Capitulo 18
Los días pasaron desde aquel "imprevisto" en donde Diamond y Coraline habían tenido sexo, no hacía falta preguntar, pues cuando yo entre a aquella oficina se podía observar que el escritorio no estaba igual de organizado y por supuesto el ambiente que se formaba entre nosotros no hacía nada más que levantar sospechas.
Diamond, nunca toco el tema y yo no quería preguntar aunque las respuestas eran obvias, ese día solo me dejo ir después de que termine las actividades. Al llegar a casa tenía la necesidad de ponerme a llorar pero no sabía porque, aunque si me quedaba claro que yo ya no trataría de hacer las paces con él.
Los demás castigos iban de mal en peor, pues siempre que llegaba a su casa solo saludaba de buena manera a Laura, mientras que con él me portaba de lo peor, sus supuestas "amenazas" siempre consistían en quedarme hasta tarde en su casa haciendo más actividades de las que un estudiante podría pedir o solamente me ponía a hacer planas sobre cómo debería ser el comportamiento de una señorita.
Con mis padres yo siempre decía que todo iba mejor, aunque ellos no sabían la verdad, mis modales habían mejorado solo con ellos y mis notas gracias al cielo habían subido en la materia de Diamond. Aunque sus clases con él era otra cosa, pues solo me limita a escucharlo, escribir y entregar mi trabajo, ya no tenía sanciones, pero sí de vez en cuando recibía una mirada de advertencia.
-Charlotte, ¿Qué pasa? Cada vez te vemos menos.
-No pasa nada, todo está bien. – Conteste abriéndome paso hacia la salida del instituto.
-Nos preocupas, hace días que no te vemos y cuando lo hacemos solo estamos en clase.
-¿Acaso nos estas evitando? – Pronuncio Sebastián con algo de nostalgia.
-No, sino que, voy corta de tiempo y necesito arreglar otros asuntos, ¿Qué les parece si hablamos el sábado próximo? – Tenía que llegar cuanto antes a donde estaba el chofer, porque en verdad se me hacía tarde.
-Llámanos si pasa algo, ¿está bien?
Ni siquiera pude despedirme de ellos, ya que corrí hacia el auto que me esperaba, pues hoy mi padre tenía una importante entrevista para una de las revistas más conocidas del mundo y al parecer toda la familia o por lo menos mi madre y yo teníamos que estar en aquel lugar aproximadamente 10 minutos y sí que estaba algo retirado el lugar para las sesiones de fotos.
-Raúl, ¿Sabe si mi mama ya está en el lugar para las sesiones de fotos? – le pregunte al chofer.
-Si señorita, antes de venir por usted, pase por ella.
-Eh, ¿Gail te dio algo para mí?
-Oh si, casi se me olvidaba, tome – me paso un bolsa de papel – esto fue lo que ella me dio.
Como siempre Gail me sorprendía en lo bien que me conocía, pues no tendría tiempo de ir a casa y cambiarme el atuendo, así que le pedí de favor a Gail que dentro de una bolsa depositara algo formal y juvenil para la sesión de mi padre y como siempre ella se lució, pues escogió un vestido rosa con flores dibujadas en él y unas zapatillas de pico, en color rosa, con alguno que otro diseño en el tacón, las que tanto amaba. No podía cambiarme en el auto, eso estaba claro, así que tuvimos que parar en algún restaurante para que me pudiera cambiar.
Con todo e imprevistos llegamos justo de hora al lugar, aunque todavía me faltaba el maquillaje y el cabello, solo le pedía a Dios que la revista hubiera traído peinadores y maquillistas.
-Hola a todos. – Entre apenada al estudio, saludando a todos.
-Cariño has llegado. – Mi madre como siempre era de dar abrazos.
-¿Ya han comenzado?
-Te estamos esperando tu padre ha salido a contestar algunas llamadas pero pronto llega.
Todo en el pequeño estudio estaba muy bien arreglado, la mayoría de paredes estaban pintadas en blanco, solo una tenía un aspecto rustico que era en donde estaba la mesa de bocadillo y en donde se encontraban algunos espejos.
-Bien, ¿Ya estamos todos listos? – Pronuncio la que parecía ser la fotografa.
-Si claro Celeste, solo esperemos a que mi marido entre.
-Claro señora Reynolds – Me miro - ¿Tu eres? – Pregunto como si no lo supiera.
-Charlotte Reynolds.
-¡Oh querida! Disculpa por no reconocerte, pero tu cabello no me daba buena impresión. Deja que te arreglen.
Llamo a algunas personas y en menos de lo que me di cuenta ya tenía a varias personas maquillándome y arreglándome el cabello, todo con tal de salir bien en las fotos.
-¡Estas hermosa Charlotte! – Mama como siempre exageraba.
-Gracias madre, pero no creo que sea la misma Charlotte que ha entrado por esa puerta.
-No seas modesta.
En ese momento entro papa al estudio acompañado de un amigo muy peculiar de cuatro patas.
-¡Siller! – Grite al ver a mi gran compañero de vida.
El gran perro llego a mi lado y me recibió con una de sus volteretas y feroces ladridos, a pesar de que lo veía diario en casa, siempre cuando nos veíamos era como si tuviéramos años separados, no pensé que papa lo trajera a la sesión, pero me animaba mucho el verlo aquí ahora.
-Hola Charlotte – Papa me saludo con un beso en el cachete.
-Hola papa, no pensé que lo traerías. – Mi sonrisa podía reflejar el amor que sentía por los perros.
-Es parte de la familia ¿No? Por supuesto que merecía estar en esta entrevista, solo les pido a ambos que se comporten.
Comencé a reír, papa sí que nos conocía.
-Claro que si padre.
Momentos después la fotógrafa nos interrumpió pidiéndole a papa empezar con las preguntas y se lo llevo al centro del estudio en donde habían dos sillas de gran tamaño talladas en madera y forradas con terciopelo rojo, justo en medio se encontraba una pequeña mesa de cristal con flores artificiales. Mientras mi papa estaba ocupado Siller y yo aprovechamos para comer, ya que ambos teníamos ganas de probar los bocadillos.
-Mmm, esto esta delicioso.
-Charlotte, te arruinaras el labial.
-Mama esto en verdad esta exquisito, ven pruébalo, antes de que Siller y yo nos lo terminemos.
-No Charlotte, así que te ordeno que dejes la comida y te comportes, no quiero que salgas todo embarrada de caramelos en la foto.
Si algo hacia característica a mama era que cuando se trataba de algún evento importante siempre tenía que tener todo controlado. Así que antes de olvidarnos de la comida Siller y yo dimos nuestros últimos bocados a hurtadillas.
Cuando papa termino con la pequeña entrevista a la cual no puse mucha atención por robar bocados de la comida, la fotógrafa nos llamó a los tres integrantes restantes de la familia, pues ya era hora de posar con papa.
Primero hizo que nos volvieran a retocar el maquillaje a todos y a cepillarle un poco el pelaje a Siller, ya que era un husky y debía verse espléndido. Cuando ya estábamos todos listos, Celeste nos mostró las posiciones que quería, para mí fue un verdadero reto poder mostrarme relajada, ya que sentía muchas miradas a mi dirección y como no sentirlas si había más de diez personas encargadas de las luces los flases y las demás cosas que se hace en una sesión.
La primera pose que todos juntos hicimos fue una en donde papa se encontraba sentada en la silla de terciopelo rojo, a los pies de esta me encontraba yo sentada con las pierdas flexionadas hacia un lado, junto a mí se encontraba Siller acostado en el piso con el hocico dirigido hacia la cámara, mama se encontraba de pie junto a papa, a mis espaldas para ser exactos, tomando el hombro de mi padre con una mano, como si le estuviera dando un apretón, como era obvio todos mirábamos sonrientes hacia la cámara, cuando de repente el primer flashazo fue dirigido hacia nosotros dando la indicación que todo había salido a la perfección. Mientras movían las luces decidí acariciar el pelaje de Siller y mis padres mantenían una conversación entre ellos, cuando menos lo espere el siguiente flashazo fue disparado.
-Lo siento las improvisadas son mejores – Comento Celeste.
Sin decir comentario alguno los cuatro solo seguimos posando para la cámara en los siguientes turnos dentro del estudio.
Después de una hora de tantos flashes Celeste decidió darnos un descanso de 10 minutos para poder refrescarnos. Sinceramente creo que me estaba quedando ciega pues con tantas luces dirigidas hacia mí era una probabilidad.
Cuando el descanso termino hicimos otras fotos más familiares, la verdad creo que la segunda ronda fue más de mis favoritas, porque éramos más nosotros y no las poses que nos pedían, nos veíamos más relajados y las sonrisas eran más sinceras.
Para cuando dieron fin a las sesiones en el estudio pensé que era lo único que haríamos, pero al parecer estaba equivocada pues nos trasladaríamos a otros lugares para seguir con las sesiones. Siller y yo no perdimos tiempo en subirnos a la camioneta que nos transportaría a una casa rentada de cabaña, al entrar en la camioneta pudimos observar que en los respaldos que nos dividían como asiento traían golosinas y como mama ni papa nos acompañaban no perdimos tiempo en volver a atascarnos de chucherías.
Cuando llegamos a la casa y al entrar a esta, vimos que ya habían instalado un poco de luces y cámaras en la sala, en el jardín y en el estudio que se parecía al verdadero que tenía papa en casa, que a decir verdad se veía como un paraíso lleno de libros.
Lo primero que hice fue cambiarme de vestuario, ya que según para las nuevas fotos debía de lucir diferente. El vestuario era similar, solo que esta vez consistía de una falda media circular con franjas en blanco y negro ceñida a la cintura, junto con una blusa blanca con manga de tres cuartos, el cabello seguía estando igual, suelo y con ondas, lo que si cambiaron fueron las zapatillas que seguían siendo el mismo modelo en punta de pico pero ahora estaban en color café bajo con el tacón un poco más alto. Acompañado del vestuario llevaba una gabardina con el mismo color de los zapatos. El ambiente era algo fresco pero para mí la gabardina sobraba en aquel lugar.
Cuando iniciamos de nuevo las fotos eran individuales, primero los fotografiados fuimos Siller y yo, en aquellas fotos se notaba lo mucho que lo amaba solo con las mirabas y las sonrisas que le brindaba. La siguiente con las fotos fue mama, quien estaba en la sala recostada sobre papa riéndose de algo muy gracioso, cuando la fotógrafa lo pidió me uní a ellos y las carcajadas solamente aumentaron más.
Para terminar papa fue el último con sus sesiones a solas en el estudio, no las vi muy bien, porque según los encargados del vestuario era hora del tercer cambio, aunque para mí eso era demasiado. Así que tuve que cambiarme por algo más formal y juvenil a la vez, esto solo consistió en un pantalón de mezclilla entallado con un saco de mangas tres cuartos color coral, que debajo de este se encontraba una blusa blanca con el cuello en uve, las zapatillas eran el mismo estilo, solo que ahora en color coral.
Cuando ya estábamos listas mi mama y yo de nuevo con el vestuario decidieron que era tiempo de cambiarme el look, así que el cabello me lo recogieron en una coleta alta dándole un poco de volumen en la parte delantera, el maquillaje aquí ya era un poco más natural lo único rosa palo eran los labios. Para estas últimas fotografías posamos los tres juntos sin Siller en el despacho, después nos trasladamos al sofá en donde todos parecíamos una familia completa de negocios y para finalizar con broche de oro salimos al jardín para hacer unas cuantas fotos con Siller en donde todos participábamos.
La tarde se había pasado volando que cuando volvimos a casa no tenía ganas de nada, pues no había comido y ni siquiera quería cambiarme el vestuario, fue muy agradable de parte de la revista regalarnos a todos las ropas que utilizamos, papa tenía tres nuevos trajes en su closet, mama tres vestidos y yo solo dos vestidos y un conjunto formal. Los labios y las comisuras de este me dolían a morir, ya que durante las sesiones, no había dejado de reír tanto por las poses o las cosas que decía papa o por la forma en la cual se revolcaba Siller.
De: Desconocido
Srita. Espero que su castigo no se le haya olvidado porque le aviso que ya lleva mucho tiempo de retraso.
Cuando encendí el celular y leí el mensaje quería darme topes con la pared pues, al parecer mi castigo ya lo había olvidado y llevaba a lo mucho unos 45 minutos de retraso.
-¡Maldición!
Grite y sin perder tiempo algún me volví a calzar los zapatos que me había quitado antes de aplastarme en mi hermosa cama, no pensé ni siquiera en cambiarme, pues solo recogí mi mochila y como pude salí corriendo de mi cuarto para llegar a encontrar al chofer y pedirle que me llevara al lugar de mi castigo.
-Niña ¿A dónde vas tan rápido? – Mama me interrumpió
-Madre voy tarde a mi castigo.
Sin decir mas visualice al chofer y le pedí que me llevara a casa del profesor Diamond, no sé en qué momento me subí al auto y este se mantuvo en marcha pero cuando menos me di cuenta ya estaba en mi destino, algo en mi cerebro me decía que había sido mala idea llegar a aquel lugar, pero a estas alturas ya no podía a hacer nada.
-Señorita Reynolds.
El ama de llaves como siempre me recibió con una sonrisa.
-Lo siento por tocar así, pero, ¿Se encuentra el profesor Diamond?
-Oh si claro adelante como siempre la espera en su despacho, adelántese si quiere además ya sabe el camino.
-Muchísimas gracias.
No perdí tiempo y casi corrí por ese pasillo que me dirigía hacia la oficina de Diamond, al llegar a la puerta como era de costumbre toque, pero no escuche respuesta, así que volví a tocar más fuerte.
-Puedes pasar Laura.
Solo abri la puerta y entre.
-Lo siento profesor soy Charlotte
-Ah, hasta que te dignas en venir, recuerdo haberte dicho que las reglas ahora las ponía yo. – Como siempre se encontraba sentado detrás de su escritorio.
-Sí, lo siento, pero tuve unos asuntos con mi familia que resolver.
-¿Acaso viene de una reunión de trabajo? – Comento bajando un poco las gafas y viéndome.
-Oh no, no. –Mire mi atuendo y me puse nerviosa – como le dije tuve unos asuntos que resolver y se me paso el tiempo.
-Ya no diga nada más, mejor tome asiento, ahí están sus libros de literatura y biografías importantes. – Me señalo mi mesa habitual – Solo tiene que leerlos y hacer algunas anotaciones si quiere.
Como era costumbre mía, solo me calle y me dirigí al lugar de mi trabajo, abrí el primer libro y solo con su portada me llamo la atención, cabe destacar que me gusta leer mucho y no importa cuál sea la temática, así que no tardaría tiempo en ponerme cómoda.
Mientras pasaba hoja tras hoja, no había encontrado algo que resaltar, pues todo me parecía interesante, hablaba sobre varios temas, varios autores y lo mejor aún es que dentro de una de las biografías se encontraba mi autor favorito de la edad media Dante Alighieri, siempre me sentí conectada a él con sus obras, si pudiera escoger un postgrado, juro que lo haría especializándome en Dante.
-¿Señorita le apetece un descanso?
-Eh, ¿Disculpa? - Me voltee hacia el escritorio.
-¿Qué le parece un descanso?
-Apenas eh comenzado, no creo que sea lo adecuado.
-¿Pero qué dice? Ya lleva más de dos horas estando leyendo.
¿Era eso cierto? Para mi habían sido apenas como 5 minutos, pero como siempre el tiempo se me iba rápido cuando leía.
-Lo siento no me eh percatado del tiempo.
-Acompáñeme por favor.
Salimos del estudio, directo hacia la barra de la cocina, al parecer Laura ya sabía que tomaríamos un descanso pues sobre la barra descansaban dos platos de waffles acompañados de frutos rojos con miel y con zumo de naranja.
-Gracias Laura.
Como era costumbre Laura solo le dirigió una inclinación de cabeza al profesor y después se retiró.
-Siéntese por favor. – señalo la butaca que estaba a su lado.
Solo hice caso, ya que el gran día que había tenido con mi familia podía terminar mal. Tome los cubiertos y como buena dama que era puse en práctica mis modales que me habían inculcado desde que yo vivía en el palacio.
-La noto muy callada esta vez, ¿Está enferma?
-Solo es porque he tenido una grandiosa tarde y no me apetecería que eso se arruinara. – No lo mire solo seguí comiendo.
-Ya ve, que si podemos tener una buena platica
-Creo que no es por eso, más bien es porque durante nuestras horas no he dicho ninguna palabra y usted claro no se ha comportado como un petulante.
-No soy ningún petulante
-Si lo dice. – Claramente era más que un petulante
-Me caía mejor cuando no hablaba
-Se lo eh dicho.
Seguimos cenando sin dirigirnos la palabra y al terminar me ofrecí a lavar los platos, porque esa así como mi madre me había educado, que siempre después de terminar de comer en casa ajena debía de lavar mis utensilios por lo menos. Pero él se rehusó y me pidió que dejara las cosas tal como estaban, pero como soy una cabeza hueca, no le hice caso y por un momento me pareció verlo desquiciado.
-Profesor puedo preguntarle algo. – Entramos de nuevo al estudio.
-Si es para insultarme mejor no.
-¿Por qué hay demasiadas cajas?
-Me estoy mudando.
-¿Entonces eso quiere decir que mi castigo termina?
-Claro que no, pronto le diré la nueva dirección de mi nuevo departamento para que nos veamos ahí.
-¿Laura se ira con usted?
-Solo ira los fines de semana, aunque no lo crea se valerme por mi solo.
Si claro, eso dicen todos los hombres, pero siempre dependen de alguien.
El día termino y pude regresar a casa, cuando toque con un solo dedo la cama no pude resistirme y me desplome como si tocar aquel acolchonado colchón fuera mi salvación. Estaba a punto de cerrar los ojos cuando solo escuche el tono de mensaje entrante en el celular.
De: Desconocido
Te veías hermosa hoy.
Buenas Noches.
¿Me veía hermosa? ¿Pero qué? No recordaba a nadie que me hubiera visto a parte de mis padres y el profesor en todo el día. Además el número no lo conocía y claramente no podía ser un mensaje del profesor, porque él y yo no terminamos tan bien el día.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro