CAPÍTULO 36: «ES UNA LARGA HISTORIA»
Observé a mi mejor amiga desde las escaleras, petrificada. Tenía el pelo mojado, y llevaba puesta la cazadora que la acompañé a comprar el invierno pasado. No podía ser cierto. ¿Qué hacía Mack en mi casa?
Ella también me miraba a mí. La sonrisa que antes tenía se había desvanecido, y ahora me observaba nerviosa. Mis ojos volaron a Mason, que se encontraba al lado de Mack, con pose protectora. Era extraño, porque después de lo que había parecido una eternidad mi mejor amiga había vuelto, pero no sentía la necesidad de querer abrazarla.
—¿Qué haces aquí? —Conseguí preguntar después de unos tensos segundos en los que nadie dijo nada.
—Tenía que venir —dijo como si esa simple respuesta fuera suficiente. Hacía tanto tiempo que no hablaba con ella que su voz me sonó rara.
—Quítate esto, te vas a congelar —le dijo dulcemente Mason a Mack y la ayudó a quitarse la cazadora.
—Gracias. —Mack le sonrió agradecida. Jugó con las mangas de su jersey y me miró nerviosa. Por el rabillo del ojo vi a Kyle colocarse a mi lado—. ¿No vas a decir nada? —preguntó después de unos segundos. Mason se colocó detrás de Mack y la rodeó la cintura con el brazo. Mack no se apartó, como si ese gesto le pareciese de lo más normal, y toda la rabia que había estado conteniendo esos últimos días apareció con una intensidad arrolladora.
Miré a mi mejor amiga con los ojos entrecerrados.
—¿Acaso fui demasiado sutil al no responder tus llamadas? —pregunté con la voz cargada de veneno—. No tengo nada que hablar contigo —le espeté. Mack se encogió y miró al suelo, dolida.
—Abbie —me advirtió Mason. Su reprimenda sólo me enfureció más.
—Entiendo que estés enfadada, pero tene... —La corté.
—¿Creías que viniendo aquí iba a perdonarte mágicamente? —solté incrédula—. No quiero hablar contigo, Mack. Y creéme que no soy la única —dije despectivamente, pensando en Chad. Sabía que meterle en la conversación era jugar sucio, pero no podía contenerme. Ver a Mason tratar de esa manera a Mack me hacía pensar que no sólo la había estado llamando porque ni Chad ni yo la contestábamos.
Kyle me agarró del brazo.
—Creo que será mejor que habléis de esto en otro momento... —dijo mi primo e intentó tirar de mí, pero no le dejé.
—Abbie, siento mucho todo lo que ha pasado —se disculpó. Levantó la mirada del suelo y me miró a los ojos, en los cuales pude ver arrepentimiento y dolor—. Estos días han sido un infierno —dijo entristecida.
—Ya lo veo —repliqué amargamente, mirando la forma en la que Mason tenía a mi amiga rodeada de la cintura. Mack pareció percatarse por primera vez del agarre de mi hermano y se separó de él. El brazo de Mason cayó inerte al lado de su cuerpo, y la miró con el ceño fruncido. Centró su atención en mí, y endureció su mirada.
—Ya te lo he dicho, Abbie. Ni Chad ni tú la contestabais al móvil. No tenía a nadie con quien hablar —defendió a Mack. Algo pareció sorprender a mi mejor amiga, porque se giró para mirar a Mason.
—¿Se lo has dicho? —le recriminó—. ¡Te dije que se lo diría yo! —le reprendió molesta. Mason se encogió de hombros de manera despreocupada. Mack cerró los ojos y suspiró.
—Ah, ¿eso sí que ibas a contármelo? —espeté y me crucé de brazos. Mack se revolvió en el sitio y dio un paso hacia adelante, acercándose a mí.
—Abbie, nunca te lo dije porque no sabía que nada de esto iba a pasar —se intentó defender.
—¿Acaso eso justifica que no me lo contases? —pregunté incrédula—. ¡Soy tu mejor amiga! ¡Deberías habérmelo dicho! —Bajé los últimos escalones, furiosa.
—No pensé que... —susurró, y yo reí sin gracia.
—¡Exacto! ¡No pensaste! ¿¡Sabes lo destrozado que está Chad!? —grité. Me irritaba que Mack hubiese sido tan ingenua de pensar que nada de todo ello fuese a tener repercusiones.
—Si tan sólo me dejas explicarme... —dijo con un hilillo de voz.
—No —dije firme. Mack respiró hondo, y me miró con lágrimas en los ojos.
