Capitulo 39
Mi celular sonó, al tercer timbre conteste.
-Susana, ¿Qué pasa?
Oí un grito en la otra parte de la línea.
-No me lo creo, no me lo creo. ¿Me dirás que esto es para mí? – Susana aún seguía gritando por el auricular.
-Bueno, no creo tener otra mejor amiga que no eres tú.
-¿Cuánto te ha costado? ¡Cielos Charlotte! Es la mejor sorpresa de mi vida.
-No importa cuanto haya costado, el sentimiento es lo que vale.
-¡Rayos señorita! Tendré que esforzarme más para tu próximo cumpleaños.
-No es nada, con tu amistad me basta. – Una nueva llamada entraba en línea – Espera, creo que alguien más llama.
Mire de nuevo la pantalla de mi celular y era Sebastián.
-¡Mierda Charlotte! Esto sí que es una pasada.
Me reí.
-No sean dramáticos por favor, con un gracias es suficiente.
-¿Sebastián eres tú? – Pregunto Susana.
-¿Estas en la línea igual? – Él contesto.
Esto parecía que podría ser una larga llamada.
-¿Chicos me esperad? Estoy en la mesa con mis padres, ¿Les parece que les llamo por Skype?
-Oh lo sentimos, vale esperamos. – Respondió Susana.
Colgué a ambos.
Papa y mama se quedaron observándome.
-¿Qué es lo que traman? – Pregunto papa.
-Oh nada, es solamente que les he traído algunos regalos y han exagerado con sus expresiones.
-Ya vemos, si quieres puedes subir a hablar con ellos Charlotte. No nos molesta.
-¿Enserio mama?
-Si adelante hija. – Papa me dio el permiso.
-Está bien, solo me llevare fruta para terminar de hablar con ellos.
Me acerque a la cocina y le pedí a Gail que me sirviera un sándwich completamente enorme. A pesar de solo haber comido un poco del plato en la cena me quedaba con hambre y la fruta no ayudaría.
-Si niña, enseguida se lo llevo.
-Gracias.
Pronuncie y lo más rápido que pude llegue a mi habitación.
Conecte la computadora y enseguida los tres ya estábamos en sintonía.
-Vaya niña, esta vez sí que te has pasado.
-Sebastián te lo he dicho, solo es un presente.
-Por supuesto que es un presente carísimo. ¿De dónde has quitado la millonada?
-¿Acaso importa?
-Claro que importa mujer, ¡Son marcas reconocidas! Y además, no son cualquier prendas, son prendas de alto prestigio, hasta puedo decir que la realeza ocupa esto.
Comencé a reír nerviosamente.
-¿Qué dices Susana? Son solo alucinaciones tuyas, son prendas que cualquiera puede costear, a mí me hace feliz que ustedes lo estén.
-¿Quién no estaría feliz con estos regalos? Dime tú, si son lo que cualquiera quisiera. A ver Susana, muéstrame el tuyo. – La conversación, ahora era entre ellos dos.
Susana no lo pensó ni dos veces y le mostro a Sebastián el vestido que le había regalado. Mientras Sebastián se quedaba con la boca abierta, el de igual manera le mostraba a Susana su conjunto de ropa que le había regalado.
-¿Te das cuenta de esto Charlotte? Es un dineral lo que has gastado. – Susana no podía creerlo aun.
-Además Charlotte, llevamos tres años juntos y tú nunca has demostrado tanto afecto, ¿Acaso estas comprometida con un narcotraficante? – Continuo Sebastián.
-Basta ustedes dos, en primera no hay ningún narcotraficante de por medio y segunda, recíbanlo como una recompensa por aguantarme tanto, y por seguir conmigo en estos valiosos años. O que. ¿Prefieren regresarme los obsequios?
-Vale, ya. Nos queda claro que no debemos seguir preguntado.
Ambos levantaron sus manos rindiéndose.
Tocaron la puerta.
-Adelante – Pronuncie.
-Señorita, aquí está su sándwich, le he preparado un licuado por aparte. ¿Se le ofrece algo más?
-No Gail, has hecho mucho, gracias.
Asintió con la cabeza y se retiró de mi habitación.
-Entonces... ¿Ya puedes explicarnos todo detalladamente de lo que hiciste en tus mini vacaciones?
