"SEÑOR PERFECTO"
—Estas evadiendo la pregunta, por que no quieres admitir que tengo razón— me dijo, arrancado un pétalo, que posteriormente, me paso por la mandíbula. Por instinto me estremezco y resisto las ganas de tallar esa parte de piel, para espantar el cosquilleo que me provocó.
Me enderezó y lo miro con frialdad —¿Y que si la tienes? Nathaniel es mejor en muchos sentidos. No todas las chicas soñamos con un tipo arrogante como tú— me acorrala contra la barra, poniendo sus brazos ha cada lado de mi cadera.
—Arrogante o no, logro ponerte incómoda.. ¿O eso también lo negarás?— redujo el volumen de su voz a propósito, con la intención de sonar mas provocativo y sensual.. (Pues si que lograba) pienso.
—Te aseguro que no es por lo que tu piensas...—
—¿Entonces porqué tienes las mejillas sonrojadas y te muerdes el interior del labio?— señala, ¡¡MIERDA!! Ahora también me haría odiar mi estúpido color de piel. Pero el tenía razón, sentía arder mi rostro.. —Eso mi querida hermanita significa que te sientes atraída por mí. Lastima que yo sea un arrogante que no tiene nada que ver con tigo— continúa, echándose a reír..
—¡Eres un idiota!— exclamo empujándolo. En realidad eso era lo mínimo que deseaba hacerle. ¿Que tal luciría el señor perfecto con un bonito y enorme moretón en el ojo?
—Por lo menos ya no soy solamente engreído..—
—¡Para tu información no me gustas y ciertamente serias el último hombre del cual me enamoraría!— me agarra por el brazo, haciendo que retrocediera los pasos que ya había dado. Me mira fijamente a los ojos y por un breve segundo, me parece que ya los conozco, que su verdor es realmente hermoso.. (¡Vasta recuerda que no te gusta!) Logro soltarme de su agarre e huir de allí, antes de cometer alguna locura.
En la sala Nathaniel ya esta sentado y revisa la pila de Dvds que anteriormente deje sobre la mesa.
—Tardaste mucho... ¿Marinette estas bien?— me pregunta, una ves que me acomode a su lado.
—Si, solo que no encontraba el jarrón— miento, escondiendo lo mejor que puedo mis emociones alteradas.
—Bien. ¿Aun quieres que veamos la película? o ¿prefieres salir y dar un paseó?. Recuerdo que me hablaste que cerca de aquí hay un lago— respiro hondo para terminar de quitarme el coraje de encima y así poder responder. Pero tal parece que este no será mi día...
—No hay nada mas romántico que un lago. ¿Pero no les parece que ya es algo tarde para nadar?— comenta Adrien, tomando la primera caja que ve.. —En mi opinión es mejor que veamos la película..— se interrumpe para poner el mismo el disco en el aparato y posteriormente encender el televisor.
—¿Por que no te largas?— le preguntó colérica. ¿Como se atrevía a decidir por nosotros?
—Marinette esta bien puede quedarse. Por mi no hay problema— quise gritarle también a Nathaniel por decir eso, pero me contengo y vuelvo a respirar profundamente...
—No necesitaba de tu permiso pero en fin..— empieza el rubio, mientras se sienta, entre Nathaniel y yo. —Me parece que en este lugar del sofá el televisor se ve mucho mejor— remata, como si lo que dijo fuera verdad.
—¡Esto es increíble! ¿En serio seguirás con la charada del hermano protector?— pregunte. ¡Esto era pasarse de la raya!
—Shhh..— me silencia, posando el índice sobre sus labios para enfatizar el sonido —O te perderás el ridículo musical— después me sonrie burlón. Dentro de mi se desato un debate, por un lado no podía gritarle todas las obscenidades que le tenía preparadas, estaba segura de que Nathaniel me pediría una explicación y tendría que decirle que Adrien no era en realidad mi hermano. Y en segundo lugar, el no paraba de rozarme con su pierna, lo cual aumento mi incomodidad, (si es que un se podía más).
