Capítulo 47
-Oye, ¿Qué te paso ayer? Ninguno de los dos te vimos cuando la fiesta termino.
-Susana, hoy no por favor, tengo muchas cosas en la cabeza. - Mi tono era molesto.
-¿Charlotte, estas bien? – Se plantó enfrente, me tomó del brazo.
-Te estoy diciendo que no me encuentro bien, por favor déjame ir a clases. – Grité.
-Ven aquí. – Sin soltarme el brazo me miro a los ojos.
Susana me abrazo y Sebastián se unió. Debía de contener las lágrimas. Debía ser fuerte, no podía llorar en medio de un pasillo y mucho menos en el instituto.
-Pequeña, lo sentimos por dejarte sola si es por lo de ayer, prometemos que ya nunca volveremos a llevarte a lugares de perdición. – Sebastián susurró.
-No es por eso, ha sido otra cosa, me la pase bien, a pesar de terminar mal la noche. El alcohol hasta hoy me está haciendo efecto, me duele la cabeza.
Nos separamos del abrazo.
-Podemos hablarlo cuando quieras, no hay presión cielo.
-Gracias. – Los mire a la cara y me encamine a mi primera clase de economía.
Inhale profundamente y antes de cruzar la puerta de mi primera clase, me dije a mi misma que hoy sería un buen día, no lloraría y mucho menos me vería triste. La misma versión de la chica feliz debía de presentarse hoy.
En mi momento libre Julián me encontró.
-¿Estás bien? – Su cara era de preocupación.
-Sí, creo que mejor que ayer. Gracias por llevarme a casa, estaba perdida, en verdad gracias.
-No tienes nada que agradecer Charlotte, sabes que siempre contaras conmigo. – Me abrazó y me besó la coronilla. - ¿Te veo a la hora de la salida?
-No, hoy no, creo que hoy estaré ocupada en casa. ¿Te parece si yo te marco?
-Bien, no insistiré. Solo recuerda que aquí estoy.
Esta vez lo abrace yo, muy fuerte.
-Gracias.
Me beso la mejilla y se fue a su lugar de trabajo.
Estaba debatiendo conmigo misma si debía o no de ir a mi última clase, él se daría cuenta que me ha afectado y no debo de mostrarme así, analice los pros y contra, sin llegar a una conclusión correcta al final solo opte por entrar en esa aula.
Tome mi asiento detrás de mis amigos y me planee a hacer garabatos.
Su presencia ahí estaba, sus ojos me miraban, su voz no era la misma, no le tomaba importancia a la clase. Ninguno de los dos sabía que estaba haciendo.
-Señorita Reynolds, ¿me puede decir que es lo que acabo de explicar del nuevo tema?
Sin levantar la mirada de los garabatos contesté.
-Lo siento, no he prestado atención.
No replico, no insistió. Y su clase continúo. No levante la mirada, no deje de hacer garabatos. Solo contaba los minutos para que terminara.
-Señorita Reynolds se quedará después de clase, le extenderé un castigo. – Su voz se escucho muy demandante.
No replique, no hice caso.
-Clase ya se puede retirar. – Retiro a todos, como si no los conociera.
No me levante. Espere a que el salón se vaciara y él solo dijera las mentiras.
Se levantó del escritorio, se arremango la camisa, se acercó a mi lugar y espero a que lo mirase a los ojos.
-¿Debo de firmar un castigo? – Dije por fin.
-Charlotte, ¿Te alcoholizaste ayer? - ¿Era enserio? ¿De todo lo que habíavisto, de todo lo que pasé esa noche solo preguntó eso?
Cerré la libreta de golpe, la guarde en mi mochila junto con el lápiz que había utilizado y lo deje en mi mesa.
-Creo que pasare directamente con el director. – Hice el intento por levantarme.
-¿A dónde vas? – Me tomo del brazo con fuerza. – Contéstame, ¿Te emborrachaste ayer?
-¿A ti que te importa?
-Te dije que no lo hicieras, no es comportamiento de una dama.
-Me vale lo que pienses de ahora en adelante. – Contesté de mala gana. – Si no le importa pasare por mi castigo con el director.
-Lo que viste ayer no fue como lo planteas. – Se tocó el puente de la nariz.
-No me importa lo que tú quieras hacer con tu vida Diamond.
-Te lo dije en la gala, no soy de compartir.
-Te lo digo aquí para que te quede claro, me vale un maldito grano de arena lo que hagas con tu puñetera vida. - Grité molesta.
Si él no me dejase ir ahora mismo tendría que patearle las bolas.
-No tengo nada que ver con la mujer que viste ayer, Nicolette no significa nada para mí.
-Julián y yo nos acostamos. – Solté sin darme tiempo de reaccionar.
-Mientes cielo, mientes. Te conozco mientes – Junto nuestras frentes. – Déjame explicarte las cosas.
-No me importa saber de su vida amorosa señor Diamond, además usted y yo no éramos nada. – Pensaba que lo éramos todo – Y si no me deja irme en este momento voy a gritar que usted me está acosando y pruebas no me hacen falta.
-Charlotte, me ausentare toda esta semana, debemos de hablar, lo que viste no es cómo crees que pasaron las cosas. Por favor ve a mi casa, hablemos como gente civilizada. – Me soltó.
Tome mis cosas.
-Que tenga buen viaje profesor Diamond.
Salí de aquel salón sin mirar atrás.
Llegue a casa, subí a mi habitación, me cambie de ropa, comí con mis padres y al terminar me excuse con que tenía tarea por hacer y me fui a la biblioteca de la casa, hacia tanto tiempo que no regresaba a ese lugar.
Recordar porque había dejado de visitar aquel lugar solo me dio ganas de llorar, de soltar todo lo que traía adentro.
Mi celular sonó. Respondí.
-¿Cómo está mi hermana favorita? – Su voz alegro mi corazón.
-Soy la única que tienes menso. – Reí.
-Eres la adoptada recuerda.
-Papá ya me confeso que el adoptado eres tú. Dice que no te lo querían decir antes. – Ambos reímos. - ¿A qué has llamado?
-¿Ya no puedo hablar a mi hermanita? O ¿Acaso interrumpí algo bueno?
-Claro que si puedes llamar cuando quieras David, y yo apenas entre en la biblioteca.
-¿No estás bien cierto? – Su voz se volvió neutra. Sin risas.
-¿Qué te hace creer eso?
-Una corazonada, ¿Quieres hablarlo?
-No tengo nada. – No debía de llorar.
-Eva te conozco, sé que algo tienes, ¿A quién debo de matar?
Reí. Los ojos se me volvieron cristalinos.
-¿Sabías que Frederick me volvió a hablar?
-¿Cambiando de tema?
-Me dijo que se acaba de enterar que te vas a casar y que la casa real de Dinamarca está entusiasmada porque los invites a la boda, me dijo que podría ser mi acompañante.
-¿Has hecho caso de tratarlo de nuevo?
-¿Tienes un complot con Frederick?
-Eva, te amo tanto que solo hare como si tuviésemos una nueva conversación para despejarte las ideas y no hacerte llorar, sabes que desde niño he odiado que llores. Si necesitas algo, en verdad solo me lo dices y te lo doy, siempre seré tu hermano y siempre te cuidare, si necesitas que mate a alguien con gusto lo hare, si necesitas que vaya y te abrace todo el día hasta que duermas igual lo hare. Nunca dudes que estaré para ti.
-Gracias David – Las lágrimas salían poco a poco. – En estos momentos solo quiero un momento a solas conmigo misma, cuando me sienta preparada te juro que te diré todo, dame tiempo.
-Te amo demasiado hermana que daría la vida por ti.
-Te amo también David. ¿Has hablado con mamá?
-No, estaba trabajando con la abuela, cuando de repente me empecé a sentir mal, me daba vueltas la cabeza y me entraron unas ganas inmensas de verte. Ahí supe que algo estaba mal contigo. Y solo con hablarte mis sospechas fueron ciertas.
-¿A que estamos conectados no? – Sorbí por la nariz. – Por favor si hablas con mamá o papá no les digas que estoy mal, no quiero que me cuestionen, por favor.
-Tranquila guardare el secreto.
-Te tengo que dejar hare tarea antes de que sea muy tarde, tengo mucha.
-Te amo pulga. Recuérdalo siempre Eva, por si nadie más se atreve a ver lo hermosa y especial que eres.
Me solté a llorar.
-Gracias David, en serio muchísimas gracias por tu amor, yo también daría la vida por mi hermano.
-No agradezcas nada mocosa, para eso son los hermanos mayores ¿No? Cuídate muchísimo niña de papi – Reí al escuchar eso – Y por favor límpiate los mocos que te vez más fea que siempre. – Sorbí por la nariz.
-Te marco después. – Colgué.
Me senté en uno de los sillones, recosté la cabeza y solo mire hacia un punto, pensé en mi vida de cómo había pasado en los últimos meses y me hundí en mi tristeza. Lloré y lloré, lloré por un maldito amor que sentía por alguien que solo jugaba conmigo.
Tome mi celular, llamaría a mis amigos para que me llevasen a un lugar donde podría conocer a personas de mi edad. Vi que tenía muchos mensajes de voz y varias llamadas perdidas o mejor dicho llamadas rechazadas.
Mensaje de voz 1.
Charlotte, por favor contéstame, en verdad necesitamos hablar.
Mensaje de voz 2.
Cariño, las cosas como piensas no son así.
Mensaje de voz 3.
Charlotte Reynolds por favor contéstame, déjame explicarte.
Mensaje de voz 4.
Bien, si no lo quiere hablar tendré que ir a tu casa.
Mensaje de voz 5.
¿Tampoco en tu casa? Bien, ¿quieres que me explique por mensaje? Contéstame por favor, necesitamos hablarlo Charlotte.
Mensaje de voz 6.
¿No contestaras ninguna llamada? Creo que te he escrito lo mismo por mensaje, cielo, por favor déjame explicarte, sabes que odio que las cosas se hagan por llamada, odio esto ¡Charlotte por favor contesta!
Mensaje de voz 7.
¿Te puedo decir un dato? Nunca antes tenía porque dar explicaciones a otras personas, pero contigo me es imposible, siento que esta vez necesito explicarte lo que paso, lo que viste.
Mensaje de voz 8.
Vale, quieres que sea por mensaje de voz, lo hare.
Mensaje de voz 9.
Charlotte, por favor contesta de una maldita vez el celular, voy manejando, no te preocupes estas en el manos libres, pero necesito que hablemos, deja que llegue a casa y te explico todo, ¿Segura que no quieres venir?
Mensaje de voz 10.
Nicolette y yo solo somos viejos amigos cielo, y no, no la bese porque quisiese, ella me beso, ni siquiera sabía que estaba desnuda, antes de que me besase le iba a decir que se vistiera y que se largara de mi apartamento, no sé cómo logro encontrarme lo juro. No le acepte el beso, si, tarde en reaccionar, pero porque estaba en shock cariño. Hay cámaras de seguridad que lo demuestran, ¿Quieres verlas? Estoy dispuesto a enseñártelas, cariño, por favor contéstame.
Mensaje de voz 11.
Mi vuelo sale hoy a las 11:00 pm, me voy a Nueva York, regreso el sábado próximo, tengo que ir a checar algo sobre una convención matemática, el señor Knigh me ha dado la semana. Si necesitas algo o quieres hablarlo estaré para ti a la hora que te sientas segura.... Cariño, en verdad solo me importas tú.
Ningún mensaje más, mi cabeza dolía más de lo normal, mis ideas estaban confundidas, se escuchaba tan sincero en los audios que me dio pena no contestarle, estaba dispuesta a llamarle, pero no, aun me dolía el hecho de que estaba dispuesta a decirle que lo amaba y entregarme una vez más a él y que él estuviese besándose con otra me rompió los sentimientos.
Aventé el celular en algún punto del sillón en donde estaba sentada y mire hacia la nada, algo tendría que despejarme, algo tendría que ser mi distracción antes de que me pusiese a llorar como una mujer con el corazón herido.
Salí de la biblioteca, subí a mi habitación, me cambie de ropa, por algo más atrevido, más para una salida con amigos que nunca tendría un fin. Estaba decidida a convertirme en una Charlotte diferente, en una borracha sin limites si se podría.
Para: Sebastián, Susana.
Alístense, pasaré por ustedes en media hora, necesito mas que una copa.
Iremos al bar Joe's.
No pregunten que pasa, es la única condición.
Reynolds.
Salí de mi habitación y les pedí permiso a mis padres para pasar la noche fuera de la casa.
-Papá, ¿Podré ir de fiesta con mis amigos y quedarme en casa de Susana?
-¿Ir de fiesta? Charlotee, hace un día que fuiste a una fiesta de alguien con quien no te llevas y llegaste muy altas de la noche, aun no hemos hablado de eso. – Se arreglo las gafas de lectura.
Mi madre solo nos observó a ambos.
-Lo se papá, sé que no hice un buen uso del permiso que me otorgaste y que me pasé mas de la cuenta. Pero te prometo que esta será diferente.
-Charlotte, no puedo dejar a mi hija andar por ahí sola en las noches. El chofer ha terminado su jornada laboral.
-No papá, me gustaría manejar el auto yo sola.
Papá frunció el ceño.
-Es un rotundo no. – Sin mirarme más, volvió a leer el periódico.
-Papá es la primera vez que en verdad quiero hacer amigos, salir de estas cuatro paredes, despejarme, ser normal y me dices que no, ¿Es enserio papá? – Mis pequeños ojos se hundían en lagrimas por el coraje, por la tristeza y mucho peor por el amor.
-Cuida el tono de voz señorita, ¿A que viene tanto permiso a altas horas de la noche? – De nuevo me prestaba atención.
-Papá únicamente te estoy pidiendo salir con mis amigos a un pequeño lugar donde haya música y a quedarme a dormir en casa de Susana para que estén mas tranquilos.
Por primera vez mi permiso parecía ser negado.
-¿Por qué te quieres llevar el auto? ¿Ellos no pueden pasar por ti?
-Papá creo que tengo la edad suficiente para poder tomar iniciativa con mis amigos, ¿No crees que para ellos también es fastidioso venir por mí siempre?
-Charlotte, ¿Nos quieres decir algo? – Mamá se interpuso por fin.
Nos miramos a los ojos, y supe que mamá sabía que algo no estaba bien conmigo, ella siempre sabía cuando David y yo le ocultábamos algo y era imposible decirle ahora mismo lo que me pasaba, solo quería tener mi espacio para no pensar en las estupideces que había cometido pensando que alguien en verdad me amaba.
-No mamá, estoy bien, solo quiero salir con mis amigos, ¡Es lo único que pido! – Mi tono era molesto.
-Charlotte, he dicho... - Mamá le toco el brazo a papá y supe que iba a intervenir, ella me conocía.
-¿Cómo sabremos que estarás bien? – Mamá llevaba las riendas esta vez.
-Saben que me quedaré en casa de Susana, pueden preguntarles a sus padres mañana en la mañana, no haremos nada malo mamá, solo saldremos y ya.
-¿Quién los va a supervisar?
-Somos adultos mamá, pero si se sienten mas tranquilos puedo llamar a Julián a él lo conocen y saben que ambos nos queremos como hermanos, además, cualquier cosa que nos pase o hagamos que no les he dicho él les dirá.
Mamá asintió con la cabeza, era la indicación que debía de marcarle ahora mismo para que ella supiera que él iría.
Al tercer tono Julián contestó.
-¡Charlotte! Hola, ¿Cómo estás? – Lo puse en altavoz.
-Julián, bien, gracias por preguntar, ¿Estas ocupado ahora mismo?
-He terminado por fin algunos pendientes del señor D. ¿Me necesitas para algo?
-Solo es para preguntarte, ¿Te gustaría acompañarme a Susana, Sebastián y a mí hoy en la noche? Iremos por unas tazas de café tal vez, mis padres solo quieren saber si es verdad que podrás ir con nosotros.
-Claro, seria un placer convivir con nuevas personas, estas cuatro paredes me traen loco. Señor y Señora Reynolds, no se preocupen cuidare de Charlotte como si mi vida dependiese de eso.
-Gracias Julián, te envío la dirección por mensaje, nos vemos ahí.
-Vale nos vemos, adiós. – Ambos colgamos.
-¿Esto es suficiente para que pueda estar fuera de casa hoy? – Los miré a ambos, papá estaba en su rotundo no, se le notaba en la cara, estaba molesto.
-Adelante, ya sabes donde están las llaves del auto familiar, por favor, regresa mañana a casa sana y salva.
-Lo hare mamá gracias. – La abrace. - Papá. – Dije con un asentimiento de cabeza.
Corrí a tomar las llaves del auto, me monté en él yarranque a casa de Susana y Sebastián para pasar por ellos, en un semáforo enrojo envié un rápido mensaje a Julián avisándole que el plan se cambiaba y nos encontraríaen el bar de Joe's.
El bar de Joe's como siempre se encontraba lleno a morir y la fila estaba hasta la redonda de la cuadra, cumplir con las necesidades de aquel bar eran muy altas, pero con reservaciones anticipadas y con decir tus apellidos influentes podrías entrar sin hacer fila.
-Reynolds. – Le repetí al guardia quien con un asentamiento de cabeza y un vistazo rápido de arriba abajo nos dejo pasar a los tres.
La música de reguetón resonaba por todo el lugar, encontré nuestra mesa en medio de la multitud, lo último que quería era darle explicaciones y evitar quedarme sentada en la mesa con mis amigos era algo que haría.
-¿Qué les apetece de beber? – Pregunté por arriba de la música.
-Dos vasos de vodka chica, empezaremos por lo más ligero. – Sebastián contestó.
Con un asentimiento de cabeza me encaminé a la barra y pedí los dos vasos de vodka con uno de whiski a la chica de uniforme detrás del mostrador.
-¡Pero mírate mujer! – Una vez detrás exclamó.
Voltee con sorpresa.
-¡Julián!. – Lo abracé. – Has venido, pensé que no lo harías.
-¡Chica estás despampanante! – Hizo girarme sobre mis talones.
Sonreí ante sus halagos, pues mi vestuario no era del otro mundo. Una falda corta, un bralette rojo y unos tacones del mismo color complementaban mi nuevo aspecto.
-¿Has pedido algo de tomar?
-No aún no, he manejado, prefiero mantenerme cuerdo.
-¡Oh vamos aguafiestas! Está es nuestra noche.
-Solo porque eres tú. Un shot de tequila por favor. – Le menciono a la chica.
-Y quieres mantenerte cuerdo. Ya veremos quien termina arrastrándose.
Regresamos juntos a la mesa con mis amigos cada uno bebió un trago de su bebida y sin perder tiempo a sumergirnos en platicas aburridas, arrastré conmigo a Julián por la pista de baile. Cualquier música que el DJ estuviera dispuesto a reproducir, aquí estaba su deprimente, desquiciada, enamoradiza, despechada bailadora que no se cansaría.
Tres canciones repetidas Julián y yo las disfrutamos como si no hubiera mañana, bailando hasta dejar la pista desgastada, toqueteos indecentes no hicieron fala para saber que ambos nos teníamos confianza para bailar juntos sin roce demás. Apenas y había tocado mi bebida, mis labios buscaban algo refrescante que recurrimos a la barra.
-¿Ustedes todavía aquí?
-Has salido disparada con el primer trago de tu bebida.
-Vamos Susana, Sebastián hemos venido para divertirnos, ¿A que no es así? Necesitan mover ese cuerpo. – con un movimiento de caderas terminé la frase.
-Está bien querida – Sebastián tomo la iniciativa. – Sacudiremos el polvo de esa pista.
-¡Así me gusta! Pero ¿Por qué no primero nos tomamos un shot de tequila juntos?
Nadie se opuso. Le hice una seña a uno de los meseros, le dije mi pedido y en menos de un momento los cuatro shot de tequila estaban en la mesa con limones partidos y un tarrito de sal.
-Bien chicos, les mostraré el truco. – Julián trato de escucharse sobre la música. – Tomen un pedazo del limón. Úntenlo con sal y al terminar el shot lo chupan, el ardor, será menor.
Cada uno tomo su limón e hizo lo que Julián había dicho.
-A la cuenta de tres, todos juntos. – Pronuncie. – Uno, dos, tres.
Como un grupo monótono, los cuatro bebimos de un trago el tequila y chupamos el limón, todavía ardía mi garganta con el tequila, algo que no me atrevía a probar por las críticas que tenía. El dolor matinal que contenía.
Sin importarme que me pudiera pasar mañana por la mañana, arrastré conmigo a Julián de nuevo a la pista de baile, donde apenas nos movíamos sin chocar con otros, esta era mi noche, debía de disfrutarlo al máximo y no dejar que la tristeza se apoderada de mí.
Nuestros cuerpos se tocaban, piel con piel. Al ritmo de la música nos movíamos, cadera con pelvis, contoneo de cinturas, bailes sensuales, el coqueteo entre ambos era palpable, cualquiera que nos viese diría que estaríamos pasando a la segunda fase, queriendo llegar a tener sexo.
-¿A qué te estas divirtiendo no? – Me dirigí a Julián llegando a nuestra mesa donde nuestros dos amigos se divertían en media pista de baile.
-Creo que esta siendo la mejor noche que he tenido. – En su voz se notaba el alcohol.
Levante la mano y le pedí una botella de tequila, vodka, wiski, y una margarita, para no quedarnos sin bebidas en la mesa, el sudor recorría cada parte de mi cuerpo y la ventilación no ayudaba a recomponerme. Unos momentos después de que la bebida llego Susana y Sebastián se presentaron.
-Si que tendremos bebida para toda la noche – Exclamó mirando una de las botellas Sebastián.
-Por la bebida no se preocupen, corre por mi cuenta. Solo preocúpense de disfrutar.
-¡Salud por este cuarteto! – Exclamó Susana chocando los cuatro nuestros vasos de alcohol.
Las bebidas en las mesas incrementaban con cada ronda de baile que nos dábamos en la pista y con cada ritmo de música que el DJ ponía en las bocinas. Se podría decir que cada uno de nosotros se encontraba muy mal para poder manejar su propio auto.
Mis pasos de baile con Julián como acompañante se daban a notar, ese chico sabía bailar cada tipo de música, cada balada, cada salsa, el reguetón, cada música se le daba bien para hacernos brillar, en cada vuelta, cada roce de piel, mi sonrisa no se borraba de la cara, la mejor compañía la tenia en la cara y durante todo este tiempo apenas me daba cuenta. Por ultima vez y mientras el Dj cambiaba de turno regresamos a nuestra mesa, tomamos un trago más de las bebidas en nuestras mesas y pedimos una nueva botella para que se uniera a las nueve botellas ya en la mesa.
-Me pregunto como llegaras a tu casa señorita Reynolds. – Julián me abrazó por la cintura.
-Lo que menos creo es llegar a mi casa. – Me voltee a verlo.
-¿Dónde pasaras la noche entonces?
-Pensé quedarme en casa de Susana. Aunque cualquier otro lado estaría mejor. – Mi nivel de alcohol era alto, comenzaba a coquetear con Julián.
-Me parece que tú plan está muy bien.
Levantó mi barbilla con su índice y unió nuestros labios en un beso profundo, mi cerebro me enviaba una señal de alerta que esto estaba mal, que no debía de seguir besándolo, que terminaríamos mal. Sin importarme si estaba haciendo algo bien o mal, le seguí el beso rozando nuestras lenguas y enredando mis dedos en su corto cabello.
Un carraspeo de garganta nos hizo separarnos, Julián tenia la pintura labial en el contorno de sus labios dejándonos al descubierto.
-Tortolitos, búsquense una habitación. – Susana gritó.
-¿Si que se están divirtiendo no? – Pronuncié al ver que Susana traía consigo a un buen tipo.
-¡Camarero! ¡Camarero! – Sebastián le hizo señas a quien nos servía las copas. – Tráenos otra botella de Jack Danields.
-No, no, no. – intervino Julián. – Es mejor que nos vayamos bajando los ánimos.
Lo miré confusa, lo que menos quería en estos momentos era estar en depresión por las estupideces de James.
"No Charlotte no pienses en él" Me reprendí.
-Cuatro vasos de agua bien fríos con hielo por favor. –El camarero asintió. – Ya debemos de tener la cabeza fría.
-¿Qué? – Protestó Susana. – No, nada de eso, el Jack Danields por favor con un vaso extra.
Estaba claro que el camarero estaba confundido y un nuevo intruso estaba en nuestra mesa.
-El Jack Danields y que sean cinco vasos de agua con hielo por favor. – Intervine, sino esto terminaría en pelea.
El camarero asintió y se fue a la barra por nuestro pedido.
-Charlotte, creo que ya es hora de que tengas la cabeza sensata, eres la que va a manejar. – Julián tenia el entrecejo fruncido.
-Julián tranquilo, además ellos no crean que saldrán ahorita mismo, si les he posible van a amanecer aquí.
Me acerqué a sus labios y me dejé llevar por un impulso, nos besamos, un beso cálido, suave, como si el tiempo no pasara sobre nosotros, me abrazo por la cintura y yo enrede las manos en su pelo, necesitaba que el beso se profundizará, algo nos faltaba, nuestro beso se profundizó, pero Julián decidió que era mejor separarse.
-Con calma Charlotte – Me acarició la mejilla. – Debemos estar consientes ambos.
Me brindó la sonrisa mas cálida y tierna que yo pudiera haber recibido de un hombre, junto nuestras frentes y por un segundo, otra vez me sentí en un cuento de hadas donde merecía ser feliz.
El camarero llegó con nuestro pedido y a la primera Sebastián no perdió tiempo en llenar los cinco vasos con Whisky. Repartió cada vaso a cada uno, pero Julián rechazo el suyo. Mejor optó por el vaso con agua muy fría.
-Alguien debe de tener la cabeza en su lugar. – Mencionó y se bebió su vaso.
Mientras que los demás en la mesa, chocamos nuestros vasos, gritamos ¡Salud! Y de un solo trago nos bebimos todo. Por primera vez podía decir que, durante toda mi vida, esta era la peda mas destructiva que había tenido.
-Ven, vamos a bailar, baila conmigo. – Tomé a Julián de la mano.
-No Charlotte, ya es hora de que te lleve a tu casa mejor y yo ya estoy algo cansado.
-No seas un aguafiestas, vamos Julián, una última vez y ya. – Le rogué.
Con una sonrisa, por fin accedió y para recompensarlo le di un beso rápido.
Entrelazados de manos, caminamos hacia la pista de baile donde la música sensual de los cincuenta se habría paso ante todos los presentes. Smoke Joe's Café: Hound Dog, se hizo escuchar por los altavoces; Julián y yo no perdimos tiempo de disfrutarla.
Con los dedos entrelazados nos separamos uno del otro y mientras los acordes de la música se hacían cada vez mas agudos, nuestros pasos de baile igual. Nuestros pies se movían con vida propia, pasos de chacha intercalábamos, como si estuviésemos sincronizados. Me atrajo a su cuerpo con nuestras manos juntas envolviéndome en vueltas hasta tenerme con su torso en la espalda. Lentamente baje a sus pies con un movimiento de caderas sensuales. Así mismo de un salto me puse de pie y sin olvidar la sensualidad a la hora de bailar lo rodeé en la espalda únicamente tocándolos de los hombros y al estar detrás de él, recorrerle el torso por encima de la camisa de arriba debajo de manera lenta. Su mano me intercepto en la hebilla de su pantalón y se dio la vuelta, de frente ambos bailamos dos pasos hacia atrás y dos hacia enfrente, como una mujer decidida, baje despacio recorriéndolo con mis manos por los lados de su torso y piernas, mostrándole a través de las pestañas que mis intenciones eran malas. Con los dedos en la barbilla hizo que me levantase y haciéndome girar tres vueltas en mi lugar, era su momento de hacerse brillar. Con pasos decididos se colocó detrás de mi espalda con la mano a la altura de mi ombligo y ambos movíamos las caderas para el mismo lugar, siendo él quien manejaba el ritmo. Antes de terminar el compás de los últimos acordes que sobraban de la música, de manera sensual moví mis caderas con dirección al suelo contoneándose de un lado al otro y al levantarme para estar a la altura de Julián roce, sus labios con los míos invitándolos a probar algo prohibido.
Cuando la música termino ambos únicamente nos encerramos en nuestra pequeña burbuja y salimos de la pista para encaminarnos por nuestras cosas y salir de aquel ruidoso lugar. Visualicé a lo lejos a Susana y llegué a donde se encontraba bailando.
-Vendré por ustedes, no se vayan a ir. – Le grite por lo alto de la música.
Asintió con la cabeza como si de un muñequito para los autos se tratase.
Alcance a Julián en la puerta del lugar, nos tomamos de la mano y nos encaminamos a mi auto. El trayecto de la carretera era a oscuras, no sabia a donde me llevaría, pero sabía que estaba segura con él, la paz que transmitía, me hacia quererlo más. Cerré los ojos por un momento para tratar de recordar este como uno de los mejores días, pero unos ojos azules se me plantaron enfrente. Instintivamente abrí los ojos, no, no podía dejar que el recuerdo de Diamond viniera a la cabeza y estropear mi muro que apenas estaba construyendo con Julián dentro.
Un farol de luz nos recibía al aparcar el auto en lo que parecía ser un departamento pequeño, la carretera se encontraba en penumbras y solitaria.
-Ven, me gustaría mostrarte algo. – ambos bajamos del automóvil y nos acercamos a la puerta principal.
-¿Qué es? ¿Estamos en tu casa?
Se rió bajito.
-Adelante señorita Reynolds, es usted bienvenida. – Me dejo pasar primero y me mostró su humilde hogar.
-Es muy bonita, se ve acogedora, ¿Por qué hemos venido a tu casa? – Me guió por la sala.
-Me empezaba a hartar la música alta y, además, creo tú necesitas dejar de beber.
Se encaminó a lo que parecía ser una cocina, saco una jarra de agua con hielos del refrigerador y un vaso de la alacena. Me acompañó en la sala.
-Bébelo, debes de estar mejor al regresar por tus amigos.
-¿A que te has vuelto muy protector no? – Reí. El alcohol aun estaba en mi cuerpo.
Negó con la cabeza.
-Nunca te había visto en este estado Charlotte, ¿Sabes? Tengo algo que mostrarte. Espérame aquí.
Salió corriendo a un cuarto continuo que se encontraba después de la sala, lo vi meterse y escuchar cómo se abrían y cerraban algunas cajoneras. Unos minutos después él estaba conmigo de nuevo en la sala.
-¿Te tomarás el vaso de agua? – Me miro expectante ante una respuesta.
Levante el vaso, se lo mostré y de poco a poco comencé a beber el líquido.
-Mejor. – Mencionó y de sus manos me enseño una fotografía antigua. - ¿Lo recuerdas?
Mis ojos se iluminaron, como no recordar aquella foto. Mi hermano y él me estaban cargando en brazos porque yo decía ser la reina de la casa del árbol que papá había mandado a hacer para que pasáramos nuestra infancia en aquella casa y Julián como nuestro buen vecino siempre llegaba a molestarme con mi hermano en mi pequeño reino.
-Recuerdo que nuestros padres estaban juntos ese día porque se había organizado una comida en nuestra casa, mientras nosotros jugábamos ellos charlaban en la mesa de madera que mi padre había comprado semanas antes, no hacia mucho que apenas habíamos llegado a aquel lugar.
-Así es, yo también recuerdo ese día y guardé la foto porque pensé en que alguna vez los volvería a ver y compartir momentos con ustedes, siempre que miro la foto me siento en casa, con mucha paz y tranquilidad.
-Pensaba que esa foto la había perdido David, cuando nos mudamos a Canadá buscaba la foto con desesperación. – Recuerdo exacto en el momento que le grite a David por olvidar muchas cosas en la vieja casa.
-La verdad es que esta foto, se la robe a tu hermano – Pero ¿qué? ¿Cómo? - Cuando era pequeño Charlotte, tú y tu hermano eran mis mejores amigos, mi segunda familia y cuando David me avisó días antes que se tenían que mudar, decidí robarle la foto que nos habíamos hecho al inicio del verano. Me negaba perder a mi mejor amigo y a su hermana.
Mi corazón se hizo mas pequeño con esas palabras y mis lagrimas salieron a flor de piel.
-¡Oh no Charlotte! Eso ya ha pasado y mucho – Se acercó para limpiarme una lagrima que se corrió por mi mejilla. – Ahora estoy mas que feliz de que tú y yo nos volvamos a ver y hablar. ¿Sabes? – No lo interrumpí, no quería estropear el momento – En aquel entonces me encontraba enamorado de ti. Y su partida me había dolido mucho. Pero ahora que te veo después de varios años, me he dado cuenta de que todo ha cambiado. Eres mejor persona y ambos somos adultos.
No pronuncié palabra alguna ante las suyas, tal vez este era mi momento de dar vuelta a la página con lo ocurrido con James, tal vez nunca fuimos hechos uno para él otro y la vida me estaba sonriendo con una persona espectacular como Julián. Ambos solo nos quedamos mirándonos, sin decir respuesta alguna, pues no había que mas decir, que mas aclarar. Julián abrió la boca para decir algo más, pero no lo dejé ni empezar.
Me abalancé ante sus labios, lo tomé del rostro y el me abrazó por la cintura, nuestros labios se movían a un mismo ritmo, el beso era lento y ambos comprendíamos que nos necesitábamos, nuestras bocas poco a poco se fueron abriendo paso hasta que nuestras lenguas por fin se habían tocado, el beso iba en aumento de intensidad. Sin saber en que momento y como yo me encontraba en los brazos de Julián recorriendo los pequeños pasos que nos distanciaban de su recamara. Su cuarto no era espacioso, pero la cama si de gran tamaño, y contaba con todo lo necesario para vivir, era una habitación de un aprendiz.
Sin dejarnos de besar me planteo delante de su cama y nuestros labios se separaron, junto nuestras frentes y me acarició la mejilla con total delicadeza que me mordí el labio inferior por el tacto de su piel. Sus manos recorrieron mi falta de ropa y al encontrase con la falda de botones comenzaron a desabrochar uno por uno.
Mis manos buscaron su sedosa cabellera y mis labios los suyos, el beso se intensificó, yo solo necesitaba olvidarme de recuerdos que nunca debieron existir y él me necesita a mí, necesitaba su amor de la niñez.
La falda cayo estrepitosamente en el piso de madera, haciendo un ruido cuando los botones se pusieron en contacto con ella. Julián se apartó de manera brusca y sus labios dejaron de estar en los míos, sus pupilas ya no estaban dilatadas y el aire entre nosotros era distinto, ya no estaba cargado.
-No Charlotte. No, no, no, lo siento no puedo. – Unió nuestras frentes. – Se que algo esta mal contigo, lo presiento y aprovecharme de la situación no es algo de hombres. No sé exactamente qué te pasa, pero si algo llegara a pasar entre nosotros me gustaría que fuera por iniciativa propia, no así y menos en las circunstancias que estamos.
-Lo siento, lo sient...
Tenía ganas de huir de él, huir de ahí, me quería ocultar.
-No Charlotte, no te disculpes, sé que estas confundida y que ambos estamos bajo el efecto del alcohol, pero en verdad cuando estés lista, aquí estaré para ti. Seremos amigos Charlotte y para mí eso basta. – En sus ojos se notaba tanto la verdad de sus palabras que me sentía molesta conmigo misma.
Me sentí tan confundida y decepcionada de mí, había tratado de llevarme a la cama a Julián solo para olvidar al estúpido de James y hasta estaba jugando con sus sentimientos, me sentía asquerosa conmigo misma. No me reconocía.
-¿Qué te parece si descansas un rato en la cama? Y pasaremos por tus amigos en media hora, además no creo que ellos ya hayan terminado la fiesta. – Sonrió.
No me atreví a verlo a la cara, así que solo asentí, me abracé el cuerpo con mis manos, me sentía desnuda ante él.
-¡Ey, oye! – Me levantó la barbilla para verlo. – Quiero decirte que lo que ha pasado hoy entre nosotros ya se ha quedado olvidado para mí. – Me mostró la más sincera de sus sonrisas - Así que no hay ningún resentimiento. ¿Amigos de nuevo?
-Nunca dejamos de serlo ¿o sí? – Tenia miedo de escuchar la respuesta.
-Claro que no tonta.
Me envolvió en sus brazos y me beso la frente, lo abracé fuerte y me sentí muy bien protegida. Por fin alguien me valoraba después de mi familia y mis amigos. Se sentía tan bien ser amiga de Julián y ser amada por ello.
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