Capitulo 42
-Charlotte, arriba cariño.
-No mamá, hoy no voy a la escuela. – Murmuré.
Su voz ronca sonó por la habitación.
-No soy tu madre mi vida, pero si quieres te puedo quitar de la cama en mi brazos. Además, tu cuerpo es digno de que lo pinten. – Me recorrió la espalda con su índice.
Al sentir un cosquilleo, levante mi cara de la almohada.
-James, es muy temprano, mira, apenas sale el sol.
-Cielo, ya es tarde, ya deberíamos de estar llegando a nuestro destino vacacional.
-James es solo un día, hoy podemos quedarnos en casa y en la cama. – Le sonreí de manera coqueta.
-¡Oh cielo! No sabes que tentadora está tu oferta, pero no, ya tenemos planes desde ayer y no debemos desaprovecharlos, así que arriba o te llevo así desnuda al estacionamiento.
Al escuchar la palabra "desnuda" me di cuenta que en realidad si lo estaba, ambos estábamos desnudos para ser precisos y la sabana ya solo me cubría la parte baja de la espalda.
Por inercia tome la sabana y me cubrí hasta la barbilla.
-Cariño, te he visto desnuda varias veces y esta no será la primera vez, así que levanta tu culo redondito y ponte en marcha. – Me dio un palmazo y se fue directo al closet.
Tome el tiempo necesario para admirar la belleza de hombre que me había tocado.
-¿Tienes buena vista?
-Sin duda la mejor. – Me mordí el labio.
-Si sigues de acosadora, tendré que encerrarte. – Se colocó su bóxer de la noche anterior.
-No me importa si el policía eres tú.
¿Acaso hoy me habían dado una pastilla de ánimo sexual?
-Vaya que hoy tenemos lengua viperina – Introdujo sus brazos en una camisa blanca.
-¿Por qué no te duchas hoy conmigo? – Pronuncie con la voz más dulce. – Debemos ir limpios a nuestro lugar vacacional.
-¿Es tu forma de retenerme en esta casa? – Me miro a la cara.
-No, es mi forma de pedirte que te duches conmigo.
-Está bien.
Sin apego ninguno a su ropa, se deshizo de ella, rápidamente el bóxer y la camisa quedaron en el suelo y sus fornidos brazos cargaron mi diminutivo cuerpo. Giro la llave de nuestra ducha y me dejo en el piso de azulejos. Nos sumergimos en la lluvia artificial de una espaciosa regadera y como buen hombre comenzó a enjabonarme la cabeza.
-Mmmm, huele deliciosos, ¿De dónde es el shampo?
-Laura lo ha traído de su lugar natal. Villa rica de España, es completamente natural, no suelo ocuparlo por su aroma, pero se ve que a ti te sienta bien.
-Me ha encantado.
Cerré por un momento los ojos mientras él me masajeaba mi cuero cabelludo y me enjuagaba. Al abrir mis ojos y vernos a ambos compartiendo una de las cosas más normales de cada uno, me dí cuenta que en verdad me estaba encariñando más de la cuenta.
-¿Te puedo decir algo?
-Me puedes decir lo que quieras.
-Te vez como un hombre completamente sexy.
-Charlotte esto es solo una ducha recuérdalo.
-¿Qué te parece si te prometo lo que quieras y hoy solo me satisfaces? Por lo menos ahorita.
-No cielo, vamos anda, date la vuelta para que te enjabone el cuerpo.
-No lo hare. Yo digo que mejor dejemos nuestros cuerpos dejarse llevar.
-Nada de dejarse llevar.
-Yo que sé que me deseas. – Comencé a acariciarlo por los hombros. – Tu cuerpo esta tenso.
-Charlotte, es porque quiero terminar de enjabonarte.
-Mentiras. – Canturrie con voz sexi. – Tu y yo sabemos que me deseas aquí y ahora. – Deslice mis manos por su torso bien trabajado.
-Charlotte, no continúes.
Como adolescente, al posicionar mis manos en su pelvis, su erección se hizo palpable, en dos segundos se mostraba atento a nuestra interacción. Con movimientos lentos mi mano derecha recorrió su pene de extremo a extremo. Su respiración se intensifico y daba bocanadas de aire grandes. Me acerque más a su cuerpo.
-Charlotte, por última vez te lo digo, vas a retrasar nuestros planes.
-James, tu amigo y yo si queremos jugar. – Cerró sus ojos y una sonrisa divertida se iluminó en su rostro.
-Me voy a seguir negando rotundamente ya lo sabes.
-Bien si así lo deseas, yo tengo amigas con quienes me puedo divertir. – Abrió los ojos como platos.
Me separe de él, lo suficiente como para que pidiese ver mis movimientos y de poco en poco mis manos comenzaron a cobrar vida propia, me masajeaba cada parte de mi cuerpo, mis manos de igual manera con el fueron recorriendo cada parte, estruje mis pechos e hice a mis pezones endurecerse con un pellizco. Un gemido se coló por mis labios. Y mis manos siguieron su camino. Al llegar a mi pelvis me tome un poco más de tiempo, necesitaba que él reaccionara. Aún no era tan valiente para masturbarme yo sola.
Al posicionar un dedo en mi zona vaginal, me tomo por sorpresa y me pego a la pared contraria. Mi espalda tocando el frio azulejo de la regadera y él mirándome con ojos de deseos.
-Vaya que lo has conseguido señorita. Aun no podía que tu sola disfrutaras del placer que puedo darte.
Nos besamos con intensidad y mis pies dejaron de tocar el suelo.
Sin un beso de advertencia o una mirada que pidiese permiso para fundirse en mi interior, una penetración me hizo gritar de placer. Durante nuestro viaje pasional se volvía más salvaje con cada embestida, me estrujaba los pechos, lamia los pezones y me brindaba besos de la clavícula a mis labios. Estaba en la cima de algo extraordinario.
Después de una hora en nuestra ducha prolongada por fin ambos pudimos salir sin la tención sexual entre ambos y oliendo a jabón de cítricos. Al entrar de nuevo en la habitación y él buscando ropa limpia de los cajones me di cuenta de algo.
-James, no tengo ropa aquí. – Me quede con la boca abierta.
-Tranquila preciosa, no la utilizaremos.
-No James, no has entendido, no tengo ropa para cambiarme aquí.
Se movió a un lado y dejo abierto una cajonera para mí.
-Aquí está tu ultima muda de ropa, si quieres puedes usarla o irte en toalla de baño por mí no hay problema.
-¡Ay sí que chistoso! – Le hice una mueca con los labios y me dispuse a cambiarme con la ropa que había dejado mojada en su habitación la vez pasada.
Me acomode las bragas, el sostén, la falda circular negra y la blusa blanca con mangas tres cuartos. Gracias al cielo que mis zapatos siempre podían combinar con todo.
-¿Qué haces ahí parado observándome? – Aun solo James se encontraba con los boxes puestos.
-Lo increíblemente guapa que te vez.
-¡Vamos, anda hombre! Que ya es tarde a donde me quieres llevar.
-¡Oh vaya! Ahora si le importa el tiempo a la señorita.
Le regale un beso pequeño en los labios.
-Te espero abajo, no tardes.
Después de cinco minutos ya nos encontrábamos encaminados a nuestro destino final. El me llevaba por la autopista que daba fin al puerto de una playa vacacional.
-¿Aquí es donde nos quedaremos?
-No cielo, hemos venido a comprar algo de ropa y a dejarlo en el hotel, toda nuestra tarde será en la playa. No era el plan inicial pero al ver los contratiempos es mejor improvisar. Anda vamos.
-James no traigo dinero en efectivo.
-No pasa nada, mi tarjeta está a tu disposición.
-¡Oh no! Eso sí que no, estoy bien con lo que traigo.
-No iniciaré de nuevo Charlotte, demás me has dicho que si te cogía en la ducha, harías lo que fuera el resto de la tarde, así que te hace falta cumplir.
A regañadientes me baje de su auto y entramos juntos en la boutique de ropa para dama.
-Bienvenidos sean señores, ¿Están buscando algo especial?
Lo miré a los ojos, ni siquiera sabía que quería yo.
