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Capitulo 19

-Charlotte, ¿Podemos hablar?

-Claro Sebastián

-Bien entonces explícanos que pasa contigo.

-Nada Susana estoy bien.

-Ese cuento es viejo, algo tienes te conocemos, durante estas semanas tú y Diamond no han estado peleando, por las tardes ya ni siquiera te vemos y en todas las clases te estas aplicando y sin decir que tu mirada no ha demostrado la misma chispa de la única Charlotte.

-Es difícil de explicarlo.

-Habla de una vez chica.

-Solo les puedo decir que no se preocupen, todo está bajo control, en verdad les quiero decir todo, pero no puedo, algo me lo impide.

Solo quería llorar en ese momento pues todo me había caído de golpe.

-Vamos, está bien, tranquila todo pasara y esperaremos hasta que estés decidida a contarnos todo.

-Gracias Sebastián.

Como era costumbre de los tres nos abrazamos y eso me hizo sentir un poco más cómoda conmigo misma.

-¿Por qué tanto abrazo? – La voz de Julián siempre me tranquilizaba.

-Es como un ritual para nosotros. – me encogí de hombros

-Entonces no importa si me les uno.

-No claro, que no. – Contesto Susana

Mantuvimos una conversación abierta mientras Julián nos acompañaba en la hora del almuerzo, todos reíamos por cualquier tontería que dijéramos, si pudiera pasmar el momento, sin duda pasmaría el que estaba viviendo. Si alguien me hubiera dicho años atrás que me volvería a encontrar con Julián automáticamente lo tomaría por loco, a pesar de que antes no convivíamos mucho siempre pensé que él era buena persona y como dudarlo ahora, si con cada chiste malo que contaba me reía a carcajadas.

Poco a poco la cafetería había quedado con pocos alumnos pues para algunos era su semana de exámenes, mientras que para otros era la semana de entregar proyectos que habían tenido más de un mes de anticipación.

-Charlotte, nos adelantaremos sino te importa.

-No, me parece bien, en lo que yo termino mi comida, vayan, después los veo.

No tardaron mucho pues los vía alejarse por aquel pasillo, solo quedábamos Julián y yo.

-Charlotte, ¿Cómo te ha ido desde la última vez que nos vimos?

-Algo pesada, pero bien de normal, si se le puede llamar así. – solo le daba vueltas la tenedor.

-¿Cómo van tus padres?

-Oh, perfectos, por cierto te mandan saludos y aún esperan la cena, perdón por no avisarte antes, pero tengo muchas cosas en la cabeza

-No te preocupes chica, todo está bien, algún día volveré a tu casa. – el espacio entre ambos se había vuelto algo cercano.

-¿Tu cómo te la estás pasando en Canadá?

-Algo fuera de mi comodidad, pero está bien.

Algo entre ambos se comenzaba a ser presentes, no sé si era porque mis ánimos estaban bajos o en realidad había una atracción, mis ojos solo se movían de los suyos hacia sus labios perfectamente carnosos y delineados, algo me decía que no debía de estar pensando en hacer algo que después me arrepentiría, pero ya no sabía a quién hacerle caso.

-Lo siento Charlotte. – En ese justo momento sonó la chicharra.

En ese preciso momento sus labios se juntaron con los míos y no sabía si eran los sentimientos encontrados o mi razón se había perdido, pues no podía separarlo, al contario quería tener un poco más de él. Sus labios se movían en un compás suave, era como si quisiera saborear el jugo de una naranja exquisita, el beso no duro tanto, pero si era para rememorarlo. Al separarnos no sabía que decir, así que solo apile mis cosas y me despedí.

-Fue bueno compartir contigo el descanso. – No hice mención alguna del beso.

Casi salí corriendo de aquel lugar y de aquella mesa, me sentía como esas adolescentes que habían dado su primer beso a hurtadillas, me sentía apenada. Cerré mis ojos y toque mis labios por última vez queriendo recordar aquel momento que me tomo desprevenida. Al volver a abrirlos solo me percate que un par de ojos azules me observaba con la mirada algo ¿Dolida? Sin más preámbulos solo me arregle el cabello y salí caminando a paso rápido de aquel pasillo que me ponía tan nerviosa.

Entre al aula casi queriéndome esconder de algo o alguien, pero ni yo misma me podía explicar que pasaba. Solo recorrí los lugares hasta llegar a mi asiento que siempre estaba destinado a ser el primero de la fila.

-Buenos días, estudiantes. Hoy tendremos examen, así que por favor todos deben tener lápiz y goma sobre su pupitre. – Su tono era enojado.

