Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 30

Entramos lo que parecía la sala principal. Papa, mama solo se miraban entre si e inhalaban y se encorvaban, como si esperaran el siguiente espectáculo por venir. Mientras que yo solo observaba cada rincón, cada arte, cada monumento. Todo se veía espectacular.

Las paredes estaban pintadas de un color crema claro, tenía toques en los pilares de color dorado, como si la estructura fuera de los años 20, en cada parte del techo había una estructura llamativa, de este colgaban dos candelabros de cristal esos que son en forma de araña. Por cada metro de pared se podía observar que tenían un diseño que acompañaba a toda la sala, consistían de espirales o de líneas rectas que daba ese aire de mando. Los dos ventanales que estaban al fondo, tenían cortinas adornadas del mismo color que el del techo y estaban perfectamente recogidas como si de un arte se tratase.

En cada parte del salón se encontraban sillones para todos y en cada esquina había mesitas donde podrías admirar los jarrones con hermosas flores. El piso estaba adornado con una preciosa alfombra en color rojo que traía impreso otras formas semejantes a las que había en el techo, hacia juego con el azulejo que se encontraba debajo.

Aun no podía creer que en verdad esto estaba sucediendo. De pronto las puertas dobles se abrieron y un hombre vestido de traje se presentó.

-En seguida verán a su majestad la reina. Por favor, cuando la vean primero hacen la reverencia, esperan a que ella les de la mano y siempre diríjanse como su majestad. No le den la espalda y si ella les permite que se sienten así lo harán.

El hombre no espero nuestra respuesta y solo siguió adelante. Fue en ese momento donde comprendí que aquí las palabras sobraban. Papa le siguió como si se tratase de algo urgente, mama se encaminaba a su lado solo unos pasos atrás y yo caminaba a la par de ella. Papa se limpiaba la palma de las manos en el pantalón mientras que mama solo miraba al frente.

Todas las personas que nos encontrábamos en ese amplio pasillo mientras caminábamos hacia otra habitación algunas se sorprendían y otras solo hacían reverencia, pero sin dejar de lado lo que hacían. Prácticamente caminamos hacia el otro lado del pasillo para llegar al encuentro con la abuela.

El señor que anteriormente nos guiaba en el camino solo tuvo que tocar la puerta dos veces y estas se abrieron por inercia. Primero entro el a la habitación y como si niños de kínder nos tratásemos entramos en fila.

-Majestad. – Inclino la cabeza. – Los señores y la señorita Reynolds. - Y acto seguido se retiró.

Papa dio dos pasos adelante e inclino la cabeza, mama acto seguido doblo las rodillas por un segundo y la saludo con un apretón de manos. Ninguno de los tres decía nada y yo solo estaba ahí parada, como si mis pies se hubieran estancado en el suelo.

-Eva estás más grande de lo que me esperaba. – Ella se acercó a mí.

No sabía que decir, no sabía qué hacer.

-Oh, sí, gracias. – Solo articule. Y como si a mi mente se le hubieran vuelto a conectar los cables le extendí la mano pero ella no la acepto. – Oh, sí claro, claro. – Hice mi mayor esfuerzo por no meter más la pata y trate de hacer la reverencia que mi madre había hecho antes, pero como toda tonta que soy, encorvé mas la espalda de lo que debía y casi me caía.

Me dio la espalda y solo hizo una seña hacia los sillones que quedaban enfrente del que parecía ser suyo. En ese momento mis piernas reaccionaron y me senté del lado de mama. Mama al verme tomo mi mano y me acaricio los nudillos con el pulgar.

-Veo que algunas cosas han cambiado, ¿Cómo les ha ido el viaje?

-Ha sido algo cansado, pero podemos tolerarlo, su majestad. – Papa contesto.

-¿Han hablado con el príncipe David?

-Sí, antes de aterrizar le habíamos comunicado que habíamos llegado.

-Me alegro, el compromiso se hará oficial dentro de tres días, ¿Han pensado cuando se irán a noruega?

-Pensamos irnos el martes a medio día majestad. – Papa al parecer era el único que sabía cómo tratar con la abuela.

-Me parece bien que ya tengan todo planeado, ¿Su viaje ha sido largo cierto?

-Si majestad.

-Que les parece si mejor se van a descansar y más tarde nos vemos para la cena.

Sin decir algo más, la abuela se puso de pie y toco una campanita que se encontraba a su lado en una mesita. Papa y mama, por inercia también se pusieron de pie e hicieron su reverencia. Por mi parte aun no me entraba en la cabeza que debía acoplarme a esta "nueva vida" por una semana; cuando reaccione, apenas hice una inclinación de cabeza y le di la espalda a la reina. Tratando de salir lo más pronto posible por aquella puerta.

Al salir de aquellas cuatro paredes lo que parecía ser una mucama nos esperaba para llevarnos a nuestras habitaciones; así como habíamos entrado, así estábamos caminando, papa y mama caminaban detrás de la mucama, mientras que yo iba detrás de ellos y en medio. No iba a negar que todo aquel pasillo, habitación que recorríamos era hermoso, hasta las personas que se encontraban haciendo la limpieza con sus uniformes se veían bien y que decir de los guardias que al parecer vigilaban los cuartos, todo me parecía estupendo, como si fuera un nuevo mundo el cual apenas comenzaba a descubrir.

Los empleados al vernos pasar, algunos hacían reverencia mientras que otros solamente susurraban entre ellos, me gustaría saber que se decían, pues no nos quitaban la mirada. Llegamos a las escaleras. Parecían ser escaleras del siglo XV, pues la forma en las que estaban adornadas era espectacular, el pasamano también tenía una forma peculiar y que decir de las paredes que los sostenían el arte que había en cada uno era fenomenal, las paredes se encontraban pintadas con imágenes que alguna vez pertenecieron a dicho siglo. También acompañaba a las escaleras una pulidísima alfombra roja que con cada pisada que dabas pareciera como si al cielo subieras.

Nos encontrábamos frente a la habitación de mis padres en el segundo piso del palacio. La mucama les comenzó a explicar algunos usos protocolarios y quienes serían sus acompañantes durante estos días. En la puerta continua a la de mis padres se encontraba lo que sería mi habitación o más bien mi pequeño apartamento. La mucama comenzó a darme las mismas instrucciones que a mis padres, pero no le prestaba mucha atención, solo le asentía con la cabeza a lo que ella seguía diciendo, ya que no podía dejar de admirar la estancia. La mucama término de hablar, hizo su reverencia correspondiente y se retiró del cuarto.

Las paredes tenían un color hueso por todos lados, en el techo se encontraban pintados ese arte barroco, con ángeles y demás cosas, en las paredes se encontraban pilares adornados con tonos dorados y del techo colgaban arañas de cristales enormes. Al fondo a la izquierda se encontraba una cama enorme adornada pulcramente con sábanas, la cabecera estaba tallada a mano de madera y a los pies de la cama se encontraba un reposa pies perfecto, de esos que alguna vez en las revistas de decoración de hogar. En el centro de la habitación se encontraban dos sillones individuales con un respaldo alto y amplio que parecía ser de madera, pues su reposabrazos estaban perfectamente talladas y pintadas en oro, y se encontraban tapizadas en color rosa pastel con flores. En medio de estos sillones había una mesita para tomar el café. En la parte derecha de esta pequeña sala se encontraba otra semejante pero en vez de sillones habían sillas de metal perfectamente diseñadas con una mesa de cristal, las cuales si te sentabas en ellas podrías ver por el ventanal el amplio jardín que había en la parte trasera, el cuarto tenía tres ventanales altos que daban mucha luz natural.

En la pared al frente de toda la habitación se encontraba el baño, este consistía de una bañera, una regadera y un sanitario sin olvidar el lavamanos, no era de un tamaño promedio, pues en ese baño podían entrar a lo mucho cinco personas. Todo se veía reluciente, como si hace poco se hubiera remodelado pero aun no perdiera su esencia. A un lado de la puerta por la parte derecha se encontraba el escusado, en la pared izquierda estaba el amplio lavabo con su espejo correspondiente en la parte de enfrente del lavabo se encontraba la bañera y al lado de esta la regadera con puertas de cristal. Y en la pared contraria al escusado se encontraba una puerta secreta que daba hacia el enorme vestidor.

Ahí se encontraban perchas para todos los vestidos, muchos cajones y sillones para poder sentarse a admirar la belleza, habían ubicados espejos grandes, lugares altos para los zapatos y las bolsas de mano. Y al fondo de ese mismo cuarto se encontraba un tocador muy bonito en color rosa pastel para que uno mismo se pudiera maquillar. En una de las repisas para la joyería se encontraba un espacio reservado para aquellas coronas que tal vez ocuparía, ya que ahí había un letrero que lo decía especialmente. Y en la pared contraria al tocador por la parte de enfrente de igual forma se encontraba otra puerta la cual, ya daba entrada de nuevo a la habitación.

