Capitulo 4
Al verlo de pie detrás de la puerta con una maleta al lado y las manos en los bolsillos, me quedé sin habla. Inspiré hondo, cerré los ojos pidiendo al cielo que esto no fuera un sueño.
-¿Quién es Charlotte? – pregunto papá desde el comedor.
No podía pronunciar palabra alguna, mi boca estaba completamente seca y por más que la cerraba y volvía abrir ninguna palabra salía. Su llegada me había tomado mucho por sorpresa, era la persona que menos me esperaba en estos momentos.
-Y bien, ¿Hablaras o te quedaras mirándome como si aún fuera un fantasma guapo? – Pronuncio con una risa que siempre era característico de él.
Como si mi cerebro de nuevo se hubiera conectado a mis labios, le contesté.
-que... ¿Qué haces aquí?
-¿No me esperabas cierto?
-Claro que no, hace años que no nos vemos.
Hice un ademan con la mano, dándole permiso para pasar a la casa. Tomé su maleta para entrar detrás de él y en el recibidor Gail se hizo cargo.
-¿Me guiaras o tendré que adivinar donde está la mesa?
Sin decir palabra alguna, me siguió en el corto trayecto del recibidor, la sala y el comedor junto a la cocina.
-Buenas noches familia. – comunico para todos.
Mamá se levantó y abrazó a su primogénito. Papá lo saludó con la mano y mi hermano lo abrazó.
-Siéntate, hijo. Ya está la cena servida. Debes tener hambre.
Mamá le hizo señas a Gail para que le sirviera de comer a mi hermano.
-Gracias – Se refirió a Gail – No me esperaba este recibimiento, pensé que un plato de wafles me esperaba para cenar o un plato de cereal con leche.
-¿Ven? Yo también les dije que esta cena era mucho.
-Bueno no diario recibimos visitas tan importantes como nuestros hijos. – Papá intervino.
Todos comenzamos a tomar bocados del delicioso pato. Y a tomar intervalos de vino.
-¿Cómo fue el viaje hijo?
-Muy cansado, la verdad. Eso de tomar dos vuelos no es muy buena idea.
-¿Tomaste dos vuelos? – Me sorprendí por su respuesta.
-Así es, no podía llegar aquí en el avión real, Eva.
Un pedazo de carne de pato quedó a medio masticar.
-David, creo que debo explicarte algo. – Termine de masticar. – Aquí no soy Eva.
-¿De qué estás hablando? ¿Cómo que no eres Eva?
Papá y mamá intercambiaron miradas.
-Me parece que debemos terminar de cenar y en la sala podemos platicar a gusto de las preguntas que ahora mismo te estés formulando David.
-¿Cómo está la abuela? – Cambie de tema.
-Bien de salud, pero muy ocupada para poder acompañarme en este viaje.
-¿Aun tiene el cabello castaño y el cuerpo que toda abuela envidia?
-Le han pasado los años igual que a ti Eva.
Lo miré asombrada pero no repliqué.
-Bueno nos dejamos de ver, ¿Cuándo era una adolescente?
-Las videollamadas no te hacían justicia, has cambiado mucho.
-¡Pero qué me dices de ti! Mírate ya todo un adulto ¡Aun no creo que estés aquí! – No dejaba de sonreír como niña pequeña con juguete nuevo.
-Bueno esto no solo fue plan mío. – Señalo a mis padres con la mirada.
-¿Ustedes ya lo sabían? ¿Por qué no me dijeron antes? Aun no lo proceso. Siento que estoy soñando.
-Charlotte, no queríamos que esto nos hiciera ver como los padres que no castigan a su hija por hacer cosas malas en la universidad.
-¡Esperen que! – David se rio fuerte. - ¿Has estado haciendo cosas malas en la universidad y nuestros padres aun te castigan?
-Eso es cuento de otro libro. – Puse los ojos en blanco. – Y mira que papa se ha esforzado por encontrar castigos nuevos.
-Aun sigo intrigado por saber qué cosas has hecho, no olvido la vez que estabas tomando clases en el pala... - Lo miré mal – En casa y le pusiste una rana en su maletín a la señorita Paulette.
