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CAPÍTULO 28: «ELLA NO ERES TÚ»

*Este capítulo quiero dedicárselo especialmente a mi muy estimada amiga Virginia, Tequila213, porque sé que lo va a disfrutar mucho <3*

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Me quedé estática.

—¿Qué? ¿Cómo que te vas? —pregunté bruscamente. La sala me daba vueltas y mis piernas temblaban, como si no soportasen más aguantar el peso de mi cuerpo. Me dejé caer en una silla enfrente de Mack.

—Mis padres se divorcian —dijo con un hilillo de voz.

—¿Qué? —pregunté incrédula, llamando la atención de algunos presentes.

—Me he enterado esta mañana. Me tenía que marchar de casa y por eso os he dicho de venir aquí... —susurró sin mirarme. Chad todavía la tenía agarrada de los hombros y le acariciaba el brazo en un intento de calmarla.

—¿Qué ha pasado? —pregunté sin comprender. Los padres de Mack eran el claro ejemplo de un matrimonio feliz. Siempre estaban haciendo planes juntos, y todas las veces que había ido a su casa, les veía riendo. ¿Qué narices podía haber ocurrido?

—Mi madre se ha estado acostando con su jefe. —Abrí los ojos incrédula—. Resulta que los aumentos no han sido exactamente por su buen trabajo. —Rio sin gracia. Sacudí la cabeza y miré a Chad, buscando respuesta a las miles presuntas que me estaba haciendo, pero él se encogió de hombros. Sabía lo mismo que yo.

—¿Desde cuándo? —Sabía que eso no era relevante, pero ya lo había preguntado.

—Mi madre ha dicho que los dos últimos años, pero podrían ser más. —Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla. Me apoyé en el respaldo de la silla y pensé en silencio, asimilando lo que Mack me acababa de contar.

—¿Y qué tiene eso que ver con que tú te marches? —pregunté cuando no conseguí averiguar por qué esas dos pésimas noticias estaban relacionadas.

—Mi padre no quiere quedarse aquí. Dice que tiene marcharse lejos de mi madre. Y me obliga a irme con él —me explicó e hipó—. Aunque tampoco es que me apetezca quedarme con ella de todas formas... —susurró.

—Pero no es necesario irse de la ciudad. —Junté las cejas—. Podéis mudaros a otra casa aquí, alquilar un piso en el centro, compraros una granja en las afueras, pero no te puedes ir. —dije rotunda—. Mack, no puedes irte —le supliqué esa vez. La presión que se había instalado en el pecho crecía más y más. Era agobiante y sofocante, y casi no me dejaba ni respirar.

—¿Acaso no te crees que ya se lo he dicho a mi padre? —Me miró entristecida—. Pero no entra en razón. Insiste en que quiere marcharse de la ciudad —susurró mirando la mesa.

—¿Pero y qué pasa con el instituto? ¿Qué pasa con nosotros...? —pregunté dolida. Mack no podía marcharse. Llevaba siendo mi mejor amiga desde que teníamos tres años, cuando el primer día de curso compartimos almuerzo porque Mason se había llevado el mío. Había estado para mí siempre que la había necesitado, en los buenos y sobre todo en los malos momentos, que habían sido muchos. No podía perderla. Me negaba. Mack rompió a llorar otra vez, y los ojos se me llenaron de lágrimas. Odiaba verla así—. Mack, tienes que luchar. No puedes darte por vencida. Tienes que hablar con tu padre. Seguro que si hablas con él y lo discutís, llegáis a un acuerdo. Tienes tiempo, tienes que hacerlo antes de que... —le supliqué, pero Mack no me dejó acabar.

—¡Abbie! —me llamó, severa—. ¡No hay tiempo! ¡Me voy pasado mañana! —gritó y escondió la cara en sus manos. Se me hizo un nudo en la garganta que no me permitió respirar.

—¿Qu-qué...? —Solté en un suspiro. Miré de nuevo a Chad, esperando que me dijese que en realidad aquello era solo una broma pesada, y que sólo me estaba tomando el pelo, pero en su cara sólo vi reflejado el mismo dolor que sentía yo—. ¿Pasado mañana? ¿Tan pronto? —La cabeza me daba vueltas.

—Me incorporo al nuevo instituto a la vuelta de las vacaciones —me explicó—. Mis padres lo tenían todo planeado —dijo con resentimiento—. Ni siquiera se han parado a preguntarme qué quería hacer yo. Han tomado la decisión sin contar conmigo. —Sacudió la cabeza, dolida. Me volví a dejar caer en el respaldo de la silla y miré el horizonte. Dos días. Mack se marchaba en dos días y no había nada que yo pudiera hacer.

Sabía que lo que Mack necesitaba en esos momentos era apoyo, necesitaba que la dijese que todo iba a estar bien y que no iba a cambiar nada, pero no podía mentirle a la cara. Las dos sabíamos que nada iba a ser lo mismo, y que muchas cosas iban a cambiar.

—¿Adónde te vas?

—No me lo han dicho. Sólo sé que tengo que coger un vuelo —habló con la voz apagada. Cerré los ojos y apreté la mandíbula. Estaba furiosa con su madre por haberle puesto los cuernos a su marido, y con su padre por tomar una decisión tan radical y precipitada sin tener en cuenta los sentimientos de Mack.

Nos quedamos en silencio, cada uno asimilando la noticia como podía. Si no fuese porque veía a gente entrar y salir del bar, juraría que el tiempo se había detenido. Miré a Chad y se me rompió el corazón al imaginar por lo que debía estar sintiendo. Debía estar destrozado. Su novia se mudaba a otra ciudad, o país, por lo que sabíamos, y no podía hacer nada para impedirlo.

Después de lo que parecieron horas, me levanté de mi sitio. Me acerqué a Mack y le rodeé el cuerpo en un abrazo. Enterré mi cara en su cuello y la apreté más fuerte.

—Lo siento. Lo siento mucho —sollocé—. He sido una insensible. Lo tienes que estar pasando fatal, y cabrearme no te ayuda en nada —dije contra su pelo. Ella lloró en mi hombro y tembló entre mis brazos.

—No pasa nada. Lo entiendo. Chad por poco hace añicos su coche cuando se lo he contado —bromeó y reí al imaginármelo.

—Era eso, o bajarme del coche en marcha —habló Chad por primera vez con una media sonrisa. Mack se separó de mí y se pasó las manos por la cara, limpiándose las lágrimas. Hice lo mismo.

—Estamos en el siglo veintiuno, podemos hacer todas las videollamadas que queramos. ¡No va a ser como que no vamos a volver a hablar! Sólo que no me veréis tan a menudo —dijo con falso entusiasmo. Era increíble que a pesar de que era ella la que se marchaba, fuese ella la que nos intentaba animar. No la merecíamos.

—¿Tan a menudo? ¡No te veré nunca! —se quejó Chad con el ceño fruncido. Mack se inclinó y le dio un beso en los labios—. Perdón —intentó sonreír, pero sólo le salió una mueca. Chad estaba intentando ser fuerte por ella. A mí no se me estaba dando tan bien como a él.

—Todavía tenemos dos días. Tenemos que aprovecharlos al máximo, ¿no? —Sonrió, pero la sonrisa no le llegó a los ojos.

—Sí.- Respondí con una pequeña sonrisa, pero me duró apenas unos segundos y volví a enterrar mi cara en mis manos.

—¿Me prometéis que no nos distanciaremos, que nos llamaremos todos los días? —nos pidió.

—Claro que sí. No te vas a librar de mí tan fácilmente. —Chad le sonrió y le besó la coronilla.

Yo, en cambio, me quedé en silencio. ¿Qué demonios iba a ser de mí sin mi mejor amiga a mi lado?

(...)

Después de un silencioso viaje en coche, Chad me dejó en mi casa. Habíamos quedado esa misma tarde para pasar un rato juntos.

Dejé las llaves en la mesa de la entrada y me quité la cazadora. No sabía si quería ponerme a dormir para olvidarme de todos mis problemas o si quería golpear a alguien para desahogarme.

A lo mejor podía hacer ambas.

—¿¡Abbie!? —gritó Mason desde su cuarto.

—¡Sí! —le chillé de vuelta. Me fui a la cocina y me serví un vaso de agua. Oí los pasos de mi hermano acercarse a mí.

—¿Qué tal con Mack? —me preguntó con interés.

—Bien —dije sin más y Mason asintió. No quería hablar del tema porque sabía que me iba a poner a llorar—. ¿Dónde está Kyle?

—Se ha ido con un tal Max. Me ha dicho que volvía para comer —dijo mientras analizaba cada uno de mis movimientos. Estaba actuando raro, como si estuviese ansioso por algo.

—¿Pasa algo? —pregunté directamente.

—Sí, en realidad... —dejó la frase en el aire. Suspiré desesperada.

—¿Qué ocurre ahora? —Me agarré la cabeza, cansada. Me estaba hartando de recibir malas noticias allá donde fuese.

—¡Nada! Nada malo, lo prometo —me dijo rápidamente. Me relajé un poco—. Zoe está en mi cuarto. —Sonrió, nervioso—. Te dije que quería presentarse correctamente.

—No os he pillado dándoos el lote en el sofá, así que ya me cae mejor —dije divertida. Mason chasqueó la lengua—. ¡Ay, joder! ¡Ni una broma! —exclamé y puse los ojos en blanco, Mason no se movió—. ¿Está esperando a que la llames como a un perro o...? —pregunté sin entender la situación.

—Idiota —dijo entre dientes y se marchó escaleras arriba. No estaba de humor para sonreír y ser amable, pero sabía que aquello era importante para mi hermano, así que intenté mejorar mi ánimo.

Pocos segundos más tarde, Mason entró en la cocina de la mano con Zoe.

—Hola de nuevo —me saludó sonriente—. Soy Zoe. —Se acercó a mí para darme dos besos y me forcé en poner una sonrisa en mi cara.

—Abbie —me presenté—. He oído hablar mucho de ti. Casi es como si ya te conociera —bromeé, intentado ser amistosa y ella se rio.

—Lo mismo puedo decir de ti. —Las dos miramos a Mason. Él se encogió de hombros.

—Tengo que preguntártelo porque no me entra en la cabeza. —Zoe me miró—. ¿Qué narices has visto en mi hermano? —pregunté sin comprender.

—Tu hermano puede ser encantador cuando se lo propone —dijo con una sonrisa de enamorada. ¡Puaj!

—Yo no habría usado esa palabra exactamente para describirle —murmuré con repulsión. Mason me fulminó con la mirada.

Estuvimos un rato charlando en el sofá. Zoe era una chica encantadora, pero no pude disfrutar de la conversación porque no dejaba de pensar en Mack. No me lo sacaba de la cabeza. ¡No podía quedarme con los brazos cruzados!

Cuando Zoe y Mason hablaban del último cliente con el que habían tenido que tratar, mi teléfono comenzó a sonar. Lo saqué del bolsillo trasero del pantalón y miré la pantalla. Chris.

—Debo cogerlo. —Me levanté del sillón y me alejé de ellos para tener privacidad. Me metí en la cocina y cerré la puerta detrás de mí.

—Hola —le saludé al descolgar.

—Hola —me saludó de vuelta—. ¿Sigues con Mack y con Chad?

—No, hace un rato que he vuelto a casa. —Me apoyé en la encimera y suspiré.

—¿Ha sido muy malo? —Percibí cierta preocupación en su tono de voz.

—Peor que malo —me lamenté—. Mack se marcha de la ciudad. —Unas pocas lágrimas se deslizaron por mi cara hasta caer al suelo de la cocina.

—¿Cómo? —pregunté y le conté lo mismo que Mack me había dicho horas atrás—. ¿Pasado mañana? —preguntó escandalizado. Me imaginé a Chris frunciendo el ceño como solía hacer siempre.

—Su padre ni siquiera ha tenido en cuenta la opinión de Mack. Se largan sin más —dije, enfadada. No noté que alguien había estado escuchando en la puerta de la cocina. 

—¿Mackenzie se va? —preguntó mi hermano, atónito. Me giré a mirarlo y asentí con la cabeza. Me limpié las lágrimas que seguían cayendo por mis mejillas.

—Es una larga historia. —Sacudí la cabeza. Parecía que Mason había visto un fantasma. Zoe se colocó a su lado y me observó. Me di cuenta de que probablemente debía estar hecha una pena, con los ojos rojos e hinchados. Oí cómo Chris me llamaba al otro lado de la línea y pegué el móvil a mi oreja—. ¿Podemos hablar luego, por favor? —le pedí.

—Claro, llámame cuando puedas. Te quiero.

—Y yo a ti —susurré para que nadie pudiese oírme. Colgué y suspiré—. Oíd, si no os importa, me voy a mi cuarto —dije con la voz apagada y sin esperar respuesta, salí de la cocina. Me giré a mirar a Zoe—. Un placer haberte conocido. —Intenté sonreír. Zoe me miró con pena.

—Igualmente. —La oí decir antes de encerrarme en mi cuarto.

(...)

Los dos días pasaron más rápido de lo que me hubiera gustado. Chad y yo prácticamente no nos habíamos separado de Mack. Max, Kyle y Chris también estuvieron pasando el tiempo con nosotros. La última noche, Chad y Mack la pasaron solos. A pesar de que me habría gustado poder compartir una última noche con ella, entendía que necesitaban intimidad.

Mason había estado ausente desde que se había enterado de que Mack se marchaba, aunque no entendía muy bien por qué. Sabía que le caía bien, pero no tenían apenas relación. No tenía sentido que la noticia le  entristeciera tanto.

Mack se marchaba en una hora. Habíamos quedado en ir todos a su casa para despedirnos, por eso me sorprendí cuando mirando por la ventana de refilón, vi a Mack dirigirse a la entrada de mi casa. Fruncí el ceño. ¿Qué hacía ella ahí?

Bajé las escaleras corriendo y me dirigí a la puerta de entrada. Cuando la abrí, vi que Mason se había adelantado. Mason estaba de espaldas, y su cuerpo tapaba casi por completo el de Mack, así que ella tampoco me veía. Entrecerré la puerta y escuché.

—Siento haberte hecho venir hasta aquí. —Oí que dijo Mason. Fruncí el ceño. ¿Por qué había llamado mi hermano a Mack?

—No pasa nada. ¿Le ha pasado algo a Abbie? ¿Se encuentra bien? —preguntó con preocupación.

—No, ella está bien —la tranquilizó—. En realidad no te he dicho que vinieras por Abbie.

—¿Ah, no? ¿Y entonces por qué? —preguntó desconcertada. Yo estaba igual de perdida que mi mejor amiga. Mason se quedó unos segundos en silencio.

—Por mí —confesó. Casi podía ver la cara de confusión de Mack. Me asomé un poco más por la puerta y su cara entró en mi campo de visión. Efectivamente, estaba sin palabras.

—¿Por ti? ¿Qué quieres decir? —Se metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón y observó a mi hermano con desconcierto.

—Significa que... —Se quedó en silencio—. Mira, sé que tienes novio, y que te vas a marchar, y quién sabe cuando voy a volver a verte, pero tengo que decírtelo antes de que sea demasiado tarde. —Tomó una bocanada de aire—. Me gustas, Mackenzie —confesó. Abrí la boca y emití grito ahogado, pero me la tapé al recordar que podía oírme. Tenía demasiadas preguntas—. Recuerdo a la perfección en qué momento me di cuenta de que me gustabas. Fue a los diecisiete, en penúltimo año. Muy de vez en cuando venías a pasar la tarde aquí. Estabas en el salón haciendo los deberes con mi hermana. Os echasteis a reír y me quedé fascinado por tu sonrisa, la forma en que tus ojos se hacían más pequeños cuando reías, tu risa... —Sacudió la cabeza. Mack estaba inmóvil, con la boca entreabierta, sin saber qué decir o qué hacer—. Por ese entonces, Abbie y yo no nos hablábamos, pero recuerdo que cuando me enteraba de que ibas a venir a casa, cancelaba los planes que tuviese ese día y me quedaba únicamente para verte... —Se quedó en silencio—. Y luego de un año a otro, dejaste de venir tanto como antes. No comprendí en el momento por qué, pero comenzaba a hacerme una idea... —dijo distraído y se quedó en silencio.

—Mason, yo... —Se quedó en silencio—. No entiendo, —Sacudió la cabeza—. ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —preguntó con confusión—. Cuando años atrás te... —En un intento de acercarme un poco más, tropecé con los zapatos de Kyle. Maldije y les pegué una patada, por lo que no conseguí terminar de escuchar lo que dijo mi mejor amiga.

—Supongo que no me parecía justo para Abbie. —Se encogió de hombros—. De todas formas, ¿habría cambiado algo? —Mack se quedó pensativa un tiempo que me pareció eterno.

—No, probablemente no —dijo por fin.

—¿Y ahora? ¿Cambia algo ahora? —preguntó esperanzado mi hermano. Mack abrió y cerró la boca repetidas veces, intentando encontrar las palabras adecuadas.

—Mason, me voy en menos de una hora —dijo, aunque no era esa la razón para rechazarle que yo esperaba.

—¿Y? Eso no cambia lo que sientes o no por mí, Mackenzie. —Mason se acercó a Mack, quedando peligrosamente cerca de ella. Después de unos largos segundos, Mack se alejó de Mason y retrocedió dos pasos.

—No, Mason. Tengo novio, y tú también tienes novia. ¿Por qué estás con ella si no te gusta? —le reprochó.