-La dama, aquí buscara unos bikinis y algo de vestidos. – De su pantalón saco una tarjeta. – Está a tu disposición. – Me beso la coronilla – Te veo en media hora.
Salió del local sin más y me dejo ahí de pie con la empleada.
-Se nota que su esposo la ama demasiado, señora.
La mire con cara de asombro.
-No, él y yo no somos... - Si no éramos esposos, ¿Qué éramos entonces?
-¡Oh lo siento! Por la forma en como la miraba, creía que estaban recién casados.
-No, no te preocupes, siempre hay una primera vez.
Ambas nos brindamos una sonrisa de tranquilidad.
Al salir de ahí, llevaba conmigo dos bolsas, una en donde se encontraba la ropa interior con un solo traje de baño de dos piezas como él lo había pedido y en la otra estaba un vestido blanco corto, en corte V con un accesorio en la cintura, junto con un par de zapatos adecuados para el ambiente.
-Vaya, has terminado más rápido de lo que pensé. – Se acercó a mí.
-Solo compre lo necesario, ¿Para qué un vestido? Si puedo regresarme con esta misma ropa a mi casa.
-Un amigo y yo nos encontramos de casualidad hace unos momentos y me invitó a que cenáramos juntos, le dije que no podía, pero ha insistido, así que usted y yo tenemos una cita con otro par de personas.
Tomo mis pequeñas bolsas y ambos nos encaminamos al auto. Al llegar a nuestro destino final, el mar se veía asombrosamente más hermoso.
-¿Estas lista para un domingo espectacular?
-A tu lado estoy lista para lo que sea.
Me beso.
-Así me gusta.
Al dejar estacionado el auto enfrente de la playa ambos bajamos y fuimos por nuestros cambios de ropa.
-¿James donde me puedo cambiar?
-Aquí.
Abrió la cajuela de su auto y comenzó a sacra un short playero para él, sin darse prisa se quitó la playera y los mocasines.
-¿Qué estás haciendo? – Pregunté cuando estaba a punto de bajarse los pantalones.
-Me estoy cambiando.
Sin importarle mi presencia y mis insinuaciones de que no aprobaba aquello. Se quitó los pantalones quedando en boxes.
-James, la gente te queda mirando.
En realidad habían mujeres que no dejaban pasar la oportunidad para mirar a mi dios griego.
-Tranquila, ya todo está solucionado. – Se puso su short. -¿Qué esperas para cambiarte?
-Ah sí claro, espera, lo hare enfrente de todos aquí, igual que tú. – Comencé a alzarme la blusa.
-¿Acaso estás loca? – Replico. – Usted debe de ir a un baño de damas señorita.
Lo miré con mala cara.
-¿Crees que tu no necesitabas ir a un baño?
-Mi pequeña celosa, soy un hombre. – Me tomó de la cara – Además esas mujeres se pueden quedar viendo porque nunca seré suyo. – Me dio un tierno beso. – Anda vete a cambiar, te espero en aquellas tumbonas amarillas.
Visualice rápido un cambiador y me metí para ponerme el traje de baño que era sencillo, constaba de dos piezas, un biquini diminutivo y la parte de arriba con cordones en la espalda. Al salir del cambiador lo identifique rápidamente, a mi hombre para nada caballeroso.
-¡vaya! Señorita, creo que se ha equivocado de lugar, espero a otra señorita mucho más guapa y además no se atrevería a usar un bikini tan pequeño.
-¿Te ha gustado? – Di una vuelta completa.
-Me has hechizado. – Me abrazo y me beso. – Ahora yo soy el que quiere matar a todos esos hombres que te quedan viendo.
-Déjalos mirar, ellos no me tiene como lo haces tú.
-Estas aprendiendo muy rápido, pequeña.
-Tengo al mejor maestro.
Durante todo lo que restaba de la mañana y la tarde completa nos la pasamos divirtiéndonos como adolescentes, nadamos a lo más profundo, caminamos a lo largo de la playa tomados de la mano, hicimos carreras de nado, dimos una vuelta por toda la bahía, comimos deliciosos mariscos y nos mimamos uno con el otro.