-Recuerdo eso – Me sostuve el abdomen por la risa – La pobre salió corriendo en ese instante y dijo que trabajar para la casa era un muy mal trabajo. Y todo porque deseaba ir contigo a la escuela y papás no me dejaban.
-Al final te saliste con la tuya Charlotte. – Respondió papa.
-Si y luego lo odie, David apenas me hacía caso y todos me trataban como si fuera una muñeca de cristal. No olvido que las niñas me tenían encerrada en un circulo pidiendo ser amigas de todas.
-Eva, mi culpa no era. – Se encogió de hombros. – Tenia ocho años. Y mis compañeros de clase eran mayores no podía ir a cuidar de mi hermanita de tres años en el colegio.
-¡Solo quería jugar contigo! Pasar más tiempo, pensaba que iba a ser grande como tú, que iba aprender cosas de mayores, no solo aprender las letras y números.
-Pero la señorita Paulette, no enseñaba solo números y letras. – Mama se quedó pensativa.
Gail retiró los platos y en su lugar dejo un pequeño postre.
-Lo sé, pero era la única maestra que veía todos los días, para cualquier clase y David solo llega a contarme lo maravilloso que había sido el colegio, todos los maestros que tenía y como aprendía algo nuevo todos los días, mientras que en aquel entonces la señorita Paulette repasaba un tema toda la semana.
-Hasta ahora hemos visto tus malas manías señorita. Espero que eso no suceda con tu profesor.
Papa volvía a sacar el tema a colación.
-Papa ya no sé qué hacer para decirte que el maestro es el único que se enoja porque esta de mal humor. Esta vez no pretendo meterle un sapo en el maletín.
-Y ni se te ocurra.
Rodee los ojos, no podía hacer otra cosa más que darle el beneficio de la duda. Por lo visto el tema no estaría zanjado hasta que asumiera las consecuencias.
-¿Si planean contarme todo lo que les ha pasado en esta vida o seguirán con sus frases ocultas alte...?
-¡David! – Papa lo interrumpió. – Tenemos un tema pendiente que decirte.
-Si, de los líos de Eva, me queda claro.
Papa se aclaró la garganta.
-También sobre toda la familia.
-¿Qué dices?
-Retomaremos esta platica en mi despacho. Disfrutemos del postre por el momento.
El ambiente se tensó y ya ninguno volvió abrir la boca, más que para terminar el postre. David me pedía respuestas con los ojos, pero yo solo me encogía de hombros, no me correspondía meterme en esos asuntos.
Ya tenia muchos líos como para desobedecer a mi padre y contar todo en la cena sin su permiso.
-¿Me has traído por lo menos un buen pedazo de tiramisú o una rebanada de pizza italiana autentica?
-Me temo que no Eva, estuve casi un día entero entre aviones y aeropuertos. Cualquiera de las dos cosas se podría descomponer.
-Aun no entiendo porque no llegaste en un vuelo directo y privado.
-Cosas de estado, esto no es un viaje oficial así que sería mal visto.
-Espero que sea verdad lo que me dices y no haya sido tu egoísmo el que haya decidido no traerme nada.
-¿Por quien me tomas Eva?
-Por un chico egoísta que no pudo avisarle a su hermana que estaba próximo a llegar. ¿Dónde esta nuestra confianza?
-Eso mismo te pregunto, ¿Dónde quedo la confianza que ya no me dices las travesuras que haces?
-Siempre has sido un rey en victimizarte. Algún día me las cobrare.
David rio.
-No has tenido una buena replica por eso sale tu niña berrinchuda.
Me quede sin palabras. Esta vez había dado en el clavo, pero porque en realidad lo extrañaba tanto que lo que menos quería hacer era pelear.
Nunca pensé que volvería a ver a mi hermano después de casi cinco años de no habernos visto, aunque claro de vez en cuando podía hablar con él, y mi sorpresa al verlo ahí parado, detrás de la puerta fue como si me hubieran dicho que ahora si podía ser alguien normal, sin tener que estar escondiéndome de las cámaras. Este momento debería quedar grabado en mi memoria.
-¿Qué acaso me he manchado la boca sin darme cuenta? – Rápidamente tomo la servilleta para limpiarse.
-Claro que no tonto, simplemente recordé lo feliz que éramos y lo feliz que me haces ahora.
-Eva, no sabes cuanto te he extrañado.
Se levanto de su lugar y me abrazó. Mis ojos se inundaron de lágrimas, ver a mi hermano era todo lo que necesitaba en estos momentos.
Un sonido de cámara al capturar una foto nos hizo separarnos un poco. Mama se encontraba con las manos en la cámara dirigiéndose hacia nosotros. Me limpié las lágrimas que apenas salían y me sorbí la nariz.
-Nunca sabré cuando mas vuelva a tener una foto de ustedes dos juntos.
-Mamá tenemos unas diez mil fotos David y yo juntos, no creo que nos hagan falta otras diez mil.
-Si, pero no tengo una de ustedes dos con estas edades, ¿Acaso no saben que las fotografías igual deben actualizarse?
-Eva, es mamá. Además, a mí no me importa, mientras mas tiempo pueda pasar con ustedes mejor. – David volvió a abrazarme y mamá capturo otra foto.
-David, ¿Cómo están las cosas para tu tío? He leído acerca de los rumores.
David tomó su lugar.
-La abuela está en un estrés constante, tratamos de que no le afecte, pero al ser la cabeza de la familia se entera de todo y ahorita mismo esta tratando de llevarlo bajo control, hace mas visitas que antes y aunque se agota rápido aun sigue de pie, ¿Por qué no piensan volver, aunque sea por un tiempo?
-Es imposible hijo, también tenemos asuntos que lidiar ahora mismo aquí. No podemos deslindarnos de responsabilidades.
-Pero papá, ¿Qué responsabilidades tienen ustedes sin son parte de...?
-Creo que es mejor que pasemos al despacho.
Papa se levantó y acto seguido mama lo hizo. David y yo nos quedamos atrás.
-¿Me puedes decir que les pasa?
-Papá es el único que te lo puede decir.
-Dime que no han renunciado a sus derechos.
-¿No crees que eso ya lo deberías saber antes que nadie?
-Siento que no me están contando cosas.
-Han pasado cosas.
Los cuatros llegamos al despacho y papa cerro la puerta como de costumbre. Mama y yo nos sentamos frente al escritorio mientras que papá se encontraba al otro lado y David se rehusaba a estar cómodo.
-David espero que lo que te diga te lo tomes con calma.
-Me están preocupando, presiento que no es nada bueno.
-En una parte es bueno para nosotros y en otra no tanto.
-¿Alguien me va decir lo que pasa o seguirán dando vueltas al asunto?
-No estamos ostentando el titulo de príncipe ni princesas.
-¿Qué estas diciendo?
-Hijo en Canadá hemos llegado a vivir como una familia que se acaba de mudar de Australia con los ingresos económicos bajos para solo poder sobrevivir.
-Sigo sin comprender.
-Nadie sabe en Canadá que somos los príncipes de Italia, nadie absolutamente nadie.
-Pero esto es una falta a nuestro régimen, ¿Sabes que pueden perder sus títulos? – la cara de David era de verdadera preocupación.
-Claro que sí, lo se hijo y tu mama y yo ya habíamos hablado sobre esto y estábamos de acuerdo si es que tu abuela hacia eso, porque no somos más que solo príncipes, y en realidad no podríamos heredar la corona a menos de que tu tío muriera y además para Charlotte ya le tendríamos la vida solucionada y ella solo se encargaría de seguir cuidando los ingresos económicos y tú, claro ya serias parte de la nación de Italia.
-¿Entonces aquí nadie sabe que eres el hijo de una reina de verdad?
-Así es, nadie lo sabe.
-¿Cómo pudo pasar eso?