-Por el momento tengo demasiadas tareas que entregar para mañana Sebastián y prefiero que eso siga quedándose como mi prioridad ahorita mismo.
-Te entendemos, mejor nos vamos. Sebastián, dentro de cinco minutos paso a tu casa.
Ahora solo hablaban ellos, yo parecía sobrar.
-Esperen, ¿Se irán a una fiesta sin mí?
Ambos se habían dado cuenta de su error.
-Estem... Lo siento Charlotte, pero él no quería que te enterarás.
-¿Qué yo que? La de la idea fue ella. – Sebastián contraatacó.
-No te dijimos nada porque sabíamos que tendrías pendientes y además si te decimos a donde vamos es posible que nos digas que es un lugar al que no deberíamos frecuentar y que deberíamos de andarnos con cuidado.
-Y es posible que tú no aceptarás ir. Es un 100%
Ambos se ponían de acuerdo para terminar sus frases.
-¿Por lo menos me dirán a donde van a ir?
-Al sensation.
-¡Están locos! – Les grite al solo oír el nombre del lugar. - ¿Por qué carajos se empeñan a ir ahí?
-Veras, un amigo nos ha invitado a un fiesta y no podemos resistir a ir, además hemos ido cunado tu no estabas y se ha puesto muy bueno el ambiente.
-¿Han ido a mis espaldas?
-La has cagado bonito Sebastián. Además no es que te pidiésemos permiso cada vez que salgamos Charlotte.
-Bueno, pero por lo menos avisarme a donde van. Acuérdense que la que los cubre soy yo.
-Bueno, estamos cumpliendo esta vez y además, ves te has negado a ir con nosotros.
-Ni siquiera me han invitado, ustedes mismos se quemaron, pero bueno, váyanse. Yo me ocupo de hacer otras cosas.
-Charlotte, te queremos ¿Si?
-También los quiero, ya apúrense se les hace tarde.
Colgué el video llamado y me dispuse a cenar. Y al mismo tiempo a terminar todas mis tareas pendientes.
-Buenos días papa, mama.
-Charlotte, buenos días. ¿Ayer te dormiste muy tarde cierto?
Tome mi lugar en el comedor.
-Aún tengo tareas pendiente que hacer papa, aun me arrepiento de no pedir mis apuntes al día.
-¿Me imagino que los profesores te dan tiempo para entregar no es así?
-Si papa, pero son muchas.
-Bueno entonces come rápido, porque debes de llegar temprano.
-Lo hare papa.
-Louis, no presiones tanto a la niña, todo puede esperar, con calma cielo.
Sin replicar algo a cambio papa, mama y yo desayunamos a gusto, como otro día normal cualquiera.
-Gracias Raúl por traerme.
-De nada señorita. – Contesto al abrirme la puerta del coche.
En mi panorama de visión, tenía dos cosas, una en donde mis mejores amigos llegaban con lentes oscuros y claramente el cuerpo agotado, si sabré yo que habrán hecho toda la noche. Mientras que por otra parte James se servía en bandeja de plata a Bennett, aunque parecía quitarse de encima pero su plan no resultaba.
-Así que la chica multimillonaria ha regresado.
Me voltee y me lance a sus brazos.
-¡Julián! – Exprese de emoción.
-¿Cómo te ha ido pequeña?
Me solté de su abrazo y me bajo al suelo.
-¿No estás enojado conmigo?
-Leí tu último mensaje pidiéndome disculpas y las he aceptado, porque en un momento dude que fueras tú.
-Susana se pasó de copas una vez y tomo mi correo para fastidiarme.
-Me lo imagine, pero quiero que sepas que lo he tomado con humor.
-Me alivia saber eso.
-¿Iras este fin de semana con tus papas a la gala benéfica de todos los años?
-Pensé que sería dentro de dos semanas.
-No, es este fin.
-¿Cómo sabes tú de ello?
-Al señor D. le llego una invitación a su correo y apenas ayer me di cuenta.
-¿Señor D?
-Sí, así siempre firma sus correos, así que creo que me estoy familiarizando en cómo llamar al señor Diamond.
-¿Qué tiene que ver el en todo esto? ¿Cómo es que lo invitaron si es tan solo un profesor?