—Zoe me gusta —admitió—. Pero... Ella no eres tú —susurró y Mack agachó la cabeza. Mason se volvió a acercar a Mack y la agarró de las manos. ¿Pero qué narices estaba pasando?—. Dime que sientes lo mismo por mí y la dejaré ahora mismo. Dime que yo también te gusto, y seré todo tuyo —le suplicó.

—No puedes hacerme esto, Mason... Estoy saliendo con Chad —dijo tan bajito que tuve que concentrarme para oírla. Mason soltó sus manos y le agarró ambas mejillas. Mack le miró con dolor en los ojos.

—Mackenzie... —susurró—. Por favor... Sé sincera conmigo. Y contigo misma —le pidió—. ¿Qué sientes por mí? —Necesitaba que Mack respondiera en ese instante. Debía rechazarlo, iba a rechazarlo, ¿no? De repente, Mason se inclinó sobre Mack y la besó. Me agarré a la puerta para evitar caerme al suelo de morros.

Mack se había quedado estática en el sitio. Se apartaría. Mack debía apartarse. ¿Por qué estaba tardando tanto?

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Mack se alejó de mi hermano.

—No puedo, Mason. Estoy con Chad —dijo con la voz temblorosa—. Lo siento —susurró y agachó la mirada. Mason tardó en reaccionar.

—Yo también. —susurró de vuelta y se dio la vuelta, pillándome por completo espiándoles—. ¡Abbie! —exclamó sorprendido—. ¿Cuánto...? ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —me preguntó, nervioso.

—Lo suficiente —respondí cortante. Me crucé de brazos y le fulminé con la mirada. A pesar de que sentía algo de pena por él, había besado a mi mejor amiga a mis espaldas, la cual por cierto sabía que tenía novio, me había escondido que le gustaba Mack durante años y básicamente le había puesto los cuernos a Zoe, a quien por cierto había conocido unos días atrás por insistencia suya.

Mason debió intuir que no estaba contenta con lo que acababa de pasar, porque no dijo nada más y entró en casa a paso rápido. Mis ojos volaron a Mack, que seguía igual de confusa que antes.

—Lamento que lo hayas visto —se disculpó.

—No importa. ¿Sabías algo de esto? —pregunté. Mack negó con la cabeza.

—No, nunca me había dicho nada —dijo con el ceño fruncido—. Podría habérmelo dicho cuando... —Sacudió la cabeza—. Da igual, no importa. —Sonrió triste.

—Tienes que decírselo a Chad —le recordé. Mack me miró y resopló.

—¿Crees que se va a enfadar? —preguntó triste.

—No contigo. Tú no has tenido la culpa de nada —la calmé. Me quedé unos segundos en silencio y volví a hablar—. Parecía que por un momento dudabas de tus respuestas.

—Sólo es que no me lo esperaba, sin más —contestó con la mirada perdida—. No quería hacerle daño... —susurró y miró la ventana del cuarto de mi hermano.

—Se lo ha buscado él solito —dije con rabia—. Sabía que tú tienes novio. Y ni hablemos de Zoe... —Negué con la cabeza, decepcionada. Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. El frío de enero me hizo volver a la realidad—. Vamos dentro. Chris vendrá a buscarme en unos minutos.

Esperamos en el sofá de mi casa en silencio. Mason no volvió a bajar de su cuarto.

—Hola. —Me sonrió Chris cuando me acerqué a su coche y me dio un beso—. ¿Tú no deberías estar en tu cassa? —preguntó mirando a Mack.

—Le he dicho yo de venir. Quería despedirme a solas de ella —mentí. Chris asintió y no dijo nada más. Nos montamos en el coche y viajamos con el ruido de la música de fondo.

Cuando llegamos a casa de Mack, nuestros amigos ya estaban ahí. Se notaba que Chad estaba destrozado, pero lo intentaba disimular para no hacer sufrir a Mack. Ella se bajó del coche y corrió a abrazarle, y él la recibió con los brazos abiertos. Chris y yo nos acercamos a Kyle y a Max. Chad y Mack se alejaron de nosotros y asumí que era para poder contarle a Chad lo que había ocurrido en privado.

—Esto es una mierda —me quejé y me apoyé en el hombro de Chris, impotente. Me rodeó la cadera y me acercó más a él.

El padre de Mack salió de la casa con las manos llenas de cosas y sin prestarnos ninguna atención, pasó delante de nosotros y las dejó en el maletero del coche. Lo cerró de un portazo y miró a Mack.

—Cinco minutos, Mackenzie —le avisó y se montó en el coche. Fruncí el ceño. No hacía falta ser tan cruel con Mack, ella no era culpable de nada.

Mack y a Chad se acercaron a nosotros. ¿Ya se lo había contado? Chad no parecía enfadado.

—Bueno... —Mack nos miró a todos—. Supongo que me voy ya. —La miré a ella y miré a Chad. No se lo había contado. ¿A qué estaba esperando?

Mack se fue despidiendo uno a uno de todos nosotros. Cuando Chris abrazó a Mack, me fijé en que ella le susurró algo en el oído. Sólo quedábamos Chad y yo. La rodeamos en un abrazo y la apretujamos lo más fuerte que pudimos.

—¡Mackenzie! —la chilló su padre desde el coche. Nos separamos a regañadientes y me sorbí los mocos. No me había dado cuenta de que había empezado a llorar. Otra vez.

—¿Hablamos todos los días, vale? Al que se le ocurra saltarse una llamada, le crujo —nos amenazó y Chad y yo asentimos entre lágrimas—. Adiós, chicos —se despidió con la voz apagada y caminó lentamente al coche. Era difícil distinguir lo que hacía porque las lágrimas no me permitían ver. Antes de montarse, se giró a mirarnos—. ¡Os quiero! —gritó antes de cerrar la puerta del coche. 

El coche rugió y se alejó de nosotros hasta que se perdió en la línea del horizonte.

Sentí unas manos posarse en mis hombros. Me giré y vi que Chad tenía los ojos rojos y brillantes de llorar. Le abracé y lloré en su pecho. Quería entrar en la casa de Mack y gritarle a su madre que todo eso era culpa suya.

—Chad —le llamé—. ¿Mack ha hablado contigo de algo en concreto antes?

—No... ¿Por qué?

—Por nada. Es igual. —Me alejé de él y me limpié las lágrimas—. Creo que me voy a ir ya a casa —le avisé. Necesitaba estar sola.

—¿Quieres que te lleve? —me ofreció. Incluso con el corazón roto, Chad seguía siendo todo un caballero.

—Ya la llevo yo, Chad —intervino Chris. Se colocó a su lado y puso una mano en su hombro—. Vete a descansar, tío —le aconsejó y Chad asintió con la cabeza.

—Hablamos luego. —Se alejó de mí y se marchó en su coche.

—Max me lleva a casa. Nos vemos allí —me dijo Kyle y asentí con la cabeza.

Chris me cogió de la mano y me obligó a seguirle al coche. Nos montamos y Chris encendió la calefacción. No había notado que estaba temblando. Arrancó el coche y condujo por las calles de la ciudad con su mano en mi muslo, dándome apoyo.

—Chris, ¿qué te ha dicho antes Mack cuándo os estabais despidiendo? —Le miré, pero él a mí no. Parecía que en su mente se estaba librando una batalla sobre si decírmelo o no—. Chris —insistí, y él suspiró.

—Me ha dicho que te cuide. Que esté para ti lo que ella no podrá estar. 

Casi pude oír cómo mi corazón se rompía en pedazos.


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Hola de nuevo, amores <3 ¿Cómo están mis lectores favoritos? Yo creo que lo único que me anima a seguir para delante es saber que quedan 3 meses para verano :/ La universidad últimamente va a hacer que entre en una profunda depresión, y por el virus este, las actividades para distraerme y divertirme quedan reducidas prácticamente a cero. ¿ME MATA ALGUIEN YA O TENGO QUE HACERLO YO SOLA?

¡CAPÍTULO LARGO OTRA VEEEZZZ! Os quejaréis, eh... Os mimo de más ;)))

Mason le ha confesado sus sentimientos a Mack. A. MASON. LE. GUSTA. MACK. ¿¡QUIÉN ESTÁ FELIZ!? Sé que alguien sí lo estará... Mack se ha marchado oficialmente, y las clases empiezan en un día. Creéis que las cosas sólo pueden mejorar, ¿no? PUES BIEN, TENDRÉIS QUE QUEDAROS PARA SABER SI ES ASÍ :))))

Como siempre, os animo a votar, comentar, y compartir la novela con los amigos y la familia, porque ya sabéis lo que dicen: "compartir es vivir" :)))) (he decidido que esa va a ser mi catchphrase jejejej)

MUCHAS GRACIAS POR CIERTO A TODOS LOS QUE COMENTÁIS Y VOTÁIS, ME HACÉIS EL DÍA, EN SERIO.

Muchos besazos,

Elsa <3


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