Inocencia.
Vi las estrellas en un mundo distante, un mundo diferente, un mundo que se antojaba puro e inocente.
Caí en aquél mundo de manera inconsciente y es que me perdía en su sonrisa cada vez que la tenía en frente.
No sabía si era el cielo, no sabía si era un limbo, pero cada vez que sonreía mi corazón gritaba ¡BINGO! ¡EUREKA! ¡ALELUYA!
Y es que cuando sonreía cada mirada era suya.
Cada mirada, suspiro, pensamiento...
A favor de ella conspiraba hasta el viento.
Las estrellas parpadeaban y el mundo simplemente se paraba.
Eran sus ojos jugando con el tiempo cada vez que pestañaba.
El destino no permitirá demostrar cuánto me gusta pero seguiré aquí mientras la felicidad ella busca.
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