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Capitulo 5

Tres golpes me levantaron de un profundo sueño.

-¿Sí? – Contesté con la voz adormilada.

-Señorita ya es tarde, su familia la espera en el desayunador.

Mi alarma cerebral se encendió y me fijé en la hora del celular. Cuarto para las ocho de la mañana.

-¡Mierda! – exclamé.

-¿Señorita se encuentra usted bien?

-Si, si Gail, enseguida bajo, solo deja me ducho.

Con pasos apresurados y sin saber si el agua estaba en temperatura ambiente me metí a la regadera para darme un baño exprés, grité al sentir el agua helada, me lo tenia merecido por no levantarme temprano, solo a mí se me ocurría llegar tarde a clases y de paso buscarme problemas con mi papá por no desayunar otra vez.

Me puse lo primero que encontré, unos jeans, una blusa blanca y los tenis, me amarré el cabello en una coleta y dejé que chorreara aun por la ducha. Si no me enfermaba iba ser un logro.

-¡Buenos días familia! – entre gritando en la cocina, para solo poder recoger una manzana e irme a clase.

-Señorita pero que son esos modales.

-Voy tarde a clases papá.

-Charlotte... - dejó la frase a terminar y era una advertencia.

-Había olvidado que había alguien de la realeza aquí. – retrocedí unos pasos y me planté delante de mi hermano para hacer una reverencia. – Muy buenos días, alteza.

David me miró.

-Eso está mejor, buenos días alteza. – tenía una sonrisa que quería ocultar – al parecer a dormido bien, ¿Qué tal su noche?

Lo fulminé. ¿En verdad estaba preguntando aquello? Mis horas de sueño, habían sido muy escasas a lo normal. Y de paso ya iba muy tarde para comenzar el día.

-¿Esto se ha vuelto un desayuno real y no me han dicho? – Miré a todos con su vestimenta formal y el gran banquete de desayuno.

-Es un desayuno normal Eva.

-¿Volvemos a lo mismo?

-Lo siento, Charlotte. ¿Por qué esto te ha parecido fuera de lo normal?

-David, lo siento, en verdad. No tengo tiempo para explicártelo. – Mire la hora en le celular - ¡Mierda!

-¡Charlotte! Ese vocabulario. – Papá salió a la defensiva.

-Lo lamento familia, pero si corro de prisa llego en cinco minutos a clases y todos conocemos la importancia de ser puntual.

-Nadie puede recriminarte los minutos de retraso.

Rodee los ojos. David parecía aun no cambiarse de chip mental. Aparentamos ser por lo menos una familia normal.

-Lo siento, pero hoy no tengo tiempo para explicaciones. - Me despedí de besos de mi madre y padre, hice mi reverencia final. - ¡Me voy los veo mas tarde! – pronuncie antes de darle mordida a mi manzana.

-Señorita aún me debes un desayuno completo. – Papá me detuvo a medio camino.

-Lo sé, pero en verdad voy tarde a clase, mañana me pondré manos a la obra.

-Bueno, ya está bien, Charlotte, por favor espera afuera al chofer que ya te llevara al colegio ya que es tarde. – Con una voz poco convencida me dio el permiso de marcharme.

-No te preocupes padre, yo la llevare hoy, así me sirve para poder conocer un poco, aunque sea de la casa a la universidad.

Lo miré incrédula.

-¿Tú me llevaras a la universidad?

-Sí, ¿Qué hay de malo? - elevó sus cejas.

-Es extraño, ¿Sabes conducir? ¿Cuentas con una licencia de manejo?

-No necesito una licencia de manejo, la familia real... - lo interrumpí.

-No me digas, no conducen por ustedes mismos y la licencia de manejo no es una de sus prioridades. - respondí irónicamente.

-Iba a decir que al ser la familia real no necesitamos tener una licencia de manejo. Y si sé conducir, ¿Siempre eres así de anticipada para charlar? - Se limpió los residuos del desayuno.

-¿Me estas diciendo que no dejo hablar a los demás?

-Solo pregunto si a veces te quedas callada.

Lo miré con asombro. Tenia agallas para hacerme enojar.

-Creo que has olvidado que a veces se me da por ser una habladora sin parar. – Me crucé de brazos.

-¿Te has enojado ahora mismo? - Se levantó de la mesa.

-¿Por qué debería enojarme?

-Tu tono de voz elevado y tus brazos cruzados sobre tu pecho dan las señales que te has enojado, no he querido insultarte con...

Miré mi postura y baje los brazos.

-¿Siempre vas por ahí dando por hecho el comportamiento de las personas solo por su imagen corporal?

-No pretendía decir eso, sino que...

Lo miré seria.

-¿Te molesta si nos vamos ya? - Le hice una seña con la cabeza.

-Adelante, después de ti.

Hizo una seña con las manos y fui directo a la puerta principal.

Afuera estacionado nos esperaba un Audi de alta gama con vidrios casi polarizados, donde ni una lente de algún camarógrafo pudiese fotografiarnos. Sin lugar a duda, aquel auto era mi sueño de algún cumpleaños, pero papá siempre se había reusado a cumplir mis caprichos diciendo que ese auto no era para una dama como yo y mucho menos por la nueva personalidad que me estaba creando.

Ahora no me podía negar que tal vez compro el auto pensando en que algún día lo pudiese usar, sino ¿Para que comprase otro auto y lo tendría escondido? Ya sabia de la existencia, así que no me podría ocultar de nuevo como si el auto no existiera dentro de nuestra propiedad.

-Muy bien señorita, dígame hacia dónde vamos.

Nos abrochamos los cinturones.

-¿Podemos tutearnos? Eres mi hermano, no el príncipe. Aquí nadie te conoce, y no conocen mi pasado, así que de preferencia te pediría que me llamaras por mi nombre.

-Bien, entonces a ¿Dónde vamos Catarina?

-¿Has dicho Catarina? - recordé el apodo.

-¿No me has pedido que te tutee? - su voz fue de reproche.

-Me refería por el apodo, Esa era la forma de llamarme cuando éramos pequeños, lo decías muy a menudo porque me gustaban las catarinas.

-Eran tan pequeñas y frágiles como tú, por supuesto que ahora ya no te queda el apodo, pero lo recordé y pensé que era un buen momento. - sonrió para ambos.

-Me agrada, por fin siento que somos unos hermanos normales.

-A mi también, pero respondiendo a mi pregunta ¿Si me enseñaras el camino o seguiremos aquí dentro esperando que esto se mueva solo?

Reímos. Introduje la dirección de la universidad en el GPS y por los altavoces se escuchaba la voz del asistente indicando la ruta.

-David, ¿Por qué no aceleras un poco? – Mis nervios comenzaban a aparecer.

-Eso va en contra de las normas de tránsito.

-¿Cómo porque te preocupas por esas normas?

-Eva, existen, si las ignoro es ir en contra de mis principios.

Lo miré.

-Tengo aproximadamente 3 minutos y la universidad me queda a quince minutos. El trafico se vuelve pesado a esta hora.

-No iré mas rápido.

-¡David! Si te ibas a poner así era mejor que me llevara Raúl. - le reproché.

-Puedo cometer una infracción.

-¿Te preocupa a estas alturas una infracción? No tienes licencia para conducir, pero si te ponen una infracción ¿Es lo que más miedo tienes? ¿Acaso las infracciones si debes pagarlas?

-Nunca me han puesto una y es por eso por lo que siempre manejo con precaución.

El día comenzaba a tornarse oscuro.

-Yo respondo, pero acelera. ¡Mi clase está a dos minutos!

Con la mandíbula apretada hizo lo que le dije y a pesar de hacerse odios sordos en saltarse el semáforo rojo, condujo a una velocidad mayor del cual habíamos salido de casa.

-¿Charlotte donde estas? – Respondí al llamado de Susana.

-Me he levantado tarde, el trafico esta siendo pesado, pero estaré puntual para la clase. - Miré a David.

-Pídele a tu chofer que se apure o estarás en serios problemas.

-¿Qué es lo que pasa ahora? - Comencé a preocuparme.

-Han corrido rumores de la primera clase, al parecer tendremos un examen sorpresa. Sebastián ha escuchado a otros estudiantes que han dicho que vieron a la profesora en la sala de copias y al echar un vistazo decía examen sorpresa.

-¡Mierda! - pronuncie - No creo poder llegar a tiempo, pero haré lo posible, si llego, aunque sea un minuto tarde sé que no me dejará ingresar al salón. ¿Pueden distraerla por mí si no llego a tiempo?

David me miró en forma reprobatoria por la mala palabra.

-¿Qué? - Tapé el auricular del celular.

-Las malas palabras no son dignas de una princesa.

Hice caso omiso a su reproche y seguí atenta a mi platica con Susana.

-Te avisaremos si a alguien que no haya estudiado se le ocurre hacer algo al respecto. ¡Date prisa!

-Gracias. – Colgué.

-¿Algún problema? - Me miró de reojo.

-¿Puedes acelerar un poco más?

-Charlotte....

-Ya sé, ya sé, esta fuera de tus principios, pero si no llego a tiempo estaré en la cuerda floja en otra materia.

-Si todos supieran quién eres, no tendrías estos problemas.

-Si, bueno, nadie sabe quien soy, así que date prisa por favor.

En nuestro trayecto que cada vez se veía imposible de lograr la misión, comenzaba a odiar los semáforos y el trafico y se acumulada, pero me lo tenía merecido, ¿Quién me mandaba a dormir tarde y casi nunca escuchar las primeras alarmas?

-Estaciónate por aquí. – dije una esquina antes de la puerta principal de la universidad.

-¿Por qué? – Ya estaba a punto de detener el auto.

-Si alguien me ve bajar de este auto se harán suposiciones que no son y lo que menos quiero es gente a mi alrededor hablando del porque he llegado en este auto.

-Eva, eres mi hermana y como buen caballero no puedo permitir no dejarte en el estacionamiento. – Siguió con el trayecto en marcha hasta entrar por las amplias puertas del estacionamiento.

¿Tan mal me había portado en mi otra vida que tener al terco de mi hermano aquí era mi castigo?

-En verdad David, déjame afuera y será más fácil tu regreso a casa.

-He dicho que no, si fuera posible hasta la entrada de tu salón te voy a dejar.

No reaccionó ante mis suplicas y entro en el gran estacionamiento, se dirigió a los espacios reservados.

-No deberías estar aquí.

-¿Por qué no?

-Únicamente los profesores y alumnos tienen permitido entrar a esta área.

-Bueno tu eres la estudiante.

Encontró un sitio para aparcar y yo solo deseaba que me tragara la tierra. Maldita sea si mis conocimientos no fallaban esta era el área restringida, pues aquí cada maestro tenia su plaza de aparcamiento.

Detuvo el auto y se bajo para abrirme la puerta.

-No debiste hacer eso. – Tomé su mano y me enderecé ante la vista de varios chismosos que al igual que yo, ya iban demasiado tarde.

-No siempre llevo a mi hermana a la universidad. Vamos pulga, relájate.

-¿Ahora soy una pulga?

-Bueno cuando eras pequeña siempre te tenia diferentes apodos, dependiendo de tu carácter en el día.

-Me gustaría poder tener una charla mas a fondo contigo, pero hoy no es un buen día.

-Tranquila, lo resolveremos cuando haya tiempo.

-Si no te vas ahora mismo voy a tener un llamado de atención y hasta una multa por ocupar un lugar de estacionamiento que no me pertenece. – Nadie nos quitaba aun la vista y en pocas palabras necesitaba correrlo antes de que alguien lo reconociera.

-Pudiste ser menos grosera.

-Lo siento, pero hoy no esta yendo como esperaba.

-Te comienzas a estresar porque quieres, ya te he dicho que si ellos supieran quién eres nunca tendrías problema por tus horas de llegada, donde estacionas o si cumples o no con tus trabajos.

-David... hare caso omiso de tu comentario porque ya hemos tenido esta plática y además no tengo cabeza para discutir.

-Vale esta bien me rindo. – Levanto las manos.

-Eso está mejor.

-Te quiero, ¿Te veo a la hora de la salida para ir a dar un tour por la ciudad?

-Si. – respondí.

Me besó la frente.

-¿Prometes que trataras de no llamar la atención cuando regreses?

-Puede ser, apenas estoy aprendiendo. ¿A que hora regreso?

-Es probable que, a las dos, pero te enviare un mensaje cuando termine. O mejor te llamo a casa, creo que no podrás recibir llamadas aquí por el chip.

-Esta bien, iré a casa y voy a esperar que me hables.

-Va, ya sabes solo le tiene que poner el GPS la dirección de regreso y no te vas a perder.

-Si Charlotte, ya lo sé.

No me aguanté un momento más y lo abracé fuerte.

-Te quiero, te extrañé tanto.

-Y yo a ti pulga.

Mi reloj de mano marcaba las ocho con quince minutos. Iba super tarde a mi clase, ya no había vuelta atrás, no entraría a la primera hora.

Por ultima vez voltee a ver a David.

-¿Al recogerme seré tu guía turística por la ciudad cierto?

-Esos son los planes.

-Bien, entonces pídele dinero a papá para modificar un poco tu guardarropa mientras estés en Canadá.

Se miró su atuendo.

-¿Qué tiene de malo?

Lo miré con los brazos cruzados y la ceja levantada.

-Estas de broma, ¿Realmente lo preguntas?

-No te estoy comprendiendo, ¿De broma? ¿Qué es eso?

Rodee los ojos.

-David, iremos a comprarte ropa más... casual, porque la que tienes ahora mismo está llamando la atención.

Voltee con disimulo y muchos estudiantes estaban susurrando de nosotros.

-Es solo un traje Eva.

-Charlotte. Y nadie viene de traje a la universidad, ¿Te das cuenta? Todos apenas y podemos mantenernos despiertos. Sí, llamas mucho la atención.

-Puedo estar solo de pantalón y camisa.

-David no es eso, solo que... necesitas... cambiar un poco.

-Tengo más ropa en la maleta, no creo que sea difícil verme diferente.

-Te puedo apostar que en la maleta tienes más trajes y no te has dado cuenta.

-No necesariamente tengo que revisar todo lo que voy a llevar de viaje.

-Pero si vas a pasar desapercibido claro que sí.

-Bueno por el momento hagamos como que esto no ha pasado.

-No tiene ya importancia, todos te han visto y es probable que se hagan rumores sobre mí, como que me he conseguido nuevo novio o eres mi suggar dady.

-¿Por qué dirían algo así? – Enarcó las cejas.

-No comprendes este mundo, será mejor que vayas a casa, no te detengas y te aviso cuando puedas venir por mí.

-¿Cómo no lo comprendería? Si no lo recuerdas también fui a una universidad.

-Si, pero en la tuya era todo diferente, ya sabían que era un... príncipe – susurré lo último.

-La mayoría de los que asistían no conocían que existiera.

-David seamos realistas a la universidad que tu asististe fue a la de Edimburgo, donde la mayoría de los estudiantes provienen de casas reales o son descendientes de algún titulo nobiliario.

-No todos, pero aún así... - No encontró la palabra exacta para excusarse.

-Dejémoslo así. Ya tengo que ingresar.

A regañadientes se subió al auto y espere verlo partir, voltee para seguir mi camino a mi salón y todos los ojos me miraban como si algo estuviera mal conmigo.

No les di importancia y busqué algún banco disponible en las áreas verdes, ya iba tarde a mi clase, así que ¿Para que ingresar? Esperaría a la siguiente clase.

Justo cuando ya había encontrado una banca vacía, alguien me tomo por el codo y me hizo caminar en dirección contraria.

Me voltee a verlo por inercia.

-¡Oye! Pero ¿Qué estás haciendo? – hablé por impulso, no me esperaba aquello.

-Señorita Reynolds, al parecer ya va tarde a su clase – miro su reloj de muñeca – y yo tenía que darle un aviso.

Me sorprendí al escucharlo, ¿Un aviso? ¿De que estaba hablando? Mis neuronas apenas conectaban para poder emitir una orden.

-¿Señor Diamond? Lo siento, pero... prefiero esperar a mi siguiente clase para no retardarme, si es un aviso puedo recibirlo al finalizar, si gusta puedo verlo en su oficina.

Me soltó el brazo al caminar cerca de estudiantes que estaban llegando.

-Es un aviso urgente señorita Reynolds. - Me detuve y el hizo lo mismo al no verme caminar a su lado. - ¿Desea acompañarme? – Sus ojos mostraban enojo.

-No la verdad que no, tengo pendientes por resolver. – Di dos pasos atrás y el me siguió.

-Si no me acompaña en este preciso momento, tenga en claro que estará reprobada en mi materia y deberá repetirla, si tiene suerte se la impartiré yo de nuevo. – Lo dijo en susurro para los dos que no tuve otra alternativa que seguirlo.

-Diamond, ¿Te veré en el almuerzo? – Nos detuvimos por la intervención de la señorita Bennett.

-Por supuesto, te veré a la hora de tu descanso.

-Me parece bien, una cosa más, ¿Puedes ayudarme con el informe que nos pide el director? Creo que he hecho algunas cosas mal.

-Si lo desea profesor, puedo verlo después. – Interrumpí los coqueteos de Bennett.

-No. – Dijo serio. – Colega Bennett, si lo desea, puedo verla al terminar con a la señorita Reynolds, necesito explicarle el porcentaje de su evaluación, sino creo que tendrá que repetir materias.

¿Repetir materia? ¿Cómo, cuándo? Si no me fallaba la memoria recordaba haber tenido un porcentaje alto en mi último examen hace dos semanas atrás, ¿Cómo que lo había reprobado? Y, además, ¿No se supone que me daría un aviso? Este profesor solo era una incógnita, nunca sabias que era verdad y mentira.

-Esta bien, lo resolveremos después. No olvides de pasar por mí para almorzar, adiós, señorita Reynolds.

La maestra Bennett se despidió y nos dejó el camino libre a la oficina del profesor.

-¿En verdad estoy reprobada, es ese el anuncio? – comencé a hablar en el corto camino.

-Sus calificaciones han ido bien por el momento, pero dudo mucho que siga así en este nuevo parcial, sus faltas han superado su calificación promedio.

-¿Mis faltas? Pero a su clase he llegado puntual y sin demoras.

-Me refiero a sus faltas de respeto.

-Si habla por lo del café del otro día, lo lamento, le pago la tintorería.

-No sea ingenua señorita Reynolds, y además esa mancha de café no lo arreglaría llevándolo a tintorería era una camisa de marca.

-Le puedo conseguir una igual.

-Deje de hablar, la camisa es lo de menos, es reemplazable, lastimosamente sus calificaciones y su actitud hacia los estudios no.

-¿Qué trata de decirme?

Llegamos a su oficina y cerro la puerta. Se sentó en su escritorio y me hizo señas de tomar asiento.

-Le estoy diciendo que debe mejorar su compromiso con sus estudios universitarios, ¿Por qué montar un numerito afuera con su novio y de paso llegar tarde a sus clases?

Me sorprendí al escuchar novio.

-Profesor... esper ¿Qué? ¿A dicho novio?

-¿Se ha quedado sorda estos días señorita?

-Estoy asimilando lo que acaba de decir, tengo una explicación.

-No me interesa, solo le diré que espero que a mis clases no llegue tarde por dar espectáculos en el estacionamiento con su novio.

-Profesor, no...

-Le he dicho que no me interesa.

-Es que usted ha...

-Señorita Reynolds, si desea llegar a tiempo a su segunda clase y obtener un justificante de mi parte para que no sea injustificable su falta de la primera hora creo que debería de dejar de hacer excusas.

-No, sino que...

No me dejó terminar y comenzó a hablar.

-La llamé para indicarle que, de acuerdo a la reunión sostenida con su padre, hoy inician sus horas extraescolares de mi materia, al ser una universidad privada y al estar comprometidos con la educación con los estudiantes su padre ha decidido que estas horas extraescolares son necesarias para recuperar el tiempo perdido estas semanas.

Suspiré cansada.

-Profesor, lo lamento, pero creo que ya hemos tenido esta conversación y mi respuesta ha sido negativa. Prefiero darme de baja a que usted me trate como su secretaria personal sin ni siquiera ser su estudiante con el servicio.

-Creo que no tuvo la oportunidad de hablar con su padre, aunque usted se niegue estas son las condiciones, su padre no está dispuesto a que usted sea dada de baja o pierda la materia. Usted es una de las alumnas más prestigiadas de esta universidad y no solo lo digo por su apellido sino por se ha ganado el titulo con sus esfuerzos académicos.

-He hablado con él, pero, así como se lo dije, se lo digo a usted, esto es una obligación innecesaria, me temo que ambos se han hecho una imagen errónea de mi persona, si lo desea, podemos arreglarnos de tora manera.

-¿Usted me cree una persona que acepta sobornos? – se escuchó ofendido.

-Mi intención no era esa y mucho menos ofenderlo. Me refería a que tal vez pueda yo ser la que exponga temas importantes de la materia todo el semestre o de la clase o haga investigaciones extras, u otra cosa que se le ocurra, pero no estoy dispuesta a convertirme en su esclava privada.

-Las decisiones han sido tomadas y sus horas extras han sido abiertas en su portal como un recurso más de aprendizaje y lamento decirle que para dar de baja materias extraescolares ha pasado el tiempo límite.

Lo maldije en silencio.

-¿Y esto es permitido?

-Le he dicho que ha sido arreglado esta situación de una manera menos comprometedora para usted. En esta institución nos preocupamos cuando los estudiantes no están cumpliendo con el cien por ciento y debemos recurrir a otras medidas.

-Eso es mentira, ustedes solo quieren joder a los estudiantes, ¿Por qué tuvo que llamar a mi padre y no solo llegar a un acuerdo conmigo?

-Porque si el estudiante se rehúsa a tener un acuerdo de mutuo beneficio, en este caso su tutor, o sea su padre debe ser quien tome la decisión final, se preguntará ¿Por qué? Se lo explico, porque al ser una universidad privada, de alto prestigio no podemos permitir que el rendimiento académico baje en nuestros estudiantes y eso va en contra de nuestros principios.

-¿Principios que se acaba de inventar usted?

-Principios establecidos señorita Reynolds, y por si no los conoce puede leer el reglamente universitario, donde está nuestra ética, normas y reglas a seguir.

-¿No cree que se está tomando esto muy personal?

-Si fuera personal señorita Reynolds desde el primer desplante de usted hacia mi persona, la hubiera dado de baja de mi materia y le haría esperarse un semestre hasta que pudiera cursarlo.

-Pues parece personal.

-No confunda las cosas, usted se lo está tomando muy personal.

-¿Eso cree? Por que a mi me parece lo contrario.

-Si no es personal, ¿Por qué se rehúsa a las horas extraescolares?

-Porque tengo asuntos importantes que hacer fuera de la universidad, así como usted también tengo una vida.

-Si lo parece, a todos nos ha quedado claro con el espectáculo que montó con su novio en el estacionamiento.

-Si me lo permite creo que ese tema esta fuera del lugar.

-¿No estamos hablando de que usted tiene una vida fuera de la universidad?

-Estamos hablando que las decisiones que tomó usted con mi padre no son ni éticamente, ni profesionalmente las mejores. Me quejaré con el consejo académico.

-Puede hacerlo esta en su derecho. Solo le recuerdo en que universidad esta usted parada y con quien esta hablando.

-¿Es esto una amenaza?

-Aquí nadie esta amenazando a nadie señorita Reynolds, solo le estoy recordando cuál es su situación en estos momentos.

-¿Y cuál es mi situación? Porque si mal no comprendo la afectada de aquí soy yo, mi padre y usted han pactado un acuerdo que no me beneficia, y usted solo comienza a amenazarme si voy a quejarme con el consejo.

-El consejo revisará su expediente académico de acuerdo con mi materia y encontrará que la que ha faltado a sus derechos como estudiante es usted y si no lo comprende en formas técnicas se lo diré coloquialmente. El consejo encontrará sus faltas de respeto a mi materia, sus inusuales saltos de clase y sus repentinas faltas a otras clases y, por si fuera poco, solo buscaran pruebas si es usted quien lo hace a propósito o soy yo quien como usted dice la estoy amenazando. Pero seamos sinceros, ¿Quién de los dos tiene mucho por perder? – Su voz estaba segura y cargada de maldad.

-¿Y acaso cree que por esas pequeñas cosas no me harán caso a mis quejas los del consejo?

-No la estoy deteniendo si cree que es lo más conveniente vaya, tal vez ellos no estén equivocados como yo.

-Es lo que haré saliendo de aquí. – Me puse la mochila en el hombro.

-Claro si esta dispuesta a perder un poco de su valioso tiempo meta la queja, además las quejas en el consejo no se resuelven de un día para otro. – Sonrió de oreja a oreja.

-Es usted...

-Cuidado con sus calificativos señorita Reynolds no se le olvide que sigo siendo su profesor.

-No creo poder olvidarlo. – Dije entre dientes.

-Si ha terminado ya con sus lloriqueos infantiles, me gustaría que fijáramos la hora de hoy, ¿Qué le parece a las cuatro de la tarde?

-No puedo, le he dicho que tengo una vida fuera de la universidad.

-Me parece bien, entonces procure no llegar tarde por favor. Y si es posible no lleve a su novio.

-¿Y porque no? Además, solo serán horas extraescolares y él podrá ayudarme.

-Porque no es un estudiante de la universidad y si mal no lo recuerda, esto no es precisamente un premio por sus faltas de conducta en el salón de clases.

-¿Entonces que es? Una venganza de su parte por no aguantarnos, ¿Una tortura?

-Preferiría llamarlo un equilibrio en la balanza, usted se reincorpora a los temas que he avanzado con sus compañeros y yo podré estar tranquilo en mis horas de clase porque si se le ocurre desafiarme en clase como aquella vez, así podré ser un poco más drástico por la tarde.

-Yo no inicié la discusión en clase, si no mal recuerdo fue usted, quien con argumentos tontos hizo discusión que no podría ganar.

-Lamento contradecirla señorita Reynolds, pero mis argumentos nunca han sido tontos, sino usted no estaría aquí manteniendo esta conversación.

-¿Me esta diciendo que por mi culpa estoy en esta posición?

-No creo que sea culpa de alguien más o ¿Sí?

-¡Por supuesto que sí! De usted y de mi padre. Aun no comprendo como mi padre pudo estar a favor de sus ideas, él es un hombre que nunca se ha dejado llevar por nadie, lo admiro a usted profesor, tiene un nivel de convencimiento fascinante.

-No lo dude señorita.

Su afirmación me sonó sarcástico.

-¿Disculpe?

-Si hoy pretende llegar tarde solo le diré que sus horas extraescolares con duración de dos horas serán extendidas por el tiempo que tarde, así que usted lo decide.

-Pues lamento decirle que tendrá que esperarme sentado porque no pretende llegar.

-Bien entonces también nos extenderemos a los fines de semana.

-¿Usted quien se cree? – Elevé mi tono de voz.

Se quitó los lentes, se toco el puente de la nariz y con voz enojada me respondió.

-No, usted con quien cree que está tratando. Señorita Reynolds no es mi primera alumna fastidiosa y mucho menos la ultima con quien trataré. Este acuerdo solo ha sido establecido con su padre por un mes tres días a la semana, si tan solo supiera escuchar, sabría los beneficios que tiene esto para usted, porque para mí ninguno, más que solo aguantarla con sus caprichos.

-No son caprichos señor Diamond, son reclamos justificados y no crea que para mí es fácil tratar con un hombre como usted, un egocéntrico, pesado, inoportuno, monótono, desagradable y despreciable.

Me quedé callada con lo último, se me había pasado la mano esta vez. Esperaba intranquila el juicio final.

-Me alegra que ambos comencemos a describirnos, porque usted no se queda atrás con mi descripción, solo que a usted le agregaría otros sinónimos más.

-¿Y así se dice llamar profesor con doctorados?

-¿Y así usted le vende la imagen de chica buena a todos?

-Lo soy, yo no me ando creando imágenes falsas a ojos de los demás.

-¿Esta insinuando algo de mi persona? ¿Me conoce tan siquiera de algo?

-Usted sabe quien es, y no me interesa conocerlo, como si fuera muy importante. Usted debería saber con quien está tratando.

-Lo sé.

Me sorprendí al escucharlo.

-¿Qué?

-Si, yo si se con quien estoy tratando, con la niña de papá caprichosa que siempre lo ha tenido todo.

Respiré con normalidad.

-¿Y así se dice llamar profesor con doctorados?

-¿Y así usted le vende la imagen de chica buena a todos?

-Lo soy, yo no me ando creando imágenes falsas a ojos de los demás.

-¿Esta insinuando algo de mi persona? ¿Me conoce tan siquiera de algo?

-Usted sabe quien es, y no me interesa conocerlo, como si fuera muy importante. Usted debería saber con quien está tratando.

-Lo sé.

Me sorprendí al escucharlo.

-¿Qué?

-Si, yo si se con quien estoy tratando, con la niña de papá caprichosa que siempre lo ha tenido todo.

Respiré con normalidad.

-Ya es muy tarde, me iré a mi siguiente clase, que gracias a usted también estoy a punto de perderla.

-No es novedad señorita Reynolds, desde que su vida fuera de la universidad se volvió mas importante que los estudios, se ha descuidado.

-Si comienza con el mismo tema de mi supuesto "novio" – acentúe novio con comillas invisibles. – Prefiero irme de aquí, me parece que hemos ya hablado demasiado y a la vez nada.

-La puerta está demasiado amplia para que usted camine hacia fuera.

-No me había dado cuenta fíjese. – respondí con sarcasmo.

-Debe comprarse lentes entonces.

-Así como usted una vida, para que deje de entrometerse en las ajenas.

-No me interesan las vidas ajenas, la mía es más que suficiente. Y si no le importa tengo una cita con la señorita Bennett.

Me señalo la puerta con la mano.

-No se preocupe, ya me iba.

-Ah y, por cierto, la espero también en mi clase, y esta vez sea más respetuosa, así mismo controle a esos impulsos de infantería que tiene.

-Tenga por seguro que será así. – Sonreí sarcásticamente y me salí de esa oficina. 

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