Capitulo 46
-Charlotte, cariño.
Voltee a ver a mi padre.
-¿Si papá?
-¿Te apetece ir a una fundación con tu madre o prefieres un día de interna en la empresa?
Lo miré confundida.
-¿A que viene esa pregunta? Estamos comiendo.
-Hemos pensado tu madre y yo que es bueno cambiar el itinerario por el día de hoy.
-¿Es por mis salidas que no aviso con anterioridad? Les juro que hoy no saldré. – Mencioné metiendo un trozo de carne a mi boca.
-No cariño, en verdad es por otra cuestión. – Mi madre interfirió.
-¿Cuál es el objetivo?
-Como sabrás....
-Ella, no deberíamos. – Papá la interrumpió.
-Louis, es mejor decirle la verdad a Charlotte.
-¿Qué, que verdad? – Los miré a ambos.
-Como decía. – Mamá continúo hablando. – Tu papá te ha mencionado que la abuela ha pedido que regreses para conservar tu titulo y ambos creemos que no estás lista para regresar. – Inhalo. – Y es por eso que queremos saber entre las dos opciones cual decides, si en una te desarrollas mejor que la otra, podremos saber que estas hecha para algo.
-¿Y si me niego? ¿Y si ninguna de las dos opciones acepto?
Ambos se miraron sorprendidos ante mi respuesta.
-Pequeña, no pasa nada, respetaremos lo que quieras hacer, solo queremos saber que no lo tomas como algo precipitado. – Papá tomo la mano de mamá.
Al verlos a ambos preocupados por un segundo, mi corazón decidió ceder.
-Bien. – Hablé. – Creo que lo que me apetece ahora mismo es terminar de comer. Y después tal vez ir a una fundación de mamá.
Ambos mostraban alivio.
-No lo discutiremos.
-Y como tendré una tarde larga, me gustaría ir a la empresa de papá. – Di por finalizada mi parte del trato.
-Siempre estarán las puertas abiertas para ti, cielo.
Sonreí. No podía estar más feliz en estos momentos, iba a hacer una buena caridad para ayudar a mis padres y además ellos confían en mi completamente como para no defraudarlos. Terminé mi comida, subí a mi habitación, me cambié rápidamente la ropa cómoda de casa, por unos pantalones de tela en color vino capri, una blusa blanca con mangas de encaje y unos tenis del mismo color, acompañados de un bolso con correa y un moño con el cabello. Un outfit de primavera.
Al bajar y dar marcha al plan que tenían mis padres, mi madre también se había cambiado por uno de sus típicos vestidos de participación social, algo casual y elegante a la vez. Esta vez, papá no nos acompañaría, sino que el chófer sería el encargado de llevarnos y traernos salvas y sanas.
Durante el trayecto a la fundación "Salvemos vidas, salvemos niños" me percataba que el camino no era el habitual, no nos encontrábamos en el centro de la ciudad, sino que más bien nos dirigíamos a un lugar fuera de la ciudad, lugar al que muy poco conocía, el paisaje se volvía desierto de población, pero muchísima flora lo habitaba, el camino se inundaba de enormes cedros y arboles de frondosos troncos, maravillándome con cada kilometro que el auto pasaba.
Cuando las llantas se comenzaban a detener, me di cuenta de que un poblado con casas estructuradas tipo Alemania, se hacían presentes, todo parecía ser armónico, al llegar habíamos tardado treinta minutos, pero la verdad que valía la pena era un nuevo lugar para mí lleno de flora que me dejaban asombrada.
-Estamos en Richmod, una ciudad pequeña, pero con buen sustento económico, no tanto como la nuestra, pero con muy buena gente.
-¿Por qué me has traído hasta aquí mamá? – Pregunté mirando a través del cristal como niña pequeña.
-Porque aquí está la fundación y además casi nadie sabe que esta ligada a la familia Reynolds.
-¿Pero es tuya cierto? – Esta vez si la mire a los ojos.
-Claro que si cielo, solo que no podemos andar divulgando lo que tenemos a nuestro cargo, ven ya hemos llegado.
El auto se estacionó enfrente de lo que parecía ser una casa grande con gran territorio verdoso. Al bajar de nuestro auto, mamá me tomo de la mano y me guio por la puerta principal.
Lo primero que visualicé fue un pasillo amplio que no solo daba puertas a ambos lados, sino que te dirigía a lo que parecía ser el final del territorio con toda su área verde. Cada puerta dirigía a una habitación distinta, las dos primeras puertas de lados contrarios correspondían a las oficinas generales del lugar, las segundas estaban diseñadas con sillones amplios y mesas amplias donde diez personas se pudiesen sentar a conversar. La tercera puerta del lado izquierdo estaba asignada para niños pequeños de entre tres a siete años. La puerta derecha se relacionaba a una cafetería o lugar de desayuno para personas que apenas estuvieran ingresando.
La puerta continua al de los niños pequeños se encontraban los niños de ocho a trece años, ubicados en lugares distintos, los mayores en la parte de atrás y menores en la parte de enfrente. La ultima puerta del lado izquierdo solo se encontraba un grupo pequeño de jóvenes, aproximadamente de quince a dieciocho años, en sus rostros se mostraba el desinterés, pero estaban bien portados.
Cuarta puerta del lado derecho estaba estructurada como un área especifico para padres de los menores o todo aquel adulto que necesitara ayuda. Quinta puerta, se relacionaba únicamente a un gran comedor, era cocina y comedor a la vez, mesas largas con bancas de la misma longitud lo acompañaban y una cocina totalmente equipada se veía a lo lejos.
Mis ojos no daban crédito a lo que se les presentaba, por fuera parecía ser un lugar pequeño pero al mirar detrás de cada ventada de cada habitación te dabas cuenta que era mas grande de lo que suponía.
-¿Te gustaría conocer la parte de atrás?
-¿Has montado tú sola todo esto?
-Bueno, la verdad es que he pedido ayuda, pero la idea ha sido completamente mía.
-¿Exactamente cuál es el propósito de la fundación?
Mi madre me guio por el largo pasillo para platicar.
-Ayudamos a personas que piensan que no tienen una salida a sus problemas, les hacemos ver que todo en esta vida es bueno, no recaudamos gente, ellos solos vienen y mucho menos nos hacemos responsables de ellos, no somos una casa hogar, solo los apoyamos.
>> Como te podrás dar cuenta las dos primeras puertas solo están enfocadas a la administración en general, las que les siguen son el área de las entrevistas, y el apoyo psicológico, por eso tenemos dos salas casi iguales. Y las demás como observaste tienen una función especial. Cada persona que trabaja aquí lo hace porque le gusta, claro se les paga, pero su único trabajo es ayudarlos en lo que tengan conflictos, no pueden recomendar y mucho menos hacer que alguien cambie, va contra nuestras normas.
-Las personas que llegan aquí ¿quiénes son?
-Algunos vecinos otros, personas de ciudades vecinas e incluso inmigrantes.
-¿Dónde se quedan los que no tienen un hogar?
-Aquí cerca, en la misma ciudad hay un refugio para esas personas, se les brinda comida, techo y servicios básicos, no pagan, solo deben demostrar que hacen cosas buenas para merecer estar ahí.
-He visto muchos niños, pero no tantos padres.
-Algunos niños se quedan aquí mientras sus padres trabajan.
-¿Son algo como guardería temporal?
-No, antes de que quieran ingresar, los padres o tutores deben verificar que el niño, adolescente asiste a una institución educativa y que el responsable tiene un trabajo legal.
-¿Qué ofrecen?
-Estabilidad emocional, nuevos conocimientos, responsabilidad social, armonía, educación en los pequeños, trabajo corporativo y ser ejemplares para los demás.
-¿Por qué se llama "Salvemos vidas, salvemos niños"?
-Porque los niños son el futuro del mañana y además porque si tenemos pilares sustentables como los adultos o los ancianos demuestran que no es tarde para corregir.
-¿Es un tipo de fundación que ayuda a personas con problemas de drogadicción, alcoholismo u otra cosa?
-No, no es nuestro objetivo principal y no hemos sido creado para eso, solo nos enfocamos en personas que quieren salir adelante, personas que llegan a nosotros por su propia cuenta.
-¿Por qué no ayudan a ese tipo de personas?
-No es que no las ayudemos, si alguien se nos acerca y nos dice que quiere cambiar le pedimos que haga una introspección y si en verdad quiere de nuestra ayuda debe buscar el camino correcto, después de verificar que en verdad va a tratamiento o ha evitado las adicciones se le atiende, mientras no. Son personas que si les pones atención desde el inicio debes de tratarlas diferentes y es un proceso más largo a veces solo inviertes en una persona que no se salva del todo y el proceso que invertiste no sirvió. No se trata de no querer hacerlo, sino mas bien es guiarlos a que hagan lo correcto.
-Es algo como el Coaching. – Me quedé pensando.
-Veo que has aprendido de tu padre.
-¿Hace cuanto tiempo iniciaron?
-Cinco años aproximadamente, no ha sido fácil, pero nos han aceptado bien.
De pronto una señora mas joven que mi madre se nos acercó y la saludo como si conocieran de toda una vida.
-Estela, ella es mi hija Charlotte. – Le mencionó a la señora. -Charlotte, ella es Estela, una de las administradoras del lugar.
Estrechamos manos.
-Encantada Estela. – Pronuncie.
-Charlotte, aquí siempre eres la sonrisa de tu madre, Ella, has creado una hija maravillosa, los cumplidos por parte de tu madre jovencita se han quedado cortos con tu presencia.
-Gracias. – Dije apenada.
-Ella necesito que revisemos algunos papeles, he aprovechado al verte. – Se centró en mi madre.
-Charlotte, ¿Por qué no exploras un poco más del lugar?
-Claro, te veo aquí mismo.
Mamá se despidió con la mano y caminó pasillo dentro del lugar. Mientras que yo miraba a mi alrededor, por primera vez desde que había llegado el jardín me pareció espectacular o mejor dicho el bosque que se ocultaba al fondo era lo mejor, varias mesas de jardín y sus respectivas sombrillas para cubrirse del sol estaban posicionadas al inicio del gran pasto verde, un amplio espacio del césped estaba cortado a la perfección para que los niños corrieran y jugaran al futbol si se les apetecería, al fondo los grandes arbustos de roble se encargaban de tres casas sencillas de árbol. Todo lo que un niño pudiese pedir, lo tenia aquella parte trasera, el espacio para distraerse, jugar era simplemente espectacular.
Me detuve en una de las bancas pegadas a la pared de la estructura del lugar y observé desde lejos como se veía todo, me senté y algo muy dentro de mí me decía que las cosas que hacía mi mamá debían ser adoradas como ella lo hacía.
-¿Eres nueva por aquí?
-¿Qué? – Voltee a ver a una niña de cabello castaño con dos coletas.
-Que si eres nueva aquí.
-Oh no, no. Solo he venido de visita. ¿No deberías estar en clase pequeña?
-Si, pero te he visto a través de mi ventada, a demás he pasado al baño. ¿Ya conoces a la señora Elis?
-¿Elis? – La miré confundida.
-Si, te he visto llegar con ella.
-Oh, si, la conozco. La he encontrado en los pasillos.
La niña sin inmutarse por mi presencia se sentó a mi lado en la banca.
-¿Has venido sola?
-No, he venido con la señora Elis me temo.
-¿Te ha dado chocolate?
La miré extrañada.
-No, solo me ha traído.
-La señora Elis nos regala chocolates, la mayoría de nuestros postres son de chocolate.
-¿Por qué le llamas señora Elis? – La duda me comía viva.
-Porque así la conocemos todos, a veces le digo mamá, ¿Te lo puedes creer? – Comenzó a reír y apretarse la pequeña barriga.
-¿Cuántos años tienes?
-Cinco, cumpliré seis dentro de dos semanas. ¿Puedes creer que ya se me han caído dos dientes? Mi mamá dice que pronto me crecerán, pero odio tener espacios vacíos, mis amigos dicen que parezco serpiente si asomo la lengua.
Me enseño su pequeña dentadura donde los dos dientes de arriba le hacían falta y su lengua se podía asomar fácilmente. Comencé a reír.
-Katie, Katie. – Parecía que alguien la buscaba de adentro.
-No digas nada, no salgas, según la señorita Parker solo he ido al baño.
Hice una seña de que no hablaría. La niña se bajo del banco donde estaba sentada y se adentró de donde provenía la voz.
-Katie. – La señorita Parker volvió a llamarla.
-Voy, solo he salido a tomar aire, señorita, se me ha revuelto el estomago un poco, creo que mucho chocolate hace daño.
-¡Oh Katie! ¿Cuándo entenderás?
Las voces se alejaron y parecía que me encontraba de nuevo sola admirando aquel paisaje tan hermoso.
Al pasar diez minutos un bullicio de voces se acercaba a la parte trasera, sin inmutarme esperé a que todos hicieran como si tuviera invadiendo su espacio privado. Sin darme tiempo a reaccionar, un grupo de niños de todas las edades estaban enfrente de mí observándome como si de un marciano se tratase.
-¿Quién eres tú? – Un niño rubio preguntó.
-He venido de visita.
-¿Nos vas a cuidar? – Otro niño preguntó.
-¿Qué? No, no, solo he venido a ver el lugar.
-¿Cuántos años tienes? – Una niña con trenzas habló.
-Veintidós.
-¿Tienes hijos? – Un joven era el que llevaba la palabra ahora.
-No, después tal vez, bueno creo que sí. – Todos me miraron asombrados. – Tengo un perro que es como mi hijo se llama Siller, es muy bonito.
-¿Tienes más mascotas? – Los niños volvían con sus preguntas.
-No, solo a Siller.
-¿Por qué no lo has traído?
-Vale niños, ya ha sido mucho de preguntas para nuestra nueva amiga, ¿No creen? Vayan a divertirse, el tiempo corre.
Como si se tratase de un sistema programado los niños se adueñaron de todo el jardín.
-Tranquila, creo que necesitabas una ayuda. Soy Natalie, por si sirve de algo.
Estrechamos manos.
-Un gusto Natalie, soy Charlotte.
-¿Charlotte? ¿En verdad Charlotte?
-Si pienso lo mismo que tú, creo que sí. – La miré confundida.
-¿La hija de Elis verdad?
-Si la misma.
-Nos ha hablado mucho de ti que pensé que solo te imaginábamos.
-Bueno aquí estoy. – Me encogí de hombros.
-¿Qué te ha traído por aquí? Mi madre me ha pedido que la acompañe.
-¿Has conocido las instalaciones, la fundación?
-Si, lo he hecho. He tenido tiempo suficiente.
-Pues, bienvenida. – Me brindó una sonrisa sincera. – Lamento tener que dejarte, pero me toca supervisar a los niños en las casas del árbol.
-Si no te preocupes, puedo sola. – Le brindé una sonrisa de agradecimiento.
Katie, la niña que momentos antes había sostenido plática se volvió a situar en el banco conmigo.
-Hola de nuevo.
-Hola. – Contesté.
-¿Alguna vez has jugado futbol?
-No soy buena, pero hago el intento.
-¿Jugamos? Puedo enseñarte.
-Claro.
Sin pensarlo dos veces me pare de mi cómodo lugar, Katie fue en busca de una pelota y en medio del gran pasto nos hicimos un espacio entre las dos para patear el balo o por lo menos hacer mi intento. Entre pasadas de balón mas amigos de Katie se nos acercaban para preguntar si podían jugar, amistosamente les contestábamos que sí y dentro de poco estábamos formados en dos equipos, la mayoría eran varones, pero Katie y yo junto con otros niños demostrábamos que podíamos ganarles.
Corría de un lado a otro por el pase de un balón, cada vez que alguien de nuestro equipo apuntaba un gol, lo celebrábamos chocando los cinco y gritando, y cuando el equipo contrario se apuntaba un punto también celebraban. En medio de la euforia de los equipos mi tiempo pasó volando, corría de un lugar al otro, me reía con ellos y por un momento mi vida solo se enfocaba en la felicidad de los demás.
Su tiempo libre había acabado y el mío de jugar con ellos igual, con cada uno de los niños chocamos los cinco a modo de saludo acompañados de unas palabras motivacionales de que lo habían hecho muy bien. De nuevo me quedaba sola en la parte trasera en cuestión de minutos.
-¿Te has divertido no?
-¿Me has visto jugar? Son muy rápidos no se cansan.
-Si Charlotte y por lo visto, lo has llevado bien mientras no estaba.
-Me ha gustado mamá.
-Me alegro mucho, hija, pero creo que es hora de que vayas con tu papá.
-¿Mi hora en el corporativo ha llegado?
-Me parece que sí, Raúl nos llevará.
-¿No te quedarás más tiempo aquí? Si es por mí no hay problema, sé como llegar y como son las cosas con papá.
-No cielo, no me afecta, además he terminado mis asuntos aquí, vamos te llevaré con tu padre. – Me beso la coronilla.
Y así como habíamos tardado treinta minutos en llegar a la fundación, fue lo mismo al regresar a la ciudad y unos minutos demás al estar en la empresa de papá. Bajé del auto, me despedí de mi madre, ay que ella iba a casa a revisar unos papeles de la nueva fundación, mientras papá y yo teníamos nuestro tiempo juntos.
Toque la puerta tres veces.
-Adelante. – Papá me esperaba dentro de su oficina.
-Hola papi. – Me adentré en la oficina y cerré la puerta.
-Hola cielo. – Se levanto de su asiento y recorrió la estancia para abrazarme. -¿Lista para saber si esto es para ti?
-Más que lista papá, ¿Tú estas listo para perder tu posición?
Una risa ronca salió de su garganta.
-Tenemos que saber si eso será así.
En una mesa redonda que se encontraba al lado izquierdo del escritorio de mi padre con seis sillas no pusimos manos a las obras a resolver contratos con otras empresas internacionales, revisar las ultimas cunetas contables de la empresa y fijar que todo lo programado para las próximas fechas quedase exactamente realizadas como al principio.
-Papá, ¿No es mejor invertir solo cincuenta mil dólares en la industria manufacturera? Yo creo que por el objetivo de la empresa seria muy probable arriesgarnos a esa cantidad sabiendo que no somos expertos en el tema, si nos va bien a la primera el precio de inversión puede subir, ¿No lo crees? – Pronuncié al leer el contrato en mis manos.
-Tienes razón, no lo había visto de ese modo, somos una empresa enfocada en el desarrollo tecnológico, solo invertimos en productos tecnológicos que pueden ayudar a naciones tercer mundistas. – Papá me miro pensativo.
-Si lo vemos por un lado financiero, no creo que sea mala idea invertir en un campo desconocido para ustedes, pero creo que el monto debería de ser menos, ¿En verdad empresa manufacturera de alimentos? La idea no está mal, solo que el enfoque es el incorrecto.
-Lo que en sí queremos lograr es que la empresa nos pertenezca, pero se han negado a venderse y con esa cantidad podríamos ser el 80% accionista. La mayor parte de ganancias serían para nosotros, y ellos seguirían portando su marca.
-Aun así, papá, creo que es muy arriesgado, porque con exactitud no tienen las ganancias y perdidas de la empresa en gráficas, anuales y mensuales. – Busqué dentro de la carpeta lo que había mencionado por si me equivocaba.
Mi padre dejó lo que estaba revisando y hecho un vistazo a lo que le decía.
-Espera, creo que esto debemos resolverlo ahora mismo. – Me arrebato la carpeta de las manos.
-Como veas, pero también ¿has notado este pequeño problema con una de las grandes empresas de Japón? Creo que es por eso que los han rechazo miles de veces, pude leer el rechazado en cada contrato editado. ¿En verdad piensan dejar que una empresa japonesa los haga socios con quitarles el nombre y cambiarlo? Papá los japoneses nunca harán caso a una empresa americana y menos canadiense.
-Los demás ejecutivos y yo pensamos que con el monto de la inversión aceptarían, ¿Qué nos recomiendas? – Se arregló las gafas.
-Según mis clases de economía, el monto es una jugosa cantidad que nadie debe de rechazar, pero si cambiamos algunas clausulas estaría mejor. Primero, ¿Por qué no apostamos por el 25% de las acciones? Así los japoneses tendrán en cuenta que no queremos invadirlos, solo tener una parte de ellos, ¿Por qué no cambiar el tiempo del contrato? Que tal si en vez de ser para toda la vida, no apostamos por cinco años, por lo que he leído de esas empresas cuando tienen un socio es por un mínimo de tiempo hasta que recuperan su inversión.
>>¿Obtener su nombre con nuestra firma? Opino que es mejor incluir un diminutivo en todas las hojas a partir de ahora, ósea ser las pequeñas letras que nadie lee, así ellos sabrán que mientras mayor sea nuestra inversión menos nuestro interés en adueñarnos por completo, solo socios de dinero.
-No lo había pensado de esa manera Charlotte, creo que es momento de llamar a una junta directiva. Papá se levantó de su asiento y levantó el teléfono fijo que tenía en su escritorio. – Josephine. Necesito que el abogado este en mi oficina ahora junto con el de finanzas, ¿Podrías comunicárselos? ... Bien, gracias. – Colgó. – Tendremos una buena charla por delante.
En menos de cinco minutos las personas que había llamado mi padre estaban en la mesa con nosotros debatiendo las correcciones y percatándose que también habían girado en una dirección incorrecta que se podría solucionar de una manera o otra.
Al terminar la junta con dos personas adicionales en el despacho de papá, regresamos juntos a casa, dado por terminado mi día laboral. Sin pensarlo me sentía cansada de cuerpo y cerebro creo que había trabajado muchísimo más que cualquier otro día en el instituto y en lo deportivo.
En la sala, los tres nos enfrascamos de mi dura tarde con ambos, lo muy bien que me había ganado la confianza de las personas de la fundación y como había ayudado a papá en inversiones que él consideraba importante, aunque yo creía que otras en verdad eran importantes, cada uno me felicitaba por lo bien que había asumido mis papeles en roles diferentes. Me sentía tan feliz con ambos por haberlos ayudado y conmigo misma por ser lo suficiente capaz de aceptar retos. Celebramos con copas de Champagne.
La pantalla de mi celular se ilumino
-¿Susana? – Contesté.
-¿Estas lista para esta noche?
-¿Qué tenemos esta noche? – Miré a mis padres con la ceja arcada.
-Cariño es la fiesta de Lucia y no debemos ¡perdérnosla! – fruncí el cejo.
-¿Yo que tengo que ver en eso?
-¡Tenemos que ir! Sebastián me acaba de confirmar y es claro que los tres debemos de estar.
-No iré. No somos buenas amigas.
-¡Por favor Charlotte, los tres debemos de estar!
-Solo una hora y ya.
-Es más que suficiente, te amo, te amo, te amo, te amo. ¡Nos vemos en la noche chiquita! – Lanzo un beso y ambas colgamos.
-¿Pasa algo? – Mi papá con su copa de Champagne preguntó.
-Papa, mama, ¿Podre asistir a una fiesta de una compañera? Sebastián y Susana irán.
-¿No acabas de decir que no son amigas? – Papá menciono.
-Algo así – especulé por un momento – Solo que Susana me ha pedido que me encuentre con ellos y la verdad que tú siempre me dices que socialice, mejor. – Le sonreí.
-Vaya señorita, ahora utiliza mis palabras como excusas. - Le mostré mi dentadura. – Adelante tienes mi permiso, solo no llegues tarde. Te lo mereces.
-Sin lugar a dudas papa.
Me despedí de ambos con besos en la mejilla y subí a mi habitación.
Susana se mostraba incesante con sus mensajes para no cancelar en el momento como lo hacía a veces; era claro que iría a la fiesta, esta vez me sentía con ánimos.
Al pasar por la puerta principal de aquella casa de dos plantas con sofisticados muebles, pinturas de arte y una estructura rigurosa de siglo XXI, mis acompañantes y yo nos dimos cuenta de que sería una fiesta que acabaría con todo lo bonito del lugar.
En la parte trasera de la casa con un amplio patio y una piscina de buen tamaño, se encontraba la multitud, miles de jóvenes bailaban y bebían de acorde a su estado de embriaguez, para la hora en que habíamos llegado, la fiesta ya había comenzado.
-Vaya, vaya, pero miren quienes han llegado. – La anfitriona nos recibió con una copa en su mano. – Adelante, sean bienvenidos, aquí hay espacios para todos y también para ninguno.
¿Qué hacía yo aquí si ambas nos odiábamos?
-Muy amable Lucia, pero solo hemos venido por el alcohol gratis y para tener algo importante de que reírnos – Susana y ella se enfrentaron con miradas – Adelante chicos, la barra es nuestra.
A rastras Susana nos sacó de aquella situación incómoda y pedimos tres tragos de vodka con quien fuese que se encargaba de dar bebidas, no podía ser un barman profesional, ya que vestía ropa cómoda.
-¿Así que solo venimos por tragos? – Pregunte.
-Claro que no Charlotte, puede ser que más adentrada la noche la fiesta sea buena y tengamos algo de que reírnos.
-¿A que venimos exactamente?
-A Susana le gusta alguien que está aquí, nos ha traído a nosotros dos para que ella pueda ligárselo y ninguno de los dos quede solo. – Sebastián tomo de su trago.
-Traidor.
Asimilaba la respuesta mientras que ellos se envolvían en una conversación de pros y contras al traerme aquí.
-¿He sido carnada? – Pregunté confundida.
-Ve el lado bueno Charlotte, Sebastián y tú se quedarán juntos en la fiesta.
-Anda, vete ya, el tipo acaba de llegar, Charlotte y yo nos las arreglamos.
Susana sin despedirse o dar alguna otra explicación solo se marchó al extremo contrario y animadamente hablaba con un chico.
-¿Entonces ya me puedo ir? – Me dirigí hacia Sebastián.
-Nada de eso señorita – Pidió una botella llena de alcohol. – Usted y yo nos la pasaremos bomba.
Tomo mi brazo y me arrastro consigo a un grupo de personas que él conocía.
-¡Vamos Charlotte! – Todos gritaban al unísono mi nombre al aventar la última bolita de pin pon en el vaso del equipo contrario.
Uno, dos, tres. El bullicio se hizo escuchar. Por quinta vez había dado en el blanco.
-Me la pagaras. – Era el turno de Sebastián.
El último vaso era mío. ¡Diablos! Maldito gay, acertó, en su última oportunidad había acertado.
Sin gesto alguno bebí el contenido del vaso con un solo trago. Sonreí, era una chica que aceptaba retos.
Dentro del bullicio, la música y los altos niveles de alcohol, mi cuerpo tenia vida propia, los asistentes bailaban, otros se besaban en cada rincón, las habitaciones se hundían en gemidos y uno que otro novato terminaba vomitando en cualquier parte.
Busque a Sebastián con la mirada y al parecer lo había perdido, me encontraba sola en medio del patio trasero sin alguien a quien conociese. Me dirigí a donde servían las bebidas y tomé asiento enfrente de la pequeña barra.
-¿Se le ofrece algo? – El tipo era el mismo que nos sirvió los primeros vasos de vodka.
-Creo que he perdido a mis amigos. Y el alcohol empieza a hacer efecto. – Mi cabeza daba vueltas.
-¿Qué haces aquí si no conoces a nadie?
-Necesitaba despejarme, dime, ¿Qué te ha traído aquí a servir bebidas y no disfrutar?
-¿Quién dice que no disfruto? Si lo hago, mi prima es Lucia y solo me ha pagado con esto; además saber lo que pasa en la fiesta como espectador me gusta.
-Así que lo tomas como un trabajo en familia.
-Mis tíos llegan mañana a primera hora y solo espero ver la reacción de ellos al saber que su casa fue un club privado.
Ambos reímos.
-¿Por qué no hablamos de ambos? - Insistió.
-Mi vida es tan aburrida, soy chica de biblioteca.
-Vaya, eres una joven ingenua.
-Alto ahí caballero – Reí – no soy tan cerrada, si eso piensas.
-¿Ah no?
Hipé.
-Creo que el alcohol hace efecto, estoy de lengua suelta.
-Creo que eres interesante. – Su mirada pasaba de mí.
-Soy común, lo he dicho. ¿Qué hay de ti?
-Soy común. – Contesto sin dar importancia.
-Oh si claro chico. Y yo aquí espantándote a tus ligues.
-¿Qué? – Su cara de confusión lo delato.
-Anda vete con aquella chica de falda roja, te he visto, la comes con la mirada, ve que yo aquí sola me hundo en alcohol.
Río.
-Un gusto damisela.
Otra vez, estaba ahí sola con un montón de universitarios alcohólicos.
¿Qué puede hacer una chica que está sola en una fiesta de alcohólicos? Robe una botella de wiski, tome asiento en mi cómodo lugar y sin pensarlo dos veces llame un taxi.
Necesitaba aclarar mis ideas, necesita ser valiente y decirle a alguien que me gustaba, necesitaba ser otra versión de mí.
El taxista era muy amable, compartió chistes sin sentido y yo como buena cliente borracha reía sin comprender de lo que hablábamos, decía cosas fuera de lo común, hasta me solté a llorar al contarle que mi hermano se iba a casar, pero sonreí al decirle que iba a ver al amor de vida. La cabeza me daba vueltas, pero aun podía mantenerme en pie.
Baje del taxi, le indique al de seguridad del edificio cual era el apartamento al que me dirigía, me quito de las manos la botella de wiski ya vacía y aun así me dejo pasar.
Reía al recordar lo que Diamond y yo habíamos pasado en ese departamento, los besos que alguna vez me había proporcionado, y las caricias que nos llevaron al paraíso.
Toque tres veces, nadie respondió del otro lado de la habitación. Intente rodar el pomo y este accedió al dejarme pasar.
En el umbral de la puerta el alcohol que contenía mi cuerpo se había desvanecido. Me quede de pie sin hacer un ruido alguno, sin poder darme la vuelta para no mirar más, sin poder jodidamente correr. Mis ilusiones de darle una sorpresa se habían aplastados, la sorpresa me la había llevado yo.
Diamond, estaba de espaldas a mí y una perfecta mujer de categoría modelo desnuda estaba encima de su cuerpo.
Ambos ahí, de pie ante el inmenso salón se estaban besando, ella desnuda al completo abrazándolo por el cuello y el solo con los pantalones y zapatos, las manos en la pequeña cintura de la mujer, recibiendo afectuosamente el beso que se daban con pasión.
La única que sobraba en esa situación era yo. No me di tiempo de asimilar la imagen que se mostraba ante mis ojos, salí del apartamento azotando la puerta y entrando corriendo al elevador.
Maldita sea, oprimía el botón de bajar y las puertas no se cerraban.
-¡Mierda, mierda! Por favor ciérrate. – Gritaba para que mis plegarias fueran escuchadas.
-¡Charlotte! – Su rostro era de sorpresa. - ¡Charlotte! – Gritó más fuerte que las paredes temblaron.
-¡Por favor, por favor! – Suplicaba una vez más para que él no me alcanzara.
Por fin mis plegarias habían sido escuchadas, laspuertas del elevador se cerraron. Y mis lagrimas salieron a brote.
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