Por su postura podía decir que se encontraba cabreado con algo o alguien, además si hubiera hoy examen me lo hubiera dicho un día anterior, era algo extraño de él. Como era de costumbre todo el alumnado se molestó porque no se le había avisado con anterioridad.

-Para aquellos que no quieren presentarlo, porque no están preparados, solo les diré que si no lo presentan no habrá segundas oportunidades – comenzó a repartir las hojas.

Mis amigos solo me habían quedado viendo preguntándome que le pasaba a aquel idiota para que hiciera eso, lo único que podía hacer era encogerme de hombros.

Cuando él me entrego el examen parecía que yo fuera la del problema, pues en vez de dármelo en la mano como a todos solo me lo aventó al pupitre, no hice objeción alguna, porque sabía que esto podía salir mal, solo me limite a mirar mi hoja y comenzar con el duro proceso.

-Profesor, disculpe, pero no entiendo este ejercicio.

Como era costumbre Lucia caminaba hacia el escritorio de Diamond con un movimiento de caderas exagerado y su escote no podía ser más abierto.

-Es fácil, solamente debes poner mucha atención a lo que se te pide en la indicación. – Ni se inmuto a disimular que le daba el pase libre a la estúpida zorra que también le coqueteaba.

Para mí los problemas eran algo similares a los que había tenido por las tardes aunque claro, las dudas siempre iban a permanecer dentro de uno al querer hacer bien las cosas.

Pasaron los minutos, las horas y era hora de irnos a casa, mi horario ya estaba más que grabado en mi cabeza y ya sabía cuáles eran mis obligaciones después de terminar en el instituto.

De: Mama.

Eva estoy en el trabajo con tu papa, no creo que lleguemos a comer, pero si te apetece cenamos afuera, ¿Qué te parece?

Te amamos.

Para: Mama

Me parece muy buena la idea, ¿Qué les parece si nos vemos en "Hank"? Me encanta la comida que preparan ahí, o si prefieren ¿Podemos ir por unas pizzas o comida mexicana? ¿Saben qué? Mejor ¡Sorpréndanme!

Los amo.

Preferí subir a mi cuarto darme una ducha larga y después recoger un aperitivo para después irme a mis castigos privados que dolían más que un grano en el culo.

De: Estúpido Diamond.

Srita. Mi nueva dirección es en el edificio "The Royal" está en el centro de la ciudad, mi departamento es el número 50, el guardia de seguridad la dejara pasar, ya tiene ordenes, y por cierto el horario se cambia a las 3:30 pm, por favor no llegue tarde.

Escuche el sonido de mi bandeja de entrada de mensajes, pero no le tome importancia pues era mi hora de relajación, solo le subí mas alto al volumen de la música en la ducha y comencé a bailar al rito de Beyonce, no había nada mejor que esta mujer en estos momentos.

Al salir de la ducha encontré un jumper corto primaveral y no dude en conjugarlo con unas sandalias en color café con las correas azules marino. Tome mi tiempo para arreglarme el cabello y proporcionarme algo de maquillaje, ya que mi castigo era hasta las 4:30 pm, tal vez si acaba pronto en mi cuarto podría comer algo saludable.

Leí el mensaje que no había visto antes y el día correctamente podía empezar conforme las horas.

-¡Maldición!

Baje las escaleras a paso acelerado y solo me acerque a la cocina para recoger una manzana y una botella de agua.

-Señorita, por favor no tan deprisa, ¿Comerá?

-Gail, eso huele delicioso, pero hoy no podre voy algo corta de tiempo, nos vemos luego – Como me fue posible me acerque a ella y le di un beso en la frente, siempre la había visto como mi segunda madre.

Al parecer el chofer ya sabía que iba tarde, así que no dudo en manejar lo más rápido posible hacia el nuevo lugar indicado, pero solo para empeorar mi mala suerte había un tráfico tremendo para llegar al estúpido edificio. En estos momentos amaba su casa privada que tenía.

-Raúl, ¿No hay algún atajo? – Me mordía las uñas de lo mal que nos iba en el tráfico.

-No señorita, además es imposible retornar a estas alturas, estamos a mitad del tráfico.

Solo me maldecía en la cabeza, de seguro el estúpido de Diamond me haría sufrir hoy, algo se le ocurriría cuando nos viéramos a la cara, ¡Carajo! ¿Por qué no podemos simplemente no vernos nunca más?

Vi a los edificios pasar detrás de nosotros y eso me indicaba que ya íbamos avanzando. Llegamos al dicho edificio y en verdad si, ser profesor dejaba buenas ganancias sin duda alguna cambiaria mi carrera.

Entre al vestíbulo y todo era moderno, nuevo, de ultima gama, las paredes eran de un tono verdoso, la recepción estaba sobre una mesa alta de cristal, todo estaba limpio y parecía abierto hace poco, los recuadros que adornaban las paredes llamaban la atención y conforme avanzabas hacia el elevador, podías observar que aun todo era limpio y pulcro.

-Disculpe, he venido a ver a el señor Diamond – Avise en recepción.

-¿Su nombre?

-Charlotte Reynolds.

-Oh si, la está esperando, pase, el piso es el número 10, habitación 50, puede tomar el ascensor.

-Gracias.

Solo me retire, hice caso a sus indicación y en menos de lo que canta un gallo estaba enfrente de aquella puerta de madera decidiendo si tocar o huir, puesto que ya iba más o menos una hora retrasada. Sin más preámbulo solo toque.

-Señorita Reynolds pensé que ya no vendría, adelante.

Sin esperar respuesta de mi parte solo se giró y camino, hasta sentarse en su nuevo sofá blanco.

-Bien, al parecer su celular está fallando, porque no ha llegado a la hora que debía de ser.

-No, solo que...

-No me importa, ¿Sabe? Hoy cambiaremos la dinámica, siéntese que no muerdo.

Tome asiento a su lado dejando la mochila a mis pies.

-¿Puede explicarme, porque se besa con mi personal?

-¿Qué?

-Si Reynolds lo que ha escuchado.

-Creo que ese tema no es de su interés.

-Claro que lo es, él es mi empleado y usted mi alumna y por si no lo sabe está bajo mi tutoría.

-¿Me está amenazando con decírselo a mis padres?

-¿He dicho eso?

-No tengo porque darle explicaciones de mi vida.

-Pero si tiene que rendirme cuentas.

-Está equivocado, usted no es mi padre, así que por última vez no le diré nada.

-¿Es su novio?

-¿Qué? ¡No!

-¿Por qué lo beso?

-¡Carajo! ¿Por qué tal vez lo quería? – Tenía que estar bromeando para hacer todas estas estúpidas preguntas.

-Tiene prohibido volverse a hablar con él.

-No me puede prohibir nada.

-¿Ah no?

Me arrojo un bonche de hojas con problemas ya calificados.

-Solo le advierto que para la próxima será peor.

Tome las hojas que él había arrojado y si mal no veía esos eran los exámenes que él le había aplicado hoy a la clase y a juzgar por la mayoría, habían reprobado.

-No puede hacer esto, es anti ético.

-Puedo hacer lo que quiera mientras esa sea mi clase.

-Lo denunciare.

-¿Con quién? ¿Con el director? Hazlo, perderás tu tiempo.

¡Estúpido bastardo de mierda!

-¿Cuál es mi castigo de hoy? – solo cambie de tema

-Me gusta que hayas aprendido la lección. No te preocupes, hoy solo me ayudaras a desempacar algunas cosas.

-Bastardo de mierda. – Maldije en voz baja.

-Asegúrese que a la próxima no esté cerca para que me maldiga.

No proteste, solo lo seguí hasta el fondo de la sala para desempacar unas cajas, mientras yo sacaba los objetos dentro de estas, el las acomodaba por toda la habitación. Ambos caminábamos dentro de la habitación en un silencio tan incómodo que el abrir cajas solo parecía ser el martirio más grande que hubiera tenido. No sabía si los minutos se detenían o pasaban, pues cuando intercambiamos miradas, parecía como si el me quisiera aniquilar en ese preciso momento, los nervios me carcomían por dentro, de vez en cuando me mordía el labio por querer hacer preguntas, pero tal vez eso empeoraría mi futuro y el de todos aquellos quienes me importan.

-Suelte lo que tenga que decir. – Estaba de espaldas

-¿Qué?

-Sé que quiere decir algo, la conozco bien para saber que desde hace rato se está mordiendo el labio por querer decir algo. – Seguía acomodando un estante

-¿Podemos poner música?

Se volteo y solo me encogí de hombros.

Camino directo al reproductor de música que tenía en una esquina aun decidiéndolo en donde acomodarlo permanentemente, solo dio "play" y el sonido de un acorde tan suave inundo la sala. La música comenzó a reproducirse y el cantante con su voz te hacia relajarte pero no ayudaba a desempacar. Si mal no me equivocaba era Andrea Bocelli, cantando alguna de sus canciones reconocidas.

-¿Es Andrea Bocelli?

-Si.

-¿Le gusta?

-¿Le incomoda? – parecía molesto.

-No solo que, no pensé que le gustara su música, lo conozco, bueno su música y no creo que sea apropiado para desempacar.

-¿Qué recomienda?

-No lo sé, no se sus preferencias musicales. Pero si aprobaría a Bocelli para bailar.

-Ponga su repertorio entonces.

-¿Está de acuerdo?

-Si es música que no apruebo no la escuchare.

-Está bien.

Era mi turno de darle un rumbo drástico a este ambiente pues ahora el reproductor era solo mío, conecte mi celular a este y solo di play a mi lista de canciones, no hacía falta decir que todas las canciones actuales las tenía, así que habría mucho repertorio por ahora. La primera canción sonó y yo comencé a seguir con mi trabajo, pero ahora si con un poco de ritmo.

Mientras volvía a mi tarea, decidí que era momento de tomar las riendas del asunto, pues ya todo lo haría a mi manera, seguí desempacando pero con algo de ritmo, ya sea que movía las caderas o los pies, algunas veces hasta cantaba, pero ya no me importaba nada. Primero Diamond me quedo viendo como alguna especie de bicho raro pero no me importo, pues no dijo nada fuera del lugar, solo se limitó a seguir acomodando sus cosas, mientras que yo era la desquiciada que bailaba por todo el apartamento.

Las canciones seguían reproduciéndose, algunas decían cosas inapropiadas, mientras que otras se reproducían en español, digamos que yo tenía para todos los gustos, pero la mayoría era del género pop. Una tras otra iban pasando y yo no dejaba de bailar o por lo menos mover alguna de mis extremidades. Una que otra vez, cache a Diamond observándome detenidamente con una sonrisa divertida en sus labios, pero cuando veía que lo observaba su semblante cambia y ambos nos portábamos como jóvenes tímidos por ser observados por el otro.

Sin querer en una ocasión me acerque demasiado a su espacio que cualquiera que nos viera cerca diría que yo le estaba bailando, pero no era así, pues la caja que me tocaba desempacar se encontraba cerca de él y la canción era algo fuera del lugar y hacia que yo me moviera de una forma más alocada.

-Lo siento – repetí después de tocarle accidentalmente las nalgas con la cadera, pues estaba dando volteretas y sin darme cuenta choque contra él.

Me di la vuelta y seguí con mi baile todo sensual pero a la vez algo descoordinado. Cuando escuche la canción que me había recomendado Susana, no dude en echarme a reír, pues no sería una que yo escucharía a diario pero decidí seguir escuchándola y seguir bailando o por lo menos moviendo la cadera de una forma tan mala que yo misma me reía por tratar de moverme al rito de la música.

Se me había olvidado mi trabajo pues ya estaba en mitad de la sala en medio de cajas bailando y pateándolas a mi paso.

Sin darme cuenta, Diamond parecía estar divertido con mis intentos fallidos de bailar, pues él también estaba divirtiéndose a mi costa y se había olvidado de lo primordial que era trabajar.

-Así que te gustan mayores. – Estaba recargado sobre el sofá y tenía una expresión divertida.

-Susana me pidió que la escuchara. ¿Sabe español?

-Solo algunas palabras.

-Bueno, pues entonces ya sabrá que esa canción no es mi tipo.

Me di la vuelta y seguí bailando o mejor solo dando vueltas y jugando con mí cabello. Mis carcajadas era lo que más se escuchaba en toda la habitación.

-Lo siento, pero este tipo de música sí que no. – Apago el reproductor.

-¿Qué? No tiene nada de malo. – Me quede parada en medio de la sala

-¿Ya escuchaste la letra?

-Claro que sí, pero solo lo reproduzco para divertirme no para darles un sentido, me da igual lo que dicen, solo quiero divertirme.

Llegue hasta donde estaba él y le di play de nuevo, sabiendo que en algún punto él lo volvería a detener, así que antes de que lo hiciera lo jale junto conmigo hacia la "pista de baile" que teníamos improvisada en medio de cajas.

-¡Vamos baile conmigo!

-Absolutamente no.

-¡Vamos a usted también le divierte! – ambos reímos.

Y no tardó mucho en hacer las mismas locuras que yo, seguía mis pasos o inventaba los suyos, pero si quedaba en claro que parecíamos unos locos dentro de ese apartamento bailando una canción que decía obscenidades. De pronto la música paso a ser algo alocada a ser algo tranquila y ambos nos miramos por el momento incómodo.