-Hace años que ya salimos de la nación, así que no creo que nos reconozcan de nuevo, además a tu hermana la última vez que la vieron era una niña y ahora es toda una joven, así como tú eres un adulto.
-¿Por qué no lo habían dicho antes?
-Nos preocupaba tu reacción y además de que se te pudiese salir en cualquier momento.
-En la familia todos pensamos que ustedes tienen una vida dentro de los márgenes normales, no que ustedes ya eran ordinarios.
-David ser ordinario está bien.
-No me malinterpretes Eva, pero me refería a otra cosa, ¿Me entiendes cierto?
-Prefiero mi vida oculta a que todos estén al pendiente de lo que hago.
-¡Pero ustedes tienen una obligación!
-Hijo, tu madre y yo nos deslindamos de obligaciones al salir del palacio.
-¿Entonces que se supone que hacen aquí?
-Soy vicepresidente de una compañía que ahora es reconocida, mi nombre se involucra muy poco en contratos y cosas oficiales por lo mismo de la identidad, únicamente conocen de mi muy pocas personas.
-Papá, ¿Y no has pensado que esto alguna vez salga de control?
-Tenemos un buen equipo que nos apoya a monitorear todo, por si algo se nos escapa de las manos.
-Pero, si le dan una cuenta mensual a la abuela de lo que hacen aquí ¿Verdad?
-No, nosotros no les debemos nada a Italia por si te preguntas que por nuestra estadía ellos están pensando en la absolución de la monarquía. Nosotros no dependemos de la reina ni del nombre de Italia, ostentamos los títulos, pero porque así fue establecido, pero no dependemos económicamente.
-¿Hay alguna probabilidad que con mi visita se levanten sospechas?
-Si tomamos las precauciones necesarias no veo conflictos, por lo mismo habíamos retrasado el viaje demasiado para organizarlo todo.
-¿Entonces como saldré de esta casa sin que nadie me reconozca? No tenía planeada en la cabeza que aquí ustedes no eran nadie.
-Espero que hayas traído ropa casual sino tendremos que modificar tu atuendo, no puedes ir allá afuera con trajes de diseñador y mucho menos enseñando el rostro.
-Me temo que la maleta no la he hecho yo.
-¿David es enserio que dejas que todo te lo hagan?
-Los días en el palacio no son para nada libres, siempre tienes que hacer cosas.
-¿Acaso crees que nosotros tampoco hacemos nada? David por más, uno siempre arregla sus cosas, o ¿Acaso las mucamas conocen que tipo de calzoncillos usas?
Se limito a encogerse de hombros.
-Me asombra saber que somos hermanos.
-Bueno, entonces tendremos que utilizar un ultimo recurso. David te mostrare un automóvil que tenemos especialmente para este tipo de inconvenientes.
¿Teníamos un carro especial para este momento? ¿Cómo nunca lo supe?
-Espera, ¿Tenemos otro auto? – fui la primera en contestar.
-Si.
-¿Por qué yo nunca supe de su existencia?
-Porque solo es para momentos especiales como este, debe ser un carro que no se vea diario.
-Yo podría no llevarlo diario a la universidad.
-No jovencita esta prohibido el uso para usted, ni Raul tiene el permiso de usarlo, desde que nos lo entregaron no se ha estrenado ni una vez.
-¿Pero por qué? – me sentía indignada, al parecer ese carro no podía ser ocupado por mí y eso que yo también era parte de la Familia Real.
-Ya te lo he dicho antes, además no creas que se me han olvidado tus últimos acontecimientos.
-Ya está bien, ya aprendí la lección. – No quise seguir insistiendo.
-Muy bien, como al parecer ya todo está arreglado, David, hijo, ¿no te gustaría subir a tu recamara y descansar? Mañana ya tendrás tiempo de hablar bien con tu padre y conocer la ciudad con Charlotte, me imagino que el intercambio de vuelo es agotador. – Mamá intervino
-Me parece buena idea ir a descansar solo que no se si con las noticias de hoy pueda hacerlo.
-No tienes de que preocuparte David, hemos manejado este asunto tu madre y yo como verdaderos diplomados, toma esto como unas vacaciones.
-Voy a seguir sus reglas para no meterlos en problemas.
-Por favor, porque aquí una señorita se ha encargado de hacerlo ya.
-Papá ya he dicho que no es mi culpa, ¿Cuándo me vas a creer?
-Cuando te comportes como una adulta.
-¿puedo saber que pasa?
-Nada, simplemente papá no me cree.
-Charlotte, ¿Estas mintiendo de nuevo?
-¿Eva mentir? – intervino David.
-¿Qué? ¡No! He dicho la verdad y solo la verdad. Me iré a la cama, esto ha sido un día muy largo.
-Me parece bien jovencita. Mañana debes estar presente en el desayuno. Raúl te llevara a tus clases.
-Pensaba que podría irme en el carro nuevo.
-Charlotte...
-Bien ya entendí. Buenas noches, mamá, buenas noches, papá. – los abrace y bese a ambos. – Buenas noches David – acto seguido salí del despacho.
-Espera Charlotte.
-¿Si papá?
-Acompaña a tu hermano a su habitación.
-Vamos David, tu habitación será la que está a mi lado.
Ambos caminamos a la par en las escaleras.
-¿Por qué te dicen Charlotte y no Eva?
-Porque así me llamo ¿No?
-Eva, ese es tu nombre de pila y por el que todos te llaman.
-Lo sé, pero aquí no podía decir, 'Hola me llamo Eva'. Si no todos relacionarían el Eva Reynolds con Italia.
-¿Entonces debo ocupar mi segundo nombre?
-Si no dices tu apellido todo esta muy bien.
-¿Mañana que haremos?
Me detuve ante su habitación y le mostré todo lo que había dentro, era similar a la mía solo que, en tonos blancos y grises, era el cuarto de visitas.
-Yo tengo que ir a la universidad, ¿No escuchaste acaso?
-¿Y que se supone que haga yo?
-¿Tal vez quedarte en casa?
-No pensé que esas serian mis minivacaciones.
-¿Dijiste minivacaciones? ¿Por cuánto tiempo te quedaras?
-Una semana solamente.
-¡Una semana! Pensé que estarías alrededor de un mes como mínimo con nosotros.
-Eva tengo deberes reales que no puedo dejar atrás.
-Tienes una familia que no ves por años.
-Lo sé, pero como lo dijo papá antes es demasiado arriesgado que se levanten sospechas en Italia por no estar ahí.
-No sabes cuanto hecho de menos tenerte cerca. – Me tire en su cama.
-¿Me dirás que pasa? Siento que hay algo que no me estas contando.
-¿Cuándo ibas a la universidad había algún profesor que te odiara?
-Bueno, cuando iba a la universidad la mayoría sabia quien era, no es que yo fuera por el campus diciéndolo, pero algunos profesores me trataban diferente y los alumnos solo debían indagar un poco para saber quien era. ¿Por qué lo preguntas?
-Solo curiosidad. A veces creo que ser realeza tiene sus ventajas, pero yo he rechazado eso.
-Estas a tiempo, puedes decirle a papá y a mamá que deseas volver con la abuela.
-¿Y dejar todo lo que he logrado? No, gracias. Me gusta esta vida. Solo me estreso y lloro por cosas sin sentido y ya después se me pasa, en cambio en la realeza dudo mucho que tenga tiempo libre para hacer eso.
-No te lo voy a negar en el palacio estas vigilada 24 horas.
-¿Nunca pensaste dejar esa vida atrás?
-Mas bien nunca tuve problemas con nuestras raíces a comparación de ti, yo si pase mis primeros años de vida debajo del palacio y no era tan malo como te toco vivirla ¿Sabes? Cuando éramos niños papá y mamá no pasaban mucho tiempo con nosotros, siempre teníamos a las niñeras para cuidarnos. Tú eras apenas un bebe cuando yo ya era mas consciente del mundo que nos rodea.
-La verdad yo solo recuerdo muy poco, ya no me acuerdo mucho de nuestros tíos, primos y de la abuela, recuerdo cómo se vestían y su tipo de cuerpo, pero sus caras en la mente me aparecen borrosos como si fuese un sueño.
-Te aseguro que nuestra vida no es un sueño. Pronto volverás a estar en casa y tal vez sea lo que necesites para darte cuenta de que es bueno regresar a lo que ya casi no conoces.
-¿Por qué dices que pronto regresaré a Italia?
-Es solo una suposición pulga.
Sonreí ante el apodo.
-Recuerdo que siempre me molestabas con pulga porque decías que no había crecido nada.
-Y sigues sin crecer.
Le aventé una almohada.
-No se porque tu tuviste que salir con los genes de la familia. Los míos no se donde quedaron.
-En la belleza Eva, al ser la única mujer de la próxima generación te has llevado los genes de la familia.
-¿Pero que dices? Acaso no te has visto en fotografías, eres mas guapo que nuestros primos.
-Me encanta tu lado positivo, pero en realidad sabemos que todos te adoran por tu belleza.
Me sonrojé.
-Si claro. No me creo ser lo suficiente bella para estar en los estándares de sociedad.
-Pues no deberías Eva, eres la hermana más hermosa que conozco.
-Soy tu única hermana. – Rei.
-Bueno, era un decir.
Papá toco la puerta y se asomó.
-He venido solo a verificar que estés instalado David.
-Gracias padre, estoy bien no me hace falta nada.
-Charlotte, ¿Sigues aun despierta?
-Nos entretuvimos charlando. – David contestó.
-Bueno, creo que será ya mucho por hoy, ambos deben descansar David, has tenido un largo viaje y Charlotte debe ir a la universidad mañana.
-Si papá ya voy.
-Ya había olvidado lo que era tener un papá.
David y yo reímos.
-Lo escuche señor. Ambos ya a dormir, sino me conocerán.
-Ya voy, ya voy. – Me despedí de David y me encaminé a mi habitación.
-Charlotte. – Mi papa entro a mi habitación detrás de mí.
-Espero que mañana sea un mejor día hija, y perdónanos a tu madre y a mí por no decirte lo de tu hermano.
-No hay nada que perdonar papá comprendo que no me lo dijeran por ocultarles la verdad.
-Así es jovencita, y hablando de omitir la verdad júrame que no volverás a mentirnos.
-Papá....
-Charlotte.
-¿Pero me prometes que harás lo posible para decirle al profesor que no estaré a sus órdenes en las tardes?
-No estamos negociando Charlotte.
-¿Entonces porque yo si debo acceder?
-Porque soy tu padre.
-No señor, esto es una negociación parte iguales o nada.
-Me asombra ver que estas aplicando algo de tu carrera.
-Tengo un padre igual de necio que yo. Entonces, ¿Parte iguales o renegociamos?
-No, un placer hacer negocios con usted.
-¡Pero papá!
-Buenas noches, Charlotte. Te amo. – Me beso la frente.
-Y yo a ti papá, que descansen.
Por primera vez desde que iniciaba un semestre en la universidad no quería dormir, no quería que las horas pasaran y no por el pendiente de que debo entrega una tarea pronto y no la termino, sino que en mi mente me martirizaba la idea de que mi día siguiente seria el peor al lado de mi profesor, ¿Por qué las cosas malas me tenían que pasar?
¿Y si me iba de fiesta esta noche con mis amigos sin avisar y no regresar hasta mañana al atardecer y decir que si he cumplido con mis clases? Es una idea descabellada, en primera era ombligo de semana y en segundas ya no quería seguir mintiéndole a mis padres no se lo merecían. Necesitaba cambiar por mi bien no por tener buenas relaciones con el profesor Diamond.
Encendí mi celular y le envie un mensaje a mi pareja de amigos. Un minuto después estábamos en contacto por una videollamada.
-¿Qué ha pasado?
-Me rehúso a dormir o mas bien no estoy tranquila como para dormir.
-¿Pesadillas?
-Si, la de mañana.
-¿Qué pasará mañana?
-¿No les había contado antes?
