Capitulo 28
Desperté en una cama diferente, con unas colchas diferentes, en un cuarto diferente.
La visión que me espera enfrente era perfecta. Era un intercambio de ducha y un torso mojado.
Sonreí.
-Bueno días. – Pronuncie sentándome en la cama.
-Buenos días. – Sonrió. - ¿Te gusta la vista?
-Me parece perfecta. – La sonrisa no salía de mis labios.
Se abotono la camisa y me dio un beso de buenos días.
-Creo que ya es algo tarde para seguir en la cama señorita. – Se retiró hacia su joyero personal.
-El sol aún no ha salido, ¿Por qué tanta urgencia?
-Me gustaría mostrarte algo.
-Bien muéstramelo.
-Es fuera de la ciudad. - Se abrocho el reloj. Y se puso el saco.
-Oh, al parecer eso requerirá que me vaya a cambiar. – Me tumbe de nuevo en la cama.
-Te puedes duchar aquí.
-No tengo ropa. – Me tape los ojos con el brazo.
-El pijama no está mal. – Me quito el brazo de la cara.
-¿No podemos posponerlo para otro día? Es muy temprano aun y pronto comienzan las clases.
-Vamos mujer, levántate.
Me tomo de las manos e hizo que me sentara de nuevo.
-¡Por favor! – Suplique.
-No tardaremos mucho, y así te da tiempo de estar prepara antes de ir a clases.
-Es muy temprano. Además no he desayunado.
-Eso se soluciona rápido, te espero en la barra de la cocina solo tienes cinco minutos y como te hayas vuelto a dormir, te llevare al auto así como te encuentre.
-Si profesor.
Sonrió ante aquella palabra.
-Buena chica. – Me beso en los labios antes de salir por la puerta.
Salte de la cama y me encamine al baño. Me lave la cara e hice un intento en vano por arreglarme el cabello. Me cepille los dientes con su cepillo y salí al comedor.
-Espero que te guste la comida recalentada.
Tome asiento en un taburete.
-¿Aun no aprendes a cocinar con Laura?
-Laura no me tiene paciencia.
Solté carcajadas.
-Espero y te guste.
Puso mi plato en la barra y el traía el suyo en manos.
-Dijiste que era comida recalentada.
-Sí, solo el tocino. – Sonrió.
-Así que si sabes cocinar.
-Solo lo básico.
-Entonces algún día sorpréndeme. – sonreí.
Desayunamos entre platicas a cerca del instituto y como seria nuestro día a día ahora ya que estábamos un poco más familiarizados. Me platico acerca de que tendría que ausentarse por la semana siguiente porque tenía unos asuntos que atender fuera, para mí eso era escuchar música para mis oídos pues el tampoco notaria mi ausencia exactamente en la misma semana.
Levante nuestros platos cuando ambos terminamos, los lleve al fregadero y tenía en mente lavarlos.
-No lo hagas.
Escuche a mis espaldas antes de tocar el grifo.
-Porque no, si es algo fácil, además Laura no llega hoy.
-Pero hay un servicio especial y no les pago para no hacer nada. –Me tomo del brazo. –Mejor vámonos.
Tomamos el ascensor y bajamos al estacionamiento donde la noche anterior habíamos dejado su auto.
-Creo que todos piensan que soy tu hermana.
Las pocas personas que encontrábamos en el ascensor o en el estacionamiento nos quedaban viendo algo raro por la combinación que traíamos. Un hombre con traje y una joven en pijama, en pleno seis de la mañana.
-Déjalos que piensen, es mejor para tapar las apariencias. – Me beso la mano que traíamos entrelazada.
Subimos al auto, nos abrochamos los cinturones y partimos en marcha hacia el lugar que él me mostraría. Durante un corto trayecto iba mirando el paisaje del centro de la ciudad y un poco de la carretera que nos esperaba a fueras de la ciudad cuando de pronto me quede dormida.
-Cariño, hemos llegado. – Una voz dulce me había hecho despertarme.
-¿Dónde estamos? – Me frote los ojos.
Me abrió la puerta del copiloto y yo solo baje de este. El ambiente que me esperaba fuera del auto era un poco frio, pero no tan soportable para mí, aunque mi pijama constaba de algodón y mangas largas con pantalones largos, junto con pantuflas de algodón.
-¿Qué hacemos aquí? – pregunte.
-¿Te gusta? La he rentado para pasar este próximo fin de semana. – Me abrazo por la espalda.
-Es hermosa. – Mis ojos se iluminaron.
-Entonces ya está dicho. Tenemos un fin de semana fuera de la ciudad. – Me beso la coronilla de la cabeza.
Nos quedamos unos minutos más contemplando los alrededores de la cabaña y se podía observar que no era la única cabaña, pues a unos metros de distancia se encontraban otras más. Subimos al auto y regresamos a nuestro día habitual. Me dejo en la entrada de mi casa y solo vi marcharse.
Rápidamente tome las escaleras que daban a mi habitación con la suerte de que mis padres no me vieran llegar a estas horas. Tome una ducha rápida, me cambie y baje al comedor.
-Buenos días. – Menciono papa con un tono algo inusual en él.
-Buenos días. – respondí.
-¿No te has quedado a dormir cierto? – Papa pregunto.
-¿Qué? – Alguien les debió de avisar sobre esto.
-Lo que he dicho Charlotte, ¿Dónde has pasado la noche? No estabas en tu recamara esta mañana.
-Lo siento, fui a casa de Susana, sus padres me han pasado a dejar. No les avise antes porque no quería interrumpirlos en sus reuniones. Lo siento.
-A la próxima avisa Charlotte. – Mama salió como moderadora.
-Lo hare, lo prometo.
-Gail se preocupó mucho por ti esta mañana.
Gail había entrado a dejar mi plato con el desayuno.
-Lo siento Gail, a la próxima avisare bien.
-No se preocupe mi niña.
Gail se retiró, pero sabía que algo traía en manos.
-Eva, te avisamos que nos vamos el viernes en la noche a las ocho en punto, primero llegaremos a Italia y hasta el martes saldremos para noruega. ¿Has estado preparándote cierto?
-Si padre. La maleta es probable que la arregle hoy. Lo tengo todo bajo control.
Termine de desayunar, me despedí de ellos y me marche hacia mi cuarto día de instituto.
-Susana por favor dime que no marcaste ayer en mi casa. – Le pregunte en cuanto la vi.
-No, ¿Paso algo?
-Gracias al cielo.
-No entendemos explícate. – Sebastián parecía confundido.
-No he pasado la noche en casa, por favor no se lo digan a nadie.
Sebastián me miraba con complicidad, mientras que Susana pensaba que me había ido con Julián.
-¿Y a qué viene todo esto de que si e llamado o no?
-Te he puesto como tapadera, he dicho que fui a tu casa y que tus padres me fueron a dejar.
-Oh, ya veo que teatro armaste.
-Solo síguelo.
-Es lo que hare. – Me guiño un ojo.
Estábamos a punto de entrar por los pasillos largos que nos llevarían a nuestras aulas y casilleros correspondientes, cuando a Susana se le olvidaron sus cosas en su auto y nos hizo esperar afuera por un tiempo más.
-Charlotte, ¿Por qué mejor no entramos ya? – Sebastián se veía nervioso.
-¿Qué ocurre?
-Solo entremos. Por favor.
Me di vuelta para hacerle señas a Susana de que nos adelantábamos sin ella cuando presencie la escena que tal vez Sebastián quería que evitara.
Del auto en el que horas atrás había pasado una mañana agradable e estaba bajando la persona que más odiaba. Si, Bennett y Diamond una vez más hacían el espectáculo deseado para todo el alumnado.
"Mujeriego de mierda" pensé.
No les quite la mirada, pues debía observarlos precisamente. El la tomo de la mano, la besó en la mejilla "El beso de judas" – pensé – y caminaron juntos hacia el pasillo de los profesores. Dejando por finalizado el show.
-Te dije que nos fuéramos. – Murmuro
-De todas formas lo vería. No había manera de evitarlo. – voltee a verlo.
-Deberías de enfocarte en Julián.
-Es lo que hare.
-Bien, ya podemos comenzar. – Susana regreso y los tres caminamos rumbo al pasillo.
Horas y horas ya habían pasado desde el momento en que yo había comenzado mi día. Mis últimas horas siempre eran las mejores.
-Buenas tardes señores.
-Buenas tardes señor Knigth – Comentaba cada uno.
¿A que se debería su visita?
-Señores, tal vez se preguntaran cual es mi motivo de visita, verán, su profesor en curso, ha tenido que salir de emergencia y me ha pedido que lo disculpe con ustedes y que les dé la hora libre, que al parecer es la última de estos dos días que sobran de la semana, así que si desean retirarse lo pueden hacer, solo les pide que estudien antes de la próxima semana para un buen examen.
Como era de esperarse, por parte de todos los estudiantes solo se había escuchado un grito de alegría y rápidamente uno por uno fue saliendo del instituto.
-Charlotte, ¿quieres acompañarnos?
No podía contestarles, pues pensaba en porque su repentino cambio de planes.
-¿Charlotte no estas escuchando?
-¿Perdón?
-Te preguntábamos si querías acompañarnos a tomar algo.
-¿Qué les parece si hablamos en mi casa? Es que tengo muchas cosas que hacer ahora y necesito de tu ayuda Susana para escoger el atuendo adecuado para irme.
-¿Irte a dónde?
-Sería bueno que lo habláramos en casa.
-Bien, entonces nosotros vamos a comprar algo de chuches, mientras tu nos esperas en tu casa.
-Me parece bien.
Salí del salón con ellos y al llegar al estacionamiento me separe de ellos para ir con el chofer mientras ellos iban por cosas.
Tenía que enviarle un mensaje del porque repentino cambio de planes. Pero uno suyo ya se hacía presente.
De: Estúpido Profesor.
Nena, lo siento por no avisarte antes, pero he tenido que cambiar mi vuelo para hoy, es probable que ya no me ausente en la semana, así que a más tardar te veo el lunes.
Y perdona por el fin de semana que te había prometido, el próximo será tal vez.
Besos.
D.
¿Cuál debió de haber sido su repentino cambio de situación? ¿Qué había pasado? Le envié un mensaje.
Para: Estúpido Profesor.
No te preocupes, tal vez pronto podamos tener un buen fin de semana.
Buen viaje.
Reynolds.
No espera su respuesta, porque tal vez ya estaría en el avión y su celular lo habría apagado.
Llegue a casa y gracias al cielo mis padres no habían llegado, subí a mi recamara y comencé a alistar maletas mientras mis compañeros llegaban.
Dos, tres, tonos y era indicios de que una llamada había entrado.
-Reynolds – Conteste.
-¿Estas lista para regresar a tu país?
-Sinceramente no, no sé cómo debo comportarme, ¿Qué tal si todos me reconocen? ¿Qué tal si la abuela no me quiere ahora?
-Tranquila Eva, puedo asegúrate que la abuela aun te quiere eres su única niña, tranquila. Voy a tomar el vuelo ahora mismo para que mañana nos encontremos todos juntos. Por favor dime que no te arrepentirás en el último momento.
-No lo hare, soy tu hermana, lo que tu decidas para mi está bien. – Era mentira, pues no deseaba que se casara.
-Ahora si lo siento hermanita, te dejo, el avión ya despegara, no olvides que te amo, deseo verlos lo antes posible.
-Yo igual. Nos vemos dentro de dos días.
Colgué.
A decir verdad cada vez que hablábamos un sentimiento de nostalgia se acumulaba en mi interior, pues el amor entre hermanos nunca se acabaría.
-Señorita la esperan abajo sus amigos, ¿Desea que los pase? – Gail había interrumpido en la puerta.
-No, ya bajo, ¿Sera posible que comamos ahora mismo?
-Claro, ya les sirvo.
Baje al comedor y enseguida ocupe mi lugar en la mesa mientras que mis amigos me acompañaban a ella.
Gail, nos sirvió inmediatamente y por acto seguido probamos por bocados la comida. Entre bocado y bocado platicábamos sobre algún chismecillo del instituto o de como pasaríamos los exámenes finales de nuestro primer año en el instituto. Cabe destacar que aún nos faltaban cuatro más para poder salir titulados y olvidarnos de trabajos para última hora.
-Bien Charlotte, ¿Qué es lo que debemos observar? – Susana no era paciente.
-Oh, cierto – me limpie los residuos de comida y los tres nos encaminamos hacia mi habitación.
Cinco horas después ya mis maletas estaban listas y preparadas para partir al día siguiente. Mis productos básicos de igual manera ya estaban en una pequeña maleta sin decir el conjunto que llevaría durante el vuelo.
Cuando vi aquellas maletas cerca de la puerta lo nervios me comían poco a poco, nunca lo había pensado, pero hasta ahora volvería a la tierra que deje atrás hace mucho tiempo.
La excusa para mis amigos durante la próxima era que iría a un desfile de modas a Europa, así que es obligue a guardar el secreto a costa de traerles diseños de moda muy modernos de modistas reconocidos, la sonrisa de Susana, no podría describirla, pues su felicidad era mucha, mientras que Sebastián aún no se creía lo del desfile de modas.
-¿Lista Charlotte?
-¿En qué sentido mama? – Tome asiento en la mesa y me dispuse a cenar con mis padres.
-Volveremos a Italia.
-Tengo nervios. Si. Pero tratare de comportarme, siento que es un nuevo territorio, pero hare lo mejor posible.
-Tranquila cariño, yo sé que lo harás bien. Tu madre y yo también estamos algo nerviosos, pero sabemos que lo lograremos. – Papa tomo mi mano.
-Solo espero no meter la pata y hacer que los demás nos descubran.
-No pasara, ya lo veras. – Mama me tranquilizo con sus palabras.
Cenamos en tranquilidad, pero algo me avisaba que lo inesperado estaba por llegar.
Dos, tres... el celular comenzó a timbrar.
-Charlotte Reynolds. – Conteste.
-¿Acaso no puedo recibir una mejor bienvenida?
-¿Disculpa?
-Cariño, hemos compartido habitación, ya deberías identificar mi voz. - ¡Claro, el egocéntrico!
-Lo siento, pero creo que se ha equivocado de número.
-No, sé que no, se perfectamente que hablo con la niña de papi. - ¿Nina de papi? ¿Enserio?
-¿Disculpe? Yo creo que usted es un egocéntrico que esta confundido.
-Yo creo que has extrañado a este egocéntrico hoy. - ¡Oh, claro que sí!
-La verdad no, he tenido con quien entretenerme.
-¿Así que la niña tiene sus propios juguetes?
-Claro, no solo un hombre mayor puede gozar de esos privilegios.
-Me parece que deberíamos intercambiar hobbies.
-No, gracias, estoy muy bien con quien me entretengo.
-Él no es para ti, eres mucho para el cariño. - ¿Su voz se estaba poniendo algo ruda?
-No lo soy para nadie.
-Tienes razón nena, aun eres mucho para todos. Pero aun así estoy dispuesto a tomarte.
-No soy un jarrón para que me tomen señor egocéntrico.
-Eres una pieza divina, cariño.
"Señor Acker, lo están esperando en la sala de juntas." – Escuche del otro lado de la línea.
-¿Estas ocupado? – Pregunte algo confuso, pues pensé que ambos estábamos en habitaciones solas.
-No cariño, solo que hay un poco de gente en la fila, he venido a comprar algo para almorzar más tarde, aquí es muy difícil de encontrar algo que me apetezca.
-¿Seguro?
-Si claro... lo siento, pero tengo que colgar ahora, ya llego a la barra, ¿Te hablo al día siguiente?
-Claro. Nos seguimos comunicando.
-Descansa cariño. – Colgué.
Por fin durante días, antes de cerrar los ojos sentía un miedo terrible,pues me enfrentaría a lo que hace años había dejado atrás. La monarquía.
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