Seres rompiéndose el alma por salvarse.

Rompiéndose el cerebro por un título académico.

Rompiéndose el lomo por un papel con valor exagerado.

Rompiéndose los corazones buscando compañía.

Rompiéndose la cordura por diversión...

Somos fragmentos de humanidad, dispersos y en pedazos andando por el mundo, como llevados por el viento, vertidos en esta bolsa hecha a la medida a la que llamamos piel.

Al final nuestros ojos terminan por revelar qué tan rotos estamos, y es que a veces también por ahí se nos escapa algún fragmento en una precipitación de sentimientos.

Y a veces, solo a veces llega una persona que nos hace sentir compactos y completos, que no falta ninguna pieza; y es que las partes rotas de ese ser, por un rato de felicidad, encajan con las nuestras.

Y somos felices aunque al final acabemos igual de rotos.

Caminando por la vida rotos de amor, en un eterno romance con el dolor.