Capitulo 6
Salí dando un portazo. Gracias destino, por darme un día tan jodido. Logré llegar a mi segunda clase a tiempo, si es que se le puede decir así, el profesor ya se encontraba explicando el inicio del tema anterior y la mayoría de los estudiantes estaban ocupando sus lugares.
-Profesor... ¿Me permite pasar?
-Señorita – miró su reloj. – Ha llegado quince minutos tarde.
-Lo lamento no volverá a pasar.
-Pase, que sea la última vez, sino a la próxima no piense ni en tocar. Clase como les decía...
Estaba claro, hoy sería uno de esos días donde, aunque te esfuerces todo va mal. Los minutos corrían y mis deberes se complicaban, el cerebro había bloqueado toda lección anterior que hubiese visto, me sentía como estudiante de primer ingreso sin saber nada. ¿Era esto normal? No, mi vida no podría ser normal.
Mi clase terminó y traté de continuar con mi día, tomé la siguiente clase y me puse lo más alerta posible. Hasta tomaba nota de las pausas que, hacia la profesora, no podía tentar a mi destino y descuidarme.
-¿Qué te está pasando? – Mis amigos se unieron a mi camino a la cafetería.
-No lo sé, creo que hoy las estrellas no se alinearon a mi favor.
-¿Qué onda con el chico con quien llegaste? ¿Es tu novio y no nos habías dicho nada?
-No Sebastián, no es mi novio.
-¿Si es tu suggar como se rumorea entonces?
Reí.
-Tampoco es la persona que costea mis gastos. Es un nuevo amigo nadamas.
-No parece para nada un amigo. Y trae un auto que ni tus padres usan.
Retuve las ganas de reírme, por el momento nadie podría conocer la verdad.
-Solo créanme, no es mi novio, ni mi suggar como todos lo dicen, es solo un amigo.
-Si, claro, así también le digo a mis ligues de una noche. ¿Pasaron la noche juntos?
-Yo creo que sí, por eso ha llegado tarde y además se ha perdido toda una clase, tal vez la despidió en el estacionamiento. – Sebastián respondió a Susana.
-No crean que no los escucho. Sigo aquí.
-Pues en clase se rumorea lo mismo que pensamos.
-No me digas, ¿Ha corrido el rumor por Lucia?
-Ni más ni menos. – Afirmó Susana.
-Bueno, entonces dejémoslo así, puede ser esto un buen elevo a mi mala popularidad.
-Debemos mantener la exclusiva.
-La exclusiva es que no hay exclusiva.
-Claro que si la hay cariño.
Lucia se acercó a nosotros.
-¿La tienes tú?
-Por el momento no es sobre mí, más bien es sobre ti y tus nuevos trabajos nocturnos. - Hice caso omiso y busqué un lugar vacío. - ¿No piensas decir nada?
-¿Tengo que decirte algo?
-¿Aceptar por lo menos lo que todos sabemos?
-¿Y qué se supone que todos saben?
-A veces no sé porqué tienes un promedio tan alto si eres una pendeja en todos los sentidos.
-¿Me acabas de insultar?
Los comensales cercanos comenzaron a ponernos atención.
-Creo que hasta fue un halago, querida.
-Vuelve a faltarme el respeto y me conocerás.
-¿Qué me harás? – me retó
-No mucho.
-No puedo esperar nada de ti, eres una prostituta sin escrúpulos.
-¿Según quién? ¿Tú?
-Por supuesto querida, yo si hacer las cosas bien a escondidas y obviamente relacionarme con personas que si valen la pena.
-A diferencia de ti, yo cobro mi trabajo y no lo regalo.
Las mesas cercanas hicieron un pequeño abucheo y comenzaron a reír.
-Esto no se queda así. – Me amenazó.
-No pretendo dejarte en evidencia.
-Me las vas a pagar.
-Haz cola, no eres la única esperando tu turno. – Mentira, era la única que estaba en mi contra.
La miré amenazadoramente y se fue resonando sus tacones hasta el otro extremo del lugar.
-¡Wow! ¿Si que no te has quedado callada eh?
-No estaba de ánimos para dejarla pasar.
-¿Nos vas a contar que pasa o también arrasaras con nosotros?
-Hoy no, solo deseo comer en paz.
Me levanté por la charola de la comida y me serví un poco de todo. Regresé a mi lugar y todo lo del plato me pareció nada apetitoso.
-Estas de mal humor que veo una nube negra arriba de tu cabeza.
-Ni yo sé que me pasa, es muy raro cuando estoy irritada.
-¿Tan grave es el problema que se diga por ahí que el que te trajo sea tu <<amante>>?
-Eso es lo que menos me preocupa ahora mismo, la verdad.
-¿Entonces?
-Se los diré más adelante.
-¿A mí me contaras que fue todo eso?
No miré de quien era la voz proveniente y contesté.
-Puedes ir y preguntarle a la otra parte si tanto te interesa.
-No la conozco.
-¿Entonces para que...? – Volteé a verlo y me quedé pasmada. - ¿Tú? Pero... ¿Cómo?
Me levanté de un salto y lo abracé.
-Hola, he llegado apenas. – nos separamos. – Me han aceptado como un posible docente, solo que por el momento seré el ayudante de un profesor.
-¿Cómo si fueras su alumno pasante?
-Algo así, me han dicho que mi curriculum les agradó. Pero que solo me podrían aceptar como segundo y la verdad es mejor a no tener trabajo.
-¿Cómo te está tratando Canadá? ¿Cuándo llegaste? ¿Cómo me encontraste?
-Bueno contestaré uno por uno. – rio. – Hace una semana que me instalé, llegué buscando otro trabajo y dije, porque no intentar en las universidades, no pierdo nada, así que gracias a Dios esta universidad me dio la oportunidad, casualmente te he visto al entrar aquí, al profesor que le estoy prestando mis servicios me estaba enseñando el campus.
-¿Estas a cargo del profesor Knigh?
-¿Es el director cierto?
-Si.
-No, él no, aún me cuesta aprenderme los nombres.
-¿Entonces con quien estas?
-Se llama Henry, no... ese es otro, ¿Alan? No, ese no Diem, Dimitri, Demet, no ese tampoco, ¡Ya! – Trono los dedos. - Diamond, ese es el apellido.
-¿El profesor Diamond? – Pregunté como si no hubiera escuchado bien.
-Si, el mismo, ¿Lo conoces?
-Es mejor que te andes con cuidado, no es el mejor maestro para los pasantes.
-Me ha parecido un tipo serio.
-Es mucho más que eso, hazle caso, sino es probable que te deje fuera.
-¿Tan malo es?
-Mucho diría yo.
-Entonces me andaré con cuidado.
-Te lo recomiendo. - Sebastián tosió. - ¿Por qué no te sientas con nosotros? Te presentaré a mis amigos.
-¿Es apropiado?
-Aun no eres docente así que creo que sí, vamos un almuerzo no hace daño.
Tomó una silla y se sentó, lo presenté con mis amigos y ellos quedaron encantados al verlo. Tener a Julián cerca era una esperanza creciendo dentro de mí. Él fue de mis primeros amigos en esta nueva vida. Teníamos recuerdos juntos que no se borraban fácilmente, los postres de su mamá, en especial el pastel de chocolate eran mis favoritos.
La familia Bracamontes, era mi segunda familia, fueron los primeros en darnos una mano cuando desaparecimos de Italia y a pesar de que sospechaban al principio de donde habíamos salido, siempre nos apoyaron en todo, les debía esta vida a ellos, porque siempre me protegieron y me trataron como un Bracamontes más y no solo a mí, sino que también a mi hermano.
-¿A sí que tienen años conociéndose?
-Exactamente desde que somos pequeños. – Sonreí al recordar nuestros juegos en su patio.
-Nos hemos dejado de ver aproximadamente ¿Qué? ¿Diez años?
-Si, unos trece años tal vez, no lo recuerdo, pero sé que éramos unos pequeños aún, papá estará encantado de saber que vives aquí con tus padres.
-Todavía no. Ellos se han quedado en Australia, solo he venido yo. Quiero tener algo seguro para poder traerlos a vivir.
-Si quieres puedes quedarte en casa, es grande o le digo a papá que te alquile un departamento, sabes que estamos en deuda con ustedes.
-No, de eso nada, gracias por la propuesta, pero se arreglármelas solo.
-No es molestia Julián ya lo sabes, papá y mamá estarán encantados de volverte a ver. ¿Por qué no vienes a cenar?
-Un día de estos tal vez aun me falta conocer bien la ciudad.
-Esta bien, no insistiré, pero la invitación esta sobre la mesa.
-Muchas gracias, Charlotte.
-He... Lamento interrumpir su reencuentro, pero Charlotte tenemos clases. – Recordó Susana.
-Si quieren adelántense, voy enseguida.
-No tardes.
Les sonreí y los vi levantarse.
-Creo que por hoy será nuestra despedida.
-Me parece que sí. Debo regresar al trabajo, no quiero encontrarme con tu descripción del profesor Diamond.
-Te aconsejo que me hagas caso.
Levanté mis cosas y lo abracé de nuevo.
-Pensé que estaría en mi despacho arreglando los asuntos que le encomendé señor Bracamontes.
Nos separamos bruscamente al escucharlo.
-Iba a ponerme en ello profesor.
-¿Y usted no tiene una clase señorita Reynolds? Esto es una universidad no el parque.
-Estoy en camino a ella.
-Pues no llegue tarde.
-¿Y usted señor?
-Enseguida profesor.
Diamond se dio la vuelta y nos dejó a ambos incomodos.
-No he mentido, ¿Ves? A veces puede ser insoportable.
-Andaré con más cuidado.
-Te veré después. – Tomé todas mis cosas.
-Buena suerte, Charlotte, con los estudios.
-Buena suerte a ti con el profesor.
Nos despedimos con la mano y apresuré el paso. Llegar tarde a mi clase era lo que menos necesitaba en estas circunstancias. Mis siguientes dos clases pasaron normales, en una compartía salón con Susana y en la otra, era yo contra los estudiantes de otra carrera, para esta ocasión decidí adelantar materias y así hacer mis últimos semestres más llevaderos.
Ultima clase, no podía creerlo, a media mañana me estaba quejando por lo malo del día y ahora estaba a nada de irme a casa, o bueno pasar el resto de la tarde con mi hermano, podríamos ir al centro de Canadá y gastar un poco más de lo planeado de la tarjeta de papá o tal vez nos haríamos un cambio de estilo, David lo necesitaba si planeaba quedarse aquí unas dos semanas.
Entré a mi salón correspondiente y este estaba vacío, muy raro a mi parecer, siempre se quedaban dos o tres estudiantes de la clase anterior. Aproveche la ventaja y me senté en una de las primeras hileras al lado de una ventana, así podría distraerme un rato. En la cancha de la parte inferior del Campus se encontraban los deportistas haciendo su rutina diaria, ¿Se podrían cansar alguna vez? Otros estudiantes estaban leyendo bajo la sombra de los árboles en el césped y un grupo de los que parecían ser de ingeniería estaban con sus cuadernos abiertos.
Los días soleados eran buenos para tener una tarde de estudio debajo de aquellos árboles, o ver a algún deportista sin camisa y degustarte un poco a los lejos, aunque su novia pudiese estar al lado. Me encantaban estos ratos en la universidad, libres sin un profesor que te estuviera amenazando en cualquier oportunidad.
-¿Tan rápido has llegado? Pensé que tu hombre en turno te hubiera sacado de aquí.
-No te preocupes, vendrá al finalizar. – Le contesté sin verla.
-Vaya, saliste una prostituta sin escrúpulos.
-¿Puedes cerrar la maldita boca Lucía?
-Señorita Reynolds ¿Qué modales son esos?
Voltee al escuchar la voz del director.
-Profesor Knigh lo lamento, no era mi intención...
-¿Lo ha notado? Ha estado insultándome desde la mañana, ¿Estos son los estudiantes que nos representan?
-Me parece que la señorita Reynolds debe disculparse señorita Cornell, la armonía debe prevalecer en las aulas.
-¿Qué está diciendo? – Lo miré incrédula.
-Somos una institución que se consolida por el respeto, ¿Acaso no recuerda nuestros valores?
-Profesor, lo lamento, pero creo que esto no tiene nada que ver sobre la institución, es algo personal.
-¿Cómo puede permitir eso? Si usted escucho como me habló, ¿Cómo será que trate a los demás? ¿A los docentes, a los de limpieza?
Mire con mi peor cara a Lucía, ¿Estaba haciendo esto para dejarme en ridículo y poner en duda mi comportamiento con los demás? La que no tenía escrúpulos era ella.
-Adelante señorita Reynolds, la estoy esperando para poder comenzar nuestra clase, ¿Puede hacerlo?
-Señor Knigth creo que...
-La está esperando la clase. – Hizo referencia a los pocos que se habían instalado en el aula.
-Lucia, perdona por las ofensas. – Reclame como si se me quemara la garganta por dentro.
-Te perdono – Menciono para todos – zorrita. - Solo fue audible para mí.
Rodee los ojos, solo para no contestarle y seguir con esta mala percepción mía a través de los ojos del señor Knigh, ¿En qué momento todo se había vuelto en mi contra? Maldecí al universo por ponerme en estas situaciones.
-Muy bien chicos, después del pequeño incidente creo que ahora si empezaremos con la clase. – Comento el director.
Los minutos pasaron hasta que el director dio por terminada su clase y nos concedió el permiso de salir, me tomé el tiempo, no quería toparme con mi pesadilla de estos momentos. Necesita irme de ahí ya. Le envié un mensaje rápido a mamá, para que le avisara a David que me recogiera en este instante, si tenia suerte ella le podría avisar, sino tendría que irme caminando hasta la estación de camiones, un punto para desaparecer los momentos desagradables del día.
Mis amigos durante la clase me buscaban con la mirada, los sentía a mis espaldas, pero esta vez solo los dejaba pasar, no estaba con ánimos ni para escuchar otras de los miles de preguntas de Susana. Mucho menos los interrogatorios sobre el reencuentro de Julián.
-¿Nos vas a seguir huyendo? – Ambos se detuvieron al frente de mí.
-No lo estoy haciendo, solo estoy cansada.
-¿Qué fue eso de pedir disculpas?
-Un juego con trampas de Lucía, supo usar bien sus cartas esta vez, solo que se cuide porque me toca a la próxima ganar.
-¿Todo bien?
-He tenido un mal día es todo. ¿Desean algo más?
-¿Sabes que estamos aquí verdad? Espero que nos cuentes más tarde.
Me sobé las sienes.
-Perdón, solo que hoy es uno de esos días en donde no la estoy pasando nada bien, solo deseo llegar a casa y descansar.
-Comprendemos no te preocupes. ¿Nos llamamos más tarde?
-Me parece bien.
Salí del aula en dirección a la salida, mi hermano ya debería estar en camino. Crucé el pasillo principal del campus y un imponente torso me detuvo.
-Señorita Reynolds, que agradable sorpresa volver a verla, recuerde que esta tarde tiene sus clases. A las cuatro en punto, por favor no llegue tarde. +
Rodeé los ojos y suspiré.
-Lo tengo grabado profesor.
Lo esquivé y seguí con mi encomienda de buscar a mi hermano. Apenas estaba llegando al campus cuando lo visualicé a los lejos, le hice una seña y se detuvo para recogerme. Se bajo y me abrió la puerta.
-Hola Charlotte, ¿Cómo estuvo tu día? Estás lista para ir a com...
Lo abracé y dejo la frase a medias. Necesitaba que alguien me apoyara y él era mi hermano, me sentí protegida cuando correspondió a mi abrazo, si alguien nos veía no me importaba, los rumores solo eran eso, rumores no podrían afectarme, no cobraban importancia si no se los daba. Lo extrañaba tanto que el día tan abrumado terminó por destrozarme.
-¿Qué te pasa? ¿Hice algo malo? – Su tono era de preocupación.
-No David – Estaba a punto de llorar – Tú no hiciste nada malo, solo no me dejes caer.
Y esa fue la gota que derramo el vaso, me solté a llorar como no lo había hecho desde la última vez que lo vi.
-¿Quieres que vayamos a casa y suspendamos las compras?
-No, no... - Me limpié las lágrimas – tenemos un itinerario, puedo seguirlo, sé me pasará si distraigo la mente.
-¿Segura? Te noto mal.
-Solo ha sido un día duro en la universidad, y verte aquí aun me cuesta un poco, sigo creyendo que es un sueño.
-No es un sueño, he llegado para quedarme un poco.
-Te extrañaba tanto que me cuesta verte. Sé que suena infantil, pero sabes que soy muy sensible.
-Pulga, yo también te he echado de menos. Eres mi hermana, no creas que ha sido fácil.
-Entonces olvidemos este pequeño mal rato y vayamos de compras. ¿Te parece?
-Bien, seré tu chofer y turista esta vez. Adelante señorita.
Se esperó que estuviera dentro del auto con el cinturón de seguridad y se subió al lado contrario. Encendió el auto y se incorporó al trafico de estudiantes y autos de particulares.
Le indiqué las avenidas para poder llegar al gran centro comercial, pero se desvió y llegamos a un local casi poco visitado, aparcó en el estacionamiento más alejado.
-¿Qué hacemos aquí?
-Me perdí al regresar a casa y visité el lugar, me gustó.
-¿Te perdiste? Pero si la dirección está en el GPS.
-Quería recordar el camino por mi cuenta.
-Dime que nadie te vio.
-Creo que no, pero no te preocupes solo entré por un postre y traté de salir lo mas rápido posible.
-¿Entonces hemos venido a comer?
-Si, he decidido que es buena idea venir aquí, he sentido la tensión en casa, así que prefiero nuestro tiempo a solas.
-Gracias – le sonreí.
-Entonces vamos, que me muero de hambre.
-No puedes bajar así. – reí.
-¿qué? – Miro su atuendo. - ¿Volverás a decirme que em visto inapropiadamente para pasar desapercibido?
-Claro que sí, porque tengo razón.
-No tengo algo mas informal que ponerme, ¿Tienes alguna idea?
-Estamos lejos de casa, así que no podemos ir y regresar. – Pensé en una idea - ¿Cómo podemos hacer que no te veas tan formal? - Se encogió de hombros. Lo miré detenidamente. – De primera tenemos que omitir el saco.
-¿No crees que me juzgaran más por llevar un atuendo formal pero con la falta de una pieza?
-David, estas en Canadá, a nadie le importa como vistes, si vas formal por la calle todos te mirarán para tratar de descifrar quién eres, mientras menos llames la atención mejor.
-De todas formas, voy muy formal.
-súbete la manga de camisa hasta los codos, arremángalos de una manera alborotada, no lo hagas como en el palacio.
-¿Cómo?
-Déjamelo a mí.
Subí las mangas y las arremangué sin dobleces y con arrugas visibles.
-¿Así ocupa la gente su ropa? – Miro sus mangas con desacuerdo.
-No, pero así lo ocuparas tú. Debemos encontrar algo que cubra un poco tu rostro.
-No creo que encuentres algo aquí.
-Raúl siempre lleva unas gafas negras extras en los autos.
-¿Por qué llevaría gafas negras extras?
-Por que a veces la luz le molesta al manejar. – Abrí cada compartimiento en el auto y los encontré. - ¡Aquí están! – Se las entregue – Póntelas, por lo menos es algo.
Las agarró y las miro cuidadosamente.
-¿Estas segura que...?
-David que no sean de marca no quiere decir que no proteja la vista del sol o que no puedas ver a través de ellas, así que anda póntelas que también me muero de hambre.
Me hizo caso y por fin ambos pudimos ingresar a aquel pequeño establecimiento. No tenia muchas ventas así que evitar llamar la atención no era un problema, tomamos asiento y un mesero amablemente se nos acercó.
-Buenas tardes, les ofrezco la carta, en un momento regreso para tomarles su orden.
Miré la carta y me di cuenta de que David me había traído a un restaurante de comida rápida.
-¿Qué son H-Dog Fine y Burger Luzz?
Reí ante su confusión.
-Son nombres de los platillos.
-Aquí solo hay distintos tipos de carne e ingredientes añadidos.
-Esto es un restaurante de comida rápida.
-¡Oh! – Se asombró.
-Aún me pregunto que postre entraste a comprar.
-Era un tipo de pan dulce, tenia chocolate dentro.
-¿No viste la decoración acaso?
Miró alrededor.
-Se me hizo una tienda campestre por los cuadros, y los colores tipos escoceses, no pensé que fuera de comida rápida. En Europa son diferentes.
-Mejor dicho, en tu circulo social son diferentes, pero por si no habías ido a uno antes, bienvenido, este es un lugar de comida rápida. – Me reí.
-¿Puedo tomarles su orden? – El mesero regresó.
-Yo solo quiero una hamburguesa con papas, puedes traerme la más vendida. Y una soda de manzana por favor.
-¿Y usted?
David miraba aún confuso el menú.
-Lo mismo que ella. – Se dio por vencido.
El mesero se retiró y nos quedamos a solas.
-Bien, ya que no hay tanta gente aquí, ¿Me dirás que pasa en casa?
-¿De que estas hablando? Todo en casa marcha bien. – Me hice la desatendida. – Solo que me ha tomado de sorpresa tu visita.
-Eso no es verdad, se que pasa algo y me lo ocultas, ¿Se han enfadado? ¿Tú y papá están bien?
-No es nada, solo un desacuerdo y ya.
-¿No me lo contaras? Pensé que nuestra convivencia también se basaba en hablar.
-Está bien. – suspiré – Te contaré... Hemos tenido algunas diferencias papá y yo, por temas de la universidad.