-Me temo que tanto Susana como yo estamos desorbitados de hacia donde estamos llevando esta platica.
-Debo cumplir horas extraescolares con el profesor Diamond. Algo dentro de mi me dice que me quiere traer como su esclava.
-¿Qué dices? ¿Horas extraescolares?
-Si, eso, mi padre dice que ese es el mejor acuerdo al que pudieron llegar antes de que el profesor decidiera mandar una queja con consejo para decir que levanto acusaciones en su contra y todos sabemos que si el consejo le da la razón me dan la baja definitiva por andar alborotando a los estudiantes con una reputación del profesor que obviamente nadie conoce.
-¿Se podría decir que ellos lo tomarían como acoso?
-Si.
-¿No deben haber fundamentos si es acoso? – Preguntó Susana.
-No, para el consejo solo basta que un estudiante se comporte raro con un profesor y en este caso Charlotte ha dado las pruebas necesarias ella sola.
-¿Ustedes acaso creen que he mentido?
-No Charlotte, pero pareces desesperada por querer que despidan al profesor, parece como si fuese tu peor pesadilla.
-¡Lo es! ¿Acaso a ustedes no les involucra algo de miedo?
-Si es intimidante, pero Sebastián y yo coincidimos en que si haces lo que dice o haces el menor movimiento mientras él este cerca todo pasará rápido.
-Ojalá el semestre pudiera terminar rápido.
-¿Por qué no dejas de pensar en lo que pueda pasar? Toma una ducha y tal vez podrás dormir.
-¿No puedo ir a hacerles compañía a ustedes en alguna fiesta?
-Charlotte, es miércoles, ¿Por quienes nos tomas?
-Cada vez que les hablo para decirles que salgamos a algún lugar me dicen que andan en fiestas. O están listos para ir.
-Solo salimos de jueves en adelante querida. Nuestros días de descanso son los martes y miércoles.
Susana dejo su celular en alguna parte de su habitación y comenzó a aplicarse una mascarilla en la cara.
-¿Qué es lo que estas haciendo? - preguntó Sebastián.
-Un tratamiento en la cara para que mañana esté fresca en el nuevo antro que acaban de abrir.
-Aun me pregunto porque somos amigos si ustedes son lo opuesto a mí.
-Porque nos completamos de una manera extraña. Algún día aceptaras nuestro estilo de vida y no podrás salirte de ella. – Respondió Sebastián.
-Dudo mucho que eso pase pronto.
-Nunca debes dar nada por hecho.
-Bueno, ya que hemos terminado de resolver tus problemas Charlotte, ¿Me ayudan a escoger la ropa adecuada para mañana en la noche?
-¿No puedes escoger solo un vestido de noche o una falda corta con una blusa de escote?
-Charlotte cuando sales de fiesta no siempre iras con el mismo atuendo, no sabrás a quien puedes encontrarte o si esa persona será con quien amanecerás.
-Por favor siempre protéjanse.
-Claro que si querida. ¿Nos crees ser Lucia? Aun me asombra que no tenga una enfermedad de transmisión sexual.
-¿Por qué no pude tener el donde Lucia y poder caerle bien al profesor?
-Tienes el carácter Charlotte, lo único que pasa aquí es que eres más bondadosa que cualquiera y por eso dejas pasar todo. Se fuerte y ya veras como todos te hacen caso.
-Bueno ya olvidemos como debo ser, mejor dinos tus opciones para la noche de mañana.
Susana sonrió con su mascarilla dorada y comenzó a mostrarnos posibles conjuntos o vestidos que tenia en su armario. Para mi cada prenda que ella mostraba era una similar al anterior, solo que la blusa ya era de otro color o el largo de la falda había cambiado. Sebastián a pesar de tener aun tarea por entregar de una materia diferente se daba el tiempo para mirar de vez en cuanto ante la cámara y decir "no, me parece muy abierto", "no, es muy largo ¿Serás monja o qué?" yo alagaba cada conjunto o vestido que nos mostraba diciendo que era el adecuado, pero me decía que ya lo había ocupado antes, que lo llevó puesto en la fiesta de otra persona, que lo había ocupado a inicio de mes y así muchas cosas más.
Antes no me interesaba la moda pues siempre me encargaba de ponerme lo más cómodo que encontrara para cualquier ocasión, pero al ver que tan importante era para Susana la moda me detuve a pensar que tal vez debería invertir otro poco en mí. Me lo merecía, así como decía Susana, a veces era bueno cambiar.
Tres horas después de tanta charla sobre si los zapatos combinaban, que opinábamos del maquillaje, que tal vez no era el momento adecuado para la blusa, que el vestido si estaba muy corto y muchas otras cosas más Susana decidió que era mejor idea ir a comprar ropa nueva. ¿En verdad las mujeres éramos tan indecisas en el tema de la ropa?
Apague la videollamada, programé mis alarmar para las horas siguientes y conecte el celular para cargarlo. Camine a mi cuarto de baño y me dispuse a relajarme en la ducha, por lo menos en algo tenía razón Susana, una buena ducha me haría conciliar el sueño.
Salí de la ducha, escogí un pijama de algodón, me seque el cabello con la toalla lo más que pude y lo desenrede. Me recosté sobre la cama y una vez más mi cerebro me hacia una mala jugada. Me recordaba el día que me esperaba, y las posibles torturas que el profesor Diamond ya me tendría preparadas, ¿Sera posible que Diamond se desquite conmigo por mi falta de respeto? ¿Seria yo capaz de soportar tus humillaciones a solas? ¡Diablos! Para ser una chica con promedio sobresaliente le tenia miedo a un profesor que vivía a base de las colegiaturas pagadas por los padres. En que maldito momento se me ocurrió llevarle la contraria siempre.
Baje a la cocina por un vaso de leche y un poco de galletas a ver si así con la panza llena podría dormir de una vez. Me eleve en puntas cuando una voz me asustó.
-¿Qué haces tú aquí?
-He venido por una segunda cena, ¿Acaso no lo ves?
-Estoy buscando lo mismo no puedo dormir, el cambio de horario no me ha sentado aun, en Italia debe estar amaneciendo. ¿Tienes alguna receta?
Le serví un vaso con leche y le repartí de mis galletas de chocolate.
-A mamá no le gusta que coma mucho chocolate, por eso Gail las tiene escondidas. – Me senté a su lado en la barra de la cocina.
-Creo que debería cambiar su escondite. – se metió una galleta a la boca.
-Para ella aun no las he encontrado – me encogí de hombros.
-¿Por qué no puedes dormir?
-Digamos que tendré el peor día de todos mañana.
-Eva, solo te estas quejando y no sabes lo que puede pasar.
-Si bueno, pero... es que... no conoces las razones.
De pronto se prendieron todas las luces de la cocina. David y yo nos miramos asustados.
-¿Qué hacen ustedes a esta hora aquí? – Mamá se unió a nuestra reunión.
-No podemos dormir – Contestó David con una galleta en la boca.
-¡Charlotte! ¿Cómo conseguiste las galletas?
Escondí las manos en la espalda.
-¿Galletas? ¿Qué galletas?
-Vayan a sus habitaciones en este momento, ya es muy noche.
-Si madre. – David se levantó – Buenas noches. – Le dio un beso a mama y tomo el vaso de leche. – Gracias por esto Eva.
Sonreí y el desapareció por las escaleras. Con pasos pequeños mientras mamá fue por un vaso de agua seguí el recorrido de David.
-Señorita usted todavía no.
-Pero mamá, acabas de decir que ya es noche.
-Las galletas. – Extendió su mano en forma de petición.
-Solo esta noche por favor.
-Charlotte el chocolate te pondrá mas imperativa y menos podrás dormir, lo he comprobado muchas veces.
-Está bien – rodé los ojos y le devolví unas cuantas. – Buenas noches, mamá.
Me despedí y subí corriendo las escaleras. En mi habitación saqué algunas galletas que me había guardado en el pantalón y me dispuse a tener una cena digna de dioses. Galletas remojadas con la leche.
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