Esᴄʀɪᴛᴏ Pᴏʀ: _jmhpestxmxmxdisimo

Sʜɪᴘ/Cᴏᴜᴘʟᴇ:  YᴏᴏɴMɪɴ

Una sonrisa feliz adornaba los labios del alfa de gacela encargado de la materia de música en la prestigiosa academia de artes.

Para YoonGi ese era el mejor trabajo que podía pedir, amaba la música y el arte en general, además de la dulce compañía de los niños a los cuales les impartía clases todas las mañanas. ¡Era una maravilla! Los niños aprendían muy rápido y a todos les gustaban sus clases, y a él mismo le encantaba enseñarles sus conocimientos a los pequeños. Por lo que ahí estaba el alfa, fijándose que todos sus pequeños alumnos estuvieran en el aula de clase, parado junto a la puerta hasta que la campana anunciara la hora del inicio.

— ¡Buen día profesor Yoonie!—saludaron todos una vez la puerta fue cerrada dando así inicio a la clase.

El mencionado iba a responder, de no ser porque la puerta sonó tímidamente en ligeros toques que se le hicieron fácil escuchar por el silencio. Caminó a pasos rápidos desde su escritorio a la puerta nuevamente, abrió la misma y su mirada fue hacia abajo instintivamente sonriendo en grande cuando observó al pequeño castañito frente a la puerta, el cual respiraba agitado y con un sonrojo avergonzado. Seguro había corrido desde la entrada hasta ahí.

— Bienvenido JiMinnie, volviste ¿Te sientes mejor?

La dulce pero grave voz de su maestro lo hizo sonreír, asintiendo con emoción mientras pasaba al salón de clases luego de que el mayor le diera espacio. YoonGi aun recordaba cuando a los profesores se les avisó que el pequeño Park no asistiría. Él siempre preguntaba y hablaba mucho en sus clases, y que no se presentara por una semana completa debido a que se encontraba enfermo le preocupó mucho, ninguno de sus pequeños alumnos se enfermaba por tanto tiempo.

Algo inesperado para el profesor sucedió, un olor dulce y casi hogareño inundó sus fosas nasales, haciendo aullar al alfa en su interior. Perplejo observó en dirección al pequeño que pasó por su lado para sentarse en su puesto, y todo cobró sentido en YoonGi. JiMin se había presentado a temprana edad, por ello había faltado.

Sacudió su cabeza dirigiéndose a su escritorio, ignorando todo lo que ese dulce olor le había provocado. ¡Era un Adulto! Y JiMin un pequeño. Aunque más que sentirse atraído sintió inmensas ganas de cuidarlo, era pequeño, y su alfa lo reconocía completamente. Vamos, él era un hombre decente y moral.

Cuando recobró, luego de unos segundos, la compostura se plantó frente al pizarrón y delante de todos los niños. Escribió rápidamente con el plumón y sonrió hacia los pequeños.

— Un nuevo día comienza, niños, y con eso algo nuevo que aprender. El día de hoy veremos un tema que me gusta mucho, pero antes me gustaría preguntar ¿alguno sabe que son las emociones? Levante la mano—comenzó a hablar mientras caminaba hacia la esquina donde estaban los instrumentos, agarrando delicadamente un xilófono y llevándolo al frente hasta su escritorio—. Tu primero, Jiwoo ¿Qué son para ti las emociones?

— Las emociones son los sentimientos que sentimos.

— Obvio que los sentimos Jiwuuu—respondió con sarcasmo un niño, causando algunas risas.

— Silencio niños, no se alboroten—los calmó a todos con un suspiro, sonriéndole a la pequeña—. Las emociones son todo lo que experimentamos; la alegría, la ira, la tristeza, el disgusto, entre otras. Básicamente, como dijo su compañera, son "los sentimientos que sentimos".

Explicó mientras comenzaba a escribir algunas cosas en el pizarrón, observando después a los pequeños copiar. Cuando sintió que la mayoría había terminado, siguió con su explicación.

— En la clase de hoy veremos cómo la música afecta a nuestras emociones. Las emociones se encargan de convertir los sonidos que percibimos en algo comprensible, todos los sonidos, aunque sean muy leves, los asociamos inconscientemente con las emociones-el pequeño JiMin levantó la mano, haciendo sonreír al profeso—. Dime, JiMinnie.

— ¿Por qué pasa esto profe Yoonie?

— Muy buena pregunta, ¿Alguno sabe cómo responder?—todo el salón permaneció en silencio, haciéndole sonreír aún más- Bueno, les diré. La asociación del sonido y las emociones hace que entendamos las situaciones en las que estamos, nos permite reaccionar acorde al contexto. Les daré un ejemplo con este instrumento. ¿Alguien recuerda como se llama?

— ¡Xilófono!—gritaron todos a la vez, haciendo reír al adulto.

— Muy bien niños, es un xilófono. Entonces, podemos detectar la alegría en esta melodía... —habló comenzando así a tocar una alegre composición, haciendo a los niños sonreír—. Y ahora podemos detectar la intriga en esta—y con eso cambió a algo más movido e intrigante.

Todos se mostraron sorprendidos al ver cómo tocaba aquellas notas en el pequeño xilófono, pues era el que usaban para sus prácticas y no el grande que el maestro solía usar.

— Podemos detectar la alegría o la tristeza en una persona con solo escuchar su voz, lo mismo ocurre con la música. ¿Entienden?

Todos gritaron un sí, causando una risa en él. Siguió copiando algunas cosas más en la pizarra, con pequeños dibujos y de forma sencilla como un mapa conceptual. Luego de algunos minutos volvió a dejar el xilófono en su lugar, agarrando el teclado y llevándolo con cuidado a su escritorio.

— Entonces aprendimos hoy que la música provoca emociones de todo tipo; alegría, tristeza, recuerdos, nos hace llorar, nos inspira, nos anima y nos puede hacer reír, o por el contrario, si no nos gusta genera rechazo. La música nos hace sentir y todos lo hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas.

— ¿Entonces la música está en todas partes?

La pregunta en voz alta del pequeño JiMin resonó en todo el salón, causando una sonrisa en el maestro. Por otro lado, algunos niños murmuraron y el Omega sólo atinó a sonrojarse por pensar en voz alta.

— Por supuesto JiMinnie, la música está en todas partes, aunque siempre es distinta -tocó unas suaves notas en el teclado y luego miró a todos los niños—. ¿Pueden escuchar cómo la música puede contagiarnos distintas emociones?

Luego de preguntar eso sus dedos volvieron a moverse sobre el teclado con habilidad, creando una melodía melancólica y hasta casi llena de incertidumbre, una obra de...

— ¡Mozart!—exclamó un pequeño al fondo haciendo que el maestro dejara de tocar y los demás pequeños se quejaran—. Lo siento...

— No te disculpes Byul, estás en lo correcto. Esa pieza es de Mozart, ¿Puede alguien decirme qué emoción experimentan al escucharla?

Y la manita de JiMin fue la primera que se alzó al aire, su lobito le había hecho querer contestar primero que todos y tener la atención del agradable maestro.

— JiMinnie, te escuchamos.

El pequeño sintió sus mejillas arder, pero aún así quiso continuar, por lo que suspiró y luego habló.

— Siento algo como ¿tristeza? es una mezcla de ella con otro toque de sentimientos, de esos que te hacen quedarte pensando o recordando. ¿Cómo se llama eso?

YoonGi sonrió enternecido, levantándose de la silla donde se sentó para tocar y colocándose frente a todos con el marcador en la mano.

— Eso, Jiminie, se llama melancolía. Te da una sensación de extrañar algo, con tristeza y sentimientos encontrados. Te hace perderte en recuerdos, buenos o malos. ¿Alguien más quiere participar?

Y así transcurrió la clase, los pequeños dando sus opiniones y preguntas hacía el docente y este mismo tocando y respondiendo a sus dudas. Todo fue bastante tierno a decir verdad, YoonGi tocó varías piezas para los pequeños, y dejó por tarea que trajeran las canciones que les gustaban y que escribieran qué les transmitía.

La hora del receso había comenzado, y todos se retiraron ordenadamente como todos los días, era una costumbre que YoonGi les hizo tener en su clase. Debían salir con calma y en orden. Jiminie, cómo buen alumno que era, contactó con sus compañeros para hacer las tareas que mandaba el docente en su hogar, por lo que ahí estaba, frente al escritorio del maestro dejando su cuaderno decorado con notitas musicales de colores y brillos sobre el mismo.

— Aquí están mis tareas, profe Yoonie. ¿Sí me las puede corregir?—preguntó con un pequeño puchero, liberando inconscientemente su aroma debido a que no podía controlar muy bien sus feromonas.

— C-Claro, pequeño. Te lo entregaré al medio día p-para que puedas hacer tu tarea de hoy—le respondió el adulto amablemente, intentando callar a su inquieto alfa.

El pequeño castaño sonrió complacido de que sus tareas fueran aceptadas, agradeciendo con una pequeña reverencia.

— Por cierto, profe Yoonie. Huele muy bien. ¡Cómo cuando llueve! —exclamó con una pequeña chispa de energía que solía caracterizarlo.

El adulto lo miró descolocado, sin entender a lo último que se refería. Su mente había quedado un poco en shock por todo lo que recibía por parte de su gacela, sin entender qué trataba de decirle.

— ¿L-Lluvia?

— Sí~, a lluvia. Me recuerda a cuando llueve, cuando la tierra se moja suelta un olor parecido al suyo, sólo que usted tiene como un poco de chicles de menta—dijo lo último algo pensativo—. Cuando llueve me siento en el porche de mi casa a ver la lluvia, la lluvia es muy bonita, profe Yoonie.

Y ahí Min se dió cuenta, cuando su alfa en un gruñido dijo lo que temía, pero aún así miró con una pequeña sonrisa al pequeño, no queriendo dejarse llevar y perderse en sus pensamientos.

— ¿Ah sí? Que lindo, Jiminie-sacudió el cabello del menor un poco—. Tu olor también es bonito, sí. Hueles como a las galletas con caramelo y limón que hacía mi abuela, ¿has probado algo como eso? —el pequeño negó—. Entonces un día traeré para todo el salón. Ahora ve con tus amiguitos a comer, anda.

Y como alma veloz, JiMin salió con una sonrisa despidiéndose del docente con su pequeña y adorable manita,

— ¿Mi predestinado es un niño? Sí que estoy jodido...

Y con eso, el YoonGi se quedó con muchas dudas y pensamientos en su cabeza, observando el lindo cuadernito el cuál tenía que corregir aquél receso.

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08.10.2021