-No sé si vaya a ir, pero yo digo que el si tiene demasiados contactos, como para ser invitado a grandes fiestas como a las que va tu papa. Hasta me ha ofrecido la mejor oportunidad de mi vida.
-¿Irte al continente asiático y volverte del tercer mundo?
-¡Exacto! ¿Puedes creerlo? Me ha dicho que él ya tiene un amigo allá que está interesado en mis ideas y vaya que es muy buena oportunidad, ¡Es el trabajo de mis sueños!
-¿No crees que es tan bueno para ser real?
-He pensado lo mismo, pero no pierdo mucho si lo intento. ¿No crees?
-Es tu propia decisión.
-Lo estoy pensando seriamente... Bueno Charlotte, me tengo que ir, algunos papeles me esperan en la oficina del señor D.
-Suerte Julián.
Lo vi alejarse de mi vista y solo lo despedí con la mano. Bueno, por lo menos el iba a logar algo de lo que había soñado.
Mi celular vibró en el bolsillo de mi pantalón.
De: Estúpido Profesor.
Te dije que no estuvieras cerca de él.
Has roto la primera regla.
Toma en cuenta mis consecuencias.
¿De qué va todo esto? ¿Por qué siempre involucraba misterios en todo lo que tenía que decirme? Siempre me irritaba por eso.
Gracias a Dios mis primeras cinco clases había ido viento en popa, todo estaba en perfecto estado. El día parecía estar a mi favor, solo dos clases más y ¡Perfecto! Un día más cumplido sin interrupciones.
-¡Lucia! No puedo creer que hayas echo eso.
Pase al lado del grupo de amigas de Lucia.
-Como oyen niñas, ese bombón del profesor Diamond ya está a mis pies.
-¿Crees que hoy te diga algo?
-No me importa, mientras me haga caso y repruebe a otras me siento complacida.
Claramente el "otras" iba dirigido a mis amigos y a mí.
Una hora más, una maldita hora más, la anterior me había parecido lo más largo del ciclo escolar y es que el maestro Guzmán no terminaba de parlotear sobre el trabajo final que deberíamos entregarle, una más, solo esperaba una clase más.
Entre al aula correspondiente, tome mi lugar detrás de mis compañeros con gafas oscuras y me recargue en mi brazo. Ya estaba cansada de tantas clases y solo quería dormir.
-¿Te has enterado ya de la nueva? – Susana y Sebastián se voltearon para verme mejor.
-¿Qué nueva?
-Noticia Charlotte. – Sebastián me veía con el ceño fruncido.
-No, no sé de qué hablan.
-Al parecer Lucia ya se entregó por completo al señor Diamond.
-¿Pero qué? – Mi cara de sorpresa apareció. - ¿Cómo pudo suceder eso, esto paso en la semana que no vine?
-Niña, esto paso apenas ayer, ella misma les está diciendo a todos que ya se sirvió en charola al profesor y que no le costó nada. Yo siento que hoy veremos su reacción ante la clase. – Susana ya iba a tomar su papel de detective.
Dentro de poco el implicado en la escena entro al aula.
-Buenos días.
Su saludo implicaba más que enojo, sus brazos estaban tensos y sus puños cerrados, juraría que los nudillos ya se iban a volver blancos.
El alumnado contesto de manera automática y el comenzó hablar.
-Jóvenes hoy nuestra clase será diferente.
-¿A que de diferente se refiere?
Lucia hizo su comentario correspondiente como siempre.
-Distinto. – La miro como si la quisiese matar. – Todos por favor saquen una hoja en blanco y el siguiente problema que les pondré enfrente debe de ser resuelto en la hoja blanca.
-¿Profesor que sucede si no terminamos de resolverlo? – Otro compañero del salón pregunto.
-Nos vemos en vacaciones.
-¿Ósea que este es nuestro examen del próximo mes? – Sebastián tuvo que abrir su boca.
-Así es joven y más le vale sacar una buena calificación en este problema, porque claramente ha vuelto a falta a mis normas.
-Profesor – Una voz dulce resonó. – Yo creo que no es justo y además si usted me lo permite asumo la responsabilidad de todos mis compañeros a excepción de unos cuantos, a comprometernos estudiar para el examen del próximo mes y sacar buenas notas. ¿Qué le parece mi propuesta?
Literalmente no podía ser más zorra, después de mencionar su última frase hizo más pronunciado su escote de la parte delantera y jugueteo con su cabello.
Diamond se acercó a su lugar, apoyo los puños en su butaca y se acercó un poco a su cara. Desde mi lugar podía notar como su mirada ardía y no era de deseo.
-Lo diré una sola vez – Parecía un hombre mucho más peligroso de lo que aparentaba. – Aquí las cosas se hacen a mi manera y a quien no le guste puede retirarse de mi aula. Y para que le quede claro señorita Cornall, por favor a la próxima que quiera correr rumores inciertos asegúrese de no tener un historial tan sucio antes de querer pasarse como alguien que no es. Y para que pueda tener sueños eróticos con cualquier hombre de esta institución sin correr riesgo de contraer una enfermedad con cualquier aparato le recomiendo usar un condón.
Sin preverlo todos nos dimos cuenta de cómo el sacaba un condón de su bolsillo trasero y se lo aventaba en su butaca.
-Si alguien más tiene algo que decir, podemos aclararlo en este momento. – Todo el salón permaneció en silencio. – Si no hay objeciones pónganse a realizar el ejercicio.
Era la frase final la que nos avisaba que el show había terminado. Uno que otro se había quedado con la boca abierta, yo solo me reía por dentro de satisfacción. Ese literalmente era mi momento favorito.
Nos vimos a los ojos, sonreí, una pequeña sonrisa llena de satisfacción le dirigí y sus ojos por primera vez se suavizaron. Después de eso, me puse en marcha, me concentre y resolví mi prueba.
Al dar por finalizada la clase la chicharra sonó, dejando a unos con el rostro preocupados, pues para ser franca el problema estaba muy difícil, hecho como para que exactamente nadie pasara. Cada uno fue dejando su prueba al escritorio del Profesor Diamond y dirigiéndose a la puerta, las ultimas en el salón solo éramos Lucia y yo, pero como ella no se había percatado que todavía yo existía estaba esperando a que ella diera su carta a mostrar.
Se levantó lentamente de su lugar, tomo su hoja con apenas unas cuentas operaciones, se colgó la mochila en el hombro y se dirigió al escritorio.
-Querido profesor, me parece que ha caído donde yo quería, ahora mismo está a mis pies, así que bombón – le acaricio el cachete – Nos vemos muy pronto en tu departamento.
Diamond le tomo la muñeca con fuerza.
-Cuidado con lo que dice señorita Cornell, que aquí no hay ningún bombón suyo y mucho menos un departamento que la espere, así que si quiere seguir conservando su dignidad le pido que se deje de meter conmigo que usted saldrá perdiendo siempre.
Mire que Lucia no se quejaba del dolor, pero su rostro lo mostraba, estaba sufriendo, Diamond la soltó y ella solo se arregló el cabello, se dirigió a la puerta y no volvió a ver hacia atrás.
Me levante de un salto, cerré la puerta del aula inspeccionando que nadie supiera que aun yo estaba adentro. Me acerque a él.
Ahora se encontraba de pie enfrente del escritorio, tenía el pulgar y el índice en el puente de su nariz, haciendo como que su respiración volviera a la normalidad.
Al verme de frente a él, me tomo entre sus brazos e inhalo el aroma de mi cabello.
-Te necesito ahora mismo.
-Estas siendo tan romántico.
-No estoy para juegos.
-Si me dices por favor.
-Por favor, te necesito ahora mismo. – Primera vez en la cual el daba su brazo a torcer.
Sus ojos se ponían en llamas, el azul se intensificaba.
-Te veo en mi oficina ahora mismo.
Me soltó y rodeo su escritorio para meter todo en su portafolio.
-¿No crees que será muy sospechoso si alguien nos ve dirigiéndonos juntos al mismo lugar?
-Puedes encaminarte ahora mismo si quieres.
-No, James, en el colegio no.
-¿Me vas a negar ahora mismo? – Sus ojos volvieron a ser la vil prueba de que estaba enojado.
-Bien. – Me rendí ante él. – Te veo dentro de veinte minutos.
-No tardes cariño.
Me beso de manera jugosa, salvaje, necesitada. Nuestras lenguas chocaban. Se separó. Me dejo respirando aceleradamente, como si hubiese corrido un maratón. Si no fuese por sostenerme del escritorio hubiera caído desplomada. Solo lo vi alejarse hacia nuestro encuentro.
