6. Bellido
Capítulo 6.
Brooklynn Baker
"La belleza de su ser es fascinante, lo es al grado de remover cada parte de mí con vehemencia".
El día había empezado más que bien.
Pasé la mañana con mi madre y hermana. Desayunamos, conversamos y jugamos varios juegos de mesa. Cada segundo que estuve con ellas era como sumarle a mi energía que sentía un poco decaída últimamente. Ellas son mi mundo y mi hogar.
La tarde la había pasado con mis amigos, hicimos galletas y una guerra de harina en la casa de los padres de Allen. Incluso Willow estaba. Ellos también me sumaron energía.
Ver reír y disfrutar a las personas que amo siempre sería mi impulso y motivación, de eso no había duda. Sus sonrisas son mi lugar seguro.
Por otra parte, se acerca la navidad y el invierno está a tope, aunque la nieve haya acabado más rápido que otros años.
A mí no me gusta la navidad.
La Brooklynn de trece años aún le gustaba aparecer para esas fechas y recordar(le) a la Brooklynn de diecinueve años lo que había pasado en aquel callejón, con aquel vestido blanco de puntos rojos que tanto asco me causaba. Porque a pesar de tener el tema bastante esclarecido no quitaba que a veces llegaba a afectarme, solo qué ahora si sé defenderme, no solo de las personas, si no de mi propia conciencia. Ya no me sentía mierda, solo tenia ese rencor que, en mi situación, es comprensible, además no era un rencor que me quitara el sueño o detuviera mi vida. Claro que no, solo un recuerdo horrible que me mantenía alerta, que me había generado rechazo a ciertas muestras de afecto o que me tocaran solo si venían de extraños.
Con mis amigos, madre y hermana, y mi jefe de trabajo (más que jefe era a la única persona que considere como figura paterna) suelo ser cariñosa porque tengo la certeza de que no me harán daño. Suelo confiar en las personas mucho después de conocerlas, tal vez demasiado después. La primera vez que Leo llegó a abrazarme fue casi un año y medio de conocerme y así con todos los demás.
La excepción ha sido Liam. Sólo lo he dejado tomar mi mano o acariciar mi cabello, solo en una ocasión toco mi mejilla izquierda. Pero esos toques que parecen poco, para mí son demasiado. Siento que le he permitido mucho. O tal vez es el, su aura y el hecho de que en más de una ocasión ha demostrado ser una buena persona. Además de que trato de convencerme que a veces quisiera que me tocara más.
Alguien como él no puede ser mala persona.
Algo que debo admitir es que su presencia es consoladora. No tenía tiempo de darle paso a la Brooklynn de Trece porque Liam la hacía para un lado captando mi atención.
Su cumpleaños. Hoy es Diez de diciembre, hoy es su cumpleaños.
Sus felicitaciones de mi parte llegaron tarde, pero por fin había podido dormir más de dos horas y no pude levantarme. Sin contar que, a pesar de hablar todo el día por mensaje, traté de no molestarle tanto, pero siento que fallé rotundamente.
También había estado el tema de que me pondría para ir. La invitación decía vestimenta formal, pero para mí la ropa formal eran jordán blancas y un vestido por debajo de la rodilla y el pelo revuelto. Para él debe ser algo totalmente diferente así que trate de buscar un vestido no muy caro y bonito. Gracias a Willow pude encontrarlo.
Es azul, muy azul y tenía unos tacones de plataforma del mismo color que le iban perfecto, además de un abrigo blanco que le combinaba. Tal vez estaba un poco fuera de moda, era muy al estilo 2000 pero, para mí, es hermoso. Y cuando me vi con él y el maquillaje completo al espejo confirmé que era hermoso. Me gustaba como me veía, aunque sentía que tal vez mostraba de más y eso se siente ajeno a mí.
Me encantaba los vestidos siempre que salía con mis amigos los usaba, ellos me iban a proteger y yo sabía defenderme. Pero también me limitaba un poco con que mostraba. No me gustaba el escote revelador, no lo hacía hasta ahora. Me gustaba tanto como me veía, sin embargo, no estoy acostumbrada. Ya no me esforzaba en esconder mi figura, pero siempre me cohibía un poco, pero hoy no lo hice.
Al final decidí irme rápido antes que me arrepintiera del vestido azul. Como me han pagado hace poco pude darme el lujo de tomar un taxi y llegar rápido al lugar. En cuando me bajé del vehículo me di cuenta de algo: Toda la zona se sentía cálida. Tal vez había calefacción en los suelos y sinceramente no sabía que eso se podía. Aunque ellos son malditamente multimillonarios claro que pueden poner calefacción por toda una zona.
Iba caminando hacia la entrada cuando un lindo auto pasó por mi lado por ende llegó primero que yo. La muchacha rubia de cabellos lacios bien peinados y esbelta de curvas prominentes que bajó me hizo detenerme en seco. La modelo rusa Melissa Pons y ex novia de Liam durante tres años según internet. La noticia de su separación me salió en sugerencias cuando traté de investigar sobre Liam y le di clip por curiosidad. Ella llevaba un vestido hermoso, dejaba su blanca espalda al aire y el escote era revelador y coqueto, los tacones que la hacían ver mucho más alta de lo que, seguramente, ya es.
En ese momento me sentí un poquito estúpida. Toda la seguridad que recogí para venir se había esfumando de golpe. Sentí cierta incomodidad y no sabía porque.
Miré a todos lados hasta que divisé unas bancas un poco (bastante) alejadas del lugar. Necesitaba armarme de valor otra vez.
(***)
Eso nunca paso.
No pude entrar porque cada vez que intentaba hacerlo llegaba una persona que me hacía sentir fuera de lugar. Como un auto Ford Edsel en un lugar lleno de autos Subaru.
Por más que tuviera una invitación sentía que no sería bienvenida. A demás la inseguridad que sentí de mí misma estaba calando en mis entrañas, por ello me quedé fuera esperando hasta que la fiesta terminara y todos se fueran, así ver a Liam poder saludarlo y entregarle su regalo.
Aunque tampoco creo que Liam me esté esperando, tal vez mi regalo le parezca una mierda, pero no lo diría porque es el, y es muy amable. No quiero entrar diciendo que soy su amiga y avergonzarle. No podría hacerme, ni hacerle eso.
El día había empezado de maravilla, y ahora eran las once de la noche y el servicio de taxi no quería venir a recogerme porque la tarifa que ofrecía era muy poco. Me estaba frustrando y me estaba quedando sola. No quería tener que llamar a alguno de mis amigos para que me vinieran a buscar, no quería molestarlos, también tenía la idea de caminar hasta la parada de buses que estaba no muy lejos y después de pensarlo bien eso fue lo que decidí hacer. Tras mentalizarme, soltar un bufido de frustración y levantarme de forma abrupta mi mundo se detuvo cuando vi a Liam frente a mí.
Me observaba y mi cara se tornó roja por la vergüenza.
Aunque la vergüenza seguía un sentimiento más grande la opacó cuando mis ojos captaron al hombre frente a mí.
El llevaba una camisa blanca y un pantalón negro, y unos zapatos bien pulidos y no llevaba saco, pero había algo que lo hacía destacar. Liam traía un chaleco tipo corset negro que, además, tenía detalles plateados que resaltaban más. Se le ajusta a la perfección a su ancho cuerpo y es jodidamente atractivo. Se veía bien, le quedaba muy bien. Liam era atractivo, nunca he dudado de eso.
Un hormigueo que reconocí muy bien recorrió mi cuerpo, y si anteriormente sentía vergüenza ahora más. Sentía más calor y el sentimiento era placentero, pero me generaba miedo porque ¡Dios mío! ¡No tengo porque sentirme así! El no debería afectarme como lo hace, no me gusta que me haga sentir así.
Mientras yo estaba en colapso note la mirada de Liam sobre mí, y si no fuera por estos meces conociéndonos, no sabría que, tal vez, él está igual que yo.
—Buenas noches Señorita Baker —Lo escuche saludarme después de unos segundos.
No tenía voz para responder, pero mis mejillas si tenían más sangre para colorarse.
—Vy svodite menya s uma, miss Beyker.—dice algo en ruso que no logro entender y seguido se acerca hasta quedar frente a mí.
Odio admitir que cuando habla ruso es un deleite escucharlo.
Eso es algo a lo que tampoco respondo, solo hago una mueca de confusión porque no he entendido. Quiero decir algo. Quiero hablar pero nada sale de mi boca.
Sin embargo, su voz llega a mis oídos y me obligo a alzar la mirada para verle a los ojos.
—¿Por qué no me avisó que había llegado? — pregunta con un deje de desánimo—¿Cuánto tiempo más pensaba quedarse escondida aquí? —susurro en el mismo tono.
Creo que nunca lo había escuchado tan apagado. La vergüenza en mi se incrementa junto con el sentimiento de culpa y decepción, pero de mí misma.
Ay, Liam. Como te puedo explicar lo insegura que puedo ser cuando tengo estas sensaciones y sentimientos que odio, pero que creo que puedo sentir por ti.
—H-hasta que te viera salir—miento desviando la mirada. No tenia pensado entrar. —Buenas Noches Liam.
—No me mienta señorita Baker—me reprocha. —Lleva tres horas aquí—me recuerda con cierto recelo.
Asiento mientras hago un sonido afirmativo. No lo miro, que vergüenza.
—¿Por qué no entró?—Vuelve a preguntar.
—Porque... Bueno desde antes de entrar me sentí fuera de lugar así que preferí quedarme fuera—expliqué, en parte era cierto.—. A demás, toda esas personas con sus fachadas perfectas... Me dio cierta inseguridad—farfulle.
—Yedinstvennoye, chto bylo sovershennym s nachala nochi, eto vy, miss Beyker— Vuelve a hablar en ruso. Me gusta cuando habla en su idioma, pero algunas veces no saber que me dice me frustra bastante.
(Lo único que ha sido perfecto desde el comienzo de la noche es usted, señorita Baker.)
—En mi idioma Liam, en ingles. No te entiendo si me hablas ruso—le reprocho volviendo a alzar la mirada.
—La próxima vez solo avíseme...—empieza decir en un tono autoritario,— las únicas personas que hubiesen sentido inseguridad son aquellas que cree que son perfectas —finaliza logrando formar una sonrisa en mi rostro, aunque sé que no dijo eso anteriormente.
—No te creo, pero prometo avisarte la próxima vez.
—¿Quiere entrar? aun queda helado—sugiere de repente y sonrío mientras asiento.
Toma mi mano y me lleva hasta la carpa, le dice algo a un guardia en ruso y seguido entra conmigo.
Narrador omnisciente.
Por dentro el lugar estaba decorado de tonos blancos y dorado, además de estar lleno de luces. Las mesas con manteles de satín y copas, una barra de comida y postres con la que cualquiera alucinaría.
Brooklynn estaba encantada. Liam también lo estaba y no por lo bonito del lugar, para él eso es normal, si no por lo bonita que se veía Brooklynn.
El lugar estaba vacío a excepción de ellos, pero la presencia de ambos era tan pesada para el otro que, aunque fuera grande, el espacio se sentía pequeño. Liam intento servir el helado de coco con una cuchara para helado, mientras Brooklynn reía de su torpeza. Aunque seguido dejo de burlarse para ayudarle y servir ambos helados.
Ella le sugirió a Liam sentarse en el muelle, él no se negó. Ambos sentados uno al lado del otro. Brooklynn se quitó los molestos tacones y noto que hasta la zona del lago se sentía cálida.
Estaban en silencio que les parecía acogedor.
Una melodía empezó a sonar por los altavoces causando que Brooklynn soltara una sonrisa mientras se sonrojaba, Liam sonrió también.
—Power over me —dijo ella mirando a Liam con una sonrisa.
—Power Over me orchestral versión —le corrigió el levantándose y extendiéndole su mano, invitándole a levantarse con él. —Señorita Baker ¿me concede la dicha de bailar con usted?—preguntó, elegante y formal.
Brooklynn pudo haberse desmayado de la emoción, pero en vez de eso, aceptó la mano de Liam, con algo de duda y una mezcla de entusiasmo.
Liam le dio una mirada surgente, como esperando que ella le diera el permiso para tocarla. Para poder posar la mano en su cadera, para entrelazar los dedos de Brooklynn con los suyos. Ella no respondió de inmediato.
Fueron pocos segundos de espera, aunque para ellos fueron los segundos más largos de su vida.
Brooklynn miró a Liam directo a los ojos y no para escudriñarlo o mirarle de manera retadora como de costumbre. No, esta vez ella lo miro con duda. Siquiera tuvo que preguntarle con palabras porque su mirada ya lo hacía:"¿Vas a lastimarme?" Estaba asustada. Sin embargo la mirada que le dedico Liam pudo haberla derretido. No recordaba cuando alguien la había mirado con tanta ternura. La mirada de él era un: "Jamás lo haría".
Así que acepto su mano, levantándose del suelo y entrelazando sus dedos en el proceso.
Ella misma llevó la mano de Liam a su cintura estremeciéndose por su toque y el volviéndose loco por tocar. Brooklynn poso la mano en el hombro de Liam mientras la otra estaba entrelazada con la de este. Empezaron a balancearse, a bailar con toda la pereza y calma del mundo. Disfrutando del toque, la música y la emoción.
Brooklynn, bajo la luz de la luna mientras bailaba con Liam aseguró algo para si misma. Ella lo había dejado entrar oficialmente a su vida, y a pesar de sentir que no era suficiente, se esforzaría en serlo. El la miraba de la manera más dulce, ella sabía que el no la lastimaría, que no seria capaz de hacerle eso. Y si el llegase a lastimarla sería la desilusión y dolor más grande que atravesaría en los últimos años, nunca se lo perdonaría.
Liam por otra parte se prometió que protegería su sonrisa a toda costa.
La canción acabó y tal vez las cosas de descontrolaron un poco. Había bebido unas dos copas de vino y era suficiente como para que Brooklynn se activara.
Habían puesto música más animada y ahora hablaban estupideces. Liam estaba sentado en una de las sillas mirando a Brooklynn que estaba frente a él sentada en la mesa. Liam mantenía la vista en el rostro de Brooklynn, si bajaba la mirada se encontraba con ese escote que podría volverlo loco.
—En mi primer día de trabajo electrocute a mi jefe por accidente—dijo ella tomando por sorpresa al contrario.
Liam estaba aguantando la risa.
—¿Cómo reaccionó él?—preguntó divertido.
—Se enojó mucho—frunció el ceño—. Incluso me echó—finalizó pensativa.
—¿La echó?—repitió confundido. —¿Cómo es que sigue trabajando?
—Bueno ahí viene lo gracioso.
—La escucho.
—Cuando iba saliendo el estaba arreglando un auto y parecía tener problemas, como soy metiche fui a ver y termine arreglándolo yo—sonrió.—Después de terminar simplemente agarre mis cosas para irme ¿Sabes? Estaba feliz porque había podido arreglar un auto. Al parecer lo hice muy bien y me dijo que me quedara con la condición de no electrocutar a nadie más—finalizó.
—Vio que tenías talento y por lo que veo, siempre que hablas de tu trabajo te brillan los ojos—comentó Liam apartando un mechón que caía de la frente de Brooklynn.
—Es que me encanta—canturreo ilusionada. —Señor Ivanov ¿A usted le gusta su trabajo?
Liam lo pensó bastante. Era su deber, lo hacía porque para eso está ahí. Pero nunca se había planteado eso. Sin embargo suponía que si. Se sentía cómodo, ahí tenía a sus amigos.
—Si. Me gusta—respondió con una sonrisa de lado.
—¿Tienes hobbies? —Brooklynn quería saber más de el.
—Ir a la heladería.
—¿Solo eso?
Liam recostó su cabeza en las piernas de Brooklynn y a pesar de estar nerviosa solo se limito a acariciarle el cabello.
—No tengo Hobbies señorita.
—¿Por qué?
—No me dejaron, solo estudiaba—empezó a decir—Mi padre me prohibía hacer cualquier cosa, ni siquiera tenía un celular o me dejaba jugar con mis hermanos. Mi madre nunca se entero de eso y el único que ayudó fue Nikolay que me llevaba helado a escondidas—finalizó.
—Oh dios, eso es muy Cruel—dijo ella acariciándole el rostro. Liam a penas tenía veinticuatro y ya era CEO de una empresa exitosa, tenía múltiples títulos universitarios y premios.
—No sé preocupe, ya no es algo que me afecte.
—Vamos a tener que averiguar las cosas que te gustan—propuso Brooklynn y el solo asintió en sus piernas.
—Señorita ¿usted se ha enamorado?—preguntó Liam, tomándola por sorpresa.
Ella sonrío amargamente.
—Si, en mis últimos tres años de secundaria —explicó. Tenía mucho tiempo que no tocaba el tema. Y le dolió sentir la presión en el pecho. Aún no era un tema del todo superado.
—¿Y como fue?
—Difícil, el era un chico muy lindo en todos los sentidos. Fue de las primeras personas en mostrarme que no todas son malas. El estuvo en el proceso para superar el abuso sexual que sufrí años antes, el y mis amigos fueron los que mas ayudaron.
Mientras hablaba rememoraba aquellos momentos que la enternecían.
—Me mostró que a veces debemos arriesgarnos con ciertas personas porque solo así podremos saber si son malas o no. Juzgarlas sería cruel, es cruel juzgar a las personas sin conocerlas solo por miedo—finalizó con una sonrisa. Brooklynn trata de recordar solo lo bueno.
—¿Qué pasó con ese chico?—pregunto Liam, aún más curioso. A el no le molestaba que hablara de alguien más, porque el sabía que eso era pasado.
—El último día de clases hubo una fiesta en su casa y esa fue la primera vez que usé un vestido corto, la primera vez que baile sin cohibirme entre tanta gente, quería impresionarlo, quería que me viera ser como soy sin reprimirme, sin miedos y lo hice. Esa noche fui muy feliz, Liam realmente lo fui. —le dijo, con los ojos llorosos.— Pero a la mañana siguiente el no estaba...—cuando se le quebró la voz Liam levantó la cabeza para verla y poder limpiar sus lágrimas—Desapareció sin decir nada, su madre estaba ahí y recuerdo que cuando le pregunté solo dijo que salió, pero nunca respondió mis llamadas ni mis mensajes, y yo estaba malditamente preocupada. Fui a su casa, hable con sus padres y nadie me dijo nada. Un mes después vi que posteo unas fotos en América.
Liam solo pudo abrazarla y acariciar su cabello para tratar de consolarla, Brooklynn correspondió su abrazo.
<<—El me había dejado sin decirme nada, lo peor es que esa noche estuvimos juntos y el fue mi primera vez consensuada, eso me hizo sentir usada de una manera muy horrible—finalizó sorbiendo su nariz y separándose del abrazo de Liam.
—Debió ser un idiota, solo uno podría ser capaz de dejarla—murmuró Liam, tomando la mano de Brooklynn y dejar una caricia en esta. —idiota, idiota, eso es lo que es.
—Supongo que si, pero es pasado y ahí se quedará—Brooklynn sonrío, no iba a dejar que aquello le siguiera afectando.
Lo único que permitió que le afectará esa noche es el hombre que tenía frente a ella y que llevaba un corset de ensueño.
—Me encanta... me encanta lo fuerte que puedes llegar a ser.
Las mejillas de Brooklynn adoptaron un tono carmín intenso. Volvió a sorber su nariz y Liam limpió sus mejillas.
El estaba muy cerca, aún seguía sentado y ella quedaba más alta que el. Pero tenía las manos en sus hombros y Liam estaba rodeando la cintura de Brooklynn con uno de sus brazos manteniéndola cerca.
—Señor Ivanov ¿Usted se ha enamorado?—preguntó Brooklynn tratando de ignorar la escasa distancia y las igual escasas ganas de alejarse.
Liam sonrió con coquetería. Quería decirle que se estaba enamorando de ella, que estaba anhelando sentir sus labios contra los suyos y sus piernas alrededor de su cadera, quería decirle que sentía de todo, no obstante sabiá que ella no estaba lista.
—No, creo que no—mintió, acercándose un poco más.
Brooklynn se alertó de sobre manera cuando sintió ese deje de desilusión.
¿Quería que Liam le dijera lo contrario? Si, solo si se trataba de ella. Pero también estaría siendo desconsiderada. Brooklynn no se siente suficiente para todo lo que es Liam.
Tal vez hubiese sido bueno haber pensado un poquito más. Tal vez hubiera sido bueno ocultar que estaban perdiendo la cabeza por el otro.
Ahora había sido ella quien se había acercado más. Sus respiraciones se mezclaban y sus narices rozaban. Liam apartó un mechón de pelo de su frente. Debía apartarse, no obstante se dejó llevar un poco gracias al alcohol que recorría su sistema.
Pero solo llego a rozar sus labios. Lo hizo de una manera muy sutil, casi imperceptible antes que Brooklynn se alejara de él.
—Escucha eso, es Superman—mencionó Brooklynn levantándose de la mesa para caminar por el lugar. El corazón le latía con fuerza y las mariposas en su estómago revoloteaban con fuerza. Sin contar que en toda la noche no había dejado de sonrojarse.
Liam asintió como respuesta, estaba medio aturdido. Pero salió de su aturdimiento cuando escuchó a Brooklynn cantando la canción y hasta haciendo mímicas.
—Nunca me imagine que le gustaran este tipo de músicas tan...—se pauso a si mismo en busca de la palabra correcta—, explícitas.
Brooklynn dejó de cantar y rio bajito antes de responder.
—Bueno se que la letra no es lo más poético, pero tengo el extraño gusto que una pequeña parte de las canciones que me gustan son moralmente mierda...
—¿Y la otra parte?— expresó curioso.
—¿Ah?
—Cuénteme sobre la otra parte de canciones que le gusta—aclaró
Brooklynn estaba feliz. Le gustaba el interés que Liam mostraba constantemente. No solo era algo de un día, no, era siempre. Cada vez que se veían o mensajeaban el mostraba mucho interés en todo sus gustos.
—Soy muy selectiva con la música que escucho...—empezó a hablar con entusiasmo—Escucho todos los géneros, pero solo algunas canciones o cantantes de cada uno. Por ejemplo de pop suelo escuchar a Beyoncé, Dermot Kennedy, Bruno Mars y Rihanna. En rap sería Eminem, Nicki Minaj y... Oh si, tengo una extraña obsesión con la música latina al grado que aprendí español, y las que me gustan tampoco son menos explícitas, pero me gustan. Además de que como aquí nadie las entiende no me importa—ella literalmente le vomito eso, y Liam solo estaba ahí. Encantado.
Brooklynn le siguió hablando de música. Le habló y mostró sus canciones favoritas y él descubrió que le gusta Bruno Mars y Dermot Kennedy. Siquiera tenían en cuenta la hora que era. Tampoco les importó cuando empezaron a tomar vino.
Primero fue una copa (además de las dos anteriores), luego fueron dos, tres, cuatro y estando al límite de alcohol ambos se encontraban en el muelle sentados uno al lado del otro mirando el agua del lago.
—¿Y si me tiro? ¿Seria suicidio? El agua debe estar congelada—divagó Brooklynn.
—Hágalo, hay calentadores debajo del agua, el agua está fresca de aquí hasta las boyas cercanas—explicó Liam.
—¿En serio?—Liam asintió y Brooklynn se arrodilló para tocar el agua del lago. Efectivamente esta fresca. —Que Mierda más rara, deben ser cosas de ricos.
—Magnates—la corrigió con egocentrismo Y Brooklynn rodó los ojos. —¿Sí la empujo se enoja?—bromeo.
—Lo más probable es que sí—respondió. —Pero si lo haces después que te de tu regalo no me enojo—mencionó. Le tenía que dar el regalo en ese momento que estaba consciente y no ebria hasta la coronilla.
—¿Un regalo? —pregunto Liam desconcertado. No había tenido tiempo ni le había prestado atención a la bolsa de regalo plateada que traía Brooklynn en la mano cuando llegó.
—Si, espera aquí—se fue corriendo hasta adentrarse en la carpa. Buscó la pequeña bolsa que había dejado en una de las mesas y se apresuró al volver al muelle con Liam. —Ten—le extendió el regalo mientras se sentaba junto a él nuevamente.
Estaba nerviosa por la opinión de Liam.
El empezó a abrir el regalo con suma lentitud pero con la certeza que fuese lo que fuese el regalo le encantaría.
No obstante, Liam perdió el aliento cuando vio lo que había. Era la primera vez que no le regalaban un reloj, una corbata, o algo relacionado con trabajo. Esto era diferente, era simple pero tenía un significado que solo ellos sabían.
Era una pulsera plateada con detalles negros y morados, lo más encantador era los dijes. Eran cuatro: 1)Un trébol con los colores de la heterocromía de Liam. 2)El nombre de Liam. 3)Un helado. 4)Un nueve. Se le había hecho un nudo en la garganta.
—No es mucho, es de acero inoxidable, pero...
—Gracias Señorita Baker—fue lo único que logro articular antes de empezar a ponerse la pulsera.
—De nada Liam, ahora si me puedes tirar al lago.
El sonrió con la mirada en su regalo.
Por otro lado Brooklynn estaba aliviada, le había costado unas cariñosas horas extras y noches sin dormir para lograr juntar el dinero para poder comprarla.
—¿Esta segura? No se imagina las ganas que tengo de empujarla— preguntó en un tono juguetón.
Brooklynn bufó con decepción.
—No, no puedo mojarme porque no me dejaran montarme al transporte público—le explicó ofendiendo al hombre a sú lado. —¿Qué pasa con esa cara?—preguntó al ver el rostro enojado de Liam.
—¿En serio piensa que la dejare irse sola? Parece que no me conoce—dijo levantándose, ella lo siguió con la mirada.
—Podría arruinar el asiento de tu auto.
—Me compro otro—lo dijo en un tono tan despreocupado que cualquiera pensaría que habla de un simple caramelo.
"El señor humildad le dicen" pensó Brooklynn.
Liam la ánimo a levantarse con él.
—Tan humilde como siempre—murmuró para si misma.
Tal vez hubiera sido bueno a ver visto a Liam cuando se quitó los zapatos así hubiera previsto cuando este la alzo como un saco de papas y se aventó con ella al lago.
—¡¿Estas loco?!—le gritó cuando salió a la superficie mientras apartaba los mechones de cabello mojado que le tapaban la cara.
Liam se encogió de hombros.
—Desde que la conozco, es culpa suya—respondió acercándose.
—A mí no me eches la culpa de tu locura.
Seguido le salpicó agua. Liam hizo lo mismo pero no midió que la mano de Brooklynn, en comparación a la suya, era pequeña y que una salpicada de ella eran ocho de él. La chica se había ahogado y ahora tosía descontroladamente mientras que Liam se disculpaba varias veces tomándola del rostro y limpiando con sus pulgares el maquillaje que se había corrido debido al agua, esta se aferraba a el con uno de sus brazos alrededor del cuello de Liam.
Brooklynn tenía la nariz enrojecida y en menos de lo esperado volvían a tener sus rostros muy cerca del otro. La distancia era una tortura para ambos. Y era realmente difícil mantenerse en la raya de amigos, era muy difícil no pasar de ahí cuando lo único que deseaban era eliminar aquella raya.
—Gracias, nunca la había pasado tan bien—le agradeció Liam. —¿Puedo pedirle algo?
Brooklynn asintió medio confundida. La otra parte de ella estaba colapsando. Las mariposas volaban con fuerza en su estómago, el corazón le latía mil y luchaba con las ganas de enredar sus piernas a la cintura de Liam.
—Disfrute esta noche conmigo, solo por hoy, mañana la puedo llevar temprano a su casa, dormirá en un cuarto de invitados, por eso no se preocupe—pidió aunque sonó más a una súplica.
Súplica a la que Brooklynn no se negó.
—Está bien, solo por esta noche.
Esa pequeña frase fue la justificación a todas las cosas que hicieron esa noche. Se habían quedado en el lago un rato, disfrutando de la música y la cercanía de sus cuerpos. Cuando salieron hicieron lo mismo que hace un rato. Hablar, beber y seguir hablando. Liam descubrió el amor que le tenia Brooklynn al baile y como, a pesar de ser su anterior sueño, había cambiado el amor al baile por el amor a la mecánica. Ella amaba bailar y a pesar de que quiso en algún punto volverlo su profesión se quedó con el recuerdo de que solo era un hobbie.
Brooklynn le enseñó a bailar un poco de salsa a Liam que, al principio, fue bastante malo. Pero logró que varios pasos le salieran bien. La gente de la seguridad nunca había escuchado reír tanto a su jefe hasta ese momento. Aunque Todos estaban muertos de sueño pero no podían irse ya que su trabajo era cuidar a Liam tiempo completo.
De camino al departamento (Penthouse) de Liam condujo uno de los hombres de seguridad. El hombre evitaba reír de las estupideces que hablaban las dos (ebrias) personas de atrás.
Al llegar a lugar Liam le dio ropa a Brooklynn y le mostró el baño, también le dijo que dejara su ropa fuera del baño pues la pondría a lavar junto con la suya.
Ella hizo todo lo que él le dijo. Salió del baño con una camisa de Liam que le quedaba como vestido, unos pantalones cortos que, por suerte, tenían un cordón y así pudo ajustar la prenda para que no se le cayera. Cuando buscó a Liam este ya estaba cambiado esperándola fuera del baño.
—¿Puedo dormir contigo?, no estoy acostumbrada a dormir sola—preguntó en cuanto lo vio. Fue muy sincera, siempre dormía con su hermana y cuando se quedaba con sus amigos dormía con ellos.
Obviamente Liam no se negó. Sin embargo, se juro a sí mismo guardar la calma. Brooklynn por otra parte lo sintió diferente a dormir con alguno de sus amigos. No se sentía igual, era la misma seguridad, pero se sentía nerviosa, más ansiosa, con el corazón a mil.
El baño les había bajado el alcohol, pero no lo suficiente para quitarles las agallas. Estaban frente a frente y había una gran distancia. Ninguno de los dos podía conciliar el sueño sabiendo que estaban frente al otro. No sabiendo que se estaban resistiendo a las ansias por eliminar el espacio que los estaba enloqueciendo.
Brooklynn y Liam ignoraban que, a pesar, de ser muy diferentes en ciertos aspectos se complementan bien. Que tenían una manera de pensar bastante similar, que entendían al otro aún sin esforzarse. Y esa era su condena, la maldita forma en la que confiaban en el otro. En la manera que en sólo ocho meses se conocían, que sabían demasiado uno del otro.
Por eso no hubo necesidad de preguntar si estaba bien acercarse tanto. No tuvo preguntar si podía poner las manos en la cintura y jalarla hacia el hasta hacerla chocar con su cuerpo, porque sus ojos gritaban un "Si" rotundo. Mucho menos tuvo que preguntarle a Liam si podía recostarse sobre el.
Sus ojos ya no eran verdes y marrón ni dorados, ahora eran oscuros.
—Solo por esta noche—susurró el contra sus labios.
—Solo por esta noche—repitió antes de terminar de pegar sus cuerpos por completo hasta acortar la distancia fundiéndolos en un beso.
La necesidad que habían sentido toda la noche ahora era descargada de manera desesperada y desenfrenada. No era un beso suave, claro que no. Era salvaje, intenso, ansioso y desbordante en deseo.
Brooklynn se aferró a la espalda de Liam cuando este le dio vuelta para quedar sobre ella y poner su rodilla entre sus piernas arrebatando un gemido que logro alterarlo más. Apretaba su cintura con sus manos luego descendía hasta llegar a sus muslos y piernas animándola a enredarlas en su cintura, cosa que ella no demoro en hacer.
Liam Ivanov jamás se había imaginado que ella seria de esas personas que besan de manera tan absorbente y sin control. Que te dejaban sin aliento y preferían no respirar a que separarse.
Jamás había estado con alguien que besara como él. Porque fue Brooklynn quien lo tuvo gimiendo toda la noche frotándose contra el y tomando el control de todo de manera abrasadora. Aunque Liam tampoco se quedo atrás cuando era el quien daba caricias y controlaba los empujes de la cadera de Brooklynn contra su cuerpo y usaba sus dedos para llevarla al éxtasis.
Ardían, estaban ardiendo de la manera más hermosa y cruel que existía.
Porque toda la emoción, el deseo, la euforia, las ansias se quedarían ahí, en Solo una noche. Era un pacto silencioso porque ambos sabían que no volverían a mencionarlo. Que eran tan testarudos, pero lo suficientemente fuertes para fingir que nada había sucedido. Aun cuando les estaba sucediendo todo.
La mañana siguiente fue muy normal y tranquila, eran dos simples amigos que compartían una terrible resaca.
La noche tan fascinante que tuvieron junto con el beso desenfrenado que compartieron lo guardaron bajo llave.
"Amo la manera tan efímera y perfecta con la que me haces arder".
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