Es noche cerrada, te encuentras tumbada en tu habitación, el cansancio pesa en tus párpados mientras intentas abrirlos. Reaccionas al cabo de unos segundos pero algo te desconcierta, lo que observas es tu habitación pero algo anda mal, el ángulo no es el correcto.

De pronto te percatas de lo que sucede, estás al fondo de la sala, pegada al armario, tu propia figura adormilada se extiende frente a ti. Te embarga un pánico que amenaza con atenazar tus extremidades, luego piensas "solo es un sueño, no hay nada que temer, puedo controlarlo, ir a donde quiera". La tensión abandona tus hombros mientras exhibes una amplia sonrisa, amparada por la oscuridad de la noche y por el hecho de que nadie puede escucharte.

La sensación dura poco tiempo, un escandaloso ruido emerge de la planta baja de tu casa, como si alguien hubiera forzado la puerta. "Es solo una pesadilla" te repites a ti misma una y otra vez. El sonido se hace más y más cercano hasta que notas como los pasos se trasladan justo enfrente de tu dormitorio. Tus manos comienzan a temblar sin control. 

La puerta se abre de una patada, un sujeto vestido con atuendo oscuro recorre la habitación parándose al lado de tu cama. Se acerca más a ti hasta que sus manos alcanzan tu cuello presionando con todas sus fuerzas, poco a poco comienza a faltarte el aire, procuras gritar pero no te sale la voz aunque de todas formas nadie escucharía, intentas moverte todo lo que puedes arrastrándote por el suelo, pero te sientes débil y solo llegas a tocar la puntera de tu propio pie, tu cuerpo se agita con violencia pero es incapaz de defenderse.

Después de unos momentos dejas de luchar, tu cuerpo yace sin vida, observas tus manos con desesperanza mientras se desvanecen junto con toda tu esencia, lloras de forma desconsolada enfrentando lo inevitable.