Al lado de la cama por ambas partes se encontraban mesitas de noche con lámparas chicas en color blanco que hacían juego con toda la habitación. Por la parte derecha de la cama se encontraba una especie de cortina de madera en la cual te podrías cambiar sin necesidad de ir al baño especialmente.

Como en el avión no había dormido lo suficiente y aun no quería saber nada del mundo actual, lo único que hice fue sacarme los tacones que llevaba en ese momento, literalmente tirarme en el colchón que por cierto era suave y cerrar los

ojos para que Morfeo me llevara con él.

-Alteza, es hora de su merienda. – Alguien me hablaba bajito y me movia con delicadeza.

-Mmmm... La tomare más tarde Gail, dile a mis padres que sigo cansada. – Me di la vuelta en la cama.

-Alteza, disculpe pero... es hora de ir con la reina.

-No, ahorita no, ya te puedes ir Gail. – Seguía diciendo con los ojos cerrados y entre murmullos.

-¿Qué es lo que pasa aquí? – Escuchaba murmullos en la habitación.

-Su alteza al parecer aún no se quiere despertar y habla de una tal Gail.

Aun estando en mi profundo sueño podía escuchar las dos voces.

-Intentemos los dos. – Dijo aquella voz varonil.

-Alteza despierte es hora de su merienda. – Nuevos empujoncitos se hacían presentes.

De pronto abrí los ojos y me sorprendí al ver aquellas dos caras desconocidas para mí. Me enderece en el respaldo de la cama y los observaba atentamente como ellos lo hacían conmigo.

-Disculpen, pero ¿Cómo entraron aquí?

-Alteza, es algo protocolario, su mucama puede entrar y salir de su habitación, siempre y cuando usted lo pida, pero como no daba señales de vida tuvimos que intervenir. – Contesto el hombre.

-Oh, entonces ¿A qué se debe esto? – Pronuncie tratando de arreglarme el pelo enmarañado.

-Alteza, es hora de la merienda y como tradición este se toma con la reina en los jardines. – Respondió la mucama.

-¿Tengo que ir ahora mismo?

-Al parecer ya debía de estar ahí, alteza.

-Es tarde debe de bajar ahora mismo, su mucama le dará instrucciones, me retiro. – Al ver que ya estaba despierta el hombre solo salió por la puerta.

-¿De casualidad no sabes cuánto he dormido? – Pregunte sentando al borde de la cama.

-Me parece que han sido dos horas.

¿Dos horas? Lo he sentido como si fueran cinco minutos.

-Bien entonces que debo hacer.

-Mi nombre es Carla por si le apetece saberlo... Y seré su dama de compañía mientras este todo el tiempo aquí.

-Que tonta fui, perdón por no preguntarlo antes, mucho gusto Carla, soy Eva – Nos dimos un apretón de manos – Aunque eso claro ya lo sabes.

-Un gusto su alteza, bien si me deja arreglarle el cabello por ahora se podrá ir rápido.

-Oh, sí claro.

Me encamine hacia una de las sillas que estaban justo enfrente de los ventanales a tomar un poco de agua.

-Oye Carla, ¿Te puedo hacer una pregunta?

-Si alteza. – Comenzaba a cepillarme el pelo.

-¿Esto siempre será así?

-Me temo que sí.

De pronto vi caminar por los jardines a mis padres.

-¿Alteza ya está lista? La reina no espera mucho. – El hombre volvió a anunciar al entrar a mi recamara. – Dudo mucho de que se pueda cambiar de vestuario es mejor que baje ahora. – Sonaba algo impaciente.

La mucama me hizo un gesto de que debería escucharlo y en menos de lo planeado, yo iba bajando las escaleras a toda prisa tratando de acomodarme los tacones. Me era difícil caminar por el pasto y ver la mirada de los jardineros y soldados me intimidaban más.

-Su majestad, Su alteza Real la princesa Eva. – El hombre que me acompañaba y minutos atrás me apuraba, hizo mi presentación.

Torpemente hice mi reverencia y me senté, sin esperar a que mi abuela lo hiciera primero, si es que se le puede decir así.

-Veo que hemos empezado con el pie izquierdo Eva. – Su voz sonaba calmada, pero algo me decía que estaba enojada.

-Lo siento su majestad, me estoy adaptando a esto, mañana ya será otro día y será mejor, lo prometo.

-Esperemos y así sea. – Dio por terminada la plática.

Durante una hora en el cual consistía nuestra merienda, la plática más que nada se basaba entre mis padres y la abuela, yo era más bien como un adorno floral, solo escuchaba y los observaba platicar, sabía que las cosas las había hecho mal, pero no podía culparme del todo, pues pensé que esto no sería tan difícil de sobrellevar.

La hora de cenar, no cambio mucho a diferencia de la hora de la merienda, pues seguía siendo un adorno más. Y lo peor aún, ni siquiera podía terminarme un plato, pues ya que la reina una vez terminaba, los platos eran recogidos, siempre me había dado mi tiempo en saborear todo, pero al parecer esta vez no podría ser así, solo contaba los minutos para poder ir a la cama y descansar muy bien para saber si la suerte me sonreía mañana.

Papá, mamá y yo después de despedirnos de su majestad la reina y de darle las gracias por el alojamiento, subimos los tres a nuestras recamaras correspondientes, aunque yo por unos minutos me quede con ellos.

-Mamá, ¿Por qué presiento que todo lo estoy haciendo mal? – Me recosté en su cama.

-Cariño, es tu primera vez aquí, y además no todo lo que aprendiste hace años se pudo haber quedado contigo.

-¿Qué puedo hacer? Tú lo haces perfecto todo y por lo menos sabes cómo comportarte, en cambio yo, creo que la abuela comienza a odiarme. – Me tape los ojos con un brazo.

-Eso es mentira Eva, yo sé que la abuela aun te quiere, pero ella como reina siempre pone sus asuntos primero, lo digo por experiencia.

-Papá, tu naciste en este mundo y para ti es fácil decirlo. – Quería comenzar a llorar de la frustración.

-Tú también naciste en este mundo Eva, la única diferencia es que yo te quise dar una vida normal y tu abuela no me la pudo dar a mí, por eso es algo fácil para mí. – Papa se encontraba relajado.

-¿Sera que dentro de la semana podre ser mejor? – Me tape la cara con las manos.

-Si lo quieres se puede.

Papa me dio un beso en la coronilla de la cabeza y se puso en marcha hacia su guardarropa.

-Es mejor que vayas a dormirte cariño. – anuncio mama. – ya que mañana será un día aún más ajetreado. - me regalo un beso al igual que papa. – Ya no desesperes veras que mañana todo podrás hacerlo mejor.

Con las últimas palabras de mama salí de su habitación y me dirigí a la mía con tal de poder descansar y saber que un día mejor me esperaba mañana.

Di un respingo, pues al entrar a la habitación lo primero que encontré fue a la mucama.

-Alteza. ¿Algo se le apetece?

-Dime, ¿siempre estarás aquí? – tenía una mano en el pecho, justo en el corazón.

-Son normas, hasta tendré que dormir a sus pies si es posible.

-¡Oh cielos! Que te parece si mejor vas a tu habitación, te daré las noches libres, además cualquier cosa puedo llamarte.

-Pero alteza eso no funciona así.

-Tu tranquila puedo hablar con mi abuela... perdón con la reina.

-Perdería mi empleo. – Tenía una cara de susto.

-No te preocupes Carla, me hago responsable de los actos, así que adelante ve a descansar.

-¿Es enserio?

-Sí, anda, adelante, ve a dormir. – Le abrí las puertas de la habitación y solo la vi salir.

Tome un rápido vistazo a la maleta que estaba acomodada perfectamente una esquina de la habitación pero si mis sospechas no eran ciertas la ropa ya se encontraría en el armario, así que no perdí tiempo y me cambie en mi propio closet, solo use algo básico. Shorts cortos y una blusa, prácticamente en eso consistía mi pijama.

Cambie mis tacones por una sandalias de casa, me cepille los dientes, me cepille el cabello, lo trence simple, me lave la cara y pronto ya estaba en la cama. Tome el celular por primera vez en toda la tarde. Lo encendí y no podía creer los miles de mensajes que me llovían. No hacía falta saber de quienes eran pues ya la pantalla se iluminaba por si sola.

De: Estúpido profesor.

Chiquilla necesitaras más que ir al viejo continente para escaparte de mí. Un buen castigo te espera, pero por ahora solo dejare que disfrutes.

Recuerda siempre se todo de ti cariño.

Besos.

¿Acaso era siempre mi sombra? 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro