Capitulo 27
"Te veo en mi oficina después de la ultima hora en el instituto.
J. A. D."
Encontré la nota sobre mi escritorio, pero las iniciales no daban respuesta alguna de su propietario. La letra se me hacía conocida, pero aun dudaba mucho de quien fuera el responsable de la nota.
Tome mis clases como habitualmente lo hacía, pues en estos últimos días que aún quedaban, debía de cumplir con mis labores lo antes posible, porque no podía levantar sospechas de mi desaparición repentina de este continente.
-¡Ey Charlotte!, ¿Qué te parece si hoy nos quedamos a comer en algún restaurante? – Pregunto Sebastián al final del pasillo.
-En verdad lo siento, estoy corta de tiempo y debo todavía de ir al despacho del director. Aun no sé qué quiere decirme.
-Chica por favor dime que no te has metido en líos con Diamond esta vez.
-No, Susana, te lo prometo, ni yo tampoco se para que me busca, pero si es algo bueno se los contare.
Me despedí de ambos y camine rumbo al pasillo de profesores. Había leído la nota que traía entre manos una y otra y otra vez, si mis cálculos no fallaban era posible que el dueño de la nota se tratase más y menos que del mismísimo Diamond. Así que no me quedaba otra opción más que ir a buscarlo a su oficina.
Llegue a su puerta esperando que nadie se encontrara adentro, pero como siempre mis suplicas eran en vano.
-Adelante - escuche la voz del otro lado de la puerta.
-Profesor disculpe....
Me quedo a medias pues la persona que menos quería ver en esos momentos ahí estaba.
-Entonces nos vemos esta noche cariño.
Lo beso en los labios e hizo como si yo no estuviera. Bennett aun reclamaría que es suyo, aunque no lo era.
-Así que te gustaría que me saliera un grano en el culo.
Menciono cerrando la puerta con seguro.
-Pensé que aquí no podían revisar los celulares de sus empleados. – Había tomado asiento en el sillón que estaba enfrente del escritorio
-Lastimosamente, aquí adentro de esta pequeña oficina cada profesor puede hacer lo que quiera.
-Sí, me imagino, con razón el olor a sexo. – Dije con ironía.
-Menos tirarse a una colega. – Se acercaba lentamente hacia mí.
-Pero si a una alumna. – Seguía con el juego.
-A menos que ella lo suplique. – Estábamos a escasos centímetros de distancia.
-Tiene una lista afuera, ¿Por qué no las deja pasar? – Los nervios se me ponían de punta.
-Porque la que quiero se ha estado involucrando con niños. – Se retiró hacia su escritorio
-Creo que es porque los niños le dan la felicidad que quiere. – Conteste con su mismo tono de voz
-Los niños son un asco. – Dijo sentándose en su sillón con las manos entrecruzadas.
-Este niño tal vez no lo sea. – Dije estando de pie frente a él.
-¿Por qué sales con él? – Su voz era de desagrado.
-No hay ninguna ley que lo prohíba.
-Te dije que no era bueno para ti, te lo advertí.
-Por lo menos soy su único cariño.
-Con que por ahí va la cosa. – Tenía una mirada malévola.
-¿Cuál cosa?
-Cariño, no sabes disimular. – Se situó a mi lado.
-Si me vuelves a llamar cariño ya verás.
-¿Acaso no estamos jugando? – Sonrió como el gato del país de las maravillas.
-Tiene razón, no sé ni siquiera que hago aquí, mejor buscare a mi novio.
-No lo menciones. Y no es tu novio. – Su voz se volvió algo dura.
-Profesor, ¿No que estamos jugando? – Ahora yo mostré la sonrisa del gato del país de las maravillas.
-Hoy iremos fuera de la ciudad. Te recomiendo llevar pantalones y algún abrigo ya que apenas estamos dejando el invierno. – Tomo su postura detrás de su escritorio y su tono de voz era autoritario.
-¿Quién dijo que se me apetecía salir hoy? Además su cariño es la que debería de ir con usted. – me cruce de brazos.
-Laura nos prepara una pequeña cena para llevar.
-Me alegro tal vez a Laura le guste conocer a su cariño.
En su mirada se veía que está harto de la situación de "tu cariño" pero él se lo había buscado.
-A las ocho estaré esperando fuera de tu casa.
-No saldré de mi casa, así que es mejor que no vaya. – Tome el pomo de la puerta.
-A las ocho he dicho.
Abrí la puerta y salí por ella haciendo caso omiso de la plática que habíamos tenido antes. ¿Qué no estábamos jugando? Así que aún no debía porque seguir sus órdenes.
Llegue a casa y lo primero que hice fue hacer las tareas correspondientes para entregar al día siguiente y aquellas que tal vez debería entregar durante mi semana ausente. Mis padres aún estaban viendo la posibilidad de no levantar sospechas en ambos continentes pues un evento de esa magnitud era imposible que alguien no lo notara y menos tratándose de una historia que siglos atrás se podía considerar una tradición.
-Señorita, le apetece cenar. – Gail había entrado en mi habitación.
¿En qué momento todo había transcurrido tan rápido? Apenas y me recuerdo comiendo Nuggets de pollo con ensalada en la tarde.
-¿Acaso ya es noche? – Pregunte algo sorprendida.
-Señorita ya son a las 8:30 pm, creo que ya es hora de que baje a cenar.
-¿Y mis papas?
-Ambos han ido a una reunión sobre su empresa, querían venir a disculparse, pero la noche se había adelantado para ellos.
-Bien, entonces en un momento bajo, me duchare y después cenare, ¿Te parece?
-Sí, la esperare en el comedor.
Gail se retiró cerrando la puerta de mi habitación. Dejándome con la vaga idea de que aún eran noche para seguir cumpliendo con mis deberes.
Tome una relajada y lenta ducha en donde pude hacer que mi cuerpo y mente se aliviaran un poco del estrés que me estaba acompañando. El baño me pareció relajante que al salir de la ducha no lo pensé más de dos veces y me puse el pijama de perritos que aun tenia arrinconado en el cajón, con un par de pantuflas comunes, deje que el cabello se secara al aire libre, tome mi celular, arregle la cama y baje a cenar.
Tome asiento en la solitaria mesa y en menos de dos segundos Gail ya tenía mi plato puesto en la mesa.
-Gail lamento tanto hacerte esperar. – Dije disculpándome
-No se preocupe niña, además sé que estos últimos días no son tan fáciles para ustedes.
-¿Mis papas están igual?
-Diría que peor, pero yo sé que ustedes no tendrán muchos problemas.
-Ojala y así sea.
-Ya verás que si mi niña. – Me brindo una agradable sonrisa. – Mejor ya come la cena que si no pronto se enfriara.
-Gracias Gail. – Le devolví la sonrisa.
Gail se retiró y me dejo con aquel plato de pancakes recién hechos para degustar con unas pequeñas fresas y miel encima. No había nada mejor que cenar en momentos tan malos como aquellos.
El celular comenzó a vibrar por encima de la mesa.
-Charlotte. – Conteste.
-Hvorfor svarer du ikke på mobiltelefonen? – (¿Por qué no me contestas el teléfono?) El acento no lo conocía, pero la voz se me hacía conocida.
-¿Disculpe quien habla?
-Soy David, lo siento hermanita, pero debo practicar mi noruego, porque así diré mis votos.
-¿Tan rápido? Pero si falta mucho para que te cases
-Pero es difícil de aprenderlo, aunque no lo creas.
-Creo que ya me tendré que resignar con la idea. – Introduje un pedazo de pancake a mi boca.
-¿Qué te parece si después de la boda y mi luna de miel pasamos un rato juntos?
-Ya no será lo mismo, pero de todos modos gracias. ¿A qué se debía tu llamada? – Pregunte cambiando de tema.
-Quería saber si ya están listos para regresar a Italia.
-Lo dudo mucho hermano, papa y mama no hablan del tema pero sé que están preocupados.
-¿No están contigo?
-Ahorita no, se han ido a una junta de negocios y yo me he quedado en casa, ¿Cómo va el día por allá?
-Lamentablemente solo veo pasar personas de aquí a allá con los preparativos para el compromiso, en verdad quiero que vengan a conocer a Isabela, por favor dime que vendrás igual.
-Sabes que no te dejaría nunca.
-Te amo demasiado hermana, ¿Cómo vas tú?
-Bien, no hay nada que explicar sobre mí.
-¿Sabes? Aquel día vi una revista en donde papa, mama y tú salen junto con Siller, ¿Por qué no me lo dijeron antes? Pude haberme quedado para la foto. – Su voz parecía de tristeza
-¿Sabes que eso podría causar que todo se descontrolara?
-Podía ponerme una máscara.
-Si claro, ocurrencias las tuyas. No fue de gran importancia, además ese día sí que fue agotador.
-Imagínate como estoy en estos momentos.
-No quiero ni pensarlo, cuando llegue allá por lo menos quiero un café contigo, ¿De acuerdo?
-Lo tendremos lo juro.
-Hecho.
-Eva lo siento por colgar ahora, pero hay preparativos que necesitan de mi ayuda, ¿Te hablo en el amanecer?
-Vale, solo que no sea tan temprano, porque si no te matare cuando te vea.
-Entendido Eva. – Ambos reímos por el teléfono y colgamos.
Termine de cenar y mientras terminaba mi vaso de leche revise mis mensajes de entrada.
De: Estúpido Profesor.
Algo ha salido inesperadamente, pasare por ti más tarde.
Primer mensaje enviado a las 7:30 pm.
De: Estúpido Profesor.
Apenas me he librado de mi compromiso, dentro de cinco minutos te esperare afuera.
Segundo mensaje enviado a las 8:30 pm. Tal vez ya se le había olvidado el compromiso que teníamos. Pues yo no saldría con él y si a él ya se le había olvidado, era muy beneficioso de mi parte.
-Señorita, ¿Se le ofrece algo más? – Gail entro al comedor para recoger los restos de la cena.
-No Gail, estoy bien, gracias. Creo que es tiempo de irme a acostar – Mencione mirándola a los ojos.
-Está bien, si se le ofrece algo sabe que estoy a sus órdenes.
-Por supuesto.
Gail me brindo una cálida sonrisa y se retiró detrás de la cocina. Continúe unos minutos más en el comedor antes de pensar si era bueno ver una película o ir directo a dormir.
De: Estúpido Profesor.
Acabo de llegar a tu entrada. Perdón por la tardanza.
D.
¿Qué? ¿Diamond aquí? No quería en estos momentos toparme con él.
Para: Estúpido profesor.
Lo siento, ha llegado tarde y otros planes han surgido.
De: Estúpido profesor.
Chiquilla no sabes mentir se perfectamente que estás ahí adentro.
Vamos, sal. Te espero.
Para: Estúpido profesor.
¿Acaso no sabe que son otros planes?
De: Estúpido profesor.
Si no sales en estos precisos momentos entrare y no importa como estés vestida, así te llevare conmigo.
Para: Estúpido profesor.
Invadir propiedad privada es un delito.
Su mensaje de entrada no llego, pero si unos golpes en la puerta se hicieron presentes. Mi sentido de alarma se encendió.
Rápidamente tome el pomo de la puerta y salí al aire que había cambiado a algo frio.
-¿Qué piensa que hace?
-Creo que ya habíamos tenido planes.
-Sí, pero yo soy puntual, así que ese plan se quedó cancelado. – Me cruce de brazos.
-Me gusta tu pijama.
-No cambie el tema.
-Pensé que eras de camisones, no de pijamas infantiles. – Frunció una ceja.
-Bien fue un placer verlo de nuevo. – Tome el pomo de la puerta para entrar.
-Planes son planes. – Me tomo de la mano con la cual tomaba el pomo. – No entraras, así que es mejor que vayas subiendo al auto porque puedes enfermarte.
-Mis padres me esperan adentro.
-Mentiras tus padres no están. – Me miro serio. – Vamos sube al auto te enfermeras.
-¿Regresaremos?
-Es probable que no, así que es, mejor que dejes una nota.
-No hay necesidad.
Con todo y pijama subí a su auto, me abroche el cinturón y abrace mi celular en mis piernas.
-Como veo que no llevas ropa adecuada para el lugar en donde tenía un reservado, creo que es mejor que pasemos la noche en mi departamento.
-¿Acaso soy muy infantil para ti? – Doblo una de las curvas de la ciudad.
-Era un lugar al aire. – Su voz era algo de fastidio.
Calle y solo mire el paisaje del centro de la ciudad a las nueve de las noches.
Estaciono el automóvil, me abrió la puerta y ambos caminamos hacia su apartamento.
-Adelante. – Abrió su puerta y el ambiente era cálido a comparación del frio febrero que finalizaba.
Camine hacia adentro de la habitación con un brazo tomando el codo del otro sin dejar de soltar el celular. Me parecía un lugar poco confiable.
-¿Quieres algo de cenar? – Tomo el teléfono fijo que había en su cocina.
-No gracias, he cenado en casa. – Parecía un ciervo con las piernas temblando.
-Estamos en las mismas parece. Ambos hemos cenado antes de tiempo.
-Si eso creo. – Apretaba con más fuerza el celular.
-¿Podemos hablar? – Estaba a unos pasos de distancia.
-¿Qué es lo que pasa? – Levante la cabeza para mirarlo a los ojos ya que era algo alto.
-Ven.
Me tomo de la mano y ambos nos situamos en el sillón. Uno al lado del otro.
-Aunque no lo creas te ves hermosa en pijama. – Me abrazo por la cintura y me hacía caricias encima de la tela.
-¿Tu compromiso anterior era con Bennett? – Sus manos se detuvieron.
Si no hacia la pregunta ahora que ya estábamos en confianza, nunca estaría feliz.
-¿Qué te hace pensar eso? – Volvió a retomar sus caricias.
-Ella había dicho que se verían a las ocho. – me encogí de hombros.
-No estuve con ella. – Sus palabras fueron cortas y rápidas.
-¿En realidad son algo?
-Solo apariencias.
-El instituto no cree eso.
-Deben creerlo.
-¿Por qué?
-Porque si no se levantarías sospechas entre tú y yo.
-Pero no somos tan obvios.
-Creo que por lo menos yo si cariño.
-No me gusta compartir apodos. – Rodé los ojos.
-A mí tampoco me gusta compartir lo que es mío.
-Todos tienen que creerlo ¿No?
-Pero él no es una opción.
-Ella tampoco.
-Me gustaría que no discutiéramos.
-Pensé que hablábamos.
Retire su brazo de mi cintura y me despliegue hasta el otro costado del sillón.
-Nena, ¿Qué te hace pensar que ella y yo estamos liados?
-Ella siempre te busca y no creo que sea solo para hablar de alumnos, se que tienen algo más.
-¿Me has visto dormir con ella?
-No, pero...
-Cariño, siempre serás con la única que duerma.
Se acercó a mis labios y me beso. Un beso que parecía tierno, no eran firmes como las veces anteriores, pero demostraba un poco de amor.
-No le des muchas vueltas.
-Me haces dudar mucho.
Beso.
-Cariño, solo tú me pones como un adolescente. Mis sentimientos se revuelven.
Me sentó en su regazo y me mimaba. Me besaba la coronilla y meacariciaba la espalda. Poco a poco caí en brazos de Morfeo.
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