-¿Es por eso que estabas llorando cuando fui a recogerte?
-Había llorado porque fue un mal día, estaba estresada y verte llegando aun me parecía un sueño, soy muy débil para lidiar con problemas.
-No pensé que mi llegada te afectara tanto.
-No es eso, sino qué. Me cuesta trabajo hablarlo.
El mesero regresó con nuestros platillos y bebidas.
-Espero que puedas hablarlo, no creo que sea tan difícil, tengo tres días más para estar contigo.
-¿Te vas tan pronto?
-No puedo estar demasiado tiempo, lo sabes.
-Pensé que sería diferente.
-He venido exactamente por un asunto familiar.
-¿Asunto familiar? ¿Cuál?
-No puedo decírtelo por ahora, te he dicho que es familiar, debes esperar.
-Espero que no sea algo grave.
-No lo es. – Cambio de tema. – Comamos antes de que esto se enfríe, quiero conocer el sabor de los americanos.
-Necesitaré que al final me digas cuales están mejores, las del viejo continente o estas.
-Soy un consumidor fiel, así que te diría que las que preparan en casa, aunque no recordaba comer una de estas desde hace tiempo. – Dio un mordisco.
-Creo que sin querer diste con una buena idea, estamos saliendo de tu zona de confort.
Nos sumergimos en una platica mas amena, con risas y recuerdos de nosotros cuando éramos pequeños, la primera vez que salimos de Italia, cuando tuvimos a nuestro primer perro juntos, cuando conocimos a Julián, nuestras experiencias en los colegios y alguna que otra anécdota dentro de nuestros primeros años en el palacio.
-¿Por qué dejamos de ser tan unidos?
-Nuestras responsabilidades nos demandan
-Dirás tus responsabilidades, solo me preocupo por el momento por mis estudios.
-¿No te has planteado la idea de regresar a casa?
-Estoy en casa David, creo que es mucho mejor esto. Ya recuerdo muy poco del palacio.
-Han pasado diecisiete años, ¿No crees que ya es hora de volver?
-Me gusta esta paz, la tranquilidad de mi nueva vida, no me veo regresando a un lugar donde todo se volverá público.
-Pero podrás ejercer tu derecho como princesa y harás muchas labores altruistas.
-También las puedo hacer aquí, ser o no de... bueno ya sabes qué no es una limitante para hacer unas cosas aquí o allá.
-No me refería a eso, sino que... naciste siendo otra persona y por elección de papá eres otra, ¿No crees que sería bueno experimentar? Tal vez no por ahora, pero al terminar tu carrera puede ser posible que regreses a casa.
-No me siento cómoda aún. No creo que sea el momento adecuado.
-Si no experimentas por lo menos un fin de semana, no sabrás si es bueno o malo. Debes pensarlo, además por obligación por lo menos debes servir a tu patria un año, sino serás destituida de tu cargo.
-Pensé que a este punto ya no tenia ningún deber.
-Tienes privilegios aún, así que lo que creas que ya no tienes, no es cierto.
-¿Por qué hemos cambiado el tema sobre mi vida? Teníamos una buena conversación sobre nuestras travesuras en la infancia.
-Porque es un tema del que papá aún no quiere hablarte para no preocuparte y como están las cosas en casa, prefiero contártelas.
-Tampoco es un tema que me tenga con mucho pendiente. A final de cuentas se que es mi verdadera vida, mientras que esta aun es prestada.
-¿Estas segura que es así?
-¿Qué esta es una vida prestada?
-Si eso, yo lo vería mas como un entrenamiento.
-¿Entrenamiento? ¿Qué tipo de vida es esa?
-Es como la vida militar, en el campo de batalla te entrenan para los campos de guerra, en tu caso, te están enseñando la vida afuera de la institución para que si algún día ocupas tu titulo sepas como hacer las cosas y no lo veas como si no supieras como es esta vida.
-¿Por qué no solo pudiéramos vivir todos una vida ordinaria sin privilegios?
-Porque así es el mundo, y tu con demasiada suerte naciste en un lugar donde abundan los privilegios.
-¿Tú porque quisiste regresar?
-Porque cuando papá decidió que era hora de irnos yo ya estaba más familiarizado con esa vida, mi conocimiento era mayor al tuyo y obviamente al principio lo sentí como unas vacaciones, pero al crecer me di cuenta de que necesitaba volver, no había experimentado lo suficiente en casa, así que le dije a papa que no estaba listo para esto aun, regresé y en un punto creo que fue lo mejor para mí.
-¿Y te gustó volver?
-Sentí de nuevo ser yo, me gusta ayudar a todos, servir a la abuela, sé que ahora puedo ser escuchado por masas porque mi voz retumba en todas partes o bueno el título, pero es algo de lo que siempre quise. No lo hago por el dinero, porque papá nos ha enseñado que al servir al pueblo no necesariamente nos deben dar algo a cambio.
-¿Sabes? Escuchándote me gustaría volver, pero me da miedo que toda mi vida se vuelva pública.
-Siempre hay una línea de separación, tu puedes elegir que quieres que sea publico y que puede ser privado.
-Pero casi nunca existe tu vida privada, he visto en los medios que tienes ojos mirándote en todas partes.
-Solo te preguntaré algo, ¿Has escuchado sobre mi vida en los medios?
-No.
-Ahí está, mi vida privada sigue siendo privada, y es porque yo lo he decidido y porque he sabido ganarme el respeto de los medios, también eso se involucra mucho.
-Pero soy alguien que no ha vivido mucho en casa, y obviamente todos querrán exclusivas sobre lo que sea.
-Pero si sabes hacer las cosas bien y no haces nada como provocación por así decirlo, no tienes que preocuparte.
-Todo suena bonito y como si fuese una labor sin problemas, pero aun tengo mis dudas.
-Solo es cuestión de pensarlo bien, y experimentar un poco, aunque sea, no todo en esta vida es malo, si sabes asumir tu responsabilidad podrás tener un buen futuro y tu vida privada será solo tuya.
-Esto ha sido mucha información, solo pienso en obligaciones, obligaciones y no en la parte de ayudar.
-Es que eso va de la mano con las obligaciones, no son cosas diferentes. Tal vez lo ves como algo diferente por estar en esta vida.
-Creo que así es. Pero por el momento me enfocaré en disfrutar donde estoy.
-No te preocupes por el momento, pero deberías considerar tu otra vida.
-No trato de ser irresponsable con eso, pero si me da un poco de miedo aceptar.
-Todos te apoyaremos.
-No tengo duda de ello. – Le sonreí.
Unos minutos más seguimos charlando y por fin terminamos nuestros platos David aceptó que la comida rápida de América era distinta a la de Europa, por el sabor, exactamente no sabia como describirlo, pero estaba seguro de que algo era diferente.
-¿Deseas algún postre?
-¿No te bastó con el tamaño de la hamburguesa? – Contesté.
-En casa siempre nos sirven postre, aunque estés lleno es una manera de tener completo todos los alimentos.
-Bueno en este caso, creo que ya hemos completado todos los niveles de una pirámide nutricional, ¿Acaso no lo viste?
-Porque presiento que me estas tomando el pelo.
Reí ante su inocencia en comentarios sarcásticos.
-Mejor te llevaré a un lugar que me gusta donde preparan todo tipos de postres.
Nos encaminamos de nuevo al auto y nos incorporamos en la avenida principal le indiqué que avanzara tres cuadras más y se dirigiera al centro de la ciudad, doblamos dos cuadras y le pedí estacionarse, estábamos en el restaurante BonFitFat un lugar donde podían darte un postre alto en azúcar o cuidar tu colesterol.
-¿qué lugar es este? – Miro alrededor del local.
-Es un lugar que me gusta, vengo cada vez que deseo llenar de azúcar mi cuerpo. ¿Deseas pedir algo en especial o puedo hacerlo por ti?
-Siento que no es un lugar para mí, tiene colores pasteles.
-Por eso te he traído porque pensé que dirías que es un lugar para niños. – reí. – escogeré por ti.
Fui al mostrador y pedí un helado de chicle, combinado con algodón de azúcar y toppics con brillantina comestible. En mi caso un rollo de chocolate relleno con yogurt y fresas fue mi elección. Regresé a la mesa que David escogió y le entregué el helado.
-¿Esto es para mí? – Miro el helado confuso.
-Si, debes probarlo.
-Estoy seguro de que esto está elevado en azucares, ¿Por qué no has pedido algo igual? – miro mi plato.
-Porque ya lo he probado y hoy tenia ganas de algo ligero. ¡Vamos Pruébalo ya! Que no te hará daño.
-Dudo mucho de eso. – Tomó la cuchara y sostuvo un poco del helado lleno de brillantinas.
