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Epílogo

Cinco meses después.

Hoy era el gran día, hoy mi hermano por fin se casaba con el amor de su vida. Yo ya tenía cinco meses viviendo en el palacio, mis padres procuraban visitarme una vez al mes y aunque fuera por solo el fin de semana me hacían felices.

La abuela y yo nos habíamos vuelto más unidas, de vez en cuando mis tíos venían a verme junto con mis primos o sino yo iba a su casa. Ya había regresado al instituto o por lo menos a mis clases dentro del palacio, no tenía permitido asistir a un colegio como tal porque sería un cambio completamente nuevo, así que decidimos que era mejor tomar las clases en casa y mis maestros que solo eran tres nos llevamos de maravilla, en cada asignatura era un mundo nuevo por descubrir.

A mis amigos poco y los veía por videollamada, desde el día que partí de Canadá y les deje correos a ambos explicándoles mi verdadera identidad, no me habían perdonado del todo por ocultárselos, aunque aun decían que ya lo habían hecho sabia que era mentira, estaban dolidos y mas Sebastián, sabia que a el le molestaban las mentiras y no lo culpaba, había mucho que les había ocultado, pero no por egoísta, sino porque podía poner en peligro a toda mi familia.

Sobre Diamond, no sabía absolutamente nada, era ya solo un recuerdo y cada vez que me llegaban a la mente aquellos buenos recuerdos me reía, había sido tan ingenua en aquel entonces que solo cinco meses me bastaron para madurar.

Tres golpes en la puerta me regresaron a mi mundo actual.

-Cielo, ¿Estás lista? – Papá asomó su cabeza por mi habitación asignada en el palacio de Noruega.

-Ya casi, solo me faltan los zapatos y bajo enseguida.

-Te vez hermosa, ¿Quién diría que cinco meses te han cambiado?

-Papá no es para tanto, si el que se casa hoy es David. – Le arreglé las solapas de su traje militar.

-Pero tú has crecido demasiado y mírate ahora, ¡hasta una tiara portas! Estamos muy orgullosos de la princesa que eres.

-Ustedes han hecho todo el trabajo, yo solo sonrío y saludo.

-Ah que no cielo, tu has hecho todo sola.

Me beso la mejilla y me dejo en la habitación para terminar de arreglarme. Voltee al espejo de mi habitación y mire detenidamente mi imagen. Llevaba el pelo recogido, un trabajo excelente que siempre le agradecía a mi peinador Marcus, mi cabello era muy rebelde para quedarse quieto y el lo conseguía. La tiara que posaba en ese momento en mi cabeza estaba compuesta de pequeños diamantes incrustados, esta hecha de buen tamaño y comenzaba a ser una de mis favoritas desde que la vi en la bóveda de la abuela. El collar de diamantes que colgaba de mi cuello hacía notar más clara mi piel y no robaba todo el protagonismo al vestido.

El vestido había sido confeccionado por Emma, mi diseñadora personal. Ambas escogimos un color morado pastel con corte V en la parte de enfrente y atrás tratando de cubrir lo atrevido del vestido con flores en la parte del pecho, atrás y un poco en la falda, como si se desvanecieran a lo largo del vestido. Para complementar el vestido y que la abuela no se molestase por tan descubierto Emma confeccionó una pequeña capa de tul, del mismo color del vestido con flores pegadas por todas partes y con un broche en medio.

Los zapatos de tacón para este evento eran de pico y brillantes, aunque no se notara por el largo del vestido tenían de igual forma ser elegantes para la ocasión.

-Uau, ¿Acaso me he equivocado de habitación? ¡Auxilio! Creo que han cambiado a la princesa.

Reí por lo bajo.

-Creo que debo de ir en pantalones, como que no me favorece este vestido.

-¿Pero qué dices? ¡Mujer estas despampanante! Creo que ir a las bodas de ahora en adelante contigo serán mejores.

-¿Crees que es mucho? Puedo cambiarme, no quiero opacar a mi cuñada.

-Para nada Eva, ¡Estás despampanante! ¿Lista para irnos?

-Pensaba irme con mis padres. – Lo mire confusa.

-Verás, hoy seré tu acompañante. Todos llegaremos juntos, pero caminaremos en parejas.

Me tendió el brazo y muy gustosa lo acepté. Bajamos juntos las escaleras hasta la entrada principal donde las parejas se estaban acomodando para ocupar cada auto. Cada miembro de la familia al verme sonreía como si yo fuese la novia y me llenaban de halagos, para ellos al verme de manera elegante era una sorpresa, siempre caminaba por el palacio en pijamas y sandalias.

La abuela y el tío Francisco se montaron en el primer auto. Seguidos de mi hermano y Carlos. En el tercer auto mi padre y la mamá de Isabella. Mi tía Ingrid y mamá se fueron juntas. Y por últimos antes de salir la novia, Nicolas y yo abordamos el siguiente auto.

-¿Crees que la comida del bufete este buena? – Preguntó Nicolas, pensativo.

-¿Estás pensando en comida a medio día?

-Eva, tú me conoces y sabes que siempre la comida va primero.

-Aún no me entra en la cabeza, donde metes tantas calorías. Yo apenas he desayunado un mordisco de pan y creo que he subido kilos.

-Si, se nota. – Río

-Altezas. En cuanto el auto de enfrente se detenga y sus altezas caminen a medio pasillo será su turno de bajar. – Anunció el equipo de seguridad de noruega.

-¿Lista para el espectáculo? – Nicolas em apretujo la mano.

-Lo sé, nunca me habían entrenado para esto, creo que al poner un pie sobre la acera me voy a caer.

-No digas tonterías por favor.

-Mira, hay mucha gente, no creo poder hacerlo, ¿Sabes? No es lo mismo cuando estas ante unos camarógrafos a estar con la multitud.

-Tranquila lo harás bien.

-Altezas es hora de sonreír.

Bien, era mi momento de no arruinar el día especial de mi hermano, solo debía respirar fuertemente y sonreír, bien era fácil, ¿Qué podría salir mal?

Las puertas de ambos lados se abrieron y era hora de bajar. Nicolas y yo entrelazamos nuestros brazos para caminar juntos sobre la alfombra roja que daba entrada al pasillo de la iglesia. Todos los hombres de la familia vestían el traje de las fuerzas armadas que se les otorgaba por cumplir con su entrenamiento, pero Nicolas, el rebelde de Italia nunca quiso ir a la milicia y por ende hoy era el único royal que portaba esmoquin y sus medalleros otorgados por la reina.

Los flashes nos impactaban directamente en la cara, a pesar de ser medio día los fotógrafos querían las mejores fotos, primero saludamos a la multitud de lejos con ligeros movimientos de manos y después con reverencias a la guardia honorable del palacio de Noruega junto con su bandera, por lo que ya me habían explicado antes, únicamente los de un titulo menor a rey o reina eran quienes debían de dar reverencia a este acto. Caminamos por la larga alfombra y en cada parte marcada, nos deteníamos únicamente para las fotos, mis mejillas ya no aguantaban de tanto sonreír, que al entrar a la iglesia sentí un alivio enorme.

Saludamos a los sacerdotes que llevarían a cabo la ceremonia y nos pusimos en marcha a nuestros lugares, a lo largo de la iglesia solo podía observar la cantidad de invitados, tanto amigos de la pareja como personas importantes y personas de la farándula. Pensaba que todo había sido invento de mi hermano al decirme que casarse era agotador y como no, si semejante cantidad de invitados que conocieras o no era cansado saludar. La caminata al llegar a mi lugar se me hacía eterna, nunca veía el final del pasillo.

-¿Cuánto falta para llegar a sentarme? ¡Me duelen los pies! – Susurré junto a Nicolas.

-Vaya princesa, sí que lo suyo no es andar. – Se burló.

-Te soy sincera, me causa mas nerviosismo no conocer a tanta gente y que nos estén mirando.

-Es normal Eva, la familia real es lo mas top para ellos. Míralos nada más, están tan alegres de estar aquí que después te pedirán una selfie en la fiesta.

-¿A que ya has ido a muchas bodas no?

-Solo a las aburridas. Tú sigue sonriendo que para eso estamos.

Mientras caminábamos más y más, Nicolas se notaba como si se encontrase en un buen lugar, su rostro mostraba plena tranquilidad y muy a gusto con todos, mientras que yo por dentro quería correr y regresas a casa, dormir y darme un buen baño de espuma.

Un pasillo antes de llegar en donde se notaba la diferencia de los reales a los invitados, mis pies se quedaron anclados en la alfombra. Mis ojos no daban crédito a lo que veían y mi mente se negaba a creer que era verdad. Después de cinco meses de tranquilidad mi corazón volvía a dispararse solo con notarlo. Volteó y sus ojos miel se clavaron en los suyos. Mi cuerpo tembló por su mirada, se notaba cansado, pero no tanto como yo en los primeros días que partí de Canadá.

James Diamond. Mi cabeza pronunciaba una y otra vez su nombre. Sí, él era quien se encontraba de pie ahí, en el mismo sitio que yo. Me inspeccionó de arriba abajo, como si eso pudiese calmarlo.

-¿A pasado algo? – Susurró Nicolas al verme de pie a nada de llegar a nuestro lugar.

-No, nada con importancia, vamos que ya quiero llegar a mi lugar.

Al llegar a la mitad del ultimo pasillo hicimos reverencias para rendir honor a sus majestades de ambos países Italia – Noruega. Del lado derecho se encontraba la familia real de Noruega y sus invitados de otras casas reales más importantes. Del lado izquierdo por orden estábamos ubicados los de Italia, a la cabeza la abuela reina de Italia, le seguían mi padre, mi madre, yo, mis tíos y por último Carlos y Nicolas, detrás de nosotros se encontraban los duques, condesas, marqueses, entre otros que forman parte de familias reales que ya habían sido constitucionales.

La espera fue larga para poder ver a la novia llegar, pero había valido la pena, su vestido era tan blanco que apenas se visualizaba su piel clara, un velo le acompañaba en la cara y el ramo de rosas con hojas verdes era su toque especial, su padre la tenía muy bien tomada del brazo y con una enorme sonrisa en los labios mostraba que haría muy feliz a mi hermano. David, como si nunca se lo hubiera imaginado, lloraba de la felicidad, Carlos quien estaba a su lado acompañándolo como su hombre de honor le mencionaba lo suertudo que había sido al encontrarla y la felicidad que irradiaban los dos.

El sacerdote de Oslo, Noruega, fue el encargado de dirigir la misa y los demás sacerdotes en seguirlo a él, cada minuto que pasaba, cada oración, cada canto, mostraba el momento del que todos éramos participes. Y de vez en cuando otros pares de ojos se encontraban a escondidas. Era consciente de que James no me quitaba la mirada en ningún momento desde que nos vimos al entrar y a veces la tentación de mirarlo me ganaba. ¿Qué hacía él aquí? ¿Quién lo había invitado? ¿Qué quería? Muchas preguntas se formulaban en mi cabeza y con solo mirarlo no encontraba respuestas.

El tiempo transcurría y por fin comprendía que dos naciones se unían para formarse una sola y mi hermano ya no solo era mío, sino que le pertenecía a alguien más. La ceremonia siguió su trayecto durante dos horas, y mi hermano por fin se había casado, el primero de la familia. Al terminar la ceremonia, los novios fueron los primeros en salir, quienes se montaron en un carruaje y pasearon por las avenidas principales de Noruega saludando a la multitud de habitantes y extranjeros dando por sentado que la realeza de ese país estaba asegurada. Mientras tanto los demás integrantes de ambas familias y los invitados nos encaminamos al palacio, donde seria la recepción y el primer beso de los novios para el público. El orden en el que habíamos llegado solo se había modificado un poco, ahora Carlos nos acompaña, ya que mis padres estaban con la abuela, mis tíos en otro auto y los más pequeños de último.

-Este viaje me recuerda cuando nos íbamos a la escuela. – Sonreí al pensar en aquellos momentos. – Yo apenas y cursaba el segundo grado cuando partimos a Canadá, pero nuestros viajes escoltados a la escuela eran casi iguales.

-Yo recuerdo que el aguafiestas de Carlos era quien nos iba callando en el camino.

Reí ante el recuerdo de un Carlos pidiendo que hiciéramos silencio desde la parte delantera y Nicolas gritando cada vez más fuerte que la escuela apestaba.

-No soy ningún aguafiestas. Tú eres el que nada se lo toma en serio.

-Lo único que cambia ahora es que David ya no nos acompañará. – Mencioné cambiando de tema antes de que se pelearan.

-No te preocupes Eva, los que se casa y tienen años sin follar son los más aburridos. – Nicolas me abrazó. – Tú y yo siempre seremos el mejor equipo.

Una mirada reprochadora de parte de Carlos nos hizo morir a carcajadas.

-Nicolas, el vocabulario. – Carlos no podía pasar por alto el mal comportamiento de su hermano

Al entrar por las puertas del palacio y estacionar el chofer el auto, los dos caballeros a mi lado se pusieron manos a la obra, cada uno bajo por su lado y yo le di las gracias al hombre que disimuladamente se río a nuestra costa. Bajé y me posicioné al lado de Carlos ya que por ser un título mayor al mío y al de Nicolas debíamos de estar a sus órdenes.

-Traidora. – Susurró Nicolás al ver que no había bajado de su lado.

Reí bajito.

-Me he ahorrado rodear el auto para bajar. – Confesé de manera inocente.

Nicolas como niño pequeño, me enseño la lengua.

-Altezas adelante, los esperan en el salón de fotografías, mi compañero los guiará ahí. – Una mujer con vestimenta negra nos recibió en el palacio.

Un hombre con la misma vestimenta y porte de seguridad nos guio por los pasillos del palacio y al subir por unas grandes escaleras llegamos al lugar indicado. Saludamos a todos los presentes y nos fundimos en una plática. Los padres de Isabella entraron minutos después y quienes parecían ser su maestro de ceremonias y el de protocolo comenzaron a indicar como nos ubicaríamos en el balcón para el toque final de la boda real. Me deshice de la pequeña cada de mi vestido y por fin mostré el diseño original.

Un mayordomo indicó que los novios habían llegado y todos en la sala mostraron alegría, saludos y felicitaciones inundaron la sala, hasta que su momento había llegado. El balcón se abrió y los pajes fueron los primeros al salir, los novios posteriormente saludaron a la multitud y se dieron su beso para sellar el gran día.

En orden la familia de Noruega salió, mi abuela los seguía detrás, mis padres, yo, mis tíos y mis primos fuimos todos los que miramos el gran amor de la población. Sonreí y saludé, no era mi momento, pero lo disfruté como todos los presentes.

Al salir del balcón los novios aun tenían que saludar a las personas importantes de Noruega, los demás nos dirigimos en donde se haría presente la comida y más tarde saldríamos a continuar la verdadera fiesta en el jardín del palacio con mayor privacidad.

-Los banquetes de bodas siempre son los mejores.

-Nicolas, apenas hemos iniciado y tú ya vas a terminar.

-Eva, querida prima, recuerda si los reyes terminan antes ya no puedes seguir comiendo tú.

-Es una boda, creo que esta vez es si los novios acaban.

-Nunca se sabe que esperar. ¿Terminaras tú carne? – Sin esperar respuesta me robo un trozo cortado.

Desde hace cinco meses Nicolas no había cambiado nada, se podría decir que nos habíamos vuelto uña y mugre, si salíamos del palacio era juntos y en fiestas no nos separábamos por nada del mundo, ya se había convertido en mi otra mitad.

En el jardín algunas personas que no estuvieron en la misa y en el banquete real se unieron en el jardín el numero de invitados disminuyó muchísimo, ya solo quedamos los más cercanos a los novios. Las tiaras habían regresado a su santuario y los caballeros ya tenían permitido usar el esmoquin, así como las mujeres debían usar algo menos elegante. Pero yo siguiendo modas canadienses usaría el vestido largo hasta la ultima hora del día.

La noche comenzaba a caer y dentro de estos cinco meses pasados nunca me sentía tan tranquila conmigo, ver a la gente a mi alrededor gozar de las maravillas de una familia unida, feliz era todo lo que aliviaba.

-¿Te la estas pasando bien no? – David improvisadamente tomo asiento a mi lado.

-Claro, es tu boda, no podía pasarme la noche triste por ti. – Sorbí un poco del Martini.

-¿Es decidido qué te quedaras para siempre? – Lo mire.

Por primera vez en todo el día me estaba tomando el tiempo para admirar a mi hermano, el hombre quien siempre me dio su hombro para desahogarme, el hombre que tenía mi amor incondicionalmente, aparte de mi padre. Se notaba tan feliz, sus poros radiaban felicidad, ahora solo vestía un esmoquin negro con pajarita, su semblante reunía todas las características de un hombre recién casado.

-Hasta que termine mis estudios, después planeo instalarme en África para seguir con los proyectos de la corona, y conocer nuevos mundos, hasta ahora conozco Europa y América.

-¿No crees que ya es momento de dejar de esconderte?

Lo miré confusa.

-¿Esconderme? ¿Qué dices? Estos últimos meses han sido los mejores, me he apegado a Nicolas y mira que somos un buen equipo. – Reí ante lo de "buen quipo"

-Si le llaman buen equipo a quienes salen a escondidas del palacio, desobediendo ordenes me parece bien.

-¡Oye! – Lo golpee suavemente en el brazo. – Solo nos divertimos, aún nadie lo sabe.

-¿Y que tal Frederick?

-Nos saludamos y fue mi pareja de baile en el salón de baile, después de que tú hicieras tu magia con Isabella en su baile de esposos. No tuvimos mucho tiempo de estar juntos, eso de ser la hermana del novio es agotador. Además, se retiró temprano, tiene una gira en representación de Dinamarca mañana temprano y ha tomado el avión una vez cumplido contigo.

-¿Tendrías algo serio?

-No estoy lista para esas cosas de nuevo David – Lo miré confusa. - ¿A que viene todo esto?

-Son curiosidades, creo que es momento de que te merezcas ser feliz.

-Lo soy David, y yo has que nunca, tú, mi hermano por fin se ha casado y sé que serás un buen monarca, padre y esposo, en verdad que soy tu fan, eres el mejor hombre que conozco, papá hizo un buen trabajo al educarte como un caballero de verdad.

-Me refiero a ser feliz de verdad.

-¡Ey hombres! ¿Qué hacen ahí sentados? – Nicolas se acerco con mucha energía en el cuerpo.

-Una charla no muy común en un día de bodas. – Le contesté.

-¡Vamos Eva! Tenemos que bailar.

Me bebí el Martini de un solo trago.

-Creo que la diversión me llama.

Le tendí la copa vacía a mi hermano y me encaminé en dirección a Nicolas, estábamos en una boda, ¿Qué era mejor que bailar? Al voltearme para observar si nos seguía o estaba en la banca, un hombre había ocupado mi lugar y ahora estaba charlando con David, si mis ojos no mentían era el mismo hombre que me había roto el corazón, ¿Hasta cuándo me seguiría como un fantasma? Apenas y lo miraba por segunda vez.

Al estar bajo la carpa instalada para la ocasión, con la música de fondo para bailar Nicolas y yo no tardamos en hundirnos en la multitud, nuestros pasos de baile estaban que arrasaban, éramos el dúo perfecto para todo. Pensar que, si no hubiese nacido él, yo apenas sobreviviría sola en este mundo.

La orquesta invitó a los recién casados a la pista central para una pieza romántica. Todos los presentes rodeamos la pista y los novios se notaban como tortolitos haciendo su nido, el amor inundaba el aire. Los músicos invitaron a los presentes a acompañar a la pareja en la pista.

Su aroma inundó mis fosas nasales y mi cuerpo se petrifico, los recuerdos me asaltaron. Me tomó de la mano sin consentimiento y yo aun no reaccionaba.

-¿Me concede esta pieza?

Nos miramos y me perdí en sus ojos, en su perfecta cara, lo que una vez me hizo caer a sus pies. Miré a Nicolas y le pedí ayuda, pero en vez de ir por mí, me traicionó, asintió con la cabeza al ver a Diamond y supe que esto ya estaba pactado. O tal vez estaba intimidado.

Sin recibir respuesta de mi parte Diamond tomó la iniciativa y juntos nos movíamos al compás de las melodías de la canción, no lo miraba directamente, no quería abrir ese cofre que por meses se mantenía cerrado, no quería montar el espectáculo ahora mismo. Visualice a todo el mundo pasar y pedir ayuda con los ojos, pero me maldecí por no tener telepatía. Mi hermano me miró y en vez de venir a mi rescate solo sonrío y me pareció ver un guiño en su maldita cara hacia mi acompañante. Odiaba a todos en este maldito momento.

-¿Podremos hablar un momento?

Por fin, reuní la valentía para mirarlo.

-¿Cómo has entrado aquí?

-He recibido invitación.

-¿Acaso no te ha acompañado tu novia? Creo que se disgustará si te ve aquí conmigo.

-He venido solo y no hay alguien más.

-No me interesa, tengo que regresar con mi familia, un gusto volverlo a ver señor.

Estaba dispuesta a irme si nadie planeaba ayudarme. No me soltó, no me dejo escapar.

-No te soltaré si es lo que piensas. Hablemos es lo único que te pido.

-Señor creo que no sabe con quien habla.

-Sé lo que hago, Charlotte, por favor.

-Soy Eva, la princesa Eva para usted. Alteza real, aunque le cueste.

Me apegó más a su cuerpo.

-Cariño, por favor, he recorrido el mundo entero buscándote, y no me iré hasta que hables conmigo.

La música terminó y lo primero que haría sería salir corriendo cuando el me dejase en paz.

Hizo una reverencia como gratitud al bailar con él y aproveché el momento para escapar de la carpa, el aire me faltaba, me sentía mareada y asfixiada. Estaba tan contenta de disfrutar el momento y él únicamente lo había arruinado.

Sus pasos por el pasto me siguieron hasta que no pude más y me sentí muy alejada de la multitud. Me tomó del brazo y me hizo mirarlo, se plantó enfrente sin dejarme seguir escapando.

-Charlotte, debemos hablar, no puedes escapar así porque sí.

-Señor si me disculpa no sé quien es usted. Y no creo habernos visto antes.

-Cariño. – Me tocó la mejilla y me sentí perdida. – Por favor, por favor, necesitamos hablar.

-Puedo llamar a seguridad. ¿A que vienes ahora? ¿Qué es lo que quieres? ¿Acaso buscas a la estúpida de Charlotte para que tengas tus noches de placer?

-¡No cariño, no! – Su voz era ronca. – Déjame explicarte todo. No salgas corriendo esta vez.

-¿Qué me vas a explicar James? ¿Qué vivías dos vidas? ¿Qué yo era una mas en tu lista para follar? James, estoy harta de mentiras. ¿No compartir, en serio? Fui tan estúpida al caer en tu juego. Tenía un gran futuro por delante y tu solo, solo, lo tumbaste.

-Charlotte, no, no cielo, no eres ninguna estúpida y no quiero que lo vuelvas a repetir – Junto nuestras frentes. – por favor, las cosas como piensas que pasaron no fueron así y no sé que te hayan dicho de mí o lo que lo medios hayan inventado, pero por favor Charlotte, mi princesa Eva, déjame aclarar todo.

>>Estos últimos cinco meses fueron una tortura para mí y me di cuenta de que si no corría a buscarte te podría perder para siempre y odio la idea de ver que alguien más te haga feliz, que alguien mas tenga la dicha de hacerte suya, de tenerte día y noche. Charlotte, por favor no te hagas esto y no me hagas esto, no sigamos sufriendo por cosas que son mal interpretadas y que tienes razón si lo piensas, las mentiras son lo peor, pero te juro, te juro que si lo hice fue por cosas buenas, no para lastimarte y sí fui un idiota al no contarte la verdad, pero en realidad me encantaba lo que estábamos viviendo que no quise arruinarlo.

-Señor, por favor no. – Mis ojos se nublaban.

-James, Charlotte, soy James, siempre seré James para ti. ¿Quieres saber la verdad? Te lo diré todo.

-No quiero saber nada, sé lo suficiente. – Mis lagrimas cayeron sin control.

Mi cerebro quería saberlo todo, quería darle otra oportunidad, pero mi corazón estaba tan dolido que las lagrimas era su forma de decir todo.

-No mi cielo, no, no llores, no Charlotte, no lo hagas. No llores ya.

Sus labios fueron como un bálsamo para mis lágrimas, estaban suaves, cálidos y encajaron perfectamente como los recordaba. Los fuegos artificiales se dispararon y el momento mágico y final de la noche había llegado. El beso lento me hizo recordar tanto lo mucho que lo amaba que el pecho se me oprimió tanto y el dolor fue aun mayor. Todo lo había arruinado.

Me separé bruscamente, él no podía solo llegar como si nada, no podía hacerme esto de nuevo, no me lo merecía. Le propiné una cachetada que resonó ante nosotros. Lo dejé ahí y me encarrilé a los brazos de Nicolas, que ya me esperaban abiertos, fue únicamente al que visualicé más cerca y que sabía que nos estaba observando desde el momento que corrí de la carpa, él me conocía, yo lo conocía, sabíamos cuando algo esta mal entre ambos y le agradecía que estuviera hoy para mí.

Lloré en sus brazos como una niña pequeña, el momento más feliz que había tenido el lo había destruido con un recuerdo amargo.

GRACIAS JAMES, GRACIAS POR EMPEORARLO TODO.

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