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Capítulo 48

Me desperté por un dolor horrible en la cabeza, lo primero que visualicé fueron los rayos de sol que se colaban por la ventana del cuarto, todo me daba vueltas y apenas y podía ver con claridad. Me senté en la cama para evitar el vomito que se acercaba a mi garganta. Cerré los ojos por unos segundos, inhalé y exhalé para controlarme.

Volví a abrir los ojos y me di cuenta de que esta no era mi habitación y mucho menos la de Susana o alguna que yo hubiese conocido antes, traté de recordar que había hecho antes, pero nada llegaba a mi memoria, simplemente no encontraba respuesta de donde me encontraba. Miré mi ropa y lo que traía puesto encima del bralette era una camiseta de hombre que me quedaba grande, la olí, no, no era el perfume que yo conocía. Con pisadas leves me levanté de la cama, vi mis tacones al pie de la cama con mi falda corta de la noche anterior.

"Dios, por favor que no... por favor" rezaba por mi vida.

Tomé una pequeña escultura que encontré encima de uno de los cajones de la habitación y abrí la puerta lentamente por si había hecho una estupidez la noche anterior, el querer ser otra persona bien que me había salido, ya que hasta estaba en casa de un desconocido. Al abrir la puerta visualicé la espalda de un hombre al desnudo del torso, preparando algo en la pequeña cocina, levanté la escultura y la tomé con ambas manos con fuerza, sabia defenderme, aunque estuviera pequeña.

Con pasos leves acorte la distancia del cuarto a la cocina pequeña. El hombre se volteó.

-Vaya, ya ha despertado la bella durmiente. – Una parte de mí se alivió. - ¿Qué haces con eso?

Rápidamente miré mis manos. Dejé la escultura en la mesa del comedor.

-No recuerdo como llegué aquí, pensé que estaba en casa de un desconocido.

-Bien, no te preocupes, estas en mi humilde hogar, aquí es mi casa señorita Reynolds. ¿Estás hambrienta? Vamos, siéntate he cocinado para los dos.

Me senté en la mesa sin protestar, pues apenas y me mantenía de pie. Rápidamente Julián llego a mesa con dos platos de huevo con jamón acompañados de tocino crujiente, en el centro de la mesa dejo una jarra con jugo de naranja, un plato de tostadas, mantequilla en otro y dos pequeños platos con futas.

-Lo siento por darte tantas molestias. – Pronuncie cunado trajo los cubiertos y se sentó de una vez para desayunar.

Sin perder el tiempo Julián, se metió el primer bocado.

-No sabia que te gustaba, pero tampoco había mucho en el refrigerador. – Se encogió de hombros - ¿Acaso no te ha gustado?

Lo miré confundida. Me señalo el plato delante de mí.

-Oh no, no es eso, solo que me duele la cabeza por todo el alcohol de ayer.

-Que tonto de mi parte, espera, tengo unas pastillas en el baño. – Rápidamente se puso de pie y fue a la puerta continua de la habitación, después de unos momentos el estaba situado de nuevo en la mesa con dos ibuprofenos. – Tómatelos, hará sentirte mejor.

Sin rezongar le hice caso, me los bebí con el delicioso jugo de naranja y me puse manos a la obra con el desayuno.

-¿Has dormido bien? – Julián se encontraba platicador.

-Creo que sí, solo he pensado que me han raptado al levantarme.

Julián rio.

-¿No recuerdas como llegaste aquí?

Negué con la cabeza.

-No me digas que tú y yo.... – Deje las palabras en el aire, no quería continuar con la frase.

-Estuvimos a punto. – Lo dijo con una tranquilidad. – Pero no Charlotte, ayer comprendí que tu y yo seremos buenos amigos para siempre, ambos buscamos algo distinto.

-¿Dónde has dormido? – Pronuncié, no podía olvidar el hecho de que no hicimos algo consientes, pero puede que después de dormirme... ¡Oh no Dios mío!

-En el sofá. – Señaló con el cubierto el dicho lugar. – Y si crees que ha pasado algo mientras estabas dormida, te puedo asegurar que no, la somnofilia no es lo mío.

-Lo siento. – Me arrepentí por pensar eso de él.

-No tienes nada de que arrepentirte, creo que yo también desconfiaría al no despertar en mi cama y no saber que paso el día anterior. ¿Aun no recuerdas nada?

Negué.

-Bien, pues tal vez a lo largo del día recuerdes algo.

-Ojalá. – Quería saber como llegué aquí. - ¿A que horas son? – Pregunté recordando que hoy tenia escuela.

-Las ocho de la mañana, ¿Por qué? – El sin pena aún se encontraba disfrutando de lo último de su plato.

-¡Me he perdido mi primera clase! Mis padres piensan que estoy en la escuela. ¿Hoy no trabajas tú?

-El señor Diamond no está en la ciudad así que puedo hacer las cosas desde mi casa, además me he traído el papeleo.

-Necesito llegar a clases ya. ¡Rayos! Mi ropa se ha quedado en el auto. ¿Sera posible que vayamos a recoger mi automóvil?

-Tranquila, entra al cuarto de baño, voy por tus cosas, las dejaré en mi recamara.

Lo vi levantarse de la mesa, tomar unas llaves del porta llavero y salir de la casa. Ágilmente me levanté de la mesa y me dirigí al cuarto de baño. Confiaba en Julián para traerme la ropa en cuanto llegara. Al cabo de unos minutos, dos toques leves en la puerta se hicieron sonar.

-Te he dejado tus cosas aquí afuera por si necesitas algo, estaré en la cocina lavando los platos.

Cerré por un momento la regadera y escuché los pasos alejarse. Me envolví en una toalla y como agente secreto salí por mis cosas fuera de la puerta, gracias al cielo que Julián estaba de espaldas a la puerta. Cerré la puerta con seguro y dejé mi pequeña bolsa en el retrete.

El baño de Julián no era espacioso, pero si útil para estar cómodo, la regadera no era de las modernas y mucho menos agua caliente había, daba las gracias que por arte de magia se encontrara a temperatura ambiente. Me duché como lo hacía siempre en casa, me cambié rápidamente en el mismo cuarto de baño y me peiné con una cola de caballo. Guardé mi ropa del día anterior o por lo menos el Bralette y la camisa de Julián, debería de regresársela limpia la próxima vez que lo vea.

Dejé la pequeña maleta en el comedor y me acerqué a Julián en la cocina para buscar respuestas.

-¿Cómo es que no has tardado nada en traer mis cosas?

-Tu coche está afuera.

Me sorprendí al escucharlo.

-¿Cómo llegó aquí?

-Ayer por la noche lo traje, no te preocupes no has manejado para nada.

-En verdad que te debo varias, mil gracias por todo.

-No es nada Charlotte, es lo que cualquier amigo haría por otro, además sabes que te quiero mucho como para dejarte sola en un club donde apenas y te podías sostener.

Me sonrojé.

-Muchísimas gracias... ¡Ah! Y, por cierto, me llevaré tu camiseta para lavarla.

-¿Qué? No, como crees, eres mi invitada, déjalo en el cesto o por ahí de todas formas me hace falta lavar la ropa. No te molestes enserio. – se limpio las manos con el trapo de cocina y me extendió la mano para darle su camisa.

-No, me niego, Julián eso seria muy descortés de mi parte.

-Te aseguro que no, además lo he dicho antes eres mi invitada. No te preocupes en verdad.

-No Julián como crees, si quieres mañana mismo o hoy en la tarde te lo devuelvo, como lo prefieras, pero creo que debo de lavarla antes.

-Charlotte, eres la mujer mas testaruda que conozco y la única que esta peleando por lavar una camisa, pero bien, si así lo prefieres, te haré caso. Además... - Miro el reloj de pared – Creo que vas tarde para tu segunda clase.

Mire en la misma dirección, no sin antes contemplar el perfecto triangulo invertido que su cuerpo había adquirido y sus músculos apenas tonificados, sino estuviera colada por alguien más, seguro que si lo amaría a él.

-¡Rayos! La escuela. – Me reprendí mentalmente. – Voy a pasar por mi ropa a tu habitación si no es molestia. - Hasta me sonrojé por las vagas ideas de anoche.

-Claro, pasa, estas en tu casa, yo tengo papeleos que contestar por parte del señor D. ¿Quieres que te acompañe al instituto?

-No, estaré bien, además, ¿No está muy lejos, cierto?

-No, llegas en cinco minutos.

-Gracias.

Le sonreí y me encaminé al dormitorio de anoche, levanté mis zapatos de tacón y mi falda que al tocarla varios recuerdos inundaron mi mente, entre ellos como llegué la noche anterior a esta casa.

Julián se encontraba en el sofá con su computadora en las piernas, estaba comprobando algunos archivos de Word y de la misma manera contestaba los e-mails de su correo electrónico.

-Emm - Pronuncié para llamar su atención. – Gracias por la hospitalidad, en verdad muchas gracias, me voy de camino a la escuela, te aviso cuando llegue.

-No tienes nada que agradecer, esta es tu casa siempre y cuando quieras algo, ya sabes las puertas están abiertas. – Se levantó y me acompaño a la puerta.

-Muchas gracias Julián me has salvado de nuevo, te debo varias.

Me sonrío y me entrego las llaves de mi auto. Lo abracé y le di un beso en la mejilla, en verdad que daría mi vida por este chico, si que se lo merece.

-Me avisas cuando llegues por favor.

-Claro que sí.

Me abrió la puerta del coche y me despidió con la mano al verme incorporarme a la carretera para ir a mi destino.

Cinco minutos después como lo había dicho Julián ya me encontraba estacionando el auto en el instituto, ni modos me tocaba asumir la responsabilidad de que había faltado a las dos primeras.

Durante mis clases, trataba de poner atención y que la cabeza no terminara por explotarme, gracias a la divinidad en el auto encontré mis gafas de lectura y así podía disminuir mis ojeras por completo, si de por si mi cuerpo transpiraba cansancio y mis ánimos estaban por los suelos. No sé cómo me las arreglaría para sobrevivir.

En el almuerzo mis amigos y yo nos encontramos en la mesa de siempre.

-Vaya, vaya, creo que ninguno de los tres tuvo una buena noche, pero en especial una persona más.

-Sebastián hoy no estoy para las bromas, apenas y me he levantado.

-¿Dónde has pasado la noche? Recuerdo que nos dijiste que te esperáramos, lo hicimos y dos horas después regresamos en un taxi a casa. – Susana me miró con el entrecejo fruncido.

-Lo siento, lo siento tanto – Por segunda ocasión me reprendí mentalmente. – He despertado en la cama de Julián y apenas recuerdo los sucesos de la noche.

-¿Qué es lo que has dicho? – Ambos se sorprendieron.

-Si, se escucha raro lo sé, pero he dormido en la cama de Julián, no con Julián. Al parecer me llevo a su casa porque ya estaba pasada de copas.

-¿No ha habido algo entre ustedes?... – Susana dejo la pregunta a medias.

-No, se ha portado como un caballero y es la verdad, confió en él se ha mostrado muy sincero y hasta durmió en la sala. He sido una mala persona para merecerlo. – Pinche un poco de verdura de mi plato. – Y disculpas a ustedes también, no soy una buena compañera para salir de copas.

-¿Pero que has dicho chica? ¡Nunca me había divertido como antes! Has hecho que Sebastián y yo pasáramos un rato muy agradable, nos reíamos a tu costa la verdad. – Ambos se carcajearon en medio de la multitud estudiantil.

-No, pues muchas gracias queridos amigos y yo pensando que ustedes me cuidarían entre tanto hombre.

-La verdad que te veías muy feliz y no quisimos incomodarte, además en el mensaje dijiste que no hiciéramos preguntas cuando avisaste que saldríamos. ¿Todo está bien cierto?

Abrí los ojos como platos, lo que menos quería eran preguntas.

-Si, todo bien, me encontraba en un momento de estrés, al parecer me mudaré con mis padres y necesitaba tomar aire.

-Espera, ¿Qué? ¿Te vas a mudar?

-No es algo definitivo, pero se está considerando, hemos cumplido los años que hemos dicho al llegar y es como una tradición familiar. – Estaba mintiendo, pero de todas formas consideraba regresarme a mi país natal.

-¿Qué harás con tus estudios?

-Por eso mis padres y yo lo estamos considerando, y si llegásemos a mudarnos, buscaría un instituto que me haga valido mis estudios anteriores.

-¿No es definitivo verdad? – Mis amigos se mostraban confusos.

La chicharra me salvó.

-No por el momento, además tranquilos aún no esta nada decidido. – Comencé a levantar mis cosas para mi siguiente clase.

-¿Nos vamos hoy juntos? – Preguntó Susana.

-¿Les parece cenar en mi casa? No he visto a mis padres y aún no encuentro mi celular.

-Bien, nos vemos a las 8:00 PM en mi casa. Les avisaré a mis padres al llegar.

Sin perder más tiempo, recorrí rápido los pasillos hasta llegar a mi próxima clase, no podía darme el lujo de perder otra clase más. Tres clases después mi día estudiantil había terminado. Era momento de regresar a casa, ver a mis padres y afrontar la realidad. En el trayecto a casa el manos libres del auto sonó. Un número desconocido se mostró, contesté al segundo tono.

-Reynolds. – Pronuncié a modo de saludo.

-Cariño, por favor déjame hablar contigo.

Mi respiración se aceleró. Detuve el auto en medio transito y mi cerebro apenas comenzó a responder. El claxon de los autos detrás de mí me hizo reaccionar y anduve sobre el pavimento.

-Pequeña, por favor, solo déjame terminar la llamada, no cuelgues, no lo hagas. – Se escuchaba con la voz ronca, somo si no hubiera dormido.

-No tienes nada que decir, lo he comprendido, siempre estuvimos jugando. Estoy bien, yo puse el juego y no he saltado las reglas, muchas gracias Señor Diamond, fue bueno jugar.

Colgar. Si, ese era el botón que debí de presionar en el momento que lo escuché.

Llegué a casa, sana y salva, gracias al cielo que no me habían traicionado los nervios y pude manejar tranquila en carretera, odiaba el trafico, pero una vez más estaba a salvo en casa, en donde nadie me pudiera arruinar mi felicidad.

-¡Querida! Nos alegras que llegues a casa bien, ¿Cómo ha ido la noche con tus amigos?

-Bien mamá, nos divertimos, ¿No hay problema que lleguen a cenar hoy? Lo he propuesto yo.

-No mi niña, sabes que para tus amigos esta abierta las puertas de esta casa.

-Gracias mamá.

-¿Te parece si subes a cambiarte y comemos? O prefieres quedarte así mientras comemos.

-Me muero de hambre, ¿Podemos comer ya?

-La comida ya esta lista.

En unos cuantos pasos, ya me encontraba situada en mi lugar habitual, mientras que mi mamá fue por mi padre a la oficina de la casa, Gail me saludó al verme y el delicioso aroma de los platos en la mesa abrieron mi apetito.

Animadamente como era costumbre los tres, estábamos comiendo en la mesa con platicas sobre el día de cada uno, el futuro que se presentía en Europa y más como me sentía al respecto con la noticia de que la abuela necesitaba una respuesta pronto. Así mismo me dijeron que mi hermano había hablado con ellos de la supuesta fiesta para el día de su boda, para saber si las agendas de mis padres estarían disponibles y si yo pudiese faltar al colegio.

En ese instante reaccioné que no sabía dónde se encontraba mi celular, hace una noche que no sabía nada de ese aparato tecnológico y era importante que lo encontrara ahora mismo antes de que alguien lo hiciera primero.

Al terminar la comida con mis padres, ellos debían de regresar a sus respectivos trabajos, ambos me invitaron a pasar el día con ellos, pero decline la oferta, la verdad que no me sentía con ánimos de convivir fuera de la casa. Al despedirlos en la puerta, me encaminé a mi habitación para darme una ducha tranquilizadora y ponerme algo sencillo como el pijama, este día era como aquellos en donde no tenia energía para nada.

Regrese a la sala para ver algo de televisión.

-Gail, ¿Te importaría lavar una camisa? Es de Sebastián, me la prestó ayer porque Susana apenas y tenia ropa limpia.

-Claro que no hay problema señorita, ¿Dónde está?

-En el maletero que me llevé ayer, en mi habitación también trae la ropa sucia de ayer.

-Bien, me pondré manos a la obra en la lavandería. Por cierto, niña, Raúl ha dejado su celular en la mesita de la sala, dice que lo encontró en el coche ahorita que fue a revisarlo.

-Gracias.

Me acomodé en el amplio sofá de color blanco y tomé mi celular, por primera vez desde que me lo compraron lo vi muy grande para mis pequeñas manos y como si fuera algo que no supiera como encenderlo. La pantalla se iluminó y un montón de mensajes saltaron a la vista. Varias llamadas perdidas se hicieron presentes y era obvio que ya sabia de quienes, aunque un mensaje me sorprendió demasiado y era de David.

"Catarina, sé que estas muy triste, ¿Lo quieres hablar? No he podido dormir. Necesito escuchar que estas bien."

No podía hablarle ahora mismo, mi estabilidad emocional no estaba bien y mucho menos tenia ganas de explicarle todo lo que había pasado en mi vida. Esta llamada tendría que posponerse para otro día.

Encendí el televisor, deje el celular donde lo había encontrado y pase canal por canal hasta enfocarme en uno de chisme, por lo menos la televisión basura podía despejarme del lío que tenia en la cabeza.

El chisme de famosos siempre era buena opción para decir que suerte tenia, al no verme en esos programas y mis padres al querer darme siempre una vida normal, con sustento económico, pero viviendo lo mas sencillo posible.

En otras noticias tenemos ¡exclusiva! Si señoras, como han escuchado ¡exclusiva!

Se ha celebrado la noche anterior la fiesta de una de las modelos mas famosas de todo Estados Unidos. ¡Y a que no han adivinan quien la acompañó!

Nicolette Campbell y el famosísimo empresario James Acker han desfilado por la alfombra, horas antes de la fiesta de cumpleaños.

¿Qué suerte no? La pareja se mostro de lo mas cariñosa con los presentes y por las imágenes aseguramos que el romance ¡esta por llegar!

Mientras la reportera hablaba, las imágenes y videos de la noche anterior se presentaban en la televisión. Mis ojos no creían lo que veía, él estaba ahí y no era mas que un profesor de instituto, era un maldito empresario reconocido por casi todo el mundo, pero no por mí. ¿Cómo rayos pude ser tan ciega?

¿A que no se ven tan hermosos juntos? ¡serían la pareja perfecta si su relación se confirmara!

¿Relación? En el video se mostraba a los dos caminando muy animadamente ante una alfombra y un numero de camarógrafos muy grande, todo era color violeta y blanco, al parecer Nicolette estaba de cumpleaños, al posar ante las cámaras, él le sonreía como si nadie mas existiera, se reía de algo que le decía ella y la tomaba de su estrecha cintura, durante todo el trayecto estaban tomados de la mano. Él con su traje impecable negro y corbatín, y ella con un vestido violeta con escote pronunciado en V en la parte delantera del vestido. Mostrando la abertura de su vestido en la pierna derecha y acentuando su esbelto cuerpo.

Durante el trayecto de la alfombra para entrar a la fiesta principal, no se podía esperar menos de ellos, ambos abrazados en cada punto dicho por uno de los ayudantes detrás, pequeñas risas cómplices se mostraban en sus rostros, cotilleos entre ellos daban mejores exclusivas, la forma en cómo caminaban juntos, el brazo de él en la cintura de ella o en sus nalgas sin ningún descaro, el brazo de ella posado en la espalda de él o siendo rozado por los labios de Diamond me hicieron romperme por dentro.

El aliento se me cortó por un instante y las lágrimas brotaron sin ni siquiera darles permiso para hacerlo.

Todas desearíamos ser ella en estos momentos.

¿A que no esta muy bueno para despertar con James Acker todos los días?

Una foto posteada en Instagram apareció mientras la conductora seguía hablando. James de espalda a la cámara preparando lo que podría ser el desayuno en una cocina espaciosa. En mi mente se recreo la imagen rápidamente, él cocinándole por la mañana, ella en bata de seda envuelta, sin nada debajo, mostrando que ella si lo tenía al completo, dando por entendido que una noche anterior, ambos se habían acostado y ella había gritado entre sus brazos.

Me reprimí por ser una ilusa más pensando en que él me amaba y más entregándome a él siempre que quiso, había sido una completa estúpida.

"¡ESTUPIDA!" El inconsciente hizo su aparición meses después.

Mis lagrimas empapaban el rostro, pensaba que ya no me queda nada por cual llorar y aquí estaba de nuevo llorando por alguien que no lo merece. Llorando por lo ilusa que fui.

Apagué el televisor, avente el control en el sillón contrario y me hice un ovillo con mis pierdas, su doble vida me la había creído y lo más estúpido era que me había enamorado.

Tomé el celular y rápidamente descubrí quien era el tipo que se hacía llamar mi profesor. Escribí su nombre en el buscador de internet y rápidamente varias paginas me aparecieron sobre él.

"Él hombre más codiciado de todo el continente americano por fin ha encontrado el amor"

"Nuevas inversiones han adquirido la empresa Acker"

"¿Estará de viajes el multimillonario J. Acker? Muy poco se ha sabido de él durante los últimos meses"

"James Acker y Nicolette Campel ¡Se han comprometido!"

"James Acker, el hombre más codiciado por todos."

Las imágenes no le hacían defecto alguno, en cada recuadro de fotografía, se veía impecable con cada traje puesto, algunas fotos eran de su día a día, estacionando su auto, y muchas fotos al lado de Nicolette, sonriendo ambos y mostrándose muy felices. Sus fotos eran dignas de una portada de revista.

En una de las fotografías del evento de la noche anterior se podían ver otras parejas de famosos llegar a la fiesta, dentro de una de esas me pareció reconocer a dos personas más. ¡no lo podía creer! Había confiado en personas que me estaban mintiendo en mi propia cara.

Damián y Alice también se encontraban ahí. Me sentí una completa estúpida al saber que todos conocían la verdad menos yo. Yo era su maldito juguete mientras que los demás sabían su verdadera vida, su maravillosa vida de hombre empresario follador de modelos.

Cerré los ojos esperando que los recuerdos se fueran, dejar de sufrir era lo único que pedía. Mi corazón no dejaba de latir rápidamente, pues estaba hecho añicos.

-Señorita, ¿Se encuentra bien? – La voz de Gail me sorprendió.

Me limpie rápido las lágrimas.

-¿Podrías traerme pastillas para el dolor de cabeza?

-Enseguida.

Aproveche mi momento a solas de nuevo para apagar definitivamente el celular, ya no quería saber de él, ya no quería saber nada de mi vida pasada.

-Aquí está niña, ¿Necesita algo más? – Me tendió un vaso con agua y dos pastillas.

-No Gail, gracias, estaré en mi habitación descansando. Tendremos cena con mis amigos. – Me bebí las pastillas.

-Bien señorita, me pondré manos a la obra.

Ambas caminamos a partes diferentes de la casa. Nunca había llorado tanto en mi recamara y mucho menos debajo de la almohada, lloré, lloré, hasta que Morfeo decidió hacer presencia para sumirme en un profundo sueño y no pensar en nadie más.

Tres golpes en la puerta hicieron despertarme.

-Charlotte, cielo, tus amigos han llegado, ¿Les digo que suban?

Con la cara adormilada e hinchada por tanto llorar, me tomé el tiempo para contestar.

-No, ya voy mamá. En un momento bajo.

Me levanté a regañadientes, me lave la cara y traté de verme presentable, era hora de intentar aparentar ser feliz, aunque estuviera en mil pedazos por dentro, no importaba cuantos años tendría mi cerebro era muy débil para comprender todo.

-Hola. – Sonreí a todos para no ser descortés.

-Cariño, ¿Estas bien? – Cuatro pares de ojos me miraban como si una extremidad me faltara.

-Si claro, solo que tengo un dolor de cabeza horrible. – Sí, la misma excusa.

-¿Has tomado algo ya? – Papá se apresuró a hablar.

-Si, ya antes de dormir. Creo que necesito mas horas de sueño es todo, ¿Pasamos a comer? Me muro de hambre.

Mis amigos se rieron por lo bajo y creo que fue para quitar la tensión al asunto.

-¿Y bien, dígannos, como se la pasaron ayer? – Papa intercepto una platica muy mal improvisada por nosotros.

-Nos divertimos mucho.

Mis amigos asintieron.

-Ya saben, nada fuera de lo ordinario, comimos hasta reventar, tomamos algunos cafés para sobrevivir toda una noche y vimos películas. – Susana respondí haciendo ver todo creíble.

-También hicimos guerras de almohadas, dibujamos en la cara de la primera que se durmió e intercambiamos platicas.

Reí por lo alto al escuchar "dibujamos en la cara de la primera que se durmió" eso había sucedido en la primera fiesta que tuvimos en casa de Susana como tres amigos oficiales que durarían por dos años más y lo cruel que habíamos sido con Susana al ser ella quien no aguantó una noche sin dormir, jurándonos que ya nunca seria la primera en caer y bien que lo ha cumplido.

-¿Así que esta vez fuiste tu Charlotte? – Papá no se daba por vencido.

Al ver que no contestaba Susana respondió.

-Si señor y hubiera visto, su cara al despertarse era un completo arte abstracto. – Sebastián y Susana rieron, eran muy buenos actores.

La cena ocurrió en un ambiente armónico y con mucha platica por todos lados, sin saber en que momento, dejé de prestar a tención a lo que hablaban y solo miré un punto fijo de la mesa, envolviéndome en mis pensamientos que me hacían daños, aun me preguntaba muchas cosas que no les encontraría respuesta conmigo misma, estaba tan metida en mi mente pensando mi próximo cambio de planes en el futuro que la gente a mi alrededor pareció desaparecer.

Era la hora del postre y apenas había probado el plato principal. Una copa con helado de fresa, sirope de caramelo y fresas a temperatura ambiente lo adornaban, desde pequeña era lo que mas me encantaba comer, lo malo era que en este preciso momento no se me antojaba nada.

-¿Cielo no probaras tu postre favorito? Apenas y has hablado.

Reaccioné.

-Lo siento, pero aún me duele la cabeza, ¿Podemos hablar afuera?

Mi intento por no sonar grosera falló. Me levanté de golpe y les pedí a mis amigos que me siguieran al jardín, mi padre iba a tomar la palabra, pero mi mama lo sostuvo del brazo, ella sabía que era mejor darme mi espacio. Ella sabía que estaba mal, pero aún no era tiempo de decirle la verdad.

Me senté en las bancas mecedoras que teníamos y cada uno hizo lo mismo a mi lado. Nadie dijo nada, todavía no sabía como decir las cosas, como hablar de lo que me rondaba en la cabeza. Minutos corrían hasta que me decidí.

-Me iré a vivir a Italia. – Articulé con los ojos fijos en el césped.

Ninguno dijo nada, tal vez estaban asimilando el anuncio. Les di su espacio como yo lo necesitaba.

-¿Desde cuando lo sabes? – Susana fue la primera en hablar.

-Lo he decidido en la cena, mis padres aún no lo saben, se los diré mañana por la mañana.

-¿Te irás de vacaciones? – Sebastián se notaba tranquilo.

Miré a Sebastián directamente, negué y mis lagrimas comenzaron a brotar. Instintivamente me abrazó y me acaricio el cabello, mientras me susurraba que todo estaba bien. Susana se unió y lloré con más fuerza.

-¿Nos vas a contar que pasa? – Nos separamos y sorbí por la nariz.

-Mi hermano me necesita. – No era la verdadera razón, pero tenía que inventarme algo.

-¿Tienes un hermano?

-Si se llama David y es quien me fue a dejar una vez al instituto, al que aseguraban que era mi novio.

-¿Por qué no nos lo contaste?

-Porque no tenia mucha importancia, además no vive aquí y se definió que mientras nadie sepa nada de nosotros mejor.

-¿Es la única razón? – Sebastián me inspecciono.

Telepáticamente le pedí que no hiciera mas preguntas, que no me lastimara más.

-Si – Contesté con la voz temblorosa.

-Te queremos tanto, ¿Lo sabes verdad?

Asentí. Y los tres nos fundimos en un abrazo, un abrazo que necesitaba, un abrazo que me demostraba lo amorosos que eran mis amigos.

Junto con mis padres despedimos a mis amigos en la puerta de entrada, Susana y yo nos despedimos con los ojos llorosos, mientras que Sebastián se encontraba neutro, ambos me dieron besos en las mejillas y me hicieron prometerles que les hablaría siempre. Nunca perderíamos contacto. Ellos eran mi segunda familia. Los vi partir en el auto de Susana rumbo a casa de alguno.

-Señores, el señor David quiere hablar con la señorita Charlotte. – Gail nos interrumpió y daba gracias por ello.

-Lo tomaré en mi habitación. – Me excusé y corrí escaleras arriba.

Levanté el teléfono al llegar a mi habitación y cerré la puerta con seguro.

-Eva, por favor, dime que estas bien, pero dilo con seguridad niña. Me estoy muriendo por dentro, no he podido dormir y he tenido la necesidad de llamarte. – Se escuchaba muy preocupado.

-Mañana mismo me voy a Italia.

El silencio se hizo en ambos sentidos.

-Papá y mamá ¿Ya lo saben?

-Se los diré mañana por la mañana.

-Eva pequeña, no sé que ha ocurrido contigo para que tomes esa decisión, pero estoy feliz por ello, aunque sé que tu estas destruida por dentro, háblalo conmigo, discute conmigo por favor.

-David no quiero llorar más por favor, no me pidas que recuerde las tragedias de mi vida, no me hagas recordarlo a él. – Me mordí el labio inferior, mis ojos se inundaban de lágrimas.

-Está bien, te esperaré todo el tiempo que lo consideres, te amo tanto pequeña que tu dolor es el mío.

-Descansa adoptado – Dentro de mis tragedias aún me sentía con ganas de reír.

-Te amo tanto, no lo olvides.

-Nunca. 

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