-Debes unirlo al algodón de azúcar. – Con los dedos partí un pedazo del algodón de azúcar y lo puse sobre su cuchara. Me miró asustado. - ¡Anda! Que no le he echado veneno. Está rico te lo aseguro.
Aun dudoso introdujo la cuchara en su boca y los ojos se le abrieron como platos al saborearlo.
-Esto tiene demasiado dulce. – Arrugó la cara.
-Y mira que no lo pedí con dulce de arce.
-¿En verdad te gusta?
-A veces cuando me siento aburrida vengo y pido eso, me da un subidón de azúcar.
-Creo que pediré mejor algo como lo tuyo. – levantó la mano esperando que una de las empleadas se acercara para pedirle un nuevo postre.
-Toma el mío, hagamos un intercambio.
Sin esperar respuestas cambié platos y me reí por su cara de disgusto.
-¿La estas pasando bien a mi costa , cierto?
-Si - dije con la cuchara en la boca.
-Creo que me he ganado entonces explicaciones del porque en casa todo anda raro.
Mi sonrisa desapareció.
-¿Por qué te empeñas en saberlo si no te afecta?
-Porque eres mi hermana y me preocupas.
-En verdad déjalo ya.
-No hasta que me digas que sucede.
-Esta bien... - me rendí. – he estado al borde de ser expulsada de la universidad.
-¿Qué? ¿por qué?
-Hay un profesor con el que no tengo completamente una buena relación.
-¿Acaso no conoce tus antecedentes?
-Nadie lo sabe.
-Debería estar enterado, no puede reprobarte.
-Papá ha hablado con el y no exactamente para decirle quien soy, sino para encontrar una solución.
-Si papá ha interferido, esto quiere decir que has tenido parte de culpa.
-¿Yo?
-Eva te conozco y sé que una palomita inocente no eres, solo acuérdate de tus travesuras en la casa.
-Solo he tenido un poquitito de culpa. – mire mi vaso casi vació.
-¿Y exactamente de que poco de culpa estamos hablando?
-No he prestado atención a clases.
-¿Exactamente?
-Solo he querido leer un poco sobre cosas fuera de su materia y me ha descubierto en dos ocasiones, se molestó y me ha amenazado con ser expulsada, llamó a papá y ahora tengo que rendir horas extras por las tardes.
-¿Es por eso que papá me envió un mensaje con una ubicación a la que debo llevarte?
-¿Qué? – me sorprendí.
-Si me lo envió cuando pase a recogerte y en el mensaje decía tiene que estar antes de las cuatro de la tarde. Y vamos diez minutos tarde.
-¡Mierda! ¿Por qué no me lo dijiste? - me levanté de prisa.
-Porque pensé que ya lo sabias y que iríamos después de aquí, ¿Es muy importante que llegues a tiempo?
-Demasiado. Tenemos que irnos ya.
Con su postre a medio terminar me siguió al auto y manejo a la dirección que le indicó mi padre. Llegamos a una villa privada, el guardia de seguridad pidió saber a quién íbamos a visitar, mencioné el nombre de mi profesor y contestó con que el nos estaba esperando ¡Diablos!, nos indicó el numero de casa y mi hermano aparco delante de ella.
La casa era similar a las demás, solo que su auto estaba estacionado en su entrada. Y las demás casas no aprecian tener una. La arquitectura era moderna, los colores neutros y un pequeño césped verde se extendía al frente.
-¿El pago de los profesores es tan bueno para tener un hogar así?
-Eso parece. – hasta yo lo dudaba.
-¿Regresaré por ti?
-Déjame ir a la puerta y saber si está, puede que se haya hartado de esperarme por veinte minutos, tal vez solo me azote la puerta en la cara.
-¿Tan mala es su relación?
-Creo que mala es decir poco.
Bajé del auto y me dirigí a la puerta de la casa, estaba un poco nerviosa, ¿El profesor se encontraría en casa? ¿Sería aun peor llegar tarde? ¿Y si mejor no toco y me voy? Estuve en la puerta aproximadamente un minuto pensando en lo que sería correcto.
Me armé de valor y toqué tres veces la puerta.
Una mujer de edad avanzada me abrió la puerta con una sonrisa.
-Buenas tardes, ¿Se le ofrece algo señorita? – pregunto con amabilidad.
-¿Se encuentra el profesor Diamond? – pregunte con nerviosismo.
-¿Es usted la Señorita Reynolds? – sus ojos parecían agrandarse.
-Sí, eso parece. – Me mordí los labios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro