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CAPÍTULO 20: «JO»

El último día lo pasé mejor que los cuatro días anteriores juntos. Estuvimos haciendo juegos toda la mañana, en los cuales no pude parar de reír. En los juegos de equipo, Chris no había estado en casi ninguno conmigo, por lo que había podido competir contra él, y así demostrar que era la mejor. Mi equipo había ganado la mayoría de las veces y tal vez por eso también estaba de muy buen humor.

Después de comer, nos dejaron tiempo libre para hacer las maletas.

—¡Ey! ¿Qué tal estás? —saludó Kyle al entrar en la habitación conmigo. Me encontraba recogiendo la ropa que había ido dejando tirada por el suelo los últimos días.

Le miré de refilón y le sonreí.

—Muy bien, les hemos dado una buena paliza, ¿eh? —celebré. Kyle había estado en mi equipo en todos los juegos que habíamos hecho. Choqué puños con él y seguí recogiendo—. ¿Qué tal estás tú? —Recogí las zapatillas que estaban debajo de la cama y las metí dentro de mi maleta. Había al menos tres toallas de ducha tiradas en el suelo y no conseguía comprender cómo habían llegado allí.

—Muy bien, también. Me estoy adaptando más rápido de lo que creía —dijo mientras me observaba recoger asqueada las toallas del suelo. Estaban mojadas y sucias y olían mal. Miré a mi primo  y apoyé una mano en mi cadera.

—Y Max no tiene nada que ver con eso, ¿no? —le piqué. Kyle se carcajeó y se tumbó en mi cama.

—Max está haciendo mi proceso de adaptación más llevadero —dijo evasivamente y le miré de reojo, divertida— ¡Nos estamos divirtiendo! —se carcajeó—. Sabes que yo soy un espíritu libre. Puede que me gustes un día, pero quizás al siguiente me haya aburrido de ti —dijo con desdén y yo negué con la cabeza.

—Ya hablaremos en unas semanas —bromeé.  

Observé satisfecha mi maleta cerrada. Ahora sólo quedaban las cosas de Chris, que sin saber cómo era posible, tenía más ropa que yo tirada por el suelo. Empecé a recoger su ropa y a colocarla sobre la cama para facilitarle el trabajo después.

—¿Y tú? —Se apoyó en sus antebrazos—. ¿Qué tal con Chris? —preguntó curioso—. Habéis pasado mucho tiempo juntos estos días, ¿no? —inquirió. ¿Debía contárselo ahora? Sabía que no se iba a enfadar, o al menos eso esperaba, pero no sabía si era un buen momento. En realidad, ningún momento era bueno.

—Pues... —El sonido de la puerta abriéndose me interrumpió. 

—¡Por fin juntos! Casi no he estado contigo en todo el día. Te he echado de menos, nena. —Chris cerró la puerta detrás de él. Se giró y me miró sonriente. En cuanto se fijó que Kyle estaba en la habitación conmigo, su sonrisa se borró.

Kyle ahogó un grito.

—¡Lo sabía! —gritó Kyle y se puso de pie. Nos señaló con el dedo índice mientras sonreía—. Estáis juntos, ¿verdad? —preguntó, entusiasmado. Sin esperar una respuesta, Kyle empezó a celebrar y a bailar en el sitio—. ¡Max me debe veinte euros! —dio una palmada y nos miró—. Sabía que ocurriría antes de volver a casa. ¡Lo sabía! —gritó eufórico.

—¿Has hecho una apuesta con Max sobre nosotros? —pregunté, incrédula.

—Era dinero fácil. —Se encogió de hombros—. Max decía que no lo haríais oficial hasta el año que viene. Pero la tensión sexual entre vosotros era palpable a kilómetros. —Me guiñó un ojo.

—¿Entonces has ganado veinte euros a nuestra costa? —preguntó Chris y se acercó a mí. Kyle asintió, ahora algo más cohibido—. ¡Joder, tío! Deberías habérmelo dicho. ¡Me habría apuntado! —Rio y chocó puños con Kyle, que ahora reía relajado. Me separé de Chris y le miré con una ceja levantada—. Lo siento, sí. Kyle, eso está feo —le reprendió mientras negaba con la cabeza, fingiendo decepción. Puse los ojos en blanco y seguí recogiendo. 

—¡No te enfades, prima! En la próxima apuesta, te dejamos participar a ti también —dijo Kyle y me guiñó un ojo. Le ignoré, fingiendo que estaba molesta. Sin embargo, me parecía gracioso que hubiesen apostado algo así. ¿Qué habría apostado yo de haber participado?

Media hora después, Chris y yo descansábamos en el sofá mientras el resto de nuestros amigos hacían las maletas.

—Mierda... —susurré y me di en la cara. Acababa de acordarme de que no había ido a la Enfermería desde principios de semana. Me había estado limpiando la herida yo en la ducha, pero quizás no estaría mal que alguien comprobara que todo iba bien. 

—¿Que pasa? —preguntó.

—No he ido a que me revisen la herida desde el martes. Debería ir antes de irnos —le dije y me levanté.

—Voy contigo. —Chris se levantó también.

—No hace falta, no voy a tardar mucho —dije, intentando hacerle entrar en razón. Chris no tragaba a Owen, por lo que estar los tres juntos en la Enfermería no me parecía el mejor plan. 

—Voy contigo —repitió, y me tendió mi cazadora. Resoplé rendida, y me puse la chaqueta.

Salimos de la cabaña y cogidos de la mano, nos dirigimos a la Enfermería. Antes de entrar, me detuve delante de la puerta y miré a Chris.

—Pórtate, por favor —le pedí y él bufó.

—¡Abbie! ¡Esperaba tu visita! —me saludó Owen cuando entré. Se acercó a mí con una sonrisa y me abrazó. Chris no me soltó la mano para que pudiera abrazarle correctamente. Le fulminé con la mirada, pero ni se inmutó—. Os marcháis hoy, ¿no? —preguntó cuando nos separamos, mirándonos a Chris y a mí.

—Sí, en menos de una hora. —respondí yo. Owen asintió—. Venía para ver si me podías revisar una última vez esto —dije señalando mi pierna. Owen sonrió.

—Claro que sí. Ven conmigo, que te limpio ese estropicio. —Caminó hacia la sala donde me había atendido aquella fatídica noche. Chris y yo le seguimos todavía agarrados de la mano, y tras tirar un par de veces, me solté de su agarre y me senté en la camilla. Chris se aclaró la garganta, molesto. Estaba siendo un maleducado, y me estaba empezando a enfadar—. Bueno, vamos a ver qué tienes aquí... —Mojó un algodón con suero y analizó mi herida—. Está bastante limpia para no habértela desinfectado en días. —Me sonrió y por el rabillo del ojo, vi a Chris cerrar los puños. Le miré y le advertí con los ojos que si hacía una tontería, él y yo íbamos a tener unas palabras—. ¿Te has estado tomando las pastillas que te di? —me preguntó y volví a centrar mi atención en él.

—Los primeros días, sí. Pero luego el dolor desapareció solo, así que dejé de tomarlas. —Me encogí de hombros. Owen asintió y se separó de mí. Tiró el algodón a la basura y me miró.

—Está todo perfecto. Si no te la vuelves a abrir, en una semana deberías tener la pierna como nueva. —Sonrió, y yo me bajé de la camilla.

—Genial, muchas gracias. —le agradecí. Salimos de la sala y nos dirigimos a la puerta de entrada. Chris me volvió a coger de la mano de forma posesiva— Ha sido un placer conocerte —le dije un poco triste. Probablemente no volvería a verle y me había caído muy bien. Owen me sonrió.

—Ha sido un placer conocerte a ti también —dijo y me abrazó. De nuevo, Chris no soltó mi mano—. Intenta no perder una pierna otra vez —bromeó y yo me reí. Le iba a echar de menos.

Chris pasó su brazo por mis hombros cuando salimos de la cabaña y me acercó a él.

—Lo siento, pero no me cae bien. —Se encogió de hombros. Puse los ojos en blanco y resoplé. No me gustaba cuando Chris se ponía en ese plan.

Chris insistió en meter mi maleta al bus para que yo pudiera ir subiendo. Mientras le esperaba, miraba distraídamente por la ventana, cuando de repente dos sombras me llamaron la atención. Eran Britanny y Tom. Estaban medio escondidos entre los árboles, y Britanny tenía sus manos posadas en el culo de Tom. ¿Pero qué...?

—¡Oh Dios mío! —exclamé escandalizada. Tom estaba besando a Brittany casi de manera agresiva. ¿Tom y Britanny estaban liados?

—¿Qué miramos? —preguntó Chris cuando se sentó a mi lado. Le señalé con el dedo a la pareja y Chris abrió la boca y rio.

—¿Te lo puedes creer? —pregunté, sorprendida. Me dejé caer en el asiento, todavía en shock. ¿Esa chica no tenía frenos?

Se me escapó un escandaloso bostezo y me tapé la boca.

—¿Tienes sueño? —me preguntó Chris. Asentí con la cabeza y me apoyé en el cristal de la ventana. Cerré los ojos y suspiré. No había tenido casi pesadillas esa semana, pero no habíamos parado quietos y estaba cansada—. Puedes apoyarte en mi hombro, si quieres —me ofreció y le hice caso. Era mucho más cómodo que la ventana. Me fijé en su cuello, tapado por la capucha de una sudadera, y muerta de la curiosidad, la aparté.

—No ha perdido nada de color... —dije, divertida. Pasé levemente mi dedo índice por el chupetón y Chris se estremeció.

—El tuyo tampoco... —dijo a la vez que apartaba mi cuello alto. Se inclinó y me besó el chupetón. Sonreí y volví a apoyarme en su hombro. Chris pasó su brazo por mis hombros y me apretó contra él. Era tan pacífico... —Abbie —me llamó—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó, cauteloso. Abrí un ojo y le miré.

—Ya has hecho una —bromeé y Chris sonrió, pero la sonrisa no le llegó a los ojos. Alerta, me incorporé—. Dime —ordené. Por alguna razón, me imaginaba lo peor. Su actitud me estaba poniendo nerviosa.

—Me preguntaba... —dijo, dubitativo—. ¿A qué se refería tu primo el otro día cuando dijo que ahora podías dormir bien? —preguntó sin apartar sus ojos de los míos. Tragué saliva y maldije. Sabía que Chris se había percatado de lo que había insinuado Kyle.

No quería hablar de mis pesadillas, pero Chris debía saberlo. Ahora era mi novio, no podía esconderle toda mi vida eternamente.

—A veces tengo pesadillas —dije, finalmente—. Las tengo desde hace mucho tiempo y no me dejan dormir —expliqué bajo la atenta mirada de Chris—. Dejé de tenerlas en verano, pero creo que el estrés del instituto ha provocado que vuelvan. Vienen y van, no puedo controlarlas, así que cada vez que me voy a dormir, no sé si me despertaré en medio de la noche agitada o no. —Sonreí, triste. 

—No lo sabía —susurró, apenado—. Nunca las has tenido conmigo —dijo y yo me encogí de hombros. Rodeó mi cuello con sus brazos y me estrujó en un abrazo—. Siento que te pase eso —dijo contra mi pelo y me dio un beso en la coronilla.

—No importa, estoy acostumbrada. —Me encogí de hombros.

—Eso no quiere decir que duelan menos, ¿no? —preguntó, apenado. Suspiré y negué con la cabeza. No dolía menos, no.

—¿Te importa si me pongo a dormir? Estoy agotada —murmuré contra su pecho. Era verdad que con Chris nunca había tenido una pesadilla, y tenía pensado aprovechar esa racha.

—Claro, te despertaré cuando lleguemos. —Me dio otro beso en la coronilla. Me acomodé mejor y en poco tiempo, me quedé dormida.

Me desperté un tiempo después porque alguien me estaba sacudiendo el hombro.

—Nena... —Oí que me susurró Chris en el oído—. Ya hemos llegado. —Abrí los ojos, desorientada. Todos nuestros compañeros se habían bajado ya del bus. Me dio un beso y me ayudó a levantarme.

Bajamos del bus, y Chris me cogió mi maleta. Busqué a mis amigos y a mi primo con la mirada y me acerqué a ellos cuando los encontré.

—Voy a echar de menos esas cabañas con olor a madera podrida —dijo Chad nostálgico.

—Yo espero no tener que volver a pisar nunca más una de esas chozas para gente de mala muerte —refunfuñó Max, que estaba detrás de Kyle. Reí. Yo tampoco había disfrutado demasiado de las instalaciones del campamento.

Caminamos hacia mi coche, que seguía aparcado en el mismo sitio en el que lo había dejado antes de irme, y metimos las maletas dentro.

—¿Te llamo esta noche? —preguntó Chris cuando cerré el maletero. Era extraño, porque antes de irnos, Chris y yo éramos sólo amigos, pero ahora, después de una semana fuera, él y yo estábamos saliendo. Ahora las cosas eran distintas.

—Claro. —Sonreí—. Pero llámame después de las diez y media. A esa hora ya habré cenado y estaré en mi cuarto —le pedí.

—Vale —aceptó y me besó—. Hasta más tarde. —Sonrió una última vez y después de despedirse de todos, se dio media vuelta para irse. Kyle, Mack, Chad y yo nos montamos en el coche y dejé a mis amigos en sus casas.

Aparqué en mi casa y después de coger nuestras maletas, mi primo y yo caminamos hacia la entrada. Todas las luces de la casa estaban encendidas.

Entonces me encontré a la persona a la que menos esperaba. 

—Mamá —murmuré, impactada. No podía creerme que mi madre estuviera allí. Hacía semanas que no la veía. Sabía que había venido a dormir un par de veces, y Mason siempre hablaba y quedaba con ella, pero yo no sabía nada de ella desde hacía tiempo.

—Hija —me saludó, sonriendo levemente. Miró a Kyle, que estaba a mi lado observándonos en silencio y sonrió ampliamente—. Kyle, cariño. Hace mucho tiempo que no nos vemos —dijo, nostálgica.

—Jo —la saludó—. ¿Cómo has estado? —preguntó cordialmente Kyle. Mi madre se acercó a abrazarlo y le dio dos besos. Me quedé estática en el sitio, sin saber qué hacer. No estaba acostumbrada a estar con mi madre.

—Bien, gracias —le agradeció cuando se separaron. Mi madre me miró y vaciló. Por su bien, esperaba que no se atreviese a darme un abrazo. No lo quería—. ¿Qué tal el campamento? —Nos miró a los dos—. ¿Os lo habéis pasado bien? —preguntó, curiosa. Al ver que yo no respondía, Kyle habló.

—Ha sido muy divertido —dijo y sonrió. Conocía a Kyle lo suficiente como para saber que estaba incómodo. Aunque no era el único.

—No has tenido ningún problema para incorporarte, ¿no? —le preguntó mi madre—. Estuve hablando con el director para asegurarme de que todo estuviera en orden —dijo, preocupada.

—Todo está perfecto, muchas gracias. Y muchísimas gracias por acogerme en vuestra casa —le agradeció. Mi madre sonrió y le dio un apretón en el brazo.

—Nuestra casa es tu casa, Kyle —dijo dulcemente. Me mordí la lengua, enfadada. No me podía creer lo hipócrita que estaba siendo. ¿«Nuestra» casa? ¡Ella nunca estaba en casa! ¿Y por qué actuaba como si todo estuviera bien? ¡Nada estaba bien!

Molesta, me alejé de ellos.

Subí las escaleras dando zancadas. Todavía no entendía qué hacía mi madre en casa. ¿No tenía un doble turno o a alguien a quien cubrir? No quería verla.

Me dirigí furiosa a la habitación de mi hermano. No me podía creer que no me hubiese avisado de que mamá estaba en casa. Sabía cómo me sentía al respecto, ¡al menos podría habérmelo dicho!

Abrí la puerta de su habitación sin pedir permiso, colérica. 

—¿No podrías haberme dicho que mamá...? —enmudecí al ver cómo mi hermano le metía mano a una chica rubia. Mason se separó abruptamente de ella.

—¡Abbie! —exclamó. Se levantó de la cama y se colocó bien la ropa. La chica rubia hizo lo mismo desde la cama—. ¡Tienes que llamar antes de entrar! —me reprendió, enfadado.

Entonces, reaccioné.

—¿Y tú no podrías haberme dicho que mamá había vuelto a casa? —le reproché. Mason me miró en silencio, dándose cuenta de su error—. Pero ya veo que estabas muy ocupado como para acordarte —murmuré con rencor, mirando a la chica que todavía seguía en la cama de mi hermano. Estaba segura de que ella era Zoe, y por tanto, había ganado la apuesta, pero no me importaba una mierda la dichosa apuesta en esos momentos. No tenía nada en contra de ella, pero no era un buen momento para presentarnos.

—Abbie, perdón, yo... —Comenzó a disculparse mi hermano, pero le interrumpí.

—Da igual, no importa —dije, cortante y cerré la puerta de la habitación. Caminé enfadada hasta mi cuarto y cerré la puerta de un portazo.

¿Ese era mi recibimiento después de estar una semana fuera? Porque había sido una maldita basura.

Me tumbé en la cama y pensé. Pensé y volví a pensar. Mi madre solía venir a casa, pero nunca solía intentar hablar conmigo porque sabía que yo no estaba interesada. ¿Por qué esta vez había pensado que sería diferente?

Estuve enfadándome sola hasta que sonó mi teléfono. Lo cogí y vi que era Chris.

—¿Cómo está mi chica favorita? —preguntó con voz cantarina. No pude corresponder su tono alegre.

—Bien —dije, seria. Me costaba mucho mejorar mi ánimo, a pesar de que estuviera hablando con Chris.

—¿Qué ocurre? —preguntó, alerta. Suspiré y cerré los ojos. Chris no sabía nada de mi familia, todavía no le había contado nada, y ahora estaba enfadada y frustrada y no podía hablar con él de ello.

—Nada, mi hermano, que a veces me enfada —dije entre dientes.

—¿Qué ha pasado? —insistió. Me mordí el labio y pensé. ¿Qué debía decirle ahora?

—No me ha avisado de que mi madre estaba en casa —dije, sincera. No servía de nada mentir e inventarse historias. En algún momento iba a tener que contárselo.

—¿Y? No pasa nada, ¿no? —preguntó, confuso. Me molestó que no le diera la misma importancia que yo, pero me obligué a relajarme al recordar que él no sabía nada.

—No lo entiendes... —susurré y me agarré las sienes.

—Si no me lo explicas... —murmuró en el mismo tono y yo resoplé.

—¿Podemos quedar mañana y así hablamos tranquilos? Ahora estoy demasiado nerviosa —dije, todavía pensando en salir de mi habitación y comenzar a pegar voces por toda la casa.

—Claro, no te preocupes —me calmó—. ¡Lily, te he dicho que no tires! —exclamó al otro de la línea. Ahora sí que sonreí.

—¿Qué pasa? —pregunté algo divertida.

—Mi hermana, que ha aprovechado que he vuelto a casa para atraparme y hacerme peinados ridículos —se quejó—. ¡Lily, ya vale! Haces daño, peque —la reprendió y oí su dulce voz a través del teléfono.

—Salúdala de mi parte —dije, sonriente.

—Abbie dice hola, Lily —le dijo a su hermana. Volví a oír su dulce voz y Chris rio—. Dice hola, pero que tú no eres su chica preferida —retransmitió, divertido— Está algo celosa —se burló de su hermana—. ¡Ay! —se quejó—. Eso ha sido aposta —la acusó y no pude evitar reír. Chris siempre conseguía ponerme de buen humor—. Lily quiere conocerte—dijo cambiando de tema.

—O sea que la has hablado de mí... —aventuré, divertida. 

—¡Claro que la he hablado de ti! No veas cómo te puse el día que por poco me atropellas con el coche. —Rio, y yo reí con él—. Desde entonces, no deja de preguntar por ti. Por alguna extraña razón, te adora, y ni siquiera te conoce —dijo incrédulo.

—Eso es que no todo lo que has dicho de mí es malo —intuí y Chris rio más fuerte.

—No te hagas ilusiones, nena. A Lily le cae bien todo el mundo. —Me mordí el labio para contener la sonrisa de enamorada. 

—Estaré encantada de conocerla —dije al cabo de unos segundos. Esa niña parecía ser adorable. Nos íbamos a llevar muy bien.

Charlamos un rato más de tonterías mientras Lily dejaba calvo a Chris. El tiempo que estuve hablando con él se me olvidó todo lo que había pasado al llegar a casa. Internamente, se lo agradecí, porque de no haber sido por él, ya habría explotado de la rabia.

Me puse el pijama e hice un esfuerzo sobrehumano para dejar la mente en blanco y dormirme.

Rezaba por no tener pesadillas esa noche.



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¡Capítulo corto pero necesario!

¿Cómo andan mis lectores favoritos? ¿Emocionados porque llegue San Valentín? Yo personalmente, si estuviera en mi poder, borraría esa festividad del calendario y asesinaría una a una todas las parejas felices para poder sentirme algo mejor porque ESTOY MÁS SOLA QUE LA UNA AMIGOS. (Confirmamos que Abbie y Chris entran en la lista de parejas por asesinar).

¡Hemos llegado oficialmente a la mitad de la novela! Parece que fue ayer cuando empecé a subirla a Wattpad... ¡Cómo pasa el tiempo!

¡Han pasado muchas cosas! La madre de Abbie ha vuelto a casa, Abbie por fin ha conocido a Zoe, aunque no de la manera más favorable (por lo menos ha ganado unas muy merecidas entradas a un concierto de Pvris). Además, por fin ha decidido que le va a contar a Chris lo que ocurre con su familia. ¡Por fin se va a abrir un poco!

¿Qué pensais? ¿Creeis que Abbie debería contárselo a Chris o no? ¡Decídmelo en los comentarios! Aprecio todos y cada uno de ellos . ^^

¡Y no os olvidéis de votar!

Muchos muchos muchos besazos a todos,

Elsa <3


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