Intente alejarme, pero me paso el brazo por los hombros para detenerme. Mire en dirección de mi novio quien no parecía darse cuenta de lo que estaba pasando. Miraba la pantalla con expresión ausente.
Opte por ignorar al rubio y prestar atención a los actores, que cantaban y bailaban horrendas canciones de amor y felicidad, y habría logrado mi cometido de distraerme, si tan solo la estúpida película fuera buena..
Cientoveinte largos y tortuosos minutos después los créditos por fin aparecieron. Nathaniel se puso de pie y enseguida lo imite.
—Bueno, ya es tardé..— dijo, mirando el reloj que trae en su muñeca —..Burdeos queda lejos y debo conducir— lo acompañó a la puerta, rogando por que a Adrien no se le ocurra seguirnos también.
—Lo lamento, no tenía idea de que el vendría— le digo avergonzada.
—Descuida..— entrelazó su mano con la mía, pero el gesto no logro borrar su mueca de enfadó —Solo que me parece que sus celos son algo excesivos, teniendo en cuenta que es tu hermanó— continuó con desconfianza.
—Adrien no esta celoso. Lo único que el quiere es molestarme— aseguré para después besarlo. Esperaba que esto me hiciera sentí mejor, que quitara de mi mente el mal rato. Sin embargo, sólo empeoró las cosas, algo en sus labios no cuadraba, al menos no como antes lo hacía.
—De todo modos, procura mantenerte lejos de él— me pide Nathaniel una vez que nos separamos.
—Creeme eso intento..— me interrumpe la mirada penetrante y llena de dulzura que me dedica.
Recuerdo que esa fue la culpable de que me allá enamorado de el. —¡Marinette, Te amo!— exclamó.
—Yo tambien..— me apresure a responder, aunque siendo sincera no estaba segura si lo que sentía por el era suficiente para llamarlo amor.
—Bien te llamaré en cuanto llegué..— vacila, y temo que hubiera descubierto mi dilema. Le sonrió como siempre, y el no tarda nada en corresponder. Suspiro aliviada y permito que deposité un tierno y casto beso en mi frente, para luego verlo marcharse.
Me quedo en el quicio de la puerta, mientras se sube al auto. Lo despido con la mano y observo el polvo que las llantas levantaron...
Unos minutos después cierro la puerta y de camino a las escaleras no puede evitar echar un vistazo a la sala. Adrien ya no esta sentado en el sofá, ni tampoco hay rastro de el. Posiblemente subió a su habitación mientras me despedía de Nathaniel.
La primera noche, con el bajo mi techo la paso inquieta, con sueños y sentimientos locos e inexplicables..
En la cocina ya me esperaba mi desayunó. Tomó asiento en el pequeño comedor y pincho un trozo de fruta que hay en mi plató.
—Anoche no tuve oportunidad de preguntarte ¿como estuvo tu cita?— me pregunta, sirviendo jugó en mi vaso. Al instante se me forma en el rostro una mueca de enfadó, al recordar el desastre que fue.
—Bien, pero pudo ser mucho mejor— le cuento sin intentar ocultar mi aparente irritación.
—¿A que te refieres?— me pregunta con interés.
—Nada olvídalo— le respondo para evitar entrar en detalles. (Olvidar eso mismo haría yo).
Mi madre arqueó las cejas, debí suponer que esperaría un informe mas completo.. Sin mas remedio abrí la boca para empezar, pero a ella se le ilumino la mirada y se paró de golpe.
—¡Gabriel que sorpresa!— gire la cabeza para ver al susodicho atravesar la entrada.
Mi madre se le acerca y el la recibe con con un abrazo y un beso en la mejilla.. —¿Sabine, Adrien esta aquí?— le preguntó y aunque se esfuerza por esconderlo se le notaba a leguas que estaba molesto.
—Si, llego ayer—
Me pongo también de pie, esta era mi oportunidad de deshacerme del problema. —Gabriel.. Es decir tío, me alegra que estés aquí, así podrás llevar..—
—Marinette apuesto a que tu tío quiere hablar con su hijo, ¿así que porque no vas a buscarlo?— me pide sonriendo, algo que significaba (¿Tendrás que explicar que demonios te ocurre?) Gabriel me acaricia la mejilla antes de que salga en busca de su hijo.
No me molesto en revisar su habitación, ya que antes de bajar pude ver que su puerta estaba abierta y el interior sólo. Atravieso el jardín trasero, siguiendo el lindero que forman los árboles.
Me detengo, al pensar que tal vez se encuentra en el cobertizo o en las caballerizas y cuando estoy a punto de cambiar de rumbo, recuerdo que ayer escuchó hablar a Nathaniel sobre el lago. Así que continuó, asta que el camino termina. Doblo a la derecha y me abro paso entre el espeso follaje... Pero pensándolo mejor es imposible que el diera con el lago, es decir que yo me perdí un montón de veces asta que memoricé el camino exacto, por lo tanto el no podía estar allí.. ¿O si? Me pregunto cuando escuche el sonido del agua. Me agazapó y observo entre el laberinto de ramitas y hojas al rubio. Esta justo a la mitad del enorme circulo de agua dulce, sumergido asta la mitad. Se pasa las manos por el rostro para quitar el agua y se peina con los dedos el cabello hacia atrás.. Dejo de mirarlo y me enderezó al tiempo que grito su nombre, para alertarlo de mi presencia y que parezca que no lo e visitó, sin embargo no contaba con que justamente el saldría del agua a la vez que yo lo hacia del arbusto.. Los ojos se me abrieron como platos y seguramente mi boca perforó la tierra. ¿Quien rayos nada desnudo en un lago? Al parecer el.. Como pude abrí la boca para decirle.. —Tu... Tu Padre.. El te esta buscando..—
—No tardo mucho en enterarse donde estaba— me responde con indiferencia, sin molestarse en intentar ocultar sus partes íntimas.
—¿Podrías cubrirte?— le pido, desviando la mirada.
—¿Para qué? si de todos modos ya me viste desnudó— responde, relajado sin ningún signo de estar avergonzado, todo lo contrario pareciera que el exhibicionismo le agradaba.
—Yo no..—
—Tus mejillas de nuevo te delatan— me interrumpe, mientras se seca el cuerpo con la toalla —Te pediré algo a cambio de no divulgar que estuviste espiandome— prosigue con voz monocorde.
—No caire en tus chantajes—
—Tranquila, lo único que quiero es que nunca traigas a Nathaniel aqui— eso me toma por sorpresa, no esperaba que pidiera algo tan sencillo y tonto. —Después de todo este lugar también es mío— ¡Por supuesto! Debí suponer que el egoísmo también figuraría en su lista de cualidades, y yo que pensé que después de todo Nathaniel tenía razón y el si estaba celoso.
Para entonces ya se había puesto el pantalón. Juntó del suelo su camiseta y se alejo sin decir nada mas, dejándome allí parada como una completa tonta.
—¡¡IDIOTA!!— le grito, aunque no estuve segura de que me hubiera siquiera escuchado. Respiro hondo y dejo que el sonido de las aves y el viento, me enfríen la cabeza, para después seguirlo a la casa.
Logro alcanzarlo pero me quedo unos metros por detrás de él, fulminado y mandando maldiciones a su perfecta y estúpidamente bien formada espalda.
En la sala nos espera mi tío, se le notaba hasta por los codos lo colérico que estába.. —¡Como se te ocurre venir aquí sin decírmelo antes!— explota, sin darle tiempo a su hijo de saludar.
—¿Que hay de malo en querer pasar el verano en la granja de mis abuelos?— se defiende, sin quitar su relajada postura.
—¡Estoy cansado de tu actitud. De que pienses que puedes hacer lo que te venga en gana!—
—Gabriel, estoy segura que el no pretendía molestar— comenta mi madre.
—No, Sabine, no trates de justificar sus actos. Ya antes le había prohibido acercarse a este lugar—
—¿Porque? ¿Acaso tienes algo que esconder?— le cuestionó Adrien, alzando por primera vez la voz.
—Será mejor si nos tranquilizamos. Papá, Adrien solo quiso conocer la propiedad donde creciste— dijo un chico que apenas noto que esta. Tiene el cabello rubio y sus ojos son grises. Debe ser el segundo hijo de mi tío Gabriel, cuyo nombre desconozco.
—Eso no quita que me desobedecierá. ¿Cuantos dolores más de cabeza pretendes darme?— pregunta el llevándose la mano derecha a la frente.
Adrien me mira y descarga con migo toda la furia de su mirada... —No lo se. Suerte que tienes mas hijos con los cuales consolarte— este chico estaba loco, ¿Que culpa podía tener yo? Me pregunte una vez que el se fue echando chispas.
—¡¡ADRIEN VUELVE AQUÍ!!— le ordeno su padre, haciendo amago de seguirlo, algo que mi madre le impidió. Le tomo del brazo y lo obligó a sentarse a su lado.
—Dejalo, esta molesto y es natural que hable sin pensar—
Me arrodillo junto a mi madre y me recargo en sus piernas, algo que a Gabriel logro sacarle una sonrisa, seguro fue porque le recordo cuando yo era niña y solía tener pesadillas. Bajaba a mitad de la noche y con los ojos llorosos me aferraba a mi madre, hasta que el me acunaba en su regazo y me consolaba sin importar cuanto tiempo tardara en volver a quedarme profundamente dormida.. Salgo del recuerdo, tenía que aprovechar esta segunda oportunidad para quitar de mi camino al ojiverde. —Tío, pienso que seria mejor si le ofreces a Adrien un viaje. Este lugar es muy aburrido— sugerí, usando mi tono persuasivo, el que se que nunca me fallaba.
El amplia la sonrisa y me toma la mano antes de responder —Cariño tengo una mejor idea. Este año la semana de la moda se llevara acabo en Londres y eh estado planeando para ti el viaje— bueno no era lo que esperaba, pero si implicaba poner kilómetros de distancia entre Adrien y yo, por mi estaba bien.
—Es realmente generoso, pero no puede aceptarlo, ¿cierto Marinette?—
—¿Que?— murmuró. Ya había comenzado a fantasear con la idea de ir a Londres y conocer por fin a sus amigos diseñadores..
—Hija, tu tío Gabriel y yo necesitamos hablar, así que lleva a Félix a conocer las caballerizas— por la mirada de mi madre supe que en realidad aquello quiso decir (Ya hablaremos tu y yo luego, jovencita)
—Ve, intentare convencer a tu madre— suspiro y me pongo de pie, Félix me sigue a la puerta trasera.
Odio cuando me pide que sirva de niñera o de guía, lo cual se a vuelto una costumbre para los hermanitos Agreste...
—Bueno, eso fue bastante incomodó— comenta el chico, sacándome bruscamente de mis pensamientos.
—Agradece al energúmeno que tienes por hermanó— le digo sin apartar la vista del hermoso paisaje verde.
—Adrien no siempre es así. En el fondo es un gran chico— me río por lo bajo, seguro que el estaba hablando de otra persona.
—Dices eso por que ya debes estar acostumbrado a sus desplantes y rabietas de niño mimado—
—El parentesco no influye te lo aseguró— Félix no suena molesto, al contrario su voz es amable y muy amigable. Lo cual hace que me pregunte ¿si en realidad era hermano de Adrien? —Lo conozco muy bien y se que algo le pasa—
—¿Como que?— le pregunte solo por curiosidad. La verdad lo que le pasara a Adrien me tenía sin cuidado.
—No estoy seguro, yo tampoco sabia que el vendría, hasta anoche que me llamo para pedirme que le trajera su guitarra— ¿Una guitarra? ¡Genial no solo tendría que soportar su molesta voz, si no que también su ruido! Al menos esperaba que tocara bien. —Pero presiento que tiene que ver con su firme decisión de estar aquí— continuó Félix meditabundo. Me adelanto unos metros para abrir las puertas de madera, y avanzó hasta el cubículo donde esta mi yegua blanca. Al cumplir seis años mi tío Gabriel me la regalo y el mismo me enseño a montar, admito que me costo trabajo y una que otra caída sin importancia. Aun así disfrute bastante aquellas tardes en su compañía.
Félix recarga la espalda sobre la puerta y me observa acariciar la suave y lisa melena del imponente animal. —Sabes será mejor olvidarnos de Adrien, y mejor dime ¿si te gustaria montar a caballo?— mi pregunta lo toma por sorpresa, lo se por su sonrisa nerviosa.
—No, es decir jamás lo e echó..— desvía la mirada a la yegua y vuelve a negar con la cabeza.
—Siempre hay una primera vez..— le digo —..ensillaré un caballo para ti— pongo manos a la obra, eligiendo al caballo mas dócil que teníamos, uno que mi madre solía usar cuando quería acompañarme a cabalgar. El rubio menor trago saliva, y me entraron ganas de reír...
—No se si sea buena idea..—
—¿Quieres matar a mi hermanó?— lo interrumpe Adrien desde la puerta. Intento ignorar su presencia, pero es imposible. El se acerca y me quita de las manos la correa que sujeta al caballo. —¿Así nos iras quitando de la jugada?— fuerza una sonrisa, que mas bien tenía toda la pinta de ser una mueca de desdén.
—Adrien..—
—¡Cierra la boca Félix, deja que Marinette nos explique su astuto plan!— me comienza a hervir la sangre de pura rabia. Ya me tenía hasta la coronilla con sus estúpidos comentarios sin sentido.
—¡No tengo ningún plan. ¿Puedes dejar de hablar a medias e ir de una maldita vez al grano?!— le pido haciendo acopio de la última gota de paciencia que me quedaba en el cuerpo.
—No te gustara la respuesta, así que mejor te dejare seguir viviendo en tu nube— su manera de hablar y su mirada me dejaban perpleja. ¿Como podía ser tan duro con migo? ¿Como podía odiarme sin siquiera conocerme? Y ¿Porque sentía que yo también lo odiaba?
—Pelear no arreglara nada. Saben que lo que sea que este pasando no nos concierne a nosotros— interfiere Félix intentando calmar los ánimos.
—¿Félix trajiste lo que te pedí?— arqueo ambas cejas, ¿esa era su idea de solucionar las cosas?, ¿limitarse a cambiar de tema?..
—Si, se quedo en la sala—
Me adelanto un paso para encarar a Adrien, sin importar que hubiera que empujar a Félix para lograrlo. —¿Es irónico no crees?. De los dos pareciera que eres tu quien tiene planes ocultos— su mirada fría no me intimida, y se la sostengo alzando la barbilla y cuadrando los hombros, con el único fin de dejarle claro que no pienso seguir soportando sus estúpidos cambios de humor.
—Ustedes dos son tal para cual. Me temo que ninguno dará su brazo a torcer—
—¡No mientras Adrien siga acusándome sin razón!— le aseguro a Félix sin romper la conección.
—Cuidado, podrían pasar del odio al amor sin siquiera darse cuenta— el absurdo comentario de Félix me arranca una fuerte carcajada, algo que a Adrien le molestó profundamente. Tenso la mandíbula y avanzó otro pasó, volviendo inexistente la distancia que nos separaba.
Cuando abrió la boca para hablar, su aliento me rompió en el rostro.. —Descuida que Marinette ya ha dejado muy en claro que no se enamoraría de mi, aunque fuera el último hombre sobre la faz de la tierra— y así era. Ciertamente nunca lo haria. Prefería mil veces quedarme sola y cargar en mis hombros el peso de ser la culpable de que la raza humana se extinguiera, antes de caer en sus redes...
—Bueno ya veremos, mientras tanto procuren no jugar tanto con el destino—
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