—Quiero arreglar las cosas —murmuró. Sus ojos ya no pudieron soportar tantas lágrimas, y algunas de ellas se deslizaron por sus mejillas. No me permití sentir pena por ella. Era mi mejor amiga, pero nos había hecho daño a mí y a Chad. Había metido la pata hasta el fondo.
La miré con una sonrisa amarga.
—Pues a lo mejor no tendrías la necesidad de arreglar nada si no hubieses estado jugando con Chad como una... —No pude acabar de hablar porque una mano me tapó la boca.
—Abbie, creo que va a ser mejor que vayas a dormir —me dijo mi primo mientras mis ojos seguían clavados en mi mejor amiga. Me miraba con la boca entreabierta, y podía ver unas espesas lágrimas empañar sus ojos.
—¿¡Se puede saber qué coño te pasa, Abbie!? —rugió Mason y se acercó a mi mejor amiga. La cogió de las mejillas y le limpió las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Ella se dejó hacer, hasta podía decir que disfrutó del gesto. Observar la forma en la que Mason trataba a Mack y la forma a la que ella respondía me ponía enferma. Intenté soltarme del agarre de mi primo para terminar de decir lo que había dejado a medias, pero él no me dejó.
—Es igual, me lo merezco. —Oí que le dijo a mi hermano con la voz rota.
—¿Pero qué dices? —la increpó y se giró a mirarme furioso—. ¿Y tú te haces llamar su mejor amiga? —preguntó furioso. La rabia invadió mi cuerpo y con una sacudida de cabeza conseguí que Kyle quitase su mano de mi boca.
—No. Ya no —espeté con la voz llena de veneno, y ese fue el colmo. Mack rompió a llorar más fuerte, y Kyle me rodeó con los brazos y tiró de mi cuerpo escaleras arriba. Antes de perderlos de vista, pude ver cómo mi hermano se acercaba a ella y la abrazaba protectoramente.
De mala gana, contribuí con mi primo y terminé de subir las escaleras por mi propio pie. Sólo cuando estuvimos delante de la puerta de la habitación de Kyle, mi primo me soltó.
—¿Te das cuenta de lo que has estado a punto de decir? —me reprochó Kyle. Me quedé en silencio, comenzando asimilar lo que había pasado en el piso de abajo.
—No sé qué ha pasado... —dije con el ceño fruncido. ¿De verdad había estado a punto de insultar a Mack? Algo dentro de mí se revolvió. Sacudí la cabeza—. Me voy a dormir. Es tarde —murmuré antes de dar media vuelta.
—Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy —me recordó Kyle. Tenía unas ojeras bajo los ojos que probablemente al día siguiente se acentuarían mucho más. Vi que sus ojos estaban ligeramente rojos, y parecía realmente cansado.
—¿Tú vas a estar bien? —le pregunté preocupada. Kyle dibujó una sonrisa triste en su cara.
—No te preocupes por mí. —Intentó sonar convincente, pero no lo consiguió. Me acerqué a él y le rodeé con los brazos. Escondí mi cara en su cuello y Kyle me apretó contra su cuerpo. Sabía que mi primo necesitaba ese abrazo casi tanto como yo.
Cuando entré en la habitación, Chris seguía dormido como un tronco. Se había estirado y su cuerpo ocupaba más de la mitad de la cama. Su boca estaba entreabierta, y podía oírle roncar levemente. Sí que había debido beber esa noche, porque a pesar de nuestros gritos, no se había despertado.
Apoyé la cabeza en la puerta de mi habitación y cerré los ojos. ¿Cuánto más iba a poder aguantar sin tener una crisis nerviosa? De hecho, me sorprendía no haberla tenido ya. Cada minuto que pasaba parecía que se hacía el doble de largo que el anterior. Era agotador.
Me deslicé por la superficie de la puerta y me senté en el suelo, con las piernas pegadas al pecho. Pensé en Mack, que probablemente debía seguir llorando en la planta de abajo, en mi hermano y en lo listo que había sido al aprovechar que Chad se había enfadado con Mack para convertirse en su hombro sobre el que llorar. Pensé en Chad, en lo destrozado que debía estar, y en lo mal que se sentiría si le dijese que Mack había vuelto. Pensé en Max, que había estado jugando con todos nosotros como piezas del Monopoly y en Brandon, en lo mucho que lo odiaba y lo mucho que deseaba que desapareciese de mi vida otra vez. Por último, pensé en Chris, en lo mucho que le quería, y en lo que agradecía que no se rindiese conmigo. Esa noche él había luchado por nosotros cuando yo había estado a punto de tirar la toalla.
Me quedé dormida en el frío suelo de mi habitación con la imagen de la sonrisa de Brandon mezclándose con la de Chris.
(...)
A la mañana siguiente me desperté con un dolor en el cuello insoportable. Había dormido toda la noche con la cabeza sobre las rodillas, y cualquier movimiento era extremadamente doloroso.
—Abbie, nena, ¿qué haces tirada en el suelo? —Oí la voz de Chris y abrí los ojos. Se encontraba sentado de cuclillas delante de mí, mirándome con preocupación. Tenía el pelo algo revuelto y los ojos inyectados en sangre, probablemente por la cantidad de alcohol que consumió la noche anterior, pero seguía teniendo ese toque risueño que tan loca me volvía.
—Yo... Me quedé dormida —murmuré, confusa, con la voz grave. Había gritado más esa semana que probablemente en toda mi vida. Chris frunció el ceño.
—Ven aquí. —Estiró sus brazos y me rodeó el cuerpo. Me alzó en volandas y rodeé mis piernas en su cuerpo. Hundí mi cara en su cuello y me dio un beso en mi mejilla. Me posó en la cama con delicadeza y se sentó a mi lado. A pesar de tener las piernas agarrotadas, las volví a flexionar y las rodeé con los brazos. Me sentía mental y físicamente exhausta, como si hubiese corrido una maratón mientras intentaba resolver el problema de Matemáticas más complicado de la historia. Y lo peor de todo es que llevaba ya tanto tiempo sintiéndome de esa manera, que se estaba empezando a acostumbrarme. Chris se dedicó a peinar dulcemente mi desordenado pelo. Después de la aparición de Mack, casi sentía la discusión que había tenido con Chris como algo lejano, un recuerdo que era mejor olvidar—. ¿Me vas a contar cómo has llegado ahí —Señaló el suelo—, cuando yo te dejé aquí ayer? —Señaló la cama. Parecía que Chris estaba de mejor humor que ayer, aunque eso tampoco era demasiado difícil.
—Me desperté en mitad de la noche por un ruido. Mack ha vuelto —le expliqué. Chris levantó las cejas sorprendido.
—¿Está aquí? —Asentí ligeramente con la cabeza—. ¿Cómo así? —preguntó incrédulo.
—Chad y yo no le contestábamos las llamadas, así que ha decidido venir aquí como último recurso —dije con la voz apagada y la mirada perdida. Todavía recordaba vívidamente las palabras que habían estado a punto de escaparse de mi boca horas atrás, y la forma en la que Mack se había puesto a llorar.
—Y no fue bien, ¿verdad? —adivinó, y yo negué con la cabeza. Fue de todo, menos bien—. Joder... —susurró y me rodeó el cuerpo con un enorme y reconfortante abrazo de oso. Solté mis piernas y le correspondí el abrazo. Realmente lo necesitaba. Nos dejamos caer hacia atrás y mi espalda chocó con el colchón, y quedó tumbado sobre mí. Hizo el amago de apartarse, pero le detuve—. Te estoy aplastando —me susurró al oído.
—No. Me gusta. Quédate —le pedí, y volvió a acomodarse entre mis piernas.
—¿Quieres ir a mi casa hoy? Mi hermana está sola y tengo que cuidar de ella. Seguro que se pondrá contenta si vienes. —Se incorporó ligeramente para mirarle a los ojos.
—Me encantaría, pero debería quedarme con Kyle —le dije, a pesar de que sabía que probablemente mi primo querría estar solo. En ese aspecto, los dos nos parecíamos mucho. Preferíamos fingir que nada andaba mal y sufrir en silencio antes que compartir lo que realmente sentíamos.
—¿Es por..?
—Sí —respondí, y volvimos a quedarnos en silencio—. Oye, Chris, respecto a lo de ayer... —murmuré, Chris me interrumpió.
—No digas nada. No quiero hablar de ello —dijo apenado, y me mordí el labio. Sabía que todavía le dolía que hubiese intentado romper con él. Le cogí de las mejillas y le obligué a incorporarse de nuevo para que me mirase a los ojos.
—Lo siento —me disculpé—. No sé qué me pasó anoche. Creo que perdí un poco la cabeza y lo pagué contigo. —Con mis pulgares acaricié sus mejillas lentamente—. No te lo merecías. —Chris ahuecó su mejilla en mi mano, cerró los ojos y formó una pequeña sonrisa.
—En realidad un poco sí —dijo, y yo fruncí el ceño. Chris me miró sonriente—. Me puse como un loco —bromeó y no pude evitar sonreír—. Lo siento —se disculpó también y se inclinó a darme un beso—. ¿Chad ya sabe que Mack ha vuelto? —me preguntó. Resoplé y dejé caer la cabeza en el colchón.
—Mierda, Chad —maldije y suspiré—. No, no lo sabe. —Suspiré frustrada—. ¿Tengo que contárselo, verdad?
—A mí me gustaría saberlo —dijo mientras acomodaba un mechón revoltoso detrás de mi oreja. Volví a suspirar y asentí.
—Tienes razón. Voy a llamarle ahora mismo. —Me incorporé de un salto. No iba a volver a cometer el mismo error.
Cogí el móvil de la mesa de mi escritorio y marqué el número de Chad. Para mi sorpresa, sólo sonó dos veces antes de que lo cogiese.
—Hola —me saludó con un tono de voz jovial. No parecía recién despierto, lo que me confundió aún más.
—¿Qué haces despierto a estas horas? Creía que el domingo era tu día para hibernar —bromeé y me senté en la cama al lado de Chris, que me rodeó la cintura con un brazo y se acurrucó en mi regazo.
—Estoy yendo a por unos churros. Había pensado que podía pasar por tu casa para desayunar juntos —dijo contento y yo me tensé instantáneamente.
—No puedes venir aquí —dije atropelladamente. Chris abrió un ojo para mirarme.
—¿Por qué no? —preguntó Chad confuso. Me levanté de la cama y me mordí la uña nerviosamente. Chris se incorporó también y me miró, atento a mi conversación.
—Mack ha venido —dije y me mordí el labio. Escuché atentamente a través del teléfono, pero no oí nada—. ¿Chad? —pregunté al cabo de unos segundos.
—¿Cuándo? —habló por fin.
—Ayer por la noche. Me desperté cuando ella llegó —le expliqué.
—¿Se presentó en tu casa sin avisar? —preguntó confuso. Me mordí el labio y gruñí.
—No. —Cerré los ojos y maldije.
—¿Lo sabías? —preguntó en tono acusatorio. Abrí los ojos.
—¡No! —exclamé—. Mira, es mejor si hablamos en persona.
—Vale, estoy en tu casa en un cuarto de hora —me avisó.
—¿Puede venir también Kyle? No está muy bien y no quiero dejarle solo.
—Sí, así podemos todos compartir nuestras desgracias. —Intentó bromear, pero sonó demasiado realista. Miré cómo Chris se ponía las zapatillas.
—Espera, dame un segundo. —Tapé el micrófono del móvil antes de hablar—. Chris —le llamé y se giró a mirarme—. Voy a quedar con Chad y con Kyle ahora. ¿Quieres venir con nosotros? Puedes traer a Lily —le propuse.
—No, tranquila. Creo que es mejor que me vaya a mi casa. —Me regaló una pequeña sonrisa y me dio un beso en los labios. Destapé el micrófono y volví a pegar el móvil a mi oreja.
—Vale, ya está. En quince minutos nos vemos. —Me despedí de él y colgué—. ¿Seguro que no quieres venir? Hace tiempo que no veo a Lily —insistí. Después de la pelea del día anterior, no me apetecía separarme de Chris.
—Sí, tranquila. Si voy con Lily, vamos a estar incordiando y la pequeñaja no va a parar de hacer miles de preguntas y no os va a dejar hablar en privado. —Se acercó a mí y me rodeó la cintura con los brazos.
—Lily nunca incordia. Y tú tampoco. —Puse un puchero y Chris sonrió. Le di un beso en los labios y los dos salimos de mi cuarto. Llegamos a la puerta de la entrada sin encontrarnos ni con Mack ni con mi hermano.
—Ya me contarás cómo te ha ido —dijo antes de marcharse a su casa. Cerré la puerta y antes de volver a subir las escaleras, me detuve al ver que alguien dormía en el sofá. El pelo de Mack sobresalía de debajo de la manta que había usado para taparse. Pasé de largo y me dirigí al cuarto de Kyle.
—Kyle —le llamé, y golpeé dos veces la puerta con la fuerza suficiente para que me oyese. Esperé pacientemente a que mi primo apareciese, y justo cuando ya tenía la mano levantada para volver a llamar, la puerta se abrió. No sabía si sorprenderme por el terrible aspecto de mi primo o no. Estaba, tal y como esperaba, peor que la noche anterior.
—Buenos días —me saludó con la voz apagada. Se me partió el corazón al verlo tan... opuesto a como era Kyle normalmente.
—¿Cómo estás? —Parecía una pregunta absurda dado su aspecto.
—Fresco como una lechuga, ¿no lo ves? —dijo irónicamente.
—¿Has dormido algo? —Kyle negó con la cabeza—. Ya, yo tampoco he pasado una buena noche... —Puse una mueca. Cogí aire y cuadré mis hombros—. Pero bueno, por eso estoy aquí. Chad viene en diez minutos a buscarnos para ir a dar una vuelta y despejarnos. ¿Te apuntas? —le pregunté por cortesía. Me daba igual su respuesta, iba a venir conmigo de todos modos. Necesitaba despejarse.
—No tengo ni las fuerzas, ni las ganas de ir a dar un paseo, Abbie. —Se apoyó en el marco de la puerta.
—Trae churros. —Le miré esperando una reacción. Se quedó mirándome unos segundos hasta que se irguió.
—Nos vemos abajo —dijo, y me cerró la puerta en las narices. Sonreí satisfecha por haber conseguido mi objetivo sin tener que recurrir a la fuerza y me encerré en mi habitación. Escogí mi atuendo de acuerdo con mi energía ese día y me metí en el baño. Me asusté al ver mi reflejo en el espejo.
Me obligué a mí misma a salir de la ducha. Si tardaba demasiado, Chad podría llegar y se podría montar un jaleo peor que el de días atrás. Miré mi atuendo de color negro antes de bajar.
Mack ya se había despertado. Estaba sentada en el sofá y miraba hacia la televisión. No pareció percatarse de mi presencia. Fingí que no la había visto, cogí mi cazadora del perchero y decidí esperar a Kyle fuera. Unos minutos más tarde, la puerta de la entrada se abrió, y mi primo apareció.
—¿Has visto..? —Le corté.
—Sí.
—¿Le has dicho algo? —preguntó mientras bajábamos los escalones.
—¿Por qué crees que me estoy escabullendo, primo? —Le miré de reojo y él asintió con la cabeza.
En ese momento, Chad apareció conduciendo el coche de su padre. Me monté en el asiento del copiloto mientras Kyle se sentó en los asientos de atrás.
—Hola —le saludé intentando sonar lo más jovial posible.
—Joder, los dos estáis horribles —dijo mientras nos miraba a Kyle y a mí intercaladamente.
—Tú tampoco estás para hablar —repliqué y Chad sonrió ligeramente antes de arrancar el coche.
—A mí me han dicho que había churros. ¿Dónde están? —demandó saber Kyle desde el asiento trasero. Miré a Chad de reojo, y se me escapó una pequeña sonrisa.
(...)
—No entiendo cómo ha pasado todo esto —dijo Chad mientras masticaba el trozo de churro que acababa de morder. Estábamos en una pequeña plaza en la que había un puesto que vendía churros con chocolate caliente, y mi mejor amigo, mi primo y yo habíamos decidido sentarnos en uno de los bancos que había allí para ver la vida pasar mientras nos lamentábamos—. ¿Cómo no nos hemos dado cuenta de lo que estaba haciendo Max? —preguntó frustrado consigo mismo.
—Porque ha fingido endemoniadamente bien —dije y mordí con más fuerza de la necesaria el churro que me estaba comiendo.
—Es que... —Gruñó—. No lo sé. Me siento como un imbécil. —Volvió a morder de su churro.
—Pues imagínate cómo me siento yo —murmuró amargamente Kyle a mi lado. Lanzó furioso un trozo de churro a una de las palomas que buscaba por el suelo algo que comer.
—Lo siento mucho —dijo Chad—. Todo esto es una mierda. —Imitó a Kyle y lanzó otro trozo de churro a las palomas, que, hambrientas, habían comenzado a apelotonarse a nuestros pies.
—Al menos ahora sé que finjo igual de bien que él —dijo Kyle con rabia. Chad le miró confuso—. Ayer vino a casa —explicó.
—¿Y eso? —preguntó Chad sorprendido.
—Sí, creía que era una visita de cortesía para recaudar más información, pero resulta que vino para tendernos una emboscada a Chris y a mí. —Mordí mi churro. Chad y Kyle me miraron intrigados—. ¿Te acuerdas del regalo que me dio Brandon unas semanas antes de romper? —Miré a Chad—. El pequeño baúl de madera con la figurilla de la Tour Eiffel. —Asintió con la cabeza—. Bien, pues no sé cómo, pero apareció en mi cama cuando Max se marchó, y justo llegó Chris. En resumen, por poco rompo con él. —Kyle ahogó un grito y Chad abrió los ojos de forma desmesurada.
—¿Que por poco haces qué? —preguntó escandalizado mi primo.
—No lo hice, es lo importante.
—¿Por qué harías tal cosa? —preguntó Chad sin comprender.
—Brandon lleva desde que ha vuelto intentando entrometerse entre Chris y yo, y últimamente estoy dejando que lo consiga. Ayer sólo fue la gota que colmó el vaso. —Desmenucé un trozo de churro con los dedos.
—¿A qué te refieres con que estás dejando que lo consiga? —preguntó Kyle, que me miraba con el ceño fruncido.
—No sé, creo que me estoy emparanoiando yo sola. —Sacudí la cabeza. No podía dejar de pensar en la forma en que el comportamiento de Chris había cambiado desde que Brandon había vuelto—. Lo importante es que estoy con Chris y que nos queremos —sentencié. Kyle se puso a masticar uno de sus churros con la mirada perdida, pero por el rabillo del ojo vi cómo Chad miraba al suelo y suspiraba. Me di una torta mental y le cogí de la mano—. Lo siento, no he querido entristecerte —me disculpé. ¿En qué coño estaba pensando?
—No pasa nada. Al menos disfruta mientras dure. —Miró el suelo con una sonrisa triste.
—¿Has decidido ya qué hacer? —le pregunté dulcemente. Chad negó con la cabeza.
—No. Pero sí sé que no puedo seguir en este limbo. Es matador. —Resopló—. Cuéntame qué ocurrió ayer, por favor —me pidió y yo respiré hondo, intentando organizar mis pensamientos.
—Llegó pasadas las 3 de la mañana. Ya te he dicho que yo no sabía que iba a llegar, y Kyle tampoco. Por lo que... —Tomé aire porque sentía que me costaba respirar. Le conté todo lo que había ocurrido omitiendo los detalles morbosos, como la forma en que Mason tenía a Mack agarrada de la cintura.
—Tu hermano, ¿verdad? —adivinó. Asentí y Chad agachó la mirada—. Ha estado hablando con tu hermano todo este tiempo, y esta emboscada la han planeado juntos, ¿me equivoco? —negué con la cabeza—. ¿Crees que...? —Respiró hondo—. ¿Crees que Mack siente algo por tu hermano? —preguntó y contuve la respiración. ¿Cómo podía pedirme que le respondiera a esa pregunta? No quería mentirle, pero la verdad le destrozaría.
—Sí. —La voz de Kyle me sobresaltó—. No sé cómo describirlo, pero estaba demasiado... receptiva a todo lo que Mason hacía —dijo sin mirarnos ni una vez. Miré a Kyle con los ojos abiertos, y luego a Chad, que había escondido la cara en sus manos—. Lo siento. Lo he soltado sin pensar —se disculpó al ver que mi mejor amigo estaba al borde de las lágrimas.
—No, gracias. Me alegra saberlo. Abbie no me lo habría dicho —dijo y yo le di un apretón en las manos.
Me conocía demasiado bien.
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¡ME VOY A MORIR, AMIGOOOOOOSSS! Empiezo los exámenes finales este lunes, y seamos sinceros, voy como el culo :) He empezado a estudiar hoy, y hay tres asignaturas que son jodidas/densas/horribles/que me están dando ganas de quitarme la vida, y aquí estoy, perdiendo el tiempo como una campeona. YEY. Aunque da igual lo ocupada que esté, que no os dejo sin capítulo ;))) SOBRE TODO PORQUE QUEDAN CUATRO CAPÍTULOS PARA ACABAR LA HISTORIA. SÓLO CUATROOOOOO.
Y todo está patas arribas. ¿QUÉ VA A PASAR? ¿CÓMO VA A HACER ABBIE PARA VOLVER A TOMAR LAS RIENDAS DE SU VIDA? Porque vamos, hace tiempo ya que la pobre sólo se está dejando llevar por cada cosa con la que se enfrenta...
Como siempre... ¡OS ANIMO A VOTAR, A COMENTAR, Y A COMPARTIR LA HISTORIA CON LOS AMIGOS Y LA FAMILIA! Porque ya sabéis lo que dicen: "compartir es vivir" ^^
¡Deseadme suerte con los exámenes! Porque... LA NECESITO.
Muchos besazos,
Elsa <3
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