Al salir del aula me dirigí a la parte delantera del colegio, en donde mi chofer me estaría esperando.
-Raúl, tardare unos minutos, ¿Crees esperarme o tienes que ir por papa a la oficina?
-Su padre creo que está en una junta, la puedo esperar.
-Gracias, si hay cambio de planes puedes notificarme. – Le enseñe el celular.
-Si señorita, ande con cuidado, la esperaré.
Me gire de vuelta al edificio. Tenía algo pendiente por hacer.
-¿Niña a dónde vas? – Mis amigos me detuvieron en el pasillo.
-Tengo cosas por hacer aún, ¿Ya se van?
-Sí, tengo que dormir aun me duele la cabeza.
-Manejen con cuidado.
Les di un beso a ambos y seguí con mi camino.
Al llegar a mi destino toque dos veces la puerta.
-Adelante. – Contesto la voz masculina adentro.
Al visualizar la otra imagen que acompañaba a Diamond no pude ocultar mi enojo.
-Profesor Diamond solo venía a saber si podría proporcionarme mi porcentaje del proyecto. Pero si está ocupado puedo regresar otro día o me lo da en clases.
Caminaba hacia atrás para retirarme.
-No hay problema señorita Reynolds, la maestra Bennett estaba por irse.
Le hizo un gesto con la cara y le señalo la puerta.
-Está bien, me voy, pero te veo en tu departamento. – Bennett le guiño el ojo y no falto su contoneo de caderas para retirarse del lugar.
Diamond, cerró la puerta detrás de mí y no dudo en pegarme a su cuerpo.
-Pensaba que no vendrías.
-Aquí estoy.
-Lo se cariño. No puedes ni siquiera darte una idea de cómo estoy.
Su erección poco a poco cobro vida propia.
De pronto mi mochila y mi sudadera cayeron al suelo en un santiamén. Nuestras lenguas tenían su propia batalla, sus manos recorrían mi pequeño torso, sus labios saboreaban mi cuello, mis manos viajaban a través de su pantalón.
Sin darnos cuenta alguien del otro lado trataba de abrir la puerta. Nuestro momento tenía que esperar. Con un gesto Diamond hizo que guardara silencio y me ordeno que corriera al pequeño baño que había en su misma oficina. Tome mis cosas tiradas e hice lo que me pidió.
Ya dentro del baño solo podía escuchar dos voces, una era de Diamond, pero la otra no la reconocía mucho, me sonaba familiar, hablaban de unos papeles, de unas firmas y de eventos próximos, escuchaba repuesta de ambas partes pero la segunda voz aun no la descifraba, hasta que se mencionó el baile de beneficencia y caí en cuenta que era ¡Julián!
¿Qué pensaría Julián si supiera que yo era la que estaba escondida en el baño?
Unos minutos después se abrió la puerta y otro cuerpo entro a hacerme compañía.
-Más te vale no gritar cariño, tenemos compañía afuera.
-¿Qué? ¿Acaso se quedó ahí?
-Sí, solo he dicho que he venido al baño.
-No James, no puedes hacerme esto.
-Solo procura guardar silencio.
Sin protestar, ni poder reclamar nada, nos encontrábamos de nuevo en la misma posición, el atacando mi cuerpo y yo ansiosa por el suyo.
-Esta vez solo disfrutaré mi placer, es lo que más necesito en este momento. – Sus ojos aun no escapaban de la furia de hace rato.
Me encontraba pegada a la pared, mis piernas enrolladas en sus caderas, ambos cuerpos pegados en un pequeño espacio, mi torso desnudo con el suyo chocaban cada vez que el aceleraba sus embestidas.
No gritar me era imposible, todo mi ser se convulsionaba de acuerdo a su ritmo, cada vez que me penetraba me sentí satisfecha. No podía aguantar mis gemidos, así que mi mejor método fue morderme los labios y arañarlo cada vez que me sentía llena, plena.
-Si sigues con tus pequeños gemidos todos sabrán que estamos haciendo, silencio pequeña. – Me beso. Su manera de hacer que no siguiera gimiendo era esa, besarme, jugar con mis labios, saborearlo por completo.
Cuatro, cinco, seis embestidas más rápidas y ambos estábamos a punto de corrernos, por fin podía sentirme libre. Aumentó cada vez el ritmo, hasta que por fin ambos nos liberamos y un pequeño gemido salió de mis labios.
Él se rio.
-Quiero ver la cara de ese pobre al salir de aquí, debe de estar intranquilo al escucharte gemir cielo.
Poco a poco me fue dejando en el piso con mis propias piernas, tomo un pañuelo y limpio los restos de nuestros fluidos. Se ocupó de mí, mientras yo recuperaba la compostura.
-Por favor, a la próxima tráete una falda. – Me beso la frente, se comenzó a vestir de manera rápida.
-Señor Diamond si no le molesta saldré un momento por agua, ¿Le apetece algo? – Julián hablaba del otro lado de la puerta, se le escuchaba inseguro.
-No gracias. Puedes tomarte la tarde, estamos en contacto por correo.
-Gracias.
Escuchamos pasos a lo lejos y una puerta cerrarse.
-Creo que lo has dejado atontado con tus gemidos mi vida.
Recogió mi braga y me ayudo a ponérmela. Me sentó en el inodoro y comenzó a ponerme los pantalones. Aún seguía agotada. Termine de vestirme por mis méritos y el solamente me veía por el marco de la puerta. Me enjuague la cara, me acomode el suéter, me hice una coleta alta y recogí mis cosas.
Cuando ambos regresamos a la oficina el volvió a su papel de Profesor.
-Bien creo que ha sido toda la lección por hoy. ¿Hasta mañana entonces?
-¿Te vas sola a casa o quieres que te lleve?
-No, mi chofer está afuera, gracias.
-Con cuidado cielo. – Me beso en los labios.
-Siempre.
Salí de esa habitación que había sido testigo de los imperdonable y me dirigí al estacionamiento, otro tipo de vida me esperaba afuera.
-¿A casa señorita? – Pregunto Raúl al abrirme la puerta de la parte de atrás.
-Por favor, mis padres deben de esperarme para comer.
Puso el auto en marcha y nos sumergimos en el tráfico. Me perdí en mis pensamientos y en lo mucho que había avanzado en mi semana de regreso, por fin, ya tenía lo que anhelaba, al hombre por quien soñaba y comenzaba a ser una mujer, ya no era la típica Charlotte que se refugiaba en libros, sino que ahora era quien podía escribir el suyo, y eso que el comienzo no era nada perfecto, todo hasta el día de hoy, había sido un completo desastre.
De: Estúpido profesor.
Tengo una invitación para ti.
¿Una invitación? ¿A qué se debía este cambio?
Para: Estúpido profesor.
¿Invitación para qué?
Su respuesta no se hizo esperar por mucho.
De: Estúpido profesor.
Un amigo me ha pedido que reciba a sus inversionistas, están en Canadá por el momento. Y él no dispone de tiempo suficiente para tomar un avión.
¿Te veo a las 8 pm en mi departamento?
Para: Estúpido profesor.
¿Yo que papel tomo en todo esto?
Que buena caballerosidad de su parte al no venir por su acompañante.
De: Estúpido profesor.
Bien, paso por ti a tu casa a esa hora.
Para: Estúpido profesor.
No he aceptado.
De: Estúpido profesor.
Llegaré puntual.
¿Cómo se le ocurría hacerme esto siempre? Tomar decisiones por mí, sin ni siquiera darme explicaciones. ¿Qué tengo yo que ver con esto? Puedo declinar ir, pero si lo hago puede que se moleste y además aceptando sus términos creo que él puede hacer planes sin consultarme.
Odio encontrarme en esta situación. Quererlo por completo, pero odiarlo en todo momento.
-Mama ¿Sera posible que hoy pueda ir a una fiesta con Susana?
-¿A una fiesta has dicho?
-Si.
-¿Qué clase de fiesta?
-No lo sé, me imagino que es un cumpleaños de un amigo.
-¿Cómo que no sabes a donde iras con Susana?
-Mmmm... Sí, es el cumpleaños de un amigo, pero amigo de Susana, no un amigo en común.
-¿A qué hora regresaras a casa? – Papa bajo la vista de su periódico.
-No lo sé, al parecer vendrá a recogerme a las 8 de la noche.
-Es muy tarde para un cumpleaños Charlotte.
-Papa todo estará bajo control. – Le di una mirada suplicante. - ¿Puedo ir?
-Louis, creo que se lo merece. Ha tenido una semana dura después de llegar de Italia.
Mama me tomo de la mano y ambas estábamos con un nudo en la garganta.
-Está bien, puedes ir.
Me levante hacia él y lo abrace.
-Nada de llegar muy tarde, tú permiso expira a la media noche señorita.
-Me basta papa, gracias.
Les di un beso cariñoso a ambos y me subí corriendo a mi habitación, necesitaba buscar un atuendo perfecto, tal vez esta noche me podría presentar como su novia.
Una idea muy estúpida, pero a la vez mi sueño siendo realidad.
Para: Susana
Por favor, si alguien pregunta. Tu y yo estaremos en una fiesta de cumpleaños de un amigo tuyo a partir de las 8 pm.
Te amo.
Gracias
Besos.
Un mensaje a Susana no hacía falta para verificar que mi plan corría a la perfección, pues ella también estaba fuera de su casa y ambas nos usábamos como tapaderas. Una amistad de verdad.
Tres minutos antes de las ocho yo estaba bajando por las escaleras de mi casa. Papa y Mama me esperaban en los sofás de la entrada principal para despedirme.
-Con cuidado cielo. – Mama me beso la frente.
-¿No es algo tan formal para un cumpleaños? – Papa frunció una ceja.
-Creo que en sí, es una fiesta de gala. Susana no se sabe explicar.
-Louis, ya deja de fastidiar a la niña, así es la moda en América. ¡Suerte cielo!
Sin replicar más papa me dio un beso, me acompaño a la puerta y solo observo como me subía en el auto.
-¿Acaso no pensaste que papa me pudiera ver subirme al auto? ¿Por qué tuviste que estar enfrente de mi casa?
-Charlotte, tu padre se daría cuenta de una u otra manera, ya encontraras como solucionarlo.
-Oh si claro, yo tengo que solucionarlo.
-¿Quién ha sido la que ha creado una mentira?
-¿Prefieres que la versión correcta se la cuente a mis padres? Papas, hoy saldré con mi profesor, quien me ha estado follando en los últimos días, no se preocupen llegaré con bien.
-Por lo menos es la verdad.
-¡Cállate ya!
Buen inicio de conversación habíamos de tener esta noche.
-¿A dónde vamos? – Pregunte en el semáforo siguiente.
-Es un pequeño restaurante, elegante pero sofisticado. Me alegra que hayas escogido un atuendo acorde a la ocasión. – Me miro de reojo.
De pronto caí en cuenta. El aun no descubría lo que en verdad había escogido para usar esta noche. Solo veía la parte de fuera, pues mis padres no podían ver lo que tenía debajo.
Opte por quitarme en ese instante el blazer que traía encima y dejar al descubierto el body de encaje negro con tirantes que llamaba la atención. Moví el cabello hacia un lado y le sonreí de perfil.
Se rio bajito y no dejo de mirar la carretera.
Llegamos al restaurante. Capella.
Por fuera tenía el aspecto a restaurante francés, pequeños techitos con carpa que podrían cubrirte del sol en las mañanas o de la lluvia, así mismo como plantas largas puestas en cada pilar y mesas redondas pequeñas con solo dos asientos, típica estructura parisino.
Diamond me ayudo a bajar de su Audi A8 LW12, algo diferente y de categoría a su Dodge Neón 2018. Le tome la mano, y ambos caminamos hacia la entrada del restaurante. Él le hizo entrega de las llaves al Valet parking.
-Estas tremendamente caliente con lo que traes puesto. – Me susurro al oído antes de hablar con el encargado de la recepción y pedir nuestra mesa.
Lo observe. Lo observe como lo hacía cada vez que él no se daba cuenta. Ahí estaba el de pie, vestido con un elegante traje color negro, corbata y zapatos a juego; y camisa blanca de mangas largas. A decir verdad el negro no se veía tan bien en cualquiera, solo le podía quedar bien a él.
Así como recorría su rostro mi vista llego a nuestras manos entrelazadas, vaya primera vez que lo hacíamos en público. A diferencia de James, mi atuendo solo consistía en un bodi de encaje negro, unos pantalones de tela color rojo, acompañado de una pequeña cartera a juego con el blazer que estaba sobre mis hombros y tacones negros de punta.
Uno reservado y elegante, mientras que la otra parte era exhibicionista.
Llegamos a una mesa redonda de seis personas, cuatro ya estaban sentadas y nosotros apenas los saludamos.
Diamond me presento a cada uno de los hombres vestidos de traje, a quienes salude amablemente y los cuales se miraban asombrados de mi presencia.
-¿Algo antes de comenzar? – Pregunto Diamond, mientras todos tomábamos nuestros lugares en la mesa.
Las cuatro personas presentes asintieron con la cabeza y Diamond hizo un gesto con la mano al mesero, al parecer todo ya estaba preparado, en menos de lo que canta un gallo en la mesa ya se encontraba servida la cena y las copas llenas de vino tinto. Los platos con cada degustación sabían exquisitos, eran el cielo divino, al terminar de cenar todos los hombres se dispusieron a hablar sobre negocios, yo solo los observaba.
Me gustaba ver como cada uno tenía cosas por decir, cosas interesantes y algunas intangibles para mi opinión. Pero en especial había un hombre que me cautivaba con solo verlo, un hombre que me atraía demasiado y era el que tenía al lado.
Solo podía escuchar las palabras "Estamos de acuerdo con esto" "Rechazamos esto" "Podríamos conseguir esto juntos" "Tenemos un mercado comercial por delante" sin poner atención completa por el problema al que los cinco hombres se enfrentaban. Solo estaba segura que había aceptado ir para estar con él.
Una de sus manos libres se recargo en mi pierna. Y yo sin darle importancia esta poco a poco fue subiendo, hasta llegar a la mitad de mi muslo y comenzar a inquietarme. No se detuvo y siguió su camino hacia el interior.
Al rozar su pulgar con mi zona intima me sobresalte. Algo no andaba bien, inmediatamente cerré mis piernas haciendo que su mano quedase a unos centímetros de mi zona vaginal.
En ese instante se quedó en silencio y me miro. ¡Carajo! ¿Acaso quería que yo me excitara enfrente de los socios de su amigo? ¿Estaba mal de la cabeza? Frunció su ceja y sus pupilas se dilataban.
-¿Cariño estas bien?
Fue su única pregunta al mal momento que pasaba.
Asentí. Ni siquiera me creía capaz de articular palabra.
No dejaba de mirarme y sus dedos no dejaban de chocarse contra mi piel, estaba claro que el no volvería a su trabajo si yo no accedía a sus peticiones. Mire a sus socios y ellos se encontraban incómodos, ¡Oh si claro! Como si ellos se encontrasen en mi lugar, sentí pena por ellos, la acompañante de su socio estaba haciendo que esto se retrasase.
Accedí a lo que pedía en silencio. Lentamente separe mis piernas. El volvió a la plática con sus socios como si nada hubiese pasado. Y su mano hacia de las suyas.
Su palma se frotaba sobre la suave tela del pantalón, lo que hacía que mi cuerpo reaccionase ante sus encantos, el exactamente sabía lo que hacía, era hasta un profesional en esto.
Cada vez se me hacía difícil controlarme ante la audiencia que teníamos enfrente, quería salir corriendo de ese asiento, separarme un poco de él, poner nuestra distancia, pero me era imposible en ese momento, sabía que si me movía arruinaría todo y no solo nuestra salida, sino los negocios que tenía en puerta. ¡Diablos! ¿Cómo podía contenerme ante tal excitación que él me proporcionaba?
De vez en cuando mi respiración se entrecortaba, mis labios se separaban y yo me aferraba fuerte a los lados de la silla. Uno de sus socios me dirigió la mirada y lo único que pude hacer fue brindarle una sonrisa poca convencedora. Me la devolvió y volvió a centrarse en Diamond.
Arriba, abajo. Ya me había memorizado su secuencia, si el no parase en cualquier momento, daría por hecho que ya no sería capaz de aguantar por un momento más.
Nuestras miradas se cruzaron por un momento e intercambiamos sonrisas, la mía era dulce, pero pedía suplicas; mientras que la suya era de completa maldad, algo se traía en manos y el objetivo era que yo me doblegase, pidiese perdón. Pero no, esta vez trataría de aguantar hasta que él se cansase.
Esta sí que iba a ser una noche larga para ambos, pero llena de tortura para mí.
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