenía muy buen gusto.
—¿Y qué quieres hacer? —le pregunté. No me respondió, sino que en vez de eso, sacó sus muñecas de un baúl que se encontraba a los pies de su cama. Las sacudió, como preguntándome si me parecía buena idea. Pero, ¿cómo iba a decirle que no?—. Está bien, juguemos a las muñecas —acepté sonriente, y Lily sacó otras cuantas del mismo baúl. ¿Pero cuántas muñecas tenía?
Nos sentamos en el suelo y jugamos a fingir que ella era una peluquera y yo era una clienta que necesitaba un corte muy urgente.
—Me gusta jugar contigo —dijo al cabo de un rato. Su muñeca le estaba sobando el pelo a la mía.
—Seguro que Chris es mejor cliente que yo. Habrá tenido años de práctica —bromeé.
—Él ahora juega mucho conmigo —dijo distraída mientras le lavaba el pelo a mi muñeca.
—¿Antes no jugaba contigo?
—Sí, pero menos. —Se encogió de hombros—. Tenia que trabajar y por eso no tenía tiempo para jugar conmigo —me explicó y procedió a secarle el pelo a mi muñeca.
—¿Chris antes tenía un trabajo? —pregunté perpleja. Chris nunca me había dicho que antes trabajaba.
—Sí. Se iba pronto por la tarde y a veces no le veía por muuuucho tiempo. —Juntó las cejas, pero rápidamente volvió a dibujar una sonrisa en su dulce cara—. Pero ahora está siempre aquí —dijo feliz y me tendió la muñeca. Sonreí un momento, pero borré la sonrisa casi al instante. ¿Por qué Chris nunca me había dicho que antes de conocerme tenía un trabajo? No era nada raro, pero me extrañaba que no me lo hubiese contado.
—¿Y no sabes en qué trabajaba? —le pregunté y ella negó con la cabeza—. ¿Y tus padres? —pregunté, y de nuevo, negó con la cabeza. Junté las cejas sin comprender. ¿Sus padres no sabían cuál era el trabajo de su propio hijo? ¿Acaso era un secreto?—. ¿Por qué? —Algo no cuadraba, lo sentía. Lily se encogió de hombros.
—Chrisi siempre decía que no era importante —dijo distraída y procedió a lavarle el pelo a la siguiente clienta. Yo apoyé mi espalda en el baúl y miré pensativa la pared. ¿Por qué narices Chris no le iba a contar a sus padres cuál era su trabajo? ¿ Y por qué no me lo había contado a mí?
La puerta de la habitación se abrió, y Chris entró en la habitación.
—¿Qué hacen mis dos chicas favoritas? —preguntó sonriente y se sentó en el suelo junto a nosotras, a una distancia prudente de mí.
—Jugábamos a las muñecas —respondí por Lily. No quería que le dijera a Chris que me había contado lo de su misterioso trabajo.
—Espero que no os lo estéis pasando demasiado bien. No quiero que me quites el puesto —bromeó y me obligué a reírme.
—¡Tú siempre serás mi favorito! —exclamó Lily y se lanzó a abrazar a su hermano. Chris rio y se dejó caer hacia atrás, quedando su hermana tendida sobre él. De nuevo, la puerta de la habitación de Lily se abrió y Erin asomó la cabeza.
—La comida está lista —nos avisó con una sonrisa.
—¡A comer! —gritó Lily emocionada y salió corriendo fuera de su cuarto. Erin salió detrás de su hija riendo. Me levanté en silencio y me alisé la falda.
—¿Todo bien? —me preguntó Chris y yo asentí con la cabeza, sonriente.
Salimos de la habitación y caminamos hasta la cocina. La mesa estaba puesta, y sobre ella había unas cuantas fuentes con comida diferente en ellas. Sí que iba a ser verdad que Erin se había pasado toda la mañana cocinando.
Me senté al lado de Chris a un lado de la mesa. Enfrente tenía a Lily, y enfrente de Chris estaba Erin. Nate presidía la mesa.
—No deberías haberte molestado, Erin, de verdad. Yo me conformo con cualquier cosa —murmuré complacida y ella sacudió la cabeza.
—Tonterías. Además, así me has dado una excusa para probar platos nuevos —dijo con una sonrisa radiante y observé con atención la comida que había preparado. Estaba toda mi comida favorita, tanto primeros platos como segundos. La boca se me hizo agua sólo de mirar la pasta Alfredo que tenía justo delante, y miré a Chris.
—Creo que sólo te mencioné una vez que me gustaba la quiche —dije sorprendida porque se hubiese acordado. Recordaba que estábamos en un restaurante al que Chris me había llevado por sorpresa. Hablábamos de lo buena que estaba la comida, y lo mucho que se parecía lo que me habían servido a una quiche. Le dije que me encantaba ese plato, pero estaba tan concentrado disfrutando su taco, que creía no me había escuchado.
Chris se encogió de hombros y se removió nervioso.
Qué adorable era a veces.
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¡SIENTO LA TARDANZA! Llevo dos semanas de locos, ¡PERO YA HE ACABADO LOS EXÁMENES! Y normalmente suelo actualizar después de cenar, pero literal que me tumbé en la cama con el ordenador sobre las piernas y me quedé dormida al minuto. ¡TODAVÍA SIGO AGOTADA!
Bueno, la historia se acaba... Quedan únicamente dos capítulos, y wow lo que se viene, chicos. ¡NO ESTÁIS PREPARADOS!
¡Quiero oír vuestras opiniones! ¿Qué pensáis de este capítulo? ¿Habéis leído algo raro, extraño, FUERA DE LO NORMAL? ¡CONTADME!
Como siempre, os animo a votar, comentar y a compartir con los amigos y la familia, porque ya sabéis lo que dicen: "compartir es vivir" ^^
Cono todo esto dicho, me despido!!
Muchos besazos,
Elsa <3
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