-¿Bailamos? – Me tendió la mano y gustosa la acepte.

Me tomo de la cintura mientras que mi mano reposaba en su hombro y la otra se encontraba unida a la suya, empezamos con un compás lento, pero de pronto los giros se hicieron presentes. Nos veíamos a los ojos y algo nos hacía sentirnos conectados, no paso mucho tiempo para que nuestros cuerpos se juntaran y me cabeza reposara en su hombro aunque seguíamos bailando, nuestros pies parecían saber la canción perfectamente mientras que ambos nos movíamos.

La canción cambio y ambos nos detuvimos sin soltarnos, poco a poco fui retirándome sin dejar nuestra posición inicial, nuestros ojos se habían conectado, pero algo estaba mal, mi cerebro lo decía, tenía la opción de escapar, pero como toda buena persona que se atreve a experimentar solo me quede ahí quieta.

Sin darnos cuenta, nuestros rostros se estaban juntando cada vez más, hasta que fue imposible parar algo que ya se había comenzado. Nuestros labios ya estaban probando el sabor del otro, nos besamos con tranquilidad, como si nos amaramos y no lo supiéramos, el beso era lento, cálido, ni siquiera te dabas cuenta de lo que hacías, mis manos fueron directamente hacia su cuello y las suyas por detrás de mi cintura, el compás de nuestros labios nos decía que ambos éramos perfectos juntos, alguna alarma de mi cerebro aún estaba encendida y me decía que no estaba bien esto, pero no podía evitarlo, seguíamos ahí, besándonos con tranquilidad, declarándonos que nos amábamos, como si fuéramos otras personas que en verdad se aman y no se odian.

Nos separamos sin decir algo, sin pronunciar un ruido, sin vernos de nuevo a la cara.

-Creo que es hora de seguir desempacando. – Fingió volver a tener el control.

-Claro – Lo mire directamente.

Algo en su mirada tenía que decirme que todo estaba mal, que me fuera de ahí, pero nada, solo descifre confusión.

-Desempacare lo que está en mi despacho, si quieres puedes seguir aquí o experimentar un poco.

-Me quedo aquí no importa.

Se dio la vuelta y se encerró en aquella puerta de madera blanca que se encontraba por otro pasillo.

No entendía que pasaba, habíamos iniciado mal la tarde, pero la pasamos bien desempacando hasta el momento del incidente, ¿Acaso estamos jugando y no me daba cuenta? No era la primera vez que sentía lo mismo, pero solo era un error tal vez, necesitaba explicaciones, necesitaba saber que pasaba. Me senté en el piso de madera rebanándome el cerebro para buscar una explicación, pero absolutamente no encontraba nada, lo mejor que pude encontrar fue olvidarme de lo que paso y seguir con mi castigo al pie de la letra pero con algo de volumen menor a lo que estaba.

De: Papa.

Princesa, tu mama y yo, ya vamos rumbo al restaurante "Moon" ¿Pasamos por ti a casa?

Para: Papa.

Los veo ahí dentro de 5 minutos, no se preocupen, además ya sé dónde queda.

Te quiero.

-Señor Diamond.

Toque antes de entrar al despacho.

-Adelante.

-Profesor, ya me tengo que retirar, no sé si ya es suficiente por hoy o tengo que quedarme.

-Te puedes retirar.

-Gracias.

Me di la vuelta y fui por mi celular al reproductor, al igual que busque mi mochila para irme de ahí.

-¿Vendrá alguien por usted?

-No, tomare un taxi, además quede de verme con mis padres.

-No se preocupe, hoy me ayudó muchísimo, yo mismo la llevo.

-No, puedo tomar un taxi no se preocupe.

-Espéreme un momento por favor.

Subió rápidamente un par de escaleras, que al parecer guiaban a su dormitorio. Después de unos cuantos minutos regreso pero vestido algo diferente. Solo consistía en un pantalón de mezclilla con un playera azul marino tipo polo con zapatos color café, que siempre parecían que fueran nuevos, o tal vez tendría muchos pares nuevos.

-Vámonos. – Camino hacia la entrada y tomo sus llaves.

Como era mi costumbre lo seguí a todas partes, me guio por el estacionamiento y solo subí a su habitual coche, le di el nombre del restaurante y poco a poco fuimos avanzando por la ciudad. No sé cómo las horas pasaban cuando estaba con él, porque siempre que salía de su casa era de noche.

-Gracias. – Pronuncie cuando abrió mi puerta y me hizo bajar de esta.

-De nada.

Ambos entramos al restaurante. 

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