CAPÍTULO 3
He tenido una semana muy jodida, mi padre va de mal en peor, Ale suele evitar mis llamadas y en mi desesperación siempre termino en la cama de una desconocida o cogiendo con la chica del servicio.
Decido ir a ver a Ale, ya comenzó sus clases y sé que sus amiguitos están tratando de juntarla nuevamente con Dann.
Y yo me encargaré de que eso no sea así.
El vuelo es largo y aprovecho de descansar, me he desvelado en ese hospital cuidando el sueño de mi padre.
Llego a su casa y veo ese Audi estacionado, no puedo creer que le dejara su coche.
Pero bueno el amor nos vuelve imbéciles, supongo que jamás nadie me habrá visto a mi rogándole a una mujer y aquí voy de rastrero.
Toco su puerta y ella sale en pijama. Para ser más exactos un pantalón corto y una camiseta pequeña.
— ¿Puedo pasar? — hablo un poco rendido, he notado que Ale no puedo evitar consolar al pobre hombre que la pasa mal.
— Claro — Me adentro en su casa y todos los muebles fueron cambiados de su lugar.
—Lamento no haber podido responder tus llamadas— se escusa
— Supongo que la universidad no te deja tiempo, no te preocupes. — le quito importancia al tema.
— ¿Qué haces en Salamanca?
— Estoy comenzando un proyecto aquí, y necesitaba un poco de compañía.
Ambos estamos en el sillón de cuero que está en su cuarto de estar y yo me estiró para que mi cabeza quede en sus piernas.
Dios como extrañaba esta sensación.
A pesar de que me siento protegido, no puedo evitar cuestionarme tantas cosas.
Mi respiración se vuelve profunda en un silencio que rodea la casa.
— Todo mejorara— Ale habla, mientras acaricia mi cabello.
— Todo va de mal en peor, te perdí, estoy a punto de perder a mi padre y ya no me queda nada.
— Tienes un hermano.
De nuevo con el tema, prefiero guardar silencio, mientras acaricia mi pelo.
— ¿Cómo vas en tu cuarto año de carrera?
— Bien estamos recién empezando con los protocolos de clínica así que aún no atendemos pacientes.
— Puedo ofrecerme cuando quieras— le sonrió.
— Por favor, tu dentadura es perfecta, dudo que necesites algo.
— Recuerdo que siempre te gustó mi sonrisa.
— No solo tu sonrisa, eran muchas cosas.
Esas palabras aceleran mi corazón, muero por besarla. Y se lo que piensan, que soy un hipócrita, hoy desperté con una desconocida en mi cama y ahora quiero recuperar a Ale.
Pero ella es el amor de mi vida, era la mujer con la que había decidido formar una familia, quería casarme con ella a pesar de que no era el agrado de mi padre.
— ¿Sabes lo que siempre me enamoro de ti?
— Mi forma de ser, siempre me lo decías— sonríe de forma encantadora.
— Tu, toda tu me enamoraba, eres perfecta Ale— me acerco a ella, y ella no se aleja.
Roce su mejilla y ella cierra sus ojos.
— No tienes idea de cuánto te extraño— tocó sus labios.
— Todo es muy difícil ahora Aitor.
—Nada es imposible.
Mis labios rozan los suyos y ella no se aparta, mi lengua pasa por su labio inferior y ella abre levemente la boca con un suave gemido
Siento ese delicioso sabor que siempre la caracterizó, muero por tocarla por lo que me acerco más.
Ella se aparta.
— Aitor...
—Que pasa princesa — me lamo los labios recordando su sabor.
— Lo nuestro se acabó. — Me recuerda, como si fuese fácil olvidarlo.
—Sé que se acabó, pero puedo volver a comenzar.
— Te fui infiel
— Y estoy dispuesto a perdonarte, Ale yo te amo, podemos empezar esa hermosa relación que teníamos de nuevo.
— Aitor... Mis sentimientos hacia ti ya no son los mismos.
— Por favor, sé que sientes cosas por mí, acabamos de besarnos.
— Siento mucho por ti, fueron muchos años, te ame con mi alma, pero ya no siento lo mismo.
— Puedo volver a hacerte sentir lo mismo.
— Aitor, te aprecio y no quiero mentirte, estoy muy confundida, por un lado, estás tú, y por otro lado esta...
— No lo nombres, él se encargó de quitarme tu amor, jamás se lo perdonaré.
— Son hermanos.
— Somos dos desconocidos Ale, no intentes reparar lo irreparable.
Le acarició su mejilla.
— No me rendiré, te juro que me volveré a ganar tu amor.
— No quiero que te rindas, no quiero perderte — agacha la mirada y quiero volver a besarla.
—Jamás me perderás. — beso sus labios de forma rápida para que no pueda apartarse — debo volver a Madrid, mi padre está muy mal, solo vine para poder firmar unos documentos y verte.
— Me alegro de que hallas venido, por cierto, gracias por los libros.
Recuerdo fugaces vienen a mi mente, averigüe unos libros del primer amor y los compre y se los mande a ale, ella ama la literatura y creo que es una buena manera de que se replantee volver a mis brazos.
— Me alegra que te gustaran.
— Los libros siempre me han encantado.
— Te quiero princesa— me alejo de su casa y sonrió triunfante, recordando el sabor de sus labios.
Subo a mi coche y antes de marcharme veo un Audi negro estacionado a cierta distancia, sonrió al pensar que es Dann, paso lento a su lado, para que me vea y cuando me ve, llevo una gran sonrisa en mi rostro, dejando que vuele su imaginación.
***
Llegando a Madrid y me arrepiento del viaje, mi padre ha empeorado significativamente, dudo que pase de esta noche, apenas habla y la enfermera dice que no come.
Me acomodo a su lado para esperar lo inevitable, lleva mucho tiempo enfermo, mis ojos de llenan de lágrimas al ver que su saturación disminuye y llega a 50%.
— Te quiero padre.
Acarició su mejilla y me inunda una presión en el pecho.
Es lo único que me queda, no fue el mejor padre del mundo, pero fue el único que no me abandono.
Nona se acerca a mí y me abraza cuando la máquina a la que lo mantienen conectado avisa que ya es un cuerpo sin vida.
En ese momento no me importa que Nona se fuese detrás de Dann cuando él se alejó de mi familia, solo necesito unos brazos que me conforten.
Las lágrimas corren por mis mejillas y mi pecho se aprieta, me cuesta respirar y mantenerme en pie.
Es la peor sensación de mi vida.
Caigo al piso rendido aún envueltos en los brazos de Nona y ella llora conmigo.
***
Estoy firmando los últimos papeles en una funeraria, para que retiren en cuerpo de la clínica, el pecho sigue doliendo, pero supongo que desaparecerá.
Una vez se hace el velorio, llegan amigos y socios de mi padre, la única persona que quiero ver no está.
No he respondido sus llamadas, en este momento quiero tenerla en mis brazos, pero me siento vulnerable y eso no me gusta.
El recordar que ella era mi todo y ya no está, duele más que la sensación de vacío que dejó mi padre.
Observó a alguien a la distancia mientras veo a Ale caminar hacia donde estoy.
Esta aquí.
Mi corazón late y las lágrimas caen sin parar.
Ella es mi pequeña dinamita, siempre ha sabido explotar sensaciones que nadie más puede.
— Lo lamento mucho Aitor. — me abraza y yo me apoyo en su pequeño cuerpo.
Su calor me invade y solo me aferro a esa sensación de volver a tenerla así, rodeada por mis brazos y ella envuelta en mi cuello.
Los dos días de velorio pasan y llegamos al cementerio para despedirnos del cuerpo sin vida de aquel hombre que me dio la vida.
Ale seguía acompañándome y esa persona a la distancia seguía observándonos, tenía la sospecha de quien era, pero no tenía fuerzas para pelear.
Él se arma de valor y se acerca junto a Nona.
Yo me dispongo a detenerlo y Ale trata de interponerse.
—Ale no te metas.
Dann llega a donde estoy.
— ¡Que haces aquí!
— También era mi padre Aitor.
— Pensé que tú no tenías ni padre ni hermano, te encargaste de desaparecer y borrar su apellido de tu título.
— No seas estúpido no he borrado mi apellido, solo que me doy a conocer por mi nombre...
— ¡BASTA POR FAVOR! —grita Ale para que la discusión se calme. — ¿no pueden hacer una tregua ni siquiera en este preciso momento?
— Yo me largo, no estoy para ver un espectáculo de un hipócrita— camino en dirección contraria y lo dejo junto a ella.
Ale corre tras de mí y me detiene.
— Aitor por favor.
— No Ale, ve y acompáñalo, es lo que quieres. Al final el estúpido amor que te tengo solo lo siento yo. — ella me observa y baja la mirada y yo bufo para seguir mi camino.
Llego al hotel y marcó el número de aquella mujer que me abrió los ojos en cuanto a la relación de Aitor con Ale.
— ¿Hola, puedes venir?
— Claro que sí. — es lo único que escucho y cuelgo la llamada, necesito ahorrarme el, ¿cómo estás? ¿Te sientes mejor?
En estos momentos lo único que quiero es liberar la maldita tensión que tengo.
Pasan algunos minutos y mi puerta suena, y me dirijo a abrir.
— ¿Cómo estás? — esa maldita pregunta de nuevo.
Me lanzó por ella y la beso, ella me corresponde, pero se aleja después de unos segundos.
—No sé si sea apropiado, tu padre...
— Mi padre está muerto, yo estoy aquí, y te llame para que vinieras a quitarme este estrés. ¿Estas dispuesta? ¿o busco a otra?
Ella baja la mirada, por un momento pensé que se marcharía, pero al volver a mirarme, se comienza a desnudar.
—Perfecto.
Observo a Dann a la distancia y el solo baja la mirada y observa como bajan el ataúd de su padre.
Me acercó a él y evita mis ojos.
— Adiós papá. — habla bajito, pero lo escucho lo suficientemente claro.
— Todo estará bien.
— Me siento estúpido, aquí llorando por un hombre que nunca me quiso, que se encargó de hacer sufrir a mi madre, ni siquiera se a lo que vine, Aitor tenía razón.
— Era tú padre Dann, tenías derecho a estar aquí. Aitor está mal, los dos deberían estar aquí.
— Lo único en lo que compartimos opinión es respecto a ti.
Quería preguntar a qué se refería, pero siento sus brazos por mi cintura, lo abrazo y lo conforto, sus lágrimas mojan mi delgada ropa y le acarició.
Caminamos por un parque y se disculpa por su actitud de la cena, y yo me disculpo por el estúpido comentario, quería estar ahí apoyándolo.
Pero las cosas eran más difíciles, por una parte, estaba aquel amor de Aitor, que sabía que ahora más que nunca me necesitaba y por otro lado estaba él, ese amor que llegó a descontrola todo, que también me necesitaba, pero no podía evitar inclinarme hacia Aitor, en este momento no tenia a nadie, en cambio Dann siempre tendrá a Nona y a Cris.
Estaba en un maldito dilema.
—Gracias por estar aquí. — dice aun rodeando mis brazos.
— No tienes que agradecer, somos amigos.
Esa estúpida frase logró cambiar su rostro, pero no dijo nada, me miro y seguimos avanzando en un silencio que debo admitir que a mí no me incomodaba.
— ¿Te llevó a tu hotel? — me pregunta después de caminar varios minutos en silencio.
Asiento y caminamos a su Audi negro.
A mi mente vienen los recuerdos de este mismo coche estacionado a una distancia prudente de mi casa.
Él estaba ahí, tenía ilusiones de que fuese él, pero no recordaba certeramente su coche.
Pero ahora delante de él, podría asegurar que es el mismo.
Llegamos al hotel y nos despedimos; esa pequeña despedida selló cierta lejanía entre nosotros.
Si hubiese sabido que se alejaría de mí, me hubiese encargado de guardar su rostro en mi memoria.
Me hubiese gustado mirarlo con más detenimiento.
Aunque desde la primera vez que me hizo suya, recuerdo cada parte de su cuerpo.
Él sobre mí, besándome de forma dulce y apasionada.
Pero a veces la distancia es lo mejor.
Porque al final de todo, sabía que necesitaba mi espacio, sabía que necesita solucionar ciertas cosas en mi mente y mi corazón, sabía que muy dentro que yo, estoy mejor sin ti.
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Actualizacion 2/3
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