Hubieron una pareja de ancianos que al vernos juntos nos contaron su historia de amor y nos dijeron que ellos al igual que nosotros se veían muy enamorados en su luna de miel. Quise replicar que no éramos esposos, solo... personas con derecho a roce, pero Diamond me gano en la palabra y les hizo creer que lo éramos, ambos nos desearon una buena velada, muchos años más juntos y una vida muy buena por delante. Ambas parejas nos despedimos con sonrisas de amor en los labios.
-Oye yo quiero unos así. – Mencione al ver sus gafas de sol que posicionaba en sus ojos.
-No se diga más. Son tuyas. – Me regalo las de él
-¿Tu que utilizaras para cubrirte del sol? – Saco otros de su bolsa playera.
-Tengo varios de estos. – Y se recostó en la tumbona. Dejándome ahí con la boca abierta.
Al haber tomado un buen descanso en la magnífica playa, por última vez, propuso la idea de que nos refrescáramos en el agua cristalina. Como buena amante del agua acepte, más sin saber que sus intenciones eran otras. Me llevo un poco lejos de la multitud y con sus encantos me persuadió. Terminamos teniendo sexo en una playa pública sin que nadie notase nuestra presencia ahí.
Regresamos a nuestro pequeño paraíso en la playa y nos encargamos de pedir la comida.
-¿Desde cuando eres una chica sin pudor?
-Desde que tengo al mejor maestro – Me senté en sus piernas.
-Vaya, creo que a ese maestro debemos de darle un regalo.
-Tiene el mejor regalo.
-¿Ah, sí?
-Obvio que sí. – Le di un beso casto.
-Definitivamente sí.
Me tomo de sorpresa y me beso con pasión. Inesperadamente su celular cortó nuestro momento romántico.
-Diamond. – Contesto al tercer tono. – Si, te he dicho que nos veríamos en esta noche... Ya he reservado... - Fijo su mirada dentro de la multitud de las personas que nos acompañaban en la playa. – Si, ya te he dicho que en la noche nos vemos, adiós. – Colgó.
-¿A pasado algo?
-Nada importante, un amigo que nos vera hoy en la noche, la cena que te platique en la mañana.
-Cierto, se me olvidaba, ¿Algo en especial que deba saber?
-Solo confía en mi cariño. – Me brindo un beso en la coronilla.
Después de que la mesera nos trajera nuestra comida, cada uno se incorporó en su sitio y nos dispusimos a disfrutar de la deliciosa comida de mariscos. Al llegar el atardecer James propuso la idea de ir al hotel en donde sería la cena a cambiarnos y ducharnos.
-¿Has reservado aquí? – Comente al entrar por la recepción.
-Al aire libre, ahora mismo solo pediré una habitación para cambiarnos.
-Solo con que nos presten un baño está bien.
-La suite por favor.
-¿Qué acabas de pedir? James, es mucho, solo con el baño nos bastará.
-¿Cuántas noches? – Preguntó el recepcionista.
-Una.
-¿Nos quedaremos a dormir? – Pregunté con asombro.
-No cielo, pero tampoco podemos solo rentar la habitación por unas horas. – Le entregó su tarjeta al chico detrás del mostrador.
-Si se puede.
-Señor Diamond, su habitación esta lista – Le entregó su tarjeta y la tarjeta de la habitación – puede subir, es la única que se encuentra en el piso 15, ¿Desea que alguien los ayude con sus cosas?
-No estamos bien, solo llevamos unas bolsas.
-Sean bienvenidos – Se dirigió a ambos – Cualquier petición el servicio a cuartos se lo brindara.
-Gracias. – Contestamos y nos marchamos al elevador.
-Pudiste solo pedir un baño o bien pudimos ir al pueblo y ahí encontrar una ducha.
-Cielo, he conseguido el pase a la suite, así que ya no hay nada de que rezongar.
-Gastas demasiado en cosas pequeñas.
-Gasto lo necesario. – El elevador se abrió en nuestro piso.
Al adentrarnos en la habitación no pude notarme más sorprendida. Era muy espaciosa e impecable, a pesar de encontrarse en una zona playera, todo se sentía fresco, relajante y con un ambiente armónico.
-¿Prefieres ducharte ahora mismo o descansar un poco? Aún tenemos unas horas para bajar a cenar.
-¿Nos duchamos juntos? – lo tomé del cuello.
-Yo digo que mejor disfrutemos de esta cama.
-La ducha me apetece más.
-Solo porque ha sido complaciente este día, creo que se lo merece, venga, vamos.
Ambos caminamos hacia el baño y el poco a poco fue despojándome de mi ropa. Nos introducimos ambos en la bañera uno detrás del otro.
-¿Cuáles son tus planes para mañana? – Pregunte
-Creo que tengo que ir a dar clases en un instituto. – Tenía su voz bromista
-¿Hay alguna chica en especial que te atrae? – Le seguí el juego.
-Una que siempre me lleva la contraria. – Comenzó a darme masajes
-Vaya, creo que me debo de sentir celosa. –Jugaba con el agua entre mis dedos.
-Aun con cae ante mis encantos.
-¿Así que le coqueteas?
-Solo le hago ver quien le conviene. – Comenzó a besarme el cuello.
-¿Es provocativa?
-Demasiado, hay días que me vuelve loco. – Masajeo uno de mis pechos.
-¿Qué le puedes ofrecer a cambio?
Introdujo un dedo en mi interior. Ahogue un gemido.
-Mucho, mucho placer.
Me voltee, se desbordó un poco el agua y lentamente hice que me penetrara. Esta vez seria yo quien manejara el ritmo de la situación. Penetraciones lentas y besos apasionados era lo único que necesitábamos para sentirnos por completo, con cada embestida el agua se desbordaba más y más. Los besos, las caricias eran una parte clave para llegar al orgasmo tan esperado. De poco a poco salió de mi interior.
-Cielo, creo que ya es hora de bañarnos adecuadamente.
Me sentía agotada, no podía ni siquiera podía levantar el brazo. Como buen hombre, lavo mi cabello y todo mi cuerpo, con paciencia y delicadeza, como si de una obra de arte se tratase. Al terminar conmigo le pedí que me dejase hacer lo mismo en su cuerpo, sin objetar hizo caso y al estar ambos limpios nos retiramos de aquel baño. Me coloco la bata de baño y él una toalla en la cintura.
-¿Te apetece dormir verdad?
-Sí – Conteste con monosílabos.
-Bien, solo deja ir por la secadora para que tu cabello no este húmedo cuando toques la cama.
Lo vi alejarse hacia uno de los cajones de la cómoda que estaba debajo del gran televisor, mientras que la cama me parecía una nube muy suave. Me recosté en la cama y no pude contener más los ojos abiertos.
Un sonido incesante proveniente del televisor no me dejaba dormir en paz.
-Alguien por favor ¡Apague el maldito televisor! ¡Estoy durmiendo! – Me tape la cara con la almohada.
El televisor dejo de sonar. La cama se hundió a mi lado.
-Señorita gruñona, ya es hora de levantarse.
-Aun no, no he dormido nada, otros cinco minutos.
-Vamos tarde a la cena. – Me acaricio el brazo. – Haz dormido dos horas.
Me senté inmediatamente en la cama.
-¿Qué? – Exclamé.
Mis ojos recorrieron su cuerpo.
-Te he visto dormir por dos horas y aun así me pareces la mujer más hermosa que he conocido.
-James, ¿Por qué no me has levantado tarde?
-No vi la necesidad de hacerlo.
Baje de la cama y me dispuse a buscar mi ropa para la cena.
-¿Dónde está la bolsa para cambiarme?
-He dejado tu ropa puesta en el sillón.
-Estaré cambiada rápido. – Corrí hacia el baño.
-Tomate tu tiempo – Grito detrás de la puerta.
Al salir del baño ya estaba completamente cambiada, llevaba puesto un vestido blanco un poco bajo de las rodillas, con una abertura hasta la mitad del muslo, un moño en la cintura y con las mangas caídas en los hombros. Una coleta alta y unos zapatos de plataforma complementaban el atuendo.
-Te vez hermosa. – Me dio un casto beso en los labios.
Su camiseta blanca remangada en los codos, con el primer botón desabrochado, su pantalón café claro y sus mocasines de café oscuro, le daban un porte elegante pero diseñado para estar en la playa.
-Tú siempre te vez muy guapo.
-Cielo, soy un hombre muy guapo.
-¡Oh vaya! Pero si me ha tocado compartir habitación con el menos egocéntrico.
Se rio.
-Debemos bajar para nuestra cena, ya nos están esperando.
-¿Crees que se enojen por llegar tarde?
-Muy ellos si se enojan, yo puedo esperarte todo el tiempo cielo.
Ambos tomamos el ascensor y bajamos a primera planta. Por lo visto no cenaríamos dentro del hotel, sino afuera de esta, en un lugar reservado, donde solo se encontraban tablas de madera nuestros pies, una música de fondo en vivo y luces colgando por todo el lugar. Nuestra mesa estaba más retirada que las demás. Claramente se apreciaba el agua al caer con el oleaje.
-James. – Un hombre con un parecido a Diamond se acercó a ambos y lo saludó. Ambos se abrazaron con afecto.
-Damián. – Respondió con una sonrisa en el rostro.
Una mujer que parecía ser la acompañante del señor Damián también se acercó a saludar a James. James se notaba contento con la presencia de ambos.
-Ella es Charlotte – Se dirigió a ambas personas – Charlotte, él es Damián, un amigo íntimo y ella es Alice esposa de Damián.
-Un gusto señorita. – Damián y yo nos estrechamos las manos. – El gusto es mío.
Alice con una gran sonrisa me dio un beso en la mejilla y un fuerte abrazo.
-Un gusto Charlotte.
-Encantada de conocerte Alice.
Ambos tomamos asiento en la mesa reservada para los cuatro.
-Me asombra que después de unos meses por fin podamos vernos. – Comenzó a hablar Damián.
-Se han complicado las cosas en América.
-Pensé que regresarías este fin de semana a Suecia. Un evento importante te esperaba, he intervenido para que no llegasen todos a buscarte.
-Pronto regresaré a darme una vuelta por ahí.
Un mesero nos dejó una botella de vino para cuatro. Y la conversación con Alice surgió.
-Charlotte cuéntame, ¿Eres de aquí?
-Bueno vivo en la ciudad. ¿Conoces Canadá?
-Me encantaría hacerlo, solo hemos venido por asuntos de trabajo mi esposo y yo. Mañana mismo nos regresamos a nuestro hogar.
-¿Llevan muchos años de casados cierto?
-Solo cinco, pero ya parece una eternidad. - Rio.
-Aún se notan muy enamorados.
-Y no sabes cuánto le he aguantado. – Ambas reímos. - ¿A que no está precioso el clima?
-Sí, ¿Lo has visto en la mañana?
-Sí, hemos podido disfrutar un poco de la playa. Mi pasatiempo favorito es el mar.
-Vaya, el mío es leer. Aunque pasar un momento en las maravillosas aguas no me va mal.
-¿Así que eres una lectora?
-Sí, aunque a veces lo he dejado atrás, mis prioridades se han vuelto más relacionadas al trabajo familiar.
-¿Sabes? yo soñaba con ser una gran diseñadora, solo que mis planes de vida tuvieron que cambiar y ahora me siento feliz con ser una madre ejemplar.
-¿Ustedes tienen hijos?
-Claro, dos pequeños. Y mi amor es completamente entregado a ellos, junto con el amor de Damián.
-En verdad que hacen una muy bonita pareja.
-Gracias Charlotte, es muy amable de tu parte. – Ambas nos sonreímos.
La mujer me inspiraba confianza y ambos hombres mostraban cualidades físicas semejantes que no se me olvido cruzarme por la cabeza que podrían ser familia.
El mesero llego con nuestros platillos para cenar y los cuatros nos dispusimos a ello.
Mientras los hombres seguían sumergidos en temas económicos, sobre la bolsa de valores y cosas relacionadas con el dinero, Alice y yo nos conocimos más. Aprendí que ella es de Alemania, lleva cinco años casada con Damián, tienen dos hijos, viven como familia en Massachusetts, Boston por ahora ya que planean mudarse al continente europeo o asiático. Viven cerca de sus suegros para que vean crecer a los niños, ella por el momento trabaja en una florería, Damián es mas de sentimientos abiertos, es detallista y siempre ve por lo demás, ambos congenian a la perfección y cuando se pelean la que le da más dolores de cabeza es ella, porque Damián en segundos soluciona todo.
-¿A que estos hombres no dejan de hablar solo de trabajo? - Alice elevo la voz para que los dos la escuchasen.
-Mira esto James, al parecer las damas han terminado sus pláticas sobre belleza. – Damián respondió primero.
-Ustedes dos solo nos han dejado a un lado, ¿Acaso creen que no sabemos de negocios? – Alice replicó.
-¿Cómo encuentran las inversiones en países asiáticos?
Alice lo miró asombrada, su esposo la acaba de retar.
-Me parece que no habrá manera de hacer inversiones en tales países, los asiáticos se caracterizan por invertir en empresas extranjeras, el mercado en inversiones es casi suyo, es mejor pensar en un país europeo o africano, aunque en realidad apostaría por empresas automotrices de Noruega, es en donde se fabrican grandes piezas y son muy cortos de presupuesto. El ahorro y cotización no es para ellos, solo se empeñan en hacer cosas grandes.
Damián y Alice se quedaron sorprendidos ante mi respuesta, mientras que Diamond sonreía orgullosos tomándose una copa de su vino tinto.
-Vaya señorita Charlotte, me ha sorprendido. – Me extendió la mano – Ya no volveremos a excluirlas de nuestras agotadoras platicas.
Sonreí de manera divertida.
-¡Oh ya! Acéptalo Damián has perdido, Charlotte nos ha defendido – Me guiñó un ojo. - ¿Por qué mejor no me sacas a bailar? – Alice a rastras se llevó a su esposo a la pista de baile.
-Con su permiso señores. – Damián se despidió y junto a su esposa se sumergieron con toda la gente que bailaba a su alrededor.
-Vaya cielo, le has dado con todo. – James se volteo a verme.
-Me han agradado ambos.
-Creo que les has caído bien, más a Alice, ella es muy poco comunicativa, pero contigo se le ha soltado la lengua.
-¿Sabías que tienen dos hijos? Pensé que eran una pareja de recién casados, a lo mucho un año.
-Sí, tienen dos niñas de 4 y 1 años respectivamente.
-¿Hace cuánto que los conoces?
-A él de toda la vida a ella hace unos 8 años, cinco de matrimonio con él y tres de novios.
-Vaya, sí que espero demasiado para pedírselo.
-Más bien ella tardo demasiado para poner una fecha, a la semana de novios él le había propuesto matrimonio y toda su familia se había quedado sorprendida, mientras que ella quiso que se conocieran más, durante esos tres años ambos vivían juntos y ya eran como una pareja de casados, solo que sin el título.
-Creo que para él fue amor a primera vista.
-Damián siempre fue un chico fuera de sus casillas, pero cuando la conoció, supo que era la indicada.
-Me gusta la forma en cómo se ven. A pesar de pasar los años, siguen siendo amorosos unos con otros.
-A ella se le agradece que él haya sentado cabeza.
-Seguro que sí.
-¿Quieres ir a bailar?
-¿Por qué no?
Tomados de la mano nos dirigimos a la pista de baile donde sonaba una balada española, con nuestros cuerpos pegados y nuestros pies moviéndose apreciábamos la música. A pesar de ser un hombrecerrado y muy precavido, los pasos de baile eran su fuerte, cada género quecambiaba la música en vivo, cada paso de baile que sacaba a relucir, sin lugara dudas conocía muy poco de este hombre.
En la mesa solo se encontraba Alice sentada, diciendo que Damián se había retirado al baño, haciendo una broma sobre que el ya no rendía lo mismo como hace años. Diamond, se disculpó por una llamada que le estaba entrando. Ambas nos quedamos solas sin machos egocéntricos.
-Oye Charlotte, te debo una disculpa, a quien tengo de marido a veces se porta como un grano en el culo, se cree que sabe todo, por eso a veces es mucha de nuestras discusiones.
-No te preocupes Alice, se lidiar con ese tipo de hombres.
Reímos.
-James ¿Cierto?
-Así es. – Sumergí la cuchara de helado en mi boca.
-Se ven muy bien juntos.
Me sonrojé.
-Gracias. – No pronuncie palabra alguna, en realidad que alguien dijese que nos vemos bien es una sorpresa, ni siquiera somos algo formal.
-¿Por qué no pasan uno de estos días en casa? A las niñas les encantara verlos, más a James, se porta muy bien con las niñas.
-Gracias Alice por la invitación, pero no creo poder, me encuentro muy ocupada en este punto de mi vida y al parecer James siempre tiene cosas por hacer, es muy raro cuando salimos de la ciudad la verdad.
-Ni me lo digas Damián es igual, a veces solo se la pasa todo el día encerrado en su escritorio y he tenido que entrar para sacarlo de ahí aunque sea jalándole las orejas. Últimamente las niñas son su prioridad y cuando se le olvida estoy yo para recordárselo.
-Se complementan muy bien juntos.
-Chica estos años a su lado me ha llevado práctica.
-Mis padres siempre supieron que mi hermano y yo éramos su prioridad antes que el trabajo y déjame decirte que se los agradezco porque con ellos he aprendido que el amor de familia es importante y contigo y con Damián veo lo mismo, en verdad que les deseo lo mejor de aquí en adelante.
-Gracias Charlotte, en verdad que los miro a los dos y no cabe en la cabeza como ha cambiado James desde la última vez que lo vi. Se ha vuelto más humano, creo que debo de darte las gracias.
-Créeme que a mí también me ha sorprendido, aunque a veces se vuelve un idiota.
Reímos.
-Eso sin duda.
-¿De qué tanto hablan chicas? ¿Acaso esto es un complot? – Llego a nuestra mesa Damián.
-Me he disculpa de tu parte con Charlotte, cada vez más ha demostrado que es una chica inteligente.
-Me disculpo Charlotte, has sido mejor de lo que pensé. – Le sonreí a ambos.
-No hay de que disculparse, siempre hay una primera vez.
-¿A que no es maravillosa Damián? – Le pregunto Alice.
-Si alguna vez, el imbécil que esta por allá – Señalo con su dedo a Diamond que se encontraba alejado de nosotros – Te hace daño, cuenta con nosotros para darle una lección. – Alice me guiño el ojo, dejando en claro que no mentían.
-Gracias, lo tendré en cuenta. – Sonreí.
Cuando James regreso a nuestro reservado todos terminamos nuestros postres, o bueno lo que sobraba del mío y nos sumergimos en una última platica del clima, nuestro próximo encuentro y que podríamos mantenernos en contacto muy a menudo. Por lo tarde que era y porque James y yo debíamos de volver a nuestro mundo real mañana por la mañana nos despedimos de ellos.
-A sido un gusto conocerte Charlotte – Alice me abrazo de despedida.
-El gusto es mío Alice, me la he pasado genial.
-Charlotte, no se te olvide lo que te he ofrecido, solo me mandas un mensaje y pondré a ese patán en su lugar. – Damián me había susurrado cuando me abrazo para despedirnos.
-Gracias Damián. Tomaré algún día tu palabra.
James también se despidió de ambos y me dirigió al auto.
-¿Ha sido un gran día verdad? – Comentó saliendo del estacionamiento.
-Me han caído bien tus amigos, me he sentido cómoda.
-Ya sabía que te caerían bien. Me ha encantado que se hayan llevado bien, la verdad he disfrutado el momento en donde has dejado con la boca abierta a Damián, no se lo esperaba. – Se incorporó a la carretera rumbo a nuestro destino.
-No pensaba hacerlo menos, pero vi que había un deje de desafío en su voz.
-Me has enorgullecido.
Sonreí mirando nuestro paisaje oscuro y en pocos minutos Morfeo me llevo consigo.
De: Estúpido Profesor.
Gracias por ser como eres.
Gracias por ser mía.
Descansa mucho te lo mereces.
JD.
Un mensaje de buenas noches se encontraba en mi bandeja de entrada, el hombre frio que había conocido meses atrás por fin se estaba volviendo cariñoso. Me lance en mi espaciosa cama y que mañana pasase lo que tendría que pasar.
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