Hacia ya casi un año desde que tomaba este tren a Londres desde la misma estación, a la misma hora. Debo admitir que un principio era para llegar temprano a la Universidad donde había recibido una beca, pero desde hace dos meses esta dejó de ser mi razón y solo era una excusa que le daba a mis compañeros de cuarto.

Ella era mi razón

Al igual que yo, tomaba el mismo tren a la misma hora, tal vez era porque vivíamos cerca o porque aquella era la única ruta que llevaba a la universidad. Ella se subía dos estaciones después de la mía, siempre se quedaba parada en la misma esquina mirando por la ventana de la ciudad

O eso creía yo

Cuando la conocí no sabía a donde se dirigía: la escuela, el trabajo, alguna visita. No lo sabía

No sabía nada de ella.

Solo veía que era extremadamente guapa para mi gusto. Su piel era blanca y tersa y siempre me pregunté como sería acariciarla. Tenía el cabello castaño y siempre llevaban puestos sus audífonos e ignoraba todo en el tren, incluyéndome a mí.

O eso creía yo

Siempre deseé ser como aquellas chicas que no tenían miedo o pena y se acercaban a cualquiera que les llamara la atención, pero yo no era así y no me consideraba lo suficientemente linda como para acercarme y preguntarle su nombre.

De nuevo tenía que bajarme antes que ella y lo odiaba. Había una puerta más cercana a mí, pero la ignoré y fui directo a la que tenía más cerca aquella chica. Quería mírala, aunque sea por una última vez en el día para llegar feliz a clases.

Cuando salí del vagón casi pude divisar que me miraba hacerlo. No sé si fue mi imaginación, pero esperaba de todo corazón que no haya sido así

Si tan solo tuviera el valor de cruzar el vagón y preguntarte quién eres

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Hola, hola. Estás en la versión Beckfreen de esta novela que irónicamente será narrada desde la perspectiva de Freen porque ella es